Brett Anderson entra al Movistar con una ceñida camisa blanca que, con el correr del show, se va comprimiendo cada vez más a punta de sudor, acrobacias y una energía envidiable. El líder de Suede posee una impronta única. Si nadie en el mundo viera lo que él hace sobre el escenario, pasaría discreto –más nunca desapercibido– entre medio de una pila de apoderados sentados en una reunión escolar. Aquella primera impresión parece esfumarse rápidamente cuando con fuerza y determinación agarra el micrófono, juguetea con el cable y ocupa cada espacio del plató como si de eso se tratara la vida. La fórmula resulta perfecta.

Con británica puntualidad, el grupo parte como un cuarteto instrumental al que, de repente, se le une la aparición blanquecina y fantasmal de Anderson. Es el primer show de la banda en el año. No se reunían ante una audiencia hace meses, desde noviembre, luego de serie de presentaciones en Asia. El reencuentro con Chile es especial, aún con ese sabor frustrado del show que hace cinco años fue cancelado. La pandemia hizo lo suyo y el show nunca ocurrió. Ahora vuelven en modo Autofiction (BMG, 2022), un nuevo disco. Otro más tras su reunión de 2011. Cuando decidieron revivir a la banda sólo se hicieron una promesa vital: hacer buenos álbumes. Ya llevan cuatro. La misma cantidad de música que lanzaron en los noventas.

Aunque el público, la sonoridad y el ambiente respira a “estar en los noventas”, Suede rehuye del recuerdo, se da el lujo de estrenar una canción nueva (“Antidepressants”, que estará en otro nuevo álbum) e incluso ignora por completo una obra trascendental como Head Music (Nude, 1999). Nada de eso logra tumbar su propuesta.

Los momentos eufóricos de la noche, claro está, se vivieron en los clásicos. “Trash” y “Animal Nitrate” fueron las primeras liberaciones de un respetable que en su mayoría llegó sobre la hora. Antes, a modo de previa, los nuevamente reformados Canal Magdalena hicieron su re-debut como teloneros en un Movistar Arena, que por esta vez, fue ocupado a la mitad de su capacidad total, con el escenario bien cerca de las tribunas. Aunque se nota que aún falta rodaje para una propuesta consistente en vivo –sobre todo en lo vocal–, los chilenos engancharon con aquellos singles que coparon las radios cuando eso aún influía en algo. Prometen nueva música y en buena hora.

Los celulares se encendían con desesperación cuando Brett, tan inquieto como la imagen encapsulada en videos que tenemos de él, se acercaba al público para sentir su euforia. “The Drowners” se fortalece cuando el público engancha con la consigna de dominación que reza la letra. También sucede con la calma de “Saturday Night” o “Filmstar”, ambas del Coming Up (Nude, 1996) el trabajo que los posicionó en los puestos avanzados del britpop para siempre.

El momento más registrado de la noche llegó casi al final, casi siempre por la rareza de Chile. “Beautiful Ones”, su hit más absoluto, apareció con pulso acelerado ante las miles de cámaras inteligentes, incluida la mía. La melodía, usada por el programa infantil Cachureos como una especie de oda a la tercera edad, se clavó para siempre en nuestra memoria nacional, creando un lazo extraño con nuestra cultura popular por las razones equivocadas. Pese a que el mito del “robo” de derechos está saldado –el mismo Marcelo lo aclaró en estas páginas y el nombre de Anderson sale acreditado en el disco–, el tarareo en modo “la la la” fue inevitable y estalló envolventemente como mantra. Un gran show también tiene que tener esos momentos de comunión total.

La travesía de Suede continúa este sábado 15 de marzo en Concepción. Serán el plato fuerte de la primera jornada del festival gratuito Rock en Conce, que este 2025 está celebrando diez años. Tal como dice su gran hit, Anderson y los suyos parecen “escondidos tras un traje de papá” pero no hay que replicar el error: Suede nunca ha sido una banda de primera impresiones.