Espectáculos

La Firme con José María del Pino: “Llegué a preguntarme: ‘¿tendré doble vida o las haré converger?’”

A mediados de año regresó a Chile, tras sus estudios en EE.UU. y una etapa de corresponsal, para instalarse en el panel de Tu Día (Canal 13). El periodista repasa su historia y carrera: “Soy un gay que le encanta andar a caballo y se viste de huaso”, comenta.

Entrevista en profundidad a José María del Pino, panelista de Tu Día. Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

José María Del Pino Carrasco (37) es un tipo análítico y, así como suele meterle cabeza al acontecer político local e internacional, también lo hace con su propia historia vital y, por ejemplo, según cuenta a La Cuarta, “salir del closet” fue un hito que —aunque pueda leerse evidente— lo liberó de todo tipo de amarras que, hasta cierto punto, él mismo se había impuesto... Pero ya íremos a los detalles.

Sentado en una sala entre los pasillos de Canal 13, el actual panelista del matinal Tu Día, en extenso y detalle, repasa su niñez y adolescencia forjadas en Chillán y los campos alrededor. La nostalgia le aflora y, a su vez, esta se extiende hacia un difrute presente, porque su familia y esas tierras siguen siendo parte suya. Pero tampoco idealiza, reconoce que creció en un ambiente conservador, católico y más bien campesino, lo que se la puso complicada la pubertad cuando se dio cuenta de que “me atraían los hombres”. Pensó que sería una etapa, un proceso. Se autoconvenció de que sería cosa de tiempo.

Así, conflictuado, se vino a Santiago, para estudiar en el centro, en la Alameda, Derecho en la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sentía que era el camino que correspondía seguir, para tener una vida tranquila, con buen pasar económico, junto a una esposa e hijos, y de hecho coqueteó un par de temporadas con la UDI y RN.

Sin embargo, no asistía a clases, le mentía a sus padres y, por lo tanto, un buen día aquella senda universitaria, la que era una suerte de autoengaño, colapsó desde dentro:

—Llegué a un momento en que tuve que preguntarme: “¿Voy a tener doble vida? ¿O voy a hacer converger mis vidas?” —cuenta ahora, resuelto.

Le escribió un correo a sus padres para sincerarles su orientación sexual, y aquel fue el primer gran paso para pavimentar su propio camino. Y en un vuelco concreto pero también simbólico —y quizá algo “curioso”—, se fue de la U. Católica para meterse a Periodismo en la U. de Los Andes, y luego terminar en el UNIACC.

—Me fui de la Católica porque sentí que representaba parte de la historia que quería dejar atrás —admite—. Necesitaba cambiar de universidad.

"Tenemos estilos distintos", dice JM sobre Neme. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Aquellos fueron sus inicios en el periodismo, oficio al cual ingresó “un poco más tarde” que sus pares, por lo que su puso al día intensivamente: partió en Radio BioBío, con Nibaldo y Tomás Mosciatti como principales mentores; fue corresponsal para distintos medios Argentinos; luego, ya entrado en sus 30, se fue profundizar en política a la Universidad de Columbia; trabajó en tierras gringas mientras hacía despachos para Canal 13. Hasta que le propusieron venirse a Chile y ser uno de los rostros matutinos en Tu Día, junto a los conductores José Luis Repenning y Priscilla Vargas. Tras sopesar pros y contras, decidió retornar en junio, junto a quien es hoy su marido, la figura de redes sociales Pedro Ozimica.

Ese sería más menos un resumen de La Firme, pero entre medio y al hilar fino, aparecen los detalles de una trama que hoy lo tiene echando raíces en Santiago, pero también en los campos chillanejos, y además con ganas de ser padre, sin dejar la tele de lado.

También admite cierta ansiedad por saber quién se convertirá en el el nuevo Presidente, si José Antonio Kast o Jeannette Jara, a pesar de que “lo puedo intuir por un tema estadístico matemático”, evidencia. Y además, habiendo estado dos años en una fundación que ayudaba a migrantes haitianos, reflexiona:

—Todavía hay gente que me escribe y que cree que importábamos haitianos, cuando en realidad formamos una fundación con un exrector del colegio que solamente recibía en la parroquia a haitianos que tenían hambre e incluso tuberculosis, para ver cómo nos hacíamos cargo de una realidad desbordada en el centro de Santiago. El Estado no se estaba haciendo cargo y después explotó a muchos mayores niveles.

Todo eso, y mucho más, a continuación...

LA FIRME CON JOSÉ MARÍA DEL PINO

Nací en Chillán, pero de mi infancia recuerdo Pemuco, comuna que, lamentablemente, Chile no reconoce mucho porque comparte casi todo el nombre con Temuco. Ahí mi tata tenía un campo muy lindo: San Luis de Palpal. Mi mamá tenía seis hermanos, somos 23 primos y todo el familión estaba ahí, nos faltaba dormir arriba del techo, jejeje. Toda la familia convergía en San Luis, de diciembre a marzo.

Me encanta andar a caballo. Es el animal más noble. Mi primer caballo, que era banco y negro, me lo regaló mi abuelo paterno, Zenón. Era muy chúcaro, le agarré miedo y estuve tres años sin andar porque me daba pánico. Mi tío Álvaro, que es bien ahuasado y bruto, un día, me enseñó firme, y me subió a uno bien mañoso. Se me pasó el miedo. Y llegó mi querida “Malva loca”, una yegua mulata muy bonita. Está viejita, a punto de morir. Tendré que ir a verla. Cuando viajo intento ir a verla al potrero... Bueno, el ciclo de la vida.

"Me encanta andar a caballo", cuenta Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

La gente, por mi nombre, piensa que soy cuico, suena muy rimbombante apellido y nombre compuestos. No soy cuico. De repente había gente que me escribía en redes sociales: “Tú opinás desde el privilegio”. Mis padres se sacaron la cresta, estudié en un colegio particular subvencionado. Mi papá no sacó su título universitario, lo dejó inconcluso, y se puso a trabajar; y cuando éramos chicos, tenía una barraca de fierro, y mi mamá trabajaba con él. Y mi abuelo paterno era un panadero que quedó huérfano en la adolescencia y entró a trabajar como ayudante en una panadería. Hasta que llegó a tener la Astoria, que se transformó en una institución de las panaderías en Chillán. Se me hincha el pecho, porque fue un trabajo de mi abuelo tremendo.

Ninguna de mis dos familias viene de una situación de privilegio ni mucho menos. Por eso me da risa. No soy cuicazo, jaja. Somos cuatro hermanos hombres y mi papá quebró entre medio, y en un momento vivíamos en una pieza que era “la de los siete enanitos”: los cuatro y dormíamos en la misma pieza. Vivimos de todo. Ha sido entretenido.

De mi abuelo materno heredé el gusto por la política, que venía de una familia agricultora, estudió internado en el colegio San Ignacio Alonso Ovalle y en el Barros Arana —y fue compañero del “Sapito” Livingstone y su profesor jefe era el Padre Hurtado—, y a muy temprana edad empezó a participar primero en el Partido Conservador y después en el Partido Nacional; fue regidor de Chillán y candidato a diputado en la elección en que al Nacional y Liberal, que fueron separados, la DC y la Unidad Popular les sacaron la ñoña; era abogado, pero como no ejercía y era agricultor, ¡tampoco tenía mucho dinero!

Siempre había querido ser periodista. Cuando chiquitito en la casa, mi papá tenía una Handycam, y yo grababa programas de televisión; eran bien malos, pero creaba hasta los jingles con los que se abrían los programas. Nos entraron a robar la casa una vez y perdimos todas las cintas.

"Siempre había querido ser periodista", cuenta Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

El bullying fue cuando niño, que me decían: “María José”, o sea, puras tonteras. He tenido episodios muy lindos con compañeros de colegio que hoy son mis amigos, y que de repente me han escrito y dicho, o a mi mamá una vez, alguien que hoy es mi amigo, años después del colegio, la paró en la calle y le dijo: “Tía, no sabe lo injustos que fuimos con el ‘Jose’”. Todos crecimos y maduramos, borrón y cuenta nueva. Le guardo muchísimo cariño a todos y a mi colegio.

