Pailita, el niño bueno de la música urbana chilena

Pailita. Foto: Andrés Pérez
Pailita. Foto: Andrés Pérez

Entre un rebaño de ovejas negras que incomodan al mundo adulto, el cantante del momento destaca por su inofensiva blancura y es recibido con brazos abiertos por el mismo sector que le hace la cruz a sus colegas.

Durante un cuestionario de preguntas livianas en la Radio Pudahuel, a la ministra Camila Vallejo le pidieron que tomara una decisión: ¿Pailita o Marcianeke? Sin dudarlo, la vocera de gobierno puso voz de ternura para indicar que le gustaba más el primero. “Lindo el Pailita, amoroso”, le respondió la locutora Evelyn Bravo, usando el mismo tono que se usa para hablar de un niño obediente en casa y que saca buenas notas en la escuela.

La aceptación que goza Pailita en el mundo adulto es un caso especial dentro de la escena urbana chilena. Su nombre tiene el visto bueno de un establishment que normalmente le opone resistencia a sus colegas. En un rebaño de ovejas negras que incomodan a los mayores, el nacido en Punta Arenas parece destacar por su inofensiva blancura.

La buena imagen de Pailita es consecuencia de una hoja de ruta diseñada hace ya un par de años. Es oportuno recordar que sus primeros videos virales, antes de saltar a la fama con “Dímelo Ma” junto a Marcianeke, eran unos freestyle con mensajes positivos para todo espectador sobre temas como respetar a las mujeres y querer a las mascotas. De hecho, en algunos de ellos aparece junto a un niño rapero, el carismático Mati Kidd.

Entre esos freestyle virales de Pailita, hay uno dedicado al personaje clave de su historia: la mujer que lo trajo al mundo. Como regalo de cumpleaños, el artista se grabó con su madre en la cocina de su casa, dedicándole versos como: “Tú eres mi motivación y a mi Dios siempre le pido / que te dé bastantes fuerzas y no se paren tus latidos / porque es mucho lo que tú has sufrido / Escuchar tu voz mientras me hablas / ese es mi mejor sonido”.

El vínculo entre Pailita y su mamá explica en gran medida su fama de niño bueno. Para hacerse una idea: el día de los premios de LaJunta, el cantante no llegó con polola ni con ganga como el resto de los astros invitados, sino con su progenitora. Si bien el amor materno es un tema usual en el relato de los artistas urbanos, ninguno en Chile ha sido tan enfático en dedicarle cada uno de sus triunfos y recalcar que se lo debe todo a ella. En la construcción de su perfil, esa característica es una de las más importantes.

A propósito de LaJunta y de la historia familiar de Pailita, casi tres millones de visitas lleva el capítulo donde le narra a Julio César Rodríguez cómo es tener un hermano preso y las lecciones que esa experiencia le ha dejado. Imposible no sentir empatía por el cantante al verlo hablar sobre algo así, sobre todo cuando manifiesta su deseo de hacer las cosas bien, trabajando en la música para demostrarle a sus jóvenes seguidores que hay alternativas mejores que las drogas que llevaron a su hermano por el mal camino.

Otro momento crucial para el fenómeno Pailita fue el show en Coronel donde le pidió guardar las pistolas a los asistentes que fueron a verlo armados. “La idea es que lleguen bien a la casita cuando termine el evento”, les dijo. El video que captura esa escena hizo maravillas por su reputación en los medios, encargados de viralizar sus posteriores declaraciones sobre el contenido de las letras urbanas: “Cantemos cosas bonitas para cambiarle el pensamiento a los niños”. Palabras que fueron gustosamente reproducidas por la misma prensa que solo muestra a sus colegas en las noticias policiales.

Cada uno de estos hitos explica el porqué del trato preferencial que recibe Pailita actualmente. Lo suyo remite a lo que pasaba con Gianluca en los albores del trap chileno como fenómeno masivo. El autor de “Siempre triste” también contaba con el beneplácito de un sector que no se abría del todo a la generación urbana. Un apoyo basado en la creencia de que Gianluca, al proyectar una imagen de chico sensible y aliado del feminismo, era distinto al resto de los traperos, supuestamente menos evolucionados que él.

El caso de Pailita resulta bastante similar, con la salvedad de que su fama es muchísimo mayor. Su atributo más celebrado, a fin de cuentas, es no parecerse a otros cantantes exitosos. Eso lo encumbra por sobre la camada, impulsando su carrera y otorgándole el estatus que disfruta hoy en día, pero a la larga también lo arrincona porque le impide equivocarse como lo haría cualquier persona. Conviene recordar que la carrera de Gianluca se estancó por un par de pantallazos donde salía a la luz que no era tan distinto a los demás. Pailita, el bueno, se puso a sí mismo en una posición donde tendrá que andar pisando huevos para mantener intacto su prestigio. Si se equivoca, pierde.

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