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La Firme con Japi Jane: “Le regalé un juguete sexual a mi marido… y fue la primera vez que entendí a los hombres”

Es, desde hace poco menos de dos décadas, el oído —a veces el hombro— de cientos, miles de parejas que le confiesan sus dramas, le piden consejo o le agradecen. Comenzó como una manera —prudente, tímida— de ganarse la vida, aburrida de su vida anterior. Enfocada en ayudar a las mujeres a conectarse con ellas mismas. Pero el tiempo, miles de despedidas de soltera, conversaciones y ventas, hicieron de ella algo más que la dueña del sexshop más popular del país: es quien ayudó a cambiar la sexualidad de todos los chilenos. A continuación, el camino de Jane Morgan, La Japi.

Japi Jane, la gurú de los juguetes sexuales en Chile. Foto: Andres Pérez. Andres Perez

—Yo digo siempre que el paralelo, en Chile, es Talca.

Jane Morgan intenta explicar cómo era su vida antes de llegar a Chile y entrar en el traje de Japi Jane, esa gurú del juguete íntimo que, no pocos le conceden, cambió de una vez por todas la sexualidad de los chilenos. Y el punto de inicio es St. Louis, Missouri, una ciudad a lo largo del Río Mississippi que a ella le gusta contrastar con Talca. Ahí, al medio de Estados Unidos, ni cerca del mar ni de las montañas, donde siempre se encuentra un McDonalds y se siente como una burbuja, nació y se educó.

Lo que sigue podría perfectamente haberse extraído de una típica película-serie americana: Jane se crió al aire libre, rodeada de amigos, cerca del bosque. Jugó fútbol desde pequeña, formó parte de una selección estatal y de un campamento de verano nacional. Fue compañera, entre otras, de la histórica Mia Hamm. Y ese talento le permitió, a la larga, disponer de la ayuda financiera adecuada para poder ingresar a la universidad que quería y ser la primera de su familia en estudiar.

La eligieron Homecoming Queen, que es, por así decirlo, la reina de la graduación. Ella y su novio de entonces se impusieron a otras tres parejas —en principio más famosos— por voto popular en el día del baile. Con tiara y en descapotable, su premio fue, además, inaugurar la temporada de fútbol americano, el match más importante del año.

—Yo era popular, jajajá —aclara, por si hiciera falta, Jane—. No era como la gente mala onda de Mean Girls, jamás fui así, al final era como dice mi nombre ahora: Japi (y happy, en español, es feliz), muy amigable.

Pero esa vida, digna de algún original de Netflix, dio un giro de 180º cuando, de pronto, se le apareció Chile. Aquí ella se encarga de contar el resto.

La Firme con Japi Jane

Me vine a Chile porque era más barato, más lejos y más exótico. En Washington University había un programa de intercambio para las personas que querían estudiar español y las opciones eran España o Chile. Yo estaba estudiando español como un paralelo a mi carrera de negocios, pensando que tenía alguna aptitud. Ir a España era ir a Europa, que era más conocido, y sabía que, al final, toda la gente que va a ese programa, no termina hablando español, porque allá todos hablan inglés.

Vine a Chile el ’99 por un semestre, pero como me gustó, fui a titularme a USA y después me devolví. Allá me contrataron en una empresa multinacional, en Price Waterhouse Cooper, pero quería volver a Chile, entonces llamé y pregunté si podía hablar con Recursos Humanos. Les dije que hablaba español y todo eso, me contrataron, me hicieron la Visa y volví el 2001. Y cuando había hecho todas las coordinaciones, pasa el 11 de septiembre gringo, las Torres Gemelas. Yo llegué exactamente dos meses después a Chile, en noviembre. Me llamaron de la oficina, de Price, y me dijeron ¿todavía quieres venir? Y les dije: ¡con más razón, sácame de aquí! El contrato era por dos años... ya llevo veintitrés.

Llegué a Chile diciendo que era Contadora Auditora y todos me dijeron ¡no digas eso! Y mágicamente soy Ingeniera Comercial. Pero decir ingeniera comercial para alguien que va a la Escuela de Negocios de allá es como un poco mucho, jajajá. Acá soy ingeniera comercial, porque es como ir a la Escuela de Negocios de la Chile. Yo estaba tan orgullosa, porque allá en Estados Unidos sacar tu certificación de Contador Auditor es muy difícil, está muy bien visto, y acá todo lo contrario.

Yo estaba en Chicago cuando pasó lo de las Torres Gemelas, fue la cosa más impactante... Trabajaba en un piso 75 de un edificio, imagínate, el segundo más grande de Chicago. Ese día no me tocó ir a la oficina, estaba en el auto escuchando una radio y dicen: hubo un accidente. Voy llegando donde un cliente a un hotel, había una tele gigante y veo en vivo caer las torres. Todas mis amigas en Nueva York, todas, porque era muy frecuente salir de la u e ir a la gran ciudad. Había celulares en ese tiempo, Nokia, el ladrillo, pero no había señal. Era horrible. Un caos y sin las comunicaciones de hoy. Al final me pude comunicar con una amiga que ya había hablado con todos. Rápidamente supe que nadie muy cercana mía había muerto, pero obviamente sé de segundo grado, de tercer grado, gente que murió.