Colegio católico, familia tradicional, ciudad chica, rural y zona corralera; y además es muy curioso: soy un gay que le encanta andar caballo y se viste de huaso. Es la distorsión máxima. Pero creo que es porque tenemos que naturalizar las cosas de la vida e integrarlas. Objetivamente hablando, me atrevería a decir que el entorno en un inicio me condicionó a creer que esto era antinatural; crecer creyendo que no respondes a la normalidad de una sociedad —sobre todo para un adolescente— es una carga muy fuerte.

Diría que los nuevos gays de los principios del 2000 son las personas transgénero de esta década. Ahora uno ve que los jóvenes están saliendo mucho antes del closet; pero me pasa muchas veces conocer historias de personas que están transitando, y encontrar muchas similitudes con ese sentido de no encajar que sentíamos nosotros a principio de los 2000. Siempre habrá en una sociedad un grupo de personas que el resto puede creer que no encaja o que no responde a los parámetros normales. Yo afirmaría una sociedad en que nos deje de importar cuáles son los parámetros de cada uno, nos respetemos y queramos como somos.

"Le guardo muchísimo cariño a todos y a mi colegio", dice Del Pino tras años de bullying. - Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

El periodo más duro siempre se da en el despertar sexual, pubertad y adolescencia; y tercero y cuarto medio, a nivel de colegio, son muy duros, porque estás exigido académicamente, pero además en pleno periodo de descubrimiento. Luego, esos tres o cuatro primeros años de universidad, de tumbos académicos, mentiras a los papás y sentir que además tenía una vida absolutamente desequilibrada, y que al final todas las cosas profundas las estaba evadiendo. Fue por lejos lo más duro. Y en ese camino de querer encajar, llegué a ser ministro de comunión en mis la Iglesia en primeros años universitarios.

Sigo considerándome católico, no practicante. Creo en Dios, y me considero súper creyente: me encanta la imagen de Jesucristo y su historia es asombrosa; pero de ahí a haber sido ministro de comunión hay un largo trecho. Y hoy no voy a la iglesia porque siento que es un lugar que no me invita.

A mi tío “Nancho” lo asesinaron en Ecuador. Una historia que se cruza con la mía. Mi tío se fue de Chile, y nunca se ha contado públicamente, pero yo creo que tenía mi misma historia, y es la razón por la me marcó mucho desde muy pequeño, sin conocerlo. Murió cuando yo tenía seis años, en 1994, en Quito. Era antropólogo y se fue a trabajar al Amazonas ecuatoriano con las culturas indígenas, a tal punto que cuando murió los indígenas le pidieron permiso a la familia para hacer su propio funeral. Cuando la familia intentó hacer justicia en Ecuador, la respuesta oficial de la autoridad fue que tendríamos que pagar mucho dinero para que se revelara la información. Así que nuestra hipótesis es que tuvo una relación con alguien que venía de grupos y familias más conservadores e influyentes y le terminó costando la vida: lo asesinaron una noche. No sabemos quién. Es una investigación periodística que tengo pendiente y me la debo. Me encantaría ir a Ecuador a descubrir esa historia. Iría a dos cosas: a hacer justicia —porque ya está prescrito—desde la perspectiva que la historia se sepa: Hernán Carrasco Morales fue asesinado en un crimen de odio y quiénes son los responsables. Y lo segundo que haría —porque no sé si alguien lo hizo alguna vez— es que, sabiendo que mi tío tenía pareja, y que eventualmente pudo ser testigo incluso de este asesinato, alguien de mi familia le debe el pésame. No sé si está vivo, pero me lo debo. He pensado que, si resulta bien esa investigación, escribirla en un libro.

"Sigo considerándome católico, no practicante", sincera Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Estuve viviendo con una tía en Estados Unidos. En segundo medio, entremedio de esta ola de bullying que vivía, a mi mamá se le ocurrió la brillante idea de ofrecerme irme donde “Nina”, mi madrina, un año para aprender inglés, y para desintoxicarme. Fue lo mejor. Estuve siete meses estudiando en Lely High School, en Naples, Florida. En ese tiempo, mi tío Mariano Fernández, el más político de mis parientes y democratacristiano, era embajador de Chile en el Reino Unido, y a mi tía se le ocurrió decirle a mi mamá: “Pero si ya está en EE.UU. que cruce el charco, mándamelo los últimos cuatro meses a Londres”. Así que viví los últimos meses en la casa del embajador de Chile en Reino Unido. Fue igual de alucinante.

Vivir ese año afuera me sirvió para abrir el mate, porque era de mentalidad provinciana. Fue potente volver a Chile en el sentido de que, por ejemplo, el chileno es más culebrero para decir las cosas; y además uno a esa edad es más “esponjita”, entonces te adaptas más rápido a otras culturas, y siento que viví un poco un choque cultural cuando volví. Pero también es cierto que afuera uno echa mucho de menos lo que tiene y lo valora más. Me enseñó las bases del inglés que después me permitió irme a estudiar a Columbia, escribir todo lo que la universidad me pedía y asistir a clases en otro idioma.

En Chillán, cerca del colegio, que fui al Padre Hurtado, caminaba todos los días. Como en tercer o cuarto medio me puse a fumar, entonces el tiempo de caminata hasta el colegio era el suficiente para fumarme un pucho, jajaja, y llegaba pasado a pucho a la sala… Lo bueno es que no éramos como diez el grupo de fumadores del curso.

Yo al principio relataba fútbol, en Ñublense, a los 17 años, su ascenso a la Primera B. Soy cruzado, lo que le carga a los chillanejos; pero le tengo un profundo amor a Ñublense. De chiquitito era de la Católica, porque Ñublense casi perdió con Constitución y nos íbamos a cuarta división. Uno buscaba un equipo en Primera para ver fútbol por la tele. He sido cruzado toda la vida, pero también con un profundo amor por Ñublense, e iba al estadio a relatar los domingos... No sé si lo hacía muy bien, pero a la gente en la radio le gustaba...

"Ahora con 'Repe' y la 'Pri' tenemos muy buena onda", cuenta Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Fui presidente del centro de alumnos en mi colegio. Con la política me pasaron dos cosas, a muy temprana edad. Participé activamente en política dentro de esta idea de encajar con estándares sociales de mi familia, entonces fui presidente del centro de alumnos, y consejo de estudiante y de la federación; fui “pingüino”, me tomé mi colegio, y ahí conocí a Julio Isamit, a César Valenzuela y a todos. Me tocó viajar a Santiago y estuvimos en las conversaciones.

¿Mi papá quería que estudiara Derecho? Yo creo que es compartido. Me empezó a ir bien en la PSU y llegó un momento que empezaron a decir: “¿Qué quieres estudiar?”, y uno decía: “Me encanta el Periodismo, pero si me está yendo bien en la PSU, estudiaré una carrera más ‘rentable’”. Y uno se autoconvence y genera expectativas en los papás. Pero yo sería muy injusto si dijera que mi papá me dijo: “Por ningún motivo estudies Periodismo”. Sí me hizo ver: “A lo mejor podrías ver algo más”, jaja. Este es un ambiente duro, sin muy buenas remuneraciones y los que llegan a tener roles más relevantes son muy poquitos; era legítimo que mi papá creyera que, a lo mejor, no llegaría a tener esos roles relevantes. Creo que todos nos autoconvencimos de que era lo que tenía que hacer: di mi prueba, me fui bien, quedé y nunca fui feliz, pero no por la carrera. Durante muchos años dije “la carrera no me gustó”, y no: nunca fui feliz porque yo no me estaba permitiendo ser feliz.

A los 18 me viene de Chillán a Santiago por la universidad, y creo que ahí partió la etapa más dura de mi vida. No fue tan duro el cambio de ciudad, lo más duro fue lidiar con mi propia identidad. Crecí en un ambiente muy conservador, en una ciudad rural y yo, en el fondo, en la adolescencia, sabía que me atraían los hombres. Pero empecé a encontrar mis primeras respuestas como: “A lo mejor es una etapa”. Empecé a convencerme de que era una etapa y llegué al ridículo de decir: “Ya, a los 20 se me pasará”, “a los 22 se me va a pasar”, “a los 23 se me pasará... Y no se pasa nunca... Lo cuento con mucha alegría, porque creo que, aun cuando el país ha avanzado, mucha gente puede estar lidiando con esto.

