Por Eduardo OrtegaLa Firme con Diego Urrutia: “Cuando le conté a mis papás que estaba saliendo con alguien de la farándula les pedí perdón”
Humorista y orgulloso tiktoker, aceptó someterse al escrutinio del Monstruo con menos de una semana por delante. Una apuesta que funcionó de maravillas: le permitió hacerse un espacio entre los grandes de la comedia local y crear desde cero su productora. Pensar, diseñar, probar y madurar su trabajo. ¿El único bemol? Aquí, responde Diego Urrutia que las mentiras y la exposición que acarrea la farándula.
Sus redes sociales eran una cosa (cientos de miles de seguidores, millones de visualizaciones, números, acaso indicadores que le habían permitido gradualmente darse a conocer en el circuito santiaguino, telonear a aquellos que admiraba y, a la larga, una tarde de febrero recibir la inverosímil llamada que alteró su futuro), pero subir a la Quinta Vergara en esas condiciones, atreverse con sólo cinco días de anticipación, sin la reputación que los años en pantalla le otorgaban al comediante que reemplazó, Daniel Alcaíno, lo era todo. Diego Urrutia, eso sí, cayó en cuenta con el tiempo. En parte, porque los procesos de coqueteo, regatear (cifras, tiempo) y confirmación fueron tan ágiles, tan simples, incluso tan cómodos, que todo parecía ser mentira. Como era algo absurdo para él, lo tomó sin la ansiedad que sugería la situación. Y la otra parte, porque recién después (ya con las gaviotas de plata y oro bajo el brazo) enfrentó la verdadera exposición. Más premios, nominaciones, presentaciones en la Teletón, en Juntos, Chile se levanta y en los Caleuche. La maldita farándula. De repente había cobrado otro estatus.
En sus primeras entrevistas, por ejemplo, bromeaba con todo lo que envolvió su debut en el Festival de Viña del Mar. Pero este miércoles de agosto, casi dos años y medio después, mientras bebe un trago de piscola, a una hora de subir al escenario del bar Ruta 78, en Puente Alto, Diego Urrutia cree que hubo cosas peligrosas. Como que hayan publicado lo que presuntamente le pagaron. Un dato inexacto que por mucho que negó, se instaló como certeza.
—Por eso yo le tengo tanta rabia a los periodistas —admitirá aquí el comediante—, porque dicen cosas y después nadie las desmiente y quedan ahí. Eso me carga. Y cómo aseguran con tanta seguridad algo que no sé de dónde sacan.
Dice Urrutia eso también por lo que ocurrió luego, (antes, durante y después) en su relación con Carla Jara, actriz y presentadora, exchica Mekano. Aún no le contaba ni siquiera a su círculo más íntimo, cuando un equipo de Primer plano dio con él para saber por qué la relación había llegado a su fin. Incómodo, disparó: “No quiero dar ninguna versión porque, diga lo que diga, igual lo van a usar como material, lo van a tergiversar”. Urrutia sabía que el carácter mediático del romance lo haría especialmente difícil, y de algún modo sospechaba que la farándula era un asunto de cuidado, pero nunca creyó que fuera para tanto: habitualmente “cagado de la risa”, esta vez, dice, “me preocupó y no me gustó”.
Protagonista de La Firme, aquí el comediante repasará otros amores, como el fútbol o, esencialmente, la música. Su pasado como DJ y sus ganas de grabar alguna canción, su pasión por el reggaetón. De sus años entre derecho y periodismo. Desmenuzará su significado de humor, los reproches que recibió sobre todo en un inicio por nutrirse de TikTok, los límites a los cuales se debe prestar atención y la dificultad para urdir un chiste o una historia que haga reír ahora que hasta los memes operan como competencia. Hablará de sus raíces en Temuco y del mayor dolor de su vida, el deceso de su hermano mayor, Mario, su mejor amigo y una especie de figura paterna, a quien mataron a golpes hace quince años.
Urrutia dirá que espera llevar su trabajo al siguiente nivel (de ahí que haya creado su propia productora).
Y que, siente, de aquí al 2030 volverá a Viña del Mar, el escenario que lo consolidó entre la realeza del standup nacional.
La Firme con Diego Urrutia
Tengo unas raíces bien campesinas, de mis papás. Ellos son muy, muy campesinos. Nacido y criado en casa con piso de tierra, ¿cachái? Y te diría que toda esa sabiduría o forma de dialogar con el resto, que es una forma muy campesina, casi una filosofía de vida, me quedó incorporada sólo por mi familia. Yo nací en una ciudad, en Temuco ciudad, fui el único de mis hermanos que estuve en clínica, mis otros hermanos en hospital público. Soy el tercero de tres hermanos. Pero, a pesar de eso, siempre tuve esa tranquilidad, con la que me manejo en el día a día. Somos muy suaves, muy tranquilos, hablamos lento, de a poquito. Típico del sur. Y admiramos la hueá, la naturaleza.
Temuco lo caminé entero. Me encanta caminar, no me gusta usar micro. El colegio lo tenía al lado, me iba caminando. Al liceo donde después estudié también me iba caminando. En la Autónoma estudié un año derecho y también me iba caminando, después Periodismo en la Ufro... y también me iba caminando. Quizás por eso le tengo tanto cariño a mi ciudad, porque desde chico que la conocí entera.
Cuando fui al Festival, en marzo, me mandaron una foto de que en el diario mural del colegio estaba (Edo) Caroe y estaba yo (ambos estudiaron en la Escuela Llaima). Los rockstars, jajajá. Y bacán, no sé si habrá otro personaje público, conocido. Así que orgulloso.
Cuando chico era muy tímido, ¡muy! En kinder no hablaba, primero básico tampoco. Y la gente me decía: ¿pero por qué no hablas? Me encontraban tierno por eso, por no hablar. Pero yo sólo era tímido. Y después, como en segundo o tercero básico, me empecé a juntar con los desordenados del curso, los que se sientan atrás, que huevean un poco más, y ahí empecé a sacar más personalidad. Y mis amigos me empezaron a encontrar chistoso. Lo más importante era ser chistoso, al menos en ese momento. Como que la amistad nacía desde ahí. Si el otro loco no te hacía reír, no pasaba nada. Éramos desordenados, pero piolas. Jugábamos a la pelota y hueveábamos mucho, pero igual teníamos buenas notas. Desagradables... pero teníamos cariño con todo el curso.
