La Firme con Alejandra Herrera: “Nos vamos 3 años... Viene una gran recuperación en China, tendré todo el tiempo para mí”
Regresa a Canal 13 con la teleserie vertical Mi Boda es una Trampa. Sin embargo, su aparición será breve, porque también se apronta a un gran salto vital hacia tierras asiáticas. La actriz repasa historia y presente: “La Biblia la leí tanto que me la aprendí de memoria”, comenta.
Uno de los pasillos de Canal 13 suena y se enciende mientras es recorrido por María Alejandra Herrera Andreucci (54), con sus tacos, y un colorido vestido cubierto de variados mandalas, coronado por su pelo rojizo. La actriz, a fines de los 90’ fue uno de los rostros principales de esta casa televisa, se considera “nostálgica”.
En 1995, aún no terminaba la universidad, ya tenía dos hijos y, medio que sin querer, le dejó su currículum a un productor de la época, Ricardo Miranda, y quedó fichada para ser la protagonista de Amor a domicilio, de la mano de Luciano Cruz-Coke; y luego, sucesivamente, Adrenalina, Playa Salvaje, Marparaíso, Cerro Alegre y el descenso de Corazón pirata.
Al repasar su historia en melodramas con La Cuarta, Herrera cuenta:
—Me acuerdo de haber llorado al final de todas mis teleseries por mis personajes, porque sentía que se morían.
La intérprete incluso compara aquellos adioses a sus papeles con la muerte de un familiar: “Después pasan los años, se recuerda y un tío cuenta una historia de esa persona, y te la vuelve a traer en la vida”, reflexiona. “Eso me pasa con los personajes”, así que “me lloré todos los finales de las teleseries”, ya que “te acostumbrabas” a cada uno, volviéndose “una parte de ti”.
Sin embargo, aquella historia llegó a su fin cuando le propusieron ser parte de Machos. Ella, que ya se había metido profundamente en una agrupación cristiana, sentía que la televisión poco tenía que ver con “Dios”. Decidió dar un paso al costado, sin sospechar el éxito que alcanzaría toda la trama de los “Mercader”, entrando en el top 3 de las más vistas de Chile:
—Estaba súper segura de mi decisión —recuerda— De hecho, me fui caminando al río Mapocho y pensé: “Me tiré al Mapocho, qué bien, porque Dios me va a salvar”. Y obviamente Dios no me salvó —Ríe.
Ahora, Herrera tendrá un regreso a las ficciones del “13”, esta vez en el debut de la apuesta por el formato vertical, para Mi boda es una trampa —co-protagonizada por Piamaría Silva y Matías Assler—, donde la intérprete, de manera incluso simbólica, tendrá un pequeño papel como la jueza “Alexis Opazo” —como en Adrenalina— del casorio en torno al cual gira la trama.
Eso sí, al parecer este retorno también será breve, porque en un par de semanas partirá al otro lado del mundo, a tierras chinas, donde vivirá junto a su marido y colega, Matias Stevens, iniciando un sistema vital que, al menos para ella, será inédito.
Aunque no tiene mayores certezas sobre su destino, la actriz supone que, algunas temporadas, estará de vuelta a su patria natal y, especulando sobre los dramones para celulares, “como le va a ir muy bien, volveré de China a grabar más teleseries verticales”, dice entre broma y en serio.
En entrevista con La Firme, la actriz repasa desde su adolescencia en un colegio de monjas, el “voto de castidad” que, irónicamente, la llevó a su primera embarazo recién entrando a la universidad; su irrupción en las teleseries, la cual fue aparejada de una creciente faceta cristiana y, de la mano de La Biblia y otros feligreses, decidió salirse de la pantalla chica; años después, se separó del padre de sus dos hijos, Fernando Ortiz (también conocido como “Gato Juanito”), y de ahí vino La Nany, serie de Mega con la que se renovó.
Con los años, si bien ha estado más lejos que cerca de la tele, cada tanto reaparece, ya sea como parte de una ficción o invitada a algún programa, en su faceta en la comedia, tanto en el stand up como en sus redes sociales; el fin de su segundo matrimonio, y lo que le costó volver a confiar en un varón, siendo Stevens quien sorteó esas barreras, y es su marido desde el 2018; su fallida carrera política; actualmente, además, tiene tres nietos, de quienes les duele alejarse ahora que parte a China…
Eso y mucho más, acá.
LA FIRME CON ALEJANDRA HERRERA
Soy de Los Andes. Viví primero en Santiago, cuando más chiquitita, y fui al colegio Corazón de María, y después, como a los ocho, me fui a las religiosas Pasionistas de Quilpué. Mi papá trabajaba en Chilectra y lo trasladaban. Y nos fuimos a Los Andes porque mis abuelos maternos y tíos son de allá. Me fui a los catorce años de vuelta y viví toda la época de la adolescencia en el María Luisa Auxiliadora de Los Andes. Me sentía provinciana, absolutamente, era todo muy de pueblo.
En la época del “Sí” y el “No”, que era presidenta del centro de alumnos, hacíamos canciones de limpieza. Mi hermana estudiaba Derecho y llegaba con todas las historias de las protestas; y nosotros cantando, “¡Sí! Limpiar, correr, sacudir, ¡sí!” o “Porque digan lo que digan, yo soy limpia de verdad”... (Canta) Eran campañas de limpieza, jajaja, ¡con las canciones del “Sí” y el “No”... Era una cosa muy pueril, de muy niñas, como era colegio de monjas.
Tengo dos hermanos abogados y una hermana periodista y una ingeniera. Soy la única hermana que no le tocó materia gris, JAJA, que en mi stand up digo eso: se la llevaron toda. Nos llevamos súper bien. Yo soy la más distinta, con mi hermana chica también, pero soy la menos convencional.
Era la actriz en el colegio, según yo; hacía todas las actividades artísticas y obras de teatro, y las inventaba, escribía y actuaba. Y llegó el momento que estaban eligiendo quién haría a Santa Teresita en la serie de TVN (1989). Yo quería ser Santa Teresita, y juraba que tenía opción (al final la Paulina Urrutia hizo ese papel). Y el obispo de San Felipe era amigo de mi familia y mío, entonces le dije que “si me puede hacer una carta para yo mandársela a la productora de esta serie”. Y él la mandó —(aunque) yo no había estudiado Teatro ni nada— a Sonia Fuchs, productora ejecutiva del Área Dramática de TVN, que a los meses se cayó el avión y murió. Me sentía muy culpable porque, como ella nunca me contestó, yo estaba con ese enojo de niña, como “pucha, cómo no me contesta”... Obviamente nadie me pescaría si no había estudiado Teatro.
