Por Guido Macari MarimónLa Firme con Daniela Muñoz: “Hoy miro para atrás y, de cierta forma, agradezco todo lo que me pasó”
Ha tenido un año complicado en lo personal. Pero la movilera estrella del Contigo en la Mañana (CHV) ha logrado sortear las adversidades, y se le han abierto nuevas puertas, en la pega y en lo sentimental: “Estoy feliz, tranquila y acompañada”, cuenta.
Daniela Muñoz Olmedo (31), movilera estrella de Contigo en la mañana, habla de Claudio Valdivia y, de pronto, en ese preciso instante, a pesar de la distancia, como si hubiera escuchado, aparece el aludido por los patios de CHV, pasadas las 3 PM:
—Tengo que hablar contigo —le dice desde otro rincón el participante de Fiebre de Baile, quien se encuentra con su bailarina de programa, Francisca Pemara.
—¡Hola! ¿Cómo estai, Fran? —saluda la reportera, sonriente, y consulta—: ¿Están ensayando?
El deportista y ex-Año 0 se viene acercando a Muñoz para meterle conversa: “Tenemos pendiente el trío”, lanza, con una buena cuota de doble sentido.
—¡¿Qué?! ¡¿Ah?! —contesta la periodista, y le sigue el juego—: ¿Pero qué tipo de trío? —Se ríe.
—No, la comida —aclara el mediático competidor, que muy encantador se sienta junto a la periodista, y luego ella pone en contexto a La Cuarta sobre la promesa que él le habría hecho por ser su compañera de danza en el estelar:
—Me dijo que me iba a invitar a comer.
Luego, Valdivia chico, al enterarse de que en la entrevista su nombre está sobre la mesa, se pone de pie y dice: “Me voy entonces”, y argumenta muy sonriente: “Estando yo presente va a hablar muy bien de mí”.
—Pero agendemos po’ —le advierte ella antes de que se marche—: Tienes que cumplir.
—Te puedo invitar a comer aquí al casino —propone él, falto de ideas.
—Nooo, qué fome —descarta ella, y luego pasa un aviso—: Me gusta el ceviche.
—Ya —acusa recibo Claudio, que se marcha a sus labores.

Minutos después, ¿quién es el que anda por ahí? Kurt Carrera, que se dirige hacia uno de los estudios del canal. Pero antes, como haciéndose el desentendido, lanza al aire, pero evidentemente aludiendo a Muñoz:
—La mejor, no hay otra.
Luego, el comediante se le acerca y le sugiere: “¿Vamos a la segunda temporada?”, con la idea que compitan entre sí en el estelar de baile. Ella se queda con la idea en mente. Instantes después, recuerda emocionada el intercambio con el humorista:
—Kurt digo algo: “La mejor notera”, ¡lo dijo él! Qué lindo.
La entrevista continúa. Y ya hacia el final, un hombre con traje ranchero, que hace rato miraba a la reportera mientras esperaba para aparecer en Cuánto vale el show con su banda, Pacto Ranchero, ahora se anima a acercarse junto a uno de sus compañeros y le dice a la comunicadora:
—Disculpe, me encanta usted, ¿me puedo sacar una foto con usted?
—Por supuesto —acepta ella, poniéndose de pie—, ¿pero puede ser del lado izquierdo? Que es mi lado.
Ella le pregunta su nombre, y él le contesta, y le agrega que es hermano del cantante del grupo de cumbia Amerika’n Sound. El otro integrante toma la foto. En un rato, él se presentará en el estelar conducido por Julián Elfenbein, así que ella le expresa: “Que te vaya bien en tu presentación”. Los músicos se retiran.
Al parecer, espontáneamente, eso genera la reportera en la gente a su alrededor.
Como sea, en una hora y media de conversación con La Firme, la periodista repasa su historia y carrera en ascenso, marcada por su núcleo familiar y sus ganas de hablar, copuchar y estar en todas; luego, su vocación por ser periodista policial, siendo Miguel Acuña su referente iniciático; sus primeros pasos en Bienvenidos (Canal 13), para luego forjarse en TVN —donde se hizo amiga de Gino Costa y Pablo Candia—; de ahí el salto a ser la única notera mujer en el matinal de CHV, donde hoy se una de las figuras clave; hace un repaso de su historial amoroso, marcado por dichas y quiebres, hoy emparejada con un conocido alcalde, según confirma; analiza su relación con entrevistados y televidentes; sus definiciones periodísticas; da luces del delicado presente familiar que enfrenta; y minucias varias.
—Siento que esto de querer trabajar en televisión, o ser periodista policial, se dio en un corto plazo —admite—. En la universidad soñaba con eso y ya a los 22 años estaba haciendo mis primero despachos reporteriles...
LA FIRME CON DANIELA MUÑOZ
¿Lo primero que se me viene a la mente de niña?... Estar con mi familia (soy muy de familia), pasar tiempo con mis papás y hermanos. Mi niñez fue muy en familia y con amigas. Habitualmente, todos los fines de semana los pasábamos con mis primos, hermanos o mis compañeras que iban a la casa. Son muchas anécdotas e historias. Me acuerdo que mis hermanos me decían en la mesa, cuando estábamos almorzando: “Dani, ocupa tu silencio”, en buena onda. Era muy parlanchina, siempre, muy de contar anécdotas, llegar del colegio y contar todo lo que había pasado y el chisme del día. Esos espacios e instancias familiares me marcaron mucho. Obviamente ha permitido que mi vínculo con mis hermanos, mi papá, mi mamá y mi abuela hasta hoy sea muy fuerte.
Soy la menor de tres hermanos, la única mujer y, por ende, la regalona. Siempre. Tengo papitis y mamitis constante, hasta los 31 años. Tengo una excelente relación con mi madre, que si bien no vivimos juntas, hablamos todos los días por teléfono. Ayuda o cosa que necesite, sabe que puede contar conmigo. Creo que es mi mejor amiga, la persona más cercana que tengo y que literalmente sabe todo de mí.
Me crié 29 años con mi abuela, en la misma casa. Toda mi vida mi mamá ha vivido con la suya, en un terreno que tiene dos casas. Ahora mi mamá vive ahí y mi abuela en una casita atrás. Mi abuela es mi segunda mamá. O sea, todos los permisos pasaban por mi mamá y luego por mi abuela. Cuando era chiquitita, a los tres o cuatro años, decía: “¿Por qué tengo dos mamás?”. Le pedía permiso a mi mamá, y después le tenía que pedir a mi abuela; y era muy didáctico y entretenido. Mi abuela y mi mamá, para mí, son todo.
