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La Firme con Cristian Arcos: “Yo pasé por un momento muy malo donde hice muchas hueás malas”

A Cristian Arcos su abuela le decía que era un rebelde y sus compañeros en la radio lo apodan Tenor Escritor, pero él aún no se cree ni lo uno ni lo otro. Admite, en cambio, ser muy autoflagelante. En su vida pasó por varios episodios para los cuales no estaba preparado, incluso pensó en el suicidio. Pero después de un reseteo —de cabeza, físico— está bien. Eso dirá aquí: que está bien, feliz con algunos proyectos. “Tengo más de lo que merezco, más de lo necesario”.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

El quinto de los ocho libros de Cristian Arcos, Héroes, publicado una mañana de junio de 2018, es crónica, perfil, biografía y autobiografía. Un libro heterodoxo que recorre quince historias de personajes que poco encarnan eso que los epicúreos del fútbol llaman idolatría. Mauricio Cataldo, es cierto, tal vez sea el autor del mejor gol jamás anotado en el fútbol chileno, pero antes de despegar sumergió su prometedora carrera en el trago. Luis Patricio Núñez reunía todas las condiciones para armar el juego desde donde se lo propusiera pero, como subrayan él y Arcos, le pasó de todo, tropezó contra la ley y abdicó detrás de las rejas. Manuel Araya y Richard Pidal en cambio eran jugadores queridos, respetados. Uno arquero de Colo Colo y Palestino, el otro capitán de Curicó Unido, aguardaron hasta el crepúsculo de su vida laboral para ceder contra su propia tristeza.

Arcos, casi cuarenta y ocho años, curicano de Curicó Unido, un periodista que siempre fantaseó con ser periodista, eligió allí contar sus vidas, y las de su abuelo, su padre y su adorado Luis Martínez. Héroes suyos, de algunos pocos. Héroes breves, tristes, autodestructivos en la búsqueda de gambetear el destino. Héroes, en muchos casos, just for one day. Y quizás eso baste para explicar por qué, según él, este tributo en formato libro es su propio Sgt. Pepper o por qué aún lo sostiene como su favorito, el que más disfrutó escribir.

O quizás sea porque, de haber sido futbolista, su propia historia podría llenar algunas páginas del texto. Arcos desde luego dirá que no, como cuando dice, acaso dominado por una sensación de inferioridad, que su apodo de Tenor escritor es “una falta de respeto” e inclusive una “exageración”, porque no detenta el talento, la disciplina ni ha escrito ficción, o cuando cuenta que no lee ni conserva sus libros ya publicados, ni sus títulos y, si fuera por él, tampoco sus premios.

Pero su historia compila elementos que lo dotan, como a Cataldo, Lucho Pato, el Loco Araya o Pidal, de un aura de boxeador retirado: paciente de depresión endógena, Arcos intentó dos veces acabar con su vida. Cuando llegó a Santiago para estudiar periodismo en la Universidad de Chile, se alojó en el Hogar Paulina Starr, residencia que ofrece la institución a los alumnos provincianos sin el dinero necesario para costear su estadía, pero allí los otros lo sometieron a un bullyingcontinuo, despiadado, capaz de derribar al más duro, y él, claro, no lo era. Alguna vez sobrevino la idea de confrontarlos, pero al final su timidez le sugirió otra cosa. Cuando dejó de habitar ese espacio, se prometió que nunca más en su vida lo pasaría tan mal. Su frágil salud mental, sin embargo, le costó un matrimonio, malos ratos con sus hijos, y luego, sin sospecharlo, fue despedido de Chilevisión, su casa televisiva por casi dos décadas.

Arcos escupió estos dolores en su Enemigo íntimo, de 2021, un manifiesto que aún algunos agradecen, por la valentía y, especialmente, por poner en palabras lo que entraña la depresión. Pero ahora, un jueves a la mañana, recién terminado Ciudadano ADN, uno de los proyectos que lo sacan del fútbol, está aquí para hablar de lo que sigue en su historia. Un resumen diría esto: Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2024, ganador del AIPS Sports Media Awards en la categoría Audio, editor periodístico de Minuto 90, nominado a los Copihue de Oro, otra vez casado, con dos o hasta tres libros en camino, agradecido.

A cuatro años de haber expuesto todo, se confiesa con el diario pop:

—Yo dejé de mirar lo que me faltaba, hueón, y empecé a mirar lo que tenía.

La Firme con Cristian Arcos

El periodista que se dedica al deporte es el periodista más mal mirado junto con el de farándula, lo refuerzo. Me doy cuenta en todo: cuando uno hace un comentario de otra cosa se sorprenden. Por suerte, en donde yo trabajo no. De hecho, acá en ADN hago el Ciudadano ADN, que es un programa que no es de deportes, y el equipo no se sorprende de que yo hable de música, de política, de arte, de cine, o que conozca a gente de otras áreas. Pero de pronto el resto de la gente sí, te encasillan. Ahora, también hay culpa del periodismo de deporte y del periodismo de farándula de que nos miren así, po. Porque salimos un poco del margen. ¿Sabís lo que me pasa? Yo no creo en el periodismo con apellido. Yo creo que el periodismo puede ser bueno o malo en todas las áreas, no creo en el periodismo serio o no serio. Creo en la prolijidad y también creo en la creatividad en todas las áreas. Pero siento eso: que, cuando tú hablái de deportes, como que te miran en menos. Y pasa desde que estudiaba.

Nunca me he sentido encasillado, lo que pasa es que cubro deportes. Y me encanta. Pero no me siento periodista deportivo, nunca me he sentido.

