Espectáculos

La Firme con María Gracia Omegna: “No convivir igual ayuda, especialmente cuando hay familias ensambladas”

En medio de cambios, tras el fin de su contrato con Mega, ha tomado otros rumbos, e incluso debutó como dramaturga. “Me estoy adaptando”, declara. Sin embargo, su vida también tiene otras aristas.

Entrevista en profundidad a la actriz María Gracia Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

María Gracia Omegna Vergara (40) está contra el tiempo. Son casi las 1 PM, acaba de terminar una reunión telemática desde su casa en Ñuñoa y pronto debe partir hasta La Dehesa a ensayar una obra pronta a estrenar.

Mientras el sol atraviesa amablemente las amplias ventanas, para alcanzar a hacer la entrevista con La Cuarta, la actriz sugiere partir con las preguntas mientras cocina un improvisado y saludable almuerzo, revolviendo la sartén. De pie junto a la cocina, con el ruido del aceite hirviendo por el fuego, ella habla, se explaya y eventualmente contesta lo justo y necesario.

Alrededor, en la sala de estar, descansa un rompecabezas de caballos a medio armar, una muñeca sentada en una silla para comer de bebés y una puerta cerrada tiene un papel pegado en el que se ha escrito con colores “Déjame en paz”: signos de una intensa vida materna con su hija Anka, de ya seis años.

Ha sido un año removido para Omegna, siendo uno de esos cambios el fin de su contrato con el Área Dramática de Mega, tras años en que protagonizó recordadas tramas como Papá a la deriva y Señores Papis, y más recientemente Generación 98 y el remake de El Señor de la Querencia, teniendo en estas últimas dos papeles que le valieron ser galardonada en los Premios Caleuche.

Cambios enfrenta la vida de María Gracia Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

En la conversación para La Firme, la actriz repasa su historia, desde su infancia marcada por sus viajes al Norte de Chile, sus varios cambios de colegio y tempranas ganas por actuar, aunque sin demasiado respaldo de su padre... al menos en un inicio; sus primeros pasos en teleseries, un género al que entró a regañadientes pero del que después terminó enamorándose; su salto a la fama y a la exposición, algo que le resultó poco grato cuando inició un romance con Gonzalo Valenzuela, padre de su retoña; su mirada actual del amor; estos primeros meses sin un vínculo seguro con las telenovelas, algo que no ocurría desde que tenía 25 años; su debut como dramaturga con Cautivo (lado A), la cual entrega una versión no exenta de humor sobre lo que fue la intimidad del secuestro de Cristián Edwards, hijo del dueño de El Mercurio, en 1991, por parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez; vislumbra sus proyectos y planes a futuro, y en lo inmediato el estreno de la obra La Verdad, en el Teatro Zoco, desde el 17 de octubre al 30 de noviembre.

Hacia el final de la conversación, antes de salir de su hogar y subirse a su vehículo hacia el nororiente de la capital, a “Bacha” —como le dice su gente— le toca definirse a sí misma. Pero primero ensaya su respuesta, con una cuota de gracia:

—No sé quién soy... “una cuarentona…“. No... “una mujer de 40, madre...”. ¡No! No sé qué decir... Me dan demasiado mono esas huevadas como “una mujer honesta, con valores muy claros...”. No, no, no, no…

Acto seguido, ella encontrará la respuesta... Léala al final.

LA FIRME CON MARÍA GRACIA OMEGNA

Un recuerdo de mi infancia es el Norte de Chile: Iquique. Siempre me iba de vacaciones en el verano a ver a mi abuela... Tengo el olor a arena, arena mezclada con mar... Tenía a mi familia materna allá. Recuerdo Pica, el interior: La Huayca, Humberstone y todo ese camino de desierto.

Viví un año en Copenhague, Dinamarca, cuando tenía cinco o seis años; por el trabajo de mi papá, que duró como un año. A pesar de lo chica que era, recuerdo un montón. De hecho mi hermana ahora vive en Dinamarca. De ahí lo que más me acuerdo es que estuvimos unos meses en una combi hecha motorhome recorriendo Europa.

Cuando chica era más tímida. Me cambiaron muchas veces de colegio, estuve como en cinco distintos. ¿Por qué me cambiaban? Disfuncionalidad de mis padres: se olvidaban de matricularme, querían encontrar algo que pudiesen pagar pero que fuese bueno, que es una ecuación muy difícil, sino imposible... Era tímida, pero con carácter... No sé si era sujeto de bullying ni nada, no pasaban tan por encima mío; pero sí me costaba más relacionarme con mis pares.

"Me cambiaron muchas veces de colegio", recuerda Omegna, Foto: Andres Perez Andres Perez

Tuve una amiga, “Naty”, que hablé hace poco con ella, pero no hablaba hace años; cada ciertos años nos preguntamos cómo va la vida de la otra. Me marcó mucho porque mis papás trabajaban mucho en esa época, y era una amiga y vecina con la que yo habitaba mucho su vida familiar... Esto no sé si lo he dicho, pero me abrieron la compuerta a otra realidad: hay una realidad que te enseñan en casa, y convivir familiarmente con otras personas también te abre a que existan otras realidades, en todos los sentidos. Para mí fue súper importante. ¿En qué sentido por ejemplo?... Jaja, por ejemplo en percepciones de política o de Historia. Me dieron otro punto de vista.

Mi mamá quedó huérfana súper chica y es adoptada, entonces hay una relación no sanguínea, pero sí familiar con Berta Lasala, que su mamá seudo-adoptó a la mía, así que es una relación poco concreta, pero muy relevante. Entonces es la familia con la que me crié: no es sanguínea, pero es lo que tengo más relacionado con el concepto de familia, porque son con quienes me vinculé desde que nací.

