Espectáculos

La Firme con Otakin: “Sufrí tanto hate, del público y creadores de contenido, que estuve a punto de corbatearme”

Recientemente anunciado para El Internado, ahora será Otakin el que someterá sus preparaciones a las críticas (reseñas sinceras las llama él) con las que, en poco más de un año, rompió internet. Aquí, cuenta cómo lo logró, su método, reconoce que el hate de redes sociales le pasó la cuenta y reseña a Chile y a sus candidatos.

El primer 'antiinfluencer'. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

La primera vez que contacté a Otakin para hacerle una nota, un lunes de agosto del año pasado, me sorprendió su alcance para ser alguien que llevaba a lo sumo seis meses en esto. El primer video que subió como foodie —aquellos creadores de contenido cuya pasión es la comida y normalmente se arrojan a la búsqueda de nuevos sabores, tendencias o innovaciones culinarias— se remontaba a febrero, pero ya en Instagram lucía 215 mil seguidores y en TikTok otros 146 mil. La clave, me explicó, residía en el relato, en su método: “Hacer mierda a los locales”. Eso, y su simpatía. Ser “el amigo guatón que todos queremos tener”, el “tira tallas”, el que “es ordinario”, el “que se pasa pa’ la punta”. Reseñar con honestidad a los restoranes, algo casi contracultural al revisar la oferta de influencers que resaltaban (resaltan, aún sucede) sólo lo bueno, lo rico de cada sitio, hizo de él algo especial y le permitió, fundamentalmente, dos cosas: 1) crecer como la espuma, 2) cumplir con sus exigentes plazos: “Dije: tengo que pegar de aquí a tres años. Si no pego en tres años, yo me retiro de esta cuestión y no hago más hueás”.

Desde su casa en Concepción, Otakin entonces me contó lo mucho que trabajaba y lo poco que dormía —otro de los ingredientes, decía, que propiciaron su meteórica popularidad—: “Cuando me rinde y cuando estoy trabajando bien, me levanto a las cinco o seis de la mañana para poder editar los videos. Yo edito mis videos. Después, a las doce del día, parto a grabar, llego aproximadamente a las nueve a la casa, en la noche, y a las doce parto haciendo el guion de los videos y grabo las voces. Duermo como a las dos o tres y despierto a las cinco o seis. Duermo dos o tres horitas”. Reconoció, luego, estar en la búsqueda de un equipo, de ordenar mejor su rutina. Llevaba algunas semanas así y con el tiempo se haría insostenible. Otakin me contó también su estrategia para que no lo descubrieran, repasó sus códigos al momento de criticar a un local y anticipó que lo habían llamado para dar otra entrevista con alguien conocido y hacer alguna colaboración soñada.

De eso pasó un año y —casi— dos meses. Y Otakin, mientras, pasó por los estudios de José Miguel Viñuela, Pancho Ackermann, Las Amikas y el canal de Profesor Klocker.

En septiembre nos reencontramos. Me esperaba un viernes por la mañana en su departamento en Santiago, a unas cuadras del Parque Almagro, donde pasa la mayor parte del tiempo. Ahora graba la mayoría de su contenido aquí, en la capital. Con 1 millón 100 mil seguidores en Instagram, la misma cantidad en TikTok, estaba por anunciarse su participación en El Internado, el nuevo reality de cocina de Mega, en donde se codeará con famosos que —dice aquí— nunca imaginó conocer y se someterá al tipo de críticas que precisamente lo hicieron famoso. Durante la charla, me dijo que ya no edita sus videos, que logró levantar un equipo de trabajo, hacerse de un equipamiento muchísimo más profesional y que, de hecho, pretende abrir un canal de YouTube con otro tipo de contenido. Hablamos del bullying que padeció de niño, del hate en redes sociales que fue propiciado en algún momento por otros creadores de contenido y cómo lo sintió en la piel, de la gente que aún opina de su cuerpo. Me explicó, finalmente, que mantiene su estrategia y gran parte de sus códigos, pero ahora el cobro es otro. Tanto, que muchos locales ni siquiera pueden pagarlo. Para él, no se trata de un pago sino de una inversión por su alcance. Después de todo, multiplicó por cinco sus números en un año. Y esto fue lo que le permitió llegar a la televisión.

La Firme con Otakin:

De Rodrigo Fernández solamente queda la carcasa. Toda la vida he sido Otakin, toda la vida he actuado como Otakin. Y no es que me haya comido el personaje, sino que es tan auténtico que nunca lo he tratado como un personaje en sí. Yo creo que Otakin es la esencia de Rodrigo y siempre ha sido así. Otakin se toma un poquito más de libertades, sí. Es más deslenguado. Quizás podríamos decir que Rodrigo es una persona que se adecúa más a los escenarios, ¿Otakin? En todos lados.

Si tú invitas a Otakin a una gala, Otakin te va a llegar con short. Si tú invitas a Otakin a un velorio, Otakin va a llegar con short y polera de anime. Y probablemente volao, jajajá. Son atribuciones que puede tomarse Otakin: puede tomarse un copete, puede fumarse algo, puedes pillarlo en cualquier estado y da lo mismo, porque Otakin es así.

Fui criado por mis abuelos, vivía con mis abuelos. Y ahí nunca había diferencias, nunca nos faltó nada. Para todos mis primos y todos mis familiares el punto de reunión era la casa de mis abuelos. Pero lo que pasaba de la puerta hacia afuera de la casa de mis abuelos es lo que no se sabe y que últimamente he recordado bastante. Porque si bien para la gente que me conoció cuando chico yo era el privilegiado, al que nunca le faltó nada, de la puerta hacia afuera la historia era muy distinta.

Nunca me faltó para comer, y es evidente que no jajajá, pero sí hubo momentos críticos. Si ahora tengo que relacionarlo con la comida, para mí la crema de espárragos con crutones y el arroz con palta, considerando que la palta cruz antes era muy barata, significa que no había plata en mi casa. Esa hueá cuando uno es niño no lo dimensiona. Tú lo disfrutas igual: tu mamá te hizo comida, se agradece. Pero, cuando grande, te vas dando cuenta que sí había carencias.

De mi abuelo saqué lo trabajador, lo perseverante, y de mi abuela la honestidad. Mi abuelo logró tener su empresa recién a los setentaiún años, con mucho esfuerzo. Él estudió por carta, de hecho, hace mucho tiempo. Y formó una empresa de mantenimiento eléctrico de potencia. Él empezó en Huachipato, luego contratista, y con varios hijos a su haber, finalmente supo sacarlos a todos adelante. Y luego a sus nietos. Mi abuelo me pagó la universidad, mi abuelo estuvo siempre conmigo. Junto con mi abuela, procurando que no me falte nada, que tuviera de todo. Mi abuela siempre me inculcó la honestidad. Nunca fue una persona de medias tintas, siempre teníamos que seguir un solo camino y no cambiar esa opinión. Eso fue un pilar fundamental, aprendí mucho de ellos.