El veintitantos de septiembre volé encima de las Torres Gemelas y pude ver todo. Tuve que volar a Nueva York por pega. Me acerqué, lo vi de cerca, eran muchos pisos hacia arriba de escombros, pero desde el avión se veía como un hoyo en la tierra. Un hoyo con humo saliendo y yo fui ¡una semana después que pasó! Olía horrible... un olor que nunca voy a olvidar. Era un olor rancio. Yo estaba no tan cerca, como en Midtown por decirte, pero en todos lados se olía. Igual, quizás de morbosa, yo quería ir, y porque quería ver a todas mis amigas. Quería cachar qué estaba pasando.

Cuando fue el terremoto del 2010, yo estaba en Miami en una despedida de soltera. Tampoco pude comunicarme, me pasó lo mismo: tuve una especie de flashback. Desperté con caña y claro, había celulares, pero no tan smartphones, entonces no podía hablar con nadie. No pude hablar con mi pareja de ese tiempo, me demoré dos horas en saber si él estaba bien o no. Él estaba en Ñuñoa, finalmente hablé con un amigo por Facebook que caminó a la casa, volvió y me dijo que estaba todo bien. En el extranjero mostraron todo mucho peor, CNN mostraba todo lo malo. Yo dije: cagamos. Fue muy estresante. Pero no le tengo miedo a los temblores, confío.

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

Yo era carretera, ¡tomaba mucho! Soy de St. Louis, Missouri, donde está la fábrica de Budweiser. Entonces, incluso en el colegio todos tomamos mucha chela. Yo tomaba desde chica, de los quince o dieciséis años. Era ilegal, hasta los veintiuno, pero en los carretes de casa uno tomaba. Pero yo siempre he tenido pésima caña, jajajá. En la u, me acuerdo que tomaban un bloque de hielo, lo cortaban en diagonal, hacían un camino y arriba ponían un shot de Jagermeister, lo que sea, y tomábamos de allí abajo, eso era muy típico.

En la u también descubrí las drogas. Las de entretención, no tan hardcore, jajajá. Fumé pitos por primera vez, tomamos mucho éxtasis, que estaba de moda y era muy divertido. Y en Chile seguimos tomando, pero aquí tomé por primera vez ácido. Una vez nomás, en una fiesta electrónica muy bacán afuera de Santiago, año 2003 más o menos.

De Chile sabía un poco más que la mayoría de los gringos. Tuve clases de ciencias políticas, entonces sabía de la onda latinoamericana, de las dictaduras. Sabía quién era Pinochet, pero no cachaba todo. Lo que sí sabía era de la Patagonia, es muy famosa en el mundo, es muy exótico. Pero no: llegué a Santiago, estamos hablando del ’99, y era mucho más fome. En mi mente, me imaginaba algo mucho más como Colombia, Brasil, carnaval. Recuerdo que cuando estaba estudiando, fuimos a Buenos Aires un fin de semana y dije: oh, me equivoqué. Pero no, ni cagando vivo en Argentina, jajajá. Yo feliz en Chile a largo plazo, me demoré pero le agarré cariño.

Quedé alucinada con los paisajes de Chile. Llegué el 2 de enero del ’99, porque tuvimos dos meses para acostumbrarnos antes de entrar a la u en marzo. En ese verano tuvimos un mes de clases de la historia de Chile, la historia política para enchufarnos y todo, sólo para los de intercambio. Y después tuvimos un mes para nosotros. Ahí estaba Ladeco, una línea aérea muy ochentera, y uno podía comprar una chequera que tenía cuatro vuelos de una dirección. Podías ocuparlo como tú querías, era un pack. Entonces en ese mes fui a la Patagonia, primer destino Torres del Paine. Después a Chiloé, a San Pedro de Atacama y después de vuelta a Santiago. Empecé el primer día de clases enamorada del país.

Un gran hito en mi vida fue empezar a ocupar el hueón, hueona. Era como: ¡ya soy chilena! Me costó mucho el español chileno, hasta hoy. Más que hablar rápido, es que realmente ocupan muchos, muchos, muchos modismos. Recuerdo que un amigo dijo: ah, es que mi vieja... y yo: ¿quién es la vieja? ¡Era su mamá! Tú podías tener una conversación entera y no entender nada. Fue difícil, pero muy entretenido.

