La Firme con Javiera Mena: “Estoy orgullosa de que me consideren un ícono LGTBIQ+, pero creo que es injusto con los activistas”

Foto: Luis Sevilla, La Cuarta.

“Me siento bendecida de haber tenido otra realidad y poder valorar la nueva”, dice Javiera Mena, referente del pop electrónico nacional, cuando habla de sus días en Madrid, España, donde vive desde hace un tiempo. La pandemia —una dictadura en un momento, dice ella— es, tal vez, el único lunar que empaña la experiencia en un país que le ofrece mayor seguridad, comodidades y, desde luego, otra vitrina a su carrera. De hecho, hace unos meses fue invitada a participar en el Benidorm Fest, previa de Eurovisión, que le abrió todavía más puertas en Europa. Pero aun así, Mena suele extrañar Chile. Aquí, sabe, juega de local, y por eso le emociona cada regreso. En unas semanas lo hará oficialmente, cuando presente en vivo su última placa, Nocturna, que se estrenó hace apenas unas horas. De eso, su actualidad, el disco, sus inspiraciones e intereses conversa con el diario pop.

Nocturna es un disco bien chileno. Tiene un poquito de todos lados, pero fue engendrado en el Estallido Social y después en la pandemia, entonces me llevé todo esa intensidad al disco. A pesar de que no es uno que hable directamente de la contingencia, ni del Estallido…, energéticamente o en cuanto a vibra del baile, de las fiestas que habían en esa época y que siguen habiendo, o del fuego, la intensidad, tiene mucho de eso…

El hilo conductor del disco es la sensualidad, la cosa de la noche con las estrellas, pero también la fiesta. Lo astral y lo conectado con el cosmos versus una disco, lo más mundano que puede haber. La oscuridad de estar en un carrete clandestino, en un after. Esa es la mezcla.

Presentar el disco en Chile es súper importante, porque es donde yo más siento una gravedad… es jugar de local. Ahora estoy preparando la gira. Es como una evolución de lo que vengo presentando antes, un show mucho más de banda, en el cual yo estoy como más presente, más adelante... Quizás antes era más de electrónica y ahora vuelvo a una onda más tocada, ¿cachái? Más ochentero, más influenciado por Prince, por Sade, he visto mucho esos shows. En cuanto a los sonidos también, a la instrumentación, la batería que suena como electrónica pero también como sonido noble dentro de lo que sea electrónico. También tratando de reagrupar todos mis discos anteriores y meterlos en este nuevo set. Voy a meter Nocturna y todo está bajo ese alero, pero también integrando lo anterior y tratando de que todo tenga un relato similar. Va a estar muy bueno, la verdad.

No me gusta repetirme a mí misma, soy súper inquieta. Ayer me hicieron un masaje y me soltaron todos los músculos, y estaba muy, muy contracturada, porque no me sentía tranquila. Y eso tiene que ver con querer cambiar; también con que me aburro y me gusta modificarme, modificar la música que estoy haciendo. Mi personalidad es así, bien inquieta, curiosa. Esa curiosidad que siento por la música, por ir conociendo cosas diferentes, se traduce a lo que le muestro a las personas.

Los artistas que más me gustan son los que han ido cambiando, que van mostrando cosas nuevas. Es lo que te hace mantenerte longevo y despierto, creo. Yo estoy dentro del pop, pero me da igual que me encasillen. Dentro de mi estilo, que son las canciones, me gusta ir variando. Y este disco, creo, es más sensual igual, más tranqui.

Para Nocturna he trabajado de manera diferente, he compuesto con otra gente. Antes componía muy sola, era algo muy privado, y ahora me abrí, hice canciones con tres o cuatro personas. Es un disco más colectivo: a pesar de que es mío, incluí a otras personas en el relato también. Y ha tenido una muy buena recepción, desde “Corazón astral”, que es una de las canciones emblemáticas del disco, que aunque salió hace tiempo la quise incluir porque tiene esta cosa “playa de noche” que le llamo.