"A los 18 me viene de Chillán a Santiago por la universidad, y creo que ahí partió la etapa más dura de mi vida", confiesa. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Llegué a un momento en que tuve que preguntarme: “¿Voy a tener doble vida? ¿O voy a hacer converger mis vidas?”. Fue un camino muy largo para mí, de muchos dolores, porque mi cabeza nunca estuvo en lo académico. Mientras estudié Derecho en la U. Católica dejé de ir a clases y le mentí a mi papá. Una de las cosas que más me duele en la vida fue haberle mentido a mis padres sobre mi destino académico. Y después empecé como una travesía por el desierto básicamente: saber qué haría con mi vida.

Antes de elegir mi nueva carrera y decir “quiero ser periodista”, me dije: “Quiero enfrentar mi vida”. Y curiosamente, una vez que asumí que era homosexual, que me reconcilié conmigo, con mi historia, que logré contarle a mis padres —que era el peso y nudo que tenía en la garganta—, que logré la aceptación de mi hermano, y el cariño y la contención, la carrera de Periodismo se fue por un tubo y me pagué mi deuda pendiente, que fue esa época compleja estudiando Derecho, que casi no iba a clase.

Tuve pololas, pero fui mal pololo po’, si en el fondo no me gustaban: estaba intentando encajar nomás. Tuve pololas incluso en mis primeros años de universidad, y les pido profundas disculpas, jajaja. No me ha tocado reencontrarme con ninguna en esta nueva etapa de la vida, y tampoco es para ponerse a buscar y decir: “Oye, si te enteraste que soy gay te pido mil disculpas”. Les diría a todas que las recuerdo con el enorme cariño de que fueron grandes amigas, que fueron una parte importante en mi vida y parte de mi proceso de descubrimiento.

"Mientras estudié Derecho dejé de ir a clases y le mentí a mi papá", recuerda Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

En mi época más reprimida —algo de lo que me arrepiento harto—, intenté participar activamente en política un par de años, en RN y la UDI, sin militar, porque estudiaba Derecho, y después, cuando entré a estudiar Periodismo, dije: “No, soy independiente porque uno tiene que hacer la pega de periodista y cuestionar constantemente”. Me divorcié completamente de la política, y me encanta el lugar donde estoy ahora.

No es mi prioridad incursionar en política. Siento que mi carrera profesional partió un poco más tarde porque me gradué más tarde. Siento que todavía estoy en época de siembra, no de cosecha. ¿Renunciar para irme a la política? Juro qué no sé en qué parte voy a caer, jajaja. Le agarraría una cuestión a cada uno y armaría un “Frankenstein”. Además siento que hay tanto por hacer todavía. Hoy me siento muy alejado de la UDI y de RN. Soy mucho más liberal de lo que en ese sector podrían opinar. Me han preguntado a veces si me instalo en un espectro político: no.

Después que salí del closet, me fui por un tubo y ya empezó el desarrollo de mi vida, también una etapa de reconciliarme con ese periodo que fue muy negro. Me llamo “José María” y haber vivido en Chillán con ese nombre no fue fácil, porque por el nombre —que ahora todo el mundo me lo celebra y que dice que es como “mi firma”, me encanta y si tengo un hijo pelearía para ponerle “Jose María”—, me hicieron bullying: por tener un nombre de mujer. Bien doloroso. Me tuve que reconciliar con esa parte primero, que fue la del “niño bulleado”, que desarrolló un carácter y una coraza bien fuerte para que esto le resbalara un poco; y después con la del huevón infeliz, que fue mientras estudiaba Derecho, e iba de tumbo en tumbo.

"Después que salí del closet, me fui por un tubo y ya empezó el desarrollo de mi vida", cuenta Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Parte de reconciliarte es mirar con los ojos de hoy, pero empatizando profundamente con lo que estabas viviendo en esos momentos. Me di cuenta de que, a lo mejor, si hubiese entrado a estudiar Derecho resuelto sería abogado, o me seguiría gustando el periodismo y sería un periodista-abogado. Pero lo principal era que estaba ocupando mi cabeza para evadir una realidad que no quería enfrentar, y estudiar Derecho en la Católica era el traje perfecto: un proyecto de familia con un hombre, una mujer e hijos, y toda una vida bien tradicional. Era un poco de lo que me quería autoconvencer. Y no me autoconvencí, por el contrario: fui tremendamente infeliz. Hoy soy tremendamente feliz de haberme permitido —o haber tenido la valentía de tomar esa decisión— reconciliarme con esa historia y abrazarla. Hoy la cuento con mucho afecto. Es curioso: tengo mucho afecto por una etapa de la vida que fue muy dolorosa.

La salida del clóset con mis papás fue lo más cobarde del mundo: les mandé una carta, un mail, desde Santiago, y mi papá llegó esa tarde a Santiago a hablar conmigo. Curiosamente mi papá, a quien yo más temor le tenía, estaba súper tranquilo; creo que se hizo tripas corazón. A las dos horas me escribieron mis papás, porque lo leyeron juntos, y mi papá me dijo: “Voy camino a Santiago”. Conversamos mucho y hablamos de esto. Mi mamá estaba empezando un duelo, que fue muy lindo porque terminó muy bien: destruir expectativas que yo mismo le había alimentado intentando llevar esta vida que respondía a los cánones; en el fondo, creo que tuvo que matar una parte de su hijo. Y fui muy prudente, les di mucho espacio, nunca conté aquello que no me preguntaron ni quise imponer mis velocidades o ritmos —que sería el gran consejo que le daría a alguien que está pasando por lo mismo—. Y cuando me preguntaron, empecé a responder con naturalidad. Hasta que llegó un momento en que todo era natural: llevé mi primer pololo a la casa, empecé a hablar con mis papás de la posibilidad de tener hijos, mi familia viajó completa a Nueva York cuando me casé y mi madre fue mi testigo de matrimonio. Una historia muy linda.

"La salida del clóset con mis papás fue lo más cobarde del mundo", asegura Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Estudié en la UC, y después Periodismo en la U. de Los Andes, hasta que un profesor, Alberto López-Hermida, hoy decano de la Finis Terrae, me dijo:“Estás muy viejo, eres bueno, tienes buenas notas y todo, pero estás desesperado todo el día porque te quieres comer el mundo y aquí estás en clase desde las 8 de la mañana hasta las 5 PM; anda y estudia en alguna universidad de tarde; lo que te hará ser buen periodista es cómo eres tú“. Me costó tomar la decisión: seis meses que le daba vuelta y yo lo único que quería era trabajar de día. Le hice caso y me fui al UNIACC. Lo logré todo. Y estoy muy agradecido de él, jaja.

Del 2016 al 2017 dejé de trabajar y me aboqué a la Fundación Fre, porque el fundador era el párroco de la parroquia San Saturnino, del barrio Yungay, y había sido rector mío en el colegio. Un día se vio desbordado, con la iglesia sobrepasada de inmigrantes haitianos pidiendo ayuda, y nos contactó a algunos de sus exalumnos para que armáramos algo, y ahí me di cuenta: “Esto requerirá de alguien que se dedique a tiempo completo”, y estuve dos años maravillosos, trabajando con mucho empeño y fuerza, y viviendo y mirando muchísimo dolor: enterramos migrantes que estaban absolutamente solos en Chile, nos tocó avisarle a su familia en Haití que habían fallecido; nos tocó repatriar cuerpos y cenizas, y ver lo peor de los conventillos y el hacinamiento. Pero fue lindo dedicar dos años a una organización de la sociedad civil que simplemente quería que la gente no muriera.

Advertimos en su momento, a la autoridad, al gobierno de (Michelle) Bachelet. Participé activamente en la discusión de la reforma migratoria. Les advertimos en su momento que habían mafias internacionales que estaban traficando personas. No nos pescaron mucho y, si nos pescaron, no hicieron nada. Y les expliqué perfectamente cómo funcionaba el sistema de los sobrecitos amarillos. Apliqué todas las técnicas de investigación: fui al aeropuerto, me pasé la noche observando cómo funcionaba, quiénes eran los tipos, cuánto cobraban y dónde les pedían las cartas. Le entregamos todos esos antecedentes a la autoridad. No se hizo nada.

"Participé activamente en la discusión de la reforma migratoria", recuerda Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

La relación con mis padres quedó absolutamente liberada entre el 1018 y 2019. Pero este camino con mi mamá lo empezamos a transitar en el 2014 y 2015. A mis papás les conté que era gay a los 24 años. Y después siempre fui medio solterón, y en 2018 fue la primera vez que les presenté a un pololo. Me pasó algo muy anecdótico: le conté primero a mi mamá que estaba pinchando con alguien, y que creía que iba en serio, y mi papá me llamó para cobrarme sentimientos: por qué si él había sido el primero que habló conmigo cuando salí del closet le había contado a mi mamá primero que estaba con alguien, jajaja. Cuando empezaron a ocurrir todos estos hechos, sentí que ya todo había cuajado y que ya todas las piezas estaban en su lugar.

