Espectáculos

La Firme con Diego Boggioni: “He trabajado de la misma manera con Leonel Sánchez, Claudio Narea y ahora con ‘Esaú’”

Se ha ganado su espacio en la TV, hoy de los puntos altos del remake de Amores de Mercado (Mega), mientras prepara una obra sobre el clásico chileno El Tony Chico. Oriundo de Calama, Boggioni repasa su historia y presente: “Aspiro a ser un buen artista y buen papá”, manifiesta.

Entrevista en profundidad al actor Diego Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

—Soy profundamente del norte: mi madre nació en Chuquicamata, mi abuela en una salitrera y mi abuelo es de Antofagasta— relata Diego Boggioni Troncoso (34).

Pero, a su vez, es una suerte de declaración de principios del actor oriundo de Calama.

Sin embargo, cuando decidió dedicarse a la actuación, debió migrar lejos, a la capital, a Santiago, donde arrancó en San Miguel, la misma comuna que vio crecer a Claudio Narea, integrante de Los Prisioneros, a quien luego Boggioni encarnaría en la película Miguel San Miguel (2012 ) y después en la serie Sudamerican Rockers (2014). Y así, a punta de “trabajo”, según él declara a La Cuarta, se le irían abriendo puertas y pavimentaría su senda, la misma que hoy lo tiene a unos 1.300 kilómetros de su nortina ciudad natal.

Quién iba a decir que, por ejemplo, hace un par de meses, tuvo que pararse sobre una estrecha base, en el concurrido sector del metro Irarrázaval, a las dos de la tarde, un viernes, a torso desnudo y completamente pintado de plateado en su rol de “hombre estatua” como “Esaú”, su personaje en el remake de Mega de Amores de Mercado. “Apechugando”, recuerda el intérprete, quien tuvo a los transeúntes haciendo de extras: “La gente era buena onda, tiraba tallas, chistes o se acercaba a pedir alguna foto”, describe.

Pero ahora, ya con la teleserie grabada, Boggioni también está enfocado en otros quehaceres, uno de ellos Barón y Barahona, o La Última Función de El Tony Chico, un montaje que revisita el clásico del dramaturgo Luis Alberto Heiremans, está vez con dos malabaristas y trapecistas que en la emblemática obra casi no tienen voz. Esta suerte de secuela —que continúa desde el asesinato con que finaliza su antecesora— debuta el miércoles 23 de julio en el Teatro Nescafé de las Artes (entradas, ACÁ).

—Es bonito agarrar clásicos de nuestra dramaturgia —declara el actor tras bajarse del escenario donde se estrenará en las próximas semanas—. Había que volver a revisarla.

En entrevista con La Firme, Boggioni repasa su historia, desde su infancia bajo el alero de Chuquicamata, y su defensa a la “provincia”; su primera pasión: Cobreloa y el futbol, un deporte al que le habría gustado dedicarse, al punto que interpretar a Alexis Sánchez es uno de sus anhelos; el cambio a Santiago para convertirse en actor; sus papeles como Claudio Narea; su ingreso y opinión de las teleseries; algo de su faceta paterna y amorosa; reflexiones y anécdotas varias; y un tanto más.

La Firme con Diego Boggioni

Mi primer recuerdo en Calama es andando en bicicleta yendo pa’ Yalquincha y a los sectores con muchos cerros. Subía a Chuquicamata, cuando había una sola vía, después me tiraba en bicicleta en un camino quera era una locura, ¡lo más mountain bike que había en la zona! Siempre con los amigos del colegio y mi hermano; armábamos un lote de cuatro o cinco que andamos en bicicleta para todos lados. Viviendo en provincia, uno se mueve en bici. La bici es muy es muy partner de todo el elemento provincial, jaja. La ciudades son más chicas y puedes trasladarte más fácil... Acá soy malo pa’ la bici.