Berta Lasala era la única que hacía cosas (actorales) en mi familia. Por lo menos de parte de mamá y papá, prácticamente no hay artistas, son más matemáticos, físicos o doctores. Ella influyó, porque yo la iba a ver a su exámenes de teatro como familia, y las parejas que tenía eran actores, como Manuel Peña, que fue el primero que me llevó al Gran Circo Teatro con Andrés Pérez, y me acuerdo de haber visto a Andrés Pérez en la tribuna haciendo un Nemesio Pelao, ¿qué es lo que te ha pasado?, en Matucana 100, cuando no existía ese teatro. Hay muchas cosas que me empezaron a vincular familiarmente a ese mundo.

Omegna recuerda la influencia que tuvo Berta Lasala en su vocación teatral. Foto: Andres Perez Andres Perez

Hice teatro desde súper chica, y mi primera compañía fue a los 16 años con Jesús Urqueta, Emilio Edwards y “Feña” Márquez, pero: ¿no quería estudiar Teatro?... Ahora que estoy más grande, diría que siempre quise estudiar teatro, pero mi papá me metía tanto en la cabeza que no servía para (eso), y yo creo que (influyeron) sus miedos de que —obvio —, es tan inestable esa carrera —y yo tengo los mismos miedos con mi hija, jaja—, y había un convencimiento, un trabajo cerebral de que me tenía que dedicar a otra cosa; y también me gustaba mucho leer, la sociología y estudiar lo teórico, no sólo prácticamente. En algún momento tuve esa duda porque dije: “De repente, lo mío es más lo teórico”. Mi papá decía que “no le pegaba” (a la actuación). Obvio, me influía, es el papá; pero —insisto, lo mismo que el colegio—: era tímida pero con carácter, o sea, me influía pero no me impedía, y finalmente terminaba haciendo lo que quería.

Entré a la universidad muy convencida y, como llevaba una experiencia haciendo teatro, conociendo de teatro, yendo al teatro y leyendo sobre teatro, entonces si los compañeros venían saliendo del colegio, obviamente se hizo una pequeña brecha; y pasa mucho en estas carreras, especialmente en universidades privadas: de la gente que entra, por lo general, salen muy pocos que se dedican a lo que estudiaron, o muy pocos terminan la carrera; entonces el primer año es ese gran colador en que yo quería trabajar y quedarme tres horas ensayando, y el otro niño está pensando —por ejemplo— en irse a jugar “Play” con el hermano. Estaba esa brecha de madureces de primer año.

Lloré al firmar mi primer contrato de televisión, porque en esa época había mucho prejuicios (en las escuelas teatrales) frente a la televisión (que ya no existen, las nuevas generaciones han limpiado mucho eso, son mucho más libres), como que todo era más rígido y más ético. Yo sentía que había entrado a estudiar Teatro para hacer teatro, no para ser una actriz de televisión. Veníamos de una dictadura, había un país que se estaba rearticulando, y más encima no estaba cumpliendo con los cánones de lo que es una reparación frente a un suceso histórico como ese. Obviamente que la sociedad estaba dividida y cada uno adquiría ciertas responsabilidades.

Omegna entró a la televisión entre lágrimas, no era lo que quería. Foto: Andres Perez Andres Perez

No me interesaba tanto lo audiovisual, pero obviamente necesitaba trabajar para pagar mi universidad. Entonces, cuando firmé, un poco sentía que me estaba traicionando a mí misma. Después obviamente me di cuenta que nada que ver, que es un trabajo, y es un hermoso trabajo, y es muy difícil y complejo de hacerlo bien: muy exigente, desafiante y que requiere de mucha pega. Ahora tengo una sobrevaloración de esos espacios. Más bien veo cuando llegan los actores que nunca han hecho tele, y que “subestiman” el formato, y entran y empiezan a entramparse y pienso: “Es muy difícil”.

Con la teleserie que más sentí el impacto de la calle fue con Dama y Obrero (TVN, 2012, coprotagonizada con Francisco Pérez-Bannen), que fue como la quinta que hice, y que era la de las 3 de la tarde. Le fue súper bien. Me acuerdo que salí a la calle y un poco me inhibía la situación.

Pero creo que la teleserie más famosa que he hecho es sin lugar a dudas Papá la deriva (Mega), que todavía me para gente en la calle para decirme: “Oye estoy viendo Papá la deriva”; o niños que ya no son niños y que están volviendo a verla.

Megna recuerda algunas de las teleseries que la hicieron más conocida a nivel nacional. Foto: Andres Perez Andres Perez

He tenido muy buenos compañeros de actuación (como pareja en teleseries), sólo digo que Jorge (Zabaleta) me sorprendió porque no me lo esperaba y porque fue un súper buen compañero en escena (en Señores Papis), bueno para improvisar, súper dialogante y con buena “paila”... Pero no me podría quejar: siento que he tenido súper buenos compañeros de trabajo, siempre; o sea, tuve al “Gabo” Cañas ahora último (el remake del Señor de la Querencia). Todos muy bacanes.

En algún momento de mi vida quizá me tomé (la exposición y la fama) con más seriedad que otros. En general, no ha sido un termómetro para mí de nada, no me hace medir absolutamente nada: no me siento más exitosa. Hay otras cosas que me hacen sentir más exitosa, no la exposición o la validación masiva; no es sinónimo de éxito para mí. Pero obviamente lo valoro y agradezco. Y siento que vivo en provincia todo el tiempo, y “conozco” gente que no conozco. Es amable... por lo general. Siento que la sociedad chilena también ha ido educándose en ese sentido.