Me formé periodísticamente al alero de los Mosciatti. Siempre recuerdo algo que le preguntaba constantemente a Nibaldo: “¿Cuál es la línea editorial de la Biobío?”. Y me decía: “La más cómoda de todas: somos opositores a todo poder por defecto”. E intento hacerlo así siempre. Soy súper incisivo cuando tengo que analizar temas culturales, políticos o deportivos; de hecho, pregúntale Pablo Milad (Alude a cuando, tras la eliminación de Copa América, le preguntó por el “peso” de la Federación en la Conmebol). Y no es que a uno le caiga mal en el entrevistado, que empatices o no, o te gusten o no su ideas: uno tiene que hacer las preguntas que tiene que hacer, y vivo tranquilo así.

Nibaldo Mosciatti es más cariñoso, y Tomás es más exigente. Pero los dos son grandes periodistas (para mí Tomás también es periodista, por más que sea abogado). Con Nibaldo aprendí muchas estructuras de la rigurosidad periodística en la investigación, en el chequeo, en cómo ponderar la información, y en cómo construir y cultivar fuentes. Y con Tomás, su profunda vocación por dos elementos que son importantes: la audiencia a la que le estás hablando y la puesta al aire, que a Tomás le encantaba que sonara fantástico y no se escuchara ni una mosca. Si bien son muy distintos, a los dos les tengo tremendo cariño, y paso a verlos cuando puedo.

Del Pino recuerda sus inicios como periodista con los Mosciatti como mentores. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

No fui periodista deportivo porque la vida me llevó para otro lado. No me gusta mucho el periodismo deportivo en Chile. Sentí que lamentablemente los medios ya estaban acostumbrados a un tipo de periodismo deportivo, y yo no hubiese sido ESE periodista deportivo. Me gusta el periodismo deportivo estadounidense; por ejemplo, el New York Times, que tiene su suplemento deportivo, The Athletic, y hace crónicas y periodismo deportivo e investigación, porque el poder en el deporte también requiere contarse; entonces, ante la forma que hace periodismo deportivo en Chile, que es cultivar fuentes para que te digan las papitas de quién será el fichaje la próxima temporada, no quiero; y como no haré eso, nadie me dará “papitas”, y quedaré fuera.

Mira el despelote que hay en Chile con la ANFP, con la separación de la Federación de Fútbol, lo que ocurre con los conflictos de interés y cómo están metidas hasta las masas las casas de apuestas en Chile: uno de cada diez niños menores de 13 años en Chile apuesta online y los tienes apalancando el deporte más masivo y popular que existe en nuestro país, y a veces siento que a nadie le importa nada.

Ser un periodista general, y político, también me permite que si el día de mañana vuelvo a tener a Pablo Milad al frente o al ministro del Deporte (hoy Jaime Pizarro), uno le puede hacer estas preguntas con conocimiento de causa.

"Ser un periodista general, y político", analiza Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Salí de Radio Biobío, estalló el Estallido social y recibí un llamado a las 10 de la noche, mientras ardía la Torre de Enel, de Gastón Cavanagh, periodista de Todo Noticias de Argentina, que había llamado a la Biobío para preguntarles si tenían un periodista que les pudiera despachar, y le respondieron: “Estamos hasta el nispero, pero José María acaba de salir de trabajar con nosotros, llámalo”. Y Gastón me habló: “¿puedes?”. Salimos al tiro por teléfono, y después me dijeron: “¿Puedes moverte y transmitir por Zoom?”. Estuvimos toda la noche, y a la mañana siguiente llegó Gastón con el equipo e hice de productor esos días. Como me tenían a mí, teníamos salvoconducto y salíamos a patrullar detrás de los militares, mientras que la periodista de Telefe figuraba dentro del hotel, en pijama arriba de la cama, y el GC decía: “Todo Chile adentro de las casas”, y nosotros detrás de los tanques, la calle, con los checkpoints. Los argentinos valoraron mucho eso.

Un sábado hubo un programa de Nelson Castro, una figuraza de la televisión argentina, El corresponsal, y Gastón estaba al aire hablando con Nelson, se fueron a pausa y le preguntaron desde Argentina: “¿Estás con alguien allá?,” y Gastón le respondió: “Sí, con un periodista chileno muy bueno”, así que le dijeron: “Sácalo al aire”. Me pasaron un micrófono y estuve todo el segundo bloque al aire. Estuvo muy bueno, a juicio de ellos.

En el programa El corresponsal, de Nelson Castro, estuvo el editor internacional de Clarín, Marcelo Cantelmi, que me escribió: “No tengo corresponsal en Santiago, necesito uno, ¿vos escribís?”. Le respondí: “Sí”, y me contestó: “Bueno, mañana comenzás”. Nunca más paré. Fui 5 años corresponsal del Grupo Clarín; salía para la tele y el diario. Empecé a recibir llamados de Mitre, la radio argentina más grande, y me conectaba una vez a la semana con Marcelo Longobardi y el “Gordo” Lanata, que en paz descanse... un regalo de la vida… Me fui a Estados Unidos y Marcelo me llamó: “Oye, para los 50 años del golpe de Estado queremos hacer un suplemento especial, no quiero buscar periodista en Chile, ¿puedes editar el suplemento desde EE.UU.?”. Y le contesté: “Ningún problema”.

"Empecé a recibir llamados de Mitre, la radio argentina más grande", recuerda sobre su auge como corresponsal. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Con Pedro (Ozimica) llevábamos viviendo juntos un año. Nos conocimos el 29 de diciembre del 2020, en pandemia, cuando estábamos en toque de queda, por Tinder y tuvimos —primero— un amor de cuarentena; y después, cuando cachamos que iba en serio, Pedro sabía un poco que me quería ir al extranjero, y decidimos vivir juntos para probar: un año en un departamento en Martín de Zamora, chiquitito, una cajita de fósforos. Nos permitió entender que nos tolerábamos: no sólo basta amarte, basta tolerarte, jaja; te puede encantar a otra persona, pero si no puedes convivir en el mismo espacio vital no tiene ningún sentido. Y Pedro siempre me pidió: “Estoy dispuesto a ponerle pausa a mi vida acá, pero no quiero ser el que acompaña al estudiante: quiero hacer algo”. Los primeros seis meses estudió inglés y, estando allá, audicionó y quedó becado para estudiar Actuación.

En Columbia estudié el máster en Periodismo Político, que es relativamente nuevo. Lo encontré googleando y me di cuenta de que dos chilenos que ya lo habían hecho: Andrea Insunza y Daniel Matamala, y le le escribí a Daniel —que no nos conocíamos, pero yo había sido compañero de universidad de Daniel Levin, el hermano de la Blanca, y me dio su teléfono—, me respondió al tiro, conversamos, me contó de qué se trataba el programa y me gustó. Tenía claro que lo que quería hacer era un programa de especialización periodística, no quería que me enseñaran a ser periodista, porque en EE.UU el periodismo es un posgrado; para que valiera la pena, había que hacer una especialización, y tenía claro que lo mío era la política, porque como corresponsal y para el proceso constitucional lo había desarrollado muchísimo. Me fui a Columbia porque es la cuna del Pulitzer, el premio de Periodismo más importante del mundo. Me fui con Pedro en septiembre del 2022.

" Me fui a Columbia porque es la cuna del Pulitzer", cuenta del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Pedro tiene 34 años y yo 37. Nos casamos el 28 de diciembre del 2023. Fue muy privada la ceremonia: viajó mi familia y la mamá de Pedro, e invitamos a diez amigos; fue un matrimonio testimonio muy multicolor, gente de Nigeria, Macedonia y Rusia. Nos casamos en un municipio y después en el barrio de North Bergen, en New Jersey, hay un restaurante chileno que se llama “Zapallar”, que habíamos ido un día antes para preguntarle al dueño si podíamos celebrar ahí, porque queríamos comer comida chilena con nuestros amigos de allá. Nos trató como reyes, cerró el restaurant, y nos fuimos todos a comer: el plato principal fue una pastelera de choclo con carne mechada y nuestra torta de novios fue de milhoja. Fue bastante bien aceptada nuestra gastronomía por los invitados internacionales, jejeje.

