Tensión máxima en Taiwán: claves para entender el nuevo gallito entre China y EEUU

China explotó tras la llegada de la presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense a Taiwán. Lo tomaron como un reconocimiento de la soberanía de la isla, y activaron su defensiva. La isla es uno de los objetivos de Xi Jinping, que apunta a la reunificación, y está dispuesto a utilizar la fuerza para conseguirlo.

Nancy Pelosi —82 años, presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos desde enero de 2019, miembro del Partido Demócrata y segunda en la línea de sucesión a la presidencia, sólo por detrás de la vicepresidenta Kamala Harris— es hoy una de las protagonistas, o dicho de otro modo, uno de los elementos clave que permiten explicar las tensiones que se están acumulando entre China y Estados Unidos.

En concreto, Pelosi arribó a Taiwán el martes por la noche. Es la primera autoridad de ese calibre en visitar la isla desde 1997. Y claro, China, que la reclama como parte de su territorio, considera que esta clase de citas suponen un reconocimiento de la soberanía de la isla, de modo que Beijing y Washington atraviesan uno de sus momentos más tirantes en años.

China había sugerido que tomaría medidas enérgicas si Pelosi concretaba el viaje. Es más, en las últimas horas medios estadounidenses y locales reportaron el despliegue de buques de guerra, tanques y aviones de combate. El gobierno de Biden, sin embargo, aseguró —sin amedrentarse— que lo de la presidenta de la Cámara de Representantes no cambiaría su política respecto de Taiwán.

Taiwán versus China

La historia que une a Taiwán y a China no es simple. Mientras China está convencida que Taiwán es apenas una provincia separatista que en determinado momento tiene que volver al control de Beijing, los taiwaneses se perciben a sí mismos como un país independiente, que por cierto cuenta con su propia Constitución y líderes que son elegidos por la vía democrática. Ahí radica el principal conflicto.

El Presidente de China, Xi Jinping, sin ir más lejos, ha declarado en más de una ocasión que la reunificación con la isla se cumplirá más temprano que tarde, aunque eso suponga el uso de la fuerza.

En términos de historia, China tuvo por primera vez a Taiwán bajo su control absoluto en el siglo XVII, a través de la administración de la dinastía Qing, pero la cedió a Japón en 1895 luego de perder la guerra china-japonesa. Recién la pudo recuperar en 1945, cuando los japoneses resultaron uno de los grandes derrotados de la Segunda Guerra Mundial.

Luego, la guerra civil que enfrentó a las fuerzas gubernamentales nacionalistas, dirigidas por Chiang Kai-shek, y el Partido Comunista de Mao Zedong, con victoria para este último, determinó en buena parte lo que sucedería con Taiwán.

Chiang Kai-shek y lo que quedó del Kuomintang huyeron con dirección a la isla, donde gobernaron por las siguientes décadas. Ese capítulo de la historia resulta clave para las aspiraciones de ambos bandos: en China se utiliza para argumentar que Taiwán fue originalmente una provincia que les pertenecía. Del otro lado, defienden su autonomía explicando que nunca fueron parte del Estado chino moderno (1911) o de la República Popular de China (1949).

Cabe destacar que en la actualidad apenas 13 países y el Vaticano reconocen a Taiwán como país.

Frente a este escenario, Xi Jinping, que probablemente vea confirmado su tercer mandato el próximo otoño, ha insistido en que la reunificación con Taiwán es parte central de su gestión. Lo percibe como “una misión histórica y un compromiso inquebrantable del Partido Comunista de China”.

“Si alguien se atreve a separarse de Taiwán, no dudaremos en luchar, no retrocederemos ante el costo y lucharemos hasta el final”, sostuvo hace algún tiempo, en esa misma línea, su ministro de Defensa, el general Wei Fenghe.

¿Y cómo ha reaccionado Taiwán? Con calma, según reportan los medios internacionales. De hecho, la Presidenta Tsai Ing-wen no ha querido referirse públicamente al tema, consciente de las tensiones que reposan sobre el mismo. En cambio, Kolas Yotaka, del Partido Progresista Democrático, dijo: “Nos da esperanza ver que incluso en circunstancias difíciles, todavía hay personas que mantienen sus creencias e ideales”.

¿Y Estados Unidos?

Al tanto de las amenazas chinas, que estaría llevando a cabo ejercicios militares y simulacros con fuego real en sectores aledaños, Estados Unidos hace lo propio: de acuerdo a la agencia de noticias japonesa Nikkei Asia ha desplegado aviones y barcos militares cerca de Taiwán. Reuters, además, comunicó que fueron vistos varios aviones de combate del EPL en la línea media del Estrecho de Taiwán el martes por la mañana.

Esta posición de Estados Unidos, viene a confirmar su histórica “ambigüedad” respecto del conflicto. Es decir, mientras dicen adherir a la política de “Una China” y negocian directamente con el gobierno establecido en Beijing, se han comprometido con Taiwán para suministrarles armas defensivas en caso de cualquier ataque o invasión china.

Según recoge La Tercera, de hecho, el pasado mes de mayo, el Presidente Joe Biden afirmó que Estados Unidos defendería militarmente a Taiwán si acaso eso sucediera. Sin embargo, al poco andar, desde la Casa Blanca aclararon que su visión sobre China y Taiwán no ha cambiado en lo más mínimo. En resumidas cuentas, que seguían considerando la idea de “Una China”.

Definitivamente, las tensiones están a la orden del día con la visita de Nancy Pelosi. Pese a todo lo que ha dicho con anterioridad, China sigue con atención cada movimiento estadounidense y no teme enfrascarse en una batalla con tal de proyectar esa imagen de fortaleza que tanto desea Xi Jinping.

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