Pablo Rojo: ''Hace tiempo que perdoné a mi madre''

Dos veces a la semana, Pablo Ignacio Rojo (22) visita el Centro Penitenciario Femenino de Santiago, en San Joaquín, para ver a su madre.

Han pasado cinco años y cuatro meses desde que el Tribunal Oral de Puente Alto declaró culpable a Jeanette Hernández Castro, la única imputada en el ataque a sus hijos Esteban (7) y Pablo Rojo, quienes fueron agredidos a martillazos en la cabeza  dos años antes, en su casa de la misma comuna.

En esa ocasión, el primero falleció y Pablo sobrevivió, pero quedó con algunas secuelas físicas. Aún hace ejercicios para mejorar la movilidad de su mano y su recuperación ha sido catalogada de “milagrosa”. Él explica su avance al señalar que “al principio no podía ni caminar. Tenía secuelas en los brazos, estaba como inválido. Hice mucho ejercicio con kinesiología”.

Pese a todo lo sucedido, el joven Rojo está feliz con su nueva vida y lucha día a día para salir adelante. Vive junto a su abuelo materno, Juan (67), en la comuna de Peñalolén (su abuela falleció hace algunos años), terminó sus estudios y se tituló de Técnico en Telecomunicaciones.

Gracias a un permiso especial de Gendarmería, su madre pudo estar presente, y trasladarse desde la cárcel a la ceremonia de graduación en el colegio Mariano Egaña, de la misma comuna en la que vive hace un par de años.

PEGA

Lamentablemente el muchacho no ha podido conseguir trabajo en lo que estudió. Además, producto de sus secuelas tampoco puede desarrollar cualquier tipo de laburo. Pablo no le hace asco a la pega y lo único que quiere es tener un empleo digno para ayudar a su abuelo. Es que en estos momentos sobreviven sólo con el sueldo de don Juan, que se las arregla de sol a sol como guardia de seguridad.

“No he podido tener trabajo estable producto de las lesiones. Ya me recuperé y sólo hago ejercicios para mi mano. Con un trabajo ayudaría a mi abuelo y podría juntar algo de platita en el banco. A mí me encanta la computación. Mi sueño es comprarme una casa. Trabajaría en lo que sea, me da lo mismo. Quiero encontrar algo digno y decente. A veces pienso qué haré si muere mi abuelo”, se sincera.

El lolo hace tiempo que no vive con su papá, quien rehizo su vida y tiene una nueva familia. A su madre, la ve regularmente todos los lunes y jueves, días en los que se permiten visitas. “Estoy con ella toda la tarde. Lo paso bien con ella. Son buenos pa’ la talla. Ella está contenta porque vivo en Santiago”.

- ¿Qué piensas de lo que sucedió hace siete años?

- No me gusta hablar de eso. Prefiero hablar de mi vida. A mi madre ya la perdoné hace rato. No me gusta lo que dijeron los peritos sobre ella.

COMPARTIR NOTA