En poco más de un año como influencer, Otakin acumula más de dos millones de seguidores entre todas sus redes. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

La comedia viene de parte de atacar el bullying que recibí. Por mucho tiempo recibí bullying. Me acuerdo de una situación muy particular: estaba en el colegio, en segundo básico, y unos chicos de unos cursos más arriba me decían “guatón tetón”, me gritaban “¡guatón tetón, guatón tetón!”. Yo llego a la casa ese día llorando y le digo a mi mamá: mamá, me dicen guatón tetón, ¿qué hago? Y ella me dice: cuando te digan guatón tetón, agárrate la pechuga y diles: “¿querís lechecita?”, y se va a acabar la hueá. Llego al otro día, me lo dicen, me agarro la teta... ¡y más me hueviaron! ¿Pero sabís qué? Fue positivo. Porque si bien ellos me molestaban a mí, se reían de mí, ahora se estaban riendo conmigo. Di vuelta completamente la risa de ellos. Y ahora me decían algo para que yo reaccionara. Finalmente no era una molestia constante o no era un bullying, sino una acción-reacción. Todos se cagaban de la risa y ahí me di cuenta que tenía que bromear con mi peso. Que para poder vivir en esta sociedad, que es mala, hueón, los cabros son muy crueles, hay que contrarrestar con humor y finalmente darles lo que ellos quieren, que es estereotipos. El guatón come harto, la rubia es tonta y así sucesivamente. A mí no me invitaban a los cumpleaños cuando era chico, porque la frase era: se va a comer todo.

En el 2008, pesaba 127 kilos y bajé, en tres meses, a 73 con un porcentaje de grasa de 4%. Nunca tuve un rollo con el peso, pero sí soy muy metódico pa’ mis cosas y cuando me propongo algo, quiero cumplirlo a cabalidad. Cuando termino de estudiar Canto en la Sinfónica de Concepción, esas lucas que se pagaban mensuales quedaron disponibles. Mi abuela me dice: mira, quedaron 40 mil pesos para hacer alguna actividad, ¿qué te gustaría hacer? Y le dije: me metería al gimnasio, pero si me meto, va a ser con dieta. Estuvimos de acuerdo, me inscribí y empecé a comer mejor y a hacer ejercicio. Era, de verdad, muy fitness. Contaba mis calorías y todo. Me tuve que aprender a mover de nuevo: los pasos de baile ya no me salían. ¡Tuve que aprender a caminar de nuevo! Porque antes movía 120 kilos y estaba moviendo la mitad. Los movimientos tenían que ser menos bruscos, era todo un cambio. Luego de eso, entro a la Armada y se me atribuye a que yo bajé de peso dentro de mi servicio militar, pero no fue así: yo entré flaco. Si no, créeme que me hubiesen hueveado un kilo allá adentro.

Me metí a la Armada por mi abuela. Todos mis primos estaban estudiando carreras afines a la salud y llegaban a la casa con su vestimenta de trabajo, la investidura de enfermería, su delantal blanco de médico, pero Otakin no llegaba con nada, po. Otakin estaba en el colegio, había repetido tres veces primero medio. Estaba en segundo y llegó un compañero con una plaquita en el cuello, estilo Pelotón, y le pregunto dónde consiguió eso. Me dice: me inscribí en el servicio militar y te lo regalan por ser voluntario. Oh, qué bacán, yo quiero, jajajajá. ¡Yo quería la medallita, po! La pensé, ya, ¿cuánto es la instrucción? Tres meses, no iba a ver a nadie, pero después de tres meses, salís con tu uniforme. El camino corto. Le iba a dar un orgullo a mi abuela, me iba a vestir con algo en tres meses. La raja. Me inscribí sin saber a lo que me estaba metiendo. El primer día me quise ir, no era lo mío, no sabía que había un escalafón, una división, que las clases sociales pesaban mucho más que el conocimiento que tenía la persona. No me salí y terminé mi servicio militar, pero no quise seguir.

¡Qué hueá no hice! Primero estudié Canto Popular en la Sinfónica de Concepción. Luego me voy a la Armada. De la Armada salto a Psicología en la UDD. De Psicología salto a Periodismo en la UDD. De Periodismo, me tomé un año en el que trabajé: cantaba karaoke en las noches, en el día movía hueás pa’ una productora y era empaque, me saqué la chucha. Luego entro a Publicidad en el Duoc y después se me da la posibilidad de convalidar algunos ramos de Publicidad para poder terminar Relaciones Públicas.

Desde 2004, Fernández dice ser orgullosamente otaku. Su casa está rodeada de figuras de Dragon Ball Z. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

No me quedé en Psicología porque me fue mal, horrible... ¡me fue como las hueas! Me eché dos veces el ramo que te atrasaba un año, por ende ya no era factible. Y la verdad, yo tengo TDAH, que es déficit atencional con hiperactividad, y siento que no estaba preparado para la universidad a los diecinueve, veinte años. No estaba preparado y creo que nadie está preparado para la universidad a esa edad. Como que sales y tienes que elegir al azar, casi que al azar, porque tus gustos ni siquiera están definidos. Tu destino no está definido a los dieciocho años. Entonces, elegir no me parece.

Yo tengo mucho tema y puedo hablar de muchas cosas. Me deja tranquilo saber mucho de otras áreas. Mucho de comunicaciones, mucho de psicología. Me quedé con los conocimientos. Si aunque uno no termina la carrera, se queda con los conocimientos y así debería ser la universidad: conocimientos universales. Aparte de eso, en la UDD había minors, pequeños ramos de otras carreras que tú podíai tomar y sacabai una pequeña mención al final. Yo tomé cursos de literatura, tomé cursos de derecho, de cosas ambientalistas, de causas sociales.

Me gané 11 millones en el casino, pa’l cumpleaños de mi hermano. Con el vuelto de lo que se pagó en la cuenta, tres mil pesos, jugué y me gano un premio grande. Esto fue en una semana, ah, porque me encabellé con el casino, me empezó a gustar bastante. En una semana logré los 11 millones, pero el primer paso fue el 30 de abril del año 2012. Todavía lo recuerdo, sí señor, porque fue el día del estreno de Avengers I.

¿Si lo despilfarré? Me fui a la chucha, tenís dieciocho años... ¿pero sabís qué? No como de salir, ni nada. No fue despilfarrarlo tanto... quizás fueron malas decisiones. Me compré una cama, un closet, un terno, me compré dos mesas de DJ para mezclar música. Parlantes, luces, máquinas de humo. Y me hice como una productora. Productora que finalmente, pa’ mí, era un hobby y gané plata con eso, pero nunca pa’ vivir. Todavía vivía con mis abuelos y ellos me financiaban todo.

