La Firme con Iván Torres: “Soy el hombre del tiempo de Chile, los demás son réplicas”
Era un experimento de seis meses, pero Iván Torres se las arregló para, hasta el día de hoy, hacer del pronóstico del tiempo en la pantalla una institución. “Abrí las puertas para que otros canales tuviesen meteorólogos”, dice con una espalda de 30 años.
—Lo que pasa es que puede ser muy grande, pero con poca energía —intenta disciplinar Iván Torres—. O puede ser chiquitito, pero... —y hace el silencio justo como para que uno pueda ensayar lo que sigue.
Correcto:
—Entonces yo creo que el tamaño no importa.
Este diálogo —sugerente, juguetón, acaso fuera de contexto— que propuso el meteorólogo ocurrió en pantalla, a las 07.24 horas, algunas semanas atrás. Recién después, cuando pronuncie las palabras clave, sistema frontal, uno caerá en cuenta de que el meteorólogo siempre habló de lo suyo: del tiempo. Aun cuando la dupla que conduce 24 Horas Tu Mañana siguió la corriente por un rato más.
—Se puede desinflar en el camino, Iván —lo buscó Valentina Reyes.
Lo que él contestó así:
—Claro, muchos grandotes se salen del camino.
Iván Torres muestra el extracto, de unos treinta segundos, riéndose de cada detalle. Lo tiene descargado en su celular. Se ríe de cómo ese cierto nerviosismo inicial deprisa devino en complicidad. Tal vez felicitándose por lo que luego dirá aquí: que busca hacer de los pronósticos del tiempo, sin demasiado lenguaje técnico, con tono coloquial, algo más sencillo y ameno para el público. Una receta, su receta, que se traduce hasta ahora —treinta años después— en cifras: TV Tiempo, un clásico de la señal estatal, permanece dentro de los cuatro programas más vistos.
Lo de que el tamaño no importa es recién la primera de una batería de anécdotas que el meteorólogo tiene preparada. Mientras le toman las primeras fotografías, pregunta al fotógrafo el precio de la cámara. A él, dirá, su perro le destruyó por completo una igual. Como también algunas partes de su vehículo o del living. Luego hablará de sus hijos mayores y de sus trabajos. Y que una de sus hijas acaba de iniciar sus estudios universitarios. O que hoy despertó a las tres de la mañana para enviar un correo con pronósticos. Que está en pleno tratamiento para mitigar las ojeras.
El resto —sus años en Puente Alto, su breve paso por la Escuela de Carabineros, el año en la Antártida, hacerse rostro de televisión, alguna masterclass improvisada del tiempo, sus highlights, cómo lidia con los memes, su relación con Felipe Camiroaga— cuando comienza la grabación.
La Firme con Iván Torres
Mi viejo era de Pirque. Después se casó, se fue a vivir a Puente Alto y llegamos a vivir allá. Pero nacimos en Santiago. Somos tres hermanos, dos mujeres y un hombre.
Mi viejo fue, en su época, detective. Era muy responsable y autoritario, como todos los viejos, sobre todo de campo. Después, cuando ya se casó, como que captó que el sueldo de detective era malísimo, así que estudió contabilidad y pasó después a ser contador. Dentro de investigaciones igual. Pasó al otro lado, a investigar delitos tributarios, cosas así, y después finalmente se cambió y se fue a la Corfo. Posteriormente, se jubiló y se puso con una oficina en Puente Alto. Era dirigente deportivo, del Rotary Club, en todas las cuestiones que había estuvo metido mi viejo.
Tuve una infancia normal, diría yo. Con dos hermanas, una mayor y una menor. Ambas son profesionales, solteras y sin hijos, viven todavía con mi madre, porque mi padre ya falleció. Yo diría que he tenido una vida normal, sin ninguna cosa especial.
Íbamos a la plaza a pinchar. Antes, en Puente Alto, había tres cines: el Palermo, el Plaza y otro, que no recuerdo, Nacional creo, que estaba en José Luis Coo. Entonces, los fines de semana, especialmente los domingos, nos reuníamos nosotros en el cine y después pasábamos a hacer cambio de luces al Tontódromo, o sea, a la plaza. Los hombres girábamos en un sentido, las mujeres en otro y ahí hacíamos los cambios de luces.
Yo pinchaba poco…, pero pinchaba. Cuando uno no es muy encachado, tiene que tener aptitudes. Yo tenía que conversar para conquistar. Tengo el don de la palabra. Si no, estaría soltero y sin hijos, ¿cachái? Tenía que tenerlo.
Se acabó el Puente Alto antiguo. Antes nos conocíamos todos. Tú podíai salir tranquilo prácticamente. Había robos, pero lo normal. Después cambió, cambió mucho todo y ya nosotros después nos fuimos. Yo empecé a trabajar, me fui a la Antártida un año. Volví a Santiago, me casé..., en fin. Ese Puente Alto antiguo ya no es. Se acabaron los cines, ahora hay una multitienda ahí. Los domingos salías con tu familia a pasear, la plaza era una cosa de reunión, la fonda era lo más entretenido que había. Todo eso se acabó.
