Arjona o el animal nocturno entre las musas

En febrero de 1993, fue publicado Animal Nocturno, el disco que proyectó al mundo la carrera de Ricardo Arjona, por entonces un talento no muy conocido fuera del área de Centroamérica. Se trataba de una placa que en cierta forma resumía sus años iniciales a punta de sencillos que entraron en lo más reconocido de su catálogo, como “Primera vez”, “Jesús verbo no sustantivo” y la muy discutida, “Mujeres”.

“Vamos a hablar de mujeres, porque el amor tiene cara de mujer”, anunció Antonio Vodanovic, en su habitual estilo, al presentar al número más esperado en la emisión del estelar Siempre Lunes, el 5 de julio de 1993. “Esta noche, para cantarte a ti, mujer, saludamos a Ricardo Arjona”.

Era la primera vez del guatemalteco en el Chile de la transición. Estaba en plena promoción de Animal Nocturno, el cuarto álbum de su carrera publicado en febrero de ese año, pero el primero en darle notoriedad a nivel internacional. Y aunque a sus 29 años era una figura desconocida para el gran público, al menos ya tenía lo más importante en cualquier aventura de difusión musical; el pie de playa de las radios, con dos sencillos que daban que hablar, “Jesús verbo no sustantivo” y la mentada “Mujeres”.

El primero, por la censura que afrontó en varios países de la región, incluyendo Chile -solo un año antes ocurrió el bochornoso incidente en que el cardenal Medina presionó para impedir el debut de Iron Maiden en el país-, y la segunda, por su letra, que hasta hoy genera debate. Como sea, Arjona no pasaba desapercibido. Menos con la melena al viento, y sus 1,95 metros de estatura -que le valieron en su momento ser seleccionado de básquetbol de su país-, los que le daban un aire de galán latino de viejo cuño.

Ambos temas sonaron la noche del debut de Arjona en la televisión chilena. Y a tono con la dinámica televisiva, Vodanovic no perdió ocasión de hacerle ver al trovador de las cosas simples, el enfado que había provocado con su canción, en que aseguraba que “Jesús es más que persignarse, hincarse y hacer de esto alarde”.

Con su habitual labia, Arjona explicó lo que quería decir en aquella larga letra. “Esta canción habla entre otras cosas, que la Biblia es un libro maravilloso, pero teórico. Es como un libro de cirugía, el cirujano puede aprenderlo de memoria pero si no va al quirófano y opera no sirve absolutamente de nada”.

Y tras insistencia de Antonio, el trovador lanzó el bulto, “creo que hay que darle chance a la gente que tenga la última palabra, ¿no?”.

Tiempo después, en agosto de ese año, se explayó sobre el asunto de la censura del tema -que compuso alrededor de los veinte años, según él mismo ha declarado- en charla con el matutino Prensa Libre, de Guatemala. “Aunque en Chile me censuraron el tema ‘Jesús verbo no sustantivo’ , esa decisión la tomé de forma natural, pero los medios de comunicación debe dejar que uno se exprese ya que hay temas inteligentes, otros tontos”.

Era el precio por la polémica que volcó la atención sobre su material. De alguna forma, Animal Nocturno resumía parte de la carrera de un trovador que a punta de varios giros, había conseguido la atención de la industria. Pasó, sin escalas de ser maestro de primaria en un barrio marginal, a un artista prometedor que grabó su primer álbum en 1985, aunque con poco éxito.

Tras ir y venir del mundo musical, comenzó a dar algunos pasos; representó a Guatemala en la OTI y consiguió la suficiente atención de los ejecutivos para lograr un contrato discográfico. Así se grabaron sus primeros tres discos, cuya difusión solo alcanzó al mercado centroamericano. “La gente de este lado del continente comienza a conocer a Ricardo Arjona a través de Animal Nocturno -le explicó, en tercera persona, a Raúl Alcaíno durante su visita al estelar Noche de Ronda, en 1995-. Hay tres discos antes, un par de ellos muy representativos de mi trabajo, el primero terriblemente malo, yo creo que es lo peor que hecho en mi vida como persona”.