Estudié en la Institución Teresiana, que potenciaban a que los alumnos tuvieran actividades extraprogramáticas. Tenía que meterme a ciertos talleres para hacer deporte, y me metí a varios, como en volleyball o atletismo, pero era muy lenta y no era tan buena en realidad. Probé gimnasia rítmica, y no tenía muchas habilidades, pero fue un desafío porque me llevaban igual a campeonatos y sacaba de repente un tercer lugar. Tengo mis medallas de bronce de recuerdo. Me sirvió mucho para desarrollar la memoria coreográfica. Pero para mí, a esa edad, a los ocho, era el tremendo desafío. Me tenía que instalar en un tapete, presentarme a los papás de todas las niñas, en colegios gigantes y con mucho público, entonces me ayudó mucho para desarrollar mi personalidad y desplante. Había que creerse el cuento.
En el colegio hacía de todo. No me podría definir como centro de mesa, pero sí era muy participativa: estuve en el centro de alumnos y en las directivas del colegio; alguna vez hice la cimarra, era rebelde y me suspendieron por falsificar una comunicación. Igual era me las traía, pero nunca me echaron del colegio, estuve catorce años en la Institución Teresiana: era buena alumna, estudiosa, rebelde y buena para participar; evento que había, lo animaba. Era de muchas amigas y lo pasé increíble. Si pudiese volver al colegio, volvería, de todas maneras, ¡feliz!
Mi colegio era de puras mujeres, pero fui la primera generación que incluyó hombres. Tuve dos o tres “tardes mixtas”, que es cuando estás en un colegio de mujeres te empieza a gustar gente del sexo opuesto y en el colegio se formaban tardes para que te juntaras con niños de otro colegio; la directiva de curso tomaba contacto con otro colegio, como el San Ignacio, el Verbo Divino o el Seminario, y se hacía una tarde entretenida para conocer a gente del sexo opuesto. Se hacían concursos que hoy no sé si hacen, como pasar la manzana. Eran eventos “coquetos”, diría. De ahí saqué pinches nomás, no pololos. Era primera vez que experimentábamos un gusto por el sexo opuesto. Encuentro que era una forma muy lúdica, como con baby fútbol o jugábamos naciones. Me acuerdo perfecto de haber estado amarrada con un niño del tobillo, correr por toda la cancha y mientras iba conociendo al otro... Ahora que lo pienso, era bien exótico, pero me sirvió para soltar la labia: el primer pasó.
Siempre supe que quería ser periodista, desde el día uno. Siempre, en el colegio, cada vez que podía participar de algún tipo de evento o de alianza lo hacía. Personalidad tenía en ese minuto, pero no sabía si, por ejemplo, ser actriz o periodista, o mi papá es abogado y me llevaba un poquito por el Derecho. Pero, en segundo o tercero medio, una de mis mejores amigas entró a estudiar Teatro; y como mi mejor amiga lo haría, no sabía si quería estar “juntas”, y al final dije: “Optaré por Periodismo”. Siempre me gustaba contar historias, con detalle incluido; y se me hacía muy fácil relacionarme con la gente, y sentía que en el periodismo quizás era una habilidad que podía desarrollar más. Di la PSU, me fue bien y me alcanzó para entrar a la U. Católica y estudié.
No siempre me imaginé ligada a la televisión. Obviamente, cuando era más chica y veía tele, siempre estaba con el bichito de ser la periodista policial; ya fuera en radio o en tele, era lo que soñaba, me gustaba ver el trabajo de las policías y era muy fan de el Detective Conan, que era mi programa favorito cuando chica. Tipo CSI: Miami, de saber lo que estaba pasando, e incluso dije: “Me podría dedicar al periodismo de investigación”. Pero fueron pasando los años y, por las ofertas, al final entré por otro rubro. Pero siempre me gustó, como medio de comunicación la tele y la radio; se me daba muy fácil hablar fluido, y era una proyección en ese minuto; pero nunca pensé que entraría al tiro. Hice mi práctica y entré a los medios.
Mi sueño era ser como Miguel Acuña, era mi referente de pequeña, porque era full periodista policial. Uno en la casa lo veía y decía: “¡Ah!, él está en todas, tiene datos de todo”. Siempre le preguntaban por qué se estaban haciendo ese tipo de allanamientos o de procedimientos, y sabía todo, y yo decía: “¿Pero de dónde le llegará tanta fuente?”. Uno después entiende que con los años va construyendo sus propios contactos, pero en ese minuto me parecía: Estar donde las papas queman, en la noticia del día a día. Miguel se dio por enterado de que era mi referente por algún programa en que lo dije, y creo que me mandó un mensaje alguna vez y me dijo que se sentía orgulloso.
Me invitaron a animar en la Concha Acústica con el “Guatón” Salinas. Ya había un animador, se bajó y fue como: “Dani, ¿puedes rellenar un momento y hacer un dúo con el ‘Guatón’?”. Era un evento masivo de la UC, con 5 mil personas, y yo tenía 19 o 20 años, y dije: “Démosle”. Nos pegamos un show con el “Guatón” y le di un beso en la guata, JAJAJA, porque me acuerdo que la gente pedía “el beso”, que era parte del show, y yo estaba pololeando, y me sentía muy infiel si le daba un beso en la boca, y mi pololo estaba al lado del escenario; y no se me ocurrió nada mejor que decirle: “Ok, le doy el beso, pero en la guata”. El “Guatón” se levantó la polera y le di un beso en su ombligo peludo. Una linda anécdota. Y él se acuerda. Cuando me he topado con él, me dice: “¡Tú eres la del beso en la guata!”. Creo que nos marcó.
Tuve la oportunidad de dedicarme a la política en la universidad, pero me fui por otro lado. Para entrar a la política, tenías que tener tiempo completo, o sea, después de las pruebas o clases ir al NAU —el grupo político de centro-izquierda con que me identificaba —, y era mucho tiempo; empecé a priorizar otras cosas.
