La Firme con Silvia Díaz: “La descentralización es primordial para dar soluciones concretas al país desde los territorios”

25 Octubre 2022
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
25 Octubre 2022 Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

La próxima semana, Silvia Díaz cumplirá dos meses al frente del Ministerio de Ciencia. No es cualquier cosa: la doctora en Química y experta en Fisicoquímica cuántica es la primera mujer en ocupar ese rol desde la creación de la cartera. Ella lo asume como un desafío que era necesario, y a pesar de los cambios en la rutina, la intensidad propia que requiere su posición, se le nota con confianza: “Sentí que el país necesitaba mi perfil, el área necesitaba mi perfil y el Presidente Boric necesitaba este perfil más dialogante”, le dice al diario pop. Aquí, además, habla de sus primeras semanas en el octavo piso de Morandé 226, de los objetivos que se trazó y de su profundo amor por el área científica, que se ve reflejado, por ejemplo, en sus sueños y en los seis tatuajes que tiene desperdigados por su cuerpo.

Ser la primera ministra de Ciencia implica un gran desafío. Estamos en una nueva época en que las mujeres están tomando mayores desafíos, puestos mucho más desafiantes, visibles. Entonces, estamos convencidos, con mi equipo, de que hay que mostrar el gran trabajo que históricamente han hecho las mujeres pero que habían quedado un poquito más relegadas por nuestra propia historia.

Cuando me pidieron ser ministra, dije “¡Yo voy!”. Fue así como... Es una gran responsabilidad pero es completamente desafiante para mi carrera, y también de forma personal. Y lo tomé como eso: un desafío que era necesario abordar, hacerse cargo. Porque uno siempre viene diciendo “faltan más mujeres”, pero también depende de nosotras tomar esta oferta, hacerla parte y llevarla de buena forma hasta el final.

No podía creerlo cuando me llamó el Presidente. Ese día yo iba a la oficina, a mi antiguo trabajo. Era un día normal, estaba media resfriada, había salido de un par de operaciones, entonces llevaba poquito de vuelta en el trabajo, como dos semanas, no más que eso. Me levanté, iba un poco atrasada, entonces mi pareja me dijo “ya, yo te voy a dejar porque vai atrasada”. Iba en el auto cuando empecé a recibir un par de mensajes de que necesitaban contactarme, confirmar mi número. En eso que llego a la oficina y me llama el Presidente Boric para ofrecerme el cargo. Estaba muy sorprendida, muy en shock. Nunca en la vida me imaginé que el Presidente me iba a llamar para ofrecerme este cargo y dije, obvio que sí. No solo por el cargo, sino que era como un “sí, yo lo ayudo”.

Sentí que el país necesitaba mi perfil, el área necesitaba mi perfil y el Presidente Boric necesitaba este perfil más dialogante, divulgador en torno a la ciencia, que es lo que vengo haciendo hace mucho tiempo.

He trabajado a lo largo de mi carrera en llevar la ciencia a otro público. A un público mucho más ciudadano, que necesita entender que en el conocimiento está la base para poder lograr el desarrollo de nuestro país. La pandemia, por ejemplo, fue resuelta principalmente porque los científicos se unieron con todos los actores relevantes con un mismo fin: solucionar esta crisis sanitaria, y entregar herramientas más contundentes. Aparte de desarrollar una vacuna, hubo que explicarle a la gente que tenía que lavarse las manos, usar mascarilla. Hubo una explicación mucho más sencilla. Tuvimos que empezar a explicar: Hay que lavarse las manos con agua y jabón... tanta cantidad de tiempo, porque si uno arrastra con estas burbujas —hay una reacción química— el virus, es más significativo que sacarnos toda la ropa al inicio antes de entrar a la casa. Cuando había todas estas casi teorías conspirativas al inicio de la pandemia y era como ¡no, usemos mascarilla y agua y jabón! Eso no es fácil...

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Donde más puedo aportar es en bajar los contenidos para hacerlos más cercanos a la ciudadanía. Mostrar que la ciencia, la tecnología, el conocimiento y la innovación sí son importantes en tu diario vivir. Nosotros tenemos ciencia en todas las cosas cotidianas que hacemos. Cuando uno te enseña de mejor forma ciertas cosas, se entienden más los procesos complejos, se le da valor a algo que no es tan cotidiano, en el día a día, de las urgencias, y eso hace que nosotros podamos mejorar la calidad de vida desde acá. El científico debe aprender a comunicar. El científico aprendió a hacer ciencia... pero si nos ponemos a trabajar con diseñadores, con periodistas, con personas que sí aprendieron a comunicar, podría ser mejor.