Cuando llegué a Chile, todos eran fomes. ¡Se vestían igual! Beige, gris, negro. Porque no había globalización de la ropa. Lo más ondero donde podías conseguir era en el Drugstore, ¿cachái? Después vinieron las tribus... y ahí fue la primera vez que la gente se empezaba a vestir “diferente”, pero ¡todos se vestían iguales! Eso era muy chileno: me voy a vestir diferente, pero como todos. ¡No había bares! El Santo Remedio era como el único bar ondero. Estaba Bellavista, algo medio clandestino, pero no mucho. Y Suecia era horrible. Tenías que buscar mucho, conocer a cierta gente y eso era difícil para los extranjeros. Hoy en día es mucho más fácil. Era muy conservador, de hacer lo que todos hacían, de no llamar la atención, no contradecir. ¡Por algo quedamos con la misma Constitución!, jajajá.

Ahora se han soltado. Hoy la gente puede expresar su individualidad realmente, en su identidad sexual pero también en su estilo, lo que quieren estudiar. Ya no son hijos del rigor. Tú ves a gente que se toma un año, que estudia tres carreras.

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

Jamás hablé mucho de sexualidad. Sí hay algo que, ahora que soy Japi Jane, puedo decir y que hablo con amigos del colegio, de la u, es que siempre fui muy sexual. No de hablarlo, pero me gustaba disfrutar de mi sexualidad y no tuve problemas con eso. Y no es que yo no lo hablaba, nadie lo hablaba. Los gringos son muy puritanos, no son católicos. Yo soy católica de crianza, bautizada, confirmada, primera comunión, todo, por eso yo creo que no lo hablaba. Pero en los Estados Unidos no hablan de sexo tampoco, no es que tuvimos una educación sexual.

La primera vez que fui a un sexshop, iba muerta de vergüenza. Era 2004, estábamos en Estados Unidos. Mi pareja, en ese momento, me dijo que fuéramos y yo quería morir. Por suerte, yo encuentro que el universo a veces interviene en las vidas de las personas y, cuando fuimos a ese sexshop, hubo un momento de casi como un rayo de luz que apuntaba a un juguete. Mi primer juguete. Era hermoso, no era feo, no era color piel. Era una marca nueva, que sigo vendiendo hasta hoy (Fun Factory). Era colorido, con formas bonitas, y ahí dije: esto sí me habla un poco más, compramos eso y me encantó. En privado me gustaba probar cosas, me ayudaba con mis orgasmos y todo.

Cuando decidí vender los juguetes fue una decisión de negocios, era un nicho. No había oferta. Cuando volví a Chile quería comprar otra cosa y no había nada. Hice un pequeño estudio de mercado y no, horrible. Había un sexshop en el Paseo Las Palmas, algunas cosas en el centro pero como muy sórdidas. Entonces dije: hay un nicho para estos que son más lindos. Y empecé a vender eso, lo mismo que compré.

Un amigo me dijo: Jane, nos estái hablando tanto de los juguetes, mejor hazlo tú, véndelos tú. Estaba echada en la Plaza Ñuñoa con unos amigos y me hueveaban con eso. “Si te gusta tanto la cosa”... Yo llevaba cinco años en mi pega en ese momento, cinco años en Chile, estaba aburrida y estaba buscando otras pegas, pero encontré que no había buenas pegas para mujeres de 26 años. Pensaba: ¿qué cresta voy a hacer ahora en Chile? Empecé a pensar en irme, porque mis amigos a esas alturas ya trabajaban en Wall Street u otras cosas. Y a mí ni para subgerente me daba, porque era muy chica. Cuento corto: sale esta idea de que podría vender los juguetes, veo el contacto del juguete y mandé un mail a Alemania, era .de. Les expliqué que estaba en Chile, que tenía experiencia en marketing, que era ingeniera comercial, que podría vender los productos. Y básicamente me dijeron: ¡Ya, po! El mínimo de compra era mil dólares, y no tenía, así que lo hice con mi tarjeta de crédito. Así empecé Japi Jane.

Empecé llevando mi maletita a todos lados. Los chicos de Alemania me dijeron que tenían gente en Argentina y en Colombia y que estaban haciendo Tuppersex. Yo nunca pensé abrir una tienda, no tenía dinero. Lo que sí, tengo uno de los ecommerce más antiguos de Chile, de noviembre del 2006. Tenía un sitio web con carrito de compras. Se podía comprar online, con depósito y esta venta a domicilio, en fiestas. Eso era muy divertido. Y ahí me empecé a hacer experta en sexualidad, porque me hacían preguntas y todo. Hice como dos o tres fiestas y dije: tengo que estudiar, porque no sé nada, jajajá.

Hice un diplomado en sexualidad con el doctor Christian Thomas. Él, además, era ginecólogo y es psicoanalista, muy freudiano, muy interesante. Hice eso y ahí empecé a hablar. Como soy extrovertida, no tuve problemas de hablar de sexo cuando empecé esta cosa. Pero no es que lo hiciera antes. Como este iba a ser mi negocio, lo tenía que hablar.