Me acuerdo que cuando era chica me exponía a comentarios más violentos sobre mi cuerpo, mi peso o si me veía vieja o no: como a la desilusión o la sorpresa que ellos (los espectadores) se llevaban al verme de una pantalla chica a la realidad, porque no existían las redes (sociales) también, que ahora la gente tira todo eso por ahí. Pero la gente sabe que ya no puede ser tan “invasiva” en ese sentido.

"Me acuerdo que cuando era chica me exponía a comentario más violentos", recuerda Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

La gente por lo general me saluda. Igual creo que somos un país con poca memoria, en todos los sentidos, entonces uno termina de hacer una teleserie y te saludan, pero es cuando está al aire algo que estás haciendo cuando más la gente te reconoce. En Santiago, principalmente, es bastante relajado todo; de repente una foto loca o un saludo, pero nada más. En provincia quizás es más brígido, y también es mucho más brígido de acuerdo a lo que está siendo (la teleserie o proyecto), si está siendo popular.

Me abrumó mucho la exposición (en la época que partía su hoy exrrelación con Gonzalo Valenzuela)... Ahora lo llevo con más libertad, creo; no me he enfrentado nunca más a una situación así... Pero no sé si quiero hablar de esto, porque es el papá de mi hija... Ahí me abrumó mucho, creo que es el momento que más me ha abrumado. Pero no era algo que generaba yo, sino que tenía que ver con la persona con la que estaba, que lo entiendo, que era famoso. Ahí se volvió un poco más invasivo y abrumador. Jamás me imaginé ni dimensioné que sería así. No lo conocía, no lo sabía, no veía esos programas (de farándula) ni sabía de qué se trataba.

Con Gonzalo aparecimos juntos en la Revista Cosas (2017), pero promocionando una teleserie... Nunca hablamos de nosotros en esta entrevista, (y el titular) era un guiño confuso, como una operación de marketing de parte del canal, y nosotros tampoco podíamos negarnos. Pero a lo único que sí nos podíamos negarnos era a hablar de nuestra vida íntima. Éramos protagonistas de una teleserie y tuvimos que hacer la entrevista.

"Jamás me imaginé ni dimensione que sería así", recuerda Omegna su relación más expuesta. Foto: Andres Perez Andres Perez

¿Siempre quise ser mamá? Obvio que pasé por la época de “para qué voy a traer hijos al mundo”. Entre los veintipico e inicios de los treinta, yo era: “No puedo traer hijos a este mundo, lo voy a arruinar, este mundo está en decadencia”. Y después dije: “No, yo quiero ser mamá”. Porque estuve con una pareja que tenía hijos (Valenzuela), y que me hizo ver que yo en verdad sí quería serlo. Y se dio así comúnmente el proyecto... ¿Tenía en mente elegir bien al padre de mi hija? (Pregunta reportero). Omito esa respuesta, jaja.

Antes de mi hija mi mayor motor era el creativo, y conocer el mundo entero, jajaja, viajar, conocer y hacer, hacer, hacer todo lo que pudiese.

Disfruto caleta mi trabajo. En las teleseries no estaba en “piloto automático”. Todo lo contrario: creo que más chica quizás pude haber estado en un piloto automático, ahora estaba muy (involucrada) hasta en el papel más chico y todo lo que me dieran lo tomaba como si fuera el rol de mi vida, porque sino uno empieza a pudrirse; y si había una rutina, que es lo que me había pasado en algún momento, como que la había normalizado. Y de pronto, ya hace unos años, de un tiempo a esta parte, volví a encantarme —quizás post pandemia—, a valorar el trabajo, a encantarme, a tomarlo como si fuera todo muy importante dedicarle mucho. Más bien creo que peco de lo contrario: de darle demasiada energía a algo, jaja. Piloto automático, jamás.

Después de ser mamá y de la pandemia se me produjo un desencanto, pero no un desencanto mío: todo se frenó un poco laboralmente, por lo tanto, como trabajo en algo creativo, artísticamente también. Estaba haciendo sólo teleseries, ¡que las amo!, pero lo otro antes aparecía mucho más continuó, de pronto se fue frenando; y también creo que tiene que ver con un periodo mío, de hambre, de querer probar cosas nuevas, de venir de una maternidad, estar en eso, y necesitar con más efervescencia un espacio que me identifique a mí, más mío.

"Después de ser mamá y de la pandemia se me produjo un desencanto", recuerda Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

Ha disminuido mi sensación de que con la maternidad postergué lo laboral, y también estoy más acostumbrada. Creo que es una mezcla de todo. Lo que sí pasa es que obviamente no puedo “libremente” proyectar mi vida al mundo entero, ni a mucho teatro, ni decir que sí a todo ni a nada: son ecuaciones que tengo que ir haciendo. Todavía estoy en una etapa en que debo equilibrar muy bien, porque me interesa mucho ser mamá, quiero mucho ser mamá de mi hija y estar con ella. Tengo una agenda que un poco se rige en base a eso todavía. Pero cada vez es más la libertad, mientras más crece (mi hija).

