Epopeya 2026: el camino de espinas que le espera a La Roja para clasificar a la próxima Copa del Mundo

El panorama de La Roja asoma complicado.

Con un tercio de los partidos disputados, sin DT, un recambio que despierta dudas y los históricos en su recta final, Chile atraviesa una crisis difícil de solventar. Pero no todo está perdido, por el contrario.

La selección de fútbol, hasta hace unos pocos años la mayor fabricante de alegrías del país, capaz de ganar la primera Copa América de nuestra historia y enseguida la segunda, y que se dio el gustito de retirar por algunas semanas a Lionel Messi de Argentina y de asustar al resto del continente con la pelota en los pies y una identidad definida, ahora está agonizando. No le queda mucho. Los viejos rockeros que se exponen en cada nómina a despiadadas críticas culpa del paso del tiempo, irascibles dentro de la cancha y fuera también. Y acaso alguna aparición que ilusiona pero no termina de convencer. El hecho de que La Roja haya sido incapaz de llenar el estadio en el último partido como local del año no fue un asunto en exclusiva del alto valor de las entradas ni de las acusaciones al Estadio Monumental, sino un síntoma: despierta menos interés entre los hinchas porque ellos pueden deducir la caída.

De todos modos lo del martes en la altura de Quito —además del debut de Nicolás Córdova, primer técnico chileno en dieciocho años aunque sea por un rato— permitió sacar algunas cosas en limpio. Por ejemplo que Chile parece estar en condiciones de presentar un equipo sin depender de la generación dorada: ante Ecuador, Alexis Sánchez fue el único sobreviviente del glorioso plantel 2014-16. O que Ben Brereton, bajo la tutela de Eduardo Berizzo relegado a la banda, se siente muchísimo más cómodo dentro del área, atacando los espacios y rompiendo líneas. Un cabezazo suyo que se estrelló en el parante izquierdo de Alexander Domínguez pudo cambiarlo todo.

Chile no pudo en la altura y cerró el año con otra derrota. Foto: Conmebol.

Lo preocupante es que se volvió a perder, como ante Uruguay y Venezuela. De seis partidos que disputó hasta ahora en la eliminatoria, La Roja consiguió apenas una victoria sobre Perú y dos empates con mal sabor frente a Colombia y Paraguay. En esas condiciones, cerró el año con menos puntos, cinco, que partidos oficiales disputados, y en el octavo lugar, fuera de zona de clasificación.

Peor es que atendiendo al panorama general, el equipo no respondió en ninguna parada brava y tampoco estuvo a la altura en los duelos ante potenciales rivales directos. Un baño de realidad a la espera de enfrentar a selecciones como la brasileña o la argentina.

La salida de Berizzo, cansado de los insultos en cada cancha que pisó y preso de los resultados, marca otro antecedente: en siete de ocho procesos clasificatorios desde que se instaló el formato todos contra todos, Chile cambió de técnico. Antes, Nelson Acosta reemplazó a Xabier Azkargorta de camino a Francia 1998; Pedro García primero y Jorge Garcés después agarraron el fierro caliente rumbo a Corea y Japón 2002; Acosta otra vez se hizo cargo en desmedro de Juvenal Olmos con miras a Alemania 2006; Jorge Sampaoli tomó el lugar de Claudio Borghi para Brasil 2014, y Juan Antonio Pizzi el suyo hacia Rusia 2018. Finalmente, hace dos años Martín Lasarte se sentó en el banquillo después de Reinaldo Rueda.

El único que cumplió su contrato, cómo no, fue Marcelo Bielsa, que hoy al frente de Uruguay, sublíder de la tabla, viene de ganar con propiedad al campeón del mundo, empapando de su rigor científico a un equipo que históricamente cumplió otro rol en el campo.

Berizzo, el DT que acaba de renunciar, y su mentor, Marcelo Bielsa, el único que cumplió su ciclo. Foto: Pedro Rodríguez, La Tercera.

