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“Ingratos y miserables”: la maldición del cura Somoza que ha perseguido a Linares por más de 200 años

Hace más de dos siglos, un sacerdote español maldijo a Linares con palabras que hoy siguen siendo parte del folklore local.

Según la leyenda, el cura Samoza maldijo a Linares hace 200 años.

Linares, ciudad ubicada en el corazón de la Región del Maule, es conocida por su tradición, su gente y su historia, pero también por una leyenda que ha marcado su destino durante más de 200 años.

La “Maldición del Cura Somoza”, un oscuro presagio lanzado por un sacerdote español en 1810, ha sido transmitida de generación en generación.

La historia comienza a principios del siglo XIX, en un contexto de grandes cambios políticos para Chile. El país se encontraba al borde de la independencia, y los ideales patriotas ganaban terreno. Sin embargo, la oposición a estos movimientos no solo provenía de las fuerzas realistas, sino también de la Iglesia, representada por figuras como el sacerdote José Antonio Somoza.

De hecho, cuenta la leyenda que la maldición tiene sus raíces en los conflictos entre el cura y los patriotas que buscaban la independencia. Y es que el sacerdote no dudaba en criticarlos durante sus prédicas en las misas de los domingos.

Los rumores que llevaron a una maldición

Pero los conflictos no se limitaron a lo político. Somoza también fue protagonista de rumores que circulaban entre los pobladores. Según las historias de la época, el sacerdote mantenía una relación secreta con su secretaria, Amanda Ovalle, lo que se convirtió en el centro de chismes que dividían a la comunidad.

La situación se fue intensificando cuando la gente comenzó a relacionar las salidas nocturnas del sacerdote con algo más que lo profesional.

“El hombre tuvo sus encontrones con la ciudadanía de la época, fue acusado porque salía muy tarde de la parroquia, que estaba justo donde hoy vive el obispo. A raíz de esas salidas nocturnas tan tardías, él primero y su secretaria después, la gente en la provincia comenzaron con las historias sobre que había un lío con el curita y su secretaria”, relató a El Mercurio hace unos años Manuel Quevedo, exdirector de la Biblioteca Pública Municipal Manuel Francisco Mesa Seco.

Los rumores fueron tomando fuerza hasta que un día, durante uno de sus sermones, Somoza hizo una referencia en su lectura bíblica a una “lluvia de fuego”. Según el relato popular, él utilizó ese pasaje para reflejar los ataques de los cuales se sentía víctima por parte de la comunidad.

La maldición

Ese fue el momento en que, según la leyenda, decidió lanzar su maldición sobre Linares.

Una noche de viento y niebla, Somoza se colocó sus ornamentos negros y salió de la parroquia. Según los relatos, el sacerdote recorrió las cuatro esquinas de la plaza central de la ciudad, proclamando su condena con voz firme: “Ingratos, ingratas, nunca serán grandes, habrá miseria, tus calles no tendrán nada, serán infelices en todos los hogares, esto durará por siglos, sin penas ni glorias”.

Algunos afirman que Somoza, tras lanzar su maldición, regresó a la parroquia y anunció que se encontraba muy enfermo, por lo que no podría celebrar misa durante algún tiempo. Sin embargo, esa misma noche desapareció sin dejar rastro.

Otros relatos sostienen que lo encontraron poco después colgado de una viga en su habitación, lo que selló su trágico destino. La historia del sacerdote terminó, pero su maldición perduró.

Hasta el día de hoy nadie es capaz de confirmar si la leyenda fue real o si es fruto del imaginario colectivo de la época.

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