Vivo en El Canelo, soy casado con cuatro niños. Bueno, no tan niños: el mayor ya tiene veintinueve años, es ingeniero; el otro termina ahora, ingeniero agrónomo en la Católica, es enólogo; tengo una de dieciocho, que entró a la universidad, y una de doce. Papá chocho. Las niñas son otra cosa.
Era muy desordenado... de hecho, no me dejaron seguir en la Escuela Matte y me cambié al Liceo de Puente Alto. ¿Si me echaron? Digamos que abandoné, jajajá... Y en el liceo también hice mis revoluciones. Teníamos una profesora de filosofía, que era una monjita de la Escuela Vedruna. Los días sábados había clases en aquella época, y como era muy tarde la clase, yo quería interrumpirla. Así que daba vuelta la sala, la cambiaba. Ella llegaba y se encontraba con todo el mundo al revés, era pa’ perder el tiempo. Pero lo peor era otra cosa. Estaba en aquella época el Plan Daisy, tocaban la campana y uno tenía que salir a formarse. Entonces, pa’ interrumpir la clase, cada vez que tocaban la campana teníamos a dos cabros que se sentaban adelante y eran bomberos. Sonaba la campana, yo me subía arriba de una silla y gritaba: “¡Daisy!” Y los cabros, estos bomberos, abrían las puertas y salíamos a formarnos.
Me mandaron a la Casa de Piedra, que era una cuestión psiquiátrica. Estábamos todos locos, dijo la profesora. Pero mentira, era un show. Y así interrumpíamos las clases... filosofía, a última hora, era lo más fome que había. Tengo otras anécdotas, pero no se pueden contar.
Hay un Iván Torres en la televisión y un Iván Torres en la calle. Yo siempre fui tímido en realidad… todavía lo soy. La timidez me la sacaba con el desorden. Pero, mira, una cosa es la tele y la otra es andar en la calle. Yo creo que lo que hago en la tele es un personaje. En la calle soy tímido. Ahí trato de pasar lo más desapercibido posible, hago mi vida normal: voy al supermercado, voy a la feria, voy a todas partes. Mi vida sigue igual, porque no me considero tan conocido. Conocido soy, pero no tanto.
Una pura vez tuve un problema, en Pomaire, que unos gallos medios curaos me echaban tallas. Las señoras incluso se fueron a disculpar. Estaban curaos, po. Pero en general la gente es amable conmigo. Tira la talla cuando llueve, es lo típico. Pero cosas así, la verdad es que no he tenido muchos problemas.
No era ni mal ni buen estudiante, yo diría del montón. Medio pa’ arriba tal vez, no pa’ abajo. Antes era diferente, uno daba la Prueba de Aptitud, que es muy diferente a lo de ahora. Ahora te exigen conocimiento, antes era más aptitud. Era otra cosa, otro tipo de prueba.
Postulé a Carabineros y quedé entre los doce primeros. Mi viejo me preguntó: ¿cómo le fue en la prueba? Y yo le dije: mira, no sé. Usted no se queda en la casa, me dijo. Usted va a postular a una de las escuelas, porque no se va a quedar en la casa. Entonces vi Marina, Aviación, Militares y Carabineros. Pensé cuál era la mejor opción pa’ mí, pa’ estar más en contacto con la gente: Carabineros. Y como postulé sin presión, salió en El Mercurio, tú lo puedes corroborar, estoy dentro de los doce primeros. Me fue bien. Me metí ahí y se me presentó alergia a la caspa del caballo. Y me salí. Me hice un tratamiento, mientras tanto me metí a la universidad, porque uno podía compatibilizar. Empecé a estudiar Licenciatura en Física y Matemáticas, pero yo no era capo, era normal, nomás. Y si no era un gallo destacado, no iba a pasar nada. Así que me cambié a Ingeniería en Calefacción, Refrigeración y Aire Acondicionado.
Pa’ mí fue entretenida la Escuela de Carabineros. Nos tuvimos que quedar ahí y, como hacíamos un poquito de desorden, me tocó limpiar los baños, esas cosas entretenidas que hacen ahí, jajajá. Pero fue un par de meses, nomás. No fue tanto.
Mirando pa’ atrás y viendo la vida actual, no sé si hubiera sido carabinero. Tendría que haberlo vivido. Todavía me llaman algunos compañeros, un par de años atrás nos juntamos con la promoción. Y fíjate que en aquella oportunidad postulaban nueve mil personas para quedar ciento ochenta o doscientos. Me he encontrado con varios y ha sido una grata sorpresa, pero no estuve el tiempo suficiente para poder aquilatar lo que es estar ahí. No te podría decir. Lo que tengo ahora es lo que tengo, nomás.
La meteorología es pura matemática y física, no es una carrera como piensa la gente. No es de geografía, eso es climatología. También es matemática, pero es diferente. Los climatólogos a veces son geógrafos, nosotros somos más “científicos”, más matemáticos, físicos... para después decir que está despejado, imagínate.