Antes de “Valentina”, de Generación 98, había hecho en Hijos del desierto (“Bianca”) un personaje que también era distinto, y ahí partí esa cruzada de que me dieran la posibilidad de hacer algo distinto a lo que hago siempre. Siento que mediáticamente (Valentina) fue más heavy, porque en televisión por lo general los castings no son tan movibles, menos en personajes “protagónicos”; por lo general los personajes más secundarios te dan la posibilidad de ser más versátil. Yo sabía y sentía que obviamente la gente me conocía dentro de un “canon” de actuación, que tenía que ver con los personajes que me daban también, y con la edad y todas esas cosas. De alguna manera, sentía que en teatro sí hacía cosas distintas y no necesariamente el mismo color (de personaje). Pero sí siento que fue (“Valentina”) un salto grande, porque, de alguna manera, abrió la posibilidad de verme en otros roles y espacios, y así valorar el trabajo desde ese lugar también, una validación. Lo agradezco mucho.

Soy muy buena para trabajar y soy un poco como obsesiva, entonces no suelo cansarme mucho; me canso obviamente, especialmente desde que soy más mamá, pero por lo general tengo un rango de cansancio alto.

"Soy muy buena para trabajar", declara Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

“Leonor”, de El Señor de la Querencia, fue muy agotador, porque no podía ver a mi hija y llegaba a mi casa a estudiar durante dos horas más; o sea, no sólo fue desgastante a nivel del personaje que me tocó interpretar, también de la exigencia que implicaba grabar, porque son protagonistas antiguos, entonces estaban en toda la teleserie. Creo que me di cuenta al final, por ejemplo, cuando gané el (premio a Mejor Actriz Protagónica en Teleseries) Caleuche. Sólo sabía que estaba cansada físicamente. Pero cuando pasó lo del Caleuche y subió la Vanessa Peric (al escenario), y después el “Gabo” (Cañas), pensé: “¡¿Cómo?! En esta teleserie todo el mundo nos había dicho que nadie la había visto y que a nadie le importaba", y tanta crítica y cosas, y más encima nunca me había enfrentado a un proyecto que haya tenido esas críticas, porque siempre me había tocado estar del lado de la linda. Y de pronto, al ver todos sus premios, me empecé a emocionar mucho, mucho, mucho. Y cuando ya llegué yo (a ser premiada), ya no lo entendía, nunca me lo esperé. “¡Oh, no lo puedo creer!”, dije. Me salió una emoción como esas cuando se te abren esas llaves ridículas —que me da mucha vergüenza, jaja—, heavy, y ahí dije: “Upa, parece que este proyecto me removió más de lo que yo misma me había dado cuenta”.

Terminó mi contrato con Mega y tuve tres, cuatro o cinco días de duelo. ¿Y qué pasó con ese duelo? Me estoy adaptando: desde los 25 años que no era freelance. Yo venía desde el privilegio, estaba en el privilegio, y ahora entré a la realidad de todo. No podría decir “estoy terrible” ni nada, porque igual estuve quince años en el privilegio, y estoy agradecida de eso, y me siento una afortunada. Y ahora lo que puedo decir es que, obvio, es distinto, pero me siento creativamente muy despierta y me acomoda mucho sentir que soy dueña de mi tiempo, y que me enfrentaré también —seguramente— otra teleserie en el futuro y otras cosas; pero hoy ya puedo yo decidir qué es lo que hago o no hago, que no me pasaba desde los 25. Le veo lo positivo a esta situación.

"Me siento creativamente muy despierta", declara optimista tras su salida de Mega. Foto: Andres Perez Andres Perez

La comodidad de un sueldo fijo obvio que es heavy, pero ahora estoy mucho más ordenada con mis platas: ahora sé en qué gasto mis cosas. Antes había un poco de inconsciencia, a veces, en algunos aspectos obviamente, no era millonaria en lo absoluto, pero antes, por ejemplo, me rajaba más, y ahora es: “Cada uno paga su cuenta”, jaja. Situaciones que cambian. Y me ha gustado un montón: ser consciente de lo que gasto, de lo que necesito para vivir, de lo realmente necesario y lo que realmente no; dirimir entre esas cosas me hace estar conectada a la realidad, al mundo, a lo que pasa, a mis intereses, a mis necesidades y a quién soy. Ha sido súper bacán. Lo agradezco mucho.

La crisis siempre despierta creativamente, por eso Sudamérica es tan creativa, jajaja. Uno se pone más en tierra, estás más vibrante con lo que te pasa día a día y más conectado con todo, y teniendo que resolver algo por un futuro que todavía no existe, y te hace habitar espacios que no conoces de ti, nuevos o que no habitabas hace mucho tiempo. Todo eso te lleva a un espacio de reflexión. Uno, pucha, es más evitativo cuando tiene las cosas aseguradas, no cuando uno tiene que preocuparse de huevadas tan concretas como pagar un dividendo, un arriendo o un colegio. Siento que en ese sentido me hace estar conectada profundamente con todo.

A veces uno necesita una independencia creativa, no sólo que te digan lo que tienes que hacer, sino que también desarrollarte un poquito más autónomamente en otros espacios, y que también me dé seguridad a mí. En ese sentido siento que volví al teatro, volví a investigar sobre eso (el secuestro de Cristian Edwards), volví, y más encima autogestionando un proyecto mío, que escribí y produje con mi colectivo, y convocamos a gente que admiramos mucho. Obvio que ese tipo de ejercicio me hacen salir de esa rutina, pero no estaba en un “piloto automático”, sólo una “rutina” más establecida.

"Todo eso te lleva a un espacio de reflexión", analiza Omegna post "crisis". Foto: Andres Perez Andres Perez

Cautivo (lado A), dentro de todas las posibilidades, partió porque era un casete de música que le ponían (a Cristian Edwards) las 24 horas. También tenía que ver con la polarización, que siempre hay un lado “A” y uno “B”, con la ideas de ampliar y “esto que estoy contando no tiene porqué ser una verdad”.