Yo soy muy fome: cuando los cabros chicos hacían dibujos, hueón, yo dibujaba a periodistas. Siempre quise ser periodista, pero por gusto. No tiene que ver con otra cosa. Mis viejos son profes, mi familia está llena de profes. Soy humanista todo el rato, eso te lo aseguro. Y siempre, siempre quise ser periodista, de chico. El leer, el escribir, el escuchar mucho la radio, me gustaba todo eso. Pero lo que más quería era escribir. Y todavía quiero, ja, ja, ja. Estudié periodismo para escribir, eso es. Esta cuestión de viajar, esta cuestión de hablar de mil quinientas cosas…, yo siento que si tú hablái de un montón de cosas, se supone que tenís que investigar un montón de cosas, y me parece que había una cosa muy curiosa de aprendizaje, que me encantaba y me encanta todavía. Encuentro que es muy entretenido el periodismo, eso es lo que me pasa. Todavía creo que esta es la pega más entretenida del mundo.

Mi infancia fue extraordinaria, mis mejores amigos siguen siendo los del colegio. Tenemos un grupo de WhatsApp donde estamos treinta de los treinta y seis. Lo pasé increíble en el colegio. Estudié en puros colegios con nombres de submarinos atómicos: en la F250, en la E-15 y en el A-3, que es el liceo. Y todos mis períodos escolares fueron bacanes. Era un gallo piola, súper callado, tímido a cagar, pero ahí lo pasé increíble. En ese tiempo (el Liceo Luis Cruz Martínez) era colegio de hombres, no era colegio deportivo, y mis grandes amigos de la vida son de ahí. Los amo profundamente. Hablo con ellos todos los días. Los fines de semana se juntan, yo no puedo ir, pero se juntan siempre, todos los años. Han fallecido dos, de hecho, y ha sido muy heavy.

Tuve mucha suerte, porque tuve una súper buena educación. No sé cómo está la situación ahora, pero yo estudié en el liceo, después entré a la Chile y no sentí que estaba en un lugar ajeno, que estaba como todo más arriba, inalcanzable desde el punto académico. Tenía dos cursos de lenguaje, dos cursos de matemáticas, dos cursos de historia. Teníamos una especie de jornada completa cuando no existía la jornada completa, era algo del colegio. Entonces, soy muy agradecido del liceo. Lo mismo de la Chile: a mí me formó como ser humano.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Mis viejos son bacanes, son profes rurales ambos. Mi mamá está jubilada, mi papá ejerce aún. Son bacanes, cumplieron cincuenta años de matrimonio. Tengo un hermano, somos hermanos y amigos. La verdad, soy un gallo muy afortunado, mi familia es la raja. Abuelos increíbles. Fallecieron, pero eran unos abuelos increíbles. Fui muy criado por ellos. Soy futbolero por mi tata, Osvaldo, que era dirigente del Curi. Mis primos, todos en Curicó, harto profe. Y también la familia se movió: algunos se fueron a Chillán, otros acá. Pero en rigor, de ese lado de la familia, yo soy el único que vive acá en Santiago. Los Morales somos muchos, ahí se me pierde un poco el hilo. Los Morales son más huasos. Yo tengo ese lado huaso de ellos.

Yo soy muy huaso..., ¡mira cómo hablo, po, hueón! Camino a pata a todas partes, tengo dichos huasos, costumbres: me levanto a las seis, almuerzo a las doce. Soy huaso y muy orgulloso, además.

Mi abuelo es uno de los cinco fundadores del Curi. Lo fundan cinco socios de diferentes instituciones que existían en Curicó, de ahí nace Curicó Unido en febrero del ’73. Mi tata es el socio número cinco, de hecho. Tú mirái el listado de socios y mi tata es el cinco. Había muchas reuniones en mi casa, yo conocí jugadores del Curi en mi casa. O iba a la sede también. La sede en ese tiempo estaba en otro lado, hoy está en el mercado o en el estadio, antes estaba en el centro, en calle Merced. Y acompañaba a mi tata al estadio. Yo no falté ningún domingo de mi vida al estadio hasta los dieciocho.

La gente a veces no lo entiende, pero había equipos que no existían, entonces mi papá no era originalmente del Curi porque el Curi no existía. Mi tata no era del Curi originalmente. Mis tíos tampoco. Entonces ellos tienen dos equipos, pero son todos del Curi igual. Mi papá es del Colo y del Curi; mis tíos son de la “U” y del Curi; mi tata, que falleció hace mucho tiempo, era de la Unión Española. Fanático de la Unión y, de hecho, por eso yo le tengo mucho cariño a la Unión. Es de los equipos que yo he ido a ver por gusto. Me da mucha lata su descenso.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Yo la pasé muy bien en todas partes, menos en ese período de la u en que viví en un hogar universitario. En el Paulina Starr, Avenida España 311, España con Grajales. Que, por un lado, lo agradezco mucho, porque yo no tenía dónde vivir. Nosotros teníamos una situación económica complicada, y la Chile te permite, si tú tenís una situación económica complicada, acceder a ciertas cosas que, sin ellas, no podría haber estudiado. Aranceles, becas y la beca de vivir en el hogar también. Entonces lo agradezco. Pero lo pasé terriblemente mal. Tengo horrorosos recuerdos de ese espacio, con algunas excepciones de algunas personas con las que mantuve contacto un tiempo más, pero poquitas.

En la universidad lo pasaba relativamente bien, me iba bien, periodismo no es una carrera difícil. Y no quiero ser despectivo. Tenís hartas cosas que hacer, pero no es una carrera difícil, no es energía nuclear. Se lo digo a los estudiantes y se enojan conmigo, y les digo: pero, loco, si yo soy lo mismo que tú, ja, ja, ja, en ese caso me estaría cagando yo solo. Después ya el desarrollo puede ser otra cosa.