La gente confunde el tiempo con el clima. El tiempo es lo que está pasando hoy, que está despejado. Si mañana llueve, es el tiempo. ¿Pero qué es lo que es el clima? Una estadística. Es la estadística de las condiciones del tiempo durante un determinado período. Por ejemplo: ¿cuál es el tiempo que tiene Santiago en verano? Cielos despejados, sin lluvia, temperatura de promedio máxima 30º. ¿Y qué pasa si llueve en pleno enero? Ese es el tiempo. El tiempo es una condición actual, la condición que tú estás viviendo, que tú estás pronosticando. Puede ser pa’ un par de días más, incluso. Pero el clima es una muestra de las condiciones diarias del tiempo, una estadística.
Entré en meteorología por un diario. El ’82 fue la crisis mundial, entonces, como éramos estudiantes jóvenes todos, dijimos: una de las carreras que van a cerrar y que no tienen pega es Ingeniería en calefacción, bla bla bla. Entramos en pánico varios. Y en un diario salía que se necesitaban estudiantes con el plan básico de ingeniería aprobado para formar lo que es un meteorólogo. Postulé y quedé. Pensé: ahí uno tiene pega segura, eran dos años, teníamos el plan básico aprobado, y va a pasar rápido el tiempo. Pero eran clases de ocho y media de la mañana a las cinco y media de la tarde, todos los días, y los sábados en la mañana. De todos los que postulamos, todos quedaron y el actual director de Meteorología es compañero mío, Reinaldo Gutiérrez. De mis compañeros muchos están jubilados y otros están ejerciendo, como Arnaldo Zúñiga, que también sale dando entrevistas siempre. Es una buena carrera, tiene muchas oportunidades. Pero para poder avanzar tienes que ir fuera del país, y la mayoría ha salido.
No sabía nada de meteorología, nada. Pero uno tiene tres cosas fundamentales en la mente. El ADN nuestro es así: si a mí me duele algo, me vas a decir tómate un paracetamol. Ya, ahí tienes la parte médica metida. Si yo tengo un problema, aquí te sale o lo psicólogo o lo religioso, ¿cachái? Y además, oye: parece que va a llover. No, no creo que llueva. Eso está inserto en ti. Son tres elementos que están insertos. Ser psicólogo o cura, la parte de la medicina y la parte del tiempo. Yo hacía un pronóstico pa’l público y tomaba el colectivo detrás del Instituto Nacional, me sentaba y la gente decía: “oh, parece que mañana va a llover”, “pucha, que hizo frío”. Entonces todo el mundo habla del tiempo. Me metí a meteorología y apareció mi ADN, po. Tú también podrías ser meteorólogo.
La gente tiene una memoria muy especial: yo puedo acertar todos los días, pero me equivoco en una y dicen: oh, este gallo se equivoca siempre.
Estuve poco más de un año en la Antártida. El año 87 había un meteorólogo que estaba pasando por un mal momento, se le devolvían los aviones. Entonces, apareció una lista en febrero: necesitaban meteorólogos para postular a la Antártida. Yo era jefe de turno y tuve que llevar la lista al director. Y él me dice: ¿usted no se inscribió? Debería inscribirse. Y yo nunca tan tonto: si el director me dice que debería inscribirme es porque el viejito estaba pensando en mí. Y me inscribí. A los dos días me dicen que quedé seleccionado. Estuve un poquito más de un año. Me tuve que hacer todos los exámenes en el Hospital FACh, porque a todos le sacan el apéndice, y a mí, por la premura, no me la sacaron. Es más, me hicieron unos exámenes y me encontraron que tenía una fístula arteriovenosa pulmonar. La hueá rara, hueón. El médico me dijo: tú no puedes ir, tienes eso. Le pedí las causales de eliminación, y no estaba, así que pude ir. Tenía una especie de várice y pasaba la sangre directa. Me dijo: si haces un esfuerzo muy grande, se te puede reventar y morir. Pero como no era causal de eliminación, me fui con un certificado para no hacer ningún esfuerzo allá. Yo estaba a cargo del supermercado y del agua. Hablábamos por citófono: oiga, vamos a dar el agua y ahí abrían las llaves. Pero eso hacía yo, nunca hice tareas de fuerza.
Cuando estaba en la Antártida se quemó un módulo, murió un observador meteorológico y quedaron muchas personas heridas. Algunos con graves problemas. Y obviamente la pasamos mal, porque me tocó a mí hacer los pronósticos para que el avión, el Hércules, pudiera venir a buscar a los heridos, el muerto, que era un compañero nuestro. Y las condiciones no eran buenas. El Hércules soportaba vientos cruzados de treinta nudos y yo había dejado hasta treinta nudos. El Hércules tenía que llegar de alguna manera y fue veintiocho nudos el máximo, alcanzó a aterrizar justo. Evacuaron gente... Había un colega mío que entró en crisis, y era obvio, porque dormía en la misma habitación que el que murió. Fue una etapa difícil. Es más, no teníamos calefacción. Dormíamos con los buzos, cuatro en cada dormitorio. Después había una casa desocupada, de un meteorólogo que se tuvo que venir, fuimos para esa casa y estuvimos mucho más cómodos. Yo tuve una buena experiencia, hice buenas relaciones con los rusos, con los chinos y sobre todo con los uruguayos. Fue un pasar bastante bueno, los pronósticos me salieron bastante bien, pero por lo otro, mi experiencia en la Antártida fue de dulce y agraz. Estuve un poco más de un año, querían que me quedara, pero no, ya quería venirme. Tenía plata y todo pa’ venirme, jajajá.