Cautivo (lado A) partió como un proyecto que haríamos con dos amigos más y que al final no resultó, pero en la dramaturgia me empecé a obsesionar, porque era una idea que tenía hace un rato, hace muchos años, cuando había visto un reportaje de Juan Cristóbal Peña en Ciper: cuando leí eso me quedé flipando y dije: “Uy, qué ganas de conocer el interior de esas casas, ¿qué habrá pasado dentro mientras pasaba todo esto (el revuelo en torno al secuestro)?”. Fue lo que me interesó: me pareció que era una comedia de las equivocaciones, llena de contradicciones en un momento de Chile del que poco se ha hablado, y que me parece que es súper crucial para hablar del presente; más encima en una situación que genera tantas contradicciones y polarizaciones como las que vivimos también hoy, que son temas súper actuales, y se me hacían demasiados links con la realidad. “Qué interesante, aparte, hablar de algo que genera tanta polarización y que ha sido tan prejuiciado y clasificado, por distintos lados”, dije. Por ejemplo, ¿son héroes o terroristas? Así de radical todo. “Qué interesante sería encontrarle humanidad a esos seres en ese contexto, que es el más criticado”, pensé, porque (es más fácil) encontrarle humanidad alguien que ya está validado por un hecho que ya hemos hablado o conversado, y que ya es más héroe que cualquier otra cosa; en cambio, cuando estás dividido en esa miseria, justo al medio de todo, en esa grieta, me parecía mucho más interesante, y ponerse en ese problema a hacerse esas preguntas.

Hace poco Omegna debuto con su primera obra como dramaturga. Foto: Andres Perez Andres Perez

Este año mío ha estado “vinculado con la muerte y el nacimiento” (en entrevista a The Clinic)... porque familiarmente me tocó vivir una muerte muy cercana, porque se terminó un ciclo de una un trabajo que tenía estable y nació la primera obra que escribí.

Tengo muchas ganas de escribir; obviamente que me abruma escribir de nuevo, porque estoy aprendiendo, no lo manejo, y quiero aprender más y más: de eso tengo ganas, de aprender más de estructuras dramáticas, de saber, investigar y de escribir todo lo que pueda. Me gusta mucho escribir.

Ahora estoy ensayando una obra para el teatro Zoco, que la dirige Álvaro Viguera, actúa la Camila Hirane, Álvaro Espinoza, Nico Saavedra y yo. Es una comedia de un autor francés, La verdad, que estaremos desde mediados de octubre hasta finales de noviembre. Son dos parejas que, por distintas situaciones de la vida, los convoca el tema de “la verdad”, hasta dónde se puede hablar con la verdad. Y yo soy “Paula”, que es la esposa de hace veinte años del protagonista.

Ahora se estrenó una película argentina en la que trabajé, una comedia romántica, Papá por dos, que la protagoniza Benjamín Vicuña, la Celeste Cid y Lucas Akoskin, para Amazon, que se estrenó en Argentina y ahora en Chile. Nunca he estado en una película argentina, así que me parece bacán.

Omegna también debutó en su primera película internacional. Foto: Andres Perez Andres Perez

Me proyecto a hacer todo lo que sea posible dentro de esta configuración que tengo (siendo madre). Pero hay ideas de proyectos y cosas más para afuera (de Chile), sólo que todavía está todo (en proceso).

¿Canal 13 y TVN harán teleseries verticales?... Harta gente ve teleserie por teléfono... No he cachado nada (de ese formato). ¿Me interesa? No sé. No le había dado una vuelta ni nada. Pero me parece súper bien que todos creativamente se activen y se cambien los formatos, porque estamos justo en esa brecha, que está todo cambiando con los streaming y los canales del YouTube. Todo es distinto, es otra industria.

Me gustaría vivir en el extranjero; la verdad, sí. Todo depende de cómo vayan marchando las cosas acá. Pero es una posibilidad. Me interesó cuando era joven, siempre quise irme a estudiar afuera. Finalmente todos mis hermanos se fueron, menos yo, y me quedé trabajando desde muy chica acá. Entonces siempre ha sido un plan que me ha interesado investigar. Pero depende de lo que se va dando en la vida, si acá el flujo laboral empieza a estar muy activo, claramente me quedaré en el espacio en que mayor estabilidad y calidad de vida me entregue.

Omegna dice no estar al tanto de las teleseries verticales. Foto: Andres Perez Andres Perez

Me compré un terrenito en La Canela (comuna de Puchuncavi) y me hice una pequeña casita. Quise hacerla lo menos invasiva posible. Está en la punta del cerro, se ve hasta Valparaíso. Por el momento estoy viviendo en Santiago, pero ese es un espacio que me da la posibilidad de escaparme continuamente a un espacio más natural y silencioso.

No entiendo en un 100% cómo funcionan esos espacios (las áreas dramáticas, particularmente la de Mega, a propósito de que junto a ella salieron Francisca Imboden y Carmen Zabala), por algo soy actriz y no empresaria, jajaja... estaría en otro lugar... Creo que están en otra configuración: los contratos indefinidos ya eran una figura extraña en un país donde sólo queda un área dramática. Obviamente todos sabíamos que eso se acabaría en algún momento. Pero sí creo que está en cambio, que está siempre tratando de sostenerse, y creo que hay un público muy interesado en el producto nacional —en las teleseries—, que siento que es parte de la identidad del país.

Siento que las teleseries no deberían acabar porque todavía hay mucha gente que las necesita, que las ve y que son un punto de encuentro familiar; pero claramente la industria, y el mundo entero hoy, pone su atención más en los números y en otras cosas a veces. Sé que Mega todavía seguirá con su Área dramática, que también le da un poco de identidad al canal. Y espero que algún otro canal se reactive y hagan teleseries de vez en cuando.

