La Firme con Anastasia Zimnikova: “No soy ‘La Rusa de Manos al fuego’, trabajo todos los días para tener respeto y reconocimiento por mis propios logros”

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Cuando apenas había cumplido 18 años, Anastasia se convenció de que debía dejar Rusia y recorrer el mundo: Korenovsk, su ciudad natal, le había quedado chica para sus objetivos. Entonces, emprendió rumbo a Estados Unidos y al poco andar, tras enamorarse de un chileno, se vino a nuestro país. De eso han pasado 13 años, y aunque extraña a su familia, admite que ha sido la mejor escuela. Aquí, vivió en Iquique y ahora en Santiago. Hizo un 2x1, dio la PSU e incluso estudió Ingeniería. Al diario pop le cuenta cómo fue todo ese proceso y, además, aclara: ya no quiere ser conocida como “La Rusa de Manos al fuego”, un programa que, por desgracia, la persigue hasta la actualidad.

Soy rusa, vivo en Chile hace 13 años y llegué por amor. En Rusia estudiaba traducción de francés-inglés en una universidad de lingüística. En ese instante, en 2007, estaba muy de moda irse a esos programas de Working Holidays, Working Travel, entonces yo tomé esa oportunidad dos veces y fui a Estados Unidos. Viví allá, conocí a un chileno y después tomamos la decisión de venirnos para acá. Viví en Estados Unidos casi tres años, y es un lugar maravilloso que yo creo que todos deberían conocer. Viví en un estado bien pequeño, que poca gente conoce, que se llama Maryland. En Chile llegué primero a Iquique, viví allá cuatro años.

Iquique es una ciudad maravillosa, me gustó mucho. Pero la etapa de Iquique ya se acabó. Yo tiendo a no comparar lugares: no fue mejor, ni peor, pero fue muy distinto, totalmente otra realidad de lo que es Rusia. Las costumbres son totalmente distintas, otra gente, otro tipo de comunicación. Pero como una persona nómade, como yo me defino, es más fácil viajar. Porque, cuando uno viaja, yo tengo que adaptarme, no ustedes hacia mí. Entonces, salí de casa temprano con esa mentalidad: si yo voy a algún lugar, no lo cuestiono, solamente lo asumo. Y si me gusta bacán; si no, elijo otro lugar.

Llegué a Chile sin saber ninguna palabra de español. Solo manejaba el inglés, el francés y el ruso. Pero cuando tú vas a vivir a otro país, es como para todos: lo más difícil es el idioma y el trabajo. Para mí fue bastante rápido, porque el español y el francés son de la misma familia de lenguas, que son romances, entonces tienen una gramática muy parecida. Yo tengo un don para los idiomas y para la comunicación en general, entonces a mí no me tienen que explicar dos veces: lo cacho al tiro, entiendo por qué es así.

No me complicó la palabra “hueá”. Yo aprendí chileno, no español. Entonces los “chilenismos” son lo más normal del mundo. Es como cuando dicen que los chilenos hablan mal, hablan rápido, pero para mí es lo que yo aprendí, es normal. Cuando yo digo hueá o hueón, es como “¡Oh, Anastasia dijo esto!”, pero es lo que escucho diariamente, más que otras palabras. Siendo honesta, también lo uso bastante.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Extraño a mi familia. Extraño más que nada gente que a lugares o cosas materiales…, yo no soy apegada a lugares.

Korenovsk es el Miami ruso. Tenemos cuatro estaciones bien marcadas. Rusia está en el hemisferio norte, entonces allá todo es al revés. Yo soy del sur, es un lugar bien campestre, cálido. Crecí con un invierno con nieve, una primavera en que todo florece, un verano con mucho calor y otoño con lluvias. Es un lugar bien privilegiado, porque vivimos cerca del Mar Negro, por ende, es muy fácil pescar el auto e ir a vacacionar..., para la gente de San Petersburgo o Moscú es mucho más desafiante, porque son dos mil kilómetros que hay que viajar pa’l sur a vacacionar localmente. Donde yo vivo es una ciudad pequeña, y es bien fácil ser feliz allá, porque hay de todo, es muy lindo, pero para mí se hizo chico porque quería más desafíos.

Yo no soy una rusa habitual. Hace poco, con la globalización, todo empezó a crecer, la gente se puso a viajar. Entonces algunas personas nacieron allá, viven allá y se sienten felices. Otras, como yo, van viajando, prefieren salir. Es todo muy subjetivo.