Es inevitable tener un arraigo emocional importante en que los lugares donde uno se crió, formó sus amistades, aprendió a andar en bicicleta, a jugar la pelota y a conocer todo. Lo pasé muy bien. Calama es una ciudad vilipendiada, incluso política, social, estructural y arquitectónicamente. Este país le debe muchísimo; es una ciudad a la que se le extrae mineral —lo que lleva consigo muchas otras cosas, incluso climáticas—, y debiera ser de las tres ciudades más modernas de este país, ¡por la cantidad de plata que le han sacado históricamente! Me resulta relevante hablarlo y, cada vez que puedo, lo digo, porque más allá de este concepto popular (de burlas y críticas), hay algo detrás que es muy triste. Hay sectores que siguen teniendo la misma baldosa quebrada de hace 30 años. Hay que poner siempre ojo en esas ciudades con la economía extractiva. Calama está medioambientalmente en un momento complejo, como Tocopilla y Quintero, y hay que hacerse cargo.

" Hay que poner siempre ojo en esas ciudades con la economía extractiva", advierte Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

Soy de Cobreloa a morir. Al equipo que vi y, con el que rallé, fue el de Apertura y Clausura 2003 y Clausura 2004: Nelson Tapia, “Kalule” Meléndez, Boris González, Pato Galaz, Fernando Martel, “Pepe” Díaz, Juan Luis González y Luis Fuentes, y con el “Pelao” Acosta, que después se llevó a muchos a la Selección. Soy hincha por mi abuelo, Mario Troncoso, que es socio-fundador con otros 10.500 trabajadores, rallaba con el fútbol; de hecho viajó para ver a Cobreloa a Brasil, Ecuador y Colombia; en algún momento era el que hacía sonar la sirena (en el estadio) para avisar el gol en la mina... Se me ha ido pasando mi pasión por el fútbol, aunque duró hasta la universidad, que mi tesis fue: “Arte, sociedad y fútbol”. A ese nivel.

¡Me habría gustado ser futbolista! Completamente, lo habría intentado realmente. Si jugaba en un equipo de liga acá, habría estado perfecto. Es complejo decir que “estuve cerca de ser futbolista”; es dificilísimo. Estuve metido en inferiores en Cobreloa, jugué en la selección del colegio, mi hermano mayor fue a jugar a Estados Unidos y en cadetes, y después jugamos en la filial de Colo Colo en Calama. Pero en tercero medio (en la familia) se tomó la decisión: “¿Qué quieren hacer?”. Y siempre me fue muy bien en el colegio: mateo. Conversé con mi viejo y decidimos: “Ya, vamos a la universidad”. Pero creo que también pecamos de ignorantes: no saber que Santiago tiene más alternativas. Mi mamá me contó que, conmigo chiquitito, se le acercó a alguien para decirle que veía en mí muchas aptitudes deportivas y que deberían llevarme a un centro deportivo en Santiago... ¡Pero no había ni una posibilidad! ¿Trasladar a una familia de cinco para acá? Era una apuesta muy grande. Y estaba esto de que “hay que estudiar en la universidad porque sino no eres nadie”; hoy hay bastante más apertura.

" Se me ha ido pasando mi pasión por el fútbol", admite Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

Trato de ir ojalá una vez al año, idealmente, a Calama; todavía tengo familiares allá. Todos los alrededores como San Pedro de Atacama y Aiquina —que para mí es el pueblo más lindo de esa zona— son un espacio que me regulan y calman. Es otro mundo. Mis padres por mucho tiempo vivieron en Calama y ahora se fueron a Copiapó. Soy calameño a morir, pero también está ese espacio copiapino de ir a la playa, a Caldera y Bahía Inglesa.

Una tía y mi madre siempre estuvieron muy vinculadas al Teatro. Esa hermana de mi mamá vivía en Estación Central y, cuando veníamos a verla, nos llevaba al teatro; y entre mis dos hermanos, yo era el único que acompañaba. Y en cuarto medio, no sabía que estudiar, sabía que me iba a ir bien en la prueba y caché que para Teatro había que dar pruebas especiales; mientras preparaba la PSU, durante esa semana de octubre, me vine donde un amigo que vivía en un departamento en el metro Salvador y me recibió. Mi papá no estaba muy contento y mi mamá, que siempre me apoyó, me dijo: “Dale, pero ojalá puedas estudiar en la U. de Chile o en la U. Católica”. Quizá a mi papá le habría gustado algo más tradicional como Derecho o Psicología. Teatro es complejo, hay sustos e inestabilidad, sobre todo en este país. Pero como empecé trabajando de muy chico, mi papá cachó: “Este está metido, le gusta y va en serio”.

