El viaje de Natalia Jiménez tras La Quinta Estación: “Estaba más perdida que un perro pequeño”

Natalia Jiménez.
Natalia Jiménez.

La cantautora española estará de regreso en Chile el próximo 2 de junio. Mientras, prepara un disco con sus grandes éxitos y conversa, muy risueña, con La Cuarta sobre su presente: recuerda su salida del grupo con que saltó a la fama, el libro que piensa escribir, el problema que tiene en el oído, la vida que ha hecho en México y algo más. “Me siento más mexicana que otra cosa”, declara.

Natalia Jiménez no duda, ante la pregunta de qué es lo primero que se le viene a la mente cuando le dicen “Chile”:

—Pues las montañas. Cuando llegué a Santiago la primera vez, casi me muero. O sea yo dije: “¡Wuuua!”. Aparte era invierno, y se veía la montaña blanca en el fondo, preciosa, altísima. Impacta. Tienen una ciudad preciosa. Santiago es bellísimo.

La española ya había estado en Chile cuando era parte del grupo La Quinta Estación, con quienes sacó lo hits “El sol no regresa” y “Algo más. Ahora, como solista, según comenta a La Cuarta, tendrá su primera visita al país en el marco de su gira Antología 20 años Tour, y se presentará el viernes 2 de junio en Gran Arena Monticello.

—Planeas sacar el disco Antología 20 Años: ¿Qué canciones estarán?

—El disco es una colección de las canciones que vamos a estar tocando en la gira y están reversionadas desde el punto de vista de mis 41 años. Estas canciones las cantaba cuando tenía 20 o 22 añitos. Obviamente ahora no las canto igual, en el mismo tono, pero no igual. He querido hacerles arreglos acorde a la visión que tengo ahora, y cómo las entiendo, de otra manera, más adulta. Quiero ser fiel a lo que les estoy dando en el escenario, ponerlo en el disco y está quedando increíble.

—Por ejemplo, ¿qué canción cambiaste tu forma de interpretarla?

—Una de ellas es “Creo en mí”, que es una de las que más me ha cambiado la perspectiva a la hora de intepretar. La compuse en 2012 y salió el 2015. Yo estaba en un momento muy muy difícil y triste. La verdad, ni yo ni yo era capaz de creerme el mensaje de mi propia canción. La escribí porque me la tenía que creer. Ahora que puedo salir de gira con ella, y todo el mundo me la canta, y veo cómo funcionó, me emociona mucho y la canto diferente. Estamos haciendo una versión que es piano, voz y cuerdas, y está quedando súper emotiva. Es espectacular.

Mexicana v/s española

—Has colaborado con Marc Anthony, Daddy Yankee, Ricky Martin: ¿Hay algún dueto pendiente?

—Hubiera estado increíble que Luis Miguel se dejara —admite y ríe—. Me encantaría, pero que creo que se me va a escapar.

—¿Y alguna mujer?

—Me gustaría mucho repetir con Lila Downs o Laura Pausini. A Lila la quiero mucho y, aparte, tiene un vozarrón increíble. Y Laura Pausini igual tiene una cacha de voz y la admiro mucho, mucho, mucho, mucho.

—¿Cuál fue la mayor dificultad cuando lanzaste como solista?

—No tener una dirección, no sabía muy bien a dónde iba, estaba más perdida que un perro pequeño —bromea y ríe—. Como no tenía gente a mi alrededor, que me guiará bien, terminé haciendo un disco muy triste (2011). Luego ya mejoré. Y luego ya saqué México de mi corazón y mejoré. Pero fue difícil.

—¿Dices que fue triste el contenido o el resultado?

—Tristes los dos —dice y se ríe.

—¿De dónde surge la inspiración para tus canciones?

—Lo bueno es que, como he tenido una vida bastante interesante, he conocido gente de todos los tipos; puedo escoger del material que tengo en mi cabeza para, de ahí, darle rienda suelta a la creatividad. Es divertido. Ahorita, que ya estoy pegando en los 40, tengo mucho de qué hablar. Por ejemplo, para este siguiente disco estamos poniendo cuatro o tres canciones inéditas, y hay un par que tiran a matar. Está a poca madre —remata y ríe.

—Eres de España y has vivido largo tiempo en México… ¿Te sientes más mexicana o española?