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

Yo pensé que esto sería una pega complementaria. Siempre hay alguien que dice: yo además vendo Natura o, no sé, vendo miel de mi campo en Chiloé. Yo iba a vender mis vibradores y pensé que iba a ser aparte de mi pega. Vender directo y ganar algunas lucas más, pero no. Fue un momento histórico: la gente quería vibradores, las mujeres. Yo empecé cien por ciento con mujeres. Empecé a venderlo a mis amigas, después me llamaban amigas de mis amigas y así. Todo muy rápido. Así que me tuve que lanzar. No tenía hijos, podía hacerlo. Así que renuncié y, sin quererlo, me hice emprendedora.

Creo que fui a más de mil despedidas de soltera. Me arrepiento de no contar a cuántas fui. Pero fui a muchas, muchas, muchas. Yo dije que había ido a más de seiscientas sólo sacando la cuenta de los fines de semana. Pero después estuvimos yendo miércoles, jueves. Pasaba en las fiestas. Ya cuando nació mi hijo me jubilé, dejé de ir, pero sí, miles... ¡lo amaba! Hasta hoy en día. Mi abogado se casó por segunda vez, hizo una fiesta en su casa y me invitó, y a eso fui, y lo sigo pasando increíble.

Lo que me encanta es que en el sexo nadie sabe todo. Ni yo, ni nadie. Entonces juntas diez personas a hablar de sexo y siempre va a salir algo nuevo, y siempre vas a poder enseñar, aprender algo. Es realmente muy gratificante.

Las historias que más me gustan tienen que ver con la gente de la tercera edad. Eso es lo que más disfrutaba. Cuando yo estaba en una fiesta y una mujer mayor de sesenta, setenta, contaba una historia o compraba un juguete, para mí era... de hecho, hubo varias veces que se casaba una novia e invitaba a sus primas, a su mamá, sus tías, sus abuelas. Más de tres generaciones. Y en una, una abuela era tan chistosa. En ese tiempo, 2007, 2008, nadie hablaba del clítoris y ella quedó tan fascinada que aprendió de su clítoris, y dijo: obvio que necesito estimular mi clítoris. ¡Estamos hablando de una abuela! Y dijo: tengo que comprar este mouse (juguete con forma de mouse), voy a estar revisando mis emails y voy a tener un mouse aquí y otro aquí. Y después me contó: lo ama, le cambió su vida. ¡Descubrió su clítoris a los setenta y tantos años!

Hay mujeres que se me han acercado y me dicen: gracias a ti empecé a pensar en mi sexualidad. En Chile es muy común que la hija mayor, la más religiosa o la más perna quede cuidando a su mamá. Y que al morir su mamá, ella queda toda reprimida. Ese perfil es mucho más común de lo que uno piensa. La mujer de cincuenta y tantos, virgen, que descubre un orgasmo a los sesenta años porque estaba preocupada de la casa. Otro perfil es la separada, que me encanta. Gracias a ellas yo tengo mi negocio. Ellas lo pasaron mal, se separaron y ahora es como: no, ahora voy por mí.

Me emociono mucho con las historias que me cuentan las parejas. Hasta el día de hoy vienen y nos confiesan sus problemas. Y es emocionante ver a una pareja en conflicto de algo tan simple y que pueden venir y, en un rato, salir con todas nuevas expectativas.

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

Tengo tres tiendas: aquí en Tobalaba, en Vitacura y en Montevideo, Uruguay. Tuvimos en Lima, sin tienda, online, con un gran socio mío, pero esa es otra cultura. Y en Uruguay va bien para los tres millones totales del país, jajajá.

Yo me siento semifamosa y me encanta. Mi hermana, que es diseñadora de vestuario de Hollywood, trató de vender un programa sobre Japi Jane en Netflix y casi pasó. Pero después dije: no, no quiero estar tan expuesta, no soy tan famosa. A veces la gente me para... si me escuchan hablar más que todo. Porque si me ven caminando en la calle, puede ser que alguien me reconozca, pero cuando me escuchan, cachan que soy gringa y ahí me hablan. En los Ubers, en todo eso. Eso me encanta, yo feliz de hablar todos los días de eso. Para mí es un honor que, después de conocerme tres minutos, me cuenten sus cosas... cosas tan extremas como: lo tengo chico, soy precoz, jajajajá.

En la tienda me propusieron ser parte de un trío y otras cosas. Y antes uno se reía de eso, no gracias jajajá, casi un piropo, pero ahora ¡Ley Karin!, no se puede hoy, ¿cachái? Esta no es una consulta psicológica, entonces nosotros trabajamos activamente en poner nuestros límites. Lo que era aceptable hace dieciocho años, ya no lo es. Hemos ido evolucionando con la sociedad. Somos muy profesionales, no vamos a hablar de nuestras cosas personales con los clientes. Pero sentimos que es un gran honor trabajar acá y que la gente confíe en nosotros, que busquen mejorar su sexualidad.

