¿Qué significa el debut de la música urbana chilena en el Festival de Viña?

Los confirmados para el Festival de Viña, Paloma Mami y Polimá Westcoast.
Los confirmados para el Festival de Viña, Paloma Mami y Polimá Westcoast.

La presencia de Polimá Westcoast y Paloma Mami en el line up tiene el potencial de cambiar la estructura del movimiento completo. Acá las señales que envía su aparición.

Uno podrá opinar lo que sea sobre el Festival de Viña, pero estar en su parrilla significa ser parte de la cultura pop chilena, así que el desembarco de la música urbana chilena en el evento constituye un hito lleno de matices.

De partida, la aparición de Polimá Westcoast y Paloma Mami en el cartel responde al éxito del género chileno, por lo que tiene una dimensión comunitaria. Cuando la noticia se dio a conocer, buena parte de la escena urbana la tomó como un avance colectivo.

Como Viña es la fiesta de la cultura oficial, Poli y Paloma actúan en calidad de embajadores del movimiento completo. Son los primeros de su camada que reciben la aprobación de un certamen que no suele tomar en cuenta a los artistas chilenos jóvenes.

En el mejor de los casos, la puerta seguirá abierta. Esta bienvenida al más absoluto mainstream criollo podría significar el inicio de una tradición anual: que la música urbana hecha acá tenga su cuota en la parrilla. Nombres sobran para llenarla.

Paloma Mami, durante la segunda jornada del Lollapalooza 2019.
Paloma Mami, durante la segunda jornada del Lollapalooza 2019.

Si todo sigue el curso iniciado en Lollapalooza 2019, cuando la masividad abrió los ojos al fenómeno urbano, la cara amable del género que representan Polimá Westcoast y Paloma Mami será una droga de entrada para otras sustancias.

Ninguno de los dos se volverá más famoso gracias al festival, pero Viña hará que ambos, y por chorreo el resto de la escena, sean más aceptados fuera del mundo joven, lo que abre la posibilidad de que la música urbana local inaugure una nueva etapa.

Sucede que varios de los términos usados arriba, como “tradición” o “aprobación”, describen a un movimiento a punto de institucionalizarse. Un proceso que hará que se sumen muchos seguidores, pero también que otros pocos se bajen del carro.

Lo más probable es que el pequeño grupo que se desprenda de lo urbano, ahuyentado por la inevitable normalización que traerá su fama, acabe creando otro nicho. Históricamente, esa clase de díscolos son el abono que las nuevas escenas necesitan para crecer.

Tal como nuestros pioneros urbanos fueron raperos insatisfechos, los disconformes de lo urbano serán los llamados a darle vida al próximo fenómeno. Y todo mientras el género chileno se transforma en nuestro nuevo pop. Quién podría negar que la música local está en plena ebullición.

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