Caso penales: cuatro meses de latigazos para Eduardo Gamboa

Luego de 14 días de incertidumbre y de hasta "monos personalizados" de Año Nuevo de por medio, por fin se conoció la sanción que recayó sobre el árbitro Eduardo Gamboa, luego que desconociera una nueva regla FIFA en los lanzamientos penales y que terminó afectando la definición de la Segunda Profesional.

Si bien la opinión pública especulaba con 6 meses en el dique seco y hasta la pérdida de su condición de "Árbitro FIFA", Gamboa finalmente solo recibió 4 meses y medio -18 semanas seguidas- de latigazo donde no podrá arbitrar ni partidos de taca taca, ni en el plano nacional ni tampoco en la arena internacional.

Así lo decidió la Comisión de Árbitros, encabezada por Enrique Osses y que integran a Claudio Puga con Francisco Mondría, que consideró que el error del juez en la tanda de penales, donde ordenó que Juan Silva repitiera un lanzamiento por "finta antirreglamentaria" en vez de darlo como perdido y declarar ganador del partido a Melipilla, no fue "ni robo, ni dolo, sino una confusión de una regla desde el 2016 al 2017".

Es más, se pusieron en la balanza los 23 años de carrera de Eduardo Gamboa en el arbitraje, quien comenzó a los 18 años pitando en el fútbol joven, a la hora de dejar caer la guillotina.

Primeras siete fechas

Aunque para ser claros, este castigo también tiene una letra chica muy conveniente para el también Ingeniero en Informática, ya que según informó la Gerencia de Comunicaciones de la ANFP, el castigo se inició el 19 de diciembre, por lo que Gamboa ya está pagando sus culpas hace 14 días.

O sea, la sanción correrá a pesar del receso del fútbol chileno, que al menos tiene para un mes más para comenzar, dado que hasta el momento está proyectado iniciar el torneo 2018 el primer fin de semana de febrero.

En términos prácticos, Eduardo Gamboa solo se perdería las primeras siete fechas del campeonato local y si lo pasamos a números, dejaría de recibir cerca de 2 millones 300 mil pesos.

Claro, porque en cada partido que dirige un juez FIFA en nuestro torneo de Primera División, cobra aproxidamente 330 mil pesos o 687 dólares. Aunque si se considera que muchas veces se da descanso a los árbitros, la cifra podría disminuir dependiendo de los encuentros o la programación.

Similar situación le tocó sufrir al cuerpo arbitral de Eduardo Gamboa en el duelo de vuelta de la final del año de la Segunda Profesional, donde se desató la polémica del 2017.

El primer asistente, Carlos Venegas; el segundo al mando, Juan Serrano, y el cuarto árbitro, Ángelo Hermosilla, también fueron sancionados aunque con un castigo menor y sólo estarán fuera de competencia durante tres meses y medio.

(*) Osses debió poner su cargo a disposición

Más allá de lo impopular que puede sonar, el castigo a Eduardo Gamboa es acorde a un grave error.

Sinceramente, me parece que está acorde a la realidad de la equivocación que en un principio parecía que iba a ser realmente lapidaria.

Me parecía muy exagerado andar por ahí pidiendo o especulando con 6 meses de sanción y la pérdida de la categoría FIFA.

Y la verdad es que me tenía asustado la sola posibilidad de un castigo tan duro.

Desde mi punto de vista, Eduardo Gamboa es un gran árbitro y ciertamente lo mejor del año recién pasado.

Tuvo una temporada realmente destacada y no podía pagar tan caro un error. Grosero, pero error al fin y al cabo ¡Si hasta el momento de los penales hizo un partido correcto en una final que no era fácil de dirigir!

Igual la gente y el futbolero en general deben entender que aquí existe una nueva regla o disposición que recién comenzó a regir en junio del año pasado y que hasta ahí era lo correcto anular y ordenar la repetición de un penal con finta antirreglamentaria.

Por lo mismo, aquí también hay un grado de culpabilidad de la Comisión de Árbitros ante su falta de revisión y aplicación de los nuevos reglamentos que dispone la FIFA.

Es más, Enrique Osses debió haber puesto su cargo a disposición como presidente, asumir realmente su error de no informar bien y, además, de alguna manera jamás debió tirar a uno de los suyos al frente de la batalla.

(*) Rubén Selman

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