Por Guido Macari MarimónLa Firme con Camilísima: “No le tengo miedo al embarazo: le tengo miedo a elegir mal al padre de esa guagua”
Ante su salida de TV+, confía que con su perfil “trabajólico” no le faltará pega. Camila Campos repasa su historia y presente, e incluso analiza algunos pasajes polémicos que la lanzaron al radar de la farándula. “¡Soy demisexual!“, declara.
Sin escatimar en nombres, la bautizaron como Camila Constanza de los Ángeles Campos Aguirre (37), pero se sienta más identificada de manera más sintética, ni siquiera “Camila Campos”, que quizá sería lo más lógico:
—Soy la “Camilísima”, soy “la Cami”, soy “la Mili”, pero nadie me dice “Camila Campos” en la vida —asegura—; eso es como del colegio, cuando pasaban la lista. Nunca más me dijeron “Camila Campos”.
Sentada en una sala de TV+, previo a su fin en el canal, rato antes de grabar uno de sus últimos —aunque todavía no sabía— capítulos, la periodista conversa con La Cuarta, y recuerda la curiosa manera en que surgió su apodo principal, “Camilísima”. De adolescente, tenía que ponerse un usuario para el extinto servicio de mensajería instantánea, Messenger: como en su casa le decían “Mili” y en el colegio se refería a ella como “Cami”, pensó en “Camili”. Sin embargo, algo le faltaba, y el “mísima” se lo agregó porque su madre veía el canal de cable Utilísima.
— Es una estupidez, pero era chica —comenta entre risas.
Y así, se quedó con ese nombre de usuario que ocupa hasta hoy, tanto en Instagram como en TikTok, redes en las que tiene más de 100 mil seguidores.
Sin embargo, hasta el 2021, la comunicadora no tenía ni una gana de hacerse conocida, sentía que no tenía las aptitudes, y prefería estar detrás de cámara, hasta que no le quedó de otra que aparecer en Canal 13, como panelista digital en la fallida primera etapa del Tu Día. Pero tras una elogiosa columna del crítico de TV Larry Moe, quien incluso la calificó como una “nueva Tonka Tomicic”, su prometedor inicio se vino abajo; y es que, según le han dicho ella con el tiempo, esa columna no habría caído bien en alguno de los altos cargos del canal. Así, pasó dos años fuera de la pantalla chica, y recién logró reingresar con un breve estadía en el reality Tierra Brava en el 2023.
Hasta hace poco más de una semana, Camilísima se encontraba en el Máximas (TNT Sports) con Maly Jorquiera y Melina Noto, y en el Sígueme. Pero su rol en el programa de farándula acabó, tras su salida con Carla Ballero. Contactada días después por el diario pop, admite que un poco se lo esperaba, y dice no sentirse particularmente afectada.
De todo eso y mucho más habló la periodista en dos tandas con La Firme, desde su feliz infancia; su compleja adolescencia, marcada por una “malformación”; las dificultades para sentirse aceptada por los demás y sí misma; las complejidades de la dismorfia corporal; el drama del amor y de pasarse buena parte de su juventud en busca del “hombre ideal” o la “familia perfecta”; su polémico pololeo con Sebastián Ramírez, su menos conocido romance con Francesco Gazzella y su affaire com el mismísimo Alexis Sánchez; algunas respuestas a personajes faranduleros como María Paz Arancibia; su mirada del dinero y el sexo; las razones de alejamiento del alcohol; su plan para convertirse en mamá; entre otras varias minucias.
LA FIRME CON CAMILÍSIMA
Tuve una infancia muy feliz, de mucho cariño con mis papás. Me acuerdo de estar jugando y de tener un ambiente familiar muy bonito. Con mi hermano, un año mayor, me llevaba súper bien, siempre; nos enseñábamos cosas: le enseñé a abrocharse los zapatos, y él me ayudó con los estudios. Súper amigos.
¿Cómo la pasé en el colegio?... Ehhh, no me acuerdo… De hecho, voy a ir al neurólogo, pronto, jaja, porque hay muchas partes de mi vida que no me acuerdo. Me preocupa. Entiendo que de la infancia e incluso que no me acuerdo de alguna gente de la universidad; pero, por ejemplo, no recuerdo haber sido jurado de Miss Universo en el 2019, ¡no me acuerdo de nada! Me di cuenta porque entrevisté a Keno Manzur, el organizador, por la Inna Moll y el tema de que “la corona estaba comprada”, y le pregunté: “¿Cuáles son los criterios para elegir el jurado?”, ante lo que Keno me contestó: “Pero, Cami, tú participaste de esto, sabes perfectamente que este es un concurso justo... la papeleta donde uno marca...”, y me empezó a describir y yo pensaba: “¡¿Qué papeleta?!”. Me ha pasado mucho... No sé (cuál es la causa). Creo que tiene que ser un problema con la memoria.
La adolescencia siempre es compleja, pero, en mi caso particular, nací con una malformación que se me arrojó ahí: tenía un problema con el pezón, con el desarrollo del botón mamario, que no logró desarrollarse cómo es en las mujeres. Nos costó darnos cuenta, entonces tengo prótesis, y me las puse a muy temprana edad, con la autorización de mis papás, porque no me iban a crecer las pechugas. Obviamente significó un tema para toda mi adolescencia. ¿Y es una malformación o sólo tener menos pechuga? No desarrollé botón mamario, que se expulsa como para afuera y empieza a crecer.
No me atrevía a cambiarme el bikini frente a las niñas; y mi mamá se dio cuenta, porque nos acompañó a todas las amigas para cuidarnos a un paseo en la playa, y pensó: “¿Por qué la Cami se va al baño poner el bikini?”. Volvimos a Santiago y, de a poco, iba preguntándome, y se metió en mi ropa, y se dio cuenta que yo alteraba mis sostenes para ponerles un relleno, me hizo la pregunta y me sinceré. Fuimos al doctor, ahí se dieron cuenta y (vino) la solución. Fue muy difícil para mí ese periodo de mi vida, porque me hicieron mucho bullying (“¡plana, plana!”); todas las niñas empezaban con sus pechuguitas; y yo, nada. Me molestaron mucho en el colegio.
Siempre he estado en la permanente búsqueda de la aceptación y con mucho miedo al rechazo. Al ser distinta, nunca fui aceptada como el resto, si yo era distinta. Siempre estaba “intentando” pertenecer, que creo que viene de ahí (de esa etapa de la adolescencia), y por supuesto que eso se desató en otras experiencias de mi vida, más adulta evidentemente. De repente, había algo que a algún cercano no le gustaba de mí, y yo trataba de cambiarlo para que me aceptara y transgredía mis propios límites; ha sido dificultoso desarrollarme emocionalmente desde muchos aspectos. Pero todo es pasado gracias a la terapia.
