El llamado de Camila Moreno: "Deberíamos mantenernos unidos y no tirarnos tantas piedras"

La compositora lanzó el videoclip de su nueva canción, "Hice a mi amor llorar". En entrevista con el diario pop, habló de cómo será su próximo disco, del dolor como fuente inspiradora, de su maternidad, de sus miedos y del futuro. "El desprejuicio es algo que valoro mucho de la edad que tengo", dijo.

Todo nació de una ruptura, del desamor en carne viva.

"Hice mi a amor llorar" es la nueva canción de la compositora Camila Moreno Elgart, una balada desgarrada que será parte del álbum que lanzará en junio. El tema también tiene un videoclip que muestra a la cantautora, en medio del mar y un cielo nublado, en un bote a la deriva. "Quise decirte adiós/ y se me partió la voz", canta.

Sus canciones siempre tienen un vínculo profundo con sus vivencias, con lo que vive y percibe. "Hice a mi amor llorar" surge de ese lugar, "de un desamor que yo estaba viviendo en ese momento", cuenta a La Cuarta la autora de los destacados discos Panal (2012) y Pangea (2019).

Pero este nuevo álbum "también se conecta con la historia que estamos contando en este disco, que la historia de X y M, que es esta mujer cyborg en este universo distópico futurista", explica la autora del hit "Millones".

En el último año, la artista ya ha ido lanzando distintas canciones que estarán en su próximo álbum. Entre ellas, se encuentran "Quememos el reino" y "Hombre" , ambas con ecos profundos en el estallido social y el movimiento feminista.

Pero también están sencillos como "Cerca" y el propio "Hice a mi amor llorar", los que tienen un tono más íntimo, quizás confesional.

"Siempre he dicho que, aunque sea una canción de amor o más bien política, aun así nacen de la emoción", comenta la cantautora. "Creo que la música tiene un rol y una energía que apela directo a la emoción humana, quizá a diferencia de otras artes".

Y agrega:

—Las letras de lo que hago vienen netamente de una una urgencia de expresión emocional.

https://youtu.be/GInDFUo__2Q

"Cuando chica era más jodida"

Camila no tiene un estilo definido para crear. "La mayoría de las veces las canciones salen de algún juego de acordes", dice. "Me gustan un par y, mientras voy buscando los colores de los acordes, empiezo a hacer una melodía y muchas veces como que viene del no-lenguaje, del balbuceo, del sonido de las palabras. Es como si las canciones fueran como una traducción emocional".

—Y después vienen las palabras.

—Generalmente, pero otras veces me ha pasado que no. A veces tengo un poema escrito, y tengo una melodía, y digo: "¿qué pasa si lo junto?". Han pasado cosas interesantes con esa metodología que es super diferente.

—¿"Hice a mi amor llorar" surge como una especie de desahogo?

—Como todas las baladas que he hecho... Hay una balada por disco, y no es algo que haya pensado. Es así y es interesante darse cuenta al mirar para atrás, de que se ha transformado en una manera de trabajo. Y claro, al igual que todas las baladas que he hecho, han nacido de la emoción pura, de la necesidad de sacar ese dolor, y transformarlo.

—¿Y cómo sientes que tu gusto por la poesía te influye como compositora?

—Me gusta mucho la poesía, leo harta poesía desde niña... E intento escribir. No podría decir que escribo poesía propiamente tal. Escribo cosas que muchas veces terminan o no en canciones, o en un intento de estructura de poema. Escribo lo que siento, lo que pienso. También a veces escribo cosas medias sin sentido, como libre pensamiento.

—¿Y qué importancia le das a la letra en música?

—Creo que es crucial, es algo que me importa mucho a la hora de componer y al momento de ser auditora. Lo he ido soltando con los años, pero cuando era más chica era super jodida con escuchar las letras. Y si no me gustaba la letra, por muy bonita que fuera la melodía, no podía entrar.

—¿Ahora sí entran?

—Un poco más. Creo que una se va haciendo menos prejuiciosa. Por lo menos a mí me ha pasado eso. He tenido menos prejuicios a la hora de escuchar música. También tiene que ver con el goce, con no pensarlo tanto.

La clave del dolor

—En 2019, en una entrevista en The Clinic, dijiste que generalmente tus creaciones surgen desde el dolor, como ocurre "Hice a mi amor llorar" ¿Por qué te resulta tan central este sentimiento como compositora?

—Creo que es un misterio, pero que es parte de mi carácter nomás... Qué sé yo, podemos culpar a la astrología.

—También has comentado que ser madre "me ha dolido mucho física y emocionalmente". Ahora, dos años después, ¿cómo ha evolucionado ese proceso?