Volver al hogar era heavy, po, hueón. Volver a un lugar donde no querís estar, donde te tratan pésimo. La violencia era total. De hecho, han creado páginas funándome y yo habiendo salido del hogar hace tiempo, porque hay gente que lo pasa muy bien y tiene muy buenos recuerdos de ahí. Pero probablemente sean los hueones que me hueveaban a mí, ja, ja, ja. Es que suele pasar en este país que cuando alguien denuncia algo, le caen al denunciante. Ni hablar con las mujeres, es más fuerte todavía. Pero filo, el tema obviamente ya pasó, me forjó el carácter también. Lo pasé mal y espero que mis hijos nunca pasen eso.

Yo creo que por eso empecé a trabajar muy chico: para escapar del hogar, para estar muy ocupado. Tenía diecinueve años cuando empecé. Un acto irresponsable de mi parte y de quienes me llevaron a El Gráfico. Partiendo por Aldo Rómulo (Schiappacasse). Que se haga cargo del monstruo que fue creando, ja, ja, ja.

La universidad me ayudó a forjar carácter respecto a los límites. Yo era chico, muy tímido, muy callado. Y esto no quiero que suene como tirarse al suelo ni nada, pero lo sentí el día que me fui del hogar: que yo nunca más lo iba a pasar tan mal. Y no lo he pasado nunca más tan mal. Tengo como ese: loco, superé esta cuestión, la que venga va a ser mejor.

Probablemente si le hubiera parado el carro a estos tipos, mi vida hubiera sido distinta. O no sé qué hubiera pasado... me habrían sacado más la cresta de la que me sacaban, ja, ja, ja. Fue reflexión en algún momento, pero no lo hice, no les paré los carros. Yo no tenía herramientas, ¿cachái? Era esconderse, no pescar. La gente que es tímida tiene una cosa de parecer muy pesada también. En general, yo no pesco. Y no es de mala onda: yo no pesco mucho a la gente porque soy muy tímido. No voy a ir a hablarle a alguien que no me habla. Todavía me pasa.

Me pasa todo el rato que la gente cree que soy pesado. Todo el rato, todos los años, todos los días. A veces cambian de parecer cuando me conocen... otras veces lo refuerzan, ja, ja, ja.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Me atreví a hablar de mis intentos de suicidio porque sentía que eso no estaba en ningún lado. Hoy hablamos mucho del tema de salud mental, pero cuando yo lo escribí (en Enemigo interno, 2021) esto se hablaba menos, y me parece que es un tema absolutamente clave. Es un tema de salud pública, gigante, y veo que todavía no se nota. Han habido ciertos avances, qué sé yo, pero creía que era necesario contarlo desde el punto de vista del “paciente”. Yo lo veía desde los expertos, lo leía y lo escuchaba desde los expertos y no desde alguien que padeciera una depresión, que es mi caso. Y hay un tema respecto de los intentos de suicidio que es muy heavy, no es algo de lo que uno esté orgulloso. En general, uno cuenta cosas de las que está orgulloso y no de las que no está orgulloso. Y como me gusta remar al revés, quería contar algo de lo que no estuviera orgulloso para nada, sino todo lo contrario.

No sabíamos mucho que íbamos a contar eso. La editorial y Juan Manuel Silva, mi editor, a estas alturas mi amigo, siempre me deja jugar un poco libre, ¿cachái? Es como tengo un tema y me dice: vos dale y después lo revisamos. Pero él también quedó como pa’ adentro. Me preguntó mil veces si quería que saliera. Hablé con mi familia, porque tampoco era una cuestión pública, y decidí publicarlo. No sé si lo hice bien o no, te reconozco, pero me ha hablado mucha más gente para bien que para mal. Muchísimo más. Yo no quería hacer un libro de autoayuda ni mucho menos, no, pero me ha hablado mucha, mucha gente. Hasta la semana pasada me hablaron. Es heavy. Creo que harta gente empatizó con el libro en general y con ese tema en particular. Tuvo costos, por supuesto. No es fácil pa’ mí ni pa’ mi familia tampoco, pero creo que era necesario.

La salud mental para mí es una bandera que voy a tener toda la vida. Desde el lugar en que esté, sea un lugar público, privado. He hecho mil cosas privadas que nadie sabe y que no las voy a develar, pero que tienen que ver un poco con esto. Con gente que se te acerca y te dice: sabís que me pasa esto, esto y esto, y de la nada me encontré contigo, pensé que hablabai sólo de deportes y me encontré con esto. Y, hueón, más que los intentos de suicidio, lo que más me han hablado es de la descripción que yo hago un poco de la depresión.

La depresión es una cuestión muy difícil de explicar. Es muy difícil de entender porque es muy difícil de explicar, no le podís poner palabras. Y porque, además, es distinta en toda la gente. Entonces, cuando yo hago esas descripciones, cuando hablo de estas nubes negras, de esa sensación que no es no querer ver a nadie sino que nadie te vea, mucha gente me ha dicho: hueón, eso es. Y sí, creo que sí, que sirvió un poco para visibilizar el tema. No era mi intención que ocurriera eso, pero ocurrió y enhorabuena.