He estado toda mi vida en terapia. Tengo antecedentes familiares de depresión endógena, y la primera vez que entré fue en el 2015. La depresión endógena es hereditaria; quería saber si la había heredado, era una preocupación, porque la depresión es una enfermedad conchasumadre: de muchas te puedes curar, (pero) la depresión no tiene cura, y es silenciosa y de mierda. Vivir en un núcleo familiar donde está presente esa enfermedad es un tema también. Fui a terapearme: no la heredé y me dieron el alta. Pero me di cuenta de que tenía cosas inconclusas, evidente, que se desarrollaron posteriormente en mi vida y me llevaron de nuevo a terapia, que tiene que ver con la aceptación y los límites personales. Y no he parado nunca.
Tengo dismorfia corporal. Nací con la malformación —que dije al principio—, entonces, por mucha pechuga que tenga ahora, por mucho que me arregle y me inyecte los labios, la Camila adolescente todavía me pesa, todavía la veo en el espejo, todavía me cuesta lidiar (con mi físico). Siempre me estoy “encontrando” algo que “no está bien”. Pero ahora estoy más vieja y ya es como: “Basta”. Aceptarme.
Cuando uno se pasa mirando en el espejo, cuando es un exceso, empiezas a ver ciertas pifias, pero que en realidad las personas ni siquiera se dan cuenta. Pero tú dices: “¡Oh, tengo esto en la frente!”. Tiene que ver con de que he sido muy castigadora conmigo misma, y creo que también pasa por ahí el tema de la dismorfia. Lo estoy trabajando. Obvio que hay una evolución; hay cosas que me importan cada vez menos, la celulitis por ejemplo; si bien soy muy flaca, soy súper celulítica, y ahora me pongo el short nomás. No sé si me lo pondré para una fiesta masiva de 800 personas, pero ya para ir el supermercado no me aso de calor por taparme la celulitis. Hay guerras que ya doy por... ganadas, no son por perdidas: ¡yo le gané a la celulitis! ¡No me ganó a mí!
Me saqué los labios que me había puesto. Ahora me los rellenó un poco, pero con lápiz. Lo que pasa es que yo me saqué la “trompa”. No sé si se habla mucho de esto, pero el aumento de labios te produce una trompa de pato para afuera, te expulsa, y no me gustaba eso; pensé que se me iba a ir el ácido hialurónico, ¡y no se me fue nunca!
Soy la paciente del 5% que el ácido le queda pa’ siempre, lo descubrimos cagados de la risa con el doctor, y era como: “¿Tú cachai cuántas pacientes quisieran estar en tu lugar? Tienen que pagar cada seis meses, ¡y tú llevas dos años intacta! No puedo creer”. Y yo le dije: “Este hocico de pato ya me tiene podrida hace rato, ¡sáquemelo!”. No sé si por cagada, pero dentro de mis prioridades económicas, si mis labios ya estaban gordos, tenía otras hueás que pagar. Siempre estuve esperando que se me fuera, ¡y no se me fue nunca! Tuve que pagar para que me sacaran esa protuberancia, entonces ahora me relleno con lápiz, que queda más bonito.
Empecé a trabajar por Canal 13 y lo encontré por Laborum, ¡nadie!, como: “Importante medio de comunicación te invita a ser parte de su departamento digital”. Postulé y quedé. Y cuando me mandaron que la dirección de Inés Matte Urrejola, llegué en Metro y me enteré que era ese canal; y quedé en esa entrevista de mierda, con quince hueones que estaban todos nerviosos, y me los paseé a todos (Chasquea los dedos). Quedé e hice carrera ahí.
Toda la primera parte de mi carrera estuve detrás de cámara; me encontraba tartamuda, nerviosa, mínima, fea y todo mal. Me habían ofrecido muchas oportunidades para aparecer en cámara y a todas dije que no. No me interesaba. No me quería hacer conocida. Era feliz así. Tuve la suerte de que siempre se necesitaban periodistas, y siempre había alguien que quería hacerlo (aparecer en pantalla). Decían “la Camila” y yo respondía: “¡No! Mejor la ‘Nati’, ¡tiene ímpetu! ¡Llegó recién, es una cabra joven, llena de vida!”. Yo me quería ir a mi casa a las 6 de la tarde, no quería ir al puto evento a las 8 PM por la misma plata; me quería ir a mi gimnasio, acostarme y dormir.
Me ofrecieron ser editora periodística, un cargo que a todos los que hacemos periodismo detrás de cámara en medios nos gustaría, para delegar, mandar y ser quien dice: “Nuestro medio es exitoso”, que en ese tiempo era Alfombra Roja, que todavía es de Canal 13. Ese proyecto se lo fui a presentar a (Max) Luksic, porque cuando AR, el programa de tele, muere con el terminó de la farándula, con una colega, dijimos: “La farándula no ha muerto, transitó, ahora es digital: la gente está metiéndose los portales gringos, Daily Mail o Page Six, entonces no hay que matar a AR”. Y fuimos para arriba, al cuarto piso, y dijimos: “No la maten, pásenosla, la vamos a convertir en un sitio”. Y cuando me fui de Canal 13, no me lo llevé evidentemente; eso pasa cuando uno trabaja para una empresa gigante con tus propias ideas. Ahora es hasta un área con periodistas y todo.
Me gustaba reportear y escribir. Alfombra Roja digitalizó un poco la farándula. Le hicimos sesiones de fotos a la Kenita Larraín, cuando le pusimos una correa, trajimos de vuelta a la Antonella Ríos, a la Luli (Nicole Moreno), a la Fanny Cuevas la pusimos elegante y sacamos una portada, y a la Coté López. Me conocen mucho del espectáculo por AR. Me gustaba mucho lo que hacía. Fui muy feliz trabajando detrás de cámara.
Agarré confianza cuando me dijeron: “O te vas al matinal (Tu Día, 2021) o te voy a pegar una patada en el culo, porque ya basta de desaprovechar tantas oportunidades”. Me dijeron: “¡Basta! Esta es una oportunidad para ti, es una vitrina, tienes que atreverte, basta del pánico. Y en pandemia sacaron a la niña que estaba haciendo las coberturas para digital y, por orden del jefe nuevo, me pusieron a mí. Tuve que aperrar y me empezó a gustar; lo encontré entretenido. Y en el matinal querían a una “panelista digital”, me llevaron para allá y fue mi primera experiencia en televisión.
En una de sus columnas Larry Moe me comparó con la Tonka Tomicic (Se titulaba “Preparando a la nueva Tonka), que al final me sepultó, jajaja... O sea, agradecida toda mi vida, de verdad, porque esa columna creo que no se ha vuelto a repetir. Es un buen crítico, considerará que lo hago bien… Está el mito de que ese diario llegó al cuarto piso de (Canal 13). Hoy me da risa, pero en su momento fue un rumor súper fuerte: me llamaron de muchos medios para preguntarme si era verdad, y yo estaba sufriendo, porque ahí me enteré. Con el correr del tiempo, me he encontrado con harta gente de ese matinal, que ya no está ahí, y me ha dicho: “Cami, ese diario sí subió al cuarto piso”. Pero pasó hace tanto tiempo, que si me jugó una mala pasada, ya está hecha.