—La verdad, me siento más mexicana que otra cosa. Soy española porque Dios no ha pasado lista y, si pasa lista, se va a dar cuenta que soy mexicana: “La tuve que haber mandado ahí desde el principio”. Lo único que me queda es el acento, eso no se me quita nunca, y me queda la mala leche española. Y el amor por el jamón y la tortilla de patata; pero aquí se come con chipotle y jalapeño, y soy muy fan de los tamales, y canto mariachi. O sea, ya más que eso, no sé qué decirte.

—Pero como en la idiosincrasia, ¿por qué te sientes más mexicana?

—Siento que en México la gente se toma las cosas más a la ligera, es un espíritu más liviano. Los españoles son más aferrados, tenemos humor mucho más negro. Los mexicanos, en cambio, son más del doble sentido. Yo soy una mezcla de los dos y me queda chistoso.

Un libro “leonino”

—Durante el 2022 debutaste en la serie El Rey: ¿Te gustaría seguir incursionando por ese rubro?

—Sí, estaría muy divertido, me encantó ser actriz por dos días. Me gustó mucho, la gente de Netflix y Caracol se portaron súper bien conmigo. Cambió mi manera de ver una película. Ahora sé que, detrás de una toma, hay un trabajo de ocho horas; antes me imaginaba que se grababan en quince minutos. Sobre todo cuando ya lo vives en carnes propias, que te pasas ocho horas repitiendo la misma frase, te das cuenta de que hay mucho trabajo detrás. Es otro medio completamente distinto al mío y estaría encantada de que me invitaran a hacer otras cosas de actuación.

—Desde chica te gustaron las artes... ¿Cuándo niña te interesó la actuación?

—Yo cuando chiquitita, era el cantar y cantar. Actuaba porque siempre tenía que meterle alguna trola (chiva) a mis padres para hacer algo malo... “¿Vas al metro, hija, a tocar?”. “Nooo, nooo”. Entonces como que me vino natural. Creo que todos los cantantes tenemos algo de actores, porque, al final, estás contando una historia encima de un escenario y la tienes que interpretar con la voz, y darle a entender a la gente que lo que estás cantando te es familiar y real.

—¿No te dejaban ir a cantar al metro cuando partiste?

—Empecé cantando en el metro porque, la verdad, en mi casa estaban hartos de escucharme. Vivíamos en un apartamento y, pues, yo con la guitarra acústica, metiéndole los guitarrazos, cantando Janis Joplin todo el día. Mis padres acabaron hartos. Entonces dije: “Bueno, para que no me escuchen mis padres, me voy a la calle”. No les decía que iba al metro. Mi papá cuando se enteró estaba feliz, pero a mi madre le daba vergüenza. Fue una necesidad artística, realmente. No es que necesitara tocar en el metro para vivir, eso es muy diferente. Tocaba en el metro porque estaba amargando a mi familia en casa.

—Quieres escribir un libro… ¿En qué está eso?

—Tengo un plan ahí, leonino, de hacer una biografía. Pero estoy pensando que igual me espero cinco años más para ver qué pasa.

—En una entrevista dijiste que “debes esperar a que se mueran un par de personas”...

—Sí, exactamente. Estoy esperando a que perezcan un par y, cuando perezcan, me dedicaré en cuerpo y alma.

—¿Ya tienes algún apunte o solo la idea?

—Tengo apuntes, como un timeline, de todo lo que aconteció.

—Oí que tenías un problemita de audición y que debías operarte, pero no querías… ¿Aún no?

—Todavía estoy en esas, prefiero escuchar el ruido. Tengo una pared en mi cabeza que, se supone que tendría que estar ahí, y no está. La vena yugular pasa por ahí y me pega en el mastoideo, todo el tiempo estoy escuchando mi corazón, todo el día, toda la noche. Siempre. Cuando no puedo ir a alguien, me sujeto el cuello, y los oigo, porque me para la circulación. Es una operación, no es complicada, pero no es agradable. Me tienen que abrir, hacerme una pared de mentira, coserme... Todo un lío. Como nunca tengo tiempo, me sujeto el cuello y ya.

—¿Para cantar te molesta?

—Un poco, sí, sí, sí. Ahora me tengo que subir más el volumen en un lado para poder oírlo… —y agrega con sarcasmo—: Es encantador.

—¿Pero te acostumbraste?

—Sí, ya me acostumbré. Para dormir, tengo que dormir de este lado, siempre, porque del otro lo oigo más. Es un poco incómodo.

—Luis Miguel tenía algo parecido, tinnitus, que se escuchaba como un pitito en el oído.

—Ese también lo tengo, tengo todo el espectro. Pero ese es por los años de show.

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