Champions: cache cómo se vivió la final más importante de Europa

Cristiano Ronaldo se quedó dos minutos tendido en el pasto del Millennium Stadium de Cardiff, en el Reino de Gales, en Gran Bretaña, mientras que todo alrededor explotaba de alegría. ¿Había perdido la Orejona? ¿Estaba deprimido? No. Era su momento íntimo de felicidad.

Y no era para menos, ya que de había adjudicado por segunda vez consecutiva la Champions con la camiseta del Real Madrid y esta vez ante la Juventus, la Juve o la Vecchia Signora, equipo que trajo la mayor cantidad de hinchas al estadio y que tenía cierta seguridad de quedarse con la copa.

De hecho, de las 74.500 personas que estaban ahí el 70% eran italianos y el 30% españoles. Eso, aparte del buen futbol, eran los avales del equipo de Turín. Eran parte de las verdaderas hordas que se dejaron caer en la ciudad capital de Gales, provenientes no sólo de Europa, sino de los cinco continentes.

Claro, porque una final de Champions atrae la atención, tanto que las cifras que se manejaban en el mismo estadio eran que 159 millones de personas vieron la final por televisión, superando las 141 millones de almas que gozaron con el Super Bowl gringo.

Con todo ese panorama, Cristiano Ronaldo estaba llamado a ser el héroe de la jornada. Anotó el primer gol del partido a los 20' del primer tiempo, con lo que igualaba a Messi como goleador del torneo. Igual la alegría le duró poco, porque Mario Mandzukic empató casi de chilena a los 26'. La Juve estaba a toda máquina con el argentino Dybala como estandarte.

La Vecchia Signora iba como avión. La odisea de los italianos visitanted valía la pena. Como soportar el formidable aparato de seguridad previo, que incluía 15 mil policías galeses desplegados en la ciudad.

Claro, porque Cardiff era una fortaleza, con cámara de reconocimiento facial dispuestas en el aeropuerto para escanear a 100 metros las caras de 200 mil personas que pasaron por ahí.

La idea era evitar que labfelicidad y drams del fútbol se vieran empañados por el terrorismo, que ya en Gran Bretaña había cobrado sangre (6 muertos el 22 de marzo, en Londres, y 22 el 22 de mayo, en Manchester).

Había que evitar derramamiento de sangre inocente, por lo que las dos sesiones de entrenamiento de ambos equipos fueron con el techo móvil del Millennium cerrado para guardarse de aviones suicidas o drones con explosivos.

A eso se agregaban más medidas de seguridad, como agentes encubiertos en las calles, francotiradores dispuestos en el techo del recinto y la disposición de anillos de seguridad que hicieron caminar por cerca de una hora a los hinchas para llegar al estadio.

En todo caso, la penitencia lo valía. El partido final por la Orejona es de otro mundo.

LA BATALLA I

Pero de vuelta al partido, este culmino su primera etapa empatado a uno. Se fueron al descanso. La Juve con el ánimo en las nubes. El Real con algo de angustia.

Una angustia que se disipó con la brisa de Cardiff cuando a los 61' del segundo tiempo, Casemiro puso el 2-1 para el Real Madrid. Las piernas estaban agotadas en Dybala e Higuaín no daba con el arco.

Los fantasmas asomaban entre los tifosi, los que horas antes eran todo dicha y que habían gozado de los ríos de cerveza que salían de las "máquinas de alegría", que al igual que los españoles se agrupaban a cantar e hinchar en las Fan Meeting Zones dispuestas con banderas gigantes para los de ambos equipos.

En esas mismas andanzas estaban seis chilenos que en Santiago ganaron un concurso de quién saltaba por más tiempo agitando una bandera de la marca Nissan. La firma automotriz se rajó con cuática. Esos llegaron a Cardiff a gozar, alojándose en un crucero y que se vienen hoy a su patria.

Los mismos que vieron una réplica de 30 metros de altura de la Orejona y que se sorprendieron al ver a una "Reina Isabel II" pasear por las calles de Cardiff para cobrar 10 mil pesos por una foto y 20 mil por un video. ¡Réplicas!

Los mismos que se naravillaron con con un Fan Fest, donde había robots jugando pelota y -otra vez- disfrutaban de ríos de cerveza y whisky.

Porque la gozadera fue grande para todos antes de los 94 minutos de la final, como los 15 minutos de música de Black eyed Peas previos o las risas que sacaron al ver el despliegue de militares que en vez de impresionar se dedicaron a cubrir con una lona el pasto sagrado.

Era la felicidad del público, del respetable que gozó al máximo.

LA BATALLA II

Pero en la cancha, tras el desnivel de Casemiro, hubo un solo equipo supremo: Real Madrid, que a los 64' asestó un golpe de KO en los pies del incomparable Ronaldo, que buscaba más que un doblete: quería llevarse las pelota para la casa con un "hat trick". Pero no pudo, ya que el 4-1 final lo anotó un cabro, Marco Asensio, a los 89'.

Vino el tiempo agregado y hubo una foto o postal de la tremenda organizacion de la Champions, cuando un encargado puso brazaletes morados a cada uno de los que participaban de la premiación.

Y las postales de locura, con un Cristiano Ronaldo que se incorporó del pasto tras su reflexión y vio cómo un alegre Marcelo metía a su hijito en la copa o un locario Sergio Ramos la usaba como gorro.

En suma: 4-1 y el Real Madrid ganó su segunda Champions consecutiva, tuvo en Cristiano Ronaldo al máximo goleador del torneo con 12 tantos y demostró que es un plantel de monstruo a cargo de un DT sagrado, como Zinedine Zidane.

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