Mi familia es muy moderna, mis papás son súper apañadores. Son mi todo. Hablo a diario con ellos, somos muy unidos. Para mí es importante tener comunicación con ellos casi todos los días. Si no hablamos en dos o tres días, yo ya estoy así como “necesito hablar”. Tanto con mi mamá como con mi papá tenemos la misma confianza, temas, y me dieron la oportunidad de cometer mis propios errores, pero siempre están ahí para apoyarme. No son papás controladores, que te dicen “no, eso no”, o que deciden por ti. Mi hermana y yo tuvimos mucha suerte.

Mi papá me vino a ver, le encantó Chile. Vino en 2012, 2013. Le pareció la gente tan relajada... tan volada. En Iquique todo empezaba a las 11 y cerraban para colación a las 2 y abrían a las 5. Mi papá decía “¡¿cuándo trabajan?!”, jajaja. Era bastante chistoso.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

La gente en Chile es más alegre que en Rusia. Los hombres, más cariñosos, más cálidos. La gente es chistosa, buena pa’l hueveo igual. En Rusia puedo destacar que son mejores en puntualidad, en el sentido de responsabilidad y respeto con el tiempo de los demás. Son más responsables. Uno tiende a pensar que Rusia es frío, pero no es frío: es reservado. Simplemente como que cuida su metro cuadrado hasta que te tiene confianza. Una vez que te agarre confianza, mi casa es tu casa. Es muy acogedor, muy generoso, pero con la gente que quiere o en la que confía. Por ejemplo, con un desconocido no es común preguntar “oye, ¿cómo está tu familia?”.

Yo no me arrepiento de nada. Me arrepiento de cosas que no he hecho. Siempre voy para adelante, soy muy optimista. He trabajado mucho en mi desarrollo personal y tengo la aceptación muy trabajada. Aceptar a toda la gente, aceptar que la gente actúa según sus propias experiencias; yo ya no digo “ah, eso no lo haría nunca”, porque yo no viví la vida de esa persona: ella reacciona de esa manera según su experiencia o por la gente que se le ha cruzado en la vida. Entonces, para mí, todas las opiniones o reacciones son válidas. Simplemente, si no coincide con la mía, se va pa’ allá y yo me voy pa’ mi lado. Pero en este punto, yo ya no me ofendo. Tú no puedes ofender a nadie... yo puedo ofenderme, esa es mi decisión: yo elijo ofenderme o no. Es difícil que una persona ajena me ofenda —me ha pasado— pero no juzgo: cada uno es libre de elegir lo que quiere. Cuando tú aceptas la responsabilidad por tu propia vida —por mis trabajos, mis relaciones—, se vuelve mucho más fácil y feliz.

Venir a Chile fue una escuela de vida tremenda. Todo lo que me ha pasado fue totalmente necesario para estar donde estoy hoy día.

Nunca sentí ganas de volver a Rusia. Estoy tan cómoda conmigo misma. Como que me puedes quitar todo..., me he imaginado en esas situaciones, quítame a todos y todo, o ponme en otro lugar, y voy a estar bien. Tengo tanta confianza y estoy tan convencida de mi poder, que yo lo puedo lograr en cualquier punto. I’m enough.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Hice un 2x1 para terminar mis estudios aquí. En ese momento no había convenio entre Rusia y Chile, entonces mis estudios no los convalidaron. Había harta burocracia de por medio y esa fue la opción que me acomodó más. Tuve que ir a un colegio, un liceo y después dar la PSU. Entonces, yo no estudié cinco años... ¡yo estudié siete! Fue harto tiempo.

Fue bastante interesante la experiencia de volver al liceo. Al principio fue como “ay nooo, qué lata”, pero después como que agarra el ritmo. Por un momento lo sentí como injusto, pero prefiero pensar “ya, es lo que hay que hacer y no tengo de otra”. Tenía dos opciones: pasarlo mal y lamentar, o hacerla e ir pa’ adelante. Y siempre elijo la versión optimista.

Me sorprendió conocer lo que pasó aquí el 73. La división, todo eso. Fue un episodio que uno puede aprender, pero opinar de eso no es mi estilo. Me impactó, pero cada país tiene su historia impactante, especialmente Rusia, jajaja.

