Por Paulo QuinterosGears Of War: Reloaded, entre la nostalgia y el negocio del reciclaje
Una nueva remasterización revive el clásico de 2006 con mejoras técnicas y llegada a PlayStation 5, pero sin aportar novedades que lo saquen de la sombra del pasado.

La industria de los videojuegos ha reforzado en los últimos años una tendencia clara: desempolvar títulos clásicos, pulir sus gráficos, ajustar el rendimiento y relanzarlos como si fueran grandes estrenos.
A veces lo hacen con el rótulo de “remake”, otras bajo la etiqueta de “remasterización”. Pero el resultado suele ser el mismo... volver a vender lo que ya conocíamos, aunque con una presentación más acorde a las exigencias técnicas actuales.
Gears of War: Reloaded es un nuevo ejemplo, aunque paradigmático, de este fenómeno. Por un lado, no ofrece una reinvención, pero de todas formas es un reciclaje brillante de un juego que ya tuvo su gran actualización hace una década.
Claro que lo distintivo aquí no es tanto lo que contiene, sino dónde llega. Por primera vez en la historia, Gears of War aterriza en una consola de PlayStation.
Eso abre la puerta para que una generación de jugadores que crecieron lejos del ecosistema Xbox acceda a una de las experiencias de disparos en tercera persona más influyentes del siglo XXI. Fans de Sony que miraban de reojo la saga ahora podrán ponerse en la piel de nuestro querido Marcus Fenix y Dominic Santiago, recorrer los pasillos derruidos de Sera y enfrentarse a los Locust, esos enemigos que emergen desde las entrañas del planeta para arrasar con la humanidad.

En 2006, Gears of War fue un terremoto en la industria. Su sistema de coberturas, el ritmo pesado del combate y la crudeza de su imaginería marcaron escuela. El sonido de una motosierra incrustándose en el torso de un enemigo, acompañado del rugido de Marcus, quedó grabado en la memoria de toda una generación. Sin embargo, en 2025 ya hemos caminado demasiadas veces por estas mismas calles en ruinas.
Una década después apareció Gears of War: Ultimate Edition, que introdujo mejoras sustanciales para ese momento: gráficos renovados, personajes remodelados, un acto extra de campaña y una jugabilidad ajustada con elementos de secuelas posteriores. Fue una edición que funcionó como celebración y como puente hacia el futuro de la franquicia.
Reloaded, en cambio, no tiene esa energía: es simplemente una nueva remasterización que pule la superficie, adaptando el título al estándar visual de las consolas actuales.
En lo técnico, los cambios son innegables aunque poco revolucionarios. La campaña corre a 4K y 60 FPS, mientras que el multijugador alcanza los 120 FPS, algo que se agradece en la fluidez de la acción. Además, el título es compatible con HDR, VRR y sonido espacial, lo que potencia la inmersión audiovisual en pantallas y sistemas modernos.
A nivel de contenido, incluye todo lo publicado tras la Ultimate Edition: la campaña adicional, mapas multijugador y cosméticos. Es, en resumen, un paquete completo y cerrado. Pero sigue siendo lo mismo: un juego rehecho y relanzado una vez más.

Jugarlo hoy confirma una paradoja. La fórmula sigue siendo divertida: el sistema de coberturas conserva su solidez, los tiroteos mantienen la tensión de avanzar metro a metro y el icónico Lancer con su motosierra ofrece un placer visceral. Cada enfrentamiento es un déjà vu que mantiene la adrenalina, pero recuerda que hemos estado aquí muchas veces antes.
Al mismo tiempo, esa repetición exhibe las limitaciones de un juego de hace casi veinte años. La campaña es lineal, el diseño de niveles rígido y muchas situaciones se repiten con cadencia mecánica. Lo que en 2006 era fresco hoy se percibe como un eco del pasado.
El contexto actual también influye. En 2015, la Ultimate Edition llegó acompañada de expectativas: al año siguiente debutó Gears of War 4 y la franquicia mostraba crecimiento. Más tarde, Gears 5 expandió el universo y dejó la historia abierta. Y también han sacado cosas como Gears Tactics o el fallido Gears Pop.
Pero este revival ahora refuerza su foco monetario atrapado en la nostalgia, siendo una maniobra segura que subraya la falta de rumbo ante una próxima precuela (Gears of War: E-Day) que seguirá explotando el pasado de Dom y Santiago.
Aun así, esto para los usuarios de PlayStation es significativo. Para ellos, esta es la oportunidad de descubrir un clásico con la mejor presentación técnica posible. Y para quienes nunca accedieron a la saga, recorrer la campaña de Marcus y Dom sigue siendo una experiencia impactante, aun con el peso de los años.
Gears of War: Reloaded es, en última instancia, un espejo pulido que refleja la grandeza del original, pero también las limitaciones de una estrategia que apuesta más por el reciclaje que por la innovación. La experiencia es intensa, sangrienta y satisfactoria, pero inevitablemente anclada en 2006.
El problema es que, aunque el juego sigue siendo bueno, se siente como un banquete rehecho demasiadas veces. Es como recalentar un plato casero en un microondas de última generación: el sabor está ahí, pero la frescura se perdió.
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