Cuando llegué a TVN era un experimento por seis meses, pero enganchamos bien con el Jorge Hevia y la Margot (Kahl). Después era por un año, y ya después me quedé. Ya llevo treinta años. En el ‘95 llegó un fax del Tata (Juan Carlos Díaz), que pedía un meteorólogo, porque había especialistas de todo pero faltaba alguien de meteorología. Entonces, el director me dice en febrero: oiga, haga una lista con cinco meteorólogos que quieran ir, y aquí te vai a sorprender de algo. Yo hice la lista con los más bonitos, los más encachados, y obviamente no me puse. Hablaba rápido, hablaba mal, en fin. Soy muy disperso. Y cuando vuelvo, el director me dice: vaya usted, hablé con el Tata y por la forma suya de ser, usted es el indicado. Vine, hice la prueba y quedé. Y segundo, reemplazante mío, adivina quién quedó: Jaime Leyton. Era mi reemplazante cuando yo no estaba.
No sé si soy rostro o caracho, pero por ahí ando. Yo creo que abrí las puertas para que otros canales tuviesen meteorólogos, a pesar de que ya había.
En el año 99 fui a Weather Channel, me tenían con suite de lujo, pero no me quise quedar. Hicieron un convenio con Chile, cuando estaba en el cable. Daban pronósticos para Sudamérica, entonces pidieron meteorólogos de Chile y de varias partes más. Y yo fui, con Cristian Russo, antes se había ido Paola Elorza. Llegamos, teníamos una suite cada uno, en Atlanta. Me paseaba, me comía todo lo que podía. Nos pasaron auto, nos invitaban a cenar y después las reuniones. Pero capté que era un proyecto y yo, que trabajo con proyectos, dije: esto no va a funcionar pa’ Sudamérica, porque aquí en Sudamérica la gente no está acostumbrada a estar pagando por el tiempo. Entonces no me quedé. Cristian Russo se quedó a cargo de lo que eran redes sociales, vivió en Estados Unidos, y en lugar mío se fue Luis Carrera, que en aquella época estaba saliendo en el Mega. Todavía somos amigos y cuando hay huracanes, yo lo llamo y me luzco con esa información, porque me la da de primera línea. ¿Y Weather Channel? Fracasó pa’ Sudamérica, po. No está, tenía razón. Y yo seguí en TVN. Tuve un buen pronóstico... el mejor pronóstico.
Yo decía: no soy pa’ tele, soy narigón, ojeroso, hablo rápido, me distraigo con facilidad. Pero quedé, po. Y todavía estoy, todavía no me echan.
Son treinta años en TVN, está Pavlovic, Carcuro y yo. Pero pa’ mí eso no es naaada, hay que seguir trabajando, nomás. Si me pusieran un auto a la puerta, te creo, te diría: tengo beneficios, jajajá. Pero no tengo ni vale de desayuno, jajajajá. No, yo cumplo con mi labor, nomás. En general, no tengo problemas en el canal, nunca los he tenido. Yo hago mi pega y no creo que sea mala.
He sido criticado por diferentes direcciones que han pasado por los programas, porque no soy tan exagerado. Pero yo creo que en meteorología no hay que ser exagerado. ¿Te acuerdas que hubo un ciclón que anunciaron el año pasado? Está grabado lo que te voy a decir: llegó la Carla Zunino un día lunes y me dice Iván, ¿qué pasa con el ciclón? La gente me escribía asustada porque iba a quedar la embarrada, poco menos que un huracán. Y expliqué en pantalla lo que era un ciclón. Un ciclón es un área de bajas presiones, es el término que tiene a nivel mundial. Y nosotros lo conocemos como bajas presiones. Chubascos le llamamos a un tipo de precipitación, en otros lados le llaman chaparrones. Es lo mismo. Ciclón le pusieron y lo hicieron muy bien, de una empresa, para hacerse notar, pero un ciclón es simplemente un área de bajas presiones. Como soy meteorólogo sinóptico, hago clases en universidades, tengo una consultora, resulta que dije: hay una alta presión en Argentina, no va a pasar nada... Cayeron 14 mm. en Puerto Montt, nunca se me va a olvidar. Y en Santiago no pasó nada. Ya: yo he tenido ese problema, que no soy tan alaraco, tan sensacionalista, pongo la pelota en el piso. Cuando hay que poner una alarma, la ponemos. Pero la sensación para llamar la atención, creo que no es buena. Yo prefiero ser preciso que anunciar algo diez días antes.