"Teatro es complejo, hay sustos e inestabilidad, sobre todo en este país", analiza Boggioni sobre su carrera. Foto: Andres Perez Andres Perez

Me vine a Santiago saliendo de cuarto medio. La mirada desde Santiago es demasiado centralista. Este país tiene un problema con el centralismo, ¡todo tiene que ver con Santiago! No tenemos idea qué es lo que pasa afuera de Santiago, y creemos que todo funciona cómo funciona Santiago, ¡y no es así! ¡Para nada! Me gusta y siempre defenderé a la provincia. Incluso uno agarra un “ADN”, y que lo percibo, me gusta y defiendo. Creo que los de provincia somos más aperrados, empáticos y tolerantes; uno está más predispuesto a resolver situaciones en conjunto, tiene más noción de que no todo está en el ombligo, porque nunca lo estuvo. Por ejemplo, no daban el tiempo en Calama, y no entendía por qué se nombraban las ciudades de Arica a Punta Arenas y no decían cómo estaría el clima en Calama. Y aparece un arraigo de defensa: “Está la mina a tajo abierto más grande del mundo, que por muchos años fue considerada ‘el sueldo de Chile’, es un espacio importante, icónico”. Hay un “ADN” y lo defiendo.

Venirme a Santiago fue una locura y lo pasé bien. De partida las micros eran gigantes. Fue un golpe muy grandote. El primer año en la U. de Chile llegué a vivir a San Miguel, cerca del paradero 9 o 10 de la Gran Avenida, donde la abuela de una polola que tenía, jaja. Siempre me trataron muy bien; llegaba en la noche y había una comida calentita, y se lo agradezco. El pololeo terminó rápidamente y me fui a una pensión; después, a un departamento con círculo de amistades; y después con un hermano. He vivido en varias partes.

¡Siempre pasaba por el liceo Andrés Bello, el de Los Prisioneros!, todo el primer año sin saber que después me tocaría grabar ahí para la serie... De alguna u otra manera hay conexiones que aparecen en la vida y uno no siempre tiene la noción para darse cuenta de lo que sucede, ¡y después tiene todo el sentido del mundo! Me gusta San Miguel. De repente la gente la desconoce, pero la pasé muy bien y es una comuna muy linda. De la Panamericana pal oeste era un poquito más pelua, pero me sentí muy cómodo. Siendo de provincia, cuando vas de Plaza Italia para abajo, por supuesto que todo es más como la vida de barrio; los espacios entre baldosas no están con pasto, son de tierra. Buena época.

"Hay un 'ADN' y lo defiendo", destaca Boggioni sobre su identidad provinciana. Foto: Andres Perez Andres Perez

En mi generación ya no teníamos prejuicio con las teleseries; eso ya fue. Nos criamos con lo audiovisual. Soy de esta generación miti-mota: llegamos al celular como en tercero medio, viví todo una época en que no había nada cibernético, y hoy puedes generar una película con un teléfono. El cine es trascendental, de hecho, creo que las universidades debieran involucrar en la malla curricular cosas mucho más específicas del formato audiovisual, y no lo tienen: actuación frente a cámara, comprender qué significa un trípode... ¡Es muy teatral! Necesitan vincularse mucho más al proceso audiovisual, porque es una herramienta de trabajo que tenemos como actores en términos laborales para vivir.

Debuté a los 19 años en el cine con Miguel San Miguel (Película sobre los inicios de Los Prisioneros, e interpretó a Claudio Narea). Estaba en segundo año de universidad, ¡y no quise congelar por ningún motivo! Me quedaba hasta la hora del níspero ensayando, madrugaba y me pasaba de grabar al ensayo de una obra que teníamos que montar (además de todos los ramos). Fue muy estresante. Terminé de grabar la última escena de la película, llamé a mi mamá y me puse a llorar con ella, de alegría pero también de “uff, terminé, me fue bien en la universidad, terminé la película, hice lo que quería, ¡y vamos!”. Es una carrera MUY exigente, por lo menos en mi caso. Fue rudísimo. Los profes me apañaron y mis compañeros me suplieron todo lo que se podía, pero nada más que “usted tiene que velar por sus decisiones”.