Todavía no lo hemos inscrito acá oficialmente nuestro matrimonio. Para efectos hereditarios da lo mismo, porque rige igual, pero nos debemos ir a inscribir nuestro matrimonio. Debemos pedir unas estampillas a la Secretaría General del Estado y se demora un poco, pero pronto lo vamos a inscribir, jaja. Queremos que nos respeten la fecha original, porque si nos volvemos a casar acá en Chile, aparecerá que estamos casados recién.

Me cuesta lidiar con el peso porque subo muy rápido de peso; también bajo muy rápido, pero me cuesta mantenerlo. Fui muy gordo en un momento, me dejé estar mucho, me operé y soy operado bariátrico, que lo cuento sin ninguna vergüenza, porque sé que hay mucha gente que lidia con el peso. Esa operación bariátrica me ha permitido ser más consciente de mi peso; obviamente iba terapia al mismo tiempo de operarme. Hoy me doy muy rápido cuenta cuando estoy subiendo de peso y me permite tomar a tiempo decisiones para bajar de peso.

"Me cuesta lidiar con el peso porque subo muy rápido", admite Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

En EE.UU. me di cuenta que había subido quince kilos, y fue cuando conocí la maravilla y las bondades de Ozempic, una droga inyectable que era para diabéticos, y ha revolucionado el control de la obesidad, porque por primera vez en 60 años EE.UU. logró que su curva obesidad descienda. Es un tratamiento que los médicos se están preocupando de entregarlo de manera masiva, siempre con control asociado, pero es muy efectivo para la bajada de peso. ¿Tiene alguna contraindicación? (Pregunta reportero) Por el contrario: cada vez salen más estudios que le encuentran más beneficios adyacentes, como que, por ejemplo, disminuye la posibilidad de sufrir patologías cardiacas. ¿Pero funcionó la operación? (Consulta reportero) Cambió que antes me daba lo mismo, o me dejaba estar a tal punto que de repente me miraba y decía: “Estoy súper gordo”. Después de la operación mantenía un peso mucho más saludable; no quiero decir que no he subido de peso, pero me he preocupado de tener pesos más saludables.

Trabajando durante el gobierno de Donald Trump me llegaban correos a las 1 de la mañana. Estoy acostumbrado a mirar mi celular todo el rato. El que sufre cuando estamos a las 12:30 de la noche viendo una serie, y mi celular empieza a vibrar y miro a Pedro, y le molesta, jajaja. Acá en Chile ha sido más relajado, pero el que nace chicharra muere cantando: no puedo desenchufarme. Me encanta. Me carga no estar preparado. Si acuesto a las 10 de la noche para levantarme a las 5:30 AM para el matinal, lo que no quiero es entrar al set y sentir que un tema me “pilló”. En la mañana no es que entre al tiro a la ducha: lo primero es sentarme a leer con el iPad o el teléfono.

Soy mayoritariamente lector de noticias. Casi no leo mucha ficción, pero me gustan leer los libros que leen las personas que están tomando decisiones; o sea, me he leído todos los libros de (Yuval Noah) Harari, porque sé que en su momento todo el mundo estaba leyendo Homo Deus, Sapiens, 20 lecciones para el siglo XXI y ahora Nexus —para saber cuál era el futuro de la inteligencia artificial—. En la izquierda de Europa todos están leyendo a Susan Neiman, que había escrito el libro Izquierda no es woke. En el fondo, leo lo que siento que las personas que toman decisiones están leyendo, solamente vas a saber qué preguntarles, jaja.

En junio Del Pino comenzó como parte del panel estable de Tu Día. Foto Cedida

Hablando en inglés me siento un 50% más tonto que en español, que me es más cómodo, pero me gusta el desafío. Uno se siente más tonto porque obviamente nunca lo hablaré como el español. Aprendí a los 15 y lo terminé de pulir a los 37, y mi acento está súper marcado. Pero así como me siento más tonto, también nunca sentí que no pude hacer algo que me pidieron.

Mi round con Stephen Miller (hoy asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos), el principal asesor de Donald Trump, más allá de lo tosco que pueda ser mi inglés, deja súper claro que el idioma no era una limitante: se volvió loco, terminó gritándome, dándose media vuelta, y su argumento no fue: “Cállate, inmigrante de mierda, hablas como el hoyo inglés”, sino que le repetí la pregunta hasta que el tipo no pudo. Y de la Universidad de Columbia este año me escribió una estudiante, porque se ocupó el video como ejemplo de periodismo de excelencia en la ceremonia de inauguración del año académico, y lo ocupó un profesor que no fue profesor mío. Tuvo 8 millones de reproducciones, se transformó en viral y los canales de televisión estadounidenses lo emitieron al aire.

No había posibilidad de que me deportara Donald Trump. Pedro tenía su OPT (Optional Training Program), que sí fue cuestionado en el último tiempo, pero todavía no se deroga (es un año que te dan después de graduarte para trabajar en EE.UU). Y ya estaba con una visa O-1, que es una visa por “habilidades extraordinarias”, que sigue estando vigente. Me podría ir mañana a trabajar y la tengo.

2.300 dólares me salía el arriendo del departamento en Nueva York, y en Washington yo pagaba 3.000 USD. Así como cuestan eso los arriendos, también mejoran los sueldos. Es caro, en EE.UU. la gente tiene la sensación de que los arriendos están muy caros, y proporcionalmente son más caros que en Chile, pero dentro de todo tienes para pagar.

"Me podría ir mañana a trabajar y la tengo", dice sobre su visa. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Para venirme a Chile, fue muy linda la propuesta de Tu Día, que, primero, tiene un valor: cuando me vieron en prensa creyeron que podía desarrollarme también entrando al hogar de los chilenos de otra manera, y el ojo fue de Pamela Díaz, hoy nuestra directora de programación (antes, productora general del programa). Ella, seguramente un día viéndome despachar para prensa, dijo: “Este cabro, a lo mejor, si lo pongo en el matinal se puede soltar un poco”. Funcionó. Justo estaba haciendo en Columbia la tesis de mi magíster sobre crimen organizado —porque es el principal factor de erosión de las democracias, se pierde todo sentido del orden público—, y recorrí Sudamérica siguiendo la huella del Tren de Aragua: Perú, Ecuador, Chile y Colombia, me metí en barrios terribles y pasé momentos de susto reporteando, y Pedro no me dejó ir a Tocorón (cárcel en Venezuela)... A veces uno tiene que ceder en la vida... Al principio yo hablaba con el matinal y contaba la historia de Estados Unidos, después salíamos a recorrer las calles y salía bonito. Y de repente la Pamela me dijo: “Oye, ¿te puedo invitar a hablar de crimen organizado?”. Funcionó también y el canal me planteó si quería volver. Mi primera respuesta fue: “Quiero volver, no sé si quiero volver ahora”. Empezaron las conversaciones propias de ver los pro y contras.

Cumplí mi sueño americano, que originalmente era ir a estudiar a Columbia y darme la posibilidad de trabajar allá. Fui, llegué, tuve la posibilidad de trabajar y de quedarme trabajando allá, de tener visa de trabajo, ser corresponsal de la Casa Blanca, entrar a la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca y ser nominado a un Emmy: cumplí mi sueño americano. Creer que me faltó algo, respecto al sueño original, sería simplemente engolosinarme.

Había visto el video de un influencer que vivía en Nueva York y sus papás en Los Ángeles, que quedan a 5 o 6 horas (de viaje en avión), y se daba cuenta de que los estaba yendo a ver una vez al año. Sacó la cuenta, la edad que tenían sus papás, y dijo: “¿En serio quiero ver a mis papás solamente 10 o 15 veces más de mi vida?”. Me pasó exactamente lo mismo y dije: “Quiero disfrutar a mis viejos todavía mientras están vigorosos; mis papás están ad portas de los 70, quiero verlos muchas veces más en la vida”. Fue lindo porque llegamos y mi mamá empezó al tiro: “Oye, construyamos una casa en el campo”. Ahora estoy metido hasta las masas en la casa, porque estoy a cargo de toda la parte arquitectónica.