Creo que he marcado un estilo, porque veo algunas personas que dan el tiempo y tienen cosas muy parecidas a las que digo yo. O, por lo menos, el lenguaje que utilizan es mucho más coloquial, mucho más cercano a la gente. Yo traté siempre de hacer eso, de explicar cosas con un tono mucho más coloquial. Cómo me voy a poner yo a decir: la baroclinicidad de la atmósfera implica que el flujo divergente... ¿pa’ qué? ¿Te vai a lucir con eso? Nah.
De diez meteorólogos hay once opiniones, siempre. Que nos pongamos de acuerdo es muy difícil. Porque la meteorología es una ciencia bastante abstracta en algunos aspectos. No es lineal, tampoco.
He aprendido de tres meteorólogos. Uno que ya no está, Eugenio Campos Lee: ese caballero se subía al techo del edificio, hueón, y cantaba, miraba pa’ todas partes y yo lo seguía pa’ ver qué es lo que hacía. Me decía: el meteorólogo no puede ser de escritorio. Y tiraba papelitos chicos pa’ ver dónde se iban. Aprendí mucho de él. El otro, muy buen sinóptico, gallo capísimo, ya está jubilado: Manuel Merino Thayer. Y el último, que también es conocido, pero por su hija, Augusto Llanos. Irene Llanos es una niña que es cantante. Son tres de los mejores sinópticos que ha habido en Chile, desde mi punto de vista. Eran tipos de la calle, que sabían analizar.
Las rachas en esto son muy típicas. De repente andái confundido, o estái tomando algunos parámetros que no son los adecuados. Esto es un problema en tres dimensiones. No basta con analizar bien el viento, acá tenís que ver lo que hay en la vertical, si hay movimiento ascendente, descendente, la cantidad de vapor de agua, etc. Un montón de parámetros para hacer un pronóstico más o menos bueno.
Cuando tenía una mala racha, en un principio me afectaba, uno quiere ser siempre imbatible. Pero ya no. No, porque uno sabe que en meteorología no hay ningún país en el mundo que tenga un cien por ciento de acierto, ni siquiera Estados Unidos que tiene la mayor tecnología. Es cuestión de ver lo que pasó con Katrina, que se equivocaron, y ¿sabís? Acá nosotros lo dijimos. Estaba con Mauricio Bustamante, y le dije: ojo, porque está acá, en el Golfo de México, se puede activar. Y se activó, los gringos habían dicho lo contrario. Pero todos tenemos grandes caídas.
En el Buenos días a todos antiguo, un día dije lluvia y no pasó nada: estuvo despejado. Otra vez, estábamos en el paradero 14 de Vicuña Mackenna, estaba lloviendo y de repente el camarógrafo me dice: mira, se está despejando. Me doy vuelta, veo la Cordillera y dije, aah, esta cuestión se acabó. ¿Vámonos?, jajajá. Y nos tuvimos que venir, po. Se acabó de un viaje la lluvia. Me agarraron pa’l hueveo... ni te cuento. Llegué acá, estaba el Felipe Camiroaga y no me soltaron. Estuvieron con una manguera tirando agua. Nooo, pero había que tontear.
El acierto que más recuerdo fue una vez que jugó Chile y nos clasificamos a un Mundial, un sábado. No me acuerdo con quién jugó, soy poco futbolero. Pero la cosa es que yo tuve que ir al Estadio Nacional, estaba lloviendo en la costa. Y resulta que estaba Pedro Carcuro en la caseta y me pregunta: ¿viene la lluvia? Viene la lluvia, le dije yo, cuando estemos en el partido. Empezó a las seis y media de la tarde, y se puso a llover... y ganamos con lluvia. Y yo, en lugar de quedarme, pedí auto pa’ irme al tiro pa’ la casa por si no llovía, pa’ no pasar vergüenza, jajajá. Pude quedarme viendo el partido, sacar pecho, pero arranqué. Es el que más me acuerdo porque fue muy entretenido. Pero si te contara todo los aciertos que hemos tenido estaríamos todo un día... jajajá.
Mi probabilidad de acierto yo creo que está entre el 85% y el 90%, sí. Estamos bien en TVN. Somos un equipo, junto con Yael Szewkis.
He escuchado cosas que no tienen sentido de personas que se creen meteorólogos. Si tú eres periodista y te ponen una persona que no es periodista a hacer notas, te va a molestar. A mí me pasa lo mismo. Hay suficientes meteorólogos como para estar hablando de meteorología. Y no basta con saber un poco, porque tú puedes sacar información de acá (enseña el celular).
En TV Tiempo a nosotros nos va bien en general. Siempre subimos el rating, la mayoría de las veces. Pueden estar con una noticia, va El tiempo y sube. Pero creo que está supeditado a cómo le va al canal. Si el canal tiene un programa que tiene mucho rating y metís el tiempo entremedio, obviamente que le va a ir bien. Pero hay mucha gente que se cambia para ver el tiempo a TVN. Estamos dentro de los cuatro programas más vistos y creo que tenemos bastantes auspicios. En general, a todos los canales les va bien con el tiempo, porque a la gente le interesa. Pero insisto en que está supeditado el rating a los programas que tiene.