Desde que salí de Canal 13 me comprometí a no venir a hacer amigos al trabajo, ¡basta! ¡Se acabó! Tampoco los amigos del 13 me salvaron, así que dije: “Filo, el trabajo es trabajo”.
En otros canales nadie me conocía, entonces nadie me quería contratar. Le hablé a todos, al (Carlos) Valencia, y a todos ellos: “Soy seca, llévame a tu equipo...”. Le escribía a (Sergio) Marabolí, para trabajar en La Hora; le mostré el whatsapp ahora que me lo topé (como su compañero en el Sígueme) y le dije: “Mira, yo te había escrito, y no me lo pescate”... Me ofrecieron un reality y pensé: “Ya, está mi manera de volver, es lo que hay”, ¡porque nadie me contrataba en ningún otro lado! Busqué mucha pega, tiré mi currículum a todos y tuve un linkedin, que yo lo saqué.
Estar en pantalla me rentabiliza mejor, ¡las cosas cómo son! Haciendo lo otro ganaba $800.000 pesos... Perdón que tenga el signo de peso en la cabeza, pero también crecí; no puedo estar trabajando por pasión. Igual amo lo que hago, de verdad, pero empecé a ser más estratégica quizás, más que a trabajar con o sin pasión. Creo que cuando salí de Canal 13 con la decepción gigante de no sentirme apoyada, a pesar de haber tenido la camiseta puesta tanto tiempo, dije: “Ya basta, el trabajo no es por amor; tengo que ponerle cabeza, y se acabó”.
Creo que en el Sígueme dije que “no sé si me he enamorado”. ¿Me he enamorado? Yo, en mi manera de ser, que la considero atípica en muchos sentido respecto al resto, sí me he sentido enamorada; pero puede que mi concepción de amor no sea la misma que tienen la mayoría de las personas: yo lo doy todo y pareciera que no tengo límites, pero sí soy una persona que cuando se cansa de verdad, y dice “nunca más”, es “nunca más”. Puedo borrar a una persona de mi vida. Lo considero, no sé si un “don”, y es hasta medio ¡piscopático! quizá: pero si decido que nunca exististe en mi vida porque ya me hartaste y no quiero saber más de ti, se acabó... Pero creo que sí me he enamorado. Sí.
A Seba Ramírez lo apoyé incluso cuando estuvo en la cárcel (por conducir en estado de ebriedad), ¡en todo lo apoyé!, incluso en la demanda por violencia intrafamiliar por la que pasó, que es un hecho concreto que está en tribunales. Uno de los tantos aprendizajes que me dejó la relación con “Sebita” es que uno no tiene que acarrear con las mochilas de la otra persona. No hay que hacerse cargo. Cada quien tiene que remar con su propio bote, con sus propios problemas, y a lo mejor llegar a una “estación común” que se llama “nosotros”; después de remar por todo el mar con nuestros traumas y temas, y ahí empezar a construir algo. Pero no involucrarse tanto en lo del otro.
Nunca traté de cambiar al Seba (Ramírez), ¡nunca! En las conversaciones más profundas que tuve con él, le decía: “¿Sabes por qué yo creo que te amo? Porque no te cambiaría nada”. Cualquiera puede leer esto y decir que es una estupidez. Al revés: él siempre se sintió un poco presionado por estar conmigo, a lo mejor con una mujer que pa’ él significaba mucha presión, pero sin yo meterle esa presión. Siempre lo acepté. Desde el primer día que decidí salir con él, y que esto creció —yo no soy ninguna pitonisa—, dije: “Estamos atravesando un estallido social y una pandemia, pero el día de mañana los realities van a volver y te van a llamar a hacer lo tuyo, que es agarrarte gente, pelearte y ser este personaje, y te vas a tener que meter a trabajar y traer platita para la casa, compadre; pero significa que tendré que aceptar un montón de cosas que estoy dispuesta a aceptar, porque sino no estaría contigo”. Hoy ese tipo de personaje ya no va mucho; la gente ya no no está tolerando la violencia, desde ningún punto de vista ni verbal ni físico, ni la discriminación.

Soy muy lógica para ver las cosas. No le meto tanto corazón y meto siempre más cabeza, en el sentido de que soy súper entregada, escucho y soy súper de piel; pero las cosas cómo son. O sea, si yo me estoy embarcando en una relación con un chico reality que va a ser ese tipo de personaje (jote y peleador), ¿qué hago yo pidiéndole que se ponga un pantalón Dockers y una camisa azul, y se vaya a trabajar a una oficina de 9 AM a 6 PM? Imposible. Igual elijo mis batallas.
He tenido dos relaciones de pareja: Seba y Francesco Gazzella, y los pololitos de la infancia y del colegio no los voy a contar. Pero yo no he sido muy polola la verdad; siempre he estado de aquí para allá, nunca me ha faltado un perro que me ladre. Lo admito. Ahora sí estoy 100% sola, llevo un año y tanto, ¡pero ahora sí que sola! ¡De verdad! Ya no estoy aceptado. Pero de allí para atrás siempre tenía a alguien por ahí, pero pololos-pololos, súper pocos. Con Francesco fue en un quiebre con Sebastián Ramírez, que pololeé con Francesco del 2021 al 2022, que lo conocí y sentí que me había enamorado de Francesco, jaja; estuvimos juntos, después terminamos y volví con el Seba, al tiempo, al ratito-nada... Con Francesco siempre hablamos, tenemos súper buena onda, y parece que ahora está con la Carola Varleta.
En el 2021 llegué a pesar 46 kilos. Atravesé un proceso bien triste en mi vida, que tiene que ver con que se me acabó la pega (en Canal 13), el amor y se me había acabado todo. En ese quiebre, que se me derriba todo mi castillo, volví con el Seba, pero no sé si por amor, sino que creo que porque necesitaba enfocar mi cabeza en otra cosa que no fuera esa pena. Y tampoco nos fue muy bien; nuestra relación no fue saludable, entonces eso me llevó a perder mucho peso en un momento... O sea, siempre me he cuidado, ahora peso 50, ¡toda mi vida he sido flaca! A mi mamá una vez en el colegio la llamó la profesora de Educación física para decirle: “Esta niña desnutrida, dele algo que comer”, ¡algo por lo que hoy se iría presa esa profesora! Ya no se pueden decir esas cosas; pero mi mamá me llevaba al doctor para hacerme subir de peso y toda la vida he tenido problemas con subir de peso... Pero 46 igual fue bajo.
Recién a los 36 años me acepté a mí misma, que me lo permitieron las experiencias. Todavía tengo una deuda pendiente conmigo, he sido muy castigadora conmigo misma, he transgredido mucho mis límites personales para complacer a los demás, sobre todo las relaciones afectivas. Me ha llevado a ser muy desleal conmigo y es una pena que todavía acarreo, hasta el día de hoy... Ay, me voy a poner a llorar (En efecto, se le ponen los ojos llorosos), jajaja... Pero es algo que estoy sanando; es algo conmigo, no con los demás. No miro como culpables a estas personas que, más encima, elegí yo para que fueran parte de mi vida en algún minuto, amistades y pareja (familia no, he sido muy beneficiada con mi núcleo familiar). Todo lo contrario: estoy muy agradecida por lo que me enseñaron. O sea, gracias a eso, llego a esta conclusión ahora.