Siempre he creído que todos los comediantes tienen un gran grupo de amigos y no siempre son ellos los más chistosos. Dentro del asado mismo y del grupo de cinco o seis personas, van todos pimponeando. Tampoco lo veo como una competencia. Me gusta que cuando la cosa está muy fome, empezar a hacer todo para que sea divertido. Y cuando todo está divertido, me quedo callado, ¿cachái? Como que empiezo a bandejear. Si alguien está muy chistoso, lo pimponeo, pa’ que la hueá sea chistosa pa’ todos.
Yo he tenido tres amores: el fútbol, la música y la comedia. El primero fue el fútbol, como todo niño quería ser el nueve de la selección. Goleador, ganar la Copa América, ganar el Mundial y toda la hueá. Jugaba en el colegio. Soy hincha de Deportes Temuco y jugué en Deportes Temuco, pero siendo chico, como en quinto o sexto básico. Me iba súper bien, pero después empecé a tener otros intereses. Igual es súper demandante ser futbolista. Me gustaba, pero era más como un hobby.
Siempre me llamó mucho la atención que mi mamá no se agotaba nunca, que trabajara tanto. Era un montón: desde muy temprano en la mañana hasta las siete de la tarde y después a cocinar. Eso es algo que ella me ha enseñado: el hecho de poder trabajar, y trabajar lo máximo. Pareciera que uno a veces tiene mucho trabajo, pero siempre hay personas que hacen el doble que tú. Al final, lo que uno hace no es nada. Pensando también en estos tipos medios campesinos: tener que levantarse a las cinco de la mañana, ordeñar… tienen una fuerza de trabajo gigante. Y me encanta poder adaptarla a mí. Lo que es muy distinto a las nuevas generaciones. Ahora es como: dos días seguidos de pega y ¡licencia, licencia!, jajajá.
Mi papá era un viejo clásico, sureño, de poco cariño, muy estricto, pero en algún momento cambió eso. Cuando yo estaba más grande, tenía como dieciocho o diecinueve. Cambió esa forma de ser hasta el día de hoy y me llama la atención. Creo que es la única persona que conozco que haya cambiado tanto. Como que siempre al final vuelven o dura un rato, pero mi papá duró un montón. Y ahora tenemos una súper buena relación. De cariño y de conversar.
Mi papá era también muy divertido, lo mandaban a animar eventos de su pega. Siempre con hartos amigos, con hartas fiestas. Me acuerdo perfecto de haber visto un DVD de un show que tuvieron que hacer en la pega, una celebración, una ceremonia, y él era el animador. Y le metía chistes a todos. Tú lo veíai y te cagabai de la risa. Por ahí creo que también saqué harto de él.
Desde que tengo uso de razón escuchaba cuestiones de leyes. Mis papás (NdeR: funcionarios del Poder Judicial) estaban cenando y los escuchaba hablar: no, es que aquí hay que mandar un exhorto pa’ Rancagua y aquí la Fiscalía tiene que... ¿cachái? Entonces tenía varias nociones de eso. Y siempre la salida a un nuevo quintil, jajajá, el hecho de salir adelante, era: usted va a estudiar, va a ser profesional. Y me decían que tenían contactos para estudiar Derecho. Mi mamá trabajó en el Tribunal de Familia, en el Tribunal de Menores, mi papá en el del Crimen, creo que ahí se conocieron. Un montón de tribunales, y de ahí cachaban, entonces iba a ser más fácil pa’ mí se supone.
Yo no quería estudiar nada, pensaba que podía haber una manera un poquito autodidacta de salir adelante. Y pensaba que desde más joven era mejor. Pero dije, ok, les voy a hacer caso y elegí una carrera tradicional. Derecho, a ver si la logro, pero no me gustó nada. Dije: hueón, no puede ser esta hueá, van a ser ¿cuatro años? mínimo, o cinco. Me dio una paja... duré un año, un semestre y algo más. No tenía tan malas notas, pero me salí. No era opción terminarla.
Me metí a periodismo porque sentía que se me podía dar más fácil. Y es fácil, pero de acuerdo a las habilidades, po, hueón. Yo humanista todo el rato, cero matemática. Siempre cuento que mi mejor amigo tenía puros sietes en matemáticas y yo puros sietes en lenguaje. Él me enseñaba matemáticas y yo nada, y cuando teníamos que hacer un trabajo y él tenía que escribir algo, no podía. ¡Cómo le podían costar tanto las letras y a mí tanto los números! Era una hueá de habilidades, nomás. Entonces, siempre supe que era algo humanista y dije ok, periodismo. Mi hermano mayor igual estudió periodismo, alcanzó a titularse. Y dije: ya, intentémoslo, se me puede dar fácil, siempre me ha gustado la tele, el espectáculo. No quería, obviamente. Hice los cinco años de mala gana, jajajá, te lo juro.
No me veo ejerciendo, pensaba que tenía que ejercer al menos un par de años pa’ después hacer lo que quería realmente. Pero en ese momento tampoco sabía lo que quería realmente: sabía que eso no era, nomás, jajajá.
Hasta mi tesis la hice sobre humor: Discurso humorístico en torno a la homosexualidad en la serie Los Simpsons. Porque, claro, cuando empecé a cachar que lo mío era el standup, yo todo lo empecé a llevar pa’ la comedia.
Igual hice la práctica en radio Edelweiss, la radio del adulto joven. Eso me gustó, porque fue mucho más como locutor que periodista. No tenía que ir a ver un incendio y sacar cuñas de eso. Estaba en el panel, viendo las noticias y comentando, era más fácil. A mí me da paja el hecho de tener que ir a reportear. Una vez nos tocó un incendio y nos mandaron pa’ allá. Estábamos estudiando y el profe de radio nos dijo: vayan a reportear. Había ene gente pasándolo mal y mis compañeros tratando de sacar una cuña culiá que no servía pa’ nada. Entonces dije: esto no es lo mío. Sabía que no era lo mío.
