Julio César Rodríguez: "si no me emociono... no sigo"

El animador de Contigo en la Mañana relató en primera persona el por qué de sus lágrimas. La señora Helia representa para JC esas personas olvidadas en el "maltrato sistemático y normalizado no solo a los más frágiles sino a la gran mayoría de los chilenos".

Ayer muy temprano en la mañana me emocioné al aire conduciendo junto a la Monse el Contigo en la Mañana, en Chilevisión. Me he preguntado mucho durante el día por qué y si está bien. La situación era prácticamente habitual. Pero hubo algo que lo cambió todo.

En medio de un móvil de Pancho Sanfurgo donde la violencia, muy temprano, se tomaba la calle ya las imágenes eran estremecedoras: piedrazos, sonidos de disparos, lacrimógenas, reclamos y barricadas estaban en pantalla en vivo. Estaba pasando.

Dentro de este cuadro de desconsuelo, de la discusión estéril si fue primero la piedra o la lacrimógena, si los que marchan son de verdad pacíficos o violentos, aparece una señora de 70 años (la sra. Helia) que cruzó las barricadas, las lacrimógenas y las piedras a dar su testimonio.

Partió diciendo que estaba cansada, que no quería más violencia, pero que ella vivía con 107 mil pesos, que a pesar de su edad tenía un segundo empleo en una pescadería y que hace cuatro años espera una operación. Un ángel de la nada, de ninguna parte que arremetió con su voz suave, tierna y sin odio.

"Me quebré"

Es verdad, me quebré. De impotencia, de dolor, de amargura de ver a una abuelita que no tira piedras que casi no tiene nada, abandonada, invisible para los números de los economistas, transparente para los ojos del Mercado y tantas veces indiferente para la televisión.

En lo único que pensaba era en qué nos hemos convertido que creemos que una persona mayor puede vivir con 107 mil pesos. La discusión ya no es de números, es ética, moral incluso estética. Cómo llegamos a esta locura del maltrato sistemático y normalizado no solo a los más frágiles, sino a la gran mayoría de los chilenos que jugamos este juego siempre a perdedor.

Al ciudadano que trabaja todo el día para poder seguir dando vueltas en un sistema que lo estruja de la mañana a la noche. Donde además nos estamos dividiendo en buenos y malos, en rojos y azules. La polarización nos aleja de las soluciones.

Cada uno en su rol estamos tratando de aportar y ser la mejor versión de cada uno. Solo con verdad lograremos algo al final del camino. Rousseau dijo hace tanto que la igualdad no es tener lo mismo que el otro, sino que consiste en que un ciudadano no tenga tanto que pueda comprar a otro y que ninguno sea tan pobre como para tener la necesidad de venderse.

En este nuevo Chile la cifra no es más importante que la dignidad, así que para poder seguir bancándose no debemos traicionarnos aunque estemos frente a la pantalla. Hoy está de moda el famoso Si baila pasa. En mi camino si no me emociono... no sigo.

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