Dejé el alcohol, porque me vuelve loca. Le hacía shows a mis pololos en las discoteques y le tiré una champaña al Seba en la cabeza. No funciono. El alcohol no va conmigo. Con dos copas de espumante dejó la cagada: me he peleado con amigas, cuento secretos, me acuerdo del ex de 1998, me pongo a llorar y veo escándalo donde no hay. Soy terrible, ¡terrible!...
Había dejado el copete en el 2021 y, luego, por asuntos de la vida, he vuelto; pero ahora último lo dejé, y creo que ya voy a cumplir un año y medio. Había vuelto a tomar por decepciones, mi cumpleaños y momentos más vulnerables. Ya no. Aparte, sufro de una caña, ¡Dios mío santo! ¡Qué penca! ¡Puta! La gente dice que porque “ahora estoy más vieja”. ¡No! Cuando tenía 18 igual... ¡Conchesumadre! Horrible. Estoy vieja, ya no puedo seguir perdiendo los días de mi vida a causa de una caña; prefiero tener un domingo placentero, levantarme y salir. Me gusta comer con vino, pero lo controlo: hasta dos copas.
Alexis Sánchez me escribió cuando yo estaba pololeando con Seba Ramírez, y le contesté: “Oye, estoy pololeando”, y él dijo: “Ah, chuta, perdón, no tenía idea, no te molesto más”. Después terminé con Sebastián, me llamó la Aylén Milla un día y me dijo: “¡Boluda, ¿qué hacés con las fotos del pelotudo todavía ahí (en Instagram)? Tenés que volver al mercado; te quejás que nadie te habla, pero vos todavía ahí besuqueándote con el tipo en las fotos del Año nuevo, ¡estúpida! ¡Borrá!”. Y pensé: “Oh, ¿en serio tengo que borrar las fotos?”. Borré las fotos y, corte directo, unos días después, me escribió de nuevo (Alexis), y me dijo: “Oye, ¿y las fotos?”. Y le contesté: “Sí, es que estoy sola ahora”. Y listo.
Se criticó mucho cuando se hizo público este “romance” o “affaire” con Alexis, pero me impresiona la cantidad de hate que me llega como: “¡Y esta que se hizo conocida sólo para haberse metido con este y con este otro...”. Voy a decir una cosa: cuando pololeé con Sebastián, ¡¿cuándo iba a pensar que volvería a encerrarse en un reality?! Ya estaba acabado, no lo meaba nadie; lo conocí cuando ya habían pasado los realities y fue mi pololo un montón de años. Y lo mismo con Alexis Sánchez.
La gente se pasa por el culo la libertad que tiene una mujer respecto a su intimidad. ¿Crees que no sé que (Alexis, por ponerte un ejemplo de un futbolista) le escribe a todo el mundo? ¡Obvio que sé! Pero qué rico, porque los hombres tienen que hacer doble pega: a ustedes no se les ofrecen las minas por Instagram: “Oye, juntémenos”; a nosotras, sí. Qué rico que tengo un abanico gigante de hombres en el cual puedo decir: “Este si y este no”. Y con él dije: “Este si”. ¿Por qué yo puedo buscar también la diversión en la intimidad a corto plazo y con conciencia? Pero no, soy “una pobre y triste hueona”. ¡No! Decidí meterme ahí porque se me antojó, quise hacerlo y no pensé en nada más que hasta “por la anécdota”. Lo quise conocer, me parece un gallo re-atractivo, qué rico que me escribió, “juntémonos” y ya.
Ahora somos todos súper doble moral: el diablo vendiendo cruces, ¡nadie ha tenido relaciones esporádicas aquí! ¡Todos hemos conocido a alguien y nos hemos transformado en pololos y maridos oficiales! Hay un affaire o relación esporádica y la gente (se pone) súper criticona. Se nos olvida que todo el mundo ha experimentado salir con alguien durante un tiempo, y después no resultó; y si resultó, bien, y sino, no. Y queda para la anécdota. Yo, de hueona, nada.
El affaire terminó porque unos amigos filtraron el affaire (con Alexis), ¡esos hueones conchesumadres! Todavía no sé cuál fue. ¡Ninguno fue! Seguimos siendo amigos, pero me junto con ellos y les doy cariño, pero no les hablo nada de mi vida; o sea, todas las conversaciones cuando salimos a comer, ¡son una lata!, porque preguntan: “¿Y qué es de ti?”, y digo: “Mi perrita, bien” y “mi mamá, bien”. Y luego: “¿Pero estás con alguien?”. Y les digo que no, y a veces sí estoy con alguien, pero ya no cuento nada. Horrible, con esas personas en particular. Sé quiénes son. Una mierda. Me he distanciado de todos. Ya no fluye, después de lo que pasó.

Me encantaba Nicolás Solabarrieta. Me tocó entrevistarlo, y era chico, tenía como 14, y lo encontré lindo; yo ya tenía como 20, y dije: “Uy, qué lindo este chiquillo”. Y después me dijeron: “Es el hijo de Solabarrieta”, y reaccioné: “Uy, del periodista”. Ahí quedó. Después creció y, bueno, me tocó conocerlo porque la vida y sus cosas... Siento que se portó mal conmigo, pero igual lo conversé en su minuto. Nunca dije nada del otro mundo (que tuvieron un romance) y hay que considerar que el reality estaba desfasado; entonces, me escribieron y me dijeron: “Oye, hablan casi todos los días hablan de ti (en el reality), hasta inventaron que una maleta se te había quedado y que adentro había una camiseta de Alexis”. Sacaron mucho contenido con mi nombre sin siquiera haberme llamado a un repechaje. Y entre esos contenidos, Nicolás había reconocido que habíamos salido afuera, entonces, me invitaron a los programas de televisión, me puse a hablar de esa situación y a contar. Pero lo mío salió primero, porque faltaba tiempo para que lo otro se emitiera; quedé yo como la que saqué la información... ¡pero la estaban tratando adentro! Algún día la iban a emitir, ¿y yo me iba a quedar callada? No: si alguien habla de mí, yo voy a hablar de esa persona.
¿Volvería a un reality? Depende. Por ejemplo, si sigo en TNT Sports, y me dan permiso; pero no sé si dejaría lo que estoy haciendo ahora por irme a encerrar a un reality. Dependería del momento, la plata y todo.