Futuro incierto

Las frases de Arturo Vidal suelen hacer ruido. Optimista por antonomasia, en su afán de levantar a una selección cabizbaja que se jugaría pronto sus opciones de acceder al repechaje, publicó un domingo de octubre una imagen de sus hijos mientras dormían, prometiéndoles llevar a Chile al Mundial de Rusia. Eliminados, desde entonces es un meme recurrente del colectivo futbolero sudamericano. Cada tanto alguno en redes sociales gasta la broma, y pregunta cuánto tiempo llevarán dormidos los pequeños Alonso y Emiliano. Pero a eso Vidal le resta importancia. Entiende que son las reglas del juego y vuelve a apostar.

“Yo voy a llevar a la selección al Mundial”, guapeó hace unos días en plena recuperación de su intervención a la rodilla. “Yo voy a estar en la cancha, yo me la voy a jugar, yo voy a llevar a la selección al Mundial”.

Es lo que más queremos, “King”, pero ahora mismo esa declaración de intenciones se adivina difícil. Si bien el receso será largo y puede pasar cualquier cosa, en este momento hay puestos vertebrales acompañados por un signo de pregunta, empezando por el del DT. La tarea de Pablo Milad en los próximos meses será hallar al reemplazante de Berizzo. Extraoficialmente se sabe que se autoimpuso marzo como tope, de modo que el nuevo entrenador pueda moldear un plantel de cara a la Copa América de junio y especialmente a la reanudación de las eliminatorias en septiembre. No hay que descartar del todo la continuidad de Córdova, pero los principales candidatos parecen ser Gustavo Quinteros y, en menor medida, Ricardo Gareca. El primero es entrenador de Colo Colo y fue campeón tanto con los albos como con Universidad Católica. “Sería un orgullo”, reconoció en un matutino. El segundo clasificó a Perú al Mundial de Rusia y sólo los penales le impidieron llegar a Qatar.

Gustavo Quinteros y Ricardo Gareca son las principales opciones para agarrar el fierro caliente.

Después, en el plano futbolístico, no se descubre aún un heredero natural del propio Vidal, caudillo de la última década, ni de Charles Aránguiz, motor del mediocampo. Arriba, los relevos de Eduardo Vargas y Alexis Sánchez —con la notable excepción de Brereton, milagro de un streamer— no han dado la talla. Las esperanzas están puestas en Damián Pizarro, a quien con dieciocho años y un puñado de partidos en primera se le apresuró a debutar contra Paraguay.

En ese estado de cosas, el margen de ilusión es minúsculo.

Camino de espinas

De todas maneras el nuevo formato de la Copa del Mundo, con este presente, supone un alivio. Con más participantes, hay también más opciones de clasificar. En concreto, y a pesar de la crisis, de acabarse hoy mismo el proceso eliminatorio, en la octava posición Chile se quedaría afuera apenas por diferencia de goles. Por eso es que la urgencia debe ser atacar las patologías del plantel cuanto antes. En especial por un fixture que asusta:

  • Argentina, el último campeón mundial que acaba de arrebatarle un invicto histórico a Brasil en el Maracaná, será el primer escollo en septiembre. Como si fuera poco, en Buenos Aires. Luego es el turno de Bolivia, en principio en el Estadio Nacional.
  • La doble fecha de octubre se advierte todavía más compleja: Brasil, necesitado tras dos derrotas en fila, en Ñuñoa, y una visita a Colombia.
  • El 2024 cierra con el Clásico del Pacífico en Lima y Venezuela en condición de local.

Para anotarse en Canadá, Estados Unidos y México 2026, La Roja precisa ubicarse entre los primeros siete lugares de la tabla. Seis se clasifican directo y el séptimo disputará el repechaje. A modo de muestreo, de camino a Qatar 2022, el seleccionado que dirigía Martín Lasarte acabó con justeza en la séptima posición con 19 puntos y un saldo de cinco victorias, cuatro empates y nueve derrotas. Ese desempeño sería suficiente para, al menos, asegurar una repesca.

Aún queda mucho paño por cortar. Foto: Andrés Pérez.

La carrera contra el tiempo, en búsqueda de una epopeya, está por arrancar.

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