Por Eduardo OrtegaLa Firme con Johnny Herrera: “Hay periodistas que le tienen un miedo escénico, parido al hincha de Colo Colo”
Es el más ganador de la historia de Universidad de Chile, pero se fue mal. Hace seis años, sin saberlo, jugó su último partido en el club. Una gestión de Cristián Aubert, expresidente, lavó sus heridas, pero aún prefiere guardar las distancias. Aquí el exarquero repasa su vida en azul, sus dolores como futbolista y aclara que está en modo zen: ya no busca peleas. Sabe, de todos modos, que cada vez que habla de Colo Colo crece el odio que le tienen sus hinchas.

Jueves 17, octubre, noche de calor en el estadio Nacional. Universidad de Chile acaba de ganar la final del mundo, como la rotularon durante la semana algunos medios en un ejercicio cargado de ironía. Después de seis fechas sin probar la victoria, un disparo —o un centro— arrastrado de Jimmy Martínez se desvió lo suficiente en el botín izquierdo de Mauricio Zenteno como para descolocar a Sebastián Pérez. El guion —exagerado, agónico— parece hecho a propósito: al partido le quedaban seis minutos. 43 mil vestidos de azul celebran: todo es algarabía, euforia. Esta “U”, inesperadamente frágil, no sólo le acaba de ganar dos a uno a Deportes Iquique. Dejó por fin la zona de descenso directo. Las cámaras se quedan con un Johnny Herrera que no puede contener la emoción. Daniel Arrieta se da cuenta.
—Esta es la “U”, po, amigo, esta es la “U” —le dice con dificultad el arquero—. Puta, es difícil en verdad expresar lo que se siente. Entramos a la cancha últimos y el estadio estaba lleno. Ganamos la primera final, quedan seis más.
—Johnny, Johnny. ¿Por qué te conmueves tanto por esto? —lo persigue el periodista.
—Porque… así somos los de la “U”.
Con los ojos humedecidos, una sonrisa ladeada y el dedo pulgar en alto, el arquero da la media vuelta y se pierde de camino a camarines. No lo sabe aún —nadie, en realidad— pero este fue el último de sus 497 partidos en Universidad de Chile.
Al día siguiente, viernes 18 de octubre de 2019, comenzó el Estallido Social y las movilizaciones diarias empujaron a dar por concluido el certamen. Herrera, enfrentado a Rodrigo Goldberg y Sergio Bernabé Vargas, gerentes deportivos del club, no renovó su contrato. “Es el pago de Chile”, arrojó el exabrupto en una improvisada conferencia para decir adiós, “todos saben que me querían echar hace mucho rato”. Un año más tarde colgó los guantes en Everton, hastiado de pelear con los dirigentes de turno por mejores condiciones para sus compañeros. Y desde hace un tiempo, acaso la espada más importante del programa, despierta pasiones y revuelo con cada opinión en Todos somos técnicos.
Seis años después de despedirse del cuadro de sus amores, donde disputó diecisiete temporadas y se hizo leyenda —con trece trofeos es el más ganador de la historia azul—, Johnny Herrera recibió al diario pop en su departamento en Vitacura para repasar su crepúsculo y su caída, los golpes que le asestó el fútbol y desestimar algunos rumores que envuelven su carrera. Experto en el arte de provocar, además, lanzará frases que esconden fuego contra Colo Colo. Un equipo por el que dice sentirse “muy odiado” y que, garantiza, “siempre ha sido beneficiado”.
La Firme con Johnny Herrera
Desde que se me metió en la cabeza que quería ser futbolista, no cambié el objetivo hasta que lo cumplí. De niño me parecía mucho a mi hijo, muy soñador. Era muy apasionado por lo que hacía, mucha personalidad. Me acuerdo que mi mamá siempre me apoyaba mucho. Fui seleccionado muchas veces de los pueblos interiores, íbamos a competir a Pucón, a Temuco, a los diez, once, doce años
Era seleccionado de todos los deportes en mi colegio, de básquetbol, de ping pong. Como tenía personalidad, me acuerdo que teníamos el uno-dos con mi compañero de ping pong, me ganaba todo el año pero cuando había que pelear el uno-dos con gente, siempre le ganaba ese partido. Siempre fui muy apasionado por los deportes, mi vieja me apañaba en todo, me auspiciaba pa’ todo. Nunca me faltó nada como para llegar a ser futbolista.
Lo que me dejó mi mamá fue la personalidad. Me crió prácticamente sola ella, siempre se las arregló para sacarnos adelante. Nunca se dejó pasar a llevar por nadie. Siempre muy influyente en lo que hacía en su minuto, tuvo restorán toda su vida. Y un restorán es un sube y baja constante, muchas veces nos fue muy bien. Me acuerdo que mi mamá me decía Tío Rico, yo juntaba los billetes de cinco lucas y me iba a acostar. En esa época tenía, no sé, nueve o diez años. Eran los más grandes que había, entonces contaba esos billetes, me los llevaba pa’ la pieza y los guardaba y me iba a acostar, mientras ella seguía trabajando en el restorán. Mi vieja era todo, siempre fue madre y padre pa’ mí... pa’ nosotros en verdad.