Todavía me pongo nerviosa cuando voy a subir a un escenario. Soy súper nerviosa... incluso cuando me voy a juntar con alguien. A mí me gusta mucho ir a grupos de lectura, soy bien nerd, entonces cuando me toca hablar y presentarme, me tirita la voz todavía. Eso me pasa cuando hablo. Cuando canto, no... de hecho, yo creo que empecé a cantar por lo tímida que soy, porque tenía ganas de comunicar algo. He podido superar esos nervios pero al día de hoy, cuando veo un escenario que no conozco mucho, igual me pongo nerviosa. Viene ese pipi nervioso, que vai antes como tres veces y no tiene nada.

Subir a un escenario para mí es como ir a una cita. Cuando tenís una cita con alguien, no sabís qué va a pasar y tenís esos nervios. Se parecen... y me encantaría que todo el mundo pudiera subirse al escenario y experimentar esos nervios. Si no te dan, se pierde la solemnidad. El espectáculo en vivo no deja de ser una ceremonia... si se van los nervios me daría pena, sería como que no tenís una motivación.

Foto: Luis Sevilla, La Cuarta.

Participar en el Benidorm Fest fue una ventana gigantesca, me empezaron a conocer más. Significaba que me contemplan en una escena española como latina, como chilena. No fui a Eurovisión, fui a la previa, pero ya estar ahí era heavy. Tuve una exposición enorme, salí en la televisión en el programa más visto. Y para mí, que vengo del underground, que vengo de la escena santiaguina electrónica, estar ahí presente fue muy bonito. La gente que ve Eurovisión está pendiente de los diferentes festivales para elegir las canciones que participan, entonces gente de Europa del Este, de Bulgaria o de Ucrania, me empezó a seguir.

Soy madrileña a estas alturas... pero siempre chilena. Me considero una chilena viviendo en Madrid, santiaguina y madrileña. No es que dejé de ser santiaguina, me siento muy de acá y nunca se me va a pegar el acento. Igual digo “tía”, pero es un “tía” muy chileno: “oye, tía...”. No se me ha pegado el “¡hostia!” ni eso. “Tía”, nomás, porque si digo “hueón” me miran raro... “tía” es “hueón”, po. Pero el acento no se me pegó, jajajá.

Vivo en Lavapiés, un barrio multirracial, lleno de gente de África, de Latinoamérica. Madrid es una ciudad muy cosmopolita, llena de latinos, incluso los mismos españoles que viven allá, ninguno es de Madrid, hay gente de distintos lados de España. Entonces, es una ciudad en la que nunca me he sentido sola. Los domingos nadie va a ver a su familia, por ejemplo, porque nadie tiene a su familia allá.

Cuando llegué a Europa me sentía súper huasa. Que la micro llegara a la hora que te dice, o que estuviera todo limpio, esas pequeñas cosas que yo decía “¡wow!” y ellos no se dan cuenta. Todo es cómodo, todo calentito, hasta el bus tiene calefacción, ¿cachái? Yo me sorprendía de todo y para mí eso era como ser huasita.

El sistema de salud de España es espectacular. Para poder sacar la visa tuve que hacerme seguro privado y, con eso, ya no pagái nada. Acá, hasta con Isapre tenís que pagar igual el bono, allá nada. Obviamente ellos no se dan cuenta, y de repente encuentran que no es tan bueno, pero lo es, es buenísimo. Pagái más impuestos, pero por cómo está armado. El plan urbano también es espectacular: yo nunca tomo taxi, ni nada, voy caminando a todos lados y eso es maravilloso.

Estar caminando a la 1 de la mañana sola, y saber que no pasará nada, me hace muy feliz. Todos los días que camino allá, me siento bendecida de haber tenido otra realidad y poder valorar la nueva realidad, Madrid, donde todo es cómodo. Claro, para mí, porque ellos se quejan de otras cosas, porque no han vivido una realidad latinoamericana. Tener esa referencia me hace sentirme muy privilegiada. Acá es muy difícil, a pesar de que igual lo hago a veces... El fin de semana pasado estaba a las 2 de la mañana en Lastarria y me dijeron como “hueona, no lo hagái”... pero igual.

La pandemia en España era una dictadura en un momento... salíai a la calle y había alguien diciéndote que entraras a la casa. Aquí no, ¿no? Allá era muy heavy. Fue un tiempo como de dos meses. Ibai al supermercado y te pegaban unas multas gigantes si conversabas con alguien, era como esta serie de Handmaid’s tale, El cuento de la criada. Así te sentíai en el supermercado. Fue cortito pero intenso.