—Muy bien. Ha sido un proceso hermoso, la verdad. Es increíble cuando tu hijo crece y te empieza a transmitir sus ideas y su manera de sentir y de entender las cosas. Y tú tienes también esa tremenda responsabilidad de mostrarle la realidad, los límites de lo posible. Es un aprendizaje, ¡puf!, tremendo. Es lejos el aprendizaje más fuerte... Y es algo que voy a seguir aprendiendo por toda mi vida, y lo agradezco un montón. No sé si hay algo que se le compare realmente a nivel experiencial. El amor es algo increíble.

—¿Y qué aprendizajes has sacado?

—Uy, creo que la paciencia, la escucha, el aprender de los errores... Y ponerse en el nivel del niño, saber que hay una manito chica, ahí, y te está apretando mientras tú estás en tu tiempo de adulto, en que casi solamente existe lo concreto. A los adultos se nos olvida jugar, que la magia no es solamente una fantasía pequeña, relegada al mundo de la infancia. La imaginación es un arma. Eso, por ejemplo, está muy plasmado en la historia de este disco. Por eso estamos jugando, haciendo una historia de ciencia ficción. Hay un ninguneo fuerte hacia la imaginación y es un arma tremenda, pero está super olvidada por el mundo occidental adulto actual. Pero los niños la tienen, sin tener que hacer nada, la traen.

—¿Qué tipo de vivencias son las que te producen más dolor?

Se toma un momento para pensar, y responde:

—La injusticia social creo que es algo que siempre me ha dolido mucho... El horror al que el humano es capaz de llegar... Creo que eso es... Sí.

—En ocasiones, has mencionado un cambio que has tenido en tu mentalidad durante los últimos años: "La vida palpitaba y yo era una hater. Ahora me gusta todo, qué rico vivir", dijiste una vez... ¿Cómo pasó eso?

—Ay, uno que habla cosas… —dice y se ríe—. El desprejuicio es algo que valoro mucho de la edad que tengo. Quizás más en mis veinte (que eso también era bueno en su momento) era mucho más juiciosa, sobre todo estética y visualmente. En algún momento solo me gustaban las cosas muy oscuras. Hoy también disfruto mucho del pop, de hecho, este disco tiene mucho de eso e influencias de música urbana, cosas que genuinamente me han gustado desde el cuerpo, desde el disfrutarlo.

Pero también acota que su formación es otra: "No sé si a ti te pasa cuando escuchas a Violeta Parra, en el sentido de que es un ritual, te metes en una atmósfera que es fuerte. Hay harto dolor también en ella, y en la música que escucho en general como Radiohead, PJ Harvey, son más bien oscuras, tienen una relación intensa con la depresión del mundo.

—Incluso te acercaste al reggaetón, al menos para escucharlo.

—Tuve un momento. Aunque uno se cansa de todo. Valoro mucho lo que tiene la música urbana con el minimalismo.

—¿En qué sentido?

—La manera que tienen de producir, de ocupar los elementos preciosos y son efectivos, y hay pocas capas, a diferencia de la música de los 90', que está llena de capas y que es la música que estoy acostumbrada a escuchar y hacer. Encuentro que el minimalismo, el usar pocos elementos que sean muy rítmicos, precisos y que estén exactos en sus lugares, es una artesanía desafiante para mí.

—Y un estilo que quizá tú no harías…

—Claro, es que tengo otra escuela. Para mí, si algo va a ser minimalista, es la guitarra y la voz pelada con muchísima emoción, que es Violeta Parra, no sé... Pero Radiohead es una banda que escuchas y son cuarenta mil guitarras sonando y mucha polirritmia, mucho juego que me sigue encantando. Y me es mucho más familiar.

El miedo

—Hace poco mencionaste en una entrevista en RadioUdeChile que "cuando uno se consume por el miedo está acabado". ¿A qué le tienes miedo?

—La soledad es tremendo tema. También el miedo al qué dirán o pensarán los otros, el miedo al mundo. Entonces empiezas a acomodar tu ser para agradar. Todos lo hacemos de alguna manera u otra. Por lo menos los artistas que admiro, viven al límite, en los márgenes de eso, porque hay una pulsión mayor que no tiene tanto que ver con el afuera, pero sí con la urgencia de ser, de transmitir.

—¿E intentas moverte entre esos extremos?

—El mundo de afuera tiene algo bien ilusorio... Creo que hay una filosofía que dice que no puedes conocer nada más allá de ti mismo. Si tu motivación viene del miedo, si ahí está el motor, se estropean todos los cables... En todo caso, el miedo siempre está, como dice el proverbio: el guerrero no va a la lucha sin miedo, pero igual va. El problema es cuando te paraliza.

https://youtu.be/hYCFWvfGNAM

—Como compositora, cuando sacas una canción, ¿cómo vives el hecho de enfrentarla al mundo?