Antes de ser Otakin, Fernández entró a la Armada para darle en el gusto a su abuela. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

En 2015 me llamó Cristián García-Huidobro para una obra de teatro. Un examigo de Valdivia se estaba lanzando para alcalde y quería promover su candidatura, así que llamó a Cristián porque él tenía una obra política que se llamaba La Nueva Minoría. Y él le dice: tengo la obra armada, pero me falta un gordo simpático. Y este hueón le dice que conoce a uno. Un día me llama una persona equis y me dice: “hola, cómo estás, soy Cristián García-Huidobro, quizás tú me conoces por ser El Humbertito, porque estuve en Sábado Gigante” y me empieza a contar un poquito. Me dice que necesita un guatón simpático, que vio un video mío que yo había subido a Facebook llorando con el final de Titanic, imagínate. Y me dice: me gustó la actuación, quiero contar contigo, así que mándame un video haciendo de borracho, entrando a una oficina. Ese día me tomé unos copetes, me fui a carretear, llegué realmente curao, pensé en grabarlo así, pero en la mañana me desmotivé, no quise, no grabé el video. Y a las siete de la tarde del día siguiente me llama nuevamente: “oye, guatón culiao, no me mandaste na’, pero igual me tincaste. Te mandé por mensaje de texto el código del pasaje, te vienes mañana a Santiago”. Y así fue. Llegué el miércoles a Santiago y el viernes estrenamos la obra en Rancagua. Estuvimos una temporada entera en el Teatro San Ginés y giramos por la mayoría de Chile.

Yo pensé que ese iba a ser mi despegue, cumplía con todo lo que el mundo requiere para ser conocido: que alguien te agarrara y te dijera sos bueno, vamos. Así era el proceso antes de las redes sociales: que te conociera un manager, que te viera en la tele y te hiciera famoso. No existía esto de poder exponerte y editarte tú mismo. Finalmente sí le saqué provecho, sí hice harto lobby, sí conocí harta gente, pero esta obra duró lo que tenía que durar, duró cuatro o cinco años, y listo. Me gané mis lucas, viví un tiempo en Santiago con un amigo, casi que de allegado, en San Miguel. Y eso.

Para mí lo importante era llegar, lograrlo y listo. Entonces, al momento de estar en la obra con Cristián García-Huidobro, mi sueño estaba cumplido. Había logrado que me reconocieran. Nunca me atormenté después de eso, en seguir intentándolo, porque ya lo había cumplido. Ya no era parte del sueño, digamos. Más que ser conocido o ser famoso, yo quería ganar lucas. Y obvio, todo el mundo lo ve así. Se trataba de estabilidad económica y de estabilidad mental.

Quizás puede sonar muy pasado a caca, pero estoy practicando la logoterapia. Es una psicología que fue descubierta o inventada por una persona que estuvo en los campos de concentración de Auschwitz. Es de un libro que se llama El hombre en busca del sentido, en el cual habla de que él se propone metas diarias en una situación límite, que es obviamente el Holocausto, y no atormentarse con lo que va a pasar. Porque su señora y su hija también estaban reclusas y él no las podía ver. Entonces, él cumplía las metas que eran: hoy tengo que levantarme vivo, comer, ir al baño al menos dos veces. Listo, ¿cumplí esas metas? Estoy satisfecho. Quizás no estamos en una situación límite, pero estamos en la vida misma, que para mí la vida misma sí es una situación límite. Somos de carne y hueso y tenemos que ser conscientes de eso, que en cualquier momento nos morimos, nos vamos. Y nos vamos a ir sí o sí, entonces viene esto de no atormentarme con el futuro. No quiero saber qué va a pasar, quiero que todo fluya y, hasta el momento, me ha ido súper bien.

Me levanto a las cinco y media de la mañana, pero no para empezar mi día sino que para ver mi agenda, planificar lo que tengo que hacer y proponerme las metas a esa hora. Luego de eso, puedo dormir. No soy de esos que te va a decir oye, me despierto a las cinco y media porque es mejor energía y la hueá, no: andaría cagao de sueño. Mi día empieza a las cinco y media para recién atormentarme con ese pequeño futuro de doce horas que se me viene por delante.

El proyecto de las reseñas sinceras, como lo llama él, había sido diseñado hace años. Pero lo retomó recién en 2024. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Nunca me gustó la convencionalidad, porque no estoy hecho para eso. Soy desordenado, no tengo estructura. Soy un hueón que no sirve para la sociedad en la que estamos inmersos, clásica. No estoy para estar sentado detrás de una mesa escuchando a alguien. No me gusta eso. Me gusta indagar por mí mismo, y mucho también el conocimiento empírico. De hacer cosas para poder aprender.

Fui anisinger por eso: para generar lucas con lo que yo había estudiado, que era el canto. Y al mezclarlo con el anime, que es lo que me encanta, podía cantar las canciones de infancia que todos nos sabemos y monetizarlo. Si finalmente todo es monetización, todo es plata y todo es tratar de trabajar en un trabajo que no fuera convencional.

El período como anisinger fue bonito, me hice una cartera de diez mil seguidores en Instagram. Estaba tranquilo, no era conocido pero ganaba lucas con lo que me gustaba. Y ahora, en la actualidad, los eventos de anime todavía me llaman. Obviamente el cobro es distinto y no me llaman solamente para cantar sino que para animar alguna sección o para estar con el público tomándome fotografías y compartiendo.

Cuando fui Viejito Pascuero ganaba mucha plata en diciembre, pero el resto del año estaba como Rodrigo tratando de ver qué hacer. Y ahí me propuse crear un personaje todo el año. Dije: ¿qué personaje puede ser? Un Perro Chocolo, podía ser. Y para abril me compro un conejo y hago de conejo, siguiendo la misma línea del Viejo Pascuero. Pero el personaje estaba, siempre estuvo y nunca me di cuenta: era Otakin, que es ser yo. Yo mismo. La autenticidad es la que me otorgó el personaje.

Soy otaku desde los trece o catorce años. No sé si era difícil ser otaku, pero no era bien visto. Era algo más desconocido. Éramos los frikis, los raros. En ese tiempo estaban los pokemones, los hardcoritos, los emos y las pelolais, que eran de alta alcurnia. Y estábamos los otakus, que era ser el freak finalmente. Y al freak le gustaba Star Wars, los Simpsons, que supieras de Trey Parker y Matt Stone. Nosotros veíamos harto Aplaplac. Pedro Peirano y Álvaro Díaz para mí son unos genios, son mi Trey Parker y Matt Stone chilenos. Veíamos harto canal Rock & Pop, veíamos harta la parodia extranjera de Star Wars, Spaceballs. Éramos bien frikis para ver contenido. Pero orgulloso, claro, es parte de la cultura general. Te da un tema de conversación también, te da un bagaje cultural. Quizás para algunos son tonteras, pero hay un bagaje cultural en la parte del cine, de las series, en todo lo que es audiovisual.

En su juventud, estudió Canto popular en la Sinfónica de Concepción. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Las reseñas sinceras nacen del odio, o del desagrado más que odio, de que no me gustaba ver que otros influencers u otros foodies dijeran que estaba todo rico. Porque tú llegabas al local y finalmente la experiencia no era como ellos te la mostraban. Era una experiencia realmente VIP sólo para ellos y es lo que yo siempre he querido evitar. Como no me gustaba su contenido, yo siempre buscando un personaje y también buscando algo diferenciador, una propuesta de valor distinta, dije: yo voy a ser el que dice la verdad. Yo voy a ser el que te diga realmente si está bueno o está malo. Te voy a decir lo bueno y lo malo del local.