Hice un viaje al Sudeste asíatico por países como Myanmar, Tailandia, Indonesia. Fui un tiempo sola y uno con mi mejor amiga. Quise viajar para olvidar a un gran amor. Surgió de una pena de amor, cuando tenía 20 o 21 años. Pucha que me costó juntar las lucas, y me costó mucho que mi mamá estuviera de acuerdo. Iba con la idea de “desconectarme del mundo”, concentrarme en mí misma, tener espacios personales y de reflexión. Descubrí algo: uno dice “me iré a un viaje a conectarme conmigo”, pero la gente —siento yo— nace para vivir en comunidad y necesita del resto. Por más que quisiera encontrar mi propio espacio, tenía una necesidad estar con gente, donde estuviera o en el hostal que me quedara, o pedir ayuda para hacer algo. Fue una necesidad comunicarme en el idioma que fuese. Pensé que sería una experiencia muy positiva en materia personal y siento que aprendí muchísimo, de otras personas, culturas y países, y me desenvolví en muchas situaciones que quizás fueron complicadas y me hicieron madurar.
No estoy para nada arrepentida, pero hoy, a los 31, ¿volvería a hacer el mismo viaje? Sola no lo haría. No sé de dónde saqué esa valentía de cruzar el mundo, viajar a Hong Kong, ¡sola!, y hacerme un tatuaje con un indonés, con bambú, que no nos entendíamos y sólo le dije que quería un carácter chino que significa “Coraje”, porque por mi pena de amor sentía que no tenía la valentía para enfrentar ciertas situaciones. Es súper significativo este tatuaje —el único que tengo—, porque dije: “Quiero eso para mi vida, me lo voy a plasmar”. Me lo puse en el pie, donde siempre pudiese verlo. Es un muy lindo recuerdo, porque desde que me lo hice hasta ahora, he aprendido a enfrentar las cosas cuando son necesarias...
No me costó tanto superar a ese pololo. O sea, nos volvimos a reencontrar. Volví a la universidad después de ese viaje y, a la primera persona que vi, fue a él. Después, el mismo, me pateó en un viaje a Brasil, que él me lo había dado y fue justo de una semana. Me terminó allá, me pateó allá. Pero, cosas de la vida: un aprendizaje. Después nos reencontramos en TVN. Tenemos una buena relación, aunque no hemos hablado hace muchos años. Diría que fue mi primer gran amor. Él era más grande y estudiamos un tiempo en la universidad juntos.
Hice mi práctica en el Bienvenidos (Canal 13) tres meses. Me quería quedar, insistí y no me resultó. A Martín Cárcamo lo conocí poquito porque no me tocó tanto la experiencia del estudio. Una vez bailamos cueca. Lo pasé muy bien en mi práctica, por eso me quería quedar. Y la Tonka (Tomicic), también, muy simpática. Las pocas veces que estuve en el estudio, haciendo coordinación de piso —uno de los roles que me tocó—, todos los rostros me trataron súper bien. Siempre me hicieron sentir parte del equipo, desde el día uno, en la pauta, con los rostros y proponiendo temas. Me hizo sentir ganas de querer extender mi práctica.
Cuando entré a Radio Cooperativa, después de Bienvenidos, me tocó estar siete meses y en dos me tocó reportear durante el gobierno de Michelle Bachelet en La Moneda, y me tocó viajar en helicóptero e ir a los lugares que iba Bachelet. Y se me dio la oportunidad de cubrir política, pero nunca fue algo que me llamara tanto la atención.
Un día recibí el llamado de TVN para entrar, de un jueves para un viernes, y acepté, me fui a la tele en el 2017, y no me acuerdo exactamente qué año hice mi primer móvil, pero debió ser a los dos años y medio después.
A mediados del 2018 me tocó hacer mi primer móvil, pero fue súper fortuito. No estaba en mis planes aparecer en televisión. Una compañera se enfermó, necesitaban que lo hiciera una mujer, no había otra niña, y mi jefa, Paula Ovalle, me dijo: “Dani, ¿tú haces móviles?”, y contesté: “No hago, alguna vez hice en la universidad en un ramo”; así que me contestó: “Mañana harás tu primer móvil”. Desde ese día quedé como “la reemplazante”. Quizás antes sentía un poco de miedo de no cumplir con las expectativas mías y de la jefatura, pero me gustó: sentí que era un desafío, porque la jefatura estaba confiando en que podía cumplir ese rol. Obviamente daría lo mejor de mí para que quizás fuese algo más frecuente; sabía que si faltaba alguien, existían posibilidades de que me dieran esa opción. Me gustó.
Gino Costa me hizo una pequeña “capacitación”en mi primer móvil: se quedó la tarde anterior a enseñarme hasta muy tarde con pizarra y todo. Me acuerdo que tenía que hablar de los medicamentos bioequivalentes y tenía que entrevistar al director del ISP, y Gino extendió su jornada, parándose al lado de la pizarra y me decía: “Así tienes que poner el micrófono, nunca des la espalda...” Eran dos entrevistados, entonces tenía que estar pinponeando con y otro. Siempre recuerdo que Gino puso de toda su disposición para enseñarme. Somos amigos.
Con Pablo Candia lamentablemente no nos hemos podido juntar mucho, por temas de tiempo. Pero la buena onda sigue. Estuvimos ahora en un programa ,en Plan perfecto (CHV), cuando me invitaron, y grabamos una historia. Tengo muy lindos recuerdos de Pablo, fuimos muy amigos en TVN, y hoy tenemos una bonita relación. Obviamente ya no nos juntamos como antes. Fuimos grandes amigos y creo que hoy, por tiempo nomás, nos alejamos. Pero fue un gran consejero.
Pololeé con un periodista de La Red, Pablo Yutronic. Era súper entretenida la relación: los dos periodistas, prácticamente nos tocaba reportear los mismos temas, y compartíamos puntos de vista y de repente no estábamos de acuerdo, y nos contábamos nuestras jornadas obviamente. La relación no fue monótona, ¡para nada! Pablo tiene una personalidad también súper extrovertida, así que no fue nada aburrido. Aunque ambos fuéramos periodistas, en ningún momento me aburrí.
Me costó irme de TVN, mucho. Estaba feliz, muy cómoda, trabajaba con excelentes profesionales y estaba chocha. Fue mi gran cuna, porque me entregaron todas las herramientas para aplicarlas en CHV. Aprendí mucho: llegué a escribir una nota y editarla. Después me dieron la posibilidad, por un reemplazo, de hacer un móvil. Siento que crecí mucho y me dieron muchas oportunidades.