¿Karol Lucero me pagaba con “experiencia”? El reality me sirvió, porque a la hora que yo soy “la Camila” que estuvo detrás un computador toda su vida, no saco ni la reunión con Karol. Sabía que tenía LikeMedia, porque me tocó ir para allá, y vi que de repente otros chicos reality tenían programas, y me pregunté: “¿Cómo será esto?”. Le pedí a Karol: “Oye, conversemos”. Llegué, le presenté el proyecto y le dije: “Llevo tres años queriendo hacer un podcast, no tengo lucas para montar un estudio en el departamento monoambiente donde vivo; préstame tu hueá yo hago todo, ¿te gusta?”. Me dijo que sí. Nunca quise que me pagara, quería que me prestara el lugar, las luces y el director. Pero nunca supe que no les pagaba (a sus colaboradores), ¡no tenía idea! Me llevo súper bien con él, agradecida de Karol de hecho, porque de ahí me llamaron de TNT Sports.
¿He vuelto a hablar Carlos Palacios después del viral?, jaja. Me sacó de Instagram: me tenía en “Mejores amigos”, pero me dejó de seguir. A lo mejor encontró el amor, no sé, cuentan por ahí. Le tenía mucho cariño, de verdad, hasta hoy. Para mí, es un cabro con mucho talento y con una vida por delante. Le agarré mucho cariño. ¡Nada de jote! Yo podría ser la mamá de Carlitos Palacios, lo pude haber tenido a los 14 o 15, ¡imagínate!
Estoy en Máximas (TNT Sports) con la Maly Jorquiera y Meli Noto... Se vienen cositas más deportivas. Me gusta mucho lo que hago en Máximas, porque me hace sentir más en el terreno que me gusta, que es de la entrevista y la conversación. Tuve un podcast (el de LikeMedia TV) que duró tres meses y fue más exitoso que la chucha, de verdad. En el “en vivo” probablemente no nos iba muy bien, pero en redes tengo diez millones de views por video, incluso algunos llegaron hasta Argentina. Y todo era trabajo mío, porque ese podcast lo producía yo, me encargaba del guion, lo conducía y lo editaba; no acepté que lo editara alguien, porque soy súper buena para sacar cuñas y sabía cuál era la cuña, entonces llegaba a mi casa, editaba los clips, los subía y era la community manager. Trabajé sola; si alguien viene algún día a vapulear mi calidad de periodista, ¡pfff!, está cagado de la cabeza.
Con Máximas me ha llegado otro público, todos los hombres amantes del fútbol, ¡imagínate!... “mijita rica”.... (Y hace una serie de sonidos guturales que dan a entender que le escriben piropos de corte vulgar)... Y pienso: “¿Qué es esto?”, jaja. Pero buena onda. No les respondo, porque, ¿qué voy a responder a eso? Pero los quiero mucho también, jaja. Me cago de la risa.
Me gusta lo que hago, pero la farándula se está volviendo un poco más ruda de lo que yo quisiera. No lo sé. Tendría que ver (si me proyecto como panelista farandulera)... Más allá de lo ruda —no voy a decir “violenta”, porque no la considero así—, que lo entiendo, y sé que es parte del show, me he dado cuenta de que hay mucho doble estándar en la farándula, en el sentido de que vende una pomada, incluso en los paneles más transgresores —con los que me cago la risa, los veo todos los días, me gustan y lo paso bien—, de criticar a los otros, cuando siento que le perdemos el foco a lo realmente importante: la noticia. Pero igual es rico que se dé ese juego, ¿se entiende? Hay que saberlo jugar bien. Pero igual me he topado con cosas como que se acusan entre unos y otros de que hacen relaciones públicas, en cambio ellos no; pero en el camino te das cuenta de que sí hicieron su relación pública, porque montaron un podcast, tienen que conseguir invitados, le escriben a alguien y resulta que les chupan las patas a esa persona para que vaya al podcast; pero ellos “no hacen relaciones públicas”. Ese doble estándar no me gusta.
A lo mejor un día igual diré algo y a la semana siguiente demostraré que lo que dije no tiene ninguna validez porque me comporté de otra manera. A lo mejor es más liviano. Pero yo lo veo con un ojo, no sé si clínico, pero digo: “Oh, qué caras de raja”. La farándula lo veo como un show todo el rato, ¿periodismo? ¡Periodismo las cachas! ¡No! Esto es un show, ¡y me encanta! Cada día me gusta más. Me uno. Si me quieren hacer bolsa, me da lo mismo, y estoy pensando incluso en empezar a responder. Hace un año era todo un poco más light todavía, y de repente, ¡pum! Nos pegamos un salto, y yo me uno al bote, ¡feliz! Si quieren remar para allá, rememos.
Mi primer trabajo fue en la tele y tenía 22 años, y de verdad entiendo cómo funciona esta huevada: no se me mueve ni una músculo en la cara porque vi a un famoso, si estuve toda mi vida en un canal meando al lado de la Tonka en el baño. Para mí no significa nada, no soy polillita, ¡cero!

¿Me proyecto o no en la farándula?... Es que (depende) si me ofrecen otra cosa... Lo que pasa que soy periodista: ahora estoy en entretenimiento, pero mañana, si me llaman de prensa, y de repente me tincó más que la farándula, ¡me voy! A los periodistas nos dicen (que somos) un mar de conocimiento, pero (con) poca profundidad; estamos capacitados para asumir cualquier tipo de pega en comunicaciones, en cualquier género. Pero ahora la remo feliz.
Debo decir que soy una mujer muy privilegiada; nací en una familia de privilegios, no solo emocionalmente, sino que financieramente también, entonces soy una mina que no tiene resentimientos ni sentimientos malos por nadie. Soy muy afortunada, de verdad, las cosas me han costado cero. He tenido mucha suerte, no me quejo y, como no tengo esa maldad, porque no la he experimentado (mis papás siguen juntos hasta hoy, por ejemplo), entonces no puedo odiar a alguien sólo por existir, ¡porque no está en mi ADN!
¿Cómo me caía María Paz Arancibia? Iba a decir que estoy molesta con ella, ¡pero no alcanzo ni a estar molesta! Pero digo: “Oh, la María Paz, no puede ser así”, porque la recibí súper bien. Y voy a seguir manteniendo mi postura, aunque lleguen las “pirañitas devoradoras” (televidentes del Que Te Lo Digo) a devorarme por algo que no hice. Son todos súper chismosos, porque a ella la recibí súper bien; soy una mina educada. Dijo que no se “tomaría un café con nadie” (en entrevista con Danilo 21). Yo me tomaría un café con ella. La recibí con simpatía y buena onda, obviamente con cierto cuidado también; pero siempre muy cordial y buena onda. En algún minuto hasta hablamos de salir a carreteare ir al Piknic Électronik. Y una vez le tocó irse a pata, no sé por qué, la vi y le dije: “Oye, ¿te llevo? ¿Te acerco?”, y la llevé al Metro, ¡buena onda! ¡Todavía tengo selfies con ella en el teléfono! El otro día me puse a borrar fotos, ¡y la de ella la dejé! Entonces me da lata que ande hablando. No anda diciendo que la traté mal, pero deja la duda. Me parece feo po’. No es necesario. No le hice bullying, no la traté mal, no tuve ningún problema con ella, que los tuvo con otros compañeros, ¡y perdóneme!, pero acá estamos trabajando: tampoco voy a saltar a (tomar partido); cada quien con sus rollos. Escojo las batallas, y la gente esperando que le tirara el pelo al aire a la Daniela (Aránguiz)... ¡¿PERO QUÉ PUTA PELÍCULA SE ESTÁN PASANDO?! No.
