El himno silenciado

Un micrófono silenciado empañó lo que para toda una generación debió haber sido un momento histórico en el escenario de Viña.

Polimá Westcoast entiende su lugar en la historia e hizo gala de eso en su debut en Viña. Cargada de simbolismo, su presentación estuvo llena de elementos sonoros y visuales diseñados para ratificar su lugar como uno de los líderes del género urbano local.

Lamentablemente, en vez de centrarnos en los aspectos positivos, lo que todos estamos comentando es el más notorio traspié que tuvo el show: ese fuckin’ micrófono que no sonó en la transmisión televisiva cuando Pablo Chill-E fue invitado a cantar “My Blood”.

La aparición de Pablo Chill-E, arruinada por el muteo de su micrófono, era uno de los momentos más esperados por el público que ha sido devoto de Polimá Westcoast y de la música urbana chilena desde sus comienzos. Se trataba, por sí misma, de una gran postal: el debut en Viña del Shishiboss.

Como Polimá, Pablo es un ícono viviente. La principal figura emergida del trap chileno, con un impacto más allá de lo musical en nuestra sociedad, especialmente entre una juventud que lo mira como un superhéroe por todo lo que representa: la calle, el talento y la verdad.

La recién mutilada “My Blood”, donde Polimá combina sus poderes con Pablo, es nada más y nada menos que el himno del trap chileno. Un hito generacional con épica andina basado instrumentalmente en “Tunnel vision” del rapero estadounidense Kodak Black, que a su vez samplea a Inti-Illimani tocando “El aparecido” de Víctor Jara.

Anoche hubo una mezcla de sensaciones encontradas cuando el inmortal Víctor Jara apareció en las pantallas después del desastre de “My Blood”. De no ser por el micrófono de la discordia, ese toque maestro al final hubiese sido la guinda de la torta de un momento histórico para la música urbana chilena.

En un mundo ideal, la dimensión paralela donde el infame micrófono sí funciona, la interpretación de “My Blood” sobre el escenario de Viña hubiese sido un rito inolvidable para los que estaban ahí desde el 2019, cuando la posibilidad de llegar a la tele con versos tan fuertes aún parecía muy lejana.

Una rima de Pablo que refleja el mensaje y el espíritu del himno silenciado: “Nadie va a tener que robar / voy a poner a to’ los niños de la pobla a cantar”. Acá otra: “A mí no puedes odiarme porque soy el que relato / de cómo los menores se aburrieron de andar pato / Si tienen que robar, que no sea en ningún barrio, nunca le robes a la gente de tu vecindario”.

Entre todas las reacciones a este episodio, desde los reclamos al equipo de Polimá de parte del propio Pablo hasta los inevitables memes y los clásicos trolleos, también está presente la desilusión de miles de jóvenes que querían verse representados en el evento emblemático de la cultura pop chilena.

Polimá Westcoast y Pablo Chill-E en el Festival de Viña 2023. Foto: Luis Bozzo B. / Agenciauno

Pero el sabor amargo ya quedó. Lo hecho, hecho está. Ahora hay que pensar en una reivindicación del mismo porte del bache. Como soñar es gratis, acá va una: Viña 2024 con Pablo Chill-E abriendo la primera noche de música urbana chilena (porque mínimo deberían ser dos) y Polimá Westcoast subiéndose a cantar “My Blood” como corresponde. Con el audio, el respeto y el cariño que merecen los clásicos del futuro.

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