Al principio de la pandemia no quería hacer nada. Pasaba todo el día viendo noticias, no entendía nada, como todo el mundo. Urgidísima, lejos de mi país. Estaba súper mal, pero después empecé a grabar. Parte del disco fue hecho en pandemia, conseguí un micrófono bueno, aislé mi casa, grabé algunas voces haciendo sesiones por Zoom. Me tuve que obligar a volver, porque no tenía ganas de nada. Fue horrible, no sé cómo vivimos esa cuestión. Ahora se nos olvida, pero fue muy heavy.

Foto: Luis Sevilla, La Cuarta.

Creo que no tuve ningún punto de quiebre en mi carrera. Quizás cuando fui a España. En realidad cuando empecé a hacer videoclips allá. Siento que algo ahí se despertó en Chile, como “oye, valoramos más a esta mujer que está afuera”, y allá también me empezaron a salir cosas. Entonces fue como doblemente productivo.

Nadie es profeta en su tierra... Hay casos excepcionales, como Argentina, en que aman a sus ídolos desde el comienzo, pero en países más pequeños como Chile, Uruguay, tenemos que ir pa’ afuera, buscar otros caminos, y llamar la atención de nuestra gente desde otro lado. Igual creo que eso está cambiando, que estamos valorando más nuestra cultura y ojalá que cada vez más. Pero Chile es un país pequeñito y muy centralizado. A mí, en todo caso, me gustó salir, tampoco es que me queje de que haya pasado eso. Siempre me llamó la atención salir. Fui a Argentina, después me invitó Kings of Convenience a telonear en su gira, fui a Europa, y fui feliz viajando. Mi punto de inflexión fue cruzar el océano.

Al ser una artista lesbiana y ser una trovadora romántica, mi música habla del amor entre mujeres. Eso, en el contexto que estamos, que todavía es tema, donde todavía hay derechos por defender, obviamente va a ser un acto político y te transforma automáticamente en activista. Pero mi motivación viene de la música. Cuando me siento y me pregunto qué artista soy yo, mi musa es la música, los acordes, la melodía. Por eso trabajo... también leo mucha filosofía, psicología, pero creo que la cosa activista se fue dando más por el contexto que me tocó vivir, no porque yo lo buscara implícitamente.

Estoy orgullosa de que me consideren un ícono LGTBIQ+, pero creo que es injusto con los activistas. Hay realmente gente que se sabe todas las leyes y que se desvive, yo vengo de la música y mi activismo viene por eso: por mostrarme tal cual soy, por el mundo en donde vivimos y se dio. Y la gente misma me lo pide, pero yo me siento una compositora.

Tengo una percepción diferente de cómo son las cosas, porque me rodeo de un ambiente súper gay o LGTBIQ+ y a veces me siento como en una burbuja. Mi familia es súper pro LGTBIQ+, tengo un montón de primos gays, entonces siento que me separo un poco de la realidad de una persona, no sé po, en Pelarco, que de repente es mucho más cerrado, les cuesta más. Pero sé que al día de hoy, igual hay mucha discriminación, hay asesinatos a chicas lesbianas, mucho odio, aunque las cosas han cambiado. Incluso en las cosas como de moda, las mismas marcas buscan pa’l mes del orgullo contratar artistas que sean gays o lesbianas o no binarios, y eso antes no pasaba, no había nada.

Siempre quise dedicarme a la música. De muy niña era muy curiosa, me gustaba saber cómo estaban hechas las canciones. Con mi abuelo escuchaba música y decía “yo me quiero dedicar a esto”. Escuchaba George Michael... me acuerdo. Y por ahí vino la inquietud. Y mi hermano, que es muy inteligente, era niño prodigio, fue a un programa de televisión que se llamaba Jugando a saber y se ganó un computador, y tuvimos Internet... con eso partí. Mi familia no era de músicos, entonces pude dedicarme gracias a que tuve un computador con Internet y pude empezar a bajar los programas, meterme a foros. Soy autodidacta. Después me puse a estudiar, pero partí con la cosa autodidacta.