Lo más difícil de seguir el área científica es tratar de convencer a los diferentes actores que trabajan en esto, que tenemos un punto en común. Los científicos se dedican 100% a hacer sus trabajos en laboratorio y hay que tratar de convencerlos de que salgan a explicarlo en forma más sencilla. Hay un claro ejemplo, que a toda la población le puede servir: los fideos. A todos, generalmente, les gustan los fideos bien cocidos, ¿no es cierto? Ya, pero uno dice que tienen que hacerse al dente. ¿Por qué? Porque cuando uno los come sobrecocidos, todo eso se transforma en azúcar en tu estómago y eso promueve la obesidad. Si tú te los comes al dente, esa masa no se convierte en azúcar. Por eso tampoco no se deben recalentar los fideos: no se deben calentar en el microondas. ¿Viste que hay una cosa química? Directamente relacionada con una problemática en la salud, que es la obesidad alta que tenemos. Si nosotros enseñáramos a comer algo tan simple, que está en la dieta nuestra, que son los fideos, podríamos disminuir la cantidad de azúcar que le estamos metiendo a nuestro organismo y, por ende, la obesidad. Esto es ciencia, po. Y esa ciencia impacta a la población, es una solución real, que se consigue solamente con una buena divulgación. No requiere de un esfuerzo mayor del Estado, aportes económicos, sino solo una buena información y una buena bajada para todo el mundo.

Cuando dicen que los ministros trabajan 24/7, es cierto. Las cargas son mucho más fuertes de las que yo creo que, en general, la gente piensa. Pero hay un equipo detrás, que es el ministerio en general, que lleva mucho más tiempo que yo trabajando. Es un equipo fortalecido, que me ha prestado todo el apoyo para poder meternos muy rápido en los temas que están corriendo, así que eso es lo que yo quiero resaltar: todo el apoyo y el trabajo que hace la gente que trabaja aquí, en la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) y también las seremías. La gente en región también es un apoyo fundamental para que esto pueda avanzar todos los días, sin tener que depender tanto del ministro que esté. El ministro es fundamental por un rol mucho más político, pero la gente que realmente hace el trabajo contundente es la gente que permanece todo el día en el ministerio. Y ellos han construido un músculo muy potente.

Estoy súper convencida en que la descentralización es primordial para poder dar soluciones concretas al país desde los territorios. Mis desafíos no son tan distantes a los de los ministros anteriores. Son los mismos: fortalecer el ecosistema de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación... y sobre todo descentralizar la ciencia, porque nuestros desafíos están alineados a un programa de gobierno. Nosotros nos acatamos a lo que el Presidente tiene en su programa y lo fortalecemos en función de las necesidades más específicas que tiene nuestro entorno y que tienen nuestras regiones. Nuestra descentralización es un poco diferente a la del resto de los ministerios, porque todo el resto tiene seremías en todas las regiones y nosotros por macrozona. Entonces, nosotros como ministerio estamos muy enfocados en fortalecer las regiones, porque son diferentes en esa administración. También queremos abordar el tema de género, porque como soy la primera mujer en esta cartera y existen muchas brechas en torno a nuestra materia, es algo fundamental. Pero no llegamos desde cero: los anteriores ministros han trabajado fuertemente por este gobierno, y estamos tomando todo lo bueno que se hizo y potenciándolo.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Estamos trabajando en la actualización de la política de género. Nos hemos dado cuenta que, por ciertos estudios, el ingreso en matrícula en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, la brecha cada vez se acorta más. Pero el período de continuidad en las carreras científicas y sobre todo en postgrados…, ahí es donde disminuye la cantidad de mujeres que se mantienen en esas áreas. Y pasa lo mismo en ciencias sociales, artes y humanidades. Ingresan muchas más mujeres en esas carreras, pero la continuidad sigue siendo a la baja y permanecen mucho más los hombres. Estamos tratando de entender qué pasa ahí. Generalmente se debe porque las mujeres van a ser mamás o tienen asociados trabajos de cuidado; entonces ahí es donde se van perdiendo en la continuidad. Para eso hemos trabajado en cada postulación, sea beca o fondo para investigación, en que el puntaje que te dan por ser mujer, por si tú disminuyes tu cantidad de producción científica con papers por haber tenido hijos, se te evalúa de manera distinta. Todos esos parámetros que se hacen para postular se están evaluando de forma diferente que todos los hombres, que tienen una trayectoria constante en el tiempo. En eso se basa nuestra actualización, y otros temas asociados a otro tipo de diversidades, que también deben ser incluidas, porque también hace que aumente esta brecha.