"Siento que las teleseries no deberían acabar", anhela Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

Conduje el documental Minga (CNN Chile) hace como dos años... He estado muchos momentos de mi vida a punto de hacerlo (dedicarse más a la conducción). Se me han aparecido ofertas o he intentado hacer cosas de viaje y travesías por la montaña, travesías. Mmm, por alguna razón siempre doy un paso hacia atrás, o dejo de prestarle atención. Me cuesta. Viajar, conocer y hacer es algo que me entretiene en la vida, pero me cuesta todavía entrar en una faceta que no tenga que ver con lo que más se hacer, que es actuar, crear o ese tipo de cosas. No lo descarto, pero no está mi atención hoy en eso.

Para mí ha sido un trabajo entender el amor desde la no posesión. Ahora soy más grande, amo más mi libertad y mi soledad. Creo que son seguridades que uno va trabajando mientras va creciendo. Claramente siento que el control o la posesión al final no genera nada, y también lo relaciono con el amor maternal que uno a veces tiene con las parejas —uno a quien más maltrata es a la madre—, así que no tiene mucho sentido. Y también me priva de una libertad personal que no quiero perder nunca, incluso como un acto egoísta de ser una tacaña con mi libertad y mi espacio, y querer poseer o controlar a alguien implica que mi espacio sea invadido por aquellos pensamientos, deseos o necesidades, así que trato de cuidar siempre. Pero es inevitable: uno siempre viaja entre la miseria y la evolución: avanzas y retrocedes.

"Uno siempre viaja entre la miseria y la evolución", declara Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

¿De la relación con Gabriel Urzúa? (Pregunta el reportero)... Prefiero no hablar de este tema.

El no convivir con la pareja lo viví en mi última relación, jaja, y resulta súper bien, ayuda a airear las cosas. Siempre pensaba que tenía que al tiro ir a armar familia, un núcleo; y ahora entiendo que también la familia tiene distintas posibilidades y personalidades; y no convivir igual ayuda, especialmente cuando hay familias ensambladas, a tener un poco de aire. No rechazo la idea de vivir con mis parejas, me encanta eso también; pero sí me doy cuenta después de este ejercicio que es súper necesario que, a pesar de que uno viva con el otro —si así se decide—, que cada uno también tenga su espacio: su habitación, su escritorio y su mundo aparte.

¿Relaciones abiertas? ¡No! Soy lo más mojigata que hay, me las doy de bacán, jaja. De verdad siento que en algún momento lo intenté, pero también quizás porque estaba más rota en el amor, y me hizo sentido. Pero también tiene que ver con entender el amor de una manera “libre”, no necesariamente con que todos nos metamos con todos, sino con liberar mi manera de entender cómo amar; y también no idealizar ni moralizar la vida, porque también todos somos seres humanos. Creo que (lo mío) iba por ese lado. Pero nunca tuve una relación abierta, y no me cerraría; pero todo depende —me imagino— de los códigos; y no sé si soy capaz tampoco. Sólo no lo quiero prejuzgar.

"Soy lo más mojigata que hay, me las doy de bacán", admite Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

No sé si tendría otro hijo. No me cierro a la posibilidad, pero estoy contenta con tener a mi hija. Estoy tranquila y contenta con esa decisión, pero los planes cambian siempre, depende de lo que uno construye con un otro, que lo asocio a un otro. Depende de lo que quiera construir, pero por el momento estoy bien así (...) Dos hijos se pueden acompañar entre sí (Plantea el reportero), eso me pasa; pero también estoy más grande, trabajo en una carrera y en un país que tampoco me asegura nada, y tener un hijo es lo más hermoso que me ha pasado, pero también es la responsabilidad más grande que he tenido con todos los sentidos: económicos, afectivos y todo. Siento que es algo que yo jamás emprendería de nuevo sola. Insisto: si es que si a mi compañero le interesara, podría ser algo conversable, pero que no tiene que ver con un plan mío fijo a futuro.

Tengo 40 años. Me siento joven, me siento jovial, me encanta la juventud, me encanta conocer gente; y también me siento vieja, como en todo. Yo asocio mucho la juventud con el hambre, de querer aprender, de querer saber y conocer; y también me gusta mucho estar en mi casa y leer, no soy una “Peter Pan”... Pero sí asocio la juventud con eso, que siento que cada vez crece más en mí: cada vez quiero saber más cosas y tengo más hambre por todo.

"Me siento jovial, me encanta la juventud", asegura Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

Tengo una relación respetuosa con mi cuerpo, pero no conforme, jajaja. Nunca conforme.

Hay una exigencia estética tremenda. Por supuesto que siento esa presión, sobre todo por el trabajo que tengo, porque uno ve harto que la exigencia estética ha crecido a nivel Dios, muy normalizado, pero yo quiero permitirme envejecer. Quiero permitírmelo. Creo que es mi derecho y me gustaría respetarlo. Siento que también eso es parte de un proceso de crecimiento personal que si me lo salto no sé a qué me va a llevar esa falta de eslabones; o sea, para mí por lo menos hoy, a mis cuarenta, casi cuarenta y uno, me pasa que mi libertad es demasiado importante, entonces no quisiera privar mi libertad en ese sentido, mirándome en un espejo y masticando cada paso del tiempo en mi cara y cuerpo. Me gustaría poder aceptarlo lo más posible. El tema es súper recurrente en mi círculo, en mi cabeza y en todas partes, porque el círculo igual afecta a tu cabeza: es una exigencia, ya hay un estándar para arriba, y no entrar en esa exigencia significa también no ser parte de ese canon. Tiene tanto ganancias como pérdidas.