Me fui a estudiar Teatro en la U. de Chile. Mis papás querían que estudiara en una universidad tradicional, y yo era una chica muy artística, vivía en el juego. Di la prueba, quedé, me duró un año y me embaracé. Tuve que volver donde mis padres, después de que el voto castidad no me funcionó, y esperar a la mayoría de edad, que en esa época era a los 21, y casarme. Mis papás no me obligaron tanto a casarme; lo que pasa es que yo estaba enamorada, y uno cree en el amor, y quería tener una familia para mi hijo y todo ese rollo. Me casé y me fui.
Le hice voto de castidad a la Virgen, y no me funcionó... La Virgen no me ayudó tanto: quedé embarazada en la escuela de Teatro... Uno sabe cómo puede quedar embarazada, pero no sabía mucho parece, porque quedé embarazada, jaja... Habían cosas contradictorias, como las pasiones y el deseo de amar, la efervescencia juvenil; y la religión diciendo “no tomes pastillas”; al final uno no se cuida y termina embarazada. No es justificación en realidad, pero uno a esa edad es más voluble.
El último año de Teatro quedé embarazada con la “T” (de cobre), que no me funcionó, así que no la recomiendo, jaja. Ahí ya trabajaba, pero igual a esa altura ya nadie creía en mí: primer y último año estudiando, trabajando y con guagua. No existía la pastilla “del día después”. Tenías la guagua y la tenías. Y la culpa me habría comido (si interrumpía un embarazo)... Pero bueno: todo fue para algo y mis hijos, además, son maravillosos, lo máximo. Nunca planifiqué tener hijos, pero tuve dos. Un regalo. Nunca planifico nada, JAJAJA.
Justo una compañera me invitó a Canal 13 a dejar mi currículum, y yo no quería ir porque había ido a TVN, que llamé (tras participar en un casting) y me dijeron: “No nos llames, si no te hemos llamado es porque no nos interesa”. Quizá fue muy directa, pero ahí quedé como: “No es para mí, no pasaré por esta vergüenza nuevamente”. Y cuando mi amiga me pidió que fuéramos, pensé: “Qué plancha”, y la acompañé, que fui con short, polera y chascona como siempre. Y de repente, un joven bajito, me dijo: “¿No trajiste nada (para el casting)?”, y le contesté que “ya estoy lista, no necesito traer nada”. Nunca pensé que era el director de la teleserie (Cristián Mason). Y al día siguiente llegué con mi CV, y había un caballero mayor, que me dijo: “Yo lo voy a entregar, démelo”; y pensé: “Este abuelito lo dejará en el baño”... Y era el director del Área Dramática, Ricardo Miranda, que estuvo hasta Adrenalina (por culpa nuestra se nos fue, ¡qué triste!), y me ayudó... ¡Y me llamaron! Para que fuera a la prueba de cámara. Estaba el director y me quería morir. Y quedé como una de las protagonistas jóvenes; obviamente no negocié nada, y cuando empecé a leer el guion, me di cuenta de que era la protagonista.
Lo duro de Amor a domicilio fue partir con las teleseries. Era un peso muy grande llegar y agradarle a todo el mundo, y porque no sabía cómo le iría (al melodrama). Sufrí mucho en este proceso, porque me sentía con un gran peso y responsabilidad, de hacerlo y nos fuera bien al canal. Y tenía muchos temas de autoestima, entonces tenía mucho miedo; y entré a la religión cristiana, que me dio un soporte para esos años en televisión. Venía saliendo de la escuela de Teatro, me había costado, con mis dos hijos y trabajos, y era entrar a un medio que te expone mucho más. Tenía mucho miedo del rechazo de las personas.
Algo muy bonito que me pasó con Óscar Rodríguez, que me marcó mucho al principio: Grababa todo el día y me vino una sinusitis, que me dolía la cabeza, estaba llena de mocos y me dio fiebre, así que fui a decirle a Javier Larenas (productor), y me contestó: “¡Tienes que trabajar! ¡Tenemos que grabar!”. Necesitaba conseguirme una hora al doctor y que me diera un remedio, y yo llorando, porque no podía conseguirla. Y apareció Óscar, director de otras teleseries, que lo conocía de “hola y chao”, y me dijo: “¿Qué te pasa?”. “Tengo que grabar, me siento muy mal, necesito una hora y no me quieren dar”, le expliqué (entre sollozos). “No te preocupes”, me dijo. Agarró el teléfono y llamó a un centro de salud: “¿Aló?, soy Oscar Rodríguez, de Canal 13, necesito una hora para mi actriz, que está muy mal en este momento”. Se la dieron AL TIRO, ¡ipso facto! Se lo agradecí en el alma.
Al final de Amor a domicilio, o principios de Adrenalina, entré a la Iglesia cristiana. Venía de un colegio católico y ya había hecho todas las comuniones, confirmaciones y voto de castidad, jajaja, y una persona, que andaba con una Biblia, me compartió de Jesús, y obviamente hablé con ella de este peso que agradar a todo Chile y de mi vida emocional. Me hizo mucho click. Y mi idea era sostenerme y que mi matrimonio funcionara. Y me ayudó por mucho tiempo: leer La Biblia y conocer a Dios desde lo espiritual. Me dio mucho sostenimiento y tranquilidad. Pero de a poco se volvió religioso y legalista, y la gente de ese lugar empezó a ponerse cada vez más exigente ya mostrarme que “Dios no está en la tele” y que “El Diablo es la tele”. Y me lo tomé muy a pecho. Me sentía muy incómoda con que no se aprobara lo que hacía como actriz.
La Aranzazú (Yankovic) dijo que la Pancha Merino y yo estábamos enamoradas de Luciano Cruz-Coke (en La noche es nuestra, 2020) Claro, porque hacíamos la teleseries juntas po’. ¿Y en la vida real? Bueno, a veces uno se dice tanto que se quiere… pero con Luciano tenemos una linda relación y nunca tuvimos un romance, porque él estaba con su pareja y yo estuve casada siempre. O sea, me separé en un minutito, entre Amor a domicilio y Adrenalina, que tuve un lapsus de separación, pero nuevamente con Jesús y La Biblia estaba muy comprometida... Pero él fue muy respetuoso con mi camino y yo también con el de él. Ellos (con la Pancha) fueron pololos mucho tiempo... No tengo idea del cahuín (el triángulo con Ingrid Cruz), porque yo no estaba en esa teleserie.