Con el Ministerio de Salud trabajamos para entender las necesidades que se necesitan como país para enfrentarnos mejor al desarrollo internacional en temas de vacunas. Hay diferentes tipos de “hacer vacunas”: nosotros utilizamos, en las nuestras, virus inactivado. Ese dio muy buenas respuestas, pero en otras partes utilizaron otro tipo de elementos en las vacunas, como el ARN mensajero (ARNm). Entonces tenemos que ver qué es lo que mejor responde a las nuevas necesidades, o si se necesitan vacunas bivalentes, o solo de un tipo. Esos estudios los estamos realizando.

La obesidad es un problema súper grande en Chile. Pasamos de solucionar el tema del hambre rápidamente, con una muy buena política pública, a caer en la obesidad, y no tenemos una política para solucionar eso. Es un desafío que tenemos como ministerio, es una de nuestras áreas relevantes e importantes, pero tenemos que trabajar con los actores que involucran: el ministerio de Educación y de Salud. Hay soluciones concretas, pequeñas, que uno podía establecer, como el ejemplo que te daba sobre los tallarines.

No creo que sea relevante hacer la diferenciación entre divulgador científico e investigador… porque un buen científico también hace divulgación. Los anteriores ministros también se dedicaron fuertemente a hacerlo. Yo dejé de hacer investigación cuando terminé mi doctorado, porque sentía que había más investigadores que divulgadores. Dije: “No me voy a ganar el Premio Nóbel”, pero sí puedo ser una muy buena divulgadora. Y por eso me dediqué 100% a esta carrera. Encontré una necesidad en el país y me dediqué a eso: comunicar la ciencia a todas las partes de Chile, no solo llegar de manera central donde hubiera una feria sino que golpear distintas puertas para contar lo que se estaba haciendo, y entregar más soluciones concretas a la gente que dice ¿por qué tengo que escuchar sobre ciencia y tecnología si tengo otros problemas? Esos problemas urgentes se pueden solucionar con conocimiento.

En Chile estamos un poco atrasados porque el ministerio de Ciencia es muy nuevo. Hubiese sido mejor haberlo instalado mucho antes, pero las cosas llegan cuando tienen que llegar. Entonces no podemos mirar tanto más al pasado de por qué no se hizo algo antes... ya se hizo, logramos el ministerio, así que ahora tenemos que trabajar rápidamente para llegar a más lugares y explicar que el conocimiento es relevante para dar soluciones concretas. Ese es nuestro trabajo: hay que darle con lo que tenemos y mostrar lo que estamos haciendo.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

El Estado no es capaz por sí solo de llegar al 1% del PIB para Ciencia. No somos un país pobre, pero no tenemos la riqueza suficiente para poder invertir nosotros solos el 1%. Además que en ningún país invierte por sí solo el Estado en I+D, siempre es en conjunto con el sector privado. ¿Por qué? Porque ambas partes se necesitan mutuamente. El sector privado necesita ciencia que se desarrolla a partir del sistema público. Necesitan investigadores o desarrollos que se hacen en instituciones que obedecen al Estado, entonces hay una alianza entre ambos sectores porque tiene que ser fructífero. La invitación es que el sector privado invierta en I+D porque nosotros, como Estado y como ministerio, potenciamos también el sector público a través de las universidades estatales y públicas que pertenecen a este ecosistema.

Estamos promoviendo fuertemente alianzas entre sector público y privado. Hay mucha innovación, tecnología en el sector privado, y ellos están dispuestos a trabajar con nosotros como ministerio y con el Estado. Si nosotros como Estado aportamos en el aumento de I+D, el sector privado ve eso como una muy buena plataforma para establecer nuevas alianzas y fortalecer juntos este ecosistema.

Un buen ejemplo de que hay un compromiso real con lograr el camino al 1% es el aumento que dieron este año para nuestra cartera. Y en general para las temáticas de ciencia, tecnología, conocimiento e innovación. Nosotros tenemos una parte, pero también hay muchos ministerios que ven estos temas. Este 9,6% —que anunció el Presidente Boric en la Ley de Presupuesto 2023— responde a que el gobierno establece trabajo en conjunto entre sus diversas carteras para poder llegar a un desarrollo de país o lograr cosas más concretas en torno a estas materias. Esa señal es sumamente fuerte, también para decirle a los privados que inviertan más en estas materias porque se va a lograr un buen desarrollo.