Siempre hay competencia entre los meteorólogos, pero es una competencia sana. Y más que eso, yo no me preocupo de lo que sale en otros canales. No los veo, de partida. Me preocupa lo que yo voy a entregar, nomás. Y cuando me preocupo, es cuando salen esas noticias alarmistas en los diarios, que a mí me cargan.
El año pasado fui premiado por mi trabajo y fui a Aruba. Fui con Simón (Oliveros) y una argentina, lo pasamos chancho. Ojalá me vuelvan a premiar, porque quiero ir de nuevo, jajajá. El clima es espectacular, el agua potable de las mejores del mundo, tomái de la llave. Tiene varias cosas que yo no conocía. Y si hablo del punto de vista climático, estuve pidiendo asilo meteorológico, que no me lo dieron. Quería quedarme allá porque es refácil: hacís un pronóstico pa’ la semana, po jajajá. Llueve muy poco, no hay grandes problemas. Me gustó, quiero ir de nuevo.
Fui panelista en el Buenos días a todos, pero en contra de mi voluntad, porque no me gusta. No, no. Yo no quiero programas propios, nada. Ahora, si hay un programa de meteorología, obviamente porque es mi área. Pero si no, ni animar, nada. Ni una faceta, yo soy meteorólogo las veinticuatro horas. Si tú tienes un programa de meteorología, un programa en que yo pueda tener alguna intervención, o relacionado al clima, al tiempo, con el medioambiente, claro, uno puede hacer algo. Pero otra cosa que escape a mi ámbito, no.
He conocido a todos los rostros, pero Felipe Camiroaga era un hueón diferente. Era muy divertido el hueón. ¡Muy divertido! Una vez me acuerdo que me invitó a su Animal nocturno pa’ actuar con el Jappening, y estuvo Ravani, Pedreros y Fernando Alarcón. Esa fue una idea de Felipe, de su equipo creativo, y salí de Frankenstein. Fue una cuestión chora, jajajá. Felipe tenía buenas cuestiones.
Felipe piloteaba y me llamaba pa’ pedirme el tiempo. Me decía: oye, voy a Chillán, hueón. Y yo le decía: vos soy piloto, pero de piocha azul. Significa que si mirabai el cielo y estaba azul, ahí volaba. Y le decía: yo te doy el tiempo, pero ¿con quién vai? No, hueón, voy con tal persona... y ahí le daba el tiempo a cambio, jajajá. Pero siempre andaba con una. ¿Cuál? Yo nomás sé.
Felipe era pintoso y tenía una cuestión que después la gente se enteró: era súper generoso. Mira, en el Buenos días él, a fin de año, hacía una fiesta. Si estaba la banda, no sé po, Los Tres Enanitos de moda, él los contrataba. Y hacía sorteos. Hasta un auto sorteaba. Era muy generoso, siempre lo fue. Y ayudó a mucha gente por fuera. Yo me acuerdo de Garfield, un camarógrafo que tenía una enfermedad y él lo ayudó. Pero le dijo: no le digái nada a nadie. Y después nos enteramos. Uno después se enteró de muchas cosas. Hay una señora en la calle que Felipe siempre la veía y ella dio su testimonio, que la ayudaba. Él ayudaba a la gente piolita, sin que nadie supiera. Era un gallo diferente, po. Un buen gallo, por eso la gente lo quiere. Le gustaba a todos.
No sé si Felipe estaría ahora como pa’ hacer el Buenos días a todos con tanta violencia que tenemos. Con un programa, no tan solo en TVN, que después del Estallido cambió, porque cambió la televisión. No sé si estaría haciendo sin la misma forma que tenía el programa. Ahora es más periodístico, se perdió la esencia que tenía el Buenos días a todos antiguo.
Cuando ocurrió el accidente, a mí me avisó un coronel de la Fuerza Aérea. Yo hice clases en varias partes, y entre eso la Fuerza Aérea. Me llama y me dice: oye, hubo un accidente en Juan Fernández. ¿Qué?, le pregunté yo. Sí, se cayó el avión. Chuta... Yo soy profesor aeronáutico, meteorólogo aeronáutico, hice clases en Perú, en Ecuador y Argentina, a través de la Universidad Federico Santa María, para preparar a los pilotos para que pudiesen volar aquí en Chile. Entonces, conocía todo el sistema de lo que pasaba. Y cuando me dijo que había un accidente, le dije: no hay ninguno vivo. No, me dijo. Cuando llegué acá, me reuní con Mauricio Correa y le dije: Mauricio, yo creo que no hay ninguno vivo. Pero me dijo que no dijera nada, y era obvio, la esperanza es lo último que se pierde.
Me tocó con la Carola de Moras salir a saludar a la gente y era una pena terrible. No era sólo Felipe, eran cuántas personas, diez, once. De acá teníamos varios, la Silvia, el Bruce.