Después de Adrenalina estuve diez años sin tomar alcohol, porque estaba en la Iglesia cristiana, y también fue una decisión personal de protección hacia mí misma y de salud. No me hizo falta. Viví muy tranquila. Pero igual una copita de vino con un quesito, pucha, no hubiera estado mal... Pero bueno, fueron las decisiones un poco estrictas que tomé y creo que, de alguna manera, me protegieron, en muchos sentidos, en la salud y sentirme equilibrada... No es que el alcohol me estuviera llevando por malos caminos; nunca fui una alcohólica ni mucho menos, pero la “Adrenalina sour” —que así se llama mi stand up— te hace cometer muchos errores, jaja. Por eso agradezco todo lo que viví, aunque haya sido un poco estricta y dura conmigo misma: era lo que necesitaba, me dio una protección en ese momento.
¿En Adrenalina había harto carrete? Pucha, yo estaba siempre criando, y más encima en la religión; me perdí todos esos carretes. Menos mal que ahora con “Las reinas en la noche” algo nos hemos juntado para rememorar y reivindicarme, jaja, porque yo era muy santurrona para ellas, ¡absolutamente!
En SQP dije que Jorge Zabaleta (pareja en Marparaíso) daba los mejores besos de teleserie, jajaja. Ay, lo dije por decir. Pero da buenos besos Jorgito. Creo que un “buen besador de teleserie” tiene que ver con hombres que sepan llevar el romance. Me han tocado buenos compañeros de teleseries románticos, como Luciano (Cruz-Coke), Guido (Vecchiola) y Jorge. Son hombres que tienen esa química, y muy respetuosos. Porque hay hombres que son más serios, más ingenieros comerciales, según pienso yo. Se va dando según el guion y los personajes que te toquen. Cuando eras la protagonista, es muy romántico (el libreto), y es muy bonito esa relación que se da.
Renuncié en Machos, y obviamente el director de esa teleserie (Herval Abreu) no me creía y me decía: “Te vas a ir al 7”, y yo le explicaba que “no, que Dios...”. No le cabía en la cabeza po’. Era realmente tirarse a la piscina. Siempre fui un poco así, como “tengo que ser mejor”, y al hoyo. Me llevó a un aprendizaje: darme cuenta de que tenía que tener mis propias convicciones, no dejarme interferir por otros, ni (tener) mediadores en mi vida; sino hacer las cosas porque yo realmente estaba convencida y me nacía, no por agradar a los demás; y también a liberarme de la culpa y condenaciones, y entender que el Diablo y Dios están en todas partes. No tiene por qué limitarte tu trabajo como actriz, que fue muy hermoso y hasta hoy me conecta con la gente.
Ya venía con esta imposición de la religión y, por otro lado, llevaba diez u once años en Canal 13 haciendo teleseries y Teatro en Canal 13. Había trabajado sin parar; siento que también necesitaba un tiempo para mí misma y mirar la vida desde otro lugar, y me sirvió mucho, obviamente con este peso de la religión y la culpa. Pero sino, no hubiera visto ciertas cosas en mi vida que debía reflexionar y soltar. En el momento uno dice: “Puta que la cagué”, pero me sirvió, porque me había empezado a definir por lo que los demás pensaban y por la fama, que te eleva, y esa autoestima muchas veces no está basada en un amor propio.
Estuve tres años fuera de la televisión. Estaba haciendo mi cama y, siempre conectada con ese mundo espiritual, le dije a Dios: “Quiero una comedia fina en televisión”. Me llamó por teléfono una productora, y me dijo: “Te estoy llamando por una serie, finísima, en televisión; te encantará”. Y llegó La Nany, que fue un regalo y un hermoso proyecto, y me gané un Apes y me nominaron al Altazor. Y nuevamente pude empezar a moverme como actriz.
Mientras grababa La Nany me estaba separando, pero hubo esa intención de quizás tratar de volver; pero no funcionó, y ya me di cuenta de que en realidad mi camino iba por otro lado.
Después de que me separé (de Ortiz), pensé que nunca volvería a ser feliz, también por las visiones limitantes que uno recibe de todos estos programas de las creencias de la religión, y de lo que vi —que mis padres están juntos hasta hoy—, entonces igual separarte es una muerte, y muy doloroso. Y uno cree que nunca podrá conformar una familia. Pero después te das cuenta de que mi ex ya tiene sus hijos y su esposa, y también se junta con sus hijos por mi lado. Y somos una familia ampliada: modern family. Y yo puedo tener a mi compañero, y él también pasa a ser una especie de “papá”, y una persona que infunde amor y generosidad a mis hijos. Te vas saliendo de esos marcos tan estrictos.
¿Mi exmarido era más cercano al cristianismo? No, siempre yo llevo a todos a la religión; después me salgo, los llevó a la otra religión, y así (sucesivamente), jajaja. Las mujeres son más busquillas —encuentro yo— en ese aspecto. (Tras la separación, Ortiz se fue cinco años a misionar) Fue una época difícil para él también como persona. Yo estaba haciendo La Nany, y siempre he estado con mis hijos, he vivido con ellos hasta hoy.
¿Una vez me enojé con Marcelo de Cachureos? Yo no me enojé con Marcelo. Mi exmarido tenía un conflicto con él.
La religión en general el sexo siempre lo está mirando como algo malo o, de cierta manera, te impide el disfrutar la vida. Creo que estamos muy condenados de niños en la sexualidad, sobre todo las mujeres. Creo que a través de mi camino y búsqueda me he dado cuenta de que el disfrute es fundamental, y que la sexualidad no solamente tiene que ver con el coito, sino que la vida es sexualidad: disfrutar de las experiencias, de todas, amarte y amar tu cuerpo también. Muy válido. Una visión integrativa. Esa mirada la desarrollé más adulta, al ir conociendo de la sexualidad sagrada, lo que implica el amor entre uno y el otro y la entrega del alma. No eres un cuerpo solamente. Cuando usas la sexualidad para amar a otro, entregar y disfrutar juntos, es distinto que cuando para usar, aprovecharte o descargarte en otro.
La Pancha Merino me sacó en cara que no la había invitado a mi segundo matrimonio (en La divina comida)... Ella tampoco me invitó, pero invité a la Berta (Lasala). Justamente, a veces uno pasa por momentos que se aleja de los amigos. A veces te juntas. Pasan experiencias y te alejas un poco. Y después te vuelves a encontrar. Pero la he invitado a todos mis cumpleaños, y no ha ido a ninguno, JAJAJA. Y yo he ido a la mayoría (de los míos).