Yo tenía once años cuando fallece mi hermano mayor, que era como mi papá. A los veinticuatro años fallece. Mi mamá lo pasó muy mal. Siempre fue un roble, pero cuando fallece mi hermano se le vinieron, no sé, diez años encima. Lloramos juntos. Los dos maldecíamos... mi mamá decía que por qué no se murió ella y yo decía que por qué no me había muerto yo mejor. Fueron momentos muy duros. Mi otro hermano, Julio, también, desesperado en la casa. No entendíamos nada de lo que estaba pasando. Pero con la fortaleza de ella lo pudimos sacar adelante. Es increíble cómo nos forjó la vida con los momentos duros, pero gracias a Dios somos todos felices. Mi hermano tiene una gran familia, y mi mamá falleció casi a los ochenta años, pero los últimos diez o quince años fueron vacaciones pa’ ella. Hacía lo que quería, pasaba de viaje, en Pucón, La Serena. Disfrutó con mis sobrinos.

Me vine a los trece años a Santiago, extrañaba más que la cresta. En esa época sólo existían los teléfonos fijos, entonces llegaba del colegio y hablábamos todos los días con mi mamá. Ella cachaba que me ponía a llorar y me decía: hijo, te voy a buscar. Y yo, llorando: no, mamita, no vengái, jajajá. Además el primer año no lo pasé bien, era el tercer arquero, jugaba poco, me costó mucho agarrar camisetas. Sólo a fin de año me tocó jugar un par de partidos, como a los catorce años.
El primer año en Santiago me pagó todo mi mamá. Por eso me saco el sombrero con ella, no sé de dónde sacaba plata pa’ pagar la pensión, pa’ mandarme todas las semanas, pa’ darme de todo. El segundo año ya nos pasan a una casa que eran como pensiones. Nos vamos a Providencia cuatro compañeros, con Juan José Albornoz (exfutbolista con gran recorrido en Primera B). Y ahí ese año parte el mito de la Católica, po.
Nos pillaron haciendo la cimarra a los cuatro hueones y nos iban a echar de la “U”. Faltando como tres meses, jajajá. Conocimos todo Santiago haciendo la cimarra: nos íbamos al Mall de Maipú, al Mall del Alto, Parque Arauco. Y nos cachó la Yolita Campos, que era nuestra asistente social, nuestra apoderada en Santiago porque éramos todos de provincia. Estaba Moya, Jerez, Albornoz y yo, los cuatro. Nos cacha y nos dice: ustedes no tienen nada que hacer en Santiago, se van a todos. Era noviembre, y yo tenía pasta pa’ jugar, ya era titular, me sacaban sólo por conducta, jajajá. Y quería seguir jugando, po... así que dije: ¿dónde me voy a probar?
Ahí empecé a ir a probarme en las tardes a Católica. Pasaba la 323 por Providencia, donde yo vivía, Pedro León Gallo con Salvador. Ahí (Ronnie) Radonich, que me parece que sigue trabajando en Católica, me dejó y ahí iba todas las tardes. Me pasaba llamando pa’ la casa: ¿podís venir mañana?, me decía. Y claro, si me estaba jugando la vida, me estaban echando de Santiago y quería seguir jugando, cumplir el sueño de ser futbolista.
Curiosamente, a fin de año echan a mis tres compañeros en la “U” y a mí me dejan. Por comportamiento estaba al horno, debe haber sido por rendimiento. Así que le agradecí al profe (Radonich), le expliqué que seguía en la “U”, que pensaba que me iban a echar, qué sé yo, que muchas gracias por haberme recibido y que no podía ir más.
No me acuerdo en qué minuto sale eso de que lloré por Católica. Parece que lo inventé en esa época. Esa nota me la hacen al año siguiente y sale muy tergiversado. Te creo que iba a ser de Católica, jugar allá, pero fue muy al lote. Yo sí me fui a probar, estuve entrenando como dos meses y de ahí sale.
Fui hincha de Malleco, iba a la barra. A “Los de Acá”. Eso cien por ciento.

Antes de ser arquero, yo era defensa central. El arquero, Juan Pablo Luna, era un año mayor que yo y a los trece años ya medía 1,80, entonces era titular, tenía condiciones. Era alto, jugaba bien, le pegaba fuerte a la pelota, entonces el profe Óscar Zambrano me puso de defensa. Yo a su escuela me fui a probar de central. Era súper aperrado, me tiraba barridas en cancha de tierra, jajajá. Después empezó a cachar que tenía condiciones y cuando pasé a jugar a mi serie, me puso al arco.
En mi colegio en un principio tampoco me dejaron seleccionado pa’l equipo de fútbol. Y mis compañeros le fueron contando al profe García: oiga, profe, si el Johnny salta como dos metros, es súper ágil. Y ahí el profe me puso al arco, me probé y no salí más.
Nunca me arrepentí, siempre fui innato pa’l arco. Me tiraba y caía parado. Después, en un tiempo, en la universidad, hice judo: me trataban de botar y no me botaban nunca, ¿cachái? Me tiraba voladas... compadre, ahora veo videos de esa época volando y digo: ahora no tengo ninguna posibilidad de repetir esa hueá.