Llegó Felipe Avello a hacer un taller y ahí dije: esto es lo mío. De antes ya lo venía pensando, hueón. Me acuerdo que en el colegio también todos me decían: ay ya, el chistoso. Ay ya, el Sergio Freire, me decía una compañera cuando tiraba una talla. Estaba El club de la comedia muy de moda y siempre me tiraban pa’ ese lado. Y en algún momento dije: ya, ¿sabís qué?, lo puedo hacer. Aparte que empecé a pensar que siempre me ha gustado el humor. Desde muy niño veía el Festival de Viña, me sabía todas las rutinas, todos los chistes, en la tele también, las repeticiones, toda la hueá. Sé mucho y no sabía que sabía tanto. Dije: este mundo es súper cercano a mí. Y llegó Avello y fue como, ya, me tengo que meter acá. A Avello ya lo admiraba humorísticamente. Desde que tengo uso de noción que está Felipe y lo veo. Mis hermanos mayores veían la hueá y yo lo veía de rebote. Vi Día a día el año 2001..., yo tenía seis años, pero lo veía. Entonces dije: bacán que sea Avello, voy a hacer el taller.
Cuando me presenté por primera vez, quedé como impactado y me convencí de que podía hacerlo de nuevo. El taller duraba todo el día: de las diez de la mañana a las ocho de la noche y a las diez se actuaba. Todo era ese día. Nos presentamos como ocho hueones y todos mal... buuu, pa’ abajo, público de mierda, jajajá. Es que era un show largo, ¿cachái? Era un show de Felipe y, además, de los talleristas, y Felipe había llegado atrasado. Había presión, jajajá. Yo estaba muy nervioso, pero salió bien, y bastante bien. Ahí empecé.
La comedia apareció básicamente porque Felipe fue a hacer ese taller y porque me fue bien. Si me hubiera ido mal, no sé si lo hubiera intentado tantas veces.
Nunca le conté a mis papás que me iba a dedicar al humor, lo hice nomás. Fui al bar y lo hice. Después fui a la semana siguiente a pedir pega a ese mismo bar, a preguntar si podíamos hacer constantemente shows. Yo ya sabía que en Santiago lo hacían, seguía por Facebook todo el standup, que recién iba creciendo. Y me lancé, nomás. Mi mamá empezó a cachar que salía harto y le fui contando de a poquito.
Mi mamá pensaba que yo era predicador, porque vio unas fotos mías con un parlante y yo con el micrófono. Y en un lugar equis, si no había escenarios en ese tiempo. Al principio les dije que contaba unos chistes, standup, no sé. Antes no le gustaba, porque salía mucho en la noche, le daba miedo que me pasara algo, una hueá así, hasta que me vio en vivo.
No me acuerdo qué show habrá sido, pero no me avisaron que iban a ir. Puede haber sido en Labranza, que había más de dos mil personas, era un aniversario de la comuna. Aparecieron de la nada y me pusieron muy nervioso, porque yo no sabía que iban a estar ahí. Y cagué, estaba muy nervioso, jajajá. Al otro día me enojé caleta con mi mamá, porque me podría haber arruinado toda la hueá…, pero salió bien. Y conversando, al final ella me dijo que tenía ciertos reparos pero cuando me vio, encontró que lo hacía bien y que era mi camino.
La carrera de comediante, en ese tiempo, aunque haya sido hace poco, era difícil: no era algo seguro. Por ejemplo, para alguien que le gusta el humor, yo veía de referentes a Dino Gordillo, a Álvaro Salas, pero yo no quería ser como Dino Gordillo o Álvaro Salas, no tengo tanta cercanía, ¿cachái? Después apareció el standup y ahí quizás los jóvenes podían tener algún referente más cercano. Pero no lo veía como algo seguro, era casi medio hobby. Siempre fue medio hobby.
Me planteé más opciones, pero siempre desde el humor. Esperé para hacer mi práctica institucional, pa’ hacerla en la fundación Jauja, un centro de estudios humorísticos, que trabaja con la Universidad Diego Portales, que tiene Premio Nacional de Humor. Quise hacer mi práctica sólo en ese lugar, porque sabía que el humor era lo mío y porque me iba bien con la cuestión académica. En la tesis, nota 7, promedio 7, me preguntaron como dos hueás. Y yo trato de hacer las hueás que hago bien. Me habían dado una beca pa’ hacer un magíster, pero no quise. Porque me estaba acercando un poquito más al humor y era un poquito más seguro. Ya había teloneado, por ejemplo, a Caroe. Ya había estado en un Teatro Municipal.
Cuando actuamos con Caroe en el Teatro Municipal, me acuerdo que llegué a los mil seguidores en Instagram, eso fue una locura. Tenía 500 y tanto y esa noche, a mil. Wooow. Y ahí dije, hueón, puta, tengo que hacer esta hueá, porque los comediantes de Santiago ya me estaban cachando, que había alguien de Temuco, y me invitaban a telonear. Freire, Avello, Caroe, Pedro (Ruminot). Entonces, ya con eso estaba como más o menos seguro. Pero siempre tuve dudas. Siempre trato de ser asegurado.
Tenía pensado terminar periodismo, ejercer uno o dos años para juntar plata, después irme a Santiago y recién empezar a ser comediante. Pero llegó la pandemia y no pude ejercer, de partida. Así que empecé a hacer videos por redes sociales. Y ahí partió TikTok y toda la cosa. Cuando llegó la pandemia, eso fue casi un salvavidas.
¿Si me he sentido mirado en menos por el tema de las redes sociales? Totalmente, hasta el día de hoy. Pero siento que va cambiando también la percepción, porque son sólo prejuicios. Cuando apareció TikTok, todos decían: esto es pa’ pendejos de trece años bailando. ¿Cuánto ha pasado de que llegó TikTok? Y ahora están todos metidos en la hueá. Todos los comediantes metidos, incluso. Entonces al final no me molesta. Me dan la razón, en el fondo.