Tomé un tiempo mis pastillas para el déficit atencional cuando me separé de mi segundo marido. Mi déficit y angustia fue subiendo después de mi segundo divorcio y dije: “Chuta, realmente algo no está funcionando en mí”. Y era un sufrimiento para mí, entonces empecé a tomar el remedio para el déficit por un tiempo. Me sirvieron en su momento para, de alguna manera, sostenerme. Con el déficit estás atenta a muchas cosas, que también tienen que ver con temas de angustia. Pero las dejé. Después crean una adicción y además tienes que estar subiendo la dosis; y finalmente, desde mi punto de vista, me ayudó para tener cierta estructura o control en un momento de mi vida, pero luego me di cuenta que no quería depender de fármacos y podían producir cosas adversas. Empecé a buscar una salida con la medicina biológica, homeopática, de las hierbas y las plantas, y a sanarme a través de la medicina más natural. Y el coaching y el cambio de perspectiva va ayudando a liberarse de esa angustia y miedo. Hoy no tomo ningún tipo de pastilla y me siento muy bien, concentrada y muy centrada en todo lo que me interesa.
¿Es cierto que una vez pillé a un exmarido in fraganti con otra mujer y me dijo que era un capítulo de Infieles? No, era un stand up. Lo dije como una comedia. En mi stand up me rio de muchas personas y cuento muchos chistes como esos. Hablo de todo y, como comediante, tomo los temas de la infidelidad, de actriz y madre, Y tengo muchos chistes que incorporo. Me presenté el 4 en el Paréntesis Pub, en Ñuñoa, y hace tres semanas en el mismo bar; y lo hago para empresas y municipalidades hace mucho.
Me pasó algo terrible: le mandé un mail a (Felipe) Camiroaga, que lo conocía por mi exmarido, el “Gato Juanito”, que trabajó con él. Un par de meses antes que cayera a su avión, le mandé un correo diciéndole que me encantaba la comedia y que, “por favor”, quería hacer un personaje de comedia en sus programas; si me daba una posibilidad, yo podía mostrar lo que sabía hacer. Nunca me contestó. Y se cayó el avión. Me había enojado con Camiroaga porque no me contestó, entonces pensé: “¡Oh! ¡Fue mi culpa!” Me sentí culpable. Es de la culpa que traemos de la religión, jaja... Todo lo veo un poco así porque, como hago comedia y stand up, todo lo veo desde el humor: cómo uno se culpa de todo. Los jóvenes de ahora no vienen con la religión encima. Nosotros (en cambio) somos culposos. Terrible.
Estamos liberándonos de las culpas. Estamos en un aprendizaje. Por eso estudié coaching integral después, que me ayudó mucho a trabajar esta culpa constante, castigo y condenación. Ha sido bien liberador.
Me hicieron una entrevista para saber qué hacía yo con mi estado físico, que comía, cuál era mi dieta y mi deporte. El periodista terminó de grabar y me dijo: “Ale, cumpliste 40, ¿y qué hiciste para tu cumpleaños?”; y yo, yéndome: “Es que mi hijo me organizó ir a bailar salsa, fue con unos amigos y yo fui con los míos”, le conté... Pasaron los días y salió una nota mí acerca de “la Ale y sus deportes”, y en la portada Las Última Noticias: “Alejandro Herrera mata con los amigos de sus hijos”. Empecé llamar al periodista porque me dejó como chaleco de mono, y nunca me contestó. Y le dije a mi hijo: “Por favor, llama a tus amigos y diles que yo no dije eso, que fue el periodista... pucha que lata”. Nada tan grave, pero quedé como “la MILF”. Creo que nadie le gustan los estigmas, también me lo tomo con humor, pero podría haberme dicho lo que quería hacer; pero fue todo muy tirado de las mechas. Obviamente me gusta que me encuentran en guapa, como a cualquier persona, pero “MILF” es hasta un poco fuerte.
Me había separado en el 2010 (de mi segundo marido), y en el 2011 me llamaron para una serie, Cesante (CHV) —de la misma productora de Infieles, pero era con ropa—, y capítulos de gente que estaba sin pega. Matías era protagonista, yo era su pareja y él era un chanta en la serie. Nos conocimos y estuvimos tres días trabajando. Fue muy especial y lindo conocerlo. No sabía si realmente era tal cual como se mostraba. Ya después de mi segundo divorcio, estaba un poco escéptica. Conversamos, hablamos de la espiritualidad y congeniamos mucho. Me preguntó en qué estaba y le dije que estaba separada. “¿Y tú?”, le pregunté. “Estoy pololeando, saliendo con alguien”, me contestó. Y fue como: ¡Alerta! ¡Alerta! Además, no lo conocía nada y no lo vi más. Después de un mes, me invitó a tomarme algo.
Me encontré con la Lore Capetillo, muy amiga mía, y le dije: “Me invitó este chiquillo y es muy amoroso, pero está pololeando”. Y me aconsejó: “Anda, júntate en un lugar y tienes que hacer dos cosas: 1) no tomes alcohol, 2) decirle que la próxima vez que se junten sea en tu casa con tus hijos y su polola”. Ese era mi plan. Nos juntamos en el Liguria. Él tenía una cerveza, me saludó y me dijo: “Ale, ¿quieres una?”, le contesté “ya”, y por dentro pensé: “Ay, no tengo que tomar”. Y después me contó: “Bueno, ya terminé mi relación...”. Y yo ya me estaba tomando la cerveza, no tenía nada que decirle, ¡se me cayeron todas mis estructuras! Ahí empezaron los abrazos y todo. Pero igual muy reticente, lo hice esperar harto. Fue la persona a la que le he puesto más tropiezos. Después de muchas experiencias de vida, empecé a poner muchos límites, y él los fue sorteando y se quedó. Empezó un camino de conocernos, me fue ganando el amor y ya no nos separamos.
Antes de Matías estaba muy escéptica. A los tres meses se fue a Australia, creo que a ver a su familia o no me acuerdo a qué. Cuando volvió, fui al aeropuerto, lo traje a mi departamento, se fue a duchar y dejó su computador abierto porque le había escrito su papá. Me quedé con el computador. Y yo, que no sé inglés, me metí en unos mensajes y había una rubia estupenda diciéndole algo así como: “I’m excited”. Y pensé: “SE ACOSTÓ CON OTRA MUJER, SE ACABÓ ESTA HISTORIA”. Salió de la ducha y le dije: “Te puedes retirar, ¡te vas al tiro! ¡No quiero saber nada más de ti!”. Era un miedo, pánico. Él no entendía: “¿Pero qué te pasó? No entiendo”. Y le dije: “Dejaste abierto eso y vi eso...”. Y me respondió: “Pero, Ale, te lo voy a traducir en el computador”. Y era como: “Estoy muy alegre de verte, muy contenta, emocionada”. Le creí. Él estaba muy decepcionado: “No puedo creer esto, es una falta de respeto”. Y le expliqué que “tengo mis traumas...”. Lo entendió y se quedó. Ahí dije: “Nunca más voy a pensar que no será honesto”. La honestidad es muy importante. Nadie tiene puesto una pistola en el pecho a nadie para estar con alguien; si te quieres ir, puedes decirlo.
