Ventanita Sentimental

Querido Doctocillo:

Soy una lola que ya lleva 21 años sufriendo en este cruel mundo y a eso súmele dos años de pololeo. Ni le cuento la de atados que he pasado. Mi problema empezó cuando tenía 14 años y me enamoré de un hombre mayor.

Él era casado y tenía hijos, pero nunca pasó nada. Yo sólo me saboreaba cada vez que lo veía. Sabía que era un macho prohibido. Pero me sentía igual que la cabra chica de la película Lolita... imagínese los medios rollos que me pasaba. Andaba loquita.

Siempre le tuve ganas, doctor. Ahora que tengo la edad para subirme al Tagadá, tocó la coincidencia de que empezó a llamarme para invitarme a salir.

Yo sabía que quería invitarme a salir... pero de un lugarcito de esos donde dan dos piscolas, un maní y un par de dulces de menta por tres horas y tienen películas XXX en las teles. ¿Supongo que sabe de cuáles hablo? Si no, pregúntele a alguno de los ágiles de su diario, que seguro conoce más de uno...

Pero en esa ocasión no le quise dar bola. Sabe doctorcito, la carne es débil y un día caí en su jueguito y nos juntamos a comer.

El postre lo terminamos en un de esos locales, con portón de goma y luces de neón. Yo me saqué el empacho y me olvidé rápidamente de él. Pero me sigue llamando y pidiéndome que nos juntemos.

Y lo que me da miedo es que nuestras parejas se enteren (el mío es súper celoso) y quede la embarrada en mi vida. Ganas no me faltan de repetirme el plato.

confundida

Cachorrica:

No ve que los deseos se transforman en pesadillas y ahora usted no sabe cómo zafarse de este macho. 

Parece que el postrecito que se zamparon en la calle Marín lo dejó loquito y ahora quiere repetición.

Mire, lo suyo tiene fácil solución: O le pide el dato al corredor de propiedades de Bin Laden para fondearse un rato, o derechamente se olvida de este tipo y las ganas que tiene de ir a los playoffs con él.

Para esto último, sólo tiene que sentarse en un placita llena de gente y decirle que todo ha sido error y que usted quiere seguir con su vida normal. 

Usted, mijita, tiene que poner de su parte y tratar de olvidarse de este galán. Vea lo que tiene al lado y si no le gustó, busque otra forma de sacudirse el tóner. Usted sabe que galanes con ganas de jugar al emboque hay por todos lados. 

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