Me encanta cuando se me acerca gente que no tiene nada que ver con la música que yo hago. Un señor, padre de familia, de 60 años, no sé. Todo ese tipo de cosas son las que más me gustan. Hay metaleros a los que les gusta mi música, y creo que pasa porque aprecian las canciones que están hechas por gente que estudió. Yo estudié música en un momento y mis progresiones armónicas —sobre todo de discos como Esquemas juveniles o incluso el Otra era— no son complejas pero ocupo acordes con séptimas... creo que puede apreciarlo un metalero porque son obras hechas por alguien que estudió.

Para escribir trato de inspirarme de todo, porque después uno se empieza a repetir. Entonces, trato de no caer en eso, de no repetirme, y de inspirarme del mundo, de la vida, de las relaciones, del amor, del enamoramiento, del amor romántico y el amor no romántico, de todo un poco. Tratar de seguirte sorprendiendo con estar vivo, que a veces lo pasamos por alto y es algo súper importante.

Foto: Luis Sevilla, La Cuarta.

A la Javiera Mena que estaba empezando, le diría que tuviera más confianza. Siempre agradecería más confianza en uno mismo. A veces uno desconfía, entonces le agregaría esa cuota. Uno siempre sabe lo que quiere, sabe pa’ adónde va, pero tiene que hacer más caso a su intuición. Yo siempre tuve confianza, pero hubiera querido más... nunca está de más.

Lo más difícil en la música es mantenerse en el tiempo. Cuando los chicos están partiendo, si te va bien, podís tener un buen momento porque erís fresco, nuevo, llamái la atención, erís joven, te brilla todo. Pero mantenerse en el tiempo es muy complicado, por algo existe el típico: “lo más difícil es mantenerse, no llegar”. Volver a maravillarse y encontrar inspiración con el tiempo es complicado, es un trabajo de disciplina también.

Me gustan muchas cosas del trap y de la escena nacional. Conozco a algunos de los cabros, y el consejo que les podría dar es que carreteen menos, obviamente. Porque yo también he carreteado mucho, y te desconcentra. Y ellos lo saben, se los he dicho. Cuando uno es joven tiene muchos distractores y muchas trampas: mucha gente se te acerca a decirte que erís bacán, a invitarte de aquí pa’ allá, y eso obviamente es rico y lo pasái bien y hay inspiración en esos lugares, en esas 3 o 4 de la mañana, mucha música, muchas cosas positivas. Pero uno tiene que mantener un cierto equilibrio y disciplina.

Subirte a un escenario y que la gente esté cantando es lo más lindo que te da la música. Bajarte y que seguís como drogado de la gente, que te entreguen sus voces, que se sepan tus canciones. O que te manden mensajes hermosos... Una vez una persona me mandó un mensaje muy trascendental. Su mamá tenía cáncer, se iba a morir e iba a poner Otra era en ese momento. Todo ese tipo de cosas me llenan, me hacen querer seguir haciendo canciones.

Los dos Caupolicanes que he hecho han sido como bien heavy. Es un lugar grande, mítico, he visto varios conciertos ahí, y los dos que me he pegado han sido power. Además me encanta, aunque sea frío, heladísimo.

Mi camino ha sido a paso lento pero profundo. Mi carrera no ha sido de grandes subidas, disparos, sino todo lentito. Primero partí tanteando, desde Chile cuando todavía no había una escena, que se empezaba a armar. Después yendo a Argentina. La defino como una carrera gradual, donde cada paso ha sido profundo.

En unos años más me veo tratando de evolucionar. Con energía, profundizando en todas las multidisciplinas que abarca la música, como lo es el canto, la danza. Cada vez descubro nuevas maneras de cantar también... Ahora empecé a tomar Danza contemporánea. Quiero evolucionar siempre.

Me gustaría ser como Grace Jones. Sí, porque ella sigue haciendo cosas hasta el día de hoy. La tengo en la mente de los ochentas, y siempre ha tenido una propuesta vanguardista dentro del pop, de la electrónica y dentro de la música.

Foto: Luis Sevilla, La Cuarta.

Cuando es algo más extremo, me pronuncio... no soy una opinóloga de la política como otros músicos. Lo hice cuando tuve miedo de que fuera Presidente alguien de ultraderecha. Me gusta mucho la política, me gusta informarme, pero me pronuncio como artista cuando son cosas más heavys.