Con Matías hacemos comedia juntos de pareja en las redes sociales, subimos videos de pareja muy divertidos; e incluso hicimos un taller de pareja que se llama “Dos en uno, del humor al amor”. Y llevamos a las parejas a través del humor a actuar sus historias, porque muchas de las cosas que hemos actuado en comedia de pareja son nuestras propias historias; otras no, pero muchas sí. Nos ha ayudado mucho representar este conflicto; ha sido muy bueno para nosotros. Creo que la representación te ayuda a trabajar tus dos hemisferios, el izquierdo con el derecho, lo abstracto con lo racional. Invitamos a las parejas a trabajar su historia y conflictos a través de la comedia, representación y a través de rituales, y dándole algunos tips que hemos aprendido para sortear nuestros problemas, para en las peleas encontrar un camino de conversación y de liberación. ¿Si nos hemos separado? No, hemos estado juntos.
Aprendí a manejar a los 35 años. Tarde, pero aprendí. Fue muy importante. Tenía que ver con el manejo de mi propia vida. Siento que, de alguna manera, estaba entregada a que otros me dirigieran en lo que tenía que hacer. Cuando decidí hacerlo, me costó mucho aprender; eran muchas distracciones. Lo importante es que lo logré: manejar mi propio vehículo.
Hago coaching integral, acompaño a gente en un proceso de aprendizaje y transformación. Como mi vida ha sido transformarme, acompaño a otros a transformarse también, y tomo algunos temas como, por ejemplo: “Si me buscas tú a mí”, basado en Candy Candy, una serie animé de un chica huérfana que vivía muchas peripecias. Me fui dando cuenta de que la vida de “Candy” era mi propia vida en muchos aspectos. “Candy” era una chica culposísima, tenía culpa por todo, y se echaba la culpa de todo lo que pasaba. Acompaño a las personas que quieren trabajar con Candy Candy: mirar la serie, de a diez capítulos y ver cómo los personajes están dentro de ti. “Candy” es muy alegre y apasionada, y siempre sigue sus ideales. Acompaño a la gente en el autoconocimiento de sí mismas y en la liberación del dolor.
Con Matías (Stevens), mi tercer marido, nos casamos en el 2018, que me casó mi hermano en una ceremonia chamánica muy bonita; he pasado por todos los tipos de matrimonio. No nos íbamos a casar, pero Matías me dijo “no vamos a tener hijos ni nos vamos a casar”, y yo dije: “Fantástico”. Después de dos divorcios, no me interesaba. Pero después, cuando alguien te pide matrimonio, es tan romántico, y uno dice: “A este no puedo decirle que ‘no’”.
Trabajar juntos con Matías tiene de todo: es muy bonito, pero al mismo tiempo también es muy desafiante, porque los dos queremos proponer nuestra idea; Matías es muy bueno para dirigir en la cámara, pero de repente no es fácil trabajar en pareja como creo que para nadie lo es, porque te enfrentas a situaciones como problemas de diálogo o que “no estás de acuerdo con la forma de mirar esta comedia, y yo sí”. Ha sido un aprendizaje trabajar juntos en nuestra vida.
Seguiré trabajando con mi personaje de “Alexis Opazo”, de “Consejos de una eterna adolescente”, haciendo comentarios de los 90′, de las mujeres, cómo éramos antes, lo que hemos perdido y ganado, así que ella se irá a Chile buscando a su “Fabián” (personaje que interpretó Vecchiola), obsesionada. En las escenas de comedia que estoy haciendo en Instagram, grabaremos esta semana con Andrés (Gómez), que era presidente de curso del colegio, “Manuel Hinojosa”, que soy su mentora, compré libros, se pondrá el uniforme y él hablará con “Fabián” para que vuelva conmigo y le dirá que “Alexis” se va a China, como él no quiere nada conmigo, y me da pie para seguir conectada con lo que amo: la actuación y mi país.
Cada personaje de alguna manera tocó el corazón de las personas, como la “Alexis” (de Adrenalina), una colegiala que se portaba mal, pero era una niña muy apasionada, rebelde y rompía con las estructuras y creía en ella misma. Muchas mujeres grandes me han dicho: “La ‘Alexis’ me ayudó, porque yo era tímida y decía ‘yo quiero ser como ella”. Qué lindo darle esa vuelta. Por eso yo estoy haciendo ahora en mi instagram los “Consejos de una eterna adolescente”. Me pongo el uniforme y ha sido una terapia para las mujeres, y las invito a ponerse el uniforme y a recordar a esa chica rebelde que creía en ella misma, y que no hemos olvidado. Ha sido muy entretenido.
Terminé mi carrera de Teatro en la pandemia. Nos encerraron, tenía mucho tiempo libre y nunca había terminado mi tesis. Tenía mi licenciatura en Artes con mención en Actuación, pero no mi título de actriz, y dije: “Este es un buen momento”, y ya que le decía a mi hijo mayor que hiciera una carrera; quise cerrar mi ciclo para decirle: “Ya po’, ‘Feña’, te toca”. Estuve trabajando con Igor Pacheco, profesor muy querido, e hice mi tesis de una mezcla entre el Teatro y el Coaching ontológico. Ya tenía dos hijos y entré a la televisión, con mi segundo de seis meses; me fue imposible escribir algo, y no tenía la capacidad en ese minuto. Quería terminar y fue muy gratificante.
Fui candidata a diputada por La Granja, Macul, Ñuñoa, Providencia, San Joaquín y Santiago, ¿pero me sigue interesando la política? La verdad nunca me interesó mucho. Lo que pasa que fue la época en que estábamos en la pandemia y, como yo era una chica revoltosa que no se quería vacunar, no estaba de acuerdo con la medidas de que te obligaran; o sea, te quieres vacunar porque tienes miedo y porque crees que eso te va a servir, perfecto. Pero no que interfieran en tu poder de decisión, como ser humano, de qué manera te vas a sanar o buscar una forma de sanarte. Mi mirada era esa, por eso apoyé a Cristián Contreras (más conocido como Dr. File), que estaba de candidato con este partido del Centro Unido (ya disuelto), basado en Confucio. Por eso yo lo apoyé, pero no fue fácil para mí, porque de política no sé nada. Fue un estrés, y además estuve por las calles haciendo mi candidatura con casi cero apoyo económico, porque no habían lucas.
