Ventanita Sentimental

Virgen a los 32 no quiere hacer el ridículo

Doctor Cariño: 

Debo confesarle algo que me tiene desesperado. Soy un macho de 32 años que jamás ha pololeado ni menos le ha visto el ojo a la papa. Sí, tal como lee. En mi vida he regado una matita. De puro imaginarlo, entro en pánico y se me aconchan los meados. Pienso que voy a durar menos que piscola pa’ cuatro y  reculo cada vez que estoy cerca de anotar. Y ahora la situación se me complicó, porque me enamoré hasta las patas de una morenaza que atiende una botillería del barrio donde vivo. Cada vez que salgo de la pega, paso al local y compro una chela sólo para conversar con la hermosura de  piernas que llegan hasta el suelo. Ella no me pescaba mucho al principio, pero el otro día me cerró el ojito y me dijo al oído lo siguiente: “te espero el viernes en mi casa. Yo pongo el postre”. Casi me dan siete infartos al toque y ahora la ansiedad me está devorando. ¿Qué hago, doc? No quiero hacer el ridículo con esta dama.

Acumulado

Mister virginal:

Aunque no lo crea, son muchos los hombres de su edad que le temen al maravilloso show de la procreación. Traumas infantiles y el estrés diario no los dejan actuar con soltura en el ring de cuatro perillas. Ojalá lo tranquilice saber que no es el único que pasa por esto. Como doctor de la cuchara, me veo en la obligación de derivarlo a un colega que revise azoteas. Una buenas conversas con una especialista del mate le ayudarán a bajar la ansiedad y así podrá resolver su atado. En cuento a la morocha, le recomiendo que vaya a visitarla y actúe con naturalidad. Si no se la puede en el momento de jugar al teto, no sienta plancha y dígale que necesita ir lenteja, porque ella le gusta de verdad. Es de machitos ser sincero. Si la cabra es para usted, lo entenderá y no le tirará los chitecos a la primera. Debe ser fuerte y superar lo que le pasa. Suerte en todo. 

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