Yo pasé por un momento muy malo donde hice muchas hueás malas. Y me interesaba contar eso: no es solamente el padecimiento sino que uno hace hueás, po. Uno que se equivoca heavy. Yo me mandé todas las cagás del mundo, todas. Entonces, cuando escribí el libro, había pasado por un período de reseteo heavy, que incluyó muchas cosas. Reseteo de cabeza, incluyó que me echaron, un reseteo físico incluso, cambiar ciertas conductas. Cuando lo escribí ya estaba mucho mejor parado. Y no sé si lo que salió, salió bien, pero me siento mejor, ¿cachái? Y como yo estaba mejor, cuando lo escribí puede haber sido un efecto medio de catarsis.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

No tengo libros míos en la casa, ninguno. Me ha pasado algo: cuando escribo los libros, los reviso mucho. Soy muy autoflagelante. Escribo, los leo, encuentro que están como el hoyo, los cambio, después de nuevo, los macero, los dejo ahí un rato, los reviso de nuevo y los leo muchas veces. Pero después que el libro sale, yo nunca más lo leo. Uno se conoce, po, hueón, y hay hueás que no hago porque sé que me van a hacer mal.

Fue difícil hablar con mis hijos... que un hijo diga: mi papá se trató de matar. El mayor se acordaba más, lo tuve que hablar con los tres. El más chico no se acordaba de nada. Sabía, y era como un tema familia, como de esas hueás que uno se va enterando. Entonces, lo hablé con los tres por separado y con los tres juntos. Y nada, yo creo que los papás se equivocan, po, hueón. No creo en el papá sin errores. Y a lo mejor es jodido, pero también creo que los hijos tienen que saber que sus papás se equivocan y que su papá la recagó. A lo mejor eso tiene un costo, porque la imagen del padre, de la madre, es media inalterable muchas veces, pero bueno, era necesario.

Lo peor para mí son los mitos: cosas que todo el mundo sabe y nadie habla. Entonces mejor despejar el mito, porque a veces cuando lo despejái, desactivái un problema. Y a veces el problema es menos complejo que el mito. El mito, pa’ bien o pa’ mal, agranda todo. El contarlo de pronto lo aterriza un poco.

Hoy en día estoy bien, con los avatares que tiene todo el mundo pero bien. Yo soy un gallo privilegiado, y lo sé. Trabajo mucho en una pega que, lo sabemos, está súper jodida. Tengo una familia bacán, mis hijos están bien, bacanes. Mis viejos están vivos, están sanos. Me volví a casa y estoy muy feliz. Mi hermano está bien. El Curi nomás me tiene con la guata apretada todos los años. Mira, dentro del reseteo que uno hace, yo dejé de mirar lo que me faltaba, hueón, y empecé a mirar lo que tenía. Porque lo que te falta siempre es más de lo que tenís.

Mi señora me huevea porque dice que soy poco ambicioso, y no es que sea poco ambicioso: es que tengo más de lo que merezco. Más de lo necesario. Tengo muchísimo más de con lo que me crié y a mí esa hueá no se me olvida. Yo sigo siendo de Curicó, entonces sigo de La Guaiquillo. Vivo acá y lo paso bien y todo, pero yo soy de La Guaiquillo, soy el hueón de La Guaiquillo. Entonces no podís no estar bien. La depre siempre está, yo sé que va a ir y va a venir, he tenido algunos problemas grandes que si los hubiera enfrentado en otro momento de la vida habrían sido más jodidos todavía.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

No caché que hubo morbo cuando trabajé de Uber…, es como si por trabajar de Uber hubiera caído muy bajo. Pero, hueón, no trafiqué armas, mírame feo si trafico. Si manejo Uber, es lo que tenía a la mano. Es problema del resto en realidad. No caché lo que se comentó tampoco, me importa tres pepinos. Pero mirándolo más reflexivamente, somos un país muy de casilla, entonces, claro, si aparece alguien que en algún momento tuvo una figuración manejando Uber, y ha pasado con otros casos, actores, futbolistas, es como: puta, que está cagao. Y uno tiene que hacer lo que pueda, po. Yo estuve como un año en eso.

Me llama la atención cómo la audiencia se toma que un periodista sea hincha de un equipo. Un ejemplo nomás: una vez comenté un partido del Curi que perdió siete a cero, con Católica, en el antiguo San Carlos. Salí de la caseta y un hincha de Católica me encaró, me dice: ¿y qué vai a decir ahora, po, hueón? Y yo le contesto: y qué voy a decir, si ganaron siete a cero. O sea, él cree que yo voy a decir algo porque soy hincha de un equipo. En política pasa lo mismo. La gente asume que uno va a tener algo por tener una afición. A mí me gusta el Curi y tuvo un año espantoso en lo futbolístico, pero no pasa nada. Si uno habla de un equipo, no significa que seas hincha de él o del contrario, además que es nuestra pega, es inevitable.

Creo que no estamos preparados, del lado de la audiencia, para que la gente sea sincera en todo. Yo soy de izquierda y nunca lo he ocultado. La cantidad de hueones que me dicen octubrista... el otro día fui al estadio, hace rato, un partido del Curi: Audax contra Curicó Unido, Copa Chile. Fui como hincha, no a trabajar. Me puse en la barra del Curi, todo eso. Y cuando voy subiendo, yo veía que un hueón me venía mirando hace rato. Un hueón con la polera del Audax y dos cabros chicos. Y cuando paso por el lado, porque no me dice a mí, el hueón grita: ¡Está pasado a comunista! Me di vuelta y había un señor que estaba al lado mío, y el señor, mayor, le dice: oiga, usted anda con sus niños… ¡El señor le dijo, po! Y si fuera comunista, que no lo soy, y si votara por Kast, hueón, ¿qué tiene? Votái por otro, nomás. A veces el fútbol es incluso más exacerbado. Entonces, yo creo que la audiencia toma esas posiciones porque muchas veces, y lo entiendo, no lo comparto pero lo entiendo, quiere que tú hables a favor de su equipo. No quieren que tú seas objetivo ni equilibrado, y si tú no hablas a favor de su equipo, eres de la contra o eres parcial.