Me fue bien en Matemáticas cuando di la PSU. No me acuerdo de los puntajes, pero me fue bien. Estuve nerviosa, sobre todo en la prueba de Historia. Matemáticas y Lenguaje, no tanto. Saqué un buen puntaje para poder estudiar. Y cuando entré a la U, di una evaluación diagnóstica, y me fue tan bien, saqué un 80% correcto en Matemáticas, que no tuve ese ramo.

Elegí estudiar Ingeniería Comercial porque fue una combinación perfecta: me gustan las matemáticas, y es parte de ingeniería, pero también opté por la parte comercial, porque combina publicidad y creatividad, lo que me gusta también.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
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Estudié la mitad de la carrera presencialmente y la otra online. Soy la persona perfecta para comparar. En el principio era como “ay, qué bacán, tengo mucho más tiempo y puedo hacerlo desde la comodidad de mi casa”. Pero después era como “¡quiero ir a clases!”. No por estar encerrada, porque yo iba al trabajo, la pandemia no me afectó tanto, yo no estuve encerrada todos esos meses; es que, cuando tú tienes las clases grabadas y lo dejas para después, nunca más las ves. Yendo a clases es mucho más efectivo que estudiar online.

Me costó el ramo de Finanzas. ¡A todos nos ha ido mal en algún ramo! Lo pasé raspando. La verdad que no me acuerdo bien, pero era foooome, no me gustaba. Fue, además, en un momento muy bueno laboralmente para mí, entonces no le dedicaba tiempo al estudio. Como siempre estudiaba y trabajaba, le di prioridad al trabajo.

Evito hablar de cualquier pareja, pasada, presente o futura. Trabajo día a día para tener credibilidad, para ser respetada y recordada por lo que puedo hacer por los demás y por mí misma. Todos tenemos episodios morbosos y el episodio de Manos al fuego no me define. Cuando me recuerdan por ello, me parece que es menospreciarme. A mí me define mi creatividad y mis logros. En eso me concentraré.

No me puedo arrepentir de lo que no pude elegir. En Manos al fuego hay muchas situaciones grises, oscuras, inciertas. Todas las personas que están involucradas en el programa saben lo que va a pasar. El objetivo es romper una relación públicamente, ojalá con mucho morbo y escándalo, para ganar más visibilidad. Entonces, para mí es inmoral y no tiene valor. A mí me afectó hasta el día de hoy. Cuando uno sufre algún término de relación es doloroso para la pareja y también para tu círculo —tus amigos, familiares— y el exponerse a la opinión pública siempre te hace vulnerable a los comentarios. No quiero que sea más tema. Eso fue en 2014, estamos en 2022.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Me van a dejar de mencionar como “La Rusa de Manos al fuego. Yo no soy “La Rusa de Manos al fuego”, soy Anastasia y trabajo todos los días para tener ese respeto, reconocimiento por mis propios logros y mi talento. Aparte, cuando me dicen “La Rusa de Manos al fuego” es como no respetarme, no apreciar mi poder femenino. Siempre me recuerdan, me ligan con estar con esa pareja, y yo no soy eso: yo soy una mujer, una persona que no necesita una pareja para tener logros o para llegar a mis objetivos. Yo tengo poder para hacer todo sola.

Soy Anastasia y ha pasado bastante tiempo, el programa fue en 2014 y estamos en 2022. Ya no es tema. Incluso mis seguidores, cada vez que sale algo así, con ese apodo, se molestan. Es como “¿hasta cuándo, Anastasia? No puede ser”, porque yo he trabajado duro para lograr lo que tengo, usando mucho más mi cerebro que mi imagen.

Siempre elijo a mis hombres porque me estimulan intelectualmente y porque son especiales. El aspecto y la billetera para mí es solo un complemento, deseable y satisfactorio por cierto, pero con los años, las perspectivas, metas y objetivos cambian.