No es que no me gusten las vacunas. Esas vacunas, no (las del Covid). Muchas cosas muy extrañas (...) Desde niña me he vacunado de otras cosas. No es que sea antivacunas. Y no es que esté contra la vacuna, pero tiene que ver con la libertad, abogo por la libertad del Ser humano. ¿Y la inmunidad de rebaño? (Consulta el reportero) Pero yo no estuve enferma en toda la pandemia, y mis resfríos son súper suaves.
No nos hemos enfocado en el verdadero problema: creo que enferma más la mente las emociones y el miedo que te ponen a través de los medios, más que te laves las manos o no estés cerca de alguien enfermo; ¡al contrario!, si estás al lado de tus abuelitos, abrazas a tu gente y la amas, el amor es la mejor medicina. ¿Pero no hay enfermedades que no tienen nada que ver con el “amor”? (Pregunta reportero) Entiendo que si tienes un abuelito, y estás resfriado, no te acerques. Eso lo comprendo, las distancias; pero que sea equilibrado, no al nivel que estuvimos (en pandemia).
En la calle estuve compartiendo con la gente y me di cuenta de este victimismo en las personas, que “necesito que me ayuden porque yo soy víctima, víctima...”. Esa actitud o mirada no nos ayuda, porque, de alguna manera, una víctima siempre se está justificando y siempre tiene alguien encima, y nunca podrás salir de ese lugar, en lugar de tomar responsabilidades. Me acuerdo de haber anotado los mails de muchas personas que me contaron su drama y los anoté porque dije: “Bueno, si vamos a estar ahí, también una parte del sistema político es ayudar a las personas”. Me di cuenta del nivel de victimismo que tenemos. Y cuando no quedé —que saqué ocho mil votos, un montón—, gracias a Dios, le mandé un mail a estas personas diciéndoles que le ofrecía un coaching integral, aunque no había quedado en la elección, pero que podía ofrecerles a una ayuda para empoderamiento y todo... Nadie me contestó. Entonces dije: “Hice lo que podía hacer”.
Siento que estoy liberada de participar en la política, jaja, de esa responsabilidad social de hacer algo, y también al darme cuenta que no hay interés de mirar el mundo con una mirada distinta: el mundo no está fuera de ti, está dentro y tú tienes un poder para transformar, cada uno desde su lugar. Esa responsabilidad la veo muy dormida en las personas. No me hubiera gustado estar en la política para solamente ayudar a víctimas. Creo que hay que ayudar a las víctimas, pero también hay que tomar responsabilidad en el camino de por qué yo sufrí tal cosa, de qué lado tengo una parte de responsabilidad, y también la capacidad de transformar mis circunstancias a través de recuperar mi poder. Siento que debían haber más políticas para que la gente despertara sus capacidades, soltar un poco los intermediarios. Siento que nuestro mundo lleno de intermediarios nos hace mal, porque nos quita el poder.
La “víctima” es un patrón de drama, como el “victimario” y el “salvador”, que nos limitan. Uno pasa por algún momento en que te sentiste víctima, que fuiste un agresor de algo, o que pudiste ayudar a alguien; pero no es quedarte con este personaje de por vida, que eres “la víctima”, “el victimario” o “el salvador”. Desde mi punto de vista, no hay que salvar a nadie: cada uno tiene la posibilidad de salvarse a sí mismo, en el sentido de reinventarse, darse lo que uno anhela o sanarse. Creo que todo tiene que ver con el trabajo personal; y uno puede aportar, pero no por eso voy a salvar a alguien, o alguien “me hizo tanto daño” y “yo soy la víctima de este ser y nunca podré salir adelante”. Esas miradas tan extremas, desde mi punto de vista, llevan a comportamientos errados, nos quitan el poder y la responsabilidad de cambio. Eso no le quita la responsabilidad a alguien que haya cometido un error o haya hecho algo a alguien; pero si enfocas eso en que una persona te embarró tu vida, y que por eso no podrás salir adelante, te pones en un lugar de “víctima”.
Con Cristián Campos fuimos compañeros en varias teleseries, ¿qué sensación me dejó el fallo tras su sobreseimiento? Trabajé muchos años con él, hace mucho tiempo que no lo veo y, la verdad, fue algo muy que me sorprendió mucho lo que lo que apareció ahora. No podría referirme a apoyarlo a él o a ella, porque no no sé realmente lo que sucedió; yo no estaba ahí para juzgar la situación. Me parece muy doloroso, desde los dos lugares.
Sigo teniendo una mirada espiritual de la vida; aunque no pertenezco a una religión, sigo siempre en una búsqueda espiritual. Creo que todos somos seres espirituales, más allá de este cuerpo. Para mí, la búsqueda de lo espiritual, de lo profundo, de lo que somos y de lo que vinimos, es muy importante.
¿Creo en Dios? He integrado las religiones que he tenido. No me siento perteneciente a la católica ni a la cristiana, porque hay muchas cosas con las que no estoy de acuerdo, por lo tanto, me siento parte de todo pero no específicamente de algo que me encierre; tengo una visión más grande de lo que es la divinidad y la conciencia. Puedo darme cuenta de que esta polaridad del bien y el mal nos tiene muy separados. Debemos buscar un camino de al medio —como decía Confucio—, y ahora que me voy a China estoy full Confucio, por más equilibrio.
Me voy a China a fin de septiembre y ahora dejo a mis hijos —que ya están grandes— un ratito para que ellos también hagan sus cosas. El mayor tiene un hijo de 13 años; y el otro, una niñita de cinco y otra de cuatro.
Con Matías nos vamos a China. Él está allá y yo me voy en tres semanas. Es profesor de teatro, estudió educación y es bilingüe; postuló para su trabajo y le salió esta pega. Nos vamos tres años. Es un gran desafío, pero también una hermosa oportunidad, económica y laboralmente para nosotros; y para mí es un gran aprendizaje, conocer otra cultura y aprender un idioma, que me gustaría. Mis hijos hablan en inglés perfecto. Estoy al debe, me gustaría aprender y conocer mucho además, todo el Sudeste (asiático), una cultura nueva, conocer de la meditación, del Tao (taoísmo) y del budismo. Mi búsqueda espiritual me lleva a este lugar con esos aprendizajes, como el desapego.