Cuando chica quería estudiar medicina, después quería ser abogada... porque nunca me quedaba callada en mi casa, siempre peleaba hasta el final, hasta que entendieran mi punto de vista. Pero cuando entré a enseñanza media, me gustó mucho la química y se me hizo fácil. Mi profesora me impulsó a entrar a las olimpiadas de química y ahí encontré que era buena. Participaba en talleres y ferias científicas. Y cuando empecé a ver las mallas me decidí por estudiar química, enfoqué todos mis esfuerzos en llegar a eso. Entré en la Católica, me fue relativamente bien en la prueba, era bien matea cuando chica, bien estudiosa. Cuando tenía un objetivo, me dedicaba fuertemente a eso, no me salía de ahí.

Pero cuando entré a estudiar química no me gustó tanto... era mucho laboratorio, y me aburría. Había que ser muy metódico, esperar mucho tiempo. No sé, meter un instrumento en la estufa para que se le fuera el agua, esperar una hora... era tedioso, y siempre era seguir una pauta. Yo decía “no pienso, no pienso, no pienso acá”. Ahí dije “voy a hacer un doctorado”, y pensaba en química de alimentos, me parecía un poquito más desafiante. Y en ese tiempo, cuando buscaba quedar, entré a Física-Química 3, que era Física cuántica. Ahí empecé a escuchar de la química teórica computacional, que era harta matemática para poder entender los procesos químicos. Ahí dije “oooh, aquí uno piensa mucho y mezcla muchas materias”. A través de ejercicios matemáticos y propuestas físicas, uno podía entender este comportamiento. Onda, del comportamiento del agua a nivel de un átomo. Eso era muy desafiante para mí, y decidí que era lo que quería hacer.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Una vez una niña me dijo “¿dónde me inscribo para ser científica?”. Ahí dije: “Esto es lo que yo necesito hacer”. Ir a todos los colegios o escuelas que pueda, en cualquier parte de Chile o del mundo, y tratar de convencer a una niña o un niño de que quiera ser científico. Con eso me doy por pagada.

Estuve un año en Polonia, fui a hacer mi pasantía del programa de doctorado. Porque ellos aplicaban una técnica que no se aplicaba en Chile, que era muy diferente. Dije: si iba a hacer este esfuerzo, tanto personal como económico a través de las becas, era necesario ir a aprender algo muy distinto. La experiencia fue súper buena, ellos fueron súper acogedores. Les resultaba muy extraño que una persona de Sudamérica, y más de Chile, un país que ni siquiera conocían, se fuera a estudiar tan lejos, con tanto frío. Pero entendieron que lo que ellos hacían podía recalar en Chile y a la vez en Sudamérica, que era relevante y me apoyaron mucho en ese año.

En Polonia potencian mucho a la gente que vive en la ruralidad. Eso es súper importante: ellos impulsan que todos los estudiantes de sectores rurales vayan a la universidad, fortalecido a través de sistemas de acogida. Tienen un sistema en que los capacitan inicialmente para poder formarlos para llegar a la universidad. Acá tenemos un símil que es el programa “Explora UNESCO”, que son niños que tienen trayectoria en ciencia, entonces el ministerio promueve eso y los potencia para que ingresen a la universidad por un cupo directo, independiente de su puntaje en la prueba de admisión. Me gustaría que esto se replicara más en Chile.

Cuando me toque dejar el cargo, me gustaría hacerlo contenta por lo que hubiésemos logrado en esa fecha. Siento que vamos a lograr grandes cosas y vamos a dejar el ministerio mucho más fortalecido para los nuevos desafíos que vamos a tener el 2026. Imagino que para entonces vamos a estar mucho más resueltos con el tema de la pandemia, más resueltos con temas de energías renovables. Que seremos un músculo un poco más grueso para que pueda asumir el próximo ministro o ministra.