Aunque lo pasé mal, me quedé en Santiago por pasión. Yo ya iba a la barra de la “U”. Por ejemplo, hoy día estaban repitiendo un partido de (Miguel Ángel) Russo, cuando la “U” le gana 3-2 a Colo Colo con gol de Traverso, de palomita, último minuto, que echan a Vargas. Echaron a toda la barra igual y yo fui uno de los cincuenta hueones que se quedó ese partido, me tiré a la orilla. Tengo patente a Traverso, su palomita, delante mío. Sale declarando Russo después, yo no tenía idea, y dice que lo único que quería era que no agredieran a su gente, a su hinchada. Al otro partido voy de pelotero y hace el gol Espina y pasa con la bandera...
Yo era rechico y siempre los referentes del plantel me aguachaban. No sé si era bueno pa’ la talla o simpático, el otro día vi unos videos bailando con Zamorano en la selección. No me acuerdo que era tan bueno pa’l hueveo cuando chico, según yo era más bien correcto. Me gustaba el hueveo, pero calladito. En la “U” me llevaba bien con los más desordenados: Ricardo (Rojas), el cabezón Tello, el Flaco Olarra. Siempre me sentaban en la mesa y nos cagábamos de la risa de todo el mundo.

No todos se acuerdan, pero debuté en el clásico donde se llevan presos a Rojas y Villaseca. Echan a Vargas y me toca entrar a mí. Íbamos perdiendo como 4 a 1, un amistoso. Termina 5 a 2, creo, me hace un gol Manuel Neira. Queda la tole-tole, queda la cagá y veo a Ricardo, que se enfrascan. Ricardo bueno pa’ los combos, el otro hueón trata de tirarle un combo y éste le pone un winner de una. Y ahí los separamos. Yo agarro a Ricardo y le digo: ya, hueón, tranquilo, si ya le pegaste, ya le pegaste. Pendejo, diecisiete años, todos estos hueones venían del Mundial, y yo entremedio, separando. Ese para mí fue mi debut, aunque haya sido amistoso. Perdimos, pero les pegamos, jajajá. Como echaron a Vargas, después juego contra un equipo alemán... atajé todo, pero me hacen un gol como de ochenta metros, jajajá. Un golazo, yo adelantado.
Yo aprendí mucho de la Quinta de Peñaflor, de Cristian Mora, Lucho Musrri, los hermanos Castañeda, Ronald Fuentes. Con todos me veo, me saludo y recordamos esa época. Yo no era el tesorero, pero era como el hueón que andaba trayendo la radio pa’ todos lados, porque fui el menor del plantel como dos o tres años. Aprendí de ellos a ser solidario, que era muy bueno que a tu compañero le fuera bien. En esa época no había envidia, mirarse por debajo, que este hueón tiene mejor auto que yo, no sé. O si existía yo no me daba cuenta. Aprendí la nobleza del futbolista, querer darle lo mejor a tu equipo.
Hasta que me retiré, luché más por los premios de mis compañeros que por los propios. Hasta por los sueldos incluso muchas veces. Me acuerdo que una vez di una declaración pa’ que llevaran a Jaime Riveros a la “U”: “Tráiganlo, voy a tener dos o tres goles menos por año”, algo así. Estábamos medios quebrados, yo venía de hacer el gol en Calama, era de los que ganaba más, serán como cuatro o cinco palos. Y estaba lo de Jaime y les digo: páguenle lo que pide. Le hablaba a los dirigentes, tenía veintidós o veintitrés años y ya era puntete. Hablaba con Lino Díaz y le decía: páguenle a este hueón, si es extraordinario.
Al futbolista tú lo tenís que preparar, lo tenís que ayudar con herramientas humanas. Cómo afrontar los momentos de crisis, los momentos de extremo estrés, cuando te critican. Erís tan chico y no sabís cómo asimilar tanto golpe, y me refiero a distintos índoles. Los que te da la vida, el fútbol, entrenadores. El desamor por los clubes porque te tratan mal, lo que le pasó a Cristóbal (Campos) por ejemplo.
Imagina pelear el puesto a los dieciocho o diecinueve años con (Sergio) Vargas, que era el mejor arquero de la historia de la “U” en teoría, hasta el minuto. Fue muy difícil. A mí nadie me enseñó nada: siempre solo, muy hermético, muy pa’ adentro. Era muy poca la gente que tenía de confianza realmente. Entonces lo pasé pésimo en mis primeros años. Llegaba a mi casa y veía todas estas noticias de que no jugaba. Estaba preocupado de lo que dijeran de mí. De hecho, tuve un brote acneico por estrés, me salieron unos granos enormes en la cara. Ahí descubrí al dermatólogo... como yo venía de Angol, jajajá.

Hay una frase típica mía: si me pusiera a leer todos los diarios o todas las críticas, estaría ahorcado. Pero lo aprendí a los treinta años. Y después, una frase buena que me dice Óscar Wirth también. Hubo unas críticas para la sub 23 que no eran ni siquiera para mí, eran pa’ otro compañero, o pa’ Juvenal, que andaba peleando con Bonvallet en esa época. Y me dice: compadre, cualquier crítica o cualquier cosa, aunque según tú no te haga daño, te va a llegar igual, de una u otra forma. O te cala poco o te cala profundo, pero te va a llegar igual. Y eso me quedó siempre. Tú escuchái, escuchái, escuchái y si lo viste, te va a llegar. Después aprendí a no pescar nomás, chao, pero pasé por todo ese período que no supe manejar.
