Querido Doc:
Soy una fiel lectora suya y se la voy a hacer cortita. Estoy metida en una relación muy turbia. A mis tiernos 18 años soy la patas negras de un perico que me enamoró por el cariño que me demostró, su agradable compañía y sus palabras bonitas... El atado es que ahora no puedo terminar.
Sufro día a día por esta relación. Pienso en olvidarlo y dejarlo, pero me llama y lo abandono todo por él.
Lo que pasa es que como apareció en un momento peludo de mi vida y me aferré a él y a su cariño, que ya no puedo estar sin verlo. Yo lo busco, lo llamo, me preocupo por cómo está; pero él me dice que me busque un pololo que me quiera, pues él jamás dejará a su polola por mí.
Cuando trato de olvidarlo, me llama y se acaba mi enojo. ¿Qué puedo hacer para olvidarlo? Estoy cansada de luchar por alguien que no me quiere de verdad... y lo he dado todo.
Doc, ya sé que no tengo dignidad, pero la soledad me hace caer una y otra vez.
Lola enamorada.
Lolein:
Su juventud la hace pensar y actuar en forma equivocada y si no se amarra los calchunchos con alambre de púa, verá cada día más negra su existencia.
Un vivaracho la chamulló bien y ahora cree que es el hombre ideal que buscaba. Está claro que se lo puso bien y la hizo relinchar como potranca... pero al mismo tiempo le dijo que no se proyectara con él, porque tiene polola y jamás la dejaría.
Más claro que echarle agua, pero igual usted se raja con un polvete cada cierto tiempo y queda hablando puras leseras, porque el gallo hace bien las tareas en el ring de cuatro perillas.
La picó tan fuerte el bicho cabezón que lo persigue y acosa. Apelando a toda su fuerza de voluntad, debiera darle la PLR, porque no tiene futuro con él. Además, se las sabe por libro, pues la aconseja cómo actuar y al ratito la tiene ensartada... olvidando totalmente a la pareja oficial.
Lo más atinado es que le tire la cadena.