Habitualmente ocurre que la gente no le apunta tanto al equipo del que son hinchas los periodistas. Están convencidos de que son de un equipo y no siempre lo son. Les voy a dar un tip: cuando el periodista le pega muy fuerte a un equipo, es hincha de ese equipo, no cuando lo alaba. Y a veces me pasa con colegas eso: que sé de qué equipo son y le sacan la cresta a su equipo. Ahora igual hay más transparencia, se sabe de qué equipos son hinchas los periodistas. Yo respeto al que no lo diga, pero son muchos más los que lo dicen, y creo que no pasa nada, hueón. Es insólito pensar que uno va a hablar de fútbol, ir al estadio y todo, porque le gustan todos los equipos. Esa hueá no pasa.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Yo siempre quise escribir libros. Como te había contado, yo estudié periodismo pa’ escribir. Creo que es lo que hago mejor dentro del periodismo también, creo que es lo que me sale más rápido y me sale mejor. Mi palabra escrita creo que es mejor que la palabra hablada. Después la gente opinará lo que quiera, pero desenvolver, aterrizar algo en un texto, me sale mucho más fácil que decirlo y que en tele o en un medio digital, mucho más.

No me había atrevido y no había propuesto nada, pero mi primer libro lo busqué yo: volví con un montón de material, tenía ganas de escribirlo y le escribí a todas las editoriales que conocí y busqué, ofreciendo un libro y me contestó sólo Planeta. Lo divertido fue que Planeta me contestó porque estaban buscando a alguien que escribiera sobre el Mundial. Ellos no pescaron el correo que yo había mandado, ellos pescaron la recomendación que hicieron dos colegas, Armando Silva y Rodrigo Astorga. En Planeta les preguntaron por algún periodista que haya ido al Mundial y ellos le hablaron de mí, justo yo estaba interesado y ese libro salió en seis días. Estaba todo reporteado ya. A partir de ahí les gustó, y después hicimos Gary (Simplemente Gary, 2015) y a Gary le fue muy bien. Y después hemos seguido.

Lo del “Tenor escritor” es una falta de respeto y una exageración... ¿por qué? Porque me siento con Pancho Mouat, po, hueón, ja, ja, ja. Lo encuentro injusto, primero, porque yo no soy escritor. Me encantaría ser escritor. Yo escribo, pero no soy escritor. Hay escritores que han escrito un libro y hay gente que tiene treinta libros y no son escritores. A mí no me hace escritor el talento: no tengo el talento, no tengo la disciplina, tampoco he escrito ficción, que me encantaría. Y mis libros tampoco tienen un desarrollo demasiado amplio, son súper acotados. Yo no me considero un escritor, yo no vivo de escribir lamentablemente. Agradezco el exagerado apodo, pero no lo soy.

Hay gente que se burla porque he escrito muchos libros. No sé por qué pasa que alguien escribe mucho y salen a decir: ay, este hueón escribe mucho. No es que me moleste, pero refuerza una idea mala que tengo en la cabeza: se critica mucho a la gente que hace muchas cosas en el área que sea, y eso a mí me llama poderosamente la atención. No sé por qué pasa, inventaron mil hueás.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Hay un colega del cual no me voy a referir, sólo que con él no hablé nunca más, que inventó que mis libros los escribían mis ayudantes de la universidad. Lo que es una falta de respeto brutal hacia mí y hacia mis estudiantes. No lo voy a mencionar, pero es un colega con una ética inexistente. Porque, obviamente, es mentira. Mis libros pueden ser malos, pueden ser buenos, pero me saco la cresta haciéndolos. Y cualquier persona que ha escrito un libro sabe que es un trabajo megapersonal, se te va la vida. No se te va sólo la pega: yo dejo muchas cosas de mi vida por escribir libros. Lo ha padecido la gente que está alrededor mío. Entonces que un sacohuea, perdón, que un pelotudo diga eso, viniendo de alguien que conozco, me parece una tontera. Y del resto me llama mucho la atención. Pasa algo y dicen: ya este hueón va a escribir un libro... ¡pero si trabajo en eso, po, hueón! Es como: este hueón actúa, puta que hace teleseries. ¡Es actor, po, hueón! Un constructor… oye, este hueón ha parado diez edificios en un año. ¡Vive de eso, es su pega!, me imagino que le gusta. Bueno, yo soy periodista, hago eso. Más que molestarme, me sorprende de sobremanera. Pero pasa mucho, le pasa a harta gente. Si trabajái mucho, estái apitutado o tenís privilegios.

No lo puedo mencionar, pero hay un libro que tengo que terminar de escribir en abril y que está muy entretenido porque me saca del deporte. Está ahí, manejándose. Hay otros dos en carpeta. Ese, otro que también me saca del deporte y un tercero que me vuelve a meter al deporte. El seguro seguro es el primero. En abril lo termino de escribir y debería salir en junio o julio.