Sé que la mayoría de mis seguidores son hombres, y que son adultos, ñoños y metaleros. Me llevo bien con los ñoños, incluso en la vida real. Me dicen cosas del estilo “te amo”, “te deseo”, cada uno a su manera pero siempre con sumo respeto. Me considero feminista liberal, sin ocultar mis cualidades femeninas, externas e internas. Creo que los hombres son nuestros aliados y los respeto por ello. Es gracias a mi público masculino, con su peculiar forma de ver el mundo, que tengo difusión. El acoso y la intimidación existe desde que uno primero establece un límite, pero el acosador lo sobrepasa, y hasta ahora siempre han sido respetuosos con los límites, de modo que no existe el acoso.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Casi no recuerdo comentarios machistas en mis redes, tengo mucha valoración. Muy rara vez aparece alguno intentando desacreditarme, pero siempre es más por mis ideas, que por ser mujer o cómo me veo. En mi último post, por ejemplo, que generó harta discusión, harto debate. “Las rubias también piensan”, elegí ese título de la publicación. La idea es tomar un comentario o algo que destaque. En este caso, un chico expresó una oposición respecto a lo que yo posteaba. Para mí es muy importante el balance de mostrar boobs, porque solo boobs sin contenido, no vale, es vulgar. Y solo contenido, sin boobs, es fome. Para mí es importante mantener ese balance en redes sociales y, al mismo tiempo, educar, entretener, porque tengo recursos para esto. Este post provocó una reacción y le respondí.

Es un trabajo tener Instagram. Requiere técnicas, ciencia. Yo aplico muchas tácticas de storytelling, de cómo comunicar un mensaje, cuál es el objetivo que quiero comunicar, contar o tal cosa; no es porque sí. Requiere mucho tiempo, y cuando hago algunos videos, lo hago sola: creo la idea, tengo que preparar el ambiente, limpiar, ducharme, vestirme, hacerme el pelo, el maquillaje y grabarme. Después ver lo que sirve, lo que no. De repente grabo varias veces. Editarlo, poner música. Uf, da para mucho. Entonces hubo un comentario diciendo que la vida de un influencer es fácil, porque comen gratis, reciben productos gratis, y le respondí. Para mí su opinión es muy válida, como todas. El desacuerdo me hace reflexionar, me hace replantearme. La oposición es necesaria para crecer. Si pretendo tener 100.000 seguidores, debo aceptar que al menos 10.000 estarán en desacuerdo conmigo. Si no tengo opiniones negativas, algo raro estoy haciendo.

Uno va evolucionando, cambiando en las redes. Antes escribía muchos datos culturales, relacionados con Rusia, de nuestras costumbres, idiosincrasia y a la gente le gustaba mucho esa parte. Después como que me metí en la parte de psicología, empecé a reflexionar, y ahora estoy en esa parte de combinar entretención con educación. Me gustó esa idea de integrar a las personas, que no solamente se vea mi opinión, generar un debate.

Lo mejor de ser influencer es tener la plataforma donde yo puedo usar mis talentos para inspirar, motivar a los demás. Porque yo, personalmente, tengo esa necesidad de mostrar, soy creativa. Eso de editar videos, crear algo chistoso. De repente no tengo ninguna idea y cuando me meto en el proceso, al tiro salen muchas. O cuando pensamos con amigos, nos reímos, es como un compartir. Es lindo crear contenido para mí, es entretenido, me gusta. Tener una plataforma donde pueda explorar mis talentos y mostrarlos, y a cambio recibir una reacción positiva, que la gente se ría, es gratificante para mí.

Lo peor de ser influencer es el consumo de tiempo. Como tengo varias actividades, de repente me estreso porque esa parte no la puedo explotar como me gustaría.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Acá siento bastante frío. Siempre me dicen: “¿Por qué sientes frío si eres rusa?”, a lo que respondo siempre: “Claro, pero no soy “robok”.

Me llamó la atención la reacción de la gente cuando conté que me quería ir de Chile. Me sentí muy querida…, me decían “¡no te vayas!”, jajaja. Pero la mayoría de las personas me siguen por redes sociales, y si me voy, me van a estar viendo por las mismas redes sociales, así que no va a haber mucho cambio. Me considero una mujer nómade, media Olguita Marina.

La idea mía no es ser una persona que viva de las redes digitales. Bacán si sucede, pero no es mi objetivo. Sobre mis proyectos, yo estoy atenta a las oportunidades, y si me sale algo, podría irme. Siempre busco... postulé a otros países. A Nueva Zelanda, pero lamentablemente no alcancé a recibir la Visa. Estaba viendo la posibilidad de irme como Working Holidays, pero como ya estoy pasadita de los 30, tengo la edad de Jesús, mi opción era Nueva Zelanda, Canadá o Hungría. Por supuesto, opté por Nueva Zelanda o Canadá. Pero también está la posibilidad de postular como un profesional. Todavía no me he metido tanto en el tema, pero hay opciones que estoy explorando.