Si no hubiera estudiado química, me hubiera gustado ser arquitecta. Porque siempre me gustó hacer maquetas... Me encantan las manualidades, pero el tema de maquetas y de construcción de casas, es como un sueño frustrado. De hecho, yo pensé que no podía estudiar arquitectura porque me cuesta ver los diferentes planos. Pensé que era fundamental... y después entendí que eso se aprende en el camino. Me encanta ver planos de casas, revistas de casas.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Yo soy ovallina, pero algunos lo confunden. En mi antiguo trabajo, cuando me nombraron ministra, la persona de comunicaciones fue al primero que llamaron... y él dijo: “Es algo como con doble l... Quillota”. Y ahí quedó con que nací en Quillota. Pero es algo que mi mamá me dice todos los días: “Arregla que eres de Ovalle”, jajaja.

Viví en zona rural desde que tenía un año hasta los 18. A mi papá, por trabajo, lo cambiaron más al campo, alejado de la ciudad de Ovalle, y ahí vivimos. Cuando era más pequeño, uno reclamaba porque no tenía tantos amigos, no teníamos muchos vecinos, no era el normal de los niños de mi colegio. Pero después, más grande, uno lo agradece, porque vives con tranquilidad, no éramos niños de tele, jugábamos mucho más, explorábamos... Yo me acuerdo que cuando chica tenía la obsesión de llegar a China, entonces hice un hoyo gigante para ver si llegaba... jugaba mucho con agarrar piedrecitas, mirar con lupa, como si fuera arqueóloga, escalábamos muros. Ese tipo de niños éramos, niños que jugábamos mucho en la tierra.

Tengo seis tatuajes. Una jirafa —en el antebrazo—, porque siento que me representa por lo alta; tengo a Albert (Einstein), que es más lo estructural, ciencia pura, un referente para mí; tengo a Cronos, la cabeza de Cronos en un hombre que está haciendo equilibrio, y representa el equilibrio y el tiempo... uno siempre necesita eso, equilibrio, y el tiempo, por más que uno quiera las cosas rápidas, tengo que entender que ocurre a su debido tiempo. Tengo a Linus Pauling, que fue el que desarrolló el concepto del enlace químico; y acá —señala el brazo derecho— tengo una hebra de ADN que tiene la cara de un mono y la de un humano, que representa la evolución. Y en la pierna tengo otro que representa la transformación... que es un humano que se transforma en pez y un pez que se transforma como en humano. Todo relacionado a la química.

Los tatuajes nunca han sido un tema... pero siento que las personas más adultas te miran con algún resquemor. Igual, ya está en el pasado. La gente entiende que el tatuaje no significa nada, sino que es una opción personal que marca un antes y un después en algunas personas, otras personas solamente lo utilizan como un símbolo de belleza, y yo creo que ya no es tema... Es como cuando yo hablo desde el ministerio y que tenemos que hablar con la palabra “conocimiento” y no decir más “ciencia”. Si nosotros no dejamos de discriminar, siempre vamos a ser mirados. Yo no te miro a ti por tus tatuajes, sino por tu persona, tus capacidades o tu entrevista. Nosotros tenemos que hacer el cambio. Al principio quizás me los tapaba un poquito más para una reunión, pero ahora ni siquiera me acuerdo de que los tengo.

Por ahora no me haré más tatuajes. Yo siento que llegan. Los diseñaron los tatuadores... yo solamente tenía el concepto en mi cabeza y ellos lo desarrollaron, y yo sentía que iban con lo que quería o lo que estaba pasando en el minuto.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Siempre me cargó, toda la vida, que me dijeran “Chivi”. A las Silvia les dicen “Chivi”, entonces en el colegio me cantaban “Sal de ahí, Chivita, Chivita...”, y yo lo odiaba con mi vida. Nunca pude superar ese sobrenombre y solo acepté que me lo dijera mi familia. Ahora me da más lo mismo, jajaja.

Un sueño pendiente es haber sido barwoman. Me hubiese encantado... porque lo encuentro entretenido. Estar activamente haciendo mezclas, la improvisación. Y yo siento que ser anfitrión, recibir personas en tu casa y cocinar, es un acto profundo de amor y cariño. Lo otro habría sido tener un restaurant, pero siento que lo de barwoman era como para hacerlo más en la juventud, ahora ya no contratarían a una vieja... Nunca lo intenté, pero me hubiera encantado. Hacer tragos tiene un toque innovador, ¡e igual hay química detrás!

Tengo muchas cábalas. Son súper sencillas, como por ejemplo, repetir la misma ropa o algo de la ropa que usé en un día que fue muy bueno. Tiene que haber algo que haya usado ese día: puede ser ropa, los zapatos o un accesorio. Si usé un anillo ese día que fue excelente, yo lo voy a repetir en otro día que sé que tiene que ser excelente.