Me gustó harto Lepe (Capitán, 2024), pero Héroes (2018) es el libro que más me gusta. Dije alguna vez que Héroes sería mi Sgt. Pepper... así que Capitán sería mi Abbey Road, ja, ja, ja, al tiro. Me sorprendí con Lepe. Yo conocía la historia de Mario, pero me sorprendió que se abriera tanto, lo agradezco mucho. Es un acto de confianza. Yo a Mario lo quiero mucho, a partir del libro lo considero un amigo. Lo quiero mucho, quiero mucho a su familia, él a la mía. Es muy valiente, no por lo que hizo; es por lo que hace, digamos. Es muy valiente porque vive todos los días con esa historia. Y hay que bancarse las historias todos los días. Yo creo en ese tipo de valentías. Cuando yo era chico, mi abuela me decía: Cristian, tú erís un rebelde. Y yo le decía: mami, me estái hueveando, mírame, soy el hueón más silencioso del colegio, el hueón más tímido que hay, me pongo colorado cuando hablo, tengo lentes gigantes, tengo la cara llena de espinillas... el Che Guevara no es así, po, hueón. Y ella me decía: porque tú te vai a ir de acá, tú vai a hacer las hueás que querís. El rebelde es el que cambia su vida y la del resto. Mario lo hizo, cortó el círculo de violencia. Hay hueás difíciles de hacer: salir desde un lugar más complicado, reconocer errores, adicciones, suicidios, aceptarse uno mismo. Y cortar el círculo de la violencia es de las hueás más difíciles del mundo, y Mario lo hizo. Tiene mi respeto perpetuo.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

No quiero que suene feo, yo agradezco mucho los premios (Premio Nacional de Periodismo Deportivo 2024 y premio AIPS Sports Media Awards en la categoría Audio), mucho, mucho, son inesperados ambos, pero ninguno me cambia mucho. Son distintos los dos: uno es por un trabajo puntual en que participó mucha gente, yo no participé solo ahí, y el otro es uno que tiene que ver más con trayectoria que otra cosa. Me cambian pa’l currículum, pero yo no me siento mejor periodista. Tampoco me sentía peor cuando no los tenía. En ese sentido, no me mueven los premios a mí. No los tengo, hueón. Se los doy a mi mamá. Mi señora me obligó a tener estos dos. Yo ya estaba casado con la Carola y ella me obligó a tenerlos. No tengo nada pa’ atrás, se los regalé todos a mi mamá, a mi papá. Todo lo que yo tengo, hasta mi título, se los mandé en un sobre. No tengo tampoco mis libros. Agradezco mucho los premios, pero no me siento la raja, no me mueven nada. Sé que no soy malo, pero no me creo más que nadie. Soy más viejo y eso me ayuda. Soy mejor periodista ahora que a los veinte años, y es obvio, según yo, es obvio.

He tenido una buena carrera, sí. Y he tenido mucha suerte también, porque en todos los lugares donde he estado hay gente dispuesta a darme trabajo, podrían no haberlo hecho. Yo no me olvido de los colegas que están sin pega, no puedo. No puedo olvidarme de que hay extraordinarios colegas sin pega o con pegas malas. Hay premios nacionales sin pegas, hay premios nacionales con pegas malas. Por eso digo que a mí no me mueve nada. No me olvido de la gente que me ayudó y que me crió periodísticamente y que está sin pega o con pegas precarias, y me parece una injusticia brutal. Entonces, no me puedo quejar de mi carrera, he trabajado en muchos lugares. Muchos lugares los he buscado también, he apostado. Quiero ser periodista desde que tengo tres años, hueón, entonces he sido muy afortunado.

Si tuviera que comparar mi carrera con la de algún futbolista... se va a enojar el hueón, pero es un piropo: Alejandro Camargo. Yo soy ‘5’, yo no soy ’10′ ni ‘9’. Nunca he sido arquero tampoco, siempre he sido un ‘5’, un ‘5’ laborioso del que el resto no se fija pero siempre juega. Juega pa’l equipo, le traen hueones y termina jugando igual. Aguante Camargo. Vistió la camiseta del Curi, además. Y salió campeón al final, hasta que la hizo.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Minuto 90 es la raja, es de las buenas hueás que me han pasado en los últimos años. Lo paso increíble. Yo era un usuario digital, no nativo porque soy más viejo, y me ofrecen incorporarme a ser editor general de un medio que tiene una súper buena marca, porque Minuto 90 es una súper buena marca como nombre. Y además con una propuesta que incluía una mirada que encaja en todo lo que yo creo. El deporte es parte de una sociedad, de la política, el deporte es un movimiento político en sí mismo. Amar el fútbol profundamente, el mirar la historia pa’ recordarla, pa’ valorarla, no pa’ que nos muerda. El entender que todo está dentro de una orgánica, que no se gana a cualquier costo, que no se puede hacer lo que sea pa’ ganar. Que perder no necesariamente es salir segundo ni tercero ni último, perder es otra cosa. Puta, me llega esta propuesta desde esa mirada y, además, para trabajar en lo digital pero aprendiendo, porque me enseñan los chicos. Me enseñan más de lo que les enseño yo.

Ha sido bacán explorar un mundo que es inabarcable. Siempre trabajé en mundos grandes, masivos pero acotados, que tenían un relieve, un borde. Lo digital no tiene borde, y eso te puede atemorizar o te puede incentivar. A mí me incentiva profundamente. Me tiene más motivado que la cresta, porque creo que hay una generación, probablemente la mía, ese rango de edad, que quedamos entremedio de las tecnologías. Los grandes cambios del periodismo han sido tecnológicos, nosotros no somos muy viejos ni tampoco somos chicos, entonces subirse a este carro pero no desde el rostro sino desde la elaboración es un privilegio gigante. Siento que ya estoy en este carro, he aprendido, sigo aprendiendo cosas que no sabía y que es súper interesante verlas cómo se mueven. Ha sido bacán generar contenido diario.