Me tiene entusiasmada, es un gran regalo de la vida tener esta oportunidad. Obvio también te enfrentas a emociones como echar de menos, que mis padres y hermanos, que están vivos, y tengo muchos sobrinos. Somos una tribu. Los tengo a todos concientizados con que me tienen que ir a ver: tengo pieza de alojados.
Mis papás son grandes ya, 80 y 79 años, pero los dos están bien y sanos, acabamos de tener una sobrina, la hija de mi hermanita menor, Alma. Por eso me quedé más (en Chile), porque quería acompañar a la “Javi” en su proceso.
Tengo dos nietas y un nieto, uno de trece, y dos de cinco y cuatro años. Mis nietas me tienen un poco preocupada, porque por lo menos cada dos semanas voy a verlas, les encanta que hagamos un pijama party y me dicen “Nany” —por la serie—, y son súper regalones mías: “’Nany’, quiero que vengas”, me dicen, y hago todo por ir, y desde China no podré. Es difícil practicar el desapego con ellas. Y el de trece ya está todo un adolescente, y tiene pasajes para China. Pero con las chiquititas da un poquito de dolor del corazón. Hay que seguir la vida, porque todo el mundo está con sus planes, mis hijos también quieren viajar, irse a otros lados; y si le salen sus cosas, se irán, ¿y crees que me van a preguntar? ¡No! ¡Y está bien! Es la vida. Estamos unidos siempre.
Disfrutaré de la vida en China, como si fuera una adolescente que tu papá te dice “te vas a un año sabático”. Obviamente me encantaría aprender muchas cosas allá, de lo que tiene que ver con las terapias; pero tengo que tener algún idioma, así que primero eso, y conocer y disfrutar. Nunca hemos estado solos como pareja: yo vivía primero con mis dos hijos; después llegó Matías, después un hijo se fue, pero el otro volvió, y hemos estado hasta hoy con mi hijo mayor, que ya está por partir, terminando su su carrera. Es nuestro momento de estar solos, ¡muy solos parece!, porque no va haber nadie, jajaja.
Creo que ahora viene una gran recuperación en China, tendré todo el tiempo para mí. Creo que me faltó ese espacio de soledad, siempre cuidando niños; cuando éramos chicas éramos muchos hermanos; después quedé embarazada a los 18, y de ahí sin parar; y después, los nietos. No digo que pase todo el día cuidando a mis nietos, pero hay una responsabilidad y tienes que ir a verlos una vez por semana. Ahora, es ese tiempo y todo para mí. Es muy lindo para mí: estar de polola sola, con Matías, los dos, que esa parte me la perdí. La vida te va devolviendo.
Mi idea es venir una vez al año a ver a mi familia. Dejaré algunos teaser para presentarme si hay algún proyecto que se encienda en Chile; dejaré esa puerta abierta, y quizá venga a grabar algo, stand up o algún taller. No están las puertas cerradas, dependerá de la propuesta que haya. Mi idea es venir aunque sea una vez al año a ver a mis mi nieto y nietas.
Todavía ni siquiera llego a China, aunque Matías me ha mandado muchos videos muy hermosos, de Chengdú, una ciudad con más habitantes que Chile, que tiene mucha tecnología y seguridad. No sé qué pasará con mi vida, pero siempre estaré ligada a mí país y a mi familia. Mis padres y hermanos me han dado un sostenimiento verdadero; merecen todo mi amor, respeto y por supuesto que no estaremos lejos.
¡Justo ahora que me voy!, jaja, estaré en Mi boda es una trampa, la primera teleserie vertical de Canal 13, ¡porque este podría ser el comienzo de mi segunda etapa de mi carrera artística en Chile! Pero bueno, si me quieren realmente, me van a esperar, o me mandarán a buscar, jaja.
Mi papel es muy chiquitito en Mi boda es una trampa, que es un cameo, y hago un guiño u homenaje a “Alexis Opazo”. Mi participación en la novela es un re-empezar, tiene algo simbólico. Es un re-empezar de la ficción, ahora desde lo digital, y me llamaron porque soy una emblemática del canal. Y como le va a ir muy bien, volveré de China a grabar más teleseries verticales, que dicen que partieron en China, ¡todo da vuelta! Iré a sacar ideas, jaja.
En las teleseries verticales las escenas son muy cortitas, los capítulos van muy rápido y todo mucho más apurado, y también creo que la tecnología es diferente. Yo no lo noté tanto, porque están las cámaras ahí y yo tenía que maquillarme, y todo era muy parecido para mí; pero en formato es distinto... Ya lo vamos a ver... Espero vernos todos regios y flacos, como es vertical, jaja. Somos pioneros.
No he tenido ninguna propuesta para teleserie (tradicional). Hice una película cuando vino la pandemia, así que nunca salió al aire, Turistas all inclusive, que fui a grabar a Punta Cana, con Pato Torres y Fernando Kliche, y no ha salido nunca a los cines... Pero no he tenido una llamada para teleserie. Los elencos son chicos y los que más hacen teleseries son los que trabajaban en TVN, así que no tengo tampoco mucho contacto. Pero confío en que se abrirán más puertas a través de las redes y de esta mini-novela (Mi boda es una trampa). Hay que usar lo que está apareciendo. Para mí, el artista chileno, o el actor, es un viajero en el tiempo, que va mostrando los dolores del alma de la sociedad, y nuestras historias son nuestras, son parte de lo debemos sanar. Mostrarlas y ponerlas en evidencia nos ayuda a todos a mirarnos.
¿Me siguen interesando las teleseries? Me interesa mi trabajo como actriz. Me gusta mucho la comedia, por eso hago stand up, porque la comedia me parece el mejor formato: mezcla el drama con la tragedia, pero siempre termina con un final feliz y hace encontrar en la risa algo sanador. Me encanta la comedia. También el drama y la tragedia te llevan a conectar con tus emociones, ya que estamos tan bloqueados de nuestras emociones, y eso hace que en algún momento todo ese mar dentro, explote; en cambio, mejor sería si fuéramos liberando las emociones de a poquito. Por eso es muy bueno ver una serie o una teleserie, y si te da pena llorar, y si te da risa reír, y si te da rabia, enojarte; y mirar más allá: “¿Por qué esto me provoca rabia?” o “¿por qué tengo tanta pena?”. Es bueno soltar las aguas, para que después no se convierta en un diluvio.