A mi marido le encanta ser el marido de Japi Jane. Es tema de conversación, para él, en muchas instancias cuando se enteran que es mi marido. Y mi hijo tiene nueve años, vamos a ver cómo le va. Hasta ahora él sabe y todo, le hablamos como corresponde, sin malas palabras, pero sabe qué hago.

A mi hijo le hablo mucho del consentimiento como concepto general. No sexual todavía, porque tiene nueve años. Pero le decimos: tú vives en un mundo con billones de personas, tú tienes que ponerte de acuerdo con todos ellos para que esto funcione. En la casa, lo mismo: tienes que ponerte de acuerdo con nosotros para que funcione. Y después, si estás en pareja, es lo mismo. Tenemos que consentir que no somos solos, hay otra persona. Y si estás solo también: autoconsentimiento. Lo estoy trabajando en eso. No hacer por hacer, no apurar. Eso, en un mundo muy apurado, es el camino al real placer.

Los chilenos ahora son más honestos en el tema sexual. Chilenos y chilenas, aunque le costó más a los hombres. Antes todo era un chiste en Chile. La sexualidad, año 2006, partiendo Japi Jane, todo era un chiste. Todos tiramos tres veces a la semana, todo es bacán. Las mujeres eran más sinceras, decían cuando lo pasaban pésimo y pedían asesoramiento, hablaban con las amigas que cachaban más. Porque antes había como tres sexólogos contados con los dedos de una mano. La gente antes ni siquiera iba a terapia, ahora sí.

Antes, para el sexo oral, la gente buscaba una amante, y ahora no. Se dan cuenta que se puede pedir y hacer, que pueden comunicarse con su pareja estable para explorar. Todavía vemos gente que compra para sus amantes, no voy a mentir, pero hoy en día vemos muchas más parejas preocupadas. Te voy a dar un ejemplo más intenso: el sexo anal es universal. Cada ser humanos tiene un ano y es un placer corporal, no tiene nada que ver con la orientación sexual. Todos tenemos muchas terminaciones nerviosas en el ano y es un gran placer. De hecho, ya es sabido eso. No necesariamente penetración, pero tocar por afuera. Y eso antes era tabú. En 2006 vendí como dos artículos anales, ahora cuarenta y tantas cosas.

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

El hombre antes veía como amenaza los juguetes sexuales, ya no. Hay testimonios en prensa que decían eso: que yo era la enemiga, que vendía la competencia desleal, jajajá. Lo que puedo decir es que la pandemia fue un momento muy importante para los hombres. Fue la primera vez que se acercaron a estas cosas, a los juguetes, como si fueran un producto cualquiera, como algo que puede mejorar su vida. Es muy chistoso, porque los hombres decían: estas cosas no se cansan, tienen una erección siempre, esto no lo puedo hacer ningún hombre. Y ahora existen juguetes para hombres tan bacanes...

Le regalé un juguete sexual (Sam Neo) a mi marido, ¡y fue la primera vez que entendí a los hombres! Fue como: hueón, esto me reemplaza. Chupa, mueve, vibra, hace todo solo. Es silencioso. Yo lo veía cuando lo ocupamos y fue como... después de tantos años entendí a los hombres. La tecnología es eficiente, jajajá.

Si tuviera que recomendar un juguete para un hombre, que él ocupe, el Sam Neo. Porque lo he visto en persona, jajajá. Y si le quiere comprar algo a la pareja, mira, todos los hombres vienen pensando que deben comprar un juguete, el más grande, porque piensan que es lo que nosotras queremos. Y yo les digo: pero si ya hay un pene dando vuelta, y les recomiendo masajeadores corporales. De hecho, tanto me gustan que hice mi línea propia: Japi Rayita, y ese es mi juguete más recomendado. Para cualquier hombre o ser humano que entre en mi tienda, porque es una cosa parecido a lo que compró la abuela, un mouse, que tú lo pones en la mano, es un masajeador curvado, ergonómico y sirve para clítoris, ano, pechos, incluso la espalda.

Ahora la gente prefiere una maratón de Netflix que tener sexo, está comprobado, estudiado mundialmente. Y quien pudo predecir eso fue Japón, porque ellos siempre han sido mucho más tecnológicos y tienen muy pocos encuentros sexuales, la tasa de natalidad está bajando. Es algo mundial, no sólo en Chile. No sé si es bueno o malo, pero es lo que es. Lo que digo yo, es que si están los dos felices con eso y encuentran que es una buena intimidad, está bien. Pero cuando llega un momento de inquietud, de cualquiera de los dos, ahí es donde terminan en Japi Jane. Aquí te puedo ayudar, porque no pasa mágicamente y menos hoy. Si estamos distraídos por el teléfono, por las series y todo eso, si tú no pones como propósito tener más intimidad, no la vas a tener.

