Se compró un “terrenito”, estudia informática y piensa en “colgar los botines” mediáticos: así está la vida de Rodrigo Gallina

Rodrigo Gallina en su Instagram.
Rodrigo Gallina en su Instagram.

Se había alejado de la TV hasta que lo llamaron a MasterChef Celebrity a inicios del 2021, que después le permitió tener su programa de radio. Aun así, su principal fuente de ingresos son las redes sociales, rubro en que al principio “lo pasé mal”, cuenta a La Cuarta. “Al final te das cuenta de que no le puedes caer bien a todos. Acá habla de su presente y de las “posibilidades” para su futuro.

—Picoteé por muchos lados, como buena gallina: en el Club de la comedia (CHV), en el matinal, después hice un programa en TVN, después en la radio…

Así recuerda Rodrigo “Gallina” Avilés sus años posteriores a Yingo (CHV), programa juvenil que se emitió hasta el 2012, espacio en que fue uno de sus rostros icónicos durante cinco años.

Después de eso —cuenta a La Cuarta durante la campaña del “Gran Día” de McDonald’s—, estuvo algo alejado de la pantalla chica, hasta que a inicios del 2021 lo llamaron para ser parte de la segunda temporada de MasterChef Celebrity (Canal 13), donde estuvo a pocos capítulos de ser finalista.

Actualmente se encuentra en su programa de radio Gallinero 40 (Los 40) junto a su amigo Pollo Castillo. En las últimas horas sufrió una dolorosa lesión, pero próximamente debiese estar de regreso al ruedo.

“Estoy estudiando informática”

Pero también está enfocado en otras pegas. Por ejemplo, a inicios de octubre estuvo con el actor y exjurado de Soy yo (CHV), Cristian Riquelme, para un live shopping de Entel, un streaming en que la gente se conectó mientras ellos hacían un poco de show durante la venta online. “Nunca había trabajado con él, fue la primera vez; hicimos match”, cuenta. “Buena onda, es muy chistoso”.

Pero, aunque la pega no falta, durante él último tiempo ha tomado una nueva área:

—Estoy estudiando informática —cuenta—. Ya terminé el estudio y ahora tengo que entregar algo que se llama “proyecto de mejora”, que reemplaza la práctica, porque, por mis tiempos, no he podido hacer la práctica. He estado a full con eso y la radio.

Eso sí, su principal fue de ingresos es Instagram, donde tiene contrato de un año con las marcas Somela y Ripley. “Ellos me pagan mensualmente como embajador y con posibilidades de renovación”, explica. “El problema es que las redes sociales no tienen descanso”, porque, “de repente, tienes que subir algo el sábado o el domingo, y cagaste, y pasas de largo”.

“La gente cree que es poco”, dice, pero para ello tiene que él mismo buscar un “lugar bonito”, aprenderse bien el texto, grabar y editar: “Me demoró como tres horas, dependiendo del video, para una sola campaña”, asegura.

—Igual es entretenido, lo paso bien, pero te demanda mucho tiempo, que es infinito, porque no puedo pedir vacaciones de las redes sociales —reflexiona—. Si subes contenido fome, los seguidores se van; si subes mucha publicidad, los seguidores se van. Hay que tener un punto medio entre cuánto sube uno de su vida y cuánta publicidad hace. Porque si uno se vuelve prostituto de las redes sociales, al tiro el seguidor te huele y te deja de seguir; pero sabemos que tenemos que rendirle a marcas también.

Una “posibilidad”

—¿En la informática a qué te quieres dedicar?

—En algún momento voy a tener que colgar los botines [mediáticos] cuando sienta que estoy más viejo y quiera hacer algo más tranquilo, porque esto es muy expuesto a los comentarios. La gente siente mucha propiedad de tratarte como un cercano. En algún momento me dedicaré a hacer algo en un escritorio, piola, con un café, programando, un poquito más alejado de todo.

—¿Lo piensas como algo lejano?

—Depende. En un momento quise colgar los botines antes de MasterChef, pensé: “Pucha, en verdad, ya está, ya cumplí con mis cuotas de los medios, ya hice lo que tenía que hacer, lo pasé bien, grabé harto, tengo mi casa”. Y de un momento a otro, de nuevo estoy en la radio.