María Paz Arancibia dijo que en el Sígueme estaban “pendientes del ánimo con el que podía llegar la señorita Daniela (Aránguiz)”. Esa es la percepción de ella... yo no me puedo meter... Y esas también son decisiones editoriales; yo no soy editora del programa. Y nunca vi que los editores decidan el contenido en base al humor con que llegue la Daniela, y que ella nos condicionara, ¡mentira!
Vi el capítulo de la María Paz Arancibia en Primer plano (CHV), pero no en la noche, porque me quedo dormida a las 21:30, que ahí ya estoy entrando al sueño. Lo veía siempre después, por trabajo más que nada, no por placer po’. Ahora igual estoy chocha (tras su salida de Sígueme) porque no voy a ver al Karol Lucero (por la polémica de su infidelidad); no estoy ni ahí, jaja, veré a las Kardashian en Disney +... Lo vi por pega y después supe —porque me contaron—, que ella se había sentido súper mal; ahí me dio lata. Qué pena ir con una expectativa y salir dañada. No se lo merece nadie... Hay formas y formas... El hecho también de que ella estuviera en un móvil, más distante, técnicamente tampoco se daba para que la conversación fuera más fluida.
No me cuelgo de nadie: todas las personas a las cuales me he referido por A, B o C, han hablado de mí primero. Sebastián Ramírez, cuando dijo a la Cony Capelli frente a todo Chile que yo me lo había cagado con Alexis Sánchez y toda la huevada, y me quedó la zorra, le respondí. No soy la loca que un día decidió abrir el Instagram y hablar. Después, el otro (Solabarrieta) había hablado de mí porque la Botota (Box) y la Dani Aránguiz salieron con la información, el otro respondió, y se montó toda una escena en el reality, que duró como quince minutos, ¡¿y yo me iba a quedar en mi casa de brazos cruzados sin decida nada? La María Paz se sienta en un podcast a hablar, ¡¿y yo no le voy a responder?! Ubiquémonos. Yo no hablo de nadie, ¡porque no me interesa! Pero si alguien va a hablar de mí, tengo el derecho a responder. Y voy a responder, ¡obvio! Así funciono.
El Dónde están los famosos fue un proyecto trimestral. Ese programa tenía fecha de término. Si evolucionaba, genial. Pero siempre fue un programa del tren programático que tuvo este canal y alineado con lo que era antes del canal, el Amiga Date Cuenta, Pedro Engel y esos programas que ya no están. Ese programa estaba sujeto a eso. Y como no pegó lo que se esperaba, se terminó. Pero porque estaba sujeto a cómo le iba al resto del del tren programático. Era un programa de veinte minutos, con ocho de tanda (comercial). ¡Era muy chico el programa! ¡No iba a salvar al canal!

En la salida del Sígueme nos dijeron a mí y a la Carlita (Ballero) que es por un tema presupuestario, que nada tiene que ver con nuestro desempeño, como que no es la decisión que quisieron, “pero toca acotar el panel y dejarlo en cuatro personas en vez de seis”. Igual era algo que veníamos masticando hace rato; el equipo fue súper transparente en decirnos que probablemente se venían cambios, y que estaban haciendo todo lo posible para que no fuera así. Creo que de manera inconsciente uno se prepara. Me siento bien, tranquila y entiendo que es parte de.
Me siento muy bien, tranquila, confiada, y feliz... Debo ser una persona muy rara, a lo mejor, no sé: pero me siento feliz, porque tuve la oportunidad de conocer un programa franjeado, de observar, aprender y crecer. Me quedo con eso. Me da pena el equipo, que hice buenos lazos con todo el mundo; tuve mi cumpleaños y me di cuenta de que me querían más de lo que yo pensaba. Eso me provoca emociones... Pero bueno, así es la vida también.
No seguiré en TV+, porque estaba en el Sígueme; no con contrato indefinido con el canal. Estaba en tres programas, entonces andaba al límite; ahora, enfocada full en TNT Sports. Ahora me voy a dedicar full al periodismo deportivo. Feliz po’, porque podré estudiar más; si estaba dando mi 150%, ahora podré dar mi 200%. No tengo idea si saldrán más cosas con TNT Sports, pero es una veta que interesa un montón.

De personalidad soy una persona muy trabajólica, por eso no me funcionan las relaciones amorosas, las amistades ni nada. Tengo que trabajar todo el tiempo y ganar plata todo el tiempo, y es lo único que me interesa en la vida. Entonces, siempre, mientras pueda acaparar más cosas, estoy tanteando otras, y por ahí pueden salir más. Obviamente no puedo dar nada por hecho, pero siempre estoy en búsqueda. No soy una persona arranada. Cero. No me arrano. Soy una freaky person... Siempre estoy en conversaciones con todo el mundo; podría salir algo; y si no es en tele, es en digital. Estoy siempre ahí, pololeando, casereando, jaja.
¿Volveré a un panel de farándula? Soy una mujer muy versátil. Personalmente, estoy atravesando por el mejor momento de mi vida, lo juro, no es por huevear; entonces estoy dispuesta a probar siempre. Me encanta probar experiencias nuevas. Estoy con ganas de, obvio, continuar en lo que sea en en comunicaciones; es mi título, soy una comunicadora profesional. Estoy dispuesta a escuchar todo tipo de conversaciones.
Desde los 14 o 15 años he buscado al “hombre ideal” o la “familia perfecta”: a los 12 años dije que a los 30 yo iba a estar casada y a tener dos hijos... No pasó... Soy una mujer soltera, que cumplió 37 años, muy adulta ya, quizás, con un reloj biológico que está a punto de explotar y terminarse... No ha querido El de Arriba (Dios) nomás... Es un tema para mí. De lo social ya me liberé, del hecho de que en mi familia en algún minuto hasta se bromeara con que soy lesbiana, porque tengo harta edad y no he logrado casarme, y que llevo ya un año y tres meses sola. De lo que no me he liberado —que no me puedo liberar— es del reloj biológico, y el día de mañana puede que no pueda tener hijos.
Estoy juntando plata para hacerme una extracción y congelar mis óvulos, y eso sale $5 millones; la salud en Chile tampoco es muy que de cooperar con las mujeres que están pasando por una experiencia como la mía. Me mato trabajando para ese fin, entre todas las deudas que tengo que pagar evidentemente y lo que significa vivir acá, que es carísimo. Son mis planes de vida, más allá de unas vacaciones y de cosas más superficiales, que la encuentro súper válidas: pero yo estoy enfocada en congelar mis óvulos, para ver qué pasa el día mañana, si conozco alguien y se da bonito, y logro ser madre. Entré al reality (Tierra Brava) porque quería juntar plata para congelar óvulos.