Me lancé con el piloto, que ya lleva cuatro años arriba, pero lo tengo en modo privado porque tuvo solamente treinta likes. No encontraba el camino del relato, mi relato era muy cuico. Hablaba con palabras como “chicos, chicas”, copiando a otros influencers. Copiando la sandía calada que ya había en Concepción. Dije: ya, esto funciona pero no ahora, y lo guardé. Durante tres años lo guardé. Y después de tres años me lancé con las reseñas sinceras.

Me gusta mucho más el Otakin de ahora, por supuesto. El personaje fue evolucionando solo. Antes, cuando se hacían las primeras reseñas sinceras, era como una voz opaca, más normal. Ahora mi voz es mucho más aguda y tiene más entonaciones y harto, harto acento. Nunca me di cuenta del cambio, se dio natural. Y tampoco me había dado cuenta de que había cambiado el relato. Siempre pensé que lo había hecho igual. Pero un día me tocó revisar un video antiguo y me extrañó el tono de voz que usaba, y empecé a ver los videos de esa misma época y eran todos iguales.

Quizás hay mucha gente, y no los culpo, que cree que esto es un juego, que lo único que hago es comer en grandes cantidades, pero siempre hay un trabajo detrás. Hasta a los foodies mentirosos les valoro el trabajo, porque realmente estar editando, crear un guión, que se te ocurra una idea, un hook pa’l video, de cómo llegar a la audiencia, es muy difícil. Es un trabajo muy complicado. No así sacrificado, porque no lo es. No nos levantamos a las cinco de la mañana a recoger basura, no andamos mojados como pico en la calle, no. Pero sí hay harto trabajo, requiere creatividad, una disciplina, un orden y yo nunca lo había visto.

Yo no creé lo de antiinfluencer, nació de un seguidor que comenta: oye, más que influencer, tú eres el antiinfluencer. No sé a qué se refería él, pero me encantó y apenas lo leí, lo subí, me cambié el nombre, cambié todo. Y yo le di la connotación de Nicanor Parra, de Deadpool, de estos antihéroes, de Bonvallet, la doctora Cordero. Quizás muy polarizados políticamente, pero siempre con una esencia de sinceridad y decir lo que ellos quieran. Finalmente, ser uno mismo.

La estrategia de Otakin para no ser descubierto por los locales se resume en que los platos los pide algún ayudante y él entra cuando ya está todo servido. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Al inicio, los creadores de contenido pensaban que yo era un anti influencers y que los quería pisotear. Lo pasé muy mal, pero nunca he sabido expresar y nunca he sabido contar realmente lo que me influyeron esos comentarios negativos. Que tus ídolos o personas que tú admiras en la región, que tú ves sus videos, al momento que tú haces lo mismo de forma diferente no te apoyen, duele caleta.

Era tanto el nivel de hate, tanto del público que no entendía como de los creadores de contenido foodies, que estuve a punto de corbatearme. Y nunca me di cuenta que estuve a punto de corbatearme. Si me pongo a pensarlo ahora, no tengo idea y no sé cómo cresta soporté tanta hueá. Es como volver al sentimiento del bullying que sentí cuando chico. Los comentarios eran horribles. Me importó una mierda, lo supe difuminar súper bien y, digamos, seguir encaminado, no lograban bajarme. Pero no sé cómo tuve esa fuerza pa’ poder seguir después de tanto comentario negativo.

Nunca supe si tuve un cuadro depresivo o de estrés, no tengo idea. Porque soy como el 90% de los chilenos que no entiende que la salud mental es como lavarse los dientes. Que uno realmente necesita limpiarse el cerebro. Nunca supe, nunca me traté, nunca lo vi. Si lo tuve, ya pasó. Fue un período penca, un período malo, pero en ese momento no me di cuenta de lo malo que era, así que yo creo que esa es la clave.

Ya me doy cuenta cuando un video va a ser viral: sé cuándo va a ser viral o cuándo va a tener menos likes. Ahora, la estrategia es saber cuándo tirar el video, después de qué y en qué momento de la contingencia. Imagínate yo hago promoción a un local marino, que vende merluzas, y justo se pone en veda: no puedo subirlo. Ahora, con lo que pasó del murciélago y los juegos mecánicos con mi hija, obviamente había un ambiente negativo, de funa, y no podía subir promocionando a ningún local. La contingencia es muy importante. Hay que ver dónde estái parado para poder subir.

Jamás he mentido en un video. Quizás se me han pasado cosas muy básicas, como el precio de las bebidas o si tiene baño o no. Pero no es algo intencional. Trato de incluir todo en todos los videos, pero de repente quedan tan largos, y en Instagram recomiendan videos de hasta tres minutos, que no he podido poner la información. Pero si lo recuerdo, lo pongo abajo en un comentario y la información está igual.

Su meteórica popularidad en redes despertó el interés de la TV. Otakin ya es parte de El Internado de Mega. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

De los 800 videos que he grabado hay dos que no he subido, porque son del orden de emprendimientos muy humildes donde fui invitado y la comida realmente no estaba buena. Son videos que tengo ahí en el tintero, que quizás algún día van a salir a la luz, pero también hay un door keeping, que es como este fenómeno de guardarte el dato, porque no quisiera hacerle daño a esos dos locales en particular. Ahora, qué se diferencia entre esos locales de los que sí he hecho mierda, que sí he “destruido”, entre comillas porque nunca es destrucción, es que no son grandes conglomerados, no se jactan de nada, no se jactan de ser gourmet, no se jactan de la tradición. Porque, finalmente, yo no hago críticas a locales tan clásicos, ni nada. No hago la crítica por ser clásicos o porque le tenga odio al local. Es porque de repente ellos mismos se ponen una etiqueta que no pueden demostrar. Hay un restorán de Concepción que se ponía: el restaurante gourmet de Concepción, y cuando llegué traían papas prefritas. El otro: Tradición de Concepción desde 1900 y algo, ¿y de qué tradición me estái hablando? Si me estái sirviendo una lámina de jamón y una papa congelada. Por ahí va el ataque también. No es a la tradición, sino a la chapa que tú mismo le pones a tu local y no puedes cumplir. Esa es mi ética de trabajo, si no, estaría con mucho remordimiento. Pero finalmente, de los locales que han sido mal calificados ninguno está cerrado y ninguno ha quebrado.

Ya pasó el tema de que tenía que hacerme conocido en alguna ciudad con un video polémico. Ese proceso ya está hecho, fue una estrategia de marketing y ya no existe. Ahora, todos los videos van dedicados a todos. Y si no es para la gente local, es para el turista que va a visitar la ciudad.

Mi rutina es así: me despierto a las cinco y media de la mañana para poder ver mi agenda. Si tengo que grabar, no sé, pensando en la tarde, pongo ahí que me voy a dedicar en el día a hacer los guiones. Y eso es cuando me despierte, o quizás, si tengo el ánimo, la energía y me da el hiperfoco en ese momento, a las cinco y media me pongo a escribir. Pero después igual me pego un tuto. No es que esté todo el día con energía, porque es bastante lo que hago. Así que igual no es quebrarse y no es seguir un estilo de vida, es solamente para no atormentar mi futuro.