Suele pasar cuando uno es el primero de algo, que erís el primero al que van a criticar también. Pero no tengo problemas con eso. Soy seguro de mí mismo y de la decisión que tomé. Sabía que por ahí era. Y yo le decía a todo el mundo: por ahí es. Y no me hicieron caso, po, hueón jajajá.
Algo me decía que me iban a invitar al Festival de Viña. Tenía una sensación de que puede que me inviten, no sé si estoy tan seguro, pero puede que sí. Después mostraron la parrilla, en diciembre debe haber sido, y dije: ah, ya no, cagué. Antes de eso pensaba: ¿y si está la opción? Es un festival nuevo, 2023 era pospandemia, en pandemia fue donde más hueás hice, donde me di a conocer, y Viña se supone que es como la coronación de un buen año, así que pensaba que podría ser el mío. Pero aparecieron los de la parrilla y dije: ah, a lo mejor el otro año o a lo mejor el subsiguiente. Yo me había puesto 2030 como tope. Así que tampoco tenía tanta presión, como el “tenís que ir sí o sí”, yo sabía que en algún momento podía ser.
Cuando se bajó Yerko, yo estaba haciendo un show en los casinos con Claudio Michaux, Lucho Miranda y Kakoamedia que se llamaba El show del verano. Y teníamos un grupo donde había un productor que nos llevaba y él nos comentó. Por varios lados nos habían dicho: “oye, hueón, se bajó Yerko”. “¿Cachaste? Se bajó Yerko”. Y ahí, este loco nos dice: puede que llamen a cualquiera. En ese momento pensái que es casi hueveo, que no se va a dar. No le tomé tanta importancia a la hueá.
Después nos propusieron ir los cuatro, se barajó esa opción. Pero yo no quería... ¿quién se queda con la gaviota? jajajá, no tiene sentido. Entonces, como que al tiro todos se bajaron. Michaux dijo yo no voy ni cagando, Lucho igual. Kakoamedia dijo que ya, pero él era el que menos chances tenía de ir en verdad. Y yo dije: noo, yo tengo que ir. Lo pensé como dos segundos y dije: sí, si me llaman, voy.
El 14 de febrero confirmamos, ya con el tema de platas. Me llamaron antes pa’ cachar qué onda. Una productora que se llama Claudia Riquelme, que trabajaba con la Pamela Leiva en ese año. A ella le dijeron desde la producción del Festival que buscara a un comediante que le pudiera servir y ella me cachaba de redes, y como había estado circulando mi nombre, me invitó, po. Yo estaba en la peluquería y le pregunté si me podía llamar después. La hice esperar, jajajá, a caleta de gente hice esperar, hueón. Es que me lo tomé con mucha calma. Yo creo que la gente pensaba quizás que yo: ¡ah, ya, vamos, sí, al tiro! Pero yo estaba muy tranqui.

Todo me lo tomé como si fuera un chiste, es que era muy absurdo. Yo estaba en Palermo Teatro Bar, nos estacionamos afuera, hicimos videollamada con Daniel Merino de Bizarro, llegamos al acuerdo y se confirma. Eso fue a las siete y a las diez ya estaba en todas las noticias.
Cuando confirmé, me fui a comprar un pack de cervezas a la botillería y le dije al caballero: oiga, me llamaron pa’l Festival de Viña. De aónde, cómo se te ocurre, hueón. Sí, po, ¿no vio que se bajó uno? Va otro: yo. Ahh, ya. Ya, ahí nos vemos. Ojalá que le vaya bien, me dijo. Y yo: puta la hueá, jajajá, no me compró mucho y me fui pa’ la casa. Cervecita, tabaquito, esperando la hueá, tratando de avisarle a mis más cercanos y, claro, empieza a aparecer y todos escribiendo. A las once de la noche me invitaron a la gala, ese mismo día. Dije: no tengo tiempo, jajajá.
Me llamó Dino Gordillo, pero no le contesté porque estaba en la ducha. Después me dijo: No te hai subido al festival y ya te creís la raja, jajajá. Ahí me dio varios consejos. De mirar la galería, cachái. Puta, todos los que me escribieron me dijeron cosas que me servían.
Mi familia no me fue a ver a Viña. Estaban en Temuco, traté de que no fueran. Porque necesito que estén muy bien cuidados, si no, no estoy cómodo. No iba a tener el tiempo ni la mente pa’ poder tenerlos cómodos, así que preferí que lo vieran en Temuco y ellos también son bien como retraídos. Estaban contentos de poder verlo en la casa, pero más nerviosos que la cresta.
Seguramente voy a ir de nuevo a Viña, pero me da mucha lata por mi familia: el nervio que tienen... Imagínate una final del mundo de Chile. Así, al máximo. Es muy difícil describirlo como pa’ alguien al que le tenís tanto cariño. Pero como esa sensación podría describir.

Más allá del tema de las pifias, se le tiene que dar al humor el respeto que merece. Todo tiene su lado bueno y su lado malo. Desde lo bueno, yo creo que la comedia en Chile es bien avanzada en relación al resto, tenemos festival todos los años, que yo creo que hace que la máquina de humor vaya avanzando. Pero también hay cuestiones pencas, como el poco respeto. Todos los chilenos son muy buenos pa’ la talla, estamos todo el rato hueveando, pero pareciera que el humor no importa. Todos nos cagamos de la risa y necesitamos reírnos, pero a la hora de los quiubo no importa. En la televisión, el Festival de Viña y los humoristas son los que marcan más rating, pero después en el año no hay humoristas, po. No hay programas de humor. Entre la farándula algo meten, pero no hay un respeto a la hueá, siendo que entrega tanto. Si nos van a meter a ese escrutinio público, por último que durante el año se respete un poco más.