"El cine es trascendental", declara Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

Con Claudio Narea nos tomamos una foto ahora en el Festival de Viña (2025). Nico Oyarzún estaba de jurado, y andaba la Carmen Zabala, “Shakira” (Pareja de uno en la vida real y del otro en Amores de Mercado), y yo por el canal. Así que le dije a Nico: “A ver si le tiras un palo a Claudio pa’ que nos saquemos la foto”. Yo estaba como cuatro filas atrás del jurado y algún aviso le habrá tirado Nico, y Claudio me llamó: “Diego, ven, ven pa’ acá, acércate”. No alcancé a agarrar mi celular, me salté las filas, nos abrazamos y conversamos un rato, y le dije al Nico: “No traje mi celu, sácame una foto y me mandas”. Y así fue. Muy bacán. Fue mucho amor mutuo, de cariño entre dos personas que han estado haciendo camino en este rollo del arte. Yo por Claudio, de alguna manera u otra, aprendí a tocar guitarra, me puse la ropa que tenían mis papás en los 80, pude sentir esa época, viajar y ser parte de una banda icónica del rock para Hispanoamérica.

Claudio Narea declaró en su momento que todo en Sudamerican Rockers era “una mentira”. Las historias son subjetivas, cada uno tiene un rol y una perspectiva, y hay situaciones que cada uno las vivió de manera muy personal. Y además no era un documental, era una ficción. Yo me regí por un guion, mi “biblia” estaba ahí, el rol que encuentro ahí es el que defenderé con el director. “Es que en la vida real él era mucho más...”, ¡no! Lo mismo me pasó con Leonel Sánchez (62: Historia de un Mundial, TVN, 2017). Conocí a Leonel y era como hablar con mi abuelo; pero después lo vi en el papel y, al final, hice a mi abuelo. El guion propone ciertos roles y perfiles, un alma que tienes que defender; pero todo lo que le agregas para que ese personaje se desarrolle y tenga humanidad, responde a lo que esa historia quiere contar. Y lo he trabajado de la misma manera con Leonel, con Claudio y ahora con Esaú en Amores de Mercado, con mi voz, mis ideas, mi cabeza, improvisación y humor.

"Fue mucho amor mutuo", declara Boggioni sobre su encuentro con Claudio Narea. Foto: Andres Perez Andres Perez

Miguel San Miguel me salió de casualidad, porque estaban buscando a los compañeros de curso de Los Prisioneros. Pedimos permiso a una profe para capear la clase, nos lo dio, fuimos a una cuestión en Tobalaba y quedé. Después yo estaba haciendo una gira de teatro en Italia con una obra que dirigí, Vorágine, y una directora, Paula Leoncini, me vio en la película y me llamó, estando yo allá, porque quería que hiciera a “Robert” en La Canción de tu Vida, lo primero que hice en la tele, una serie de TVN con canciones icónicas de la discografía chilena, en que mi protagónico era de “El juego verdadero” (Tiro de Gracia), con la Cami Hirane, que hacíamos un “Romeo y Julieta” versión chilena. Después me llamaron para Sudamerican Rockers. Y así fue. Lo complejo es tener la primera oportunidad. Ahí agarré más vuelito. No lo busqué, apareció en relación a mi trabajo.

He estado mucho más metido en el audiovisual, pero el teatro siempre ha estado presente, sólo que quizás aparece mucho más en boga lo audiovisual. Tengo una compañía, El Viejo Chico, con la que hicimos tres montajes, itineramos por el norte y fuimos a México e Italia con una gira, por Vorágine; después hicimos Llaves y Cerraduras con una temporada Matucana 100; y luego La muerte y la imaginación, en que actúa Gastón Salgado y Alex Zisis. Siempre he estado muy agarrado al teatro, y qué ganas de seguir haciendo y que me sigan llamando; lo encuentro súper entretenido. Partí más en el teatro que en el audiovisual. En nuestra pega hay que hacer de todo, y qué ganas de hacer teatro, cine, teleseries y series. Creo que es un privilegio, porque no tantos han podido tener la oportunidad de agarrar peguitas de todo.