"Cumplí mi sueño americano", declara Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Es nuestro pasatiempo en este momento con todos los hermanos y mi mamá armar una casita, no muy lujosa, pero lo suficiente para que mis sobrinos —los nuevos nietos— tengan esos mismos recuerdos que nosotros, tan lindos, de nuestra infancia, a 150 metros de la casa de mi abuelo. Me encantaría, de repente, el fin de semana, después del trajín de la semana en el matinal, ni siquiera pasar por Chillán, y manejar directo, llegar al campo y despertar ese sábado en la mañana: tiene una vista muy linda hacia la Cordillera, y los potreros que se siembran, que además en invierno y en primavera son verdes. El sueño que todos buscamos.

¿Qué echo de menos de EE.UU.? La crema con la que uno corta el café, JAJAJA. Me falta... ¡Es horrorosa! ¡Horripilante! Pero la echo mucho de menos. Y mi auto, que tenía uno eléctrico,un Hyundai Ioniq, y lo amábamos: era eléctrico, amplio y lindo. Estaba enamorado de ese auto.

Estoy encantado de llegar a un equipo como el del matinal, y al del Canal 13, y he estado en prensa, me ha tocado hacer de repente noticiero y el comentario internacional. Estaré donde el canal me pida.

"Estaré donde el canal me pida", asegura Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

En el matinal me siento yo mismo: esto es lo que soy, incluso cuando me enojo. Con cinco horas de televisión al aire, y 200 días del año, no puedes sostener un personaje. Tienes que permitirte ser tú, y en todo sentido. Por ejemplo, me dio mucha pena la noticia de que había muerto “Tito” Noguera, y ni lo conocí. Creo que en el matinal lo que nos premia la gente es que ve la espontaneidad. Este es un matinal en que la comida del chef la devoramos. Es más, muchas veces el programa termina, nos quedamos sentaditos en la mesa y tenemos una suerte de sobremesa; terminamos de comer nuestros platos conversando de la vida. Y creo que la gente siente eso en pantalla. De repente con el “Repe” y la “Pri”, cuando queremos copuchar, copuchamos en el camarín de la “Pri”, y no éramos amigos míos hasta hace tres meses, y no nos conocíamos más allá de la pantalla.

Con “Repe” habíamos coincidido en la elección de Bolsonaro el 2018 en Río de Janeiro, en Barra da Tijuca, cuando yo era un novel reportero de Biobío, y le hice un par de preguntas y buena onda. Con quien sí me hice amigo en ese viaje fue con Ramón Ulloa, que cuando cachó que yo andaba solo contra el mundo, con mi celular y un par de equipos, me trasladaba para todos lados; el taxi lo pagaba el canal y Ramón me echaba arriba del auto con él. Para Copa América estuvimos un mes trabajando juntos en EE.UU., y nos acordamos mucho de eso, porque además nos reencontramos en otro país, haciendo otra cobertura, pero esta vez los dos juntos para el mismo medio. Fue súper bonito.

Ahora con “Repe” y la “Pri” tenemos muy buena onda. Soy de los que cree que las amistades se cultivan. Pero diría que a nivel laboral somos más que colegas: tenemos confianza, somos confidentes, nos atrevemos a decirnos las cosas y a desahogarnos con el otro.

"Ahora con 'Repe' y la 'Pri' tenemos muy buena onda", cuenta Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Soy un poco obsesivo, entonces si doy mal un dato me quedo pegado, y me soplan por la muela y me dicen: “Ya, suéltalo, suéltalo, ya pasó, nadie se dio cuenta”. Y me retan porque igual parto mi siguiente intervención diciendo “quiero corregir lo que dije”, y me contestan: “¡Para qué vuelves atrás si ya pasaron cinco minutos!”. Nadie es infalible, los periodistas nos equivocamos; no soy una enciclopedia. Manejamos 500 datos para una mañana, el libreto puede tener 50 páginas, las cuales soy incapaz de aprendérmelas de memoria.

Sobre mi interpelación a Allison Göhler, lo único que había leído era un titular de “meteoróloga pide que no predigan tanto tiempo antes”. Y después me tocó recibir en el noticiero en la mañana a la Michelle (Adam), que nos hizo una predicción anticipada, y dije: “una buena meteoróloga sí se atreve a proyectar el tiempo sin ningún inconveniente”. Y de repente me vi en esta polémica y pensé: “No conozco a la Alison ni nada, lo único que quise fue tirarle un piropo a mi compañera de trabajo”. Y me salió el tiro por la culata. No tenía ningún de interés en polemizar. Después vi en Agricultura que alguien me acusó de machista y dije: “Esta cuestión no tiene ningún sentido.”... Y si la Allison se sintió, le pido disculpas porque simplemente quería —a propósito de un titular que había leído— tirarle un piropo a mi colega, porque a la Michelle la adoro.

José Antonio Neme no es un referente para mí, pero lo respeto como cualquier profesional del rubro, y no desconozco lo bien que le va. Lo que pasa es que tenemos estilos distintos y, en tele, hay audiencia para todos los gustos.

"Tenemos estilos distintos", dice JM sobre Neme. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Pedro es influencer. Este año por primera vez los dos vamos a trabajar para un mismo proyecto: la Teletón me contactó por un lado y seré el reportero de Canal 13 que recorre Chile, y a Pedro lo llamaron de la Digitón. Nos tiene muy entusiasmados estar los dos involucrados en una misma causa. Es súper famoso: el otro día fui a un festival de música los 90 y los 2000 en La Florida, y quedé impactado del arrastre que tiene. El público de él y el mío son muy distintos. Yo voy a comprar al mall y las señoras mayores pueden pedir siete, ocho y hasta diez fotos en un recorrido. Y cuando fuimos a esta fiesta milenial, donde eran todos de 30 o 40 años, no me conoció nadie y a Pedro le pedía fotos todo el mundo, jaja.

Contaré algo que no lo he contado nunca: en el Vaticano, cuando me mandó el matinal a cubrir el cónclave, fuimos con Pedro, mi marido y comunicador audiovisual, y que estos años trabajando en el extranjero fue mi cámara siempre. El primer día que llegamos al Vaticano nos encontramos con un sacerdote chileno —que no daré su nombre porque no quiero meterlo en un problema—, nos tomamos un café y nos preguntó: “¿A ustedes les han entregado la bendición?”. Nos quedamos mirando y respondimos: “No”. Y dijo: “El Papa Francisco autorizó a los sacerdotes a entregar la bendición cuando la ofrecemos, no cuando vienen a pedirla, para que no sea un matrimonio encubierto; les ofrezco la bendición aquí en el Vaticano”... Cónclave. Humo blanco. Nuevo Papa. Fin de la cobertura. Y me escribió ese sacerdote, que nos habíamos intercambiado los whatsapp, y me dijo: “Ya, mañana en el Estado Vaticano los llevaré a la iglesia más antigua del Vaticano, que queda al lado de la Secretaría de Estado del Vaticano, y traigan a alguien para que lo acompañe”. Y estaba Matías Badilla, un compañero de Chillán, que estaba viviendo en Roma, y me dijo: “Los acompaño, feliz, y saco las fotos”. Fue muy lindo. Sentí que cerraba un ciclo. Y figurábamos el sábado después del conclave recibiendo la bendición adentro del Vaticano. Muy emocionante.

Aun así, sigo sintiendo que no iría a misa porque sigo creyendo que la institución en sí misma no me invita, por el contrario; pero me gusta la relación directa que tengo. Estoy peleado con la eclesialidad. Espero que la eclesialidad sea un poco más misericordiosa con aquellos que son percibidos como distintos.

"No iría a misa porque sigo creyendo que la institución en sí misma no me invita", sincera Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Mis cosas venían en un container desde EE.UU., pero ya llegaron en septiembre. Todavía estamos abriendo cajas. Nos ha costado... No daré más detalles, porque nos prometimos con Pedro a contarlo juntos en algún momento, pero: la vida nos ha obligado a hacernos cargo de dos niños, entonces los espacios que teníamos en el departamento ya no los podemos ocupar; tenemos seis cajas aún embaladas porque no tenemos dónde instalar las cosas que vienen dentro.

Para que no quede el aire lo que dije: estamos como familia acogida de dos niños, sólo que hicimos un compromiso de que si alguna vez lo contábamos, lo íbamos a contar juntos; lo que no puedo contar son las causas, las razones y quiénes son los niños. Seguimos queriendo ser papás, de hecho, estamos a cargo de dos niños que son familiares, lejanos, pero familiares. Esperamos que vuelvan con su familia nuclear. No es un proceso de adopción ni mucho menos.