Yo propongo agendar sexo. Literalmente en tu agenda, para no obviarlo. Ningún problema. La doctora Emily Nagoski dice “No es importante querer tener sexo, es querer el sexo que tenemos” y me encanta. Si estás muy conforme, satisfecho con el sexo que tú tienes, da lo mismo si lo quieres una vez al mes o una vez a la semana, tú lo quieres.

Mirándolo después, ser Japi Jane cuando estaba soltera fue lo mejor que me podría haber pasado. Estaba soltera, me hice un poco famosa por ser Japi Jane y finalmente sirvió como filtro. Porque algunos hombres me veían como una amenaza, y dije: qué bacán, porque así elimino a todos los inseguros. Los que sí se atrevían a estar conmigo eran los que yo quería realmente. Pero era difícil conocer gente en Chile. Yo estaba soltera a los treinta y tantos, sin Tinder. Incluso pensé: me voy a ir. Lo pensé porque no quería despertar, tener cincuenta años y estar soltera.

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

Soy cero mística, pero conocí a mi marido, que tiene diez años más que yo, después de que pedí: por favor, Universo, mándame alguien nacido en los setentas. Porque estaba saliendo con puros hombres más chicos, y llegó Juan, que nació el 68, y dije, lo tomo, fin, jajajá.

A Juan le conté de Japi Jane en la primera cita y lo encontró muy chistoso. Él me conoció a través de una amiga gringa que tenemos en común. Nos conocimos por otra vía, entonces cuando cachó qué hacía, no hacía problemas ni nada.

Ahora mis papás son fans, pero cuando les conté pensaron que vendía porno. “¡¿Qué?! ¿Vendes porno?”, me preguntaron. No entendían nada. En esa época había VHS, DVD’s. Pero les expliqué que eran juguetes, que eran para las mujeres, una cosa casi feminista. Y mi mamá se tomó más tiempo, pero mi papá enganchó mucho con la parte emprendedora. Mis papás son católicos más culturalmente, entonces nunca fue como “un pecado mortal”. Son conservadores, pero no hueones, jajajá.

Mi papá falleció el año pasado, fue muy duro, él era el fan número 1 mío. Mi mamá era mucho más conservadora. Mi papá era gozador y lo entendía.

Mi abuela es un personaje y a ella le conté en persona de Japi Jane. Le fui contando de a poquito, que era de lencería y de otras cosas. Y después ella, rápidamente, me dijo: yo necesitaba uno de tus juguetes. Ella era muy fome. Cuando le conté lo que hacía, me contó que ella tenía sexo sólo los miércoles y los sábados, que era como parte de su rutina, durante años. Y más adelante me dijo que necesitaba estar con una mujer, jajajá.

Me siento muy orgullosa cuando dicen que cambié la sexualidad de los chilenos. Muy realizada, porque es parte negocio y parte educación, y lo que yo siento es que lograr que me digan eso ha sido gracias a la constancia. Son dieciocho años de ser consistente con el mensaje, los productos, la calidad. De seguir actualizándome. Cuando empecé todo era vagina, ahora sabemos que es todo vulva y clítoris. No me he quedado atrás, sigo transmitiendo. Para mí es un logro. Y eso no se logró saliendo con Tonka y Felipe en el matinal, tuve que seguir, salir en Vértigo, después tener mi programa. Seguir, seguir y seguir.

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

Trump antes era como un payaso, ahora es derechamente un peligro. En este momento estoy cero pendiente de Estados Unidos, me rendí. Lo encuentro horrible todo. Estoy decepcionada. No aprovechamos todo lo que tuvimos. Quedamos igual: con desigualdad, racismo, la salud es pésima. Nunca digo siempre a nada, pero en este momento no tengo ninguna gana ni razón para vivir en Estados Unidos.

Como dueña de una empresa, lo que me encanta de Chile es que pase lo que pase, anda. Las cosas andan y eso es un gran mérito. En otros países, con cambios menos radicales, quizás se hubiera ido todo a la mierda. Entonces yo tengo mucha fe y confianza en Chile, en su gente, en sus instituciones.

Viví muy de cerca el Estallido Social. Mi tienda principal está en metro Tobalaba, pero mi otra tienda, en ese momento, estaba en Lastarria. Entonces estuvimos como equipo muy cerca de todo, pero al contrario, mi equipo no tenía miedo de ir a la pega. Fuimos, estuvimos siempre abiertos en Lastarria, cerrábamos y todos se iban a la marcha. Yo no vi afectado mi negocio. Y encontré muy importante no seguir aguantando. Había mucho aguante, entonces después del aguante tiene que haber un escape y ver hasta adónde se llega. Al final creo que no llegó a su curso completo, por la pandemia entremedio y todo, fue perdiendo fuerza. Pero yo lo encontré muy necesario.