"He estado mucho más metido en el audiovisual, pero el teatro siempre ha estado presente", analiza Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

Sudamerican Rockers fue súper lindo trabajo. Me acuerdo que en los Premios Caleuche estuve nominado para Mejor Actor Protagónico, yo sin entender mucho qué onda, chico. Ni siquiera sabía con quién ir, si con mi mamá o no. Al final, lo más complejo es tener la primera oportunidad de mostrar tu trabajo. Ahora que me tocó estar nominado por “Mauro”, de Al Sur del Corazón (Mega), fue como: “Mamá y papá, vengan, acompáñenme a la ceremonia”. Cuesta mucho todo, es difícil, entonces cada peldañito siempre es un espacio de cariño hacia el trabajo de uno.

Es cierto que tuve que firmar escotes con Sudameric Rockers, que me tocó firmar guitarras, guaguas, y escotes. Que te pasen una guagua ya es una cosa muy rara. También he tenido que firmar autógrafos en servilletas y papel; pensé que eso ya estaba caducado, pero no; hay gente que le gusta el autógrafo.

Con Leonel Sánchez nos juntamos a comer churrascos en Vicuña Mackenna para la producción (serie), que también estaba el “Chita” Cruz y no me acuerdo quién más. Ellos tenían su lugar “icónico”, donde se juntaban a ver los partidos. Ahí traté de sacarle algunos gestitos y sonsonetes en su manera de hablar. No fue una relación más allá de eso (hasta su muerte en el 2022), siempre con buena onda y cariño por la pega.

"Es cierto que tuve que firmar escotes", confirma Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

En Perdona Nuestros Pecados me ofrecieron directamente ese personaje. Ya venía de hacer Sudamerican, y así apareció Perdona Nuestros Pecados, por el trabajo. Y he hecho muchos castings, como para Dime con Quién Andas (CHV), para Paramount, hice casting. A “Manolito”, de Hijos del Desierto, me lo ofrecieron directamente; venía de hacer Juegos de Poder con el director, y me habían visto en Perdona Nuestros Pecados. Y “Manolito” era un personaje complejo, que pucha que lo gocé; un villano que hacía “dos personajes”, uno que era muy buena onda y el otro era un desgraciado que estuvo a punto de matar al personaje de Gastón (Salgado, el protagonista) y al final se arrepiente con un cuchillo en la mano, ¡un dramón! Y termina llorando porque la vida del otro es igual a la que tuvo él en el puerto, en Valparaíso, a pata pelada.

En algún minuto se me acercaron productores, porque tenían la idea —quizás todavía está y ojalá se concrete— para hacer la la vida de Alexis Sánchez, como Apache, La Vida de Carlos Tevez, de manera cruda, concreta, real, naturalista y difícil: un drama. Lo de Mi Amigo Alexis, que fue el proyecto que terminaron haciendo, era mucho más familiar. En algún minuto, entiendo que había un interés de armar ese proyecto, ¡y yo feliz! Las calugas todavía están, no estoy tan viejito y yo feliz de hacerlo. Somos del Norte y creo que es de esas historias que uno cree que son de lujos y fortuna, ¡y no! El 2% de los jugadores de fútbol llegan a concretarlas; pero todo lo otro es muy complejo, ¡hay una vida detrás de mucha desigualdad y drama! Sería importante mostrarlo. La realidad es bastante más cruda que esa neblina de las lucas que hacen que pareciera que todo es como oro; y no, es mucha pega, viajes solo, abandono y sufrimiento para llegar a eso.

10 Junio 2025 Entrevista a Diego Boggioni Foto: Andres Perez Andres Perez

¡Una bailarina haciendo striptease a las 8 de la tarde en Chile hace veinte años! ¡Una locura! Además se trataba de una religión armada por la mamá de Esaú, “La divina luz”, para sacar al papá del alcoholismo. Amores de Mercado (TVN, 2001) es un ícono, y tiene escenas que son de las más vistas de la historia de la televisión chilena. “Esaú” tiene 28 o 29 años, y está apretado con todo el conservadurismo, tratando de encontrarse a sí mismo bordeando los 30, ¡y después liberarse! Y con baile además, que es mucha pega, es muy complejo; terminas con las rodillas moradas, tienes que estar con un cuerpo ad hoc, lo que involucra comida y ejercicio. Yo tenía una nutrióloga deportiva que me armara un plan como de tenista profesional, cuatro veces a la semana gimnasio y clases de danza. Siento que se nota y la gente lo agradece porque lo ve.

