Es una de las animitas más visitadas en Chile, pero pocos conocen el origen de su historia.
Romualdito. Un nombre que los santiaguinos conocen muy bien y es que su animita despierta la fe de la gente. En ella existen cientos de placas agradeciendo los favores concedidos.
Ubicada en la calle San Francisco de Borja, a un costado de la Estación Central de Ferrocarriles, la animita recuerda la vida y muerte de Romualdo Ivani Zambelli, un hombre cuya historia fue difusa duante años.
En algún momento se dijo que se trataba de un niño asesinado cuando iba a dejar el almuerzo a su padre, también se especuló que era un campesino que venía de paso a Santiago y que fue atacado por antisociales. Otros hablaron de un hombre afectado por una enfermedad pulmonar que murió desangrado en un ataque callejero.

La verdad llegó en 2012, cuando una exhaustiva investigación de la PDI, dio con la verdadera identidad del “santo de la calle”.
La verdad de Romualdito
Romualdo Ivani Zambelli tenía 41 años y era un mecánico de profesión. Oriundo de San Bernardo, el hombre que tenía raíces italianas, no estaba casado y tampoco tenía hijos.
El 8 de agosto de 1933, se arregló para retirarse de su trabajo. Como buen italiano se vistió formalmente con un sombrero negro, chaqueta y pantalones negros, camisa blanca y zapatos amarillos.
A eso de las 20:30 horas, caminaba por la intersección de la Alameda y San Borja, cuando fue atacado por “cogoteros” que intentaron robarle. La teoría asegura que es probable que el hombre se resistiera al asalto, por lo que los antisociales le dieron una certera puñalada directo al corazón.
Nadie prestó ayuda a Romualdo, quien murió desangrado en el lugar donde hoy se erige su animita.

Fue su primo Arturo Marsinghi, quien tuvo la ingrata tarea de reconocer su cuerpo en el Servicio Médico Legal y encargarse de los gastos en el Cementerio General. En esa época, pagó cinco pesos por un nicho temporal, en el patio 5 del lugar.
Hasta allí también llegan sus devotos a pedirles favores y agradecerle por los concedidos.
No se sabe con certeza cuándo los fieles comenzaron a pedirles “favores”, pero leyendas hay muchas. Una de ellas asegura que a mediados de siglo pasado, un policía que se movilizaba a caballo, por evitar un incendio, intentó quitar las velas de la animita. Al poco tiempo, el caballo se resbaló y cayó sobre el hombre, quebrándole ambas piernas. De inmediato, el sujeto se volvió devoto de Romualdito.