Ahora tengo un equipo de editores, gente que hace las bases de los guiones, dirección, algunos tips. Hemos formado un bonito equipo, un muy bonito equipo. Y yo creo que va a seguir creciendo.

Estoy grabando los videos con un S24 Ultra. Estaba con un S25 Samsung, pero me lo robaron en un concierto. Pero ahora se viene grabación con S24 Ultra, con S25 Ultra, con la Osmo y además con el IPhone 16 Pro Max. Después del robo, muchas marcas me contactaron y me regalaron equipos, y ahora por supuesto que se vienen contenidos en YouTube, porque es mucho el equipamiento que tenemos.

La idea es abrir un canal potente en YouTube. Yo siempre doy el consejo de que no importa el equipo que tengas, puedes seguir, pero creo que para YouTube tienes que ser más profesional. Hay que tener buenos equipos y hay que armar un contenido bueno. En todas las otras entrevistas siempre dije que tenía que terminar mi pega para poder concentrarme en otra y creo que ya es el momento de poder saltar. Estoy mucho más ordenado, mucho más estructurado con la otra pega.

Estoy pensando en el IRL, en mi vida cotidiana, que es bastante movida día a día. Tipo Speed, pero más flojo, más gordo, más blanco y chileno.

La oferta de papas prefritas es un problema sin solución, cree Otakin, en los restoranes nacionales. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Mis videos son 100% sinceros: hago la crítica y digo lo que quiero y opino en el momento del local. Trato de sacar situaciones que son del momento, que podrían pasar, como un pelo, un producto quemado, un producto salado, porque es algo circunstancial. La única vez que hablé de algo circunstancial me pasó la cuenta y fue con el murciélago en un centro de eventos de Viña, en un lugar de juegos infantiles. Y hago mi mea culpa también, porque ahí rompí uno de mis códigos. Pero era necesario, porque en un lugar de niños es impresentable que hayan murciélagos y que no existan baños en el lugar, que era la razón por la cual quería hacerlo público.

Si me hubieras preguntado hace dos o tres meses, te hubiese dicho que el 99% de los videos era pagado e invitado por el local. Ahora te puedo decir que el 50% de los videos es pagado y el otro 50% es orgánico. He creado mucho material orgánico, yo pagando el local, yo asistiendo normal, yendo a carritos, yendo a cosas más humildes o quizás a restoranes, por las mías. Entendí que muchos restoranes no me iban a llamar porque no querían exponer lo que estaban haciendo y yo estaba perdiendo un poco el foco de lo central, que era demostrar y desenmascarar que la cocina actualmente, y después de la pandemia, estaba horrible. Nos estaban vendiendo lo que fuera. Teníamos tanta sed, tantas ganas de salir a huevear, tantas ganas de salir de comer, algo prohibido en pandemia, que se nos presentaron miles de restoranes y eran puras porquerías.

Hay locales que yo sé que me conocen, que yo sé que no quieren que yo esté ahí y tengo que usar una estrategia para evitar ser echado. La estrategia es que entre alguien o un grupo de personas de mi equipo antes, a pedir la comida, y al momento en que está listo, me llaman y yo entro cuando la comida está servida.

Más que miedo, la reacción de los locales cuando llego es: nos pillaron. O un: llegó el momento. Porque hay muchos locales a los que voy que tienen su cartera de clientes ya creada hace mucho tiempo y que nunca han puesto una crítica porque ese local quizás le evoca alguna nostalgia o algún recuerdo. Y creo que eso es como la zona de confort de los restoranes. Los clientes frecuentes son la zona de confort, la zona segura, los que no van a criticar nada. Entonces, llega un guatón que ahora tiene alcance en las redes sociales, que su opinión vale, y te va a desenmascarar lo que estái exponiendo.

Encuentro que es una vergüenza y una humillación de que te digan: hazme un video y te regalo una cena o una hamburguesa. En un año y medio tengo tres canjes, que son de prótesis dental, el viaje a la Isla de Pascua y una cámara, pero comida nunca. Porque se desvalora el trabajo que realmente hay detrás. Aunque ustedes no lo crean, hay un trabajo muy arduo en el tema de edición, guiones. Eso no se tiene que comprar con una hamburguesa.

Cuando era niño, en el colegio Fernández sufría bullying por su peso. Logró revertirlo con el tiempo, pero eso lo marcó. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Actualmente, la mayoría de los locales los estoy haciendo sin costo. Ya pasó el tema de cobrar tanto, porque era para alivianar un poco el trabajo. Como te digo, se vienen nuevos proyectos y quizás los costos son mucho más y ya casi inalcanzables. Tanto, que mi nicho, que son los locales, no van a poder pagar ese precio. Se sigue cobrando por video, hay videos de todo tipo. Quizás cambié en la cantidad que se hace de pagados y no pagados, también por el precio. Pero créeme que ese valor que se paga, finalmente no es un pago: es una inversión que tú haces por el alcance y para poder exponer tu local en las redes sociales.

El valor que tiene el alcance de Otakin ahora es mucho más de lo que yo podía pensar. Si yo te hablaba antes de 850 lucas, que para mí era harto, ahora las marcas pagan ridiculeces y con varios ceros. Y no es que me guste más la plata, pero ahora el nicho de los locales me lo financian las mismas marcas. Las mismas marcas me pagan a mí para que yo vaya a locales de forma orgánica y haga mi contenido, pero puedo nombrar la marca o el producto de ellos y me financian el video. Y al local comercial y al emprendedor le sale gratis.

En octubre empezará una sección que es de ir a locales y cuando se critica, hacer la mejora de esa crítica. En el sentido de: si en el local hay mucho calor, regalarle un aire acondicionado. Además de que el video es sin costo. Si necesitan una salida de minusválidos, se le pone la salida. Si necesitan iluminar un letrero, hacer un letrero nuevo. Todo eso lo financiamos nosotros. Ya no es tanto el cobro, cuánto se cobra, cuánto se hace, sino es cómo se hace y una retribución para el local. Porque ya viene el agradecimiento de parte de Otakin. Yo logré surgir, logré salir de donde estaba, tuve una movilidad social y por qué no poder compartir eso con la misma gente y poder entregarles algo.

Hemos regalado mucho dinero en efectivo. Siempre cuando hay gente que me escribe por redes sociales, si me llama la atención o me toca el corazón alguna historia, yo he depositado mucha plata. “Otakin, necesito pa’ los pañales”, “Otakin, mi hija tiene que comer”, “Otakin, mañana cumple años mi hija y no tengo pa’ comprar nada, ¿qué voy a hacer?”. Y yo me vi en esa, po, hueón. Yo me vi en esa mucho tiempo. Estuve tan cagado que yo los entiendo y comparto el tema. Uno no tiene límites cuando se trata de los hijos.