Siento que mientras uno más envejece y más carrete tiene, obviamente más válido puede ser para un otro lo que dices. Me pueden escuchar sí, obvio, porque quizás si digo algo coherente me escuchan; pero si no lo digo me mandan a la chucha rápidamente también, jaja.

04 Septiembre 2025 Entrevista a Maria Gracia Omegna, actriz. Foto: Andres Perez Andres Perez

Nunca he escuchado a un ejecutivo decir eso (que los actores o actrices con más seguidores en redes sociales son más valorados para sumarlos a proyectos audiovisuales, según consultó el reportero), pero es lo que dicen... O sea, para industrias pequeñas como la nuestra, y que no hay tantos millones en este país como para que podamos tener tantos seguidores, proporcionalmente yo creo que obvio que sí influye, porque hoy es la manera de darle marketing a lo que estás haciendo o al proyecto que te están contratando: si eres alguien que tiene muchos más seguidores, obviamente tienes más alcance. Pero no necesariamente es definitorio para decir si es alguien o no en un rol. Creo que influye: cuando es la última selección, obviamente empieza la ruleta rusa, y ahí todo influye. Pero creo que en muchos formatos —no en todos— todavía es importante que sientan que tú eres el casting del personaje. Pero obvio que cada vez se vuelve más influyente algo que antes no era ni tema conversación.

Estoy entrando ahora a las redes sociales, jajaja, soy súper influencer (soy una latera, como todos los que no nacieron en esta generación). Me gusta igual compartir mis cosas, ver cómo funcionan y me dan mucha curiosidad las redes sociales. Instagram es lo único que consumo, no tengo nada más. Antes no me importaba ni me interesaba subir nada a mi instagram; o sea, creo que los seguidores que tengo (672 mil usuarios) es principalmente porque llevo mucho rato trabajando en televisión, no por mi actividad en redes sociales. Pero ahora —aunque estoy haciendo lo mismo que siempre, jaja—, mi interior, estoy tratando de ponerle la energía un poco a eso, a mantenerla más activa, porque sé que es una fuente laboral y que influye en algunos casos. Lo puedo usar a mi favor y trato de buscar cómo adaptarme siendo lo más coherente conmigo nomás. Hace unos meses que estoy en esa parada, JAJAJA, pero no ha influido en nada: es mi intención.

"Antes no me importaba ni me interesaba subir nada a mi instagram", admite Omegna. Foto: Andres Perez Andres Perez

No me gustaba ir a alfombras rojas, a galas ni ninguna de esas cosas... ¿Qué cambió? Que si nosotros no alimentamos a la industria, la industria no existe; obviamente uno tiene que darle el amor. Siento que hay espacios para que uno pueda decir lo que piensa, y otros que no son para eso, y creo que hay que aprender a adecuarse: no todo es una lucha. La industria también necesita de glamour, que te conozcan y jugar a que les muestres tu intimidad, inclusive la farándula. Todo en la justa medida, con ciertos límites, encuentro que alimenta algo. Y ojalá la gente tenga interés sobre lo que está pasando en Chile, y se volcara a la cultura, que siento que somos un país medio desinteresado por momentos con lo que se hace acá, y que estamos súper valorados afuera.

Antes nica habría participado en La divina comida (CHV). Me invitaban a todo eso, y a veces ni a los Caleuche iba; a veces podía estar nominada algo, y no iba. Era súper punki. También tiene que ver con la juventud, de creer que uno tiene algo que decir en todos los espacios, ¡y no! Nosotros los actores igual trabajamos para un público. No hay que olvidarse de eso nunca, y eso significa que a veces hay que abrir ciertas compuertas que a ti te hagan sentido —(aunque) hay gente que no le hace sentido, y está genial—, para alimentar eso también, que la gente tenga interés: si somos tan parcos, la gente no te conoce, no te quiere o no sabe.

Me hace ruido pronunciarme políticamente, pero sí lo he hecho (para no votar por Sebastián Piñera y a favor de Gabriel Boric). Creo que soy libre. Si yo tengo ganas de decir algo que me hace sentido, lo puedo decir, no me privo. Sólo que siento que hoy frente a una elección, en que estamos viviendo un momento muy polarizado mundialmente, también estoy creativamente en unos espacios que pueden generar incomodidad o qué sé yo, por lo tanto no me quiero exponer porque quiero cuidar mi salud íntima, energética, mental y de todo. Si lo he hecho antes es porque me ha nacido hacerlo; pero también resguardo mucho la libertad de expresión y el ejercicio de democracia de todo el mundo; no le voy a decir a nadie lo que tiene que hacer, como no quiero que nadie me diga a mí lo que tengo que hacer. Quiero resguardarme en este momento de la vida. Si voy a gastar esa energía de arriesgarme, que sea en algo que me haga sentido realmente y no en gente que no conozco.

"Quiero resguardarme en este momento de la vida", dice Omegna en lo político. Foto: Andres Perez Andres Perez

Nunca he trabajado en una campaña política, ¿nunca lo haría?... Ufff, tendría que estar cayéndose el mundo... Yo puedo decir quizá en una red social por quién no votaría o por quién sí, si es que quiero y me dan las ganas, o me parece necesario, ¿pero participar de una campaña política?, no milito en ningún partido. No sé si me llama tanto la atención; sería si decidiera hacer una carrera política, que no es de mi interés, ¿porque me pondré a defender qué? Si al final somos todos tan miserables, éticos y no éticos al mismo tiempo. PERO no castigo a nadie que lo haga, porque hay compañeros que obviamente les motiva mucho más expresar su opinión desde esa vereda, y lo encuentro súper válido, y gracias a eso tenemos una actriz que es ministra de Cultura hoy (Carolina Arrendondo). Y quizá mañana me interese, pero si me interesa participar en una campaña política es porque me empieza a interesar la política y algo querré hacer, realmente participar más activamente.