El hombre chileno es atento, cariñoso, yo los encuentro más emocionales. Para mí, como una mujer rusa, que llega donde el hombre ruso, fuerte, como una roca, fue algo novedoso. Tuve que acostumbrarme... y todavía me cuesta acostumbrarme, jajaja.

Mi comida favorita es la peruana. De aquí me gusta el asado: la entraña y el lomo vetado. De los más típicos, si hablamos de legumbres me gustan las lentejas. ¿Comida chatarra? Me gusta, pero de vez en cuando. Los completos, pero no es algo habitual. Me gustan los pescados, mariscos... el ceviche es mi plato favorito.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Me encanta limpiar, cuando limpio entro en una especie de trance. Es como mi time, tiempo para mí, puedo estar limpiando muchas horas. No sé, no lo definiría como que tengo TOC, pero cuando limpio siento satisfacción, me gusta. Mis amigos todos lo saben, y como cortesía, yo también de repente puedo limpiar sus casas, cuando necesitan una emergency, revisar su closet, doblar la ropa. A mí me encanta, puedo estar horas.

Me encantaría estudiar comunicación, en todo su esplendor. Comunicación verbal, no verbal, corporal, en general me gusta mucho la actuación, el storytelling. Todo lo relacionado con el arte, las películas, en general comunicación. Lo estoy estudiando por mi cuenta, viendo videos. La comunicación no verbal podría definirla como mi nueva pasión.

Soy selectiva con los carretes. Yo no voy todos los fines de semana a la disco, pero si hay una fiesta buena, voy. Con DJ. Me gusta carretear, pero no es mi prioridad.

Aquí me dicen Ana o Ani, pero en mi infancia, en mi colegio, me decían “Poodle”. Por mis rulos, porque era algo fuera de lo común. Generalmente tienen el pelo liso.

Mi sueño pendiente es viajar por todo el mundo. A corto plazo, viajar; a mediano, también. Y a largo, tener familia, hijos.

No creo en las cábalas, pero con mis amigas tenemos una muy tonta. Hay una creencia en Rusia muy chistosa: cuando uno se acuesta en un lugar nuevo, decimos una frase, que por cierto rima en ruso, pidiendo que aparezca tu novio en el sueño. El que aparezca supuestamente será tu novio… hasta ahora solo Brad Pitt ha venido a visitarme, jajaja.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Un dolor que guardo es no ver a mi familia. Los he visto muy poco: tres veces en 13 años. ¿Qué te parece? Me gustaría viajar en algún momento, reunirnos.

Mi frase favorita es “Trust the timing of your life”. Es como “confía en los tiempos”, no los cuestiones si algo pasa. Por ejemplo, si no pude viajar, no pude ir a Nueva Zelanda, lo acepto, me duele un poquito, pero poco tiempo. Los tiempos son perfectos.

Mi picada favorita es California Cantina. Me gusta por la onda gringa, por la comida rica. Una hamburguesa con cerveza, la mejor combinación.

Tuve muchos trabajos, más de los que puedo recordar. Pero la gran parte de mi vida en Chile he trabajado en publicidad, en eventos. Todo lo que tiene que ver con traducción, comunicar y ventas.

Mi primer sueldo lo gasté en zapatos... el del mes pasado también, ups. Tengo como una adicción a los zapatos, me gustan mucho. De hecho, la última vez, los compré y los devolví, porque no eran necesarios. Fue como “Anastasia, basta”. Tengo muchos pares, más de los que caben. Ya no sé dónde guardarlos.

Soy muy sociable, pero cuando llego a mi casa me vuelvo ermitaña. Siempre estoy con la gente, siempre trabajo con hartas empresas. Pero necesito estar sola, recuperar mis energías y como soy tan Olguita Marina, de estar aquí y estar allá, al mismo tiempo soy muy hogareña. Puedo estar en mi casa días y no aburrirme sola, me encanta estar en la casa y el silencio, no prendo la tele. De hecho eso quiero: irme a un bosque, jajaja, encerrarme tres días.

Me gusta todo tipo de música dependiendo del ánimo, del ambiente. Puedo perrear reggaetón hasta abajo. Pero en general me gusta mucho la electrónica. Si tuviera que recomendar algo, hay un cantante australiano que se llama Ry X, y ese es el concierto al que quiero ir sí o sí, es algo pendiente. De la música chilena... Marcianeke, jajajaja. Tengo un par de canciones de ese estilo que me gustan. Me adapto muy bien, pero lo que más me gusta es la electrónica.