Yo también le escribí a influencer para pedirles plata en su tiempo, cuando estaba recagado. Le pedí plata a la Naya Fácil, a Leonardo Farkas y a Chamaking. Me fue como las hueas. Nunca me respondieron, nunca nada. Y quizás por eso mismo, dije: voy a destinar una cantidad de plata para poder regalar mensual. El tema es que a veces se iba de las manos y aún se sale de las manos. Se pasan el boca a boca y si yo le paso a alguien, el mismo día todos me empiezan a pedir. Pero no se malacostumbren: eso no es siempre, es solamente si me pillan curao o me tocan el corazón, jajajá.

La clave es no creerse famoso, solamente somos conocidos. A la gente le gusta nuestro trabajo y nos felicita por eso. Pero no se trata de lidiar con la fama, se trata solamente de ser uno más, de ser uno mismo y poder, también, compartir con la gente. Pero no se trata de fama, se trata del cariño de la gente que ve tu contenido.

Al intentar con algo diferente, en un inicio Otakin se estrelló contra una muralla de hate. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Nunca me arrepiento de lo que hago, pero sí he sido más mesurado con el tiempo. Creo que podría ser aún más duro, pero siento que igual hay que controlarse un poco. Entre tanto garabato y tanta crítica, quizás puede llegar a aburrir. Hay personas que están haciendo lo mismo que yo, críticas, y hay una chica argentina que yo admiro, que se llama Estrella Kira. La encuentro genial, porque ella dice lo que quiera decir, no está ni ahí con las marcas, no está ni ahí con monetizar, ella solamente hace su contenido y destruye los locales con unas tallas increíbles que yo no las podría decir, que son irreproducibles en Chile.

Las críticas que recibo vienen desde el desconocimiento y del no entender mi trabajo. Es no entender que esto es un juego, que esto es una crítica, una exposición en las redes: que no es una destrucción. Entonces han salido muchos a criticarme, pero no entienden que yo hablo como un cliente común y corriente, un cliente con desconocimientos culinarios. No tengo conocimientos de cocina profesionales. Pero sí he comido toda mi vida, como cualquier persona, y hago comentarios como cualquier persona. Tampoco hablo de sabores en los videos. Hablo más del objeto, de cómo está hecho, de cuál es la calidad del producto.

Pocos lo han expuesto, pero hay muchos locales, yo creo que más de cien locales, a los que les he cambiado la vida. Tanto al local como a los mismos dueños. Y es gente que realmente se lo merece. Gente que realmente se ha esforzado mucho y que se lo merece, porque tiene un producto de calidad. Y se vienen muchos más. Tengo muchos más muy positivos, que realmente van a surgir con un video mío. Y no tanto por el video, sino que porque la gente va a ir a comprobar si es real.

No es un odio a las papas prefritas, es una democratización a la comida. ¿A qué me refiero con esto? Que si tú vas a un restorán es para comer algo rico y que un chef te cocine. Tú estás pagando un poco más y todos sabemos que vale más ir a un restorán a comer, pero esperas que te cocinen rico y te atiendan bien. Si vas a romper una bolsa de plástico y vai a echar a freír las hueás que están adentro, para mí, eso no es cocina.

No tengo idea cómo surgió la frase “las hueas”, fue de un momento a otro. En un video digo las hueas y la gente empieza a comentar abajo, los seguidores repetían las hueas, las hueas, las hueas, y quedó en todos los videos. Y ahora es una frase que mucha gente usa. No es mía, no fue creada por mí, es una grosería muy antigua, una abreviación de: me querís ver las hueas. Y es una respuesta ya muy común al no querer hacer algo o de encontrar algo muy malo.

Siento que estoy vinculado con la frase “las hueas”, pero nunca la tomaría como propia. No es apropiarse de la frase, es que te relacionen. Es como un rostro de marca. Pero nunca la registraría. No quiero caer en eso, porque finalmente las groserías, los garabatos y toda la jerga chilena, es de todos.

A mí me da lo mismo que opinen de mi cuerpo. El tema es que hay muchos niños y muchas personas que no van a tomarlo como yo y quizás se lo van a tomar personal. Entonces, yo no quiero que se normalice el tema del bullying, no quiero que se normalice que hablen del cuerpo ajeno. De nuevo, en lo personal no me molesta, a mí me da exactamente lo mismo, porque yo tengo espejo y sé que estoy guatón. Pero hay gente que no puede lidiar con eso y que para ellos es un problema. Por eso, actualmente estoy exponiendo mucho a los haters, porque si lo hacís conmigo lo podís hacer con un niño, con una persona a la que realmente le afecta y esos comentarios pueden lograr una fatalidad.

"Las hueas" es una vieja frase a la que ahora se asocia con Otakin. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Ya no me interesan los números, no tengo ninguna meta de números, ninguna meta de llegar a más seguidores: el show del ego ya paró. No quiero ser ese que está mirando todo el día el celular, como lo fui al principio, para ver a cuántos likes llegaba, cuánto alcance tenía. Tengo buenos números actualmente, quiero mantenerlos, sí, hay un trabajo detrás para mantenerlos también. Pero no me preocupa. Nunca un video que tenga menos likes va a ser una caída, sino que un aprendizaje. No se trata de caerse o de ser “una cuenta en decadencia”, como dicen los jóvenes ahora. Se trata de buscar bien el contenido y saber abarcarlo.

La polémica con el Profesor Klocker quedó en el pasado, cada uno está con su trabajo. Yo no me lo tomé a mal, para nada, se tergiversó mucho el tema. Era un juego de curaos que nadie entendió. Que finalmente se salió de las manos, se salió de control. Y ahí va nuevamente la perspectiva de la gente: que a mí personalmente no me molesta, pero la gente se lo tomó de forma pésima, porque había varios factores que podían perjudicarme y también beneficiarme. ¿Cómo estamos ahora? Yo creo que si le hablo, me habla. Yo creo que si queremos hacer un video juntos, lo hacemos. No hay ninguna rivalidad, solamente está ese episodio que ocurrió, pero no tengo rencor con nadie y tampoco lo dejé de admirar. Nunca lo dejé de admirar.

Fui expulsado a golpes de un concierto y, sí, me sentí bastante humillado. Fui, me hicieron entrar al VIP pero no me pusieron la pulsera, los guardias siguieron los protocolos y al que estaba sin pulsera, lo expulsaban. Me sentí humillado no por ser un personaje público, no. Pero creo que si me habían dejado entrar, si ya estaba en el lugar, era totalmente innecesario sacarme. Me tuve que reencontrar nuevamente con el susodicho, el guardia. Igual tuve un encontrón con él, lo expuse en las redes. Pero nada más me ha afectado.

Siempre llegan las polémicas porque soy muy deslenguado. Trato de mantenerme lejos de ellas, trato de mantenerme lejos de crear conflictos. Trato de cuidar mucho más mi imagen, pero yo hablo mucho, soy muy sincero y no mido mis palabras, no tengo un filtro. Eso me trae más problemas. Más que consecuencias físicas o cosas que yo haga, son cosas que yo digo.

Las redes sociales son muy despiadadas y son muy dañinas, pero con el tema de mi hija no me da miedo que la ofendan. Nadie se va a atrever a ofender a un niño. Yo creo que también es parte de un escudo y del cambio que hubo en el contenido. Porque si bien yo hacía contenido en café con piernas, de nightclubs, eso ya paró cuando mi hija se metió en las redes. Ahora es un contenido más familiar, me di cuenta que me veían muchos niños y qué mejor que incluir a un niño para que ellos mismos se sintieran identificados.