En 2001, me tocó jugar con Colo Colo en el Monumental y contra Cobreloa en Calama y ganamos los dos partidos. Había jugado súper bien y me preguntan cómo tomo esto de que siempre va a estar Vargas. Y yo digo, súper honestamente y cachando dónde estaba también: lo más probable es que este otro año busque club, porque acá no puedo pelear el puesto. Lo dije súper honesto y objetivo también, po, ni siquiera para buscar una polémica o hablando mal del profe Vaccia. Llego a la casa, veo las noticias: “Superboy se quiere ir de la ‘U’”, jajajá. Y yo: puta la hueá, no quería ser noticia.
Me molestaba que me dijeran Superboy, porque tenía bronca... la relación no fue tan buena con Vargas. No lo voy a pelar, pero él tenía su forma de ser y yo estaba criado con la forma de la Quinta de Peñaflor. Éramos completamente distintos.
Cuando salimos campeones en Calama, después viajamos en un chárter con toda la barra y me aplaudieron. Iban todos atrás, me acuerdo. No eran mis ídolos, pero yo seguía al Kramer, al Anarkía, al Beto, al Mono, ¿cachái? Están todos rehabilitados esos hueones, la cagaron... jajajá. Veníamos de vuelta, pateé el penal, campeones, súper bien año y todos los cabros, cuando subo al avión, me aplauden. Me decían: este campeonato es tuyo. Aparte, había sido el mejor jugador en toda la fase de playoffs, salvo la final de acá que no la jugué, porque me sancionaron cuando le atajo el penal a Jaime Riveros, lo hacen repetir y digo: “¡Choco, el maletín!”.
Pateé ese penal porque el Negro (Pinto) cachaba que yo le pegaba fuerte a la pelota y porque cuando empieza a preguntar quién le quería pegar, todos miraban pa’l lado. En la definición le tapé a Fernando Cornejo y al Flaco Fuentes. Yo fui sparring muchos años de la selección de Francia 98, era como el cuarto arquero porque era seleccionado de chico. Entonces los cachaba a todos. Me tenían como el pendejo, pero cuando los tenía enfrente en los penales les decía: Flaco, te conozco, hueón...

Nunca fui tan egocéntrico, pero entiendo que marqué una época importante. Tuve hartos partidos y campeonatos que fueron muy buenos. No sé, Calama, ganar la final a Colo Colo, ganar una final con el Everton, ser campeón de la Sudamericana cuando me tenían que pegar un palo en la cabeza pa’ que me hicieran un gol, el tricampeonato.
El mejor momento en la historia que tuve, el que más me queda, es el tricampeonato. Tenía como cuatro ofertas o cinco hasta antes de llegar a la final con O’Higgins. Venía mi representante y llegaban otros representantes que me traían más cosas, estaba el Leo Rodríguez que me traía equipos. Me decían: juega tranquilo y después te llamamos. Entonces yo después de ese partido me iba, ¿cachái? Sí o sí, ganáramos o perdiéramos. De hecho, habíamos llegado a semifinales en Copa Libertadores. Y como se da ese partido, que somos tricampeones, lo empatamos al final, atajo todos los penales, soñado. Era mi partido de despedida soñado, entonces es el momento de gloria máxima que tuve en el club.
Me di cuenta que no se valoró tanto el hecho de que yo siempre haya estado en la “U”. El comentario típico era: pero por qué no te fuiste. Compadre, pasa que siempre fui súper racional y cuando me metí a estudiar, tuve un profe bueno de economía, qué sé yo, y el equipo que más amaba siempre iba a ser la “U”. Esa hueá no me la iba a quitar nadie. Y lo otro, es que irme por lucas... en esa época no teníai tratado con ningún país. Me ofrecían el Celta, cuando el fútbol español estaba medio quebrado el 2012, Racing medio quebrado, River medio quebrado. Entonces, está bien, acepté River, dije ya, me voy. Pepe Yuraszeck con Passarella agarrándose a puteadas por mí por teléfono. Me iba a ganar un poco más, pero tenía que tributar en dos países, te descontaban el 40% allá, el 40% acá, entonces salía pa’ atrás. No me fui, me mejoraron el contrato, me quedé y me quedé feliz. Eso muchas veces no se entiende y no se valora. Fue de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.
El de Sampaoli es el mejor equipo en el que jugué, por lejos. Más allá de la calidad individual, ahora que está de moda lo de las métricas, toda esa hueá, era un colectivo que funcionaba tan bien que te sentíai orgulloso de ser parte. Me acuerdo que cuando llega Sampaoli, con la propuesta que tenía, perdemos los primeros partidos, con San Felipe, con el Chago (Morning) de local. Pero después salimos adelante.