Cuando pasó lo de Rodrigo González, yo no tenía idea, ni caché, estaba durmiendo. Toda esa semana me quedé encerrado en la casa, sin ver Internet, sin ver televisión, nada. Estaba despertando de una siesta y de repente me escribe González pidiéndome disculpas, perdón, no sé qué, y ahí recién me enteré. Pero no me importó en lo más mínimo. Tiene que ver con lo que decíamos de TikTok o del humor: yo no tengo problemas con que me digan humorista o tiktoker o comediante, porque al final soy todo eso. Y cuando hablan mal, de repente lo hacen desde la ignorancia, de no entender cómo funciona la plataforma. Seguramente Rodrigo pensaba que yo hacía unos trends, el lipsync y no un chiste solo.
En ese momento, cuando pusieron cifras del acuerdo me dio lo mismo, pero sí lo encuentro muy peligroso. Por eso yo le tengo tanta rabia a los periodistas, porque dicen cosas y después nadie las desmiente y quedan ahí. Eso me carga. Y cómo aseguran con tanta seguridad, valga la redundancia, algo que no sé de dónde sacan. En el momento fue como: ah, no cachan nada, pero ahora que ya estoy más metido en el mundo, me doy cuenta de que mienten un montón y que no hay mucho que uno pueda hacer. Porque aunque después digái la verdad, igual vai a tener problemas, te van a sacar de contexto. No eran 10 millones como se dijo, era un poquito más, tuve la suerte de poder muñequear bien.
Me habían ofrecido veinte a veinticinco minutos, si es que. Era muy poco. Y yo quise hacer un poquito más, porque sentía que igual no se alcanza a ganar nada en tan poquito tiempo. Ni siquiera pensé en premios, hueón, pensé en que la hueá quedara bien. Entonces, en veinte minutos es como una entrada, nomás. Necesitaba que sea un plato de fondo, más bacancito.
Me da mucha vergüenza verme, en general nunca me veo. Tiro lo que hago y no lo veo, a menos que edite algo y ahí veo unos pedazos y eww... edito de reojo. Tuve que editar la hueá del freestyle, de una batalla que hicimos de freestyle y todos mis insultos... iugh, jajajajá.
Estaba muy encima todo, si me hubieran avisado antes, me preparaba el doble. Pero como no me avisaron, dije, ok, sigo normal con mi vida. Tenía mis shows agendados pa’ marzo, pa’ abril, todo normal, y con el Festival tuve que incorporar cositas más nuevas. Pero siempre lo he hecho, he tenido la mala suerte de tener que hacerlo. Me pasó lo mismo en Teletón: hice Viña en febrero y después en Teletón tampoco me quedaba mucha rutina porque tenía que, más encima, girar. Hice Viña, me quedé en cero, tuve que inventar rutina desde cero ese año, y al final de ese año, matar otra parte de rutina. Y a los meses siguientes, el 2024, pasó esto de los incendios en Valpo, cuando falleció Piñera, e hicieron una cuestión en el Movistar que fue como cadena nacional. Y ahí de nuevo tuve que tirar unos chistes verdes, todo nuevo y muy encima. No sé si me da lata, es parte de lo que tenía, nomás.
Me gusta mi paso por Viña, creo que tomé las decisiones adecuadas. Por ejemplo, el chiste de la tens yo no lo iba a contar y es con el que más me huevean. Y sólo porque no pensaba en premios sino en tratar de entregar un platito un poquito más contundente. Como era la sorpresa o el cinco días antes, no podía hacer unos chistecitos y listo, tenía que ser un poquito más profundo, y ahí pensé en darle un arco dramático a la hueá, dar un poquito de pena. Chiste, chiste y pena. Pa’ darle variedad. No lo quería meter porque era triste, no va a ser chistoso, pensé, la gente lo va a pasar mal, pero igual se cagaron de la risa. Todos los memes que aparecen de tens como que los hice yo, jajajá.
Estos últimos años han sido los más difíciles de todos, he tenido que lidiar con una responsabilidad muy grande. No es lo mismo subir una historia cuando tenía mil seguidores que ahora que tengo un millón y medio. Muchas veces se tergiversan o se pueden malinterpretar, uno tiene otra voz. Después del festival, más allá de que la gente está más pendiente de ti y todo eso, todos quieren algo de uno, todos necesitan algo de ti. Entonces, uno no queda tranquilo después del festival, tenís mucha pega, muchas hueás que hacer. Mucha gente que se te acerca pa’ bien o pa’ mal, te diría que la mayoría pa’ mal. La exposición igual fue un hueveo, pero ni tanto.
Estoy en la etapa de crear mi productora desde cero. Me di cuenta de que todos los comediantes van profesionalizando su equipo y sus shows, y uno sigue por la misma senda. Hay una especie de competencia sana en la que todos queremos hacer algo más pro, más novedoso, más creativo y en esa etapa estamos. Ha sido difícil, muy duro. El año 2023 y 2024 estuve con Carla Riquelme y recién este año estoy solo. Entonces, ver todo desde cero, manejar un equipo, tener una empresa ha sido difícil.
El más bacán es Caroe con Estudios Neverland, él siempre admiró mucho a Coco Legrand y yo también. Desde ese lado, como profesional, Caroe sigue un poco a Legrand. Puta, Coco se hizo un teatro, tenía sus videos, sus shows, no necesitaba tanto Festival de Viña, estuvo veinte años sin ir. Tenía otras cositas más profesionales, como un equipo grande. Caroe también... como cincuenta hueones, jajajajá. Y ahora quiero eso. No sé si tanta gente, jajajá, pero un buen número.
Es muy difícil compararse con otro comediante, no es como comparar a dos futbolistas que están en el mismo equipo. No tiene mucho sentido, porque los procesos son súper distintos. Es como comparar hueones de otras épocas con otros momentos, son otros contextos. Uno se compara consigo mismo. Y he notado un cambio. Como ha sido el año más difícil, también es el año donde más he aprendido y más he avanzado. Es muy difícil profesionalizar y no parar de trabajar, eso es lo heavy. Más encima, con redes sociales es una hueá que no puede parar.
Los memes son una gran competencia que antes no estaba. Antes sólo los humoristas se dedicaban a pensar en chistes, ahora mucha gente se dedica a pensar en chistes. Entonces, tenís que superar todo eso, que es algo que antes no había que superar, era parte de tu trabajo, nomás. Por eso pienso que ahora es más difícil ser humorista. La tecnología te cambia un montón, te graban en los shows. De repente podís decir algo fuera de contexto, lo pueden tirar, sacan extractos y la gente opina un montón.