—Obviamente uno está esperando que a la canción le vaya bien y que la gente sintonice con eso que estás tratando de transmitir, y que lo que trato de transmitir se plasme, se cumpla el cometido. Pero uno no puede manejar las cosas. No toda la gente percibirá de la misma manera. Y está todo bien con la gente que no le gusta. La verdad, me pongo nerviosa antes de salir al escenario, pero es un nervio rico.

El pasado viernes 2 de abril, la cantante se presentó en un concierto transmitido vía streaming desde el teatro Matucana 100, en lo que fue el primer show que dio durante el 2021. Esta entrevista fue dos días antes de ese espectáculo virtual y, consultada sobre eso, respondió:

—Quizás hay menos nervio, pero a la vez hay una cosa que tiene un poco de ensayo. Siempre ensayamos en círculo y ahora, como estamos sin gente, también tocamos así. Eso nos da una comodidad, a diferencia de cuando estás con toda tu banda enfrentada hacia el público. También no tener feedback a mí psicológicamente me empieza a afectar.

—¿Cómo?

—La primera canción va, y la estás tocando... Terminas la canción. Silencio. Segunda canción, estás tocando, bien. La terminas. Silencio. Y ya en la tercera estás como ensimismado, como tocando para ti. La sensación física es que estás ahí solo, con tu banda, que son poquita gente. Realmente hay que tener harta virtualidad para entender que hay otra persona detrás de una pantalla mirando. Te empiezas a cuestionar si hay alguien ahí.

—¿Cómo vives estos días de pandemia en que las vacunas dan algo de esperanza y, al mismo tiempo, hay una situación crítica con el número de contagios y de enfermos críticos?

—Siempre tenemos la esperanza y las ganas de que termine. Son tiempos super duros para todos. Como siempre, los tiempos difíciles afectan más a los que menos tienen. Encuentro que deberíamos mantenernos unidos y no tirarnos tantas piedras entre nosotros. Ser un poco más cariñosos. Estamos todos en un nivel de incertidumbre, de desprotección, un poco a la deriva, de no saber qué pensar, si estaremos en cuarentena o no, si nos vamos a enfermar o no. Creo que lo único que puedo hacer con las personas es mandarles buena onda, amor. Y somos todas personas que nos equivocamos y que estamos bastante asustados.

—¿Sientes un ambiente de hostilidad?

—Quizá en el mundo más exterior veo un poco más de disputa, o de crítica, o de castigo, cuando me parece que hay una necesidad de entregarnos cariño.

"Un error en la vida"

—¿Por qué te interesó incluir en el disco lo cyborg, una criatura compuesta de elementos orgánicos y cibernéticos​?

—Me interesa harto el transhumanismo, la ciencia ficción y el manifiesto cyborg de Donna Haraway, también emparentados con los trabajos de Ursula K. Le Guin, que es una gran escritora de ciencia ficción del siglo XX. Y justamente lo que plantea es que esas fronteras entre lo humano, lo animal y la máquina solo son ideas, porque al final toda la construcción de la realidad lo es. Es en esas fronteras en que las cosas se empiezan a mover y a existir la imaginación, y eso es lo que me interesa. Así surgen territorios inexplorados. Puedes empezar a correr, aunque sea milimétricamente, los límites de lo posible.

Pero el inminente álbum también saca a la superficie otra temática:

—Hay un rollo fuerte y mucho cuestionamiento sobre identidad de género: qué es, qué significa ser mujer, dónde empieza y termina ser mujer u hombre, a quién le sirven y por qué nos regimos por ellos. Hay harta ironía con respecto a los estereotipos de género en el disco, a las construcción tradicionales.

"Y el cyborg es eso, es un ser que está más allá del género", dice.

—Sobre esas búsquedas, ¿se llega a alguna respuesta?

—No, no. Ese para mí fue un error en la vida tratar de buscar respuestas. No hay verdad, no hay final ni conclusión. Hay una eterna transformación. Te puedo decir cosas qué he ido aprendiendo, pero quizás también irán mutando en el tiempo. Y ojalá que lo hagan, sería muy aburrido que se quedaran estáticas... El tiempo es una percepción. Esta historia juega mucho con los saltos temporales y los cruces dimensionales. La imaginación es un arma poderosa y no se nos puede olvidar. Y ese es mi pequeño gesto por ahondar en ese territorio. No estoy buscando ser verosímil.