Los que critican a Sampaoli son los chaqueteros de siempre, somos así: yo siempre he dicho, ¿quieres un relacionador público o un entrenador? Si querís un relacionador público y que te trate bien y que te invite a un café y que te invite a hacer asados, todo lo demás, perfecto, búscate un gallo como ésos, pero yo quería un entrenador que me sacara el jugo, que estrujara el equipo, que se sacaran la cresta todos por un objetivo. Y eso era Sampaoli. Obviamente que tiene su personalidad, muchas veces muy criticada, pero es su forma de ser y no lo va a cambiar nadie.

Dije que era más anticolocolino que de la “U” misma y lo sostengo, absolutamente. De hecho, al único amigo que tengo de Colo Colo lo tengo bloqueado, en Angol, un amigo de chico, jajajá. Es que soy muy apasionado por mi equipo y siempre fui muy maltratado por Colo Colo, por la gente, por el hincha. Imagínate que tendieron un lienzo gigante con un cuchillo en el cuello mío, que cubría toda su barra prácticamente.
Colo Colo siempre ha sido beneficiado. Siempre hay un miedo escénico, hasta de los periodistas con los que comparto, te lo digo muy en serio. Mis compañeros que se sientan al lado mío, muchos, tienen como un medio escénico, un miedo parido al hincha de Colo Colo, a la crítica, a la red social. Pero en mi caso no, entonces siempre fui muy odiado por la gente de Colo Colo, y es mi forma de ser, nomás, po. Yo voy a defender mis colores siempre a morir y no lo voy a cambiar nunca, insisto. Trato de ser un poquito más imparcial en el canal, pero no siempre me resulta.
He peleado hartas veces en mi vida, una vez con un hincha de Colo Colo. Dos veces con hinchas, pero uno que salió en los diarios parece que era de la Católica. Otra vez, cuando era más chico, con un hueón de Colo Colo. Pero, por lo general, te gritan cuando vai pasando, cuando ya pasaste, cuando vai en un auto al otro lado. A veces todavía me pasa, pero cuando los hueones van en patota, solos son muy cagones. Estoy curado de espanto ya, me termino riendo de los hueones.
Cuando me hicieron el lienzo con el cuchillo estaba todo confabulado con el estadio, con los dirigentes. Cortaron las cámaras ese día como quince minutos, los hueones me apuntaban con las bengalas como cuando te apuntan con una pistola, me pasaban por aquí al lado. Me pegaron un piedrazo en la cabeza, pero estaba arbitrando (Roberto) Tobar, que es más colocolino que no sé qué. Se lo mostré y me dijo: qué hacemos. Juguemos, nomás, le dije.
Siempre ando con ojo. No cambio mucho de lugares. Tampoco es que voy a estar preocupado todo el rato de ellos, pero me cuido. Pero así como están esos colocolinos también hay mucha gente de la “U” que hace lo mismo.
Cuando nació mi hijo descubrí lo que es el amor, compadre.
Mi hijo cacha todo, es demasiado inteligente y ahora con las redes sociales sabe. Como me separé hace un tiempo, obviamente le tuvimos que comprar celular, todo lo demás, entonces no está metido en Instagram pero sí en YouTube y cacha todo. Sabe quién es el papá, qué fue el papá, y sabe por lo que pasó y el odio que le tiene el colocolino. Pero me salió más chuncho que yo, jajajá. No, te morís. Una vez me ganó Everton, me acuerdo, y me llamaba desconsolado: pero cómo nos va a ganar Everton si va último del campeonato, mañana no pienso ir al colegio. Porque lo iban a molestar los compañeros, jajajá. Es peor que yo, con eso te digo todo.

En Viña me reencanté con el fútbol. Cuando estaba en Corinthians, me ofrecieron llevarme a otros equipos. Me manejaba una empresa que era de Fernando Hidalgo, que había sido el abogado de Coppola, el representante más grande Argentina, que era de Maradona. Yo no iba a jugar, porque se mejoró Sebastián Domínguez que era el tercer extranjero. Me dicen: Johnny, eres el cuarto que llegaste, sólo hay tres cupos de extranjero. Te puedes ir a Flamengo o a Atlético Mineiro, que había subido recién, una cosa así. Vas como segundo arquero. Y yo digo, hueón, pero mándenme a pelear el puesto por lo menos. Así que no, muchas gracias, me devuelvo a Chile. Llego a Chile, tenía ofertas de Audax, Cobreloa y Everton, la “U” estaba cubierto, Católica estaba cubierto, a Colo Colo no iba a ir. Pregunto en Audax qué onda con el “Loco” Peric, porque éramos amigos, y me dicen que el “Loco” estaba bien, medio peleado con don Valentín. Ya, que siga nomás, pa’ qué le voy a ir a quitar el puesto. Después me llama el ayudante de Juvenal, Pato Mardones, pa’l Everton. Voy llegando a Viña a cachar, a Agua Santa, veo todo despejado, maravilloso y dije: nooo, me quedo aquí. Si quieren les pago a estos hueones por quedarme acá, jajajá.
El 2011-12 atajaba todo, me merecía una oportunidad en la selección y todo el mundo pensaba lo mismo. Pero en esa época estaba Borghi, que también era muy colocolino, y a mí me tenían como conflictivo. Y la excusa de él era que a un buen arquero como yo no lo iba a llevar como segundo. Estaba en su derecho, era el jefe en esa época. Cuando estaba en el Everton, también me fueron a ver. Estaba Bielsa, pero tenía a (Daniel) Morón, que me tenía por conflictivo por mis peleas con (Jorge) Valdivia anteriores.