Esa misma semana, el Tata puso a Bruce a animar y dijo: aquí está el reemplazo natural de Felipe. Felipe se había enfermado o había faltado, no me acuerdo. Pero no alcanzó, po...
El último mensaje de Felipe fue preguntándome el tiempo. Yo le dije: te doy el tiempo, con lluvia, todo lo demás, pero no te puedo hacer un pronóstico aeronáutico. Yo te doy un pronóstico general: va a estar con lluvia. Pero tú sabís que los aviones vuelan con lluvia. Llegaron dos aviones antes, sin problemas. El problema, de acuerdo a lo que se hizo, fue de piloto, nada más.
Hubo una época en que fui el rey de los memes. Todavía de repente aparecen. Yo no tenía Twitter y resulta que había una cuenta falsa de Iván Torres. Y sale una nota al respecto, yo dije que no me molestaba. Entonces, me dijeron: sabís, deberíai tenerte una cuenta, porque te están parodiando. Y eran cuestiones más o menos groseras, po. ¿Tiene frío? Le pongo sus patitas aquí y yo le voy a dar calor. Hueás así... y ¡firmaba Iván Torres, po hueón! Ahí me hice una cuenta, no tengo idea cuántos seguidores tengo. Después me hice un Instagram, pero pongo de repente cuestiones, no soy muy asiduo, porque no tengo mucho tiempo. Y yo trabajo con el tiempo... es como pa’ la risa.
No me molestan las burlas o los memes. El que te pone cuestiones lo hace pa’ huevearte y está bien, todo el mundo te puede huevear. Y el que pone cuestiones ofensivas, digo: este gallo no tiene idea. Entonces, no puedo yo atacarlo. Si no tenís idea de meteorología, ¿cómo te voy a atacar? ¡No le achuntái nunca! Ese no sabe que los pronósticos no son exactos siempre. Pero bueno, no me molestan.
Hago clases en dos universidades, que son postítulos, y tengo una consultora desde 1998. Trabajo con CGE, con pronósticos estratégicos, muy largos, por eso me levanto muy temprano. Mira, esta la mandé (muestra un pronóstico desde su celular) a las 03.07 horas. Son pronósticos para empresas. La empresa eléctrica con lluvia no tiene tanto problema, es con el viento. Si yo te digo que va a haber viento de 50 km/h, las empresas eléctricas empiezan a tener fallas. Si van a haber 100 km/h, ellos saben cuántas cuadrillas deben tener. El año pasado, cuando fue lo del viento fuerte, a esta empresa nosotros le enviamos que íbamos a tener vientos de 100 km/h. Nosotros les damos todas las condiciones para que puedan tener las cuadrillas que corresponden, porque el evento no lo vas a evitar, pero sí vas a tener una mejor atención al cliente. Es una atención personalizada.
Lunes, miércoles y viernes despierto a las tres y media de la mañana, duermo poco. El resto de los días, a las cinco. Duermo cuatro horas, más o menos. Antes me acostaba a las once o doce, ahora a las diez y media. Después vengo al canal y ahí duermo siesta en la mañana, una hora, hora y media, y sigo trabajando en la tarde. Tengo mi oficina al lado de mi casa. En la tarde tengo que dejar listo el pronóstico para prensa en la madrugada, para el Buenos días a todos, etc. Eso es un pronóstico. El que va en la noche es de Yael, no es mío. Pero coincidimos, cuando hay dudas nos hablamos. Por eso te digo que somos un equipo.
Lo mejor de trabajar en la televisión son las facilidades y el cariño de la gente. Pa’ qué estamos con cuentos, si uno ha logrado hartas cosas. Yo voy a la feria y me eligen las papas, po. Me dan los mejores tomates. Siempre la gente te atiende bien. ¿Y lo peor? Que tu vida personal queda un poco de lado.
A mi hija le carga salir conmigo. Sale conmigo, pero le carga cuando la gente me pide una selfie, un autógrafo. Le carga. Porque son niñas que no están acostumbradas a eso.
No tengo ningún sueño pendiente en la televisión. Ninguno, yo soy meteorólogo 24h y nada más.
¿En dónde me veo en cinco años más? En un ataúd, jajajá. Noo, no sé. Pronostico, pero no a tan largo plazo. Máximo, siete días. No tengo idea dónde voy a estar, hueón, jajajá.
El tiempo aquí en Chile, más que un lujo, es un tiempo bastante estable.
Soy inviernista, claro. Que llueva, nomás. Me encanta la lluvia, el frío. Prefiero pasar frío, porque tú te abrigái. Pero qué hacís con calor, ¿te vai a despellejar? No se puede, po.
Si no hubiera sido meteorólogo, me hubiera gustado ser agricultor. Me encanta la tierra, me encanta sembrar.
¿Un apodo? Pelao me decían siempre. Todos mis amigos, porque me cortaban el pelo muy corto antes.