Siento que se dan muchos debates medios ficticios, que no está bien entendido el humor. De repente la gente se enoja porque una persona dijo una palabra que no se dice, pero el chiste no está malo sino que la palabra quizás no se usa. Pero nadie tiene la razón de qué palabra se usa y cuál no, ¿cachái? Ahí se forma un debate y un enredo básicamente que es poco beneficioso pa’l comediante.
Evidentemente la historia va cambiando y el humor también es medio de espiral. En algún momento estaba lleno de personajes homosexuales, como Tony Esbelt, el P’atrás P’adelante, y todos cagados de la risa, nadie hacía ningún drama. Y de repente, pah, drama. Ha pasado el tiempo y ahora como que no es tanto drama. Hay que tener muy buen ojo y estar muy bien equilibrado en el lugar, finalmente el humor responde al sentido común, hueón.
Hay cosas que nunca van a estar de moda y con eso hay que tener ojo: la discriminación nunca va a estar de moda. Por más que haya momentos donde te permitan más o te permitan menos. No porque te permitan más, yo creo que tú podís... no porque te den la mano, te vas a tomar el codo.
Siempre está la pregunta ¿hay límites en el humor? Yo creo que sí, todo tiene límite. Por último, desde el formato. Un chiste no es lo mismo que una historia y un chiste no es lo mismo que un podcast o que un mp3 o que una película. Ahora, qué se puede decir, qué no se puede decir, yo creo que ahí hay una hueá muy delicada, pero que tiene que ver con una construcción lógica del chiste. Y ahí hay que entrar a picar en una hueá media científica. Ahí está mi parte académica que yo estudiaba del humor, pero pa’ a entrar en eso hay que ser muy específico, muy quisquilloso. De repente no es lo mismo tirar un peo mental a hacer un chiste. Un chiste tiene una construcción. A veces estái en la mitad del chiste, terminái el chiste y tirái una frase al voleo, que no es un chiste, es un insulto. Con eso creo que hay que tener ojo, con el no disfrazar de chiste algo que de verdad tú pensái. Y yo creo que eso pasa harto.
De verdad en algún momento pensé que iba a triunfar desde la música. Mi hermano mayor cantaba, me acuerdo que yo hacía pistas, era medio DJ y alguna vez él fue a cantar en una fiesta mechona de la Ufro y yo fui de DJ. Tenía trece años, hueón. Tenía trece y me dijeron: no te van a dejar pasar, digamos que tenís quince. Y ahí sí, jajajá, por dos años. Yo le ponía las pistas y él cantaba y toda la hueá. Yo hacía mis pistas también, trataba de masterizar, de limpiar hueás de Adobe Audition.
Mi hermano era Manito Beck y yo DJ Gold Lion. Una vez hicimos un remix con Zion, con una canción que se llama “Bésame” y, por messenger, conseguimos un saludo de Zion. ¡Por messenger, po! Y ahí agregamos ese saludo dentro de la canción. Metimos la parte de Zion, la parte de mi hermano y al final el saludo. “Esto es oficial, Gold Lion, el pequeño gigante, Manito Beck”. Se escucha como el orto, porque es del año de la corneta, pero está por ahí en YouTube perdida. Ese era mi sueño, hacer pistas. No tanto cantar, porque mi hermano era el frontman. Yo siempre estaba detrás.
Me gustaba mucho el reggaetón y el hip-hop, pero más el reggaetón. Cuando mi hermano falleció, el 2010, ahí ya me puse más depre, entonces más hip-hop, más rap, me fui más por ese lado.
La primera canción de la que tengo noción es “Cógela que va sin jockey”. La escuché en un cumpleaños, estábamos en quinto básico y decía —aquí canta el estribillo— “Cógela que va sin jockey, la chica pide reggaetón a ese disc jockey, ¡Looney Toons!”. Y, hueón, cabro chico y “¡Looney Toons!”, nooo, quedé loco. Y “La gasolina” la escuché en las noticias, en TVN. La Mónica Rincón, me acuerdo perfecto de todo. De ahí me acuerdo, que llegó el reggaetón y que a mi hermano le gustaba mucho. Yo a todos les robo un poquito de todo, po. De mi papá, como te decía, esta hueá media campesina. El otro día escuché a Los Charros de Lumaco y me puse a llorar, me emocioné. Fue como “oooh, qué lindo”. Y de mi hermano el reggaetón, la cumbia. Yo estaba en las previas de mi hermano, entonces desde Aqua, Corona, hasta cumbia villera, Sandy & Papo, toda esa onda.
Toco guitarra y piano, toco mal... pero me ayuda al menos pa’l humor. Felipe Avello, cuando fue a Viña, yo hacía unos mix por las historias de Instagram y me pidió que le enseñara unos acordes de los mix. Se los enseñé por WhatsApp... y no tocó nada. Pero nada, nada, nada, jajajajá.
Me encantaría hacer un show musical. Es uno de mis pendientes y creo que se va a hacer.
La exposición a la farándula la viví con menos positividad que las otras cosas. No lo viví como cagado de la risa, me preocupó y no me gustó. No me imaginaba para nada en farándula.
Cuando le conté a mis papás que estaba saliendo con alguien de la farándula les pedí perdón. Les pedí disculpas, fue como: papá, estoy conociendo a alguien, pero es de la tele, es de la farándula... entonces va a estar duro. Porque uno sabe igual dónde uno se mete. Trataba de avisarle a mis papás que iba a estar difícil la hueá, po. Me preguntaron: ¿de la tele o como de Internet? Y yo... ¿vieron Mekano?, jajajá. Fue una hueá así, jajajá. Da lata la exposición porque es inevitable, intentaría haber tenido una relación sin esa hueá, cachái.