Solo he trabajado en el ámbito científico. Hice clases particulares de química y me gustaba mucho enseñar. Después trabajé en dos centros de investigación, uno era como gestor administrativo, y en el otro fui la directora ejecutiva de uno de envejecimiento. Siempre en el mundo de la ciencia.

Con mi primer sueldo me compré una cámara fotográfica. Una pequeñita, cuando salieron las digitales. La fotografía en su minuto fue una obsesión. De entender bien cómo funcionaba el foco. Cuando entendí que era pura física... cuando la teoría la pasé a la práctica, lo dejé.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Me gustan las manualidades, me gusta bordar. Traté de aprender a hacer amigurumi, monitos de crochet, pero justo entré acá. Entonces, está pendiente. En algún minuto, cuando esté con menos intensidad —que creo que no va a pasar, jajaja—, quiero volver a retomar el crochet.

Una de mis comidas favoritas es el risotto. También las pastas, porque generalmente es lo que salgo a comer.

Mi picada favorita es el Bar Valdivia. Y me encanta el crudo, es lo que más como allí,

No escucho mucha música porque me desconcentra. Pierdo mucho el foco... Yo digo ¿cómo hace la gente que escucha música clásica y se puede concentrar? A mí no me pasa. Cuando estoy en el auto trato de escuchar mucha música, porque uno va en otro mundo y genera como felicidad. Ahí escucho música prendida: pongo la lista de los más escuchados en Chile. Si aparece mucho reggaetón, avanzo rápidamente. Pero eso también sirve para saber qué está escuchando la gente... ¿Un grupo? Algo que me relaja, que me baja la intensidad, es Jack Johnson.

Lloré mucho con El diario de una pasión, me dio mucha pena. Y yo no lloro fácilmente, pero con la que lloré desconsoladamente fue con Wonder (Extraordinario, 2017), la del niñito que usaba el casco astronauta...

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Nunca me han gustado tanto las series, porque me pego y necesito terminarlas rápidamente. Por ejemplo con Breaking Bad, que veía muchos capítulos para poder avanzar. Igual que con Game of thrones. Las últimas temporadas no las vi por lo mismo: no tenía tanto tiempo. Me gustaban los Stark.

Siempre me gustó The Big Bang Theory. La veía desde hace mucho tiempo y todos se reían de mí, pero después se hizo más popular. Nos deja a los científicos muy como nerds, pero es que son físicos... ellos siempre han sido más nerds que el resto. Y yo era de las que se reía de todos los chistes, entonces por eso igual se reían de mí.

Me encanta un libro que se llama Seis piezas fáciles, de Richard P. Feynman. Es, en sencillo, muchas cosas de la física. Es un muy buen libro de divulgación para tratar de conquistar un poquito a la gente que no entiende tanto de ciencia, y un muy buen libro para los científicos, para volver a entender lo básico.

No creo en el horóscopo. Pero está bien la gente que cree, no estoy en contra.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Si pudiera tener un superpoder sería poder retroceder el tiempo. Para poder alcanzar a hacer más cosas de las que uno tiene presupuestadas. Retroceder, pararlo un ratito... como pasaba en la serie de Sabrina, la bruja adolescente, que paraba el tiempo, si no hacía un trabajo lo hacía ahí y lo entregaba. Eso me gustaría.

Mi placer culpable es comer chocolates. Porque no puedo: soy alérgica al cacao. Entonces, de repente yo digo “ojalá no pase nada”. Si creyera en el horóscopo le pediría que los astros se alinearan para que no me diera alergia, jajaja, pero trato de comer poquito.

Si pudiera invitar a tres personas a un asado, sería a Albert Einstein, Marie Curie y Angela Merkel. Einstein, porque es icónico en la ciencia, histórico, revolucionador. A Marie Curie, primera mujer química reconocida, además que trabajaba con el esposo e igual fue reconocida por lo que hizo. Y a la Angela Merkel, porque ella también es química teórica y metida en la política. Entonces me encantaría saber su visión... aunque conocí a su esposo, él también es teórico y en los congresos de química teórica siempre iba. Y todos los científicos jugábamos a descubrir quiénes eran los guardias que lo acompañaban. Según nuestras teorías, era que andaban camuflados como otros científicos.

Silvia Díaz es ovallina, una niña que siempre siguió sus convicciones y que se transformó en una mujer apasionada por lo que hace, siempre esforzada, mirando sus raíces.

COMPARTIR NOTA