Dicen que Lucho Ugalde fue clave para que yo llegara a CHV, JAJAJA. Eso me han comentado. Necesitaban a una periodista; había un cupo que quedaba libre porque en ese minuto Pancho Sanfurgo había renunciado, y querían sumar a una mujer a los movileros, porque no había ninguna en la calle en el Contigo en la mañana. Entoncese entiendo que le preguntaron a Lucho y a “Gato” (Matías Tapia), productor, a quién podían recomendar, y dieron mi nombre.
De CHV me convencieron —que fue una de las principales razones—, porque en TVN tenía una jornada muy larga; en la mañana hacía móviles y después en la tarde tenía que hacer una nota de matinal: entraba a las 6 AM y salía a las 9 PM; y por lo menos creo que estuve dos años así. Y cuando me llamaron de CHV, la oferta era ser netamente movilera y hacer una nota al mes. Mi horario se reducía harto, en seis hora: de 6 AM y a 3 PM. Lo que ellos querían puntualmente probar era mi trabajo en la calle. Así llegué y hasta hoy estoy con esa función.
Que quizá soy “la notera más busquilla y rendidora de la última década”, dijo Larry Moe (crítico de LUN) en el 2023. Qué tierno. Agradezco cada palabra de él, que de verdad no sé quién es; he hecho los intentos para conocerlo, o comunicarme con él, y no ha sido posible. Pero siento, humildemente, que una de las características quizá más importantes que tengo en el periodismo que hago hoy es ser busquilla, pero sólo por una cosa: trato de ser súper responsable al momento de entregar la información; y creo que a veces soy un poco latera.
Una vez a la semana en los móviles digo: “Julio (Rodríguez) y Andrea (Arístegui), quiero ser súper responsable con la entrega de la información...” Es una frase habitual, porque no me gusta faltar a la verdad o decir algo cuando no tengo certeza. Siempre que llego a una noticia, o tengo que comunicar, trato de que sea lo más fehaciente a la realidad, con la mayor cantidad de datos, entregando información 100% certera y, si le tengo que preguntar a mucha gente, lo haré. Siento que soy una persona busquilla, que trata de verle la quinta pata al gato para tener una mayor cantidad de datos.
Hay veces que se puede jugar. Hay veces en que una es más rigurosa y seria. Pero siento que el humor es parte de mi personalidad. En el matinal, ciertas ocasiones las he aprovechado: más extrovertida, espontánea y cercana con la gente. De repente hago un despacho y llega una persona que se involucra, quiere decirme algo, tira un piropo o tiene una opinión, y yo dejo nomás que las cosas se den. Encuentro que el ser espontánea es lo que permite que llegues a la gente, y que la gente tenga ganas de conectarse contigo y el matinal. En la medida que pueda ser lúdica o espontánea, o en ciertas situaciones tirar la talla y reírnos —quizás después de tanta desgracia—, lo aprovecharé. NADA está pauteado como para decir: “Hoy un móvil es así”. El otro día estábamos hablando de Meiggs, de situaciones complejas en relación al comercio ambulante, y terminamos hablando de las ofertas que había para Navidad porque el móvil se dio así, porque una persona preguntó “dónde puedo encontrar” tal producto. Hay que saber aprovechar esta espontaneidad de la cámara.
Me dicen que soy coqueta, jaja, como por mi personalidad, más simpática y de repente tirando tallas. La mayoría de la gente —los hombres y las mujeres— me dice que tengo una personalidad coqueta. ¿Creo que es cierto? Sí, creo que es cierto, pero lo disfruto. Creo que le saco provecho, en el buen sentido: hace que quizás uno se pueda vincular de manera más cercana con la gente, en los móviles y en todo. Creo que hoy en mi pega lo más importante —y es algo que trabajo mucho— es poder escuchar a la gente, que hoy siento que tiene la libertad de acercarse en los móviles, o de escribirme a través de las redes sociales: “gracias por escuchar” o por cierta opinión en el matinal. Y eso creo que tiene que ver con la cercanía, por acercarse, darse el tiempo y conversar. Y mi personalidad es así: más dicharachera, conversadora y extrovertida. Me puedo definir como una persona muy espontánea.
Ahora que Julio César Rodríguez es director de programación de CHV, siento que no ha cambiado nada. Lo que siento es que quizá está trabajando mucho, ¡sé lo he dicho!, y me preocupa, jajaja. Tengo súper buenas relaciones con Julio. Obviamente ahora tiramos las tallas del jefe como: “Si es que Julio lo dice...”. Solamente nos preocupa, y creo que es un sentimiento generalizado, que tiene mucho trabajo; pero al mismo tiempo tiene muchas ganas de seguir construyendo cosas nuevas en el canal. Obviamente trata de dedicarle el tiempo a todos los programas en que está involucrado —que ahora viene siendo la parrilla programática completa—; pero en la medida que pueda dar su punto de vista, participar y quedarse en el matinal, lo hará... Pero no ha cambiado en absoluto: lo adoro, tenemos una muy buena relación y me ha dado siempre muchos consejos, y cada vez que le pido uno es: “Sé tú nomás, muéstrate como eres”.
JC Rodríguez dijo que fui la responsable de su programa Somos o no somos amigos (Yuly). Una vez nos tocó en un móvil en el aeropuerto recoger historias de la gente que venía llegando a Chile para fechas importantes — para Navidad o Año Nuevo—, por los reencuentros familiares. Estamos entrevistando y, de repente, apareció Ítalo (Fideli), amigo íntimo de Julio desde el colegio, y me enteré al aire porque nos empezó a tirar la talla diciendo que Julio le debía plata y que le pagara. Y yo miraba a Julio y a mi jefe como diciendo: “¿Es real o está planificado y no estoy enterada?”. No entendía si era un sketch o qué. Y Julio después explicó que estaba tirándole una talla, que son muy amigos, y se habían reencontrado. Ítalo, que es de Concepción, había ido a ver a su hijo que tenía un campeonato en Santiago. Creo que no se habían visto hace años y, a raíz de ese móvil, retomaron el contacto y crearon el podcast. Por eso me invitaron a un capítulo.