He tenido varias reflexiones. Creo que no le tengo miedo al embarazo: le tengo miedo — y creo que muchas mujeres se van a sentir representadas conmigo—, a elegir mal al padre de esa guagua. Algo en mí, en algún minuto, me dijo que no lo intentara con mi ex, que todos sabemos quién es (Ramírez), hasta hace poco más de un año, que pasamos por altos y bajos, muy que nos hacíamos los amigos, pero al final sabíamos que —quizá, no sé, la ligazón— el vínculo todavía existía; pero ya se cortó de manera definitiva. Ese es mi mayor temor: elegir mal al padre de ese bebé. Pero creo que si sigo pensando de esa manera, y no cruzo el río...
¿Me da miedo enamorarme?... Miro a mi alrededor y todas las personas con las que tengo relación, ya sea laboral o amistosa, ¡todas separadas! No hay nada de malo en separarse, pero (esas mujeres) no tienen apoyo de los padres de sus niños, económicamente hablando, mucho papito corazón. Ahora me siento súper bien. Tener hijos es súper caro, y me imagino no contar con un apoyo de alguien con el que decidiste unirte en este plan, que se mande a cambiar y no te pone ni un peso... No conozco a nadie que tenga regulado ese tema, entonces me aterra obviamente.
Conforme han pasado los años, estoy mucho mejor financieramente y respecto a la confianza en mí misma. Ya soy una mujer más madura. Es terrible porque me da más pánico todavía renunciar a esta estabilidad; quizás, más chica, es todo un poco más alocado, como “¡ay, el amor!”. Ahora no: el amor lo tengo súper concientizado, entonces no sé si haría todo por amor hoy día. Ahí estoy. No sé si renunciaría a esta maravillosa vida que tengo, en la que amo estar conmigo, lo paso la raja, y amo mi libertad... Cambiar todo eso por un proyecto que fracase, obvio que me da pavor.
¿He estado alguna vez cerca de casarme? Lo dijo Sebastián (Ramírez) en el reality (Gran Hermano) , jajaja. Lo conversamos con él, ¡imagínate! Pero obviamente no pasó, el rehuyó. ¿Me habría casado?... Se conversó bien seriamente. Hubo un momento en que quizá quisimos hacerlo, pero no funcionó.
Obvio que quiero casarme, ¡¿crees que voy a vivir en concubinato?! Soy lo más conservadora que hay.
¿Tengo sexo en las primeras citas? He hecho algunas salvedades por cosas de distancia. Pero soy... ¿cómo se llama? Hay un término... ¡Soy demisexual! Pal pico. Estoy cagada. Intenté tener sexo casual, ¡y no pude! Da lo mismo el detalle, pero no pude. Me tengo que tomar mi tiempo, no puedo con alguien sin conocerlo bien.
Depende del caso si tendría una relación abierta. Si estuve dispuesta a que mi pareja de ese momento (Sebastián) entrara a un reality, se agarrara huevonas frente a todo Chile y a la salida supuestamente íbamos a volver y a retomar como se me había prometido —que después no se cumplió—, es porque abrí mi relación en algún minuto. O sea, he pensado abrir relaciones. Prefiero que las cosas se conversen antes que ocurran las deslealtades. Yo veré. De repente, en pareja, si me quieren decir: “Oye, tengo ganas de mirar pal el lado”, yo diría: “Chuta, analicémoslo”. No sé si es algo que propondría, pero preferiría que se planteara antes que ocurriera el engaño. O a lo mejor no tendría problema. No lo sé.
Los periodistas son muy curados y muy buenos para las mujeres. ¿Si he tenido una mala experiencia con periodistas? Nunca he salido con un periodista, pero son todos mis amigos periodistas... ¿Y Francesco (Gazzella)?... Sí, verdad... Pero no lo digo en mala onda.
¿Un amigo platónico del espectáculo? Me gusta mucho Tiago Correa, el actor, ¡me encanta! Se fue a México. Desde que lo vi en Mala conducta (CHV). Me encanta ese hombre...
No me haría una cuenta en OnlyFans, Armaste ni ninguna de esas plataformas (de contenido para adultos)... De los pies, pensé en algún minuto... Pero no, porque no me siento sensual. No sé posar sensualmente. Soy un poco torpe. Cuando me candidatearon a Reina de Viña, dije: “¿Qué voy a hacer acá?”. Me sale mal, me veo fea, no es mi manera de conquistar. Siento que no califico. Es Una cosa mía. Si yo fuera la huevona que tiene la sensualidad (a flor de piel), quizás. pero no funca conmigo ese mundo. Es una fuente de ingresos, ¡y la raja!, pero yo no no me hallo, no puedo, me da vergüenza, soy súper pudorosa.
¿Entraré a El Internado (Mega)? ¡No! De hecho yo pensaba que era un reality tipo MasterChef, que obviamente me iría eliminada de las primeras; pero (acá) es ideal que uno no sepa cocinar, ¡porque te enseñan! En mi último programa de Sígueme me enteré de que es todavía más genial no saber cocinar y dije: “¡Ay! ¡Califico!”. Subí un tiktok haciendo una pizza keto: ¡asqueroso! Así cocino yo en la vida. Siempre decía: “No estoy pa’ MasterChef, pero esta cosa la encontré interesante”... Pero nadie me ha contactado de ahí ni nada.
No cocino. ¿Dije que me gustaba regalonear a mis parejas cocinándoles (en otra entrevista)? Les haré el pan del desayuno. Eso sí. Soy súper atenta. Si nos despertamos en la mañana, hago el desayuno: pongo el pan en el tostador, muelo la palta y hago los huevos pochados. Pero es todo lo que sé. No sé cocinar.
Llevo cinco años comiendo pan con arroz y brócoli. En serio. La dieta de (Cristiano) Ronaldo, porque él come eso, ¡y es regio estupendo!, entonces dije: “Ay, si él come eso, voy a comer eso para que regia estupendo”. Hago la dieta Ronaldo, porque es práctica. Meto al horno, que ni siquiera los miro, los pollos ahí aliñados, los saco, los meto en una bandeja y eso lo voy parcelando en los días, y un arroz que el primer día está rico, y el segundo, el tercero y cuarto ya está horroroso; pero lo como, ¡porque odio cocinar! Y como vivo sola, y de repente se me acaba la comida, digo: “Mañana al desayuno compenso”, y me acuesto sin comer. Lo detesto. Igual me encantaría meterme en un programa de cocina para desafiarme, pero se cagarían de la risa.

No soy católica, no ejerzo ninguna religión, no voy a la iglesia; pero creo MUCHO en Dios. “Hay gente que me escribe: “Esta se las da de Namasté”, y yo ni sé lo que es “Namasté” (saludo tradicional que se lo vincula con el budismo y el hinduismo). No soy mística, no creo en el horóscopo, no creo en el “Namasté” ni nada. Yo creo en El de Arriba, que es Dios, que me lo ha dado todo: es mi compañero, consejero y está presente en todos los momentos de mi vida, durante todo el día, desde hace un buen tiempo sobre todo. Lo pongo encima de todas las cosas, y mucha gente se puede reír de mí, pero yo soy muy creyente, ¡muy! Ahora nadie es creyente y yo siempre pongo a Dios por delante, y mucha gente me mira raro. Pero ojalá empecemos a considerar un poquito más la fe.