Mediáticamente encuentro que es súper confuso (analizar el gobierno de Boric), porque salen estadísticas que dicen que es el peor gobierno, y de repente “se supera la cesantía no sé cuánto por ciento”, “se invierte más en seguridad que nunca antes en Chile” y hay momentos del año en que que los fondos de Cultura son los más altos que hemos obtenido. Mediática y comunicacionalmente —siento— somos un país también súper polarizado, entonces hay mucho que se dice que “es lo peor”, pero también veo que hay miles de cifras que suben, y que están en buenos lugares. Me parece también que es el riesgo de la nueva camada de políticos que están aprendiendo o recién entrando. Sólo veo, por sobre todo, valentía y buenas intenciones. No veo a nadie pasando a llevar deliberadamente a un otro, o queriendo el mal para Chile. Quizás se han equivocado, quizás han sido erráticos; no tienen la experiencia política que los dinosaurios que estaban. Pero también veo cosas buenas. ¿Qué gobierno ha estado exento de...? De pronto nos ponemos tan moralistas, rígidos y radicales enjuiciando el actuar del otro, y no sé si hay algún gobierno que cumpla todos los estándares que se le están exigiendo al gobierno actual. Sí, hay una crisis, pero no solo en Chile: es mundial. No sé si soy ignorante, perdón, pero no no me siento tan pesimista frente a lo que ha pasado.

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido actriz, antes me hubiera gustado ser socióloga, pero ahora pienso otras cosas —siempre me cuesta responder esta huevada de pregunta—... Me hubiese quizá gustado ser geóloga.

En mi época en la Universidad Finis Terrae, era un poco matea, carretera y de todo; pero muy apasionada con lo que estaba haciendo. Tenía una compañía y estudiaba al mismo tiempo, entonces estaba todo el día metida en esto, no había ni un respiro; mis papás no me creían, pensaban que me estaba haciendo mierda carreteando en la universidad, y yo de verdad estaba la mayor parte del tiempo trabajando.

¿Un apodo? “Bacha”, o “Magacha”, puras “achas”, jajaja.

Un sueño pendiente es conocer el mundo, jaja, en especial Asia, para partir.

Una cábala son los audífonos: me los pongo antes de actuar o partir un proyecto, y por lo general busco una playlist o un referente visual, y voy con mis audífonos escuchando.

Una frase favorita es “ni tan tan, ni muy muy”.

Omegna piensa que habría sido geóloga en un mundo paralelo. Foto: Andres Perez Andres Perez

Un trabajo mío que no se conoce es de cuentacuentos o promotora de flyers en los semáforos; fui garzona mientras hacía Martín Rivas; fui copera en San Pedro de Atacama, en un restorán sin agua, jaja, lavando platos; y fui voluntaria en un hogar de menores en Puente Alto.

Mi primer sueldo lo gasté en dulces y regalos para mi mamá.

Me arrepiento de no haber aprendido a decir que “no” antes, y de un tatuaje horrible que me hice (en el torso).

Una actriz que admiro es Meryl Streep, Juliette Binoche, Tilda Swinton y Sandra Hüller, que ella ahora es mi favorita ahora. Y chilenas, Catalina Saavedra, Amparo Noguera, Aline Küppenheim y Paola Giannini, que la amo.

Una actriz famosilla amiga es la Dani Vega, la Dani Ramírez y la Camila Hirane.

Un personaje que me gustaría hacer es alguno bueno de cine, hacer un buen rol. Cuando es cine le dedican mucho tiempo y tienes mucho tiempo para desarrollarlo y armarlo. No sé si alguno específico —quizá alguien más malo que bueno, más torcido que bondadoso—, pero me gustan los personajes que existieron, cuando uno tiene referentes reales es entretenido el trabajo.

Un trago favorito es el Kir Royale.

Omegna tiene pendiente hacer un gran papel de cine. Foto: Andres Perez Andres Perez

Un pasatiempo oculto es la cerámica; y no escalo hace caleta de tiempo, pero planeo volver. La montaña en general es mi gran pasatiempo. Boxeo ya no hago.

La película que me hace llorar es Los puentes de Madison y Leyendas de pasión.

Un miedo que tengo es a la pobreza. Es miedo creo que proviene del lugar donde nací, del estrés de papás que trabajan mucho, más del clase media, siempre pensando en un final de mes, que no alcanzaba (la plata) y que no llegaban: esa angustia. No quiero riqueza, no quiero ser alguien rico, pero no quisiera vivir ese estrés mensual de no tener cómo cerrar un mes. No me gustaría vivirlo nunca.

Me carga el horóscopo, pero creo, porque ya siento que está metido en el hipotálamo de la sociedad, y me carga por eso. Ya creo que nos convertimos en un horóscopo. Había perdido el sentido y nosotros se lo volvimos a dar.

Si pudieras tener un superpoder sería volar.

Un placer culpable es comer. Me encanta la comida.

Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, uno sería Juan Gabriel; Virginia Woolf, o una mujer que haya ha sido una una progre feminista en una época en que estaba todo en contra de ellas; y a Roberto Bolaño.

María Gracía Omegna es una miseria, jaja, es todo, de todo un poco: ni tan tan ni muy muy.

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