En junio dije que estaba “pal loly”, a propósito de una ruptura amorosa. Ahora estoy súper bien, JAJAJA. Estoy súper contenta, disfrutando, aprendiendo. ¿Una forma para sobrellevar un quiebre? (Pregunta reportero)... Un clavo saca otro... JAJAJA, NO... Me sirvió el deporte, buscar un hobby o actividad que me guste mucho, que tome tiempo y que te haga bien, ¿y qué mejor, en mi caso —que me demoré en encontrarlo—, que el deporte? Desconectarme, ponerme audífonos, escuchar alguna música que me guste y salir a correr... dejar de pensar tanto y llenar el espacio, no tener tanto espacio para reflexiones internas que, al final, sólo te cuestionas y te das mil vueltas en lo mismo.
Julio César, cuando le conté que me iba de vacaciones a Cancún, me dijo: “Ay, qué entretenido, ¿cuánto tiempo te vas?”, y le contesté: “Diecisiete días”, y me contestó: “Es mucho”... ¡Me lo adelantó! JAJAJA... “¿En pareja o con un grupo de amigos?”, me preguntó; le dije que “en pareja”; y me contestó: “Creo que es mucho”. Lo vaticinó. Era harto tiempo, pero cuando una está enamorada, cree que todo se dará de manera bella y que las cosas van a resultar... Y no.... La vida sorprende.
Después de esas vacaciones en abril, eventualmente me tomaré de nuevo en abril. Hace como cuatro años que no me tomaba vacaciones. Pero no las he pedido... Si serán sola o acompañada, no sabemos, jajajaja... No tengo ningún destino en mente.
Hoy miro para atrás y, de cierta forma, agradezco todo lo que me pasó. Siento que todo pasa por algo. Me quedo con lo lindo de la relación. No fue el mejor término, porque creo que no terminar cerca de tu familia y de tus amigos es doloroso, porque te dan ganas de dar un abrazo, de que tu compañero o compañera de lágrimas esté al lado, tu mejor amigo, tu mamá, tu hermano o quien sea. Igual estuvo el llamado telefónico con mis seres más queridos para ayudarme, y me quedaban dos días para devolverme; tampoco fue terrible. Al final uno, si bien sufre, tiene pena y llora, después busca la forma de no estar dándole tanta vuelta al asunto. Me tocó justo volver a la pega, que toma mucho tiempo, y me junté con amigas, salí a andar en bicicleta y a hacer deporte. Igual se me hizo fácil pasar la pena; pero siempre full acompañada: mis amigas y familias fueron fundamentales para avanzar.
Terminamos, él tenía ciertas intenciones de volver, pero al mismo tiempo estaba en una aplicación para conocer gente (Tinder); entonces algunas amigas me decían: “Si están los dos solteros, da lo mismo que esté en una aplicación”; pero yo decía que “no, porque uno cuando quiere estar con una persona no está buscando por otros lados”. Eso me ayudó para darme cuenta, decir adiós y cortar. En esa relación había una proyección. Pero por algo pasan las cosas.
Me gustaría formar una familia. Si se da casarme —que siempre debe ser consensuado, si el otro quiere o no, o si le es relevante o no—, lo acepto. Creo que hay que compartir esos intereses. Pero más que casarme, me gustaría formar una familia. Me gustaría ser mamá. Como siempre fui muy apegada a mi familia, quizás me gustaría tener ese proyecto, llevarlo a cabo con alguien, con un compañero.
Ser mamá no es un intransable para mí. Quiero ser mamá, pero no es un proyecto que tenga a corto plazo, que lo tenga con fecha; puede ser que pase o que no. Si no pasa, bien. Hoy siento que estoy priorizando mucho mi carrera y estoy enfocada en eso. No siento miedo ni ansias. Tengo 31 años, soy súper joven, y hoy siento que mi enfoque está en otro lado: el trabajo, las animaciones de eventos —que me encanta—, la radio o generar un podcast. Quiero ocupar mi tiempo más “libre” en todo lo relacionado a mi carrera profesional.
Me lo han preguntado y no he querido hablar, pero: hoy estoy pololeando. Encuentro que siempre es más entretenido —creo yo— llevar la vida en pareja, hacer cosas y panoramas juntos.
Hoy estoy feliz, tranquila y acompañada, pololeando con Agustín Iglesias (alcalde de Independencia, apoyado por Chile Vamos). Estoy muy contenta. Se dio de manera súper fortuita. Nos conocemos ya desde hace un tiempo. Estoy feliz, siento que estamos creciendo juntos, tenemos muchos intereses en común. Y eso. Me gusta mucho. Nos gustamos mucho. Ha entrado más la política a mi vida, porque obviamente cada uno le comenta su jornada al otro. Pero prefiero mantenerme al margen para no tener ningún conflicto.
¿Me metería a la política? Lo haría simplemente porque me gusta mucho asumir asumir desafíos. Si yo me lo propusiera, podría pensarlo. No sé si es algo que me nace, pero si me lo proponen podría prepararme, involucrarme en los temas y aceptarlo sí o sí. No descarto nada. A esta altura, encasillarse en algo o decir “me gusta este rubro”, no: prefiero asumir los desafíos y jugármela.
En temas amorosos, creo que soy súper relajada, muy buena para conversar, espontánea y buena para tirar la talla. Creo que mis relaciones se caracterizan por tener momentos muy entretenidos. Creo que, al final, es lo que hace que te guste estar con la otra persona. Soy muy de risa fácil, muy de disfrutar los momentos pequeños y me contento con cosas no grandes.
Soy romántica, soy muy de detalles de pareja, de aprovechar los momentos, salir a comer, ir a ver una película o ir al estadio. Ayer fui a ver a la “U”; pero puedo ir a ver a la Unión Española o a Colo Colo. Pero no soy de ningún equipo. Una vez a Marcelo Barticciotto me lo topé en el canal, le hice la gracia y empecé a hablar como argentina, y me creyó. Pero era una broma nada más.
¿Me siguen gustando los hombres “cuenteros”? Cuenteros no. Creo que hoy me centro en otras cosas al momento de iniciar una relación. Quizá antes me fijaba en lo más superficial, en que sea un hombre encantador, que llegue a la gente, que tenga blabla o ese encanto verbal. Hoy, no. Creo que uno se tiene que concentrar en encontrar un compañero, una persona que te apañe en las buenas y malas — más en las malas que buenas—, en alguien que te aconseje, que te escuche y que te apañe en momentos importantes. Al final, contar con esa persona en todo momento y quiera estar contigo cuando lo necesitas. Que tenga ganas de construir algo, que tenga ambiciones de crecer como persona. Que tenga proyecciones en su vida, en distintos ámbitos. Eso creo que es atractivo.