El déficit atencional —o la hiperatención— genera mucha creatividad, porque siempre estás recibiendo información de todos lados; el tema es cómo canalizarla. Eso trae conflictos también, no sólo con la relación de pareja, sino que en todas tus áreas; como no puedes enfocar, quizás pierdes la energía, o el propósito, en el camino. Te produce un tropiezo o boicot constante, y por supuesto que me provocó eso, mirando la parte de la oscuridad. Pero desde la luz, me hizo muy creativa y siempre busco formas entretenidas de comunicarme y entregar información a través de los personajes, del coaching y del stand up. En Cerro Alegre, cree un refranero para que mi personaje hablara en refranes; y el La Nany, un diccionario de la “Nany”, porque fui incorporando muchas palabras. Todo eso tiene que ver con esa creatividad.
Me ha costado ser ordenada con la plata, podría haber sido mucho más ordenada de lo que he sido; pero considero que soy equilibrada con mis gastos, o sea, soy una persona derrochadora ni mucho menos. Me considero bastante equilibrada; y Matías, también.
Siempre he sido muy energética. El entusiasmo es una capacidad que tengo muy de niña, y que me parece muy bueno, porque que el niño interior uno tiene que dejarlo fluir, porque es que mueve la vida de alguna manera, cuando es un niño ya más “maduro” y ha reflexionado. Sigo teniendo mucha energía y me encanta el juego. Creo que es muy importante no tomarse la vida tan dramáticamente, aprender que estás en una obra de teatro, que estás guionando, dirigiendo y actuando tu propia película; y desde esa mirada puedes interferir más, como guionista o directora de tu propia obra. Me he dado cuenta de que dónde te enfocas es que se va creando. Muchas veces la imaginación es un poder muy grande, pero no sabemos valorarlo, o pensamos que no importa.
Creo que es muy importante para las personas saber que cuando estás imaginando, de alguna manera se está creando; por lo tanto, si vas a invertir tu energía y quieres que tu vida vaya en armonía y en equilibrio, trata de imaginar las cosas más lindas, pacíficas y entretenidas para ti y los otros. No es algo que da lo mismo. Mi mirada más luminosa de la vida me ayuda a mí y a los demás.
Cuestionario Pop
Si no hubiera sido actriz, me habría gustados ser doctora o veterinaria.
En mi época universitaria en la U. de Chile, como me embaracé en el primer año de escuela y fui madre, me la pasaba entre trabajando y estudiando. No pude hacer todo lo que mis compañeros, que hacían teatro experimenta. Fui compañera de Guillermo Calderón, dramaturgo, la Paula Godoy y Daniel Alcaino, que hicimos obras juntos.
Un apodo es “Ale” nomás, o “La reina de la noche”, que la gente me dice mucho en la calle.
¿Un sueño pendiente? Con Robert Downey Jr., que soñé una vez que venía a Chile, yo era la productora, lo dejaba en su habitación y me decía: “¿Pasa la noche conmigo”, y le respondía: “No, estoy casada”. ¡Y después no volví a soñar con él! Así que ese es mi sueño pendiente, jaja.
No creo que tenga cábala... Quizás alguna meditación de envolverme de luz alrededor mío.
Una frase favorita es una de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras”.
Mi primer sueldo lo gasté en pagar cuentas, jaja, con dos hijos: me cambié de un departamento en Recoleta a uno en la Avenida Brasil, en el centro, más cerca de donde tenía que trabajar, Canal 13.
Un trabajo mío que no se conoce es que hice de payasita, y habían lugares donde los niños nos clavaban con el tenedor, jaja, en la época de la universidad; y de promotora de electrodomésticos en un mall.
No me arrepiento de nada, todo fue perfecto como fue... Creo que cuando uno era más joven, era más fácil comer chocolate y lo quemabas más rápido, entonces pienso que fui muy exigente conmigo misma: “Nada de chocolate” o “Nada de alcohol”. Y ahora digo: “Pucha, debí haber aprovechado un poquito”. Ahora cuesta más bajar de peso o estar en forma, ¡ahora menos se puede comer!
Una actriz que admiro es la Sonia Viveros, que ya no está; Gabriela Medina, que se fue hace poquito; y María Izquierdo.
Una actriz famosilla amiga es la Lore Capetillo... Con las de Adrenalina (Merino, Yankovic y Lasala) somos amigas, nos querermos.
Hay tantos libros que me gustan, pero hay uno de Anita Moorjani, Muero por ser yo, que es una mujer que tuvo un episodio de morir químicamente y volver a la vida. La Biblia la leí tanto que me la aprendí de memoria, jajaja.La tengo como uno de los libros importantes, que te muestra nuestra esencia espiritual, pero desde la psiquis y los símbolos, no desde el lado tan literal, como en un momento la leí.
Un talento o pasatiempo oculto es toca la guitarra. De chica tocaba guitarra a las monjitas e inventé varias canciones a la Virgen.
Una película que me haga llorar es La vida es bella y Cinema Paradiso.
¿Un miedo? Tengo miedo a equivocarme. Ahora, me lo tomo de manera diferente, pero fueron muchos años con miedo a equivocarme, a hacer lo correcto y a no ser buena. Tiene que ver con la religión y también, cuando chica, siempre había un castigo por equivocarte; no era como ahora, que se habla más con los chicos, y hay otra mirada, y de ver la crisis y la equivocación como una oportunidad... Y también puede que un poco a las arañas, jaja. Menos mal que Matías es australiano, entonces allá tiene muchas arañas; y cuando acá hay arañas, le digo “hay una araña, la voy a matar”, y me dice: “No, no, yo la voy a sacar”. Y la saca. Qué ternura. Me ha espantado a todas la arañas... Y también le tengo miedo a que me controlen, y he tenido que trabajar en mí para mantener mi autoridad personal.
Creo que el horóscopo tiene muchas cosas que le acierta, no el que sale en los diarios; pero ese horóscopo de la constelación y de la carta astral me parece muy asertivo. Creo que te puede mostrar una una parte de tu puzzle, no para casarte obviamente, porque no hay que casarse con nada, pero sí ir mirando las distintas versiones de ti, qué te aporta, o por qué naciste ahí. Creo que todo tiene un sentido. Soy Tauro.
Un placer culpable es el chocolate.
Si pudiera invitar a tres personas de la Historia a un asado, invitaría a Luis Miguel, Chespirito (Roberto Gómez Bolaños) y a Robert Downey Jr., jaja, para ver si completamos el sueño.
Alejandra Herrera es una definición que no quisiera hacer, porque eso la limita; obviamente todos saben que es actriz, coach, tengo hijos y nietos, pero cree que es una consciencia o energía viviendo una experiencia humana: la divinidad viviendo la experiencia, desde su mirada.
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