Le tengo miedo a la muerte. Estoy tratándome en terapia mi miedo a la muerte, no a la mía, sino a la de las personas que quiero. Me dijeron: “¿Qué pasa si se muere uno de tus seres queridos?”, y respondí: “No, me suicido”. Me muero, pensando en mi mamá o papá. No me siento lista.
Me siento más feliz que la cresta, en el mejor momento de mi vida. Ojalá pudiera tener veinte años con la cabeza que tengo hoy. Soy inmensamente feliz, sólo por el hecho de existir, ¡heavy! Se lo atribuyo a la madurez. Soy una persona madura, cumplí un año más. Creo que cuando uno crece, mira las cosas de tan distinta forma que en la juventud plena.
En diez años me veo... ¡anciana! (Finge que llora), ¡súper anciana! Ay, Dios mío, ¡con la cara caída y el culo por el suelo! Pero bueno, intentándolo. Espero tener los recursos para ponerme mucho botox... Estoy huevando... Pero me veo, por supuesto, que más grande, laboralmente hablando, probablemente haciendo un programa, comunicando a través de entrevistas, quizás; o quién sabe, prensa: es un bichito que tengo y me gustaría explorar. No sé si en diez años más me veo haciendo eso, pero he hecho toda mi carrera en medios; es difícil que salga de ahí y me dediqué a la pastelería. Siempre en los medios.
Cuestionario Pop
Si no hubiera sido periodista... Quería ser actriz, pero no me dejaron mis papás; me querían financiar la carrera y yo tampoco me atrevía a decirles: “Me voy a trabajar de garzona para financiar mi sueño”. Ya no estoy ni ahí con la actuación. No quiero estudiar, me carga. Igual la tele tiene un poco de actuación; por ahí me siento bien.
En mi época universitaria en la Diego Portales, era más estudiosa que la chucha; toda la vida he sido muy estudiosa. Y me lo carreteé todo desde los 14 hasta los 21,curada, borrada y tirada en el piso. Hasta que me aburrí.
Un apodo que tengo, además de “Camilísima, es “Mili”, que toda mi familia me dice así. Roberto Cox me dice que soy “La clavadora de vistos”; no le respondo a nadie. Soy más buena que la cresta para ghostear; lo estoy tratando sí, porque la gente no se merece que le haga ghosting.
Un sueño pendiente es conocer Europa, que es algo conmigo, más allá de lo laboral; darme un regalito para mí. Y me gustaría conducir un noticiero.
Una cábala es hablar con Dios, antes de cualquier cosa o de un hito importante. No rezo, le hablo a Dios como: “Oye, compadre, Papito Todo Poderoso, que me estás escuchando...”. Súper amigos.
Una frase favorita: “El tiempo no se pierde, se invierte”.
Un trabajo mío que no se conoce es que fui promotora, pero de las buenas: me compré mi primer auto al contado, porque ganaba 100 lucas por día en la Feria de la Minería. Era muy bien pagada. Fue como a los 20, en la universidad.
¿En qué gasté mi primer sueldo? Junté para comprarme mi auto. Y en depilación láser también; me la hice en todo el cuerpo, porque era peluda, peluda, peluda... y ahora no tengo nada. Me acomplejaba. Me saqué todos los pelos, porque dije: “Mientras viva con mis papás, ¿qué hago gastando esta plata en huevadas? Me voy a depilar todo el cuerpo”, y me depilé toda.
Me arrepiento de haberme hecho mucho daño a mí misma por complacer a los demás: haber transgredido mis propios límites por complacer.
Una comunicadora que admiro es Karen Doggenweiler: la encuentro una dama, encuentro que ha construido su carrera ha sido a pulso: lleva muchos años en televisión y recién está animando el Festival (de Viña); es una mujer con voz, me gusta que las mujeres tengan voz; no ha necesitado polemizar para tener portadas ni llamar la atención. Me gusta, la admiro.
Un libro favorito es Secretos de una mente millonaria.
Un pasatiempo oculto, jaja, es echarme a ver películas; acostarme. Soy un ácaro. Me carga que me saquen de mi cama. He llegado a inventar para no ir a actividades sociales; para los cumpleaños de personas importantes en mi vida he inventado enfermedades, porque mi cama está muy rica y no quiero salir de ahí... ¡Perdón! ¡Lo siento! Me acuesto y digo: “¡Ay! ¡Llegó el mejor momento del día!”.
Una película que me hace llorar es La vida es bella.
Un miedo son las arañas, ¡las odio!, ¡la puta madre! A veces me aparecen en Instagram... Y antes le tenía miedo al fracaso, y ahora encuentro que es parte de la vida: agradecida de todos los errores y caídas que uno se puede pegar en la vida, porque todo sirve.
Creía mucho en el horóscopo, y dejé todo el esoterismo de lado; no sirve para ninguna cosa. Dejé de creer porque encuentro que atrae cositas medias raras. Me leí el tarot y sentí unas cosas medias raras. Antes creía mucho; no tomaba ni una decisión sin consultarle al tarot... y puros fracasos... Esto es nuevo, hace un año.
Si pudiera tener un superpoder, me gustaría ser invisible, ¡qué maravilloso!
Un placer culpable es la electrónica. Ya no voy a carretes de electrónica. Me hacen mal. Mucho trasnoche. Y me entusiasmo; no puedo ser tiro medio: si salgo, no llego. Entonces prefiero no salir. Siempre mis domingos son familiares, entonces si es sábado (el carrete) tengo que portarme bien. Pero no falta el amigo o la persona que me dice: “Oye, pero tómate algo”. Y entre tantos “oye” terminas: “¡¿Qué hago aquí?!”. No me gustan la fiestas, la verdad; me gustaron.
Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, invitaría a Kim Kardashian, a Georgina Rodríguez, la señora de Ronaldo, y a Cristiano... ¡Y a Michael Jackson! Tengo una anécdota cuática: salí con un galló y me curé po’, y fui al departamento de él, y yo creo que él quería ñeque-ñeque, y terminé bailando Michael Jackson, y me caí arriba de la mesa de centro, y él me recogió... ¡Fui un fiasco! Horrible. No me gustaba él. Pobre gallo.
Camilísima es una mujer —jaja— muy mañosa, cada vez más mañosa; pero muy buena persona, muy empática y bien educada. Tiene su genio y carácter, pero no lo manifiesta gritando. Para ella, la ley del que grita más fuerte no funciona. Tiene otras maneras de hacerse valer.
Imperdibles
Lo último
hace 54 min
00:01
hace 20 min
23:29
23:22
Lo más leído
2.
3.
4.

