En mi mejor época no estuve en la selección... me dolió, pero lo entendía. Con Bielsa jugaron como siete arqueros: Veloso, Paulo Garcés, el “Loco” Peric, Lobos, Marín, Pinto, Bravo, todos los arqueros menos yo, que era en teoría el recambio natural que tenía la selección. Eso más que nada me desilusionó de la selección. Siempre dije, incluso estando en la selección, jugando, siendo titular, que mi principal equipo era la “U”, porque era el equipo por el que más había sentido. Si ahora por ejemplo cuando juega la selección, yo le digo a mi hijo: acuérdate que nosotros somos de la “U”, obviamente que tonteando, pa’ que no se achaque porque es muy pasional.
Me tenían por conflictivo por defender a mis equipos. Yo era de los míos y los míos, más allá de lo que pasara en la externa. De repente por eso te catalogaban de esa forma, de personalidad fuerte más que nada. De hecho, por eso me termino retirando del fútbol también. En Everton, Sensini, que era el técnico, peleando dos o tres horas por que me dejaran, pero me agarré con unos dirigentes porque tenían un gimnasio que es peor que el gimnasio toy que tengo pa’ mi hijo allá afuera. No querían a alguien conflictivo y sólo era pelear por los derechos del futbolista, tan simple como eso. Eso me terminó tostando y me retiré del fútbol.

Me dolió mucho no poder retirarme en la “U”, pero es como una pelea que una vez tuve con mi vieja... tú nunca podís estar peleado con la persona que más querís. Salí mal, en ese tiempo estaba Goldberg, Vargas, que no cachaban pa’ adónde iba la micro prácticamente. Salí peleado, aunque terminé jugando. Me dice Caputto que no iba a seguir más, pero todo estaba más arreglado que mesa de cumpleaños. Puta madre, me ofrecieron cosas que no cumplieron. Que iban a sacar una camiseta, un partido de despedida, qué sé yo. Y después, cuando vuelve Cristian Aubert a la “U” después de mucho tiempo, me llama: Johnny, compadre, usted tiene que despedirse en la “U” y él sanó las heridas que tenía. Me abrió las puertas nuevamente. Me hablaron no sé cuántas agencias para una despedida. Pero también en mi orgullo, en mi tontera, en mi forma de ver las cosas correctas, no voy a tocar la puerta donde alguna vez me la cerraron. No voy a pedir de favor que me hagan un partido a alguien con el que nunca me he llevado bien. Soy objetivo en ese tema. No voy a volver donde no me quisieron, así de simple.
¿Si soy el mejor arquero de la historia de la “U”? Siempre he dicho que cada uno en su época, pero la forma en que ganamos cuántos títulos hablan harto. Harto, harto. En Calama por ejemplo, la final con Colo Colo. Que te hagan dos goles en la Sudamericana con los mejores equipos, invictos, con el Nacional de Gallardo, el Flamengo de Ronaldinho, el Vasco de Juninho Pernambucano, con Liga que ganó todo en esa época. Dos goles en no sé cuántos partidos es mucho, creo yo.
Claudio Bravo es por lejos el mejor arquero de la historia de nuestro país. De prime a prime, yo creo que éramos muy parejos, pero obviamente por la carrera que tuvo él es por lejos el mejor. ¿Dónde estoy yo? Cada uno en su época, pero sí debo estar entre los mejores.
Aprendí mucho de la generación dorada. De lo que es calidad de fútbol, cómo afrontaban los partidos, la personalidad que tenían. Y con Iván Zamorano y los jugadores de la “U” del 98-99 y 2000, mucho de lo que es la calidad de persona. Me tocó ser muy cercano a todos ellos, compartir mucho y me mostraron cómo debía ser el futbolista, solidario.
Me tocó entregarle la jineta al “Matador” Salas cuando volvió, lo hice encantado. Tener a un ídolo al que le festejabai los goles... nosotros en Francia ‘98, por ejemplo, festejábamos los goles de la “U”, nomás. Pa’l Mundial todos los goles los hizo el “Matador”, pero pa’ las eliminatorias festejábamos los goles que hacían los de la “U”, nomás, jajajá. Nos juntábamos todos en la casa del jugador a ver todos los partidos.
Mi mayor dolor en el fútbol es no haber ganado la Copa Libertadores. No me voy a cansar de decir que si manteníamos el plantel, si no se iba Eduardo Vargas, Gustavo Canales y Marcos González, nosotros la ganábamos.

La relación con Vidal se torció cuando se puso a defender mucho a Colo Colo, jajajá. Entonces yo defendía a mi equipo nada más, po. No me molesta cuando me menciona. Lo considero de quién viene, y lo digo muy en buena, con la personalidad que tiene él y la forma de ser que tiene. Es como una realidad que hay de equipos, nomás. Él defiende a su equipo, yo defiendo al mío y eso no va a terminar nunca, da lo mismo. Si lo veo, obviamente lo voy a saludar, si compartimos harto, compartimos cancha, camarín, muchas cosas. Yo no tengo ningún problema con él. Sacando la rivalidad, no tengo ningún problema. Estoy en la etapa zen de mi vida, no quiero pelear con nadie más, jajajá.