Cuando me preguntaron de Primer Plano, ni siquiera tenía claro si habíamos terminado o no... o sea, habíamos terminado, pero estaba ahí muy fresco. Ni siquiera a mis amigos les había contado y ya estaban los hueones preguntándome. Me carga que mientan, hueón, sinceramente me carga que mientan. Y no hay nadie que después desmienta la hueá.
Está lleno de hueones que, ponte tú, me pelaban y eran amigos de Kaminski, pero ellos no lo decían. La farándula trata de picanearte, a ver si caís, si pisái el palito. Lo hacen todo el rato. Pero no me gusta, porque es poco sincero. Cuando inventaban alguna hueá, y después se veía la realidad, había un desmentido chiquitito, si es que había un desmentido. Es incómodo, es una hueá que ni siquiera a la gente le importa. Si la gente comenta las cosas, o las ve, es sólo porque les están ofreciendo eso. Si ofrecierai otra cosa, la gente comería otra cosa.
Ella estuvo expuesta un montón también, durante todo ese año. Entonces, uno sabe que es problemático el tema de los medios y que estén cerca. Yo trataba de cuidar eso, que ella no la siga pasando mal y no la sigan metiendo en hueás tampoco.
Yo sabía dónde me estaba metiendo en esta relación y sabía que era una relación difícil, pero aun así me gusta hacer las hueás aunque sean difíciles. Porque a veces se logran. Aunque parezca imposible, siempre hay una pequeña opción de que pueda ser posible. Y yo me aferré a esa opción.
¿Si volvería a estar con alguien mediático? No sé... nada impide que, en un par de años, de nuevo tenga esa misma sensación de: hueón, hay algo, puede salir bien. Y la voy a pelear. Siempre la voy a pelear, porque es más lo que uno puede ganar a lo que uno puede perder. Como el mismo Festival, po, hueón. Podría perfectamente haber sido una pésima idea, imagínate me iba mal, todos me hubieran dicho: cómo se te ocurre ir cinco días antes a la hueá, ¿soy tonto? Pero eso te lo dicen después, po. Cuando lo hiciste y lo lograste, bacán.
De repente me gusta contar cuestiones personales, porque la gente se identifica con uno. Yo me muestro poco en redes sociales, mi lado personal. Siempre estoy hueveando, haciendo cosas de humor o sketches. Como que lo más yo, soy yo en el standup... y ni siquiera es tan yo, porque estoy arriba de un escenario. Y si hay algo muy cierto, es que todos estamos de alguna manera quebrados, de alguna situación que nos pasó. De algún familiar que se nos fue, de alguna experiencia que vivimos. Y dentro del humor yo también trato de ir sanando todas esas heridas. Primero las mías y después las del público. Por eso trato de ser cuidadoso con el humor que hago.
Conté lo del fallecimiento de mi hermano en redes porque siento que es algo muy propio mío y habla de lo que soy ahora. Lo tenía que contar. Casi como la historia de mis papás campesinos. Si cuento eso, se entiende por qué hago tantas hueás del sur, subiendo videos cortando leña, porque viene de ese lugar. Y lo que soy ahora, fue eso que me pasó.
La muerte de mi hermano fue la peor experiencia de mi vida. Lo pasé como el orto, no se lo doy a nadie. Fue muy público, yo tenía quince años. Mi hermano trabajaba en la televisión regional, entonces igual era un nombre al menos en Temuco. Y la forma cómo fue, en la tarde, un fin de semana, a golpes. Fue súper noticioso, entonces tuve que vivir con esa exposición ya desde muy chico. De tener que ir a dejar a mis amigos al paradero y en la esquina estaba la loca vendiendo diarios entre los autos y en la portada estaba mi hermano. En alguna cuestión judicial o lo que sea. Esa fue la primera exposición que tuve, súper fuerte igual. En el funeral, preguntándome los periodistas, haciendo una conferencia de prensa. Fue muy fuerte.
A partir de ahí maduré un poco y mi forma de ser también cambió desde ese lugar. Quizás por eso soy tan suave. Tenía quince y todo, pero quizás si no hubiera pasado eso tendría un humor más negro, más ácido, más contestatario. Después de eso, en mi vida en general, bajé todos mis cambios. Muy tranquilo, muy preocupado del otro, de la empatía del resto. Yo tengo un público bien amplio igual, desde niños, jóvenes, treintañeros son como el máximo, pero igual hay señoras. Entonces, siempre hay alguna conexión. Una señora que perdió un hijo, después va y me habla como si yo fuera su hijo. O las niñas que me ven como un pololo, una imagen cercana. Creo que es por mostrarse tal como uno es.
A una sala de la Ufro le pusieron el nombre de mi hermano y lo encuentro bonito, porque uno tiende a aferrarse a ciertas cosas. No te queda otra... y eso puede ser como un bálsamo pa’l alma. Saber que hay una historia detrás de eso, de que van a pasar un montón de nuevas generaciones y espero que sepan lo que pasó. Que no se olvide.
Lo peor de ser humorista es que la gente piensa que trabajái todo el día: te piden chistes todo el rato. Y si erís fome, como qué lata, se decepcionan. Pero yo no estoy en el escenario todo el rato, po, hueón. Me da lata. Y yo digo: sabís, debería tener un chiste preparado pa’ todas esas veces que me preguntan, y nunca lo preparo. Digo: tengo que salir de otra manera, ¿por qué voy a tener que darles en el gusto? Y estoy tranquilo, nomás. Otros te preguntan: ¿estái enojado? Y es porque estoy callado, nomás, jajajá.
¿Y lo mejor? Vivir de lo que a uno le gusta. Viajar es súper bacán, poder conocer tanta cultura y ciudades y comunas. Hueón, desde Chile se ve como sólo una larga y angosta franja de tierra, pero es muy distinto. El público del norte, el público del sur. Comuna de capital o comuna alejada, se nota. Eso lo encuentro bacán.
Quiero hacer unos dibujos animados tipo Simpsons. Comedia, pero desde la cultura popular, como Diego y Glot. Hay un capítulo donde estaban Los Prisioneros tocando, como esa onda.