Tenía un “patrón” de hombre: esa persona que se presenta como el buena onda, canchero, el de conversación fácil y que te tira piropos: sólo fijarse en la carátula, en lo más superficial. Siento que quizá me quedaba mucho con eso. Pero “cuentero” suena feo: galán. Siento que antes buscaba al hombre más galán, y hoy no; siento que es más importante el que te acompaña, aconseja y sobre todo que esté en las situaciones más dolorosas. Creo que el hombre que te acompaña en una situación dolorosa, que te aconseja, escucha y no quiere que vivas esas situaciones, y trata de evitarlas, lo es todo. Y que tenga buen sentido del humor.
Estuve en Fiebre de Baile. Antes había participado en La divina comida y en Podemos hablar, pero nunca había estado bailando para mucha gente, menos en un programa. Fue un tremendo desafío. Igual me daba vergüenza hacerlo, desde el traje y la vestimenta, hasta bailar con alguien metido en el mundo de la televisión: Claudio Valdivia. Cuando vi el mensaje —porque me escribió por Instagram—: “Oye, ¿tú bailas? ¿Te gustaría bailar conmigo?”, y pensé: “¿Esto es real?”; y le pregunté si lo era y me contestó: “Claro, solamente quiero saber si te gusta para ver qué ritmo podríamos elegir”. Fue una tremenda experiencia, pasé súper bien ¿La repetiría? La repetiría.
Con Claudio no éramos amigos. Me tocó reportear el tema de su hermano (Jorge Valdivia y las acusaciones judiciales). Estábamos en el Centro de Justicia y Claudio, en un momento, pidió a los periodistas que no se acercaran a entrevistarlo, que simplemente quería ir a comprarse un sándwich y tomar desayuno, y nosotros no los seguimos, sólo el “cámara” con el que estaba y yo. Y el resto de la prensa obviamente lo siguió, porque querían sacarle la entrevista; y le dije al “cámara” que no lo siguiéramos porque él había solicitado eso, y me acuerdo que me dijo: “Pero, Dani, ¿y la imagen?”, e insistí: “No lo grabemos porque no quiere”. Claudio fue a comprar, volvió, se acercó y me dijo: “Te quiero agradecer profundamente que hayas tenido ese gesto conmigo, no quería hablar y siento que me entendiste y empatizaste”, y me dijo: “Si quieres a la salida hablamos”. Nos terminó dando una entrevista a nosotros. Fue fructífero por todas partes. Igual quedé en shock, porque él fue muy amable conmigo.
Algo que me ha marcado mucho, y que siento que me ha ayudado mucho a ser la persona que soy, es que una vez alguien me dijo que yo no tenía que ser tan cercana con la gente, que no debía tenía tanta empatía al entrevistar, porque eso hacía que quizá perdiera un poco de objetividad en mi reporteo; que si me acercaba mucho a la gente, dejaba de ser objetiva. Y siento que a raíz de eso hubo un cambio, o un darme cuenta, y es mi frase de vida: el día que deje de sentir empatía por mis entrevistados, me cuestionaré mi rol periodístico.
Algo muy positivo que tenemos en el matinal es que tenemos un tiempo de reporteo, para conversar con la gente, y hay cosas que no quieren manifestar en pantalla, y obviamente tiene que existir ese respeto. O sea, para mí el respeto y empatía al transmitir algo es un eje central: la prioridad es la persona. Cuando estoy en un móvil todos los días, no le estoy hablando ni Julio, Andrea ni a mis jefes: le estoy hablando a la gente que está en sus casas, que muchas veces está sola o solamente tiene un canal para ver. A esa persona le estoy hablando. Si una persona no quiere que la muestre o que diga algo, no tengo por qué hacerlo. Eso me ha ayudado mucho a que la gente también pueda confiar en contar su historia.
¿La gente qué quiere o busca en el matinal? Últimamente está por el lado de la contingencia, informarse. Pero el público matinal quiere entretenerse, conocerte más allá y en distintos ámbitos. Al final es un programa tan largo que no puedes estar solamente contradiciendo o cuestionando a alguien, sino que te conocen en todas tus formas. Creo que el hecho de que la gente quiera escuchar cierto tipo de contenido, y le des esa facilidad, hace que vea tu programa.
Ha sido un año complejo en lo familiar. He tenido varios momentos duros a nivel familiar, algunos quiebres, sobre los que prefería no entrar en detalle. Pero creo que ha sido un año súper difícil en materia familiar y amorosa. Mi relación con mis padres y hermanos está bien, pero me ha tocado vivir situaciones complejas que no me habían tocado antes. Ha sido un año de gran aprendizaje en ese sentido. Ha sido un año difícil en materia familiar. Pero menos mal encontré y me afiaté a gente (encontré también a Agustín) que me han ayudado mucho a trabajar en ese sentido, para que mi rendimiento en otras áreas no se vea perjudicado. Ahora estoy bien. Son etapas.
Me fui a la casa a los 29, y en mayo cumplo tres años viviendo sola. Tremenda experiencia. Me dijeron que en algún momento me iba “a pegar”, que iba a ser doloroso o que me costaría cortar el cordón umbilical: “Te va a venir un bajón”, me decían. No me había ido porque estaba perfecto, porque soy mamona y papona; y aparte no tengo hijos y no tenía nada que me atara a irme a vivir sola, sino más que nada la experiencia. Nunca me vino el bajón. Pero porque nunca he dejado de llamar a mi mamá y mi papá; la comunicación existe a diario y las visitas son semanales. Tenemos una relación muy linda y unida, igual que con mis hermanos. Nunca me he sentido sola. He disfrutado mucho mi independencia, me encanta vivir sola, amo estos espacios de soledad. Así que nunca me vino el bajón.
Compré un departamento, y ahora vivo en otro que arriendo en Ñuñoa, y el otro lo ocupo como inversión en La Cisterna. Así que se paga solo.
No lo digo por cliché: todos los días aprendo algo nuevo en mi pega. Ya llevo un par de años haciendo móviles, dedicándome a ciertas áreas, y quiero todos los días trabajar de mejor forma. Tengo ese desafío constante de llegar a la gente. Hoy siento que la gente en la calle, cuando nos saludan en los matinales, o a veces cuando voy camino a la casa, es: “Gracias por acompañarnos, por estar con nosotros”. Hay mucha gente que está sola en su casa, adultos mayores, que sienten una compañía en el matinal, que nos ven prácticamente todos los días; uno quizás no sabe quiénes son, pero en la calle los va conociendo, y mientras yo pueda ayudar desde esa vereda, con noticias contingentes, con mi humor y la cercanía, uno se va desenvolviendo en donde te quieran o pidan.