Hoy, desde la semana pasada, orgullosamente, he vuelto a ser el corresponsal de Clarín, y he vuelto a escribir en diario, que es algo que me encanta. Volví a entrar a la Asociación de Corresponsales Internacionales en Chile y retomé esa historia. Creo que es bueno para un periodista siempre estar obligado a escribir y estar metido en la prensa escrita; te da otro toque, te permite estructurar las ideas y te mejora el el storytelling.

Me proyecto en Chile. Me gusta demasiado Chile, por ahora estoy feliz, con mi casa en Canal 13.

Habíamos empezado hace seis meses el proceso para ser papás por gestación subrogada. Nos habíamos reunido con abogados en Argentina, como Pancho Saavedra, que lo ha contado públicamente, o como Sebastián Arrau, que también fue guionista de este canal. Habíamos empezado ese proceso, pero por ahora estamos muy felices apoyando a nuestra familia. Ese es el camino que tenemos.

"Por ahora estoy feliz, con mi casa en Canal 13", destaca Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Donald Trump no es de izquierda ni de derecha: es un pragmático. Fue demócrata hasta los 2000, porque en Nueva York había que ser demócrata; después fue independiente; después, republicano. Porque la ideología de Trump es Trump: es proyectar su grandeza a través de políticas públicas o de propuestas para hacer grande a Estados Unidos, que podemos discrepar si son buenas si son malas, pero en el fondo se proyecta hacia EE.UU. desde su propia personalidad. Eso hace que no tenga consistencia ideológica. ¿Te imaginarías al partido de Ronald Reagan proponiendo aranceles? Pero él cree que es lo que hay que hacer para en el momento adecuado quedar bien con la sociedad.

Creo que la línea entre la izquierda y la derecha está difusa, porque estamos en una época donde los clivajes (escisión que separa a los votantes) se están reconfigurando. Creo que el clivaje del futuro es liberalismo versus iliberalismo, es decir, democracia liberal versus democracia iliberal. Por una parte tienes la democracia como la conocemos o a la que se aspira, y por otra la de aquellos que creen que hay que restringirla para que las sociedades funcionen mejor, y hay ejemplos, como Hungría y El Salvador. Creo que las divisiones políticas no serán por más o menos programas sociales o más economía libre mercado: será sobre la democracia misma.

Con mucha humildad diré que soy parte de ese Chile que no vio venir a (Franco) Parisi. Entendí a Parisi en el Norte, y me propuse ir pronto a La Pintana, a Concepción, y Chillán —mi tierra, donde sacó la segunda mayoría— a escuchar a las personas que votaron por Parisi. Tenemos que hacernos cargo de eso. Me hizo mucho sentido una columna de Pablo Ortúzar donde dice que a Parisi hay que entenderlo a raíz del estallido social. Estamos simplificando el estallido social: por una parte, los que creen que fue una liberación, un renacer de Chile; y por otra, los que hablan de “estallido delictual”. Parece que olvidan que al medio hubo una clase media que por muchas semanas aplaudió, que después se restringió, le dio susto el fuego y el caos; pero aplaudió el fuego inicial, y si lo aplaudió es por algo: porque se siente acogotada y sin dignidad. Así como creo que la política tiene que hacer su pega y escuchar, yo como periodista quiero hacer mi pega y escucharlos: quiero entender qué los lleva a votar por Parisi: qué lleva a alguien a votar por un candidato que parece no tener las estructuras para llegar a ejercer el poder (sin grandes equipos ni un gran partido), pero que aún así están dispuestos a ir a esa persona como última ratio.

No nigunearé ni caricaturizaré. Siempre critico el “fachopobreo”, a los de izquierda que dicen que “por qué los pobres votan por la derecha”; y a la derecha que dice “estos upelientos resentidoa”. No hay que descalificar a los votantes. Lo que hay que hacer es ir a escucharlos.

" No hay que descalificar a los votantes", sugiere Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

La migración es un tema peliagudo. Mi consejo sería entender que la migración es como un río de agua: puedes construir una represa, pero en algún momento, si no liberas agua, la represa se desborda. Los mejores sistemas de migración del mundo son los que poseen los incentivos para que entre migración —porque siempre habrá gente que quiere llegar a tu país—en los flujos necesarios, para que ni se te desborde la represa ni perjudiques a tu propia sociedad. Y ese equilibrio es muy complejo. ¿Quiénes lo han conseguido? Países que se encuentran más aislados del mundo, como Australia, Nueva Zelanda y Canadá.

Creo que Chile, con la tecnología que hay, podría desarrollar un sistema —que entienda además que tenemos un problema de natalidad grave, por tanto, necesitamos tasas de reemplazo laborales para el futuro— que resguarde que los ciudadanos que ya están en Chile, los chilenos, sientan que esa migración no los amenaza y que está controlada: sabemos quiénes son y a qué se dedican. ¿Cuál es el problema? Como no hiciste ese trabajo, que era intermedio, ahora la solución que vendrá es de reacción, porque hay que solucionar el problema rápido, y no sé si es tan solucionable. Donald Trump estima que de aquí al 2030 tendrá que destinar cerca de 300.000 millones de dólares para hacer deportaciones masivas, control fronterizo y recuperar el control sobre la migración.

En Chile se estima que hay cerca de 400.000 migrantes en condición irregular. Tendrías que hacer del orden de cuatro vuelos al día para deportarlos a todos, atendiendo que la mayoría no son peruanos ni bolivianos —por tanto no puedes devolverlos por la frontera—; y esa operación sale alrededor de 140.000 dólares por vuelo. Estoy hablando de un 1 millón de dólares por día. Creo que los candidatos tendrán que sincerar que podrán deportar y que le pueden apretar acelerador a fondo con la deportación, pero que al final del día hay un grupo de migrantes que tendrán que regularizar, y espero sean los que más están contribuyendo a Chile y que nada tengan que ocultar. Le diría a Kast y Jara: “Transparentemos el debate”.

"En Chile se estiman que hay cerca de 400.000 migrantes en condición irregular", recuerda Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Sufro de mucha ansiedad, desde siempre. Tengo un trastorno de ansiedad, con el que aprendí a vivir y aprendí a escuchar, y por el que me medico, he ido a terapia muchísimos años. Aprendí a vivir con ella y a escucharla. Al final, la ansiedad no es más que el temor a no tener control sobre eventos que aún no ocurren: qué es lo que sientes que no puedes controlar y que eventualmente puede pasar, y qué puedo hacer para minimizar esa falta de control.

Estoy tranquilo. En este momento mi ansiedad tiene más que ver con hechos noticiosos: todavía no sé si EE.UU. bombardeará Venezuela y tendré que hacer las maletas para ir a cubrirlo; o quién será Presidente de Chile en la segunda vuelta, aunque lo puedo intuir por un tema estadístico matemático. Pero no tengo hoy una ansiedad asociada a algún evento de mi vida.

"Todavía no sé si EE.UU. bombardeará Venezuela", comenta Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Me proyecto en la tele en distintas facetas. Me encanta el matinal, nos va bien, lo disfruto, y es una forma de llegar a una audiencia. Me encanta la prensa, que es otra forma de llegar a otra audiencia. Me encanta la radio y me encantaría volver en algún momento. Y lo que siento que no he explorado, y me gustaría empezar a explorar, es en temas digitales, que no lo tengo resuelto, y ni siquiera me he sentado fríamente a pensar cómo podría ser; pero me encantaría explorar en canales digitales para ver cómo funcionan esa audiencia y qué puedo aportar al consumo de información dentro de esa audiencia.

Chillán tiene que ser un santuario, y Pemuco en particular, y San Luis en súper particular, aspiro a que sea el santuario donde me retiro a descansar, y ojalá en el futuro a disfrutar de mi hijo. Me encanta Santiago, la encuentro una ciudad vibrante, maravillosa, apasionante. Me encanta Chillán. Pero son distintas. No podría ser periodista en Chillán, ni siquiera tiene escuela de Periodismo, teniendo muchas universidades... A propósito, me tiene muy triste lo que está ocurriendo con el diario La Discusión de Chillán: tengo grandes amigos que trabajan ahí, y lo que le están haciendo ese diario, que lo estén desarraigando y queriendo llevárselo a Concepción, y me parece muy triste... Al final Chillán es la capital de Ñuble, tiene 250 mil habitantes, pero Santiago es vibrante y apasionante. Viví en Londres; después, en Nueva York y Washington; me gustan las ciudades grandes, sentir que eres una hormiguita entre un mar de hormiguitas.

