Por Eduardo Ortega“Se le cayó el bracito derecho…”: hermano de Mauricio Cataldo revela detalles del ACV que sufrió el exfutbolista
El exmediapunta permanece internado. Según su hermano, Felipe, ya recuperó el movimiento de sus pies.

Genial mediapunta, campeón con Cobreloa en 2004 y Unión Española 2005, autor de quizás el tanto más recordado del fútbol chileno (una rabona preciosa que superó la resistencia de Johnny Herrera y que, gol de oro, además sirvió para dejar en el camino a Universidad de Chile en los cuartos de final del Torneo de Apertura), ahora Mauricio Cataldo está jugando el partido más difícil de su vida: el pasado jueves sufrió un accidente cerebrovascular (ACV) y debió ser operado de urgencia en el Hospital Sótero del Río, en donde permanece internado.
El exfutbolista estaba en casa de su madre cuando se desvaneció sobre un sillón. Su hermano, Felipe Cataldo, entregó mayores detalles en una breve entrevista con Las Últimas Noticias.
“Mi mamá me dijo que se le cayó el bracito derecho y después no hablaba. Tampoco podía mover las piernas. Gracias a Dios, mi hermano alcanzó a llegar al hospital. Lo operaron de urgencia y los doctores dijeron que tuvieron que intervenirle una venita del cerebro. Después lo pude ver y ya podía mover los pies. Ojalá mejore rápido”.
Activo, con buena salud, aún ligado al fútbol —lo describió Felipe—, no había modo de predecir que a Mauricio le ocurriera algo así. De ahí la angustia.
“Él se mantiene bien a sus cuarenta y seis años, jugando casi todos los fines de semana en Linares, que es donde se radicó, y acá en Santiago, cuando lo llaman para jugar por algunas luquitas. Siempre lo andan buscando. Por eso, esto nos tomó de sorpresa”.
Durante su carrera, Cataldo vistió los colores de Audax Italiano, Provincial Osorno, Universidad de Concepción, Cobreloa, Unión Española, Unión San Felipe, Santiago Morning, Lota Schwager, Ñublense y Fernández Vial.
No tuvo una carrera más exitosa sólo porque el alcohol se lo impidió: “Empecé a tomar a los 12 años, a los 23 ya estaba hecho pedazos”, reconoció hace algunos años. “Llegaba mal a entrenar, a veces le pedía al utilero que pusiera el sauna porque llegaba muerto de borracho y dejaba una hediondez terrible, pero como uno tenía la técnica, no le decían nada. La gente gozaba viéndome jugar, pero saliendo de la cancha era una persona llena de pena, con muchos problemas en el hogar y eso me agobiaba e hizo que me perdiera”.
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