A mi hija también la reconocen en la calle, en los supermercados, cuando salimos. Nos tomamos fotos en conjunto, se toma fotos solita. Mi señora me avisa cuando le piden alguna foto a ella. Es magnífico, una cuestión increíble.

Mi trabajo como influencer no me ha traído problemas familiares. Al contrario, todo ha sido muy positivo. El cambio de vida ha sido de cero a cien, estamos muy contentos. Ya es un trabajo familiar completamente. Mi señora también me apoya actualmente y me ayuda en los guiones, estamos muy bien como pareja y como familia.

Los viajes y estar fuera de la casa no es un tema. Se entiende que es por trabajo, nunca me ha traído problemas. Creo que lo hemos sabido abordar muy bien.

Para no atormentarse con su futuro, Otakin dice que practica la logoterapia. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Estoy aburrido de la comida chatarra, ya no es como antes que deseaba comerme una hamburguesa. No estoy cansado, pero sí creo que es bueno cambiar un poco y volver a la comida casera.

El restorán que más me decepcionó fue un local chino de Concepción. No entendía cómo podían ofrecer esa comida tan de mala calidad. Y no entendía cómo puede existir aún ese restorán. Incluso le hice un video negativo y el restorán aún persiste, aún sigue. Después, me han sorprendido mucho las picadas de barrio, los locales pequeños. No podría decirte un nombre en concreto, pero sí me han sorprendido mucho con las carnes mechadas. La carne mechada es un muy buen producto que sabe hacer la gente de esfuerzo y los emprendedores.

¿Cuántos son muchos completos? Yo siempre digo que son catorce completos. Porque me comí hasta trece. No me siento orgulloso para nada, pero sí, me comí hasta trece. Y creo que catorce serían muchos.

Está el proyecto de abrir un restorán con tres influencers más. Queremos hacer un concepto nuevo, una cocina nueva y darle este acercamiento a las redes sociales. No solamente poner nombres de aplicaciones, como lo hacen otros restoranes, sino que darle un concepto nuevo, de cocinas distintas, estilos distintos en un mismo lugar. Está en conversaciones, no tenemos fecha, pero estamos en búsqueda de local. Algún día se va a dar, pero todo paso a paso, no es algo que me quite el sueño. Será con Care Leche, con Ñancupil y con Luciano Ferroni, que es el que le cocina al hijo.

Una comida sobrevalorada para mí es el sushi... y la comida peruana. Creo que el sushi está muy sobrevalorado en Chile. Hubo un tiempo que te daba estatus comer sushi, pero creo que la comida no debe darte estatus: la comida debe darte nostalgia, debe darte felicidad, todo menos estatus. Y la comida peruana, quizás no sobrevalorada pero sí nosotros, como chilenos, la sobrevaloramos mucho y los peruanos están cobrando lo que quieren cobrar. O sea, está bien, es muy rica la gastronomía peruana, pero no creo que sea para cobrar tanto. Le dimos mucho auge. Bajamos nuestra comida chilena para engrandecer la peruana y no debería ser así.

Voy a entrar en El Internado, voy a estar junto a grandes rostros de la televisión que nunca creí que iba a conocer. Como Carla Ochoa, Di Mondo, el mismo Solabarrieta. Nunca creí que podía estar ahí, pero creo que va a ser una oportunidad y no la voy a desaprovechar. Voy a hacer lo que hay que hacer, lo correcto. Y quizás darme a conocer también para un público que no me conoce, que es la televisión.

Lo sabroso es que ahora me van a juzgar a mí, tanto que yo criticaba... y la gente quizás se va a dar cuenta que Otakin no es solamente una persona que come, también es una persona que cocina. Pero es una sorpresa que se puede dar en el programa.

@otakin_antiinfluencer

🍟repite conmigo , las papas pre fritas y el salmón congelado no es gourmet 🫠ya sabi como es , ahí ve tú ♥️sigue a tu anti influencer favorito #comida #parati #italiana #concepción #conce #chile🇨🇱 #reseña #dato #parati #viral #lentejas #influencer #humor #salmon #filete #postre

♬ sonido original - Otakin

Tenemos ocho candidatos que están tan polarizados que ninguno representa al chileno de a pie. Sólo hay uno que representa al chileno de a pie y que obviamente sabemos que no va a salir presidente, que es uno de los más cuerdos pero el extremismo también lo lleva a cometer errores. Es el profe Artés. Creo que es uno de los más consecuentes, pero el extremismo lo lleva a decir tonteras. Lo lleva a decir cosas que no pueden ser, que son utópicas. Y la contraparte, Jeannette Jara, creo que es una persona que podría dirigir muy bien el país, pero que ya al momento de contar algo y que te lo desmientan, es una red flag. De los demás ni siquiera me voy a referir, porque creo que el sentido común es algo primordial para la vida y para dirigir el país, y ninguno de los otros candidatos cuenta con eso. Ninguna persona de extrema derecha cuenta con un sentido común. El fanatismo se los lleva.

Si tuviera que hacer una reseña de Chile partiría diciendo que es un país muy bonito, que somos un país muy cahuinero y muy chaquetero. Que nos encanta hablar de todo y hablar de nada al mismo tiempo. Te podría decir que es un país con mucha injusticia, con mucha desigualdad, pero que ahora, si nos salimos del cuadrado, nos salimos de lo convencional, tenemos todos las mismas oportunidades. Pero sólo saliéndose de lo convencional. Y es algo que la tele jamás te va a decir, pero que ahora con las redes sociales, de verdad, todos podríamos tener la misma oportunidad si sabemos aprovecharla.

Lo más heavy que me ha pasado es que estuve a punto de morirme bajando un cerro, en Chillán. Si mi hermano no me atrapa de la espalda, me muero, me caigo a un acantilado. Me resbalé y estuve a punto de morirme.

Me gustaría viajar a otro país, viajar a Japón como todo otaku. Quizás conocer a algún cantante internacional, famoso, alguna banda. Quizás asistir a algún concierto poderoso. Poder ir a un concierto de Rammstein. Pero son cosas súper mesuradas, son sueños alcanzables en algún momento.

Si tuviera un sueño inalcanzable, que nunca voy a poder cumplir, es poder comer de nuevo la comida de mi abuela. Sería mi sueño: poder encontrar, en algún momento, los sabores que tenía mi abuela.

Me encantaría trabajar en algún momento, hacer alguna colaboración, algún video, con Cesarito. César Quispe, de Críticas QLS. Tuve un acercamiento con él en un evento, conversamos un poco, pero nunca en modo trabajo. Pero me encantaría. Encuentro que es un seco, un genio. Me gustaría trabajar también con algún comediante, por qué no con Luis Slimming. Me encantaría tener el ritmo de trabajo del Julio César Rodríguez. Y me encantaría tener la creatividad de Álvaro Díaz y Pedro Peirano, que son grandes referentes chilenos. Por ahí va el tema de querer cumplir sueños, colaborar con gente o trabajar con alguien.