No ocupaba el 1 porque lo encontraba fome, nomás, y como me inicié con el 25, siempre quise mantenerlo. En el Audax jugué con el 7 porque la ANFP hueveaba por puras hueás. No pude ocupar el 25 porque era hasta la cantidad de jugadores inscritos. Y después pa’ volver a la “U” ocupé el 9, porque me creía goleador, siempre inventando hueás, pero en la ANFP me mandaron a decir que el arquero no podía ocupar números de cancha. Y ahí me fui de nuevo al 25.
La camiseta con las hombreras tenía su qué. Puta, yo siempre fui bueno pa’ achicar, po, entonces tuve varios achiques en donde la pelota me rozaba, me pasaba por acá. Y yo, en mi pensamiento hueón, decía: si tengo un poquito más pa’l lado, esas hueás las saco. Entonces por eso las metí, me la hizo El Diez (Tienda El Diez)... más fea la hueá también, jajajá.
En TST lo paso súper bien. He tenido un par de problemas, me he salido de madres un par de veces también. Cuando la “U” casi desciende casi me pongo a llorar en pantalla, no sé si se acuerdan, jajajá. Pero sumando y restando han sido cinco años muy buenos. La verdad, estoy medio cansado sí. La separación, estar solo con mi hijo, viajar y volver te cansa un poquito. Pero nada que unas buenas vacaciones no puedan solucionar.
Yo lo único que quiero es que mi hijo estudie, que lo pase bien con los amigos, que saque una carrera…, no quiero que sea futbolista. Si hay que acompañarlo en su vida de futbolista, obviamente que lo voy a hacer, pero por mí que no, jajajá. Pasa que el deporte es muy sacrificado. Tengo amigos que son deportistas y se sacan la cresta, compadre, viven para el deporte. Te tiene que apasionar demasiado pa’ ser tan riguroso: no vai a tener cumpleaños, no vai a tener fin de semana, y ese régimen parte a los doce años prácticamente. Como consejo pa’ mi hijo, que se dedique a estudiar y saque su carrera... pero el hueón adora ser futbolista. Sueña con ser futbolista y lo peor o lo mejor es que tiene condiciones. Se tira bien, cae bien. Uno se da cuenta. Tuve biomecánica en la universidad, entonces te dai cuenta cuando un niño tiene condiciones.
Lo más difícil de ser futbolista es sacrificar el tiempo. Me acuerdo cuando iba a fiestas, yo empecé a tomar como a los 23 años, cuando estaba en Brasil, y vinito... Salía con mis compañeros en algún fin de semana libre. Lo pasái tan bien y después no volvís a eso hasta otros seis meses que recién tenís otro fin de semana libre. Te saltaste todas esas cosas, aunque también vale la pena.

La “U” se demoró en ganar en el Monumental por un cúmulo de cosas, anexas también. Por ejemplo, en el 2011 nos expulsan a dos jugadores en el primer tiempo, después el 2012 se nos fueron penales... siempre pasaba algo en el Monumental. Siempre, siempre. Hasta que se rompió el maleficio. Curiosamente, yo fui a jugar con el Audax y ganamos los tres partidos antes de que llegara a la “U”. Con el Everton también gané. Llegué a la “U” y estaba ese maleficio de no ganar. Por suerte, los cabros el año pasado la pudieron quebrar.
El mejor jugador con el que jugué, por calidad, bueno pa’ la pelota como se dice, por lejos Alexis Sánchez. Y el mejor tácticamente Charles Aránguiz. El mejor definidor el “Matador” y el mejor cabeceador “Bam-bam”. Esos fueron los referentes.
¿El 9 que más sufrí? (Gustavo) Canales me hueveaba cuando jugábamos en contra... y (Esteban) Paredes, que me hizo hartos goles.
El mejor equipo al que pude llegar fue River. Va Barovero y al año salen campeones, después de la Libertadores. Y Barovero era el segundo arquero de Vélez, una cosa así.
No es un arrepentimiento, pero quizás si hubiera jugado en el extranjero habría sido un poquito más valorado, o no sé si valorado es la palabra, pero más destacado.
La “U” va a pelear la Sudamericana. Está difícil, pero la puede ganar.
El fútbol chileno está así por los dirigentes y por los representantes, que son los dueños. Alguna vez me quisieron llevar a trabajar a Azul Azul, conversamos con los dueños de esa época, qué pasaba, por qué tanto con los representantes, y él mismo me dice: compadre, hoy día no podís estar mal con estos hueones porque si te bloquean, te bloquean a todos los jugadores que tienen. Una pena a la que hemos llegado, pero es la triste realidad de nuestro fútbol.
Chile venía con una línea de fútbol muy buena, que era la que dejó Bielsa y Sampaoli. Después se tergiversa un poco, se pierde el rumbo y tuvimos cualquier entrenador, menos el indicado para nuestra selección. Pa’ mí tiene que haber una búsqueda de alguien que logre llevar al equipo a lo que fue alguna vez y por lo que se destacó. Como en la época de Sampaoli: ir pa’ adelante, ser valientes. De no tanto librito ni métricas, que está de moda, sino jugar como el futbolista latinoamericano. Chile tiene potencial, tiene jugadores, pero tiene que aprovecharlos. Si estái en la cuestión de jugar como europeos, no te va a resultar.