Antes de Amores de Mercado, con Carmen Zabala nos conocíamos de la vida, teníamos vínculos del mundo artístico y nos cachábamos, pero no habíamos trabajado nunca juntos de pareja. Los personajes necesitaban mucha química, porque había rollo romántico, esto de que ella lo engatusaba y lo llevaba para un lado, y después lo tiraba pa’ otro. Creo que la química que se armó fue muy bonita. Su “Shakira” (En la original, Sigrid Alegría) es increíble, y fue permeándose con “Esaú” (En antaño, Íñigo Urrutia), y fuimos armando dos personajes muy honestos y bonitos el uno con el otro; había amor, se enamoraban desde sus diferencias, pero era real. Quizás tiene mucha comedia en muchos otros momentos, pero cuando están ellos hay un rollo súper bonito.

"Es mucha pega, es muy complejo", analiza sobre su labor como "Esaú". Foto: Andres Perez Andres Perez

Hay un viaje del personaje de “Esaú” y le dimos muchos detallitos. Por ejemplo, el primer botón que se suelta “Esaú” es cuando hace el amor por primera vez; el segundo, cuando prueba el alcohol por primera vez; y la remangada de los manos es cuando el “Rucio” (Francisco Medina; en antaño, Andrés Velasco) le ofrece un vaso de piscola y le dice: “Te las estás sirviendo muy cabezona, porque tú no tomas, ‘Pastorcito’”, y “Esaú” le contesta: “No me digas ‘Pastorcito’ porque tengo un nombre: Esaú”. Cuando dice eso, después de haber hecho el amor y de haber probado el alcohol, se arremanga las mangas. Se suelta. Y ahí aparece “Esaú”. Esos detalles no estaban en la versión original.

Los remakes se han hecho toda la vida; recién vi que van a hacer un Harry Potter nuevo y con actores nuevos. Lo hacen las industrias brasileñas y mexicanas. No se está inventando nada. ¿De qué otra teleserie más icónica se podría hacer un remake que de Amores de Mercado? ¿La Madrastra (Canal 13, 1981)? Pero Amores de Mercado está ahí. Si no es esa, ¿cuál otra? Una o dos más. ¿Por qué no? Te pueda gustar o no, pero se ha hecho todo el tiempo. Y ahora, al parecer, vienen historias nuevas, ¡y perfecto", después de El Señor de la Querencia y Amores de Mercado, me parece.

Ahora, en este Amores de Mercado hay cosas que no se saben; se grabaron varios finales y no sé yo finalmente cuál será. Y por lo menos nosotros, con “Esaú”, teníamos mucha más comedia que la original, toda esa familia con Roberto (Farías) y la Ingrid (Cruz), y la Carmen y el “Rucio”; había una comicidad súper jugada. Antes era un tema con el que había que ser más cuidadoso. Creo que nos fuimos ganando a la gente en la cancha y me dicen: “Me cago de la risa” y “me gusta”. Hace poco me tocó animar un tren cultural en Graneros con mil y tantas de público, y toda la gente así como: “¡Y qué va a pasar!” o “¿Qué pasará con ‘Pelluco’ (Pedro Campos)?”. Y uno piensa: “Ah, la gente la está viendo, la disfruta igual”. Quizá la persona que vio la original, los mayores de 50, están arraigados con su “Pelluco” (antes, Álvaro Rudolphy)... Vamos a ver qué pasa con “Pelluco”.

Boggioni en su rol de "Esaú" en el remake de Amores de Mercado. Foto de archivo

Tengo ganas de seguir en teleseries, pero porque es nuestro espacio de trabajo. Además el formato es un patrimonio en Chile. Somos 17 millones de personas y, de esas personas, el espacio que las consume son siete u ocho millones; no somos industria. Te comparas con México, Brasil y Argentina, sólo en población, y en estricto rigor que nosotros tengamos un lenguaje y una historia televisiva de ficción es un privilegio. Lo debiéramos defender, ¿o sería interesante que termináramos viendo sólo teleseries con acento brasileño, argentino o mexicano? Han sido parte de nuestra vida televisiva y audiovisual. Yo feliz de seguir en el formato de las series, del cine y las teleseries. Pero es muy complejo, entonces todos los espacios que haya hay que cuidarlos.