Otakin se considera esencialmente rockero, pero escucha de todo... menos reggaetón. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

No tengo idea dónde estaré en cinco años más. No me interesa. Lo único que me interesa es estar bien, poder darle un techo a mi hija, comida y lo que ella quiera. Si me preguntas dónde me veo en cinco años más: haciendo feliz a mi familia.

Si no hubiera sido influencer, me hubiera gustado ser animador, cantante. Siempre por el lado de las comunicaciones. Ser un cantante conocido, connotado. Nunca he tenido aspiraciones más grandes, pero si me preguntái qué me hubiera gustado ser en la vida, así, sin límites, pucha, me hubiera encantado ser actor. Actor porno. Pero no tengo los dotes. Y ese es un sueño que más voy a poder cumplir, porque lamentablemente Diosito me hizo... de una forma muy pequeña.

No está en los planes, y nunca estará, hacer una carrera pornográfica o exhibiendo mi cuerpo en Arsmate. Porque tengo una hija y ya está bien que la molesten por tener a un papá gordo. No quiero que la molesten por tener un papá con la tula chica…

¿Apodo mío que no se sepa? Viene de un bullying familiar, me decían Ñoño. En el colegio me decían Guatonix, luego Guatín. Y el típico Guatón culiao que jamás se me va a olvidar.

Tengo muchas cábalas. Actualmente uso mucho un hilo rojo en la mano izquierda. Un hilo regalado para las malas vibras. En año nuevo soy mucho de comer lentejas. Siempre mi cábala de año nuevo es comer lentejas. Siempre me persigno antes de salir de un lugar o de repente antes de manejar. No soy muy creyente, pero me siento más protegido. Y tengo números de la suerte: el 14, el 21, que nunca voy a dejar de jugarlos en algo. Todos dicen quizás es una fecha de nacimiento, quizás es su cumpleaños: las hueas. Solamente porque son múltiplos del 7, y como el 7 es el número de la suerte…

Para Otakin, muchos completos son 14... ha comido hasta 13. Fotografía: Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Mi frase favorita: “Dejad que los perros ladren, Sancho, es señal de que cabalgamos”. Me encanta. Y la otra que me gusta mucho es la de Dalí, que dice: “Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí”.

Fui empaque, viejito pascuero, animador de eventos, cantante, DJ, animador de karaoke, monitor en el período de becas y créditos en la Universidad de Concepción, estuve en el marketing de una inmobiliaria. Puta, qué no he hecho, ‘chemirare. He sido mesero, anfitrión de restorán. He tenido muchos trabajos y todos han sido aprendizaje.

Sería bonito decir que fue el primer sueldo, pero creo que la vez que me vi con lucas, llevé cosas pa’ la casa de mis abuelos. No lo necesitaban, no se requerían, pero llevé un tarro de café, unas guagüitas pa’ mi abuela, un pedazo de carne, una mantequilla y para de contar. Pero me sentí tan bien con eso. Y mi abuela me lo agradeció tanto. Ese fue el primer gasto que hice para otras personas.

Escucho de todo, menos reggaetón. Hay reggaetones que me gustan, sí, pero soy más rockero. Soy de X Japan, que es música japonesa. El rock japonés me llama mucho la atención, es increíble la hueá. Todo lo que es rock latino igual me gusta, pero no el clásico: no me gusta Soda Stereo, pero sí me gusta Andrés Calamaro, me gusta Tan Biónica, No te va Gustar, Miranda. Me gusta Linkin’ Park, Limp Bizkit, me gusta Tool. Tengo una colección de vinilos increíble y una variedad de todo. De Taylor Swift hasta Stratovarius. Tengo Illapu, Nano Stern, Quilapayún. La verdad es que escucho absolutamente de todo.

Titanic fue una de las primeras películas con las que lloré. La vida es bella. El niño con el pijama a rayas. Soy muy bueno pa’ llorar con las películas y más con las del Holocausto que con la de los perritos que son tristes. Si bien hay mucha gente que llora con películas de perritos, (en las del Holocausto) hay una causa detrás y una historia detrás de deshumanización. Que no se veía al ser humano como lo que éramos: un ser pensante, pulgar oponible y telencéfalo altamente desarrollado. Entonces no se veía así, y creo que las películas del Holocausto me dan mucha rabia y pena. También así con las de la dictadura y las películas chilenas. Lloro mucho con películas.

Siempre voy a recomendar Gantz, que es un anime muy conocido en los años 2000. Es una serie que habla de muertos que tienen una segunda oportunidad para poder volver a la vida, matando alienígenas. Es como el musical Cats, pero en versión con armas y matando alienígenas.

Si tuviera un superpoder me gustaría tocar cosas y convertirlas en oro. Sé que puede terminar muy mal, porque ya hay un libro sobre eso. Pero creo que sería eso, o crear plata infinita. De ser una máquina de plata infinita. No creo que haya otro poder mejor que eso.

Soy mucho de placeres culpables. Y pasa mucho por la música, me gusta Tiago PZK. Es mi placer culpable en la música junto con CA7RIEL & Paco Amoroso. Un completo de la Copec también es un placer culpable, aunque cada vez menos. Ya no le encuentro la gracia a echarle tanta palta y ya no hay tantos locales. O también el helado Fruna. Es tan remala esa hueá, tan llena de grasa, pero me gusta.

No creo en el horóscopo, pero lo he leído en algún momento para sentirme mejor. Esas cosas son pa’ sentirse mejor. Soy cáncer. Y sí en lo que creo es que cada signo tiene algo definido. Los cáncer somos muy sensibles, muy emotivos. Los escorpiones son una mierda, te cagan la vida. Y los capricornios son difíciles de llevar. Eso es también por las experiencias de vida que he tenido con ciertos signos. Ahora, en la actualidad, tengo un muy buen amigo, que me acabo de enterar en esta entrevista, que es escorpión. Y sin saber el signo, no tuve esa predisposición a no conocerlo por el signo. Eso es muy importante. Un llamado a predisponerse con nada.

Si pudiera invitar a tres famosos de toda la historia a un asado —con copete— sería a Víctor Jara, al Negro Piñera y a Kōji Wada. Víctor Jara, porque pondría la música y tomaríamos vinito. Al Negro Piñera, porque no faltaría el hueveo. Lo que sí, no lo dejaría consumir nada, jajajá. Y Kōji Wada, para que nos cantara el opening de Digimon. También a Ricardo Silva para que nos tradujera. A Álvaro Díaz, Peirano, a Matt Stone, a Trey Parker. Hasta a la Hannah Montana. Me armo el manso carrete. Y personajes chilenos, sí o sí, al Dunga de La Combo Tortuga, al abogado Iván González, porque puedo vivir con eso. Y a todos mis amigos, a toda mi familia y a toda la gente que me ha entrevistado y ha confiado en mí.

Otakin es un creador de contenido que nace en el año 2024 y, a pesar de las críticas, logró surgir, le dobló la mano al destino y es feliz comiendo completos.

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