Feliz de adaptarme al proyecto que se me proponga. Obviamente por mi lado puedo soñar con otras cosas, con la radio o hacer un podcast; pero estoy dispuesta a todo. Lo que más me importa hoy es seguir conectada con la gente. Siento que existe ese cariño para todo el equipo del Contigo en la mañana y, si podemos seguir escuchándolo y haciendo el contenido que ellos quieren, genial.
De la radio me atrae la inmediatez. Tiene mucha relación con el móvil, de conectarme con la gente; pero a la gente le da menos vergüenza hacerlo a través de la radio, porque no tiene una cámara encima. A veces mucha gente tiene ganas de hablar, de dar su opinión, pero le ponen una cámara encima y genera mucho más temor y vergüenza. En cambio hay mucha gente que escucha radio y se atreve a llamar a la radio.
Tuve la experiencia en el Aló Pudahuel, se me invitó a ser parte de ese programa un par de días por un reemplazo, me gustó muchísimo: tiene su nicho, su público y existe una conexión inmediata. Hicimos un ejercicio en ese momento de hacer llamados en vivo, sin edición ni nada, solamente había un productor que contestaba, y se generaron conversaciones muy entretenidas con la gente, que tiene muchas ganas de participar, de ser escuchada y contar su historias. Si me llaman de nuevo, voy al tiro.
Me llama mucho la atención tener un programa de radio o crear un podcast. He tenido algunas conversaciones con algunas personas para iniciar el proyecto, pero está todavía en “veremos”. Sería solamente de temas de conversación, misceláneo, relajado, de entretención y lúdico. Ojalá algo que pueda reflejar la personalidad que tengo, que es ser más espontánea, dicharachera, tirar talla.
Nunca he sufrido un colapso ni nada, pero hace poco descubrí que tengo dermatitis seborreica, una enfermedad dermatológica, y se “descascara” la piel, o el cuero cabelludo, en situaciones de estrés. Me suele ocurrir. Es medio extraño. Son momentos, puedo despertar con la piel descascarada en el cuero cabelludo, en las cejas o los codos. Creo que la Mane Swett la tiene, que le da en todo el cuerpo: en la piel, en la cara y qué sé yo. Pero a mí me pasa en ciertas partes, y en situaciones de estrés. Uno trata de controlar la situación, pero es muy difícil, no es tan fácil mentalmente. He tenido que aprender un poco a convivir con eso, sobre todo porque aparezco en pantalla todos los días, y de repente la piel la tengo con rosácea o más rojita. Pero nada que el maquillaje no te pueda ayudar. En su momento tuve que buscar formas de bajar un poquito esta intensidad que me caracteriza mucho: intenté hacer más deporte, me metí a yoga un par de veces pero no me funcionó mucho, porque me cuesta la meditación. Busqué otras formas de deshogarme del estrés, andando en bici o haciendo pesas.
Corro, aunque ya no tanto, pero he tenido varias experiencias. Hace unos días corrí 40 minutos seguidos. Retomé. Pero en su momento me las di de corredora, y tuve la oportunidad de viajar a Torres del Paine a correr 21 km; y corrí varias medias maratones en Santiago. Fue un periodo de mi vida en que me dio por correr, antes de empezar a hacer pesas. Me gusta mucho correr. Me gusta mucho escuchar música entretenida. No me duelen las rodillas; mucha gente deja de correr por problemas físicos, y en mi caso no he tenido ninguna dolencia. Me descubrieron una hernia y tuve que bajar un poquito el rendimiento. Pero ahora lo retomo y no me duele nada. No es una vía de escape ni nada, simplemente es un buen hobby saludable.
En la calle me piropean harto. Me lo tomo con mucha humildad. Lo agradezco mucho. Me siento muy querida, y lo digo súper humildemente; no quiero que suene pedante ni mucho menos. Me lo tomo de manera muy agradable. Me encanta que la gente se acerque, que me diga lo que piensa. Los piropos me gustan, y me los tomo con mucho humor y cariño. Un niño se acercó y me dijo: “Estoy enamorado”, y se sabía mi historia desde hace seis años. No podía creerlo, y hasta lo interrogué, y me dijo el nombre completo, cuántos años tenía y cuándo había llegado a TVN... se sabía toda la historia... Me sorprende, pero me lo tomo con mucho cariño y humildad. Feliz de que la gente se acerque a piropear.
El 0,0001% de los mensajes que me llegan pueden no ser tan simpáticos, pero trato de no darle importancia. Me quedo con todos los mensajes positivos y buena onda. Últimamente me han escrito más personas, hay más seguidores. Mientras yo siga conectada con la gente, y sea un espacio para reírnos y pasarlo bien, lo seguiré utilizando como para la comunicación con la gente.
Me da vergüenza verme en mis despachos. Hay gente que se ve en su despacho cuando sale. Siento que hoy no es tema, o no debería serlo. Mientras una se sienta cómoda por cómo se ve, se viste o se sienta bien físicamente, y lo pueda seguir trabajando, creo que bien. No me acompleja nada en este minuto. Obviamente uno siempre quiere verse mejor o mostrar uno que otro atributo en pantalla; pero creo que mientras uno se sienta cómoda, todo bien.
Me saqué las bolas de Bichat, cuando estaba un poco de moda. ¿Me arrepiento? No me arrepiento. ¿Hay un gran cambio? No hay un gran cambio. Pero lo hice. Se supone que es una grasita externa que uno tiene en los cachetes.
¿Me haría alguna otra intervención estética? No. Por el momento no. No me he hecho nada más. 100% natural... Ahora digo que no, pero uno nunca sabe. No hay que escupir al cielo. Pero en este minuto no lo necesito.
Me dejaron mal en La divina comida (CHV), jaja. ¿Me declaro mañosa para comer? Más o menos. He aprendido. Creo que la palabra no era “mañosa”; tengo intolerancia a la lactosa y eso me limita un poco en mi alimento. Por ejemplo, trato de no comer queso caliente, o queso en general. Feliz me comería todos los tipos de queso habidos y por haber, pero no me cae muy bien. Amo la Coca-Cola, pero me hace pésimo el gas porque me hincho. No me declaro una persona mañosa, sí una que ha aprendido a comer mejor. Obviamente hay cosas que no me gustan, por ejemplo, las pastas, JAJAJA. Los tallarines, sí. Pero cosas que no como: lasaña, ñoquis, sorrentinos y todo lo que tenga masa, carne y queso. No me gustan.