—¿MasterChef marcó la diferencia entonces?

—Fue como probar para vivir la experiencia. MasterChef me tiró de nuevo a la palestra, y me llamaron en la radio e hice el programa con el “Pollo”. Al final, cuando uno no busca las cosas, llegan; es como el coqueteo. Pero, en general, en algún momento, voy a tener que alejarme: voy a tener familia, mi pareja (Karina León) y la exposición igual me da nervio: el colegio, los cabros. Siempre trato de pensar en el futuro y veo las posibilidades, y una sería apagar esto y dedicarme de frentón a una vida más privada. “Ya, chicos, apago la gallina”, diré.

—¿Te ves viviendo en Santiago?

—Compramos un terrenito con mi polola, mitad y mitad, en Chacabuco. Estamos por construir una casa ahí. Ya estamos hablando con el arquitecto y en todo ese proceso. Obviamente uno necesita invertir, así que no es momento para mandar todo lo que creado a la cresta, porque necesito generar. Ella es tripulante de vuelo, azafata; entonces en conjunto tenemos que ir haciendo esto. Ya cuando tengamos más planificado los cimientos, ahí podría empezar a descansar un poco de esta exposición.

—Quizá ahora uno le da más importancia a la salud mental…

—Con tu teléfono puedes llegar a la casa de alguien que no lo está pasando bien, y no tiene por qué reírse o disfrutar lo que estás haciendo. Es difícil hacer humor ahora, complicado, el que hace humor es un payaso; y otros también lo gozan. Pero te llegan los dos lados. Uno no quiere ver lo negativo, pero de repente se fija el doble en un comentario negativo, y del positivo como que no te das cuenta.

—¿Lees siempre los comentarios?

—A veces sí, y a veces no. Al principio lo pasé mal. A mi polola le decía: “No entiendo por qué, qué hice mal, si lo único que hice fue pasarlo bien en un lugar y se enojan”. Al final te das cuenta de que no le puedes caer bien a todos. Todo lo contrario, tienes que tener el nivel de entender que el que está tirando un comentario negativo puede estar pasándolo mal. No lo avalo, no digo “puta, bien hecho”, pero sí lo entiendo. Sé que mucha gente se desahoga con las redes, lo pasa mal todo el día, tiene un jefe que lo trata como el pico, o no tiene pega, o simplemente no le das risa; y se expresa. Quizá le sirves de terapia para que bote su negatividad —Se ríe.

Karol Lucero y Teletón

A fines de septiembre, en uno de los primeros capítulos de Buenas noches a todos (TVN), el invitado fue Karol Lucero, amigo y excompañero de “Gallina” en Yingo. A fines del 2019 era uno de los conductores del matinal Mucho gusto (Mega), hasta que se desató el estallido social, periodo en que fue funado tanto en redes sociales como en la calle.

“Cuando ves los comentarios, ponen ‘¿por qué va ese degenerado?’, ‘ese acosador’, ‘ese violador’ o ‘ese funado’”, declaró en esa conversación con Eduardo Fuentes, la cual significó su reaparición en la tele tras tres años. “Es decir, me ponen al nivel de personas que han cometido delitos, que han sido juzgados; no soy Nicolás López, no soy Martín Pradenas ni ninguna persona que haya sido juzgada o condenada por algún tribunal”.

Sobre su amigo, “Gallina” comenta que no pudo ver la entrevista, porque estaba trabajando a esa hora. Eso sí, “algo caché de una cuña [frase] que tiró, pero en general creo que está siendo honesto con lo que siente”, expresa. “Siento que lo castigaron mucho, que él no merecía tanto”.

De hecho, remarca, “hay gente que se ha mandado cagazos peores, pasa el tiempo, la gente lo vuelve a querer y se da cuenta que es talentoso y que no es mala persona”. Así que piensa que hay que darle “tiempo al tiempo”, porque Karol es “livianito de sangre”. Y añade: “A las personas buenas de a poquito la vida las va recompensando”.

Sobre el papel que tendrá en esta Teletón, el 4 y 5 de noviembre, comenta que “al ‘Pollo’ le tocó de telefonista; pero a mí, móvil en La Vega parece, a las dos de la mañana, a puro hueviar”.

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