Yo fui ciclista furiosa. Yo llegué el 99 y, cuando ni siquiera había partido la u, pedí una bici prestada porque conocí a uno de los furiosos y fui cuando éramos cuarenta personas. En algún momento fue muy hermoso, parábamos el tráfico en la Alameda con cientos de personas. Fui del movimiento al principio, y conocí a muchos amigos y a mi pareja de esa época.

Michelle Bachelet me inspiró a hacer Japi Jane. Allí es cuando dije: esta cosa tiene algo. Los chilenos decían todos los días somos cartuchos, ¿pero cómo un cartucho vota a una mujer divorciada, agnóstica? Eso no es un país cartucho, ¡no! Para mí algo estaba pasando, los chilenos decían una cosa pero hacían otra. Y cuando ella salió Presidenta, era el mismo momento, justo antes o justo después, que cuando yo partí Japi Jane. Fui a sus marchas, era un momento muy bonito. Yo voto hace muchos años en Chile y voté por ella.

Soy mitad gringa y mitad chilena. Me queda harto de gringa... mi actitud, por ejemplo. Siempre he sido bien optimista, extrovertida. Me encantan las hamburguesas gourmet, la comida gringa, la cultura pop. Me encanta la música chilena, pero si me quieres tener bailando, necesito Beyoncé, hip-hop. Kanye en su momento (ya no, jajá), Jey-C, Dr. DRE, Notorious B.I.G. Me encantaban los New Kids on the Block. Vinieron a Chile y fui con mi amiga, la Fran Torres, y ¡amo!

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

Lo mejor de ser Japi Jane es que la gente confíe en mí, que comparten sus historias y eso me hace reír, me hace llorar. Comparten intimidades conmigo y eso lo encuentro un honor, un agrado.

Lo peor de ser Japi Jane es que todos piensan algo de mí que no es. Todos piensan que debo tener el mejor sexo, que debo tener sexo a cada rato. Y es una cosa equivocada, jajajá. Soy como cualquier otra persona en la cama.

En cinco años más me veo acá mismo. En otro momento te hubiera dicho otra cosa, pero esto a mí me gusta mucho, quiero que el negocio siga andando, que siga dando empleo, que siga dando placer a la gente. Lo estoy disfrutando. Si en cinco años más estoy como ahora, feliz.

El libro era un gran pendiente en mi vida. Todos me decían, desde que partí, que hiciera un libro de cómo son las chilenas, pero yo no soy experta en eso, po. Entonces, por fin, hice un libro con mi colega, la Cata Ramírez, que tiene un podcast de educación sexual, y dijimos: hagámoslo de lo que hablamos todos los días de la vida hace dieciocho años... ¡La masturbación femenina! Esa ha sido mi misión en la vida. Somos las dos personas que más hemos hablado en Chile de la masturbación femenina, lejos. Para quienes quieren masturbarse y quieren motivarse hicimos este libro. Compartimos datos para que no se sientan solas, para inspirar. Es un libro para inspirarte en una exploración sexual. Y nos salió así. Había intentado escribir otros libros que no llegaron a su fin, porque cuando alguien te plantea qué escribir, no... esto era solamente compartir lo que dos mujeres hemos hablado con miles de mujeres casi todos los días por casi dieciocho años, y ponerlo en un solo lugar. No somos psicólogos, no somos ginecólogos; nuestro libro es más cercano. Nunca pensé que iba a quedar tan feliz con los resultados.

Estamos lanzando mi podcast. Soy la última en el planeta, jajajá. Estamos ad portas, así que atentos. De hecho, hartas personas que pasaron por La Firme están en mi lista de invitados. Va a ser muy pop. De sexo, pero no de sus vidas personales. Se llama Japi Hour. Vamos a estar tomando un trago, conversando con la gente.

Quiero hacer una gira por Chile en un bus móvil, una tienda móvil, y estar haciendo charlas de sexualidad y venta de productos. Japi Jane por Chile. Lo quiero hacer, real. Tengo muchos seguidores en regiones, Santiago no es Chile. Quiero ir en mi bus, viajar, recorrer y hablar con la gente de sexo. Yo creo que sería un hit, pero eso requiere producción.

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

Si no hubiera sido ingeniera y no hubiera hecho Japi Jane, no estaría en Chile. Sería una mamá llevando a sus hijos a jugar fútbol. No sé, jajajá. Yo estaba bien perdida, porque ser ingeniera comercial nunca me gustó. No hubiera logrado estar mucho rato ahí, así que me hubiera tenido que reinventar. Pero si las vueltas de la vida no me hubieran llevado a Chile y eso no me hubiera llevado a Japi Jane, yo estaría en Missouri con mis hijos.

No tengo otro apodo, soy La Japi. Jane, acá la gente de acá no sabe, es lo más básico, es Juana Pérez. Le dicen a los muertos que no se identifican Jane Doe. Además los gringos no son buenos para los apodos. Allá jamás le podríai decir a alguien pelado o guatón. Nada de eso.