Mi serie favorita es Friends. Soy muy de series como Friends, Sex and the city, That ‘70s show, ya los conozco y nunca me aburren. Puedo prender la tele, hablan, hablan y hablan, y yo ya sé de memoria todos los episodios.

Hay una película que se llama The shack (2017), en español La cabaña. Esa película, yo creo que es importante que la vean todas las personas que tienen algún rencor guardado, algún trauma de su infancia. Con esa película lloré.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Creo en la astrología, me gusta. En mis tiempos de ocio leo sobre planetas, escucho a una astróloga rusa que sigo hace años, entonces tiene varios videos educativos. Es algo que me llama mucho la atención y que me entretiene.

Actualmente hago Pole Dance. Antes hice Bikram Yoga por seis años, me encanta. Lamentablemente el centro se cerró por la pandemia, ahí me acomodaba ir. Hago Pole Dance desde marzo. Terminé la U y empecé a ir porque tenía tardes libres. Antes siempre estudiaba y fue como “¡hueón, hay vida, por fin puedo hacer algo que me gusta!”. Tenía tiempo libre y no estaba acostumbrada, además era algo que siempre me llamó la atención y por fin lo estoy haciendo.

La guerra entre Rusia y Ucrania es un tema muy importante y que me preguntan siempre. Siempre es horroroso saber que hay gente que muere o sufre, por la razón que sea. Siempre es repudiable saber que hay gente que miente por dinero o poder. Condeno todas esas ideas, del país y de la persona que venga.

Me generó mucha preocupación, no puedo viajar actualmente a Rusia, y eso igual me tiene un poco triste. Yo quiero que esto se acabe luego. Tengo amigas ucranianas... la gente sufre mucho. Quiero que se acabe. Gracias a Dios, mis papás están bien, no les ha afectado en temas laborales ni nada, pero igual en Rusia hay muchas sanciones, se fueron varias empresas, aumentó el desempleo de manera tremenda. Aun así no voy a manifestar que me dé vergüenza ser rusa, no. Porque las personas, para mí, la gente consciente, no tiene mayor relación con esta situación que está pasando, nadie quiere guerra.

Si pudiera tener un superpoder sería teletransportarme. Así podría estar en distintos países del mundo.

Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.
Foto: Andrés Pérez, La Cuarta. Instagram: @anastasiazimnikova.

Mi placer culpable es la piscola, jajaja. ¡Es mi trago favorito! Yo no tomo vodka, pero piscola siempre, me gusta mucho. Me la sirvo con negra, y me gusta suave porque tomo hartos vasitos.

Me gustaría ir al estadio a ver a la selección. No he ido a partidos de fútbol. Recientemente trabajé en partidos de rugby, cuando jugaron Los Cóndores, y ¡uf! la emoción del estadio no se compara con nada, es maravilloso.

Si pudiera invitar a tres personas a un asado sería a Elon Musk, Jim Carrey y Jennifer Aniston. Elon Musk porque me gusta mucho su ideología, su pensamiento, su manera de hacer business. Me gustaría conocer sus puntos de visto. Invitaría a Jim Carrey, porque lo encuentro un actor muy talentoso, de gran nivel y pa’ cagarse de la risa. Invitaría a Jennifer Aniston, con ella empatizo muchísimo. Y si hubiera un cuarto... invitaría a Johnny Sins, jajaja, para ver qué hueá habla en la vida real…, o si habla, cómo es.

Anastasia Zimnikova es una mujer muy orgullosa de sus logros. No soy “La Rusa de Manos al fuego”. Desde el principio he trabajado por salir adelante, incluso sola, siendo honesta y usando mi cerebro más que mi imagen. Ser recordada por mi ex pareja en un morboso programa de TV, hasta hoy no me ha ayudado a conseguir respeto ni trabajo. Sucedió hace mucho tiempo, creo que hablar de mí ligándome a una pareja, es menospreciar mi potencial femenino y quien soy. Los hombres pueden ser nuestros aliados o socios, en lo material y en lo afectivo, los respeto por ese complemento, pero las mujeres libres somos independientes de necesitar de una pareja para ser reconocidas o alcanzar nuestras metas.

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