Un sueño que tenemos ahora con Pedro es, que algún momento, si es que le pegamos el palo al gato —porque para nuestra generación está imposible—, es comprarnos una casita, medio a mal traer, y remodelarla completa. Nada de irse a vivir a la periferia y aspirar a una gran casa, ¡no! Busquemos una casa que pueda ser revitalizada en nuestra ciudad, y aportémosle un granito un granito urbanístico a nuestros barrios.

Del Pino sueña con "comprarnos una casita" junto a su marido. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido periodista me habría gustado ser arquitecto. Creo que hubiese sido un mal arquitecto: se me ocurren cosas pero no sé si hubiese sido capaz de ejecutarla, jajaja.

En mi época universitaria, en Derecho en la UC, fui evasivo. En Periodismo, era mateo, pero también fue mi despertar social; esa época que debí vivir a los 18, 19 y 20, la vivía a los 24, 25 y 26, la de ir a fiestas, salir a bailar y coquetear. Todo eso lo viví mucho más viejo. ¡Y los veranos de esa época universitaria eran brutales! Carreteaba de lunes a domingo. Fue una juventud y adolescencia tardía. Obviamente habían fiestas del ambiente —y hasta hoy sigun la fiestas Barcelona—. Había domingos que estábamos aburridos, entonces no sabíamos para dónde ir, e íbamos Fausto; y miércoles y jueves: Illuminati o Soda. Fue ponerme al día con todo lo que había dejado de vivir para atrás, jaja. Ya está saldado: ahora soy una señora de familia po’, con cuea salgo de mi casa, jajajaja.

¿Un apodo? Curiosamente mis amigos gays me pusieron hace muchos años, cuando salí del closet, “Chema”, y sólo ellos me dicen “Chema”. Acá en el canal me dicen mucho “JM”, y me gusta. Y para mi familia soy “el Jose”.

Un sueño pendiente, periodístico, es que quiero relatar el lanzamiento espacial cuando el hombre vuelva a la Luna; en el familiar, ser padre.

Una frase favorita, que me encanta, es del Padre Hurtado y dice: “Mi existir, un suspiro entre dos eternidades”. Y creo que esos somos en en la universalidad que vivimos. Lo que pasa es que ese suspiro tiene que ser lo más hermoso e intenso posible que puedas.

Mis cábalas están asociadas con la ropa interior: por época, siempre tengo un boxer regalón; y cuando hay un día importante, me pongo ese boxer regalón.

"Quiero relatar el lanzamiento espacial cuando el hombre vuelva a la Luna", sueña Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

Un trabajo mío que no se conoce es que repartí diarios cuando estaba en el high school en EE.UU. Me levantaba a las 3:45 de la mañana, hasta las 7.

Con mi primer sueldo invité a todos mis compañeros a tomar un bar, y se me fue completo, JAJAJAJA. Fue en mi primer año de Periodismo. Por hacerme el lindo. Pero lo tomado, lo comido y lo hueveado no lo quita nadie.

Me arrepiento de haberle mentido a mis papás, y de haber salido tan tarde del closet. Pudo haber sido más rápido. Esto no es una crítica a padres ni nada: yo quizás debí haber sido valiente más chico. Mi papá más de alguna vez quiso preguntármelo, de hecho, y a lo mejor yo no di el espacio.

Un periodista chileno que admiro es Iván Valenzuela —que ya lo he dicho muchas veces—, que en su momento estuvo en el matinal, dando información en la mañana; Iván tiene una versatilidad que la encuentro atómica. Y Juan Manuel Astorga también: es un gran amigo; y creo que de Juan Manuel lo que admiro es que, en este momento en que yo estaba en la universidad lidiando con la posibilidad de ser gay en un ambiente público como en el mundo de los medios, creo que Juan Manuel me marcó un camino que me dio mucha seguridad, cuando no lo conocía. Y hoy me alegra mucho decir que es mi amigo.

Un periodista famosillo que sea amigo mío es Juan Manuel Astorga. Quizás no nos vemos mucho, pero cuando le pido ayuda, necesito un consejo o nos tenemos que contar algo, ahí está.

Un lugar favorito de de Chile es San Luis de Palpán, en Pemuco, que lo he dicho muchas veces ya. Es que mi campo es atómico.

Tuve dos intercambios con Donald Trump, pero siempre fue muy respetuoso. Un momento en que me sentí muy incómodo fue cuando recibió a “Bibi” Netanyahu, y una colega que estaba a 60 centímetros mío, levantó la mano, le hizo una pregunta y Trump se burló de su acento y le dijo le iba no le va a responder porque no le entendió. Llevaba un mes en el poder y sentí que cubrir a Trump sería complejo, e incluso llegué a sentirme acomplejado a mi propio acento.... Después cuando le hice pregunta, gracias a Dios me las respondió y no se fijó en eso.

Un pasatiempo oculto es ir estadio, que es mi catarsis semanal. Cuando la Católica juega de visita, me falta el estadio. Es un pasatiempo porque salgo tres horas antes de mi casa, me gusta llegar al estadio una hora y media antes, me tomo mi cafecito, me como un sanguchito, me pongo los audífonos, escucho a Los Tenores en la radio, vivo la previa y me junto con amigos que están sentados en otra parte el estadio.

¿Un miedo? Le tengo pánico morirme en un avión, a tal punto que hasta hoy me medico cuando me subo a un o. Ya. Yo eso igual me tengo que tomar un SOS o un Rize 5 para para viajar un poco más tranquilo. Es ridículo: cuando chico no lo sentía, hasta que vi una temporada completa de Catástrofes aéreas y me cagó la psiquis. Y me da me da mucho miedo.

"Le tengo pánico morirme en un avión", confiesa Del Pino. Foto - Mario Tellez / La Cuarta MARIO TELLEZ

¿Una película que te haga llorar? La primera película que me hizo llorar fue La vida bella, y creo que me sigue haciendo llorar hasta hoy, porque cada vez me fijo más en momentos, por ejemplo, cuando el padre ve por última vez a su hijo, o su hijo ve por última vez al padre. La segunda vez mes lloré más que la primera porque me di cuenta de más cosas.

Creo en el horóscopo. Soy Aries. Somos terribles, jaja, no: somos la fuerza la naturaleza, muy proactivos, pero también somos muy ansiosos, y nos encanta tener el control de las situaciones, y en este oficio muchas veces el periodista no tiene el control.

Si pudieras tener un superpoder, me gustaría leer la mente, ¡sería terrible, pero me encantaría.

Un placer culpable es que vapeo, porque sé que me estoy haciendo daño. No es inocuo, le estoy metiendo algo a los pulmones.

Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia, invitaría al Padre Hurtado, sólo para saber quién era esta figura brutal; segundo, a José Miguel Carrera, que sería fascinante que me contara este periodo de Independencia, pero la historia real, no la oficial: cómo eran los juegos de poder; y tercera, a la Gabriela Mistral, que no la sacaré del closet, pero me gustaría saber cómo eran esos tiempos, la chimuchina.

José María del Pino es, más que periodista, un apasionado por contar historias. Le pasa con los niños, que le apasionada inventarle cuentos. Es un apasionado por contar historias. Es lo que más se me da. Es el don que, cree, ha podido desarrollar en la vida y en la forma en que le gusta vivir. No es muy entretenido, pero es lo que es.

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De la mano de Chilevisión: el nuevo canal chileno que llegará a las pantallas el próximo año

17:55
Desde el fútbol mexicano pusieron una oferta y se quedaron con una pieza clave del Romántico Viajero.
Deportes

Universidad de Chile pierde a su goleador: confirman salida de una de las figuras del club azul

16:27
Enel aseguró que el servicio será pausado para realizar mantención en la infraestructura eléctrica.
Chile

Anuncian cortes de luz en cinco comunas de la región Metropolitana para este sábado

15:38
El conductor contó que todo ocurrió cuando se encontraba trabajando en Canal 13. Un periodista le dio el peculiar obsequio y luego le pidió disculpas.
Espectáculos

Le llegó un rollo de confort y una película nopor: Eduardo Fuentes desclasificó insólito regalo que recibió en un “amigo secreto” en televisión