Siento que la sociedad en general está armada muy en torno a la pareja. Ten una casa, ten éxito, ten tu pareja, y eso para gente que es más sola, como yo o mis amigos…, a veces legalmente no nos sentimos tan protegidos como teniendo una pareja... o pa’ cambiar de país, también: es como “cásate pa’ tener la visa en otro país”. Me gustaría que la sociedad también contemplara a la gente que es sola. O en un restaurante un sábado, ¿qué tiene de malo ir a comer solo un sábado? De repente podís sentir las miradas... “mira, está solo, no tiene pareja, no tiene familia”. Ojalá se normalizara más que hay gente que es sola y que quiere estar sola. Que no esté la obligación a estar casado.

La discusión no es si estás a favor del aborto o no, sino que tiene que haber una protección para las mujeres que quieren abortar, por más que no piensen igual a ti. Por ahí va la cosa. En ese sentido, para mí Chile es uno de los países más conservadores, porque es más chico. Y es porque Chile está armado dentro de una élite muy religiosa, muy católica. El catolicismo más conservador, de derecha, es muy intransigente.

Me hubiera gustado ser filósofa. Me encanta pensar cosas inútiles, me gusta mucho leer filosofía, psicología. Algo humanista, igual. Me gusta el budismo, los clubes de lectura en que he estado son de budismo. De hecho, he estado metida en grupos y eso me gusta. Puede ser una disciplina que explote más fuerte más adelante.

Antes de ser música era muy volada, muy despistada. Se me quedaban las llaves... era buena onda, jajajá. Soy sociable, me hago amigos rápido. Me acuerdo que en los carretes, en la playa, me hacía amigos, decía “mira, conocí a esta persona nueva” o me hacía amiga de un viejo en la calle. Siempre tengo alguien pa’ presentar, me gusta generar lazos entre las personas. A veces me pongo más huraña... paso una semana encerrada en que no quiero ver a nadie, pero siempre soy la que está en línea en WhatsApp, te respondo al tiro, me gusta conversar, debatir. Necesito la opinión de los demás para hacerme una opinión mía, soy pa’ afuera, extrovertida.

Me decían Snoopy. Unos amigos decían que me parecía... si igual me parezco, ¿o no? Como blanca, la nariz así... las orejitas negras, jajajá. Soy como un poco Snoopy, me gustaba, era un buen apodo.

Me encantaría tener mi estudio propio. Grande, cómodo, donde producir a otra gente. Así como algunos sueñan con la casa propia, yo sueño con mi estudio propio.

Si pudiera cumplir un sueño sería seguir fascinándome siempre de la música. Veo a muchos artistas que se empiezan como a apalancar con la edad, y a mí me gustaría seguir estando despierta.

Foto: Luis Sevilla, La Cuarta.

No creo en las cábalas, pero salto la cuerda... pa’ salir despierta. Antes de salir al escenario, como pa’ entrar en calor.

Mi frase favorita es “Todo pasa por algo”. Es como la típica “no hay mal que por bien no venga”... es como, si te pasó algo malo, filo, no hacerse tanto problema. Mi familia es bastante así, no somos atrapados. Cuando me pasan cosas malas, digo, ya, pa’delante, nomás. Soy optimista.

Una picada que recomiendo es el Ají Seco Místico. El que está en Mac-Iver, me encanta, pero ese, porque hay varios Ají Seco. Me encanta que se llame Ají Seco Místico. Soy vegana, pero siempre me hacen alguna cosita. Siempre que vengo, me tomo un pisco sour con unas yucas.

Trabajé en Telepizza, en una fábrica de serigrafía y de vendedora de ropa. ¡Era pésima! No vendía nada, no convencía a nadie. Trabajaba en el Parque Forestal... me iba mal, ahí no era sociable, me daba vergüenza. Soy sociable pero pésima vendedora.

Yo creo que me gasté mi primer sueldo en pitos, en marihuana. Yo no soy tan borracha, soy de pitos.

Soy bastante nerd. Me gusta ver videos de historia, ahora me dio con los fenicios... no veo Netflix, no veo series, nada, es raro. Me aburro con las series. Ocupo mi tiempo con todo lo que no caché en el colegio, de la historia de la humanidad, ¿cachái? Videos de historia que pa’ alguna gente son muy aburridos, pero a mí me encantan.