No sé si estoy en mi mejor momento, pero me siento muy agradecida de estar viviendo un buen momento. No sé si es el mejor momento o no, pero siento mucho cariño. Lo digo súper humildemente: me siento muy querida por la gente. Siento que la gente en la calle y redes sociales tira buena onda. Siento que los espacios más lúdicos que se me han dado en el matinal —desde bailar con los brasileños hasta tirar la talla en la nieve— hace que se generen momentos más entretenidos, y siento que he podido ser más yo. Mostrar esa espontaneidad o personalidad que me caracteriza, me han permitido conectarme más con la gente. Estoy agradecida, siempre con ganas de aprender, seguir creciendo, y asumir nuevos desafíos y propuestas.
Cuestionario Pop
Si no hubiera periodista habría sido actriz, ¡sí o sí!, jaja.
En mi época universitaria en la U. Católica era estudiosa. Salía a carretear, pero diría que igual fui trabajólica en esa etapa, porque trabajé en Admisión UC; trabajé algunos fines de semana en la Radio Cooperativa, porque había una profe, la Verónica Franco, que me invitó a ser parte algunos fines de semana. Trabajé en varias cosas para irme al Sudeste asiático, en chocolaterías y supermercados para ahorrar. Diría que tuvo de todo un poco: entretención, trabajo y mucho aprendizaje.
Parece que cábala no tengo, pero hay algo muy mágico que siempre me pasa: de verdad las mariposas blancas me persiguen y, cada vez que estoy en una situación compleja, nerviosa o ansiosa —que esto es 100% real, tengo pruebas de ello—, me imagino una mariposa blanca, ¡y aparecen las mariposas blancas! Puedo estar en un allanamiento, medio nerviosa, me imagino la escena de la mariposa blanca; ¡y pum!, ¡aparece! Quizás mi cábala es pensar en eso, y que aparezca. Me pasa usualmente... Y siempre ando trayendo mi pulserita roja, para repeler las malas vibras.
¿Un apodo? Mi familia me dice “Nani”; “Danimú”, mis amigas de la universidad; y las del colegio, “Chuli”, por eventos varios que me mandé.
Un sueño pendiente es... quizá algún viaje... Cuando viajé a Tailandia por este viaje de pena de amor, prometí volver en pareja: hacer el mismo recorrido de Indonesia y Tailandia, porque las islas son preciosas. Incluso cuando estuve en Hong Kong subí al punto más alto, donde hay un Buda gigante, y tiene unos corazones donde uno escribe sus deseos; aprendí chino y escribí el mío: “Espero hacer este mismo viaje, pero en compañía”... No sé si se podía decir, porque era parte de rito; pero bueno, ya lo conté. Quizás con mi nuevo amor. No sé.
Una frase favorita es “10 de 10”, jajaja. La digo hace mil años. Incluso, si tengo un podcast, le pondría “10 de 10”, o algo así. Es mi frase. La gente me conoce por “10 de 10”.
Un trabajo mío que no se conoce es que fui empaquetadora de supermercado. Trabajé en Varsovienne, vendiendo chocolates. Cuando fui scout, siete años de mi vida, para ganarme las lucas para ir a los campamentos, barría hojas en las calles y la gente me pagaba, y había personas que nos pagaron diez lucas. No sé cómo llamarle a eso, pero fue un oficio que hacíamos los fines de semana. Y trabajé en Falabella, tiendas de retail y del Apumanque, vendiendo ropa. Creo que mi primer trabajo fue a los 13, cuando empecé a ganarme mis primeras luquitas.
Con mi primer sueldo —no lo ocupé todo, pero me acuerdo que fue bien poquito—, invité a mis dos papás a comer en forma de agradecimiento. Fuimos a un restorán peruano y la cuenta me salió súper salada; pero era para retribuir a ellos todo lo que dispusieron económicamente para yo estudiar.
¿Algo de lo que te arrepiento?... Es que siempre creo que las cosas pasan por algo. Si no fui a un lugar, es porque no tenía que pasar. Si no caché algo, es porque no me tenía que dar cuenta por algún motivo. Si no dije algo, o si cometí ese error, es porque hubo un aprendizaje. Siento que de todo he podido sacar algo, de cosas buenas y malas.
¿Un periodista que admire? Creo que Mónica González, por la capacidad de cuestionamiento que tiene ante sus entrevistados.
Un periodista famosillo amigo es Julio, jaja, de verdad, y Gino es mi amigo, y Tomás Cancino. Alguien que yo llame y le pida un favor o consejo: Gino, Julio y Tomás.
¿Un lugar favorito de Chile? Me encanta el Parque Conguillío.
Un pasatiempo oculto es que me encanta leer libros de autoayuda. El último que leí es de Pamela Núñez, Tu cabeza te engaña.
Un placer culpable son las papas fritas, ¡las amo! Y la Coca Cola zero.
Una película que me hace llorar, mal, es Titanic.
Un miedo que tengo es a los ratones. Sólo verlos. Me he topado con ratones muertos en la calle, y una vez en mi casa vi uno vivo: pensé que era cereal y era feca de ratón.
Si pudieras tener un superpoder, me gustaría teletransportarme, ¡feliz!
Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, uno sería Freddie Mercury, que lo amo, me encanta. Quizás Felipe Camiroaga, que trabajé muchos años en TVN y pasaba por su estacionamiento, y no tuve la oportunidad de trabajar con él. ¿Y puede ser alguien de mi familia? Me encantaría revivir y conversar con mi abuelo, que lo conocí y falleció en el 2010, así que me quedaron muchas cosas pendientes.
Daniela Muñoz es —o se siente— muy feliz, muy agradecida de la vida, de las oportunidades que se han ido dando, que vive la vida a concho, que las aprovecha todas, que intenta ser mejor todos los días, que le encanta conversar, que es súper dicharachera, buena para la talla, extrovertida, y a veces mete la pata; pero es parte de. Se considera súper feliz. Intensa. Pero siempre con ganas de dar lo mejor y ser una mejor persona.
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