La actriz lleva emparejada 25 años con su colega Juan Bennett.
Magdalena Max-Neef se casó por primera vez con a sus 39 años con el actor y director Juan Bennett, quien se convirtió en el padre de sus hijas menores, Elisa y Sofía, una de ellas conocida por su papel de “Pitita” en Pituca sin lucas (Mega).
Como sea, según contó a La Firme de La Cuarta, hasta antes de conocer a su actual marido, “casarme no era tema, como que me daba lo mismo”, más al considerar que “a esas alturas había tenido una relación bien fallida y la verdad es que no sólo no tenía ganas de casarme, ¡no tenía ganas de nada! Encontraba que nada en la vida era mejor que llegar a mi casa, y tener mi pieza y mi cama para mí sola", contó, al punto que decidió: “No, cualquier cosa será puertas afuera”.
“Y durante un tiempo fue así”, asegura la ex-“Mirnita” de Los Venegas. “Hasta que conocía a mi marido, y a los seis meses estábamos viviendo juntos, y al año y algo nació mi primera hija, Elisa, y dije: ‘No quiero otra hija única’, entonces a los 41 nació la otra, Sofía”.
“Fue cero buscado en realidad; las mejores llegan cuando uno no las busca”, cuenta sobre vínculo con Bennett. “Cuando uno está ansioso de tener una pareja, y no quieres estar sola, y quieres estar con alguien, te metes con cualquier pastel”. Sin embargo, “en este caso fue: ‘no, estoy regio como estoy, entonces si llega una persona que me aporte y siento que estaré mejor de lo que estoy, a pesar de que estoy muy bien, quiere decir que es el que tiene que ser’”.
Así, “ya llevamos 25 años”, destacó. Por estos días ambos se encuentran trabajando juntos en la obra La Nona, presentada en el Teatro Mori de Vitacura.
25 años juntos
En cuanto a su fórmula para llevar todo ese tiempo juntos, Max-Neef plantea: “Siento que Juan es como mi hogar, me cuesta mucho imaginarme mi vida sin él. Soy súper independiente en muchas cosas, y en otras soy lo más dependiente que hay, porque soy muy ineficiente en general; y él es muy eficiente, súper estructurado; y yo soy muy despelotada. Tengo TDAH nivel escandaloso. La psicóloga que me hizo el diagnóstico me dijo: “No sé cómo has podido vivir así”. Y él es todo lo contrario. Creo que él me ordena, y yo lo chasconeo un poco, porque también es rígido".
“Siempre estoy al filo del abismo, al filo de la hora y de todo, lo que es pésimo por un lado. Somos súper complementarios. Nos apoyamos al 100%”, analiza respecto cómo sus dos personalidades compatibilizan.
“Peleamos y todo, pero cuando él ha tenido que hacer algo que para él es importante, ¡lo apoyaré siempre!; y él conmigo, también", remarca. “Viajamos de repente, aunque vayamos a Villarrica en auto, siempre tenemos temas de conversación, nos entretenemos mucho juntos”, de hecho, se compraron un terreno en la Región de La Araucanía para irse a vivir próximamente.
“Creo que el día que nos aburramos juntos, chao... pero si no nos hemos aburrido en todos estos años, ¿por qué nos vamos a empezar a aburrir ahora?“, reflexionó optimista.
En lo que respecta al rol de sexo a sus 64 años, “es harto menos importante que a los 30, pero creo que igual es súper importante”, remarcó. “Lo que pasa es que una, como tiene toda esta cosa tan hormonal con la menopausia, entre que te bajan los estrógenos y todas estas cosas, es mucho más intermitente —yo por lo menos— que los hombres", advierte.
“Pero creo que uno tiene que tratar de hacer lo posible para mantenerse, porque sino terminas siendo una amiga del marido nomás, que no es el caso”, remarca. “Uno tiene momentos en que se esmera, y otros en que no te esmeras nada, jaja, que no sabes cómo no sale arrancando el otro. Si uno anduviera esmerándose todo el rato (para mantener viva la llama), sería agotador. Uno tiene que tener sus momentos”.
Además, “mi marido me sube mucho la autoestima en ese sentido”, remató. “Hay onda”.