Perdimos la ambición

Lo preocupante de la caída con Costa Rica, además del paupérrimo funcionamiento del equipo, es la tendencia. Un mal día lo puede tener cualquiera, pero haciendo memoria, hace rato que el grupo que supo maravillar en el mundial de Brasil y que capitalizó todo en 2 Copas América consecutivas, no aparece.

Con Pizzi, el rápido éxito en la Centenario maquilló muy malas actuaciones en eliminatorias que terminaron costando caro y significaron la ausencia de Rusia 2018, el primer gran fracaso de la generación dorada... del que aún no se repone.

Después de estar en la cresta de la ola a la Roja le tocó lidiar con lo más difícil después del éxito: la indiferencia. Pasar de ser candidatos a sparring fue un golpe duro.

En este contexto apareció Reinaldo Rueda, que con un discurso cambiante y cada vez más errático, quiso renovar el equipo. El efímero éxito inicial, que se explica más en que los rivales se estaban cuidando para el mundial, se ha ido diluyendo y ya somos varios los que sospechamos que el colombiano dejará Quilín junto con Arturo Salah, quien terminó convirtiendo la selección en un espejo de los clubes que dirigió.

Es importante que, quien tome el sillón del ANFP, al menos sueñe que es posible ganar la Copa América en Brasil. Si el líder no tiene pasión, será difícil que el mensaje llegue al DT o los jugadores.

Dejando de lado las cuestiones de manejo económico, hay algo que tienen en común Mayne-Nicholls con Bielsa, primero, y Jadue con Borghi y Sampaoli, después: ambos tenían una ambición casi infantil, un sueño que parecía utópico de meter a Chile en la élite futbolística mundial.

Con Salah esto se perdió y el desafío de quien venga es empezar por volver a creer… porque jugando así, pareciera que todos quieren ganar más que nosotros.

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