Nos tomamos la nominación a los Copihue de Oro con una sorpresa gigante, no lo esperábamos nada. Pa’ los chiquillos fue muy emocionante porque son más chicos. Uno no sabe que te están viendo. El periodismo tiene esas cosas: tú lo haces, tú sabís que hay gente afuera, pero no tenís la noción de que te están viendo. Es raro, ¿no? Yo no ando por la calle pensando que la gente me conoce, pero de repente voy a comprar y un hueón me reconoce, y pasa. Entonces con los cabros tratamos de hacer un mejor producto siempre, y creo que Minuto 90 es un buen producto. Eso es lo que me pone feliz. Me pasa que trabajo en Ciudadano ADN y creo que es un programa la raja. Los Tenores lo mismo. Sorry, pero creo que es el mejor programa de radio por lejos. Y Minuto 90, más allá de que tenemos más o menos seguidores, lo veo y me gusta lo que sale, me entretiene. Y como conozco la cocina, me gusta la gente que trabaja ahí. Hay mucho talento. Y encabezar desde el punto de vista editorial eso me tiene muy feliz.

Lo de los Copihue se los conté yo. Yo me enteré por la prensa, como la Soa Bachelet, ja, ja, ja, me salió un reel con los nominados. Empecé a ver los nominados por si estaban Los Tenores y de repente sale Ciudadano ADN. Yo le avisé a la gente de Ciudadano ADN y ¡aaah, estamos nominados! Y después veo los programas deportivos buscando Los Tenores, ¡y no lo había visto, hueón! Volví a mirar y, chucha, Minuto 90, estábamos nominados. Yo soy más viejo, las nominaciones no me mueven mucho la aguja. Además sé que no vamos a ganar, pero da lo mismo, siempre me ha dado lo mismo ganar. Fue inesperado y fue bacán.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

La mayor satisfacción que me ha dado el periodismo es muy cliché, pero trabajar todos los días en la hueá que me gusta. No sé cuánta gente trabaja todos los días en la hueá que les gusta o que quiso hacer desde los tres años.

Y lo más difícil es el tiempo, yo le doy mucho tiempo a esto. Es una contradicción vital, digamos, porque estái mucho tiempo en esto y menos con tu familia, o con la gente que querís, pero te gusta la hueá, po, hueón. No es que lo pase mal tampoco, pero sí trabajo mucho, demasiado. Me gustaría trabajar menos, pero tampoco quiero que me echen, ja, ja.

Mi mayor alegría son mis hijos propios y postizos. Y mi mayor dolor, algunas penas con mis hijos también.

Lennon y McCartney, ellos son mis entrevistados soñados, ojalá juntos. Primero les preguntaría cómo chucha se hace, cómo en diez o doce años haces la música más gloriosa de la historia de la humanidad. Desde la música barroca pa’ adelante no hay nada como Los Beatles, nada. Y cómo cresta hiciste eso cuando teníai entre veinte y treinta años. Cuando se separan Los Beatles, Lennon tiene treinta años. Y tú lo decís y es como... ¡conchetumadre, no se puede! Yo no sé si en disciplina alguna algún ser humano ha hecho eso en esa cantidad de tiempo. A Los Beatles también los hueveaban por hacer hartos discos, ja, ja, ja. Eran todos increíbles sí.

El fútbol chileno se está cayendo a pedazos por culpa de la gente que comanda el fútbol. Y no hablo sólo de la ANFP, hablo también del Consejo de Presidentes y de los dueños de clubes que han tenido una visión egoísta de la actividad, con un lucro personal. Y ni siquiera eso, yo diría que hasta maldad, porque no sé si han ganado tanta plata. A veces siento que es maldad pura en algunos casos. O el poder. El poder te puede llevar a un lugar muy oscuro, la codicia. Todos queremos tener cosas y ganar plata, pero esta gente quiere todo.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Chile no se cae a pedazos por suerte, porque creo que tenemos una mejor estructura de lo que la gente cree. Yo no soy de los que dicen que si gana Kast me voy a ir del país, como dijo gente que si ganaba Boric se iba a ir del país y no se fueron. Si gana Kast, voy a seguir acá, voy a seguir creyendo en este país. Voy a votar por Jeannette Jara, pero voy a seguir creyendo en este país si gana Kast. Y seré respetuoso de la gente que gobierne, como me enseñaron mis abuelos. Y mis abuelos me lo enseñaron cuando no había presidente, po, hueón. A mí me gusta la democracia, pero me gusta siempre sí po, no hace diez años. Me ha gustado siempre.

En este país toman las decisiones quinientas personas, y eso independiente de quién gobierne. Y somos ¿veintidós? millones. A mí me gusta este país, me gusta harto. Hay hueás que me cargan: creo que tiene una inequidad brutal y tiene una perpetuidad de sistema, y es tan tramposo que, cuando uno se mueve, te dicen que es por el sistema. Y no, po, hueón, no nos movemos por el sistema: nosotros nos movemos pese al sistema. Por eso hay gente a la que le carga que uno se mueva en el sistema. Hay gente que le carga que uno crezca, sobre todo económicamente. Creen que la casta tiene que ser la misma. En Chile hay casta. También élite, pero los quinientos son la casta. Se mezclan entre ellos, se juntan entre ellos, van de vacaciones entre ellos, tienen hijos entre ellos. Tú veís una foto de un gabinete y, hueón, parece consejo de curso. Y el que viene va a ser peor.

Yo creo en la gente de este país profundamente. Me gusta que mis hijos vivan acá. Yo no toco música de oído, yo conozco la pobreza, la viví. Conozco la educación pública, la viví, no me la contaron. Conozco los abusos del sistema, los viví. Conozco ser un privilegiado, también lo he vivido. Entonces todas esas etapas las viví y no las toco por oreja. Me recalienta la gente que la toca por oreja, sean de izquierda o de derecha. Me calienta profundamente la gente que toca música y te da recetas. Ahora, la gente que toca música y dice: yo no conozco esta realidad y me gustaría conocerla y te escucho, se gana mi respeto al tiro. Veo poco eso en el mundo Kast, de hecho. Y no es que crea que toda la gente sea malvada.