Estoy picada, pero un sueño pendiente que creo que no voy a lograr, y me da pena, es que siempre quise ser portada de una revista papel couché. Dieciocho años y nadie me ha invitado, jajajá. Quiero que la Javiera Eyzaguirre me haga las fotos. Todo el mundo ha estado en una portada de una revista, menos yo jajajá.

Mi cábala es el elefante de Japi Jane. Hemos ido como equipo a eventos a comunas donde no sabemos cómo nos va a ir, pero si vamos con el elefante, tenemos confianza de que nos va a ir bien. Lo ven, se acercan, les llama la atención. Es súper suavecito nuestro elefante. Más que cábala, es nuestra protección, nuestro amuleto.

Mi frase favorita es “Porque nunca se sabe”. Hay tratar a la gente bien, hay que hacer las cosas bien, hay que ser buena, porque nunca se saben las vueltas de la vida.

Trabajo desde los dieciséis años. Soy clase media, cumplí dieciséis y empecé a trabajar al día después. Mi primer trabajo fue de anfitriona en un restaurant. Trabajé en una tienda de fútbol, vendiendo zapatos de fútbol, mi trabajo favorito, vendí miles de pares. Y después, un trabajo muy random es que fui repartidora de piezas de repuestos de autos. ¡Era la mujer!, jajajá. Trabajo todos los días desde los dieciséis.

En Estados Unidos, cuando recibes tu primer sueldo ya no vives en tu casa. Mi primer sueldo fue pagar el arriendo y pagar mi préstamo estudiantil. Allá te echan de la casa, jajajá.

Me encantan Los Prisioneros y Javiera Mena. Y un sueño cumplido fue que, para el lanzamiento de Joven y Alocada, la Javiera tocó con Jorge González y yo estaba en la cuarta fila.

Me encanta ver películas que me hagan llorar. Pero mocos, mocos, era Bailarina en la oscuridad de Björk.

26 Mayo 2025 Entrevista a Jane Morgan, duña de la Tienda Japi Jane. Foto: Andres Perez Andres Perez

No soy seriéfila ni veo mucha tele, en ningún sentido. Tengo un par de series, pero demasiado cliché, Modern family, Friends. Y siempre estoy muy atrasada. Si todo el mundo ve una serie, la veo tieeempo después.

No soy muy miedosa, me siento valiente. No, de hecho mi miedo es que le pase algo a mi familia. No tanto a mí, sino a mis seres queridos.

Si tuviera un superpoder sería hablar y entender cada idioma en el universo, no sólo en la Tierra. Pero hoy en día tú puedes andar con tu teléfono y puedes entender casi todo... es un superpoder bacán. Te tiran, no sé, en una selva, y tú te puedes comunicar con la gente.

Quiero aprender chino. Si me dicen que me pueden poner un chip en mi cerebro para hablar chino, lo haría.

Odio el concepto de placer culpable, ¿por qué la culpa? Es una pérdida de tiempo. Si vas a hacer algo, hazlo, disfrútalo, y no lo hagas en exceso entonces, jajajá. Las cosas en exceso sí me dan culpa, pero placeres no. Yo he trabajado para lo contrario. No nos sirve mucho la culpa. La culpa es un constructo social.

Soy de la “U”. La primera vez que me llevaron al estadio, fue alguien de la “U”, así que quedé fiel, porque lo pasé muy bien. Después tuve un pololo de la “U”. Y amo ir al estadio. Fui al 2001 por primera vez. No soy tan de seguirlo, pero fui el año pasado al estadio. Fui con unos amigos gringos a la “U” contra Cobreloa.

Mi comida favorita chilena es el pebre. Me lo como solo, a cucharadas.

Ya no tomo. Hace un año. Tomé mucho en la vida, pero ahora estoy en la perimenopausia y me hace mal el alcohol, así que ¿para qué voy a sufrir? Si me tengo que tomar una copa de algo, espumante.

No creo en el horóscopo. No te podría decir qué signo es mi marido. Yo soy piscis, él es de noviembre... ¿Escorpio? Parece. Pero no te podría decir nada, no cacho nada.

Si pudiera invitar a tres famosos de toda la historia a un asado, sería a Cleopatra, Helen Keller y Cher. La Cleopatra porque era seca, mujer power total, top 10 mujeres power de la vida. Helen Keller me parece fascinante, sordomuda, ciega, escribía cosas hermosas, tenía un punto de vista de la vida increíble. Ahí uno dice: nos quejamos por nada. Cher, porque es seca, una leyenda. Emmys, Grammys, tremenda actriz, no sé si ha ganado el Óscar. Multitalentosa... ha sabido llevar la vejez con mucha sabiduría. La encuentro referente.

Japi Jane no siempre es Japi. Mucha gente piensa que soy siempre Japi, y no. No siempre estoy Japi. Me enojo, me he deprimido. Todo. Soy como cualquier persona.

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