—¿Y dónde piensas que están los límites entre lo humano y la máquina?

—Hoy día no tengo idea —ríe—. Siento que la tecnología va avanzando más rápido que nosotros. Creo que los límites del ser humano y la máquina son inimaginables para una mujer de 35 años, en el año 2021 en la mitad de una pandemia. Me gusta pensar que después no habrá límites. Tiene que ocurrir que los humanos empecemos a usar la tecnología para llevarnos al siguiente nivel de conciencia, de una humanidad más amorosa en todos los sentidos. Podríamos ser más felices si usáramos mejor las herramientas que ya tenemos en vez de destruirnos entre nosotros.

https://youtu.be/iAJbhSo1sps

—¿Y no te da miedo esa mezcla personas-tecnología?

—Hemos visto que la tecnología la hemos usado muy mal, para la guerra, para la destrucción. El problema no es la tecnología, es el humano que la mal utilizada, pero a la vez, yo soy de una generación que nació y alcancé a vivir sin internet, y a experimentar lo que es llamar a alguien por teléfono a su casa. Esperar. Mucha menos inmediatez.

Y eso la lleva a expresar una sensación que tiene Camila: cada vez hay menos tiempo para leer.

—He tenido la suerte de conocer a mujeres ni tan más mayores que tampoco se criaron mucho con la televisión y ahora son grandes intelectuales y poetas, como Cecilia Vicuña o Claudia Donoso. Son personas que tienen mucho más vocabulario y mucha más capacidad de profundizar en la reflexión. Me parece que son como una especie en extinción. Y me preocupa. Finalmente el libro era la entretención que tenías. Hoy tienes miles de otros estímulos... qué te vai a poner a leer. Me da la impresión de que hoy leer es una tarea más que un disfrute.

—Y quizá una lectura más salpicado, un "picoteo".

—Claro. Entonces son esas mujeres, que uno puede decir: "ay, ahí no hay tecnología"... Pero claramente hay un cambio de paradigma muy fuerte con internet. Nos cambió la vida a todos. Yo pertenecí a esa generación que debía conectarse a internet por el teléfono, ¡pic!, ¡poc!, y sonaba, y estabas una hora esperando para mandar un mail. ¡Un mail!

Myspace

Hace ya algunos meses, la cantante Cami Gallardo se vio envuelta en la polémica por una reunión de siete personas que hizo en su departamento en el hotel W, Las Condes. La comuna se encontraba en fase 2 y, por lo tanto, ese tipo de encuentros no estaban permitidos. Por algunos, el hecho fue calificado como una "fiesta clandestina", lo que desató críticas contra la cantante.

Ante ello, su colega, Camila Moreno, publicó una defensa que se volvió viral y causó controversia. "Como no pueden ver que esto es parte del nuevo orden mundial", escribió en su Instagram. "No gozar, no tocar, no conectar, no disfrutar, no vivir".

El complejo escenario virtual llevó a que la compositora decidiera aclarar sus dichos a través de Facebook: "Muchas veces me expreso desde el enojo, el hastío y la impotencia", redactó. "Eso me llevó al uso equivocado de algunos términos y eso generó malos entendidos".

—Ya pasado un tiempo, ¿qué reflexiones has sacado de eso?

—La verdad que yo creo que no hay mucha más vuelta que darle.

—Tuvo hartas réplicas en redes sociales.

—Creo que las redes sociales son un super buen soporte, un apoyo para darle visibilidad a tu trabajo. Creo que en ese aspecto están bien. Creo que en el estallido social también ayudaron mucho para saber verdades. Fue un momento para la colaboración y el testimonio... Pero claro, hay de todo, y hay que pensarlo así, que ese es el universo que se habita ahí, son las redes sociales, no es la vida real.

—¿Cómo es tu relación con las redes sociales hoy?

—Soy de la generación del Myspace, que es la red social que más me ha gustado. Ahí solamente compartías música. Esa fue una red que realmente la manejaba bien. Conocí gente de todos los países que hacía música increíble, under, haciendo música en la casa. De hecho, conocí a Astro, a Jóvenes y Sexys y a Lido Pimienta, que hoy está super famosa en Estados Unidos. Nos hicimos amigos y hubo una red de buena onda y de conocer músicos del mundo, que era bien maravilloso...

Pero después vino un cambio difícil para Myspace:

—Facebook se lo comió, y a regañadientes aprendí a usarlo. Y después a Instagram, que también fue a regañadientes. Y básicamente hoy lo uso para eso, por trabajo. Pero no es algo que yo diga "aquí me gusta vivir".

—Es como una viudez.

—Sí, yo soy viuda de Myspace.

COMPARTIR NOTA