La mitad de mi familia es de derecha y los amo profundamente. En lo que creo, creo con fervor, pero no creo ser un iluminado ni tener la razón. Es lo que yo creo, es cómo me criaron, es lo que viví. Por suerte tengo una familia que te respeta votando distinto, teniendo equipos de fútbol distinto, siendo creyente o no siendo creyente, con diferencias de género totales, con familias ensambladas. Tengo mucha suerte de tener una familia que se banca y se bancó todo eso. A mí me criaron con esa tolerancia, con esa apertura de cabeza, y en los ochenta no era así, po. Mis viejos eran unos adelantados geniales en eso.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Si no hubiera sido periodista, me hubiera gustado ser escritor.

Un apodo mío que no se sepa: Robito. Todos mis amigos me dicen Robito.

Un sueño pendiente que tengo, y es muy cliché, es dedicarme a ser escritor.

El partido para mí más inolvidable es el del 27 de octubre de 2008, Curicó 1 Puerto Montt 0, primer ascenso del Curi. Gol del Paragua Riquelme, el gol más gritado de la historia de la humanidad. Mi abuelo se había muerto en mayo y él fue treinta y cinco años dirigente del Curi y no pudo verlo en primera, entonces fue muy heavy.

¿Curicó campeón de Primera o Chile campeón del Mundo? Curicó campeón lejos, po, hueón. Va a venir el festival de trolls, pero lejos, po. Juega Curicó con Chile y me llevo la albirroja. Y yo creo que la gente en general tiene más pasión por su club que por la selección. Yo sufro y gozo mucho más por el Curi, mucho más que por la selección. Lo siento.

Mi cábala es que no veo los primeros veinte segundos de un partido del Curi. Es una estupidez. Y tengo otros que son más Toc que cábalas, hueón: no me siento en el asiento 16 de un bus. Cuando ando en auto, me doy la vuelta por atrás, nunca por adelante. Cábala consciente, esa del Curi.

¿Frase favorita? “Soy del Curi aunque gane”.

Picada favorita: las empanadas de El Remanso en La Florida, Bar Restaurant Deportivo en Curicó y el Tío Manolo.

Además de mis trabajos como periodista, pitutié en un videoclub cuando tenían cintas. Y me pagaban viendo películas, no me pagaban nada. Fui Uber... y de periodista he hecho mil hueás. No he sido corpóreo, ja, ja, ja. Fui extra en una serie que no salió. Lo demás tiene que ver con mi pega.

Mi primer sueldo lo gasté en una parka. Tiene que ver con el hogar, fue heavy. Yo en el hogar me cagué de frío, dormía con ropa. Porque tenía una de estas hueás de tela encima, nada más. Me cagué de frío, así que juré nunca más iba a tener frío en mi vida. Mi primer sueldo me lo pagaron en enero y yo di vuelta la hueá y encontré una parka. Y le compré un microondas a mi mamá. Ahí se me fue todo el sueldo.

Foto: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Soy el experto nacional y mundial en asesinos en serie. Me los sé todos. True crime a cagar. Me sé todas las historias de todos los hueones. El que me lo digái, yo me lo sé. Ted Bundy, el peor de todos. Porque era el hueón más brillante de todos.

Me gusta el rock clásico, no soy metalero ponte tú. The Who, Zeppelin, Kiss, Black Sabbath, Radiohead, Elvis, muy rayado con los músicos afro. De los actuales, algunas cosas. Billie Eilish me gusta harto, la conocí por mi hija. Måneskin también. Me gustan Los Bunkers mucho. Me gusta el rock, pero también otro tipo de música. Y claro, lo urbano lo he escuchado pero no me gusta. Tampoco lo desprecio, pero no me gusta.

El mejor concierto al que fui fue el de R.E.M en Santiago.

Lloré con Cinema Paradiso. Mi hijo se llama Totó por Cinema Paradiso. Se llama Totó antes que el nombre. De hecho, el niñito es Salvatore y yo no le podía poner Salvatore, pero en Italia le dicen Totó a los Antonio también, entonces por eso se llama Antonio.

Soy llorón por la vida entera, muy llorón.

No creo en el horóscopo, cero. Una vez lo escribí en un diario. Fue brillante: tenga cuidado con el color verde. Yo soy sagitario, pero leo la hueá y no soy yo. Y además no cacho mucho.

Recomiendo Mindhunter, Los Soprano. Veo muchas series. De las históricas, The Wire. Task de las últimas que vi. Noo, veo ene series. El audiovisual me gusta mucho.

Si pudiera tener un superpoder sería probablemente trasladarme en el tiempo. Para poder ser testigo de cosas que no viví. Me hubiera gustado ver jugar a Elías Figueroa. Te podría haber dicho Pelé, pero de verdad me hubiera gustado ver jugar a Elías Figueroa.

Tomo repoco, vino y cerveza. Pero soy muy malo pa’ tomar.

No creo en los placeres culpables bajo ningún aspecto. Tengo muchos placeres, pero placer culpable no tengo ninguno.

Si pudiera invitar a tres personas de toda la historia a un asado sería a George Harrison, a George Best y a Eduardo Sacheri. Harrison porque yo soy Harrisoniano. A Best porque era más carretero que la chucha. Y a Sacheri porque es un referente total. Lo entrevisté dos veces y estaba más nervioso que la chucha.

Cristian Arcos es un aprendiz de poeta.

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