Me gustan los mangas, sobre todo cómo están dibujados. A mí me gustaban cuando chica Los Caballeros del Zodíaco, Los Supercampeones, esa trilogía con Dragon Ball. Me gustaban Los Caballeros del Zodíaco porque eran como místicos, po. Tienen como un montón de contenido budista. Shaka de Virgo, ese me gustaba... y que muere.

Me gusta conversar... pero cuando se ponen a pelear en una discusión, algo más intenso, me separo, no me gusta enfrentarme. Yo ocasiono las peleas y después me voy cuando se ponen a pelear muy brígido. Me gusta preguntar qué opinas tú, soy de sacar temas a colación, pero no soy muy de enfrentamientos.

Foto: Luis Sevilla, La Cuarta.

En el día a día escucho música de los 80, tecno, reggaetón, me gusta el dembow. Ahora ando bien pegadita con George Michael. Mira, en Spotify tengo a George Michael, María Arnal, Lisa Stansfield...

Recomiendo un disco de María Arnal, que es una cantante catalana, española, y que le encanta Violeta Parra. Nos hicimos amigas ahora por Internet, y me doy cuenta de que tiene mucha influencia de Violeta Parra. El disco se llama Clamor.

El libro que siempre recomiendo, un clásico a esta altura, es Sapiens: de animales a dioses (2011). Es muy bueno, súper propositivo, hace un análisis del mundo en que vivimos hoy, cuánto nos queda, es ecológico, habla de los animales. Lo encuentro bien completo. Me encantan los audiolibros... más que los otros, es que a esta altura uno se pone como desconcentrado.

Lloré con La tumba de las luciérnagas, del Studio Ghibli. No la podría ver de nuevo. No, no, no podía parar de llorar. Se acabó y seguí como una hora llorando. Es terrible, de unos niños en la guerra, es la película más triste que puede existir. ¡No la vean!

Mi serie favorita es Dark, una alemana... He visto series, pero cuesta que me agarren. Cuando pasa, soy devota eso sí, como me pasó con tres: Dark, Lost y Game of thrones. De Game of thrones me gustaba la Khaleesi, la Mother of dragons.

Me gusta creer en el horóscopo. Me encanta preguntar los signos, esa cosa social, el ascendente. El horóscopo es una cosa que une a las personas, y hace que la gente empiece a conectar y a sentir empatía con el otro. No sé si será verdad... pero lo sigo. Leo a Pedro Engel, el del fin de semana es bien bueno. Y me gusta la Check-In Mela, que es una puertorriqueña.

Yo soy géminis, ascendente y luna en piscis, y me siento bastante identificada. Porque géminis es como social, cambiante, volao, y piscis es como muy artista, muy empático con el otro, al punto que llega a ser poco confrontacional. Y muy dispersa. Y sí, soy de ver la compatibilidad... cuando me gusta alguien, de una le averiguo el signo, veo el horóscopo y todo.

Foto: Luis Sevilla, La Cuarta.

Si pudiera tener un superpoder sería leer la mente, obvio. Me ahorraría bastantes problemas. A veces la gente no te dice las cosas, y no sé, me gustaría tener el superpoder de, al menos una vez a la semana, poder leerle la mente un ratito a alguien. Tampoco todo el tiempo, si no, la vida pierde el misterio. Incluso, una vez al mes poder leer la mente de alguien por cinco minutos.

No puedo sentir culpa por un placer, pero hay algunas canciones como medias misóginas que me gustan... de un dj que se llama DJ Assault, que habla puras obscenidades y sí, es un placer culpable, porque es anti lo que soy yo, pero lo ponen en una fiesta y no puedo no bailar.

Si pudiera invitar a tres personas a un asado —vegano— sería a Juan Gabriel, Naomi Klein y Chavela Vargas. Juanga, porque es muy buena onda, compone increíble, le hubiese preguntado cómo compuso todas esas canciones... se nota que era bueno pa’l hueveo y tiene que ser gente dicharachera, si no, qué aburrido. Naomi Klein, que es una pensadora e hizo La doctrina del shock, y habla mucho de Chile... es muy buena onda, sé porque salía mucho a carretear, en Buenos Aires me enteré. Y Chavela Vargas, porque esa sí que era buena pa’l carrete. Con esos tres quedo lista. Se hubieran puesto a cantar con Juan Gabriel y la otra haciendo análisis de la política, está perfecto.

Javiera Mena es original.

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