Un sueño pendiente que tengo... ser millonario, jajajá. Rico e inteligente. No, mi único sueño es como raro, una estupidez lo que voy a decir, pero que todos mis hijos sean profesionales. No me refiero a que tengan un título profesional, no, que tengan una profesión y sean independientes cada uno de ellos. Lo voy logrando, pero me queda harto terreno todavía. Tengo una chica de doce años.
Lo más heavy que me ha pasado fue un incendio en mi casa, cuando chico, en que mi madre se quemó la cara y las manos. Casualmente, mi viejo andaba trabajando en investigaciones y andaban unos cirujanos acá, la intervinieron rápidamente y no tiene ni un rastro, ni uno. Yo era chico y di vuelta una estufa a parafina. Me acerqué a calentarme y cuando doy el paso, la parte de atrás se enganchó y se dio vuelta en la cocina. Y mi vieja con la escoba sacando todo, pa’ que no se quemara la casa. Ahí se quemó la cara, las manos. Pero se le hizo un injerto y quedó bastante bien.
No tengo cábalas. Trae mala suerte... jajajá.
¿Frase favorita? Yo nunca he hecho un mal pronóstico... algunos no se me cumplen, que es diferente.
Vendí diarios cuando chico. Veía a un vecino que vendía el Puente Alto al día y tenía plata, y yo quería tener plata también, así que salí a vender diarios al centro de Puente Alto. Hasta que me pilló mi abuelo, le contó a mi viejo y de un ala me sacaron. Yo quería ser periodista en esa época. Después, cuando estaba en la universidad, hacía jardines.
Mi primer sueldo lo gasté... en un prostíbulo, jajajá. No, no, una broma. No me acuerdo, pero debe haber sido en algo normal, nomás. Ah, ya, me acordé: fue un marzo, me compré una sandía. Una estupidez, po.
Me estoy tratando las ojeras. Y en la clínica del Doctor Valdés, la dermatóloga Marcela Gaete me está poniendo plaquetas para que no se me caiga el pelo. Soy un poco vanidoso.
Es súper rara la música que escucho. Me gusta Bobby McFerrin, Supertramp, Elton John también, Billy Joel. Ese tipo de música, más antigua.
¿El mejor concierto al que fui? El de Sting. Fui dos veces.
No veo películas casi. No veo ni televisión. ¿Y sabís por qué no veo películas? Porque me aburren. O algunas me angustian, como estoy más viejo, así que las cambio.
Vi una sola serie: la de Juan Gabriel. ¿Por qué no veo? Porque me carga que te dejen enganchado, estar sentado horas y horas. Ah, y antes de la pandemia una serie de Jesucristo, que fue rebueno, pero llegó la pandemia y se acabó... ¡nunca supe qué pasó con Cristo!, ahora me enteré por la prensa, jajajá.
El único hobbie que tengo es plantar... maestrear, aunque me mando algunas cagadas.
Tengo un perro desastroso, se ha comido todo, lo destruye todo. Los cojines, una cámara. El living de la terraza lo tenemos adentro, porque el hueón se lo come. ¿Hay visto unas mangueras que venden en Temu? Esas compré, porque son retráctil. La pongo, la saco, la enrollo y la dejo guardada. La otra no podís, po. Y las hace todas tira. Es malo el hueón.
Me gusta la Católica, porque a mi hijo le gusta. Pero no sé ni quiénes juegan. Es como por tradición.
Mi mayor miedo es morirme y que mis hijos no logren ser independientes. Porque el sostén de mi familia, en mi casa, soy yo. Yo quiero que todos sean independientes, que caminen solitos, y ahí me puedo morir tranquilo.
Si pudiera tener un superpoder sería ser el rey del tiempo. Mientras mis colegas dicen: mañana va a llover, yo voy y digo: no llueve. ¡Y no llueve y me los jodo a todos! Ese sería un superpoder, modificar el tiempo. Dirían: este gallo se las manda, jajajá.
Mi placer culpable es el chocolate.
¿Comida favorita? La cazuela. Me gustan los mariscos también, las humitas, pero la cazuela es lo máximo.
Me está pasando una hueá bien rara: me están gustando más los vegetales que la carne.
Si pudiera invitar a tres famosos de toda la historia a un asado, sería... podría ser Jesucristo, pa’ que me libere de todos mis pecados. No sería malo, jajajá. No, no: a Charles Chaplin, que lo encuentro genial; a Donald Trump, pa’ saber qué cresta piensa, a quién va a invadir después, por qué no cree en el cambio climático. No es que esté en contra de él o a favor de él, simplemente quiero saber por qué es así... tiene una personalidad tan especial. El otro día dijo: vamos a atacar Rusia, entonces es un gallo que, para mí, vale la pena conocer. Pa’ saber qué cresta piensa, ¿dirá esas cosas de la boca pa’ afuera? La gente que dice tantas cosas me llama la atención. Y la Cindy Crawford, porque la hallaba tan dama, tan bonita. No sé cómo estará ahora...
Iván Torres es meteorólogo día y noche, el hombre del tiempo de Chile. Los demás son copiones, réplicas. Yo soy el hombre del tiempo de Chile, el que ha hecho comerciales en televisión abierta.
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