Lo que nos pidan, podemos

Entre fines de los ochentas y comienzos de los noventas, Arjona se mantuvo en movimiento. Como si allí estuviera el insumo para componer canciones. Cantó en bares de Buenos Aires y el DF mexicano, donde acabó por pulir su estilo. “La compañía de discos trata de darle cierto dramatismo a la época en que yo cantaba en la Florida en Argentina, y en algunos bares y que andaba de vago por el mundo, pero realmente es mucho más dramática mi vida en estos momentos”, le detalló a Juan Guillermo Vivado durante su visita a Noche de Ronda, en 1998.

Esas noches, sin embargo, acabaron por formarlo. “Ahí nació la canción aquella de ‘Animal nocturno’”, señaló en la misma entrevista. La canción le daría nombre a la placa que acabó por consolidar su carrera, tras un par de años en que la discográfica intentó aprovechar al cantautor en otras funciones; participó como actor en la teleserie mexicana Alcanzar una estrella (“era malísimo”, confesaría años después), y compuso temas para otras personas. Por ejemplo, “Detrás de mi ventana”, que sería popularizada por Yuri.

En Animal Nocturno, suena el cantautor de verso sencillo sazonado con imágenes de lo cotidiano y un tufillo latinoamericano. Allí están clásicos como “Primera vez”, aquel tema sobre la iniciación sexual que en su estribillo repetía; “También es mi primera vez, pondré el concierto de Aranjuez, para relajarnos juntos”.

Pero el autor prefería destacar otra línea, una de esas frases con sabor a jingle que hasta hoy se conocen como “arjonismos”. “Yo creo que la parte más importante de esta canción es cuando dice ‘tuve sexo mil veces, pero nunca hice el amor’ -señaló en 1995 durante una entrevista en el Show de Christina-. Se la escribí al complejo ese creado por la sociedad de la mentada primera vez, yo creo que la primera vez es cuando se hace con amor ¿no?”.

Y por cierto, ahí está “Mujeres”, una de las cinco más reproducidas del catálogo del artista en Spotify. Esa canción, en que se pregunta qué habría escrito Neruda, qué habría pintado Picasso, si no existieran musas como ellas. Y que hasta nuestros días, genera controversias.

“A pesar de que su contenido lírico, no es lo más importante que he hecho en mi vida -explicó en Noche de Ronda, ocasión en que, entre los aplausos del público, cantó un extracto acompañado al piano por Horacio Saavedra-. Es una canción muy difícil, como lo son todas las generalidades porque es muy fácil decir que los guatemaltecos son chaparritos (bajitos), por ejemplo, o que el mexicano es muy macho, pero es complicado (...) decir que todas las mujeres son maravillosas, también puede ser complicado”.

“Es un homenaje a las mujeres, pero aquí está entrando la suegra, está entrando doña Carlota la que me pochaba las pelotas allá en el barrio…”, agregó. “La hice tomando en cuenta que siempre he aprendido muchísimo más de las mujeres que de los hombres, porque el hombre se me hace que tiene más cosas que defender, por lo tanto, lo que dice es menos creíble, porque nos enseñaron a ser machos desde el vientre de nuestra madre (...) entonces yo decidí hacer un homenaje para las mujeres tomando en cuenta exclusivamente las cosas bondadosas que me habían pasado junto a ellas”.

Como sea, la canción fue el mayor hit de Arjona hasta la fecha; en 1993, picó hasta el lugar 6 del Billboard Hot Latin Songs. Pero en la era del posicionamiento de las demandas de género, suele generar controversias. En el 8M del 2021, #Arjona fue TT en Twitter, precisamente por el debate que surgió a propósito de su letra, por ejemplo en líneas como ”Nosotros con el machismo, ustedes al feminismo y al final la historia termina en par”. Un escenario muy diferente al vitoreo que recibía hace poco menos de treinta años, cuando su propuesta todavía mantenía su lozanía y no había sucumbido ante el meme y a la asociación con el terremoto del 27F -se presentó esa noche en el Festival de Viña, aunque un cambio en la programación permitió que todo terminara más temprano-. Cuando era en toda regla, un animal nocturno.

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