En cinco años me veo con un Viña 2 o un Movistar. O con un canal muy bacán. Que el canal de YouTube esté muy potente. Y yo creo que voy a ir a Viña de acá a 2030, la segunda vez.
Me gustaría colaborar con Kramer, nunca me ha pescado. Siempre me pichea, no me pesca nada. Muy simpático, muy amable y todo, pero no hemos encontrado la hueá pa’ poder juntarnos. Pero creo que hay algo musical y filosófico que podríamos combinar muy bien. Me gustaría.
Si no hubiera sido humorista, me hubiera gustado ser cantante. Si tuviera buena voz... jajajá. De hecho, me gustaría hacer canciones, pero eso también lo tengo pensado medio hobby. Tengo mis canciones y todo, pero nunca las he grabado. He colaborado con algunos artistas, hay uno que se llama Flacko Loyal, un productor que trabaja con Kidd Voodoo, y tiene buenos temas. Una vez fui a grabar pa’ allá y me gustó cómo quedó. Tengo hartas canciones escritas, pero más como hobby.
¿Apodo que no se sepa? Urru... Urrito. De Urrutia. En el colegio, toda la vida me dijeron Urrito.
Un sueño pendiente que tengo es ir a Puerto Rico... ¡por el reggaetón, po, hueón! Y por el Caribe, por conocer esa cultura. Y tener una bonita casa.
No creo en las cábalas. No tengo ninguna.
Mi frase favorita es “Que Dios te multiplique lo que me deseas”, de Daddy Yankee en “Salud y vida”. Es muy bueno, porque si tú deseas el bien al otro, puta, ojalá Dios te lo ratifique. Y si te desean mal también. Pero más que frase, me gustaría mencionar harto a los hueones que me gustan con frases: Bielsa, a Daddy Yankee le robo frases, a Bonvallet le robo frases.
Fui Mickey Mouse, corpóreo, en cumpleaños. De colegio, cosas así. Trabajé en un minimarket, en rotisería y fiambrería: tenía que cortar las cecinas, pero lo hacía pésimo. Nunca pude doblar bien la hueá. Fui locutor en radio. No tuve muchas pegas reales, puros como de cabro chico. Saqué fotos en algún momento también. Puras pegas así.
Recién este año me estoy pagando sueldos. El 2023 llegaba como a la empresa, nomás. Pero en lo que más gasté fue en un auto que le compré a mis papás. Mis papás van harto al campo, tienen una parcela que se compraron en pandemia. Así que compré una camioneta pa’ eso, y porque mi hermano estaba aprendiendo a manejar. Dije: esa hueá les va a funcionar, les va a servir. Y ahora hace poco me compré una casa en Temuco, que la quiero arrendar. Esos han sido mis gastos más grandes y todo el resto: Uber, jajajá. No gasto en nada más, hueón. En las hueás como rápidas, Ubereats... pero no soy de comprarme mucha ropa. Para nada.
Me gusta caleta la música en español y de todos los ritmos. Yo tengo un atado con los prejuicios, como lo que hablamos denantes de los tiktoks y la hueá. Cuando empecé a escuchar reggaetón, al principio era como de flayte y ahora todo el mundo escucha la hueá. Pasa siempre.
Mi mayor miedo es enfermarme, que mi mente falle. Siento que es como lo único que tengo. Y espero, cuando esté viejito, estar sentadito escribiendo guiones, sentadito, piola. Pero si no tengo mente, cagué. Eso me da cosa.
Lloré mucho cuando al Chavo le decían ratero. Me acuerdo perfecto, incluso yo ahora cuento un chiste de eso, pero la historia es real. Estaba con mi hermano viendo El Chavo, me tenía sentado en las piernas, yo era chiquitito. Y de repente empiezan: ratero, ratero, ratero, y me pongo a llorar. Pero raja. Y mi hermano se asusta, piensa que me pegué o me pegó. Y le dije: no, es que me dio pena el Chavito. Lloré de una manera... el punto es que me quise ir de la casa. Igual que el Chavo, con el palo, la bolsita. Me quedó la bolsa hecha como el orto. Llegué a la esquina y volví.
Mi película favorita es Rocky IV.
Si pudiera tener un superpoder sería la transportación. Pa’ no ocupar más Uber, pa’ irme al toque... necesito tiempo.
Mi copete favorito es la piscola. Ahora, la sirvo 30 de pisco y 70 de bebida. Antes era 50 y 50, jajajá, a los veinte.
No creo en los placeres culpables, es la misma hueá de los prejuicios. Una vez escuché a alguien decir: mi placer culpable es Zalo Reyes. ¿Por qué va a ser culpable si te gusta? Está bien, po, hueón. Y he tratado de sacar eso. De un día estar escuchando música, Zalo Reyes, ¿siguiente? Justin Bieber, como si nada.
No creo en el horóscopo, pero lo leo caleta, jajajá. Pa’ jugar, nomás. Soy acuario y siempre dicen que somos medios locos, poco tradicionales. Pareciera que sí, pero no creo. Lo uso como chiste. Podís ver cualquier mensaje y es hueá de uno decir este mensaje es pa’ mí.

Si pudiera invitar a tres famosos de toda la historia a un asado —con copete— sería a Nicanor Parra, Humberto Maturana y Javiera Parra. A Nicanor porque me encanta. Maturana, también. A los dos los encuentro demasiado inteligentes, hueón. Y Violeta Parra, porque en cinco minutos creo que aprendería más que en toda mi vida. Son todos unos hueones demasiado inteligentes. También me hubiera gustado Bonvallet, porque era muy divertido, muy gracioso y porque tiene un pensamiento que no se acerca tanto al mío. Me parece interesante poder conversar con gente que no tiene nada que ver contigo, porque de repente podís aprender del otro o enseñarle.
Y en la versión farandulera, Felipe Camiroaga, Tonka Tomicic y Felipe Avello, jajajá.
Diego Urrutia es un comediante, standupero, de Temuco... sí, comediante, de Temuco, transversal. Siempre lo primero es el humor. Después mis raíces, el sur. Y después ya cualquier hueá, todo el resto, jajajá. Otros. Hueveo. Bueno pa’l hueveo.
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