Creo que cumplí todos mis sueños en el fútbol. Uno sueña con ser futbolista, después soñái con ser campeón con tu equipo, soñái con atajar un penal en una final. Se me cumplió todo. Me faltó ser campeón de la Copa Libertadores, nomás.
Lo más difícil que me pasó en la vida fue la pérdida de mi hermano y obviamente que el accidente. Esos dos momentos fueron muy difíciles, pero con el apoyo de mi vieja, ahí nos apoyamos todos obviamente, se pudo salir adelante.
En cinco años más me veo disfrutando a mi hijo. Va a tener trece, catorce años. Y en cualquier escenario futuro, siempre me veo con él.
Si no hubiera sido futbolista, me hubiera gustado ser profe de Educación Física.
Todos los hueones me catalogan de ser facho, pero yo soy lo más apolítico que hay. Boric fue una desilusión... yo era hasta medio amigo de Giorgio Jackson. Pero sí se engrupieron a mucha gente y eso te da pena. Todavía me acuerdo de la frase de un amigo: voy a votar por Boric por mis niñitas. Por darle un futuro mejor, según él, a sus niñitas. Compadre, vamos a tener que seguir trabajando todos igual, le decía yo, jajajá. Con el cambio de gobierno, espero que el que venga lo haga bien, nomás, y que no se roben la plata. Que no hayan estas fundaciones donde inventaban puestos, es un robo de plata a mano armada.
Un apodo mío que no se sabe es Angol, jajajá. Porque venía de allá, me lo decían en El Sauzal. Teníamos un entrenador, Claudio Lobos, y me decía: una hueá te tengo que reconocer, que desde cuando llegaste con el bolso de mimbre de Angol que erai agrandado. Huaso agrandado, me decía.
Un sueño pendiente que tengo es que mi hijo sea lo más feliz posible, nomás. Y pa’ eso me esfuerzo yo también.
No creo en las cábalas, soy muy creyente en Dios, nomás.
Mi frase favorita es: así somos los de la “U”.

¿Otro trabajo? Era el medio contador de mi mamá, le contaba la plata en el restorán y me daba la coima cuando era chico, ocho o nueve años. Mi hijo es igual, fíjate. El hueón me hace un masajito y me cobra luca, jajajá.
Nunca he sido derrochador, con mis primeros sueldos me compré un departamento chico. Me conseguí un préstamo. Me prestaron plata de la “U” pa’l pie. Nelson Bustamante era el gerente de finanzas de esa época. Pero después con los años caché que andaba medio prendido con la galla que vendía los departamentos, entonces por eso me llevó pa’ allá, jajajá.
Mi forma de mantenerme físicamente es jugar tenis. Todavía no compito, pero juego bien. Me han invitado a torneos, pero todavía sigo siendo un poquito irresponsable... prefiero huevear a llegar bien al partido, jajajá.
Escucho de todo, nada en particular... y Elvis, obviamente. Peleé con el axe, nunca lo pasé, peleé con el reggaetón. Yo hacía los press en mi casa con Elvis de fondo.
Lloro con todas las películas desde que soy papá. Ahora que estoy viejo me puse medio llorón, por mi hijo obviamente.
Si tuviera un superpoder sería el de volar... pa’ no agarrar los tacos en Santiago y los de Viña pa’ acá también. Tengo proyectado algún día comprarme un helicóptero pa’ que se me haga más corta la hueá de los viajes, jajajá.
Mi placer culpable es que me gusta el hueveo. Harto, fíjate. Pero soy responsable, que eso es lo más importante.
Mi trago favorito es el vodkita, nomás. Vodkita con un pedacito de naranja y tónica zero.
Me han pegado harto el horóscopo. Soy muy tauro. Terrenal, aterrizado, consecuente, buen amigo, fiel, protector. Me sé de memoria la hueá.
No hubiera jugado nunca en Colo Colo. En Católica quizás sí, por lo que te conté al principio. Pero Colo Colo imposible.
Si pudiera invitar a tres famosos de toda la historia a un asado con copete sería a Elvis, George Best y Roger Federer. A Elvis, porque soy fanático. A George Best, que era bueno pa’l hueveo y tiene más historias que la cresta, son muy buenas. Y Roger Federer, porque es por lejos el mejor.
Johnny Herrera es un apasionado por la “U” y por su familia.
Imperdibles
Lo último
hace 4 min
hace 7 min
hace 28 min
Facundo Garrido viene llegando de una gira en México producto de una feliz casualidad que ni él se explica mucho. “Pasó de un día para otro”, dice. Su canción “No hace falta”, un neo corrido que no se parece en nada pero se llama igual que el clásico de Cristián Castro, conectó masivamente con el público norteamericano.
Sunny Senpai, el cantante valdiviano que pegó en México con un sutil guiño a Cristian Castro
hace 30 min
hace 35 min
Lo más leído
1.
2.
3.

