¿Con qué personaje me he hecho más conocido? Sin duda ahora “Esaú”, porque está muy en boga y la gente lo tiene muy presente. Claudio Narea, de Sudamerican, fue uno que me abrió las puertas de manera mucho más masiva y en el gremio, con mis pares, con productores y del área creativa. “Esaú” es otro público, que no es el mismo de las series y teleseries; aunque se cruzan. Y es mucho más masiva la teleserie además. De hecho, de “Manolito”, de Hijos del Desierto, también se acuerdan harto; pero a Claudio Narea y “Esaú” la gente los quiere mucho. Y a Mauro, que fue un personaje chiquitito, de soporte en Al Sur del Corazón, si no lo hubiese hecho, creo que no habría tenido la oportunidad de hacer a “Esaú”, porque en Mega yo no había hecho comedia. Le agradezco mucho a “Mauro”, que era la expareja de la Feña (Salazar), y ella estaba bien arriba de la pelota. Muy gracioso.

"De 'Manolito', de Hijos del Desierto, también se acuerdan harto", dice sobre el público. Foto: Andres Perez Andres Perez

En Barón y Barahona, o La última Función del Tony Chico, yo soy “Barón”, que ambos somos trapecistas y malabaristas en este circo pobre que la está peleando. La obra icónica del El Tony Chico, que termina con un asesinato, esta es de todo lo que pasa el día después del asesinato. Tenían una función vendida, hubo gente que llegó a ver la función, ¿y dónde estaban los artistas? ¿Quién recibió a la gente? ¿Qué hicieron ese día? ¿Cómo salvaron la situación? “. Ahí aparece el trabajo de Felipe (Molina, director) y la Eliana (Hernández, adaptadora) de sumar a estos dos personajes que en la obra original hablan muy poco, que siempre están presentes pero desde la lejanía, y hacerlos los protagonistas con un asesinato de por medio, con un niñito perdido y con una función que había que apechugar.

En La Última Función del Tony Chico, aparecen reflexiones como el patrimonio que involucra el circo y dónde lo ubicamos hoy día. Hay un personaje que aparece, “Juanucho”, un niño que llega a un circo con los moscos colgando y a pata pelada, porque nadie se acuerda de él, y el circo lo adopta; y producto de esa muerte, se pierde: ¿Quién es “Juanucho” hoy? ¿Dónde está “Juancho” hoy? Ese circo itinerante que antes estaba muy latente, ¿quién es? ¿Dónde puedes vincularlo en diferentes aristas sociales? Desde el Sename, lo que está pasando hoy en casa con los niños, en las guerras y los espacios de abandono de la inocencia. Al final, “Juanucho” es eso.

Nunca había trabajado con Bernabé Madrigal, es muy buena onda, y que más encima estuvo en la otra serie que hicieron de Los Prisioneros (como “Miguel Tapia”). No nos conocíamos. Ha sido un agrado, muy bacán. Estamos los dos en escena, tiene que estar la química; sino no funciona. Pensé que era más dicharachero y es más callado de lo que imaginé, es “cuadradito”, medio viejo chico, más de lo que me imaginé: es cinco años más joven que yo, y parece viejito de 40, jaja. Yo tengo mis espacios más desordenados, soy una mezcla. Soy más desordenado con Bernabé.

"Ha sido un agrado, muy bacán", dice sobre su trabajo con Bernabé Madrigal. Foto: Andres Perez Andres Perez

Me gustaría mucho hacer a Alexis, pero sobre todo si se lograra armar este rollo concreto de la biopic real, dura; hay espacios, sin duda, de amor de comedia, pero es un drama también. La vida del futbolista es un drama, es un rollo complejo. Encontraría muy bonito poder interpretar a Víctor Jara, que creo que no se ha hecho su biopic; sería un desafío súper interesante. No sé si un galán de teleseries; encuentro entretenido hacer a los villanos, el espacio oscuro. Tengo ganas de algo de acción, pistolas y detectives, algo rudo tipo True Detective; Hijos del Desierto tenía un poco de eso.

A fines de abril terminamos de grabar Amores de Mercado y me metí en esta obra. También tengo un fondart nacional por los 80 años del Premio Nobel de la Gabriela Mistral. Estamos trabajando con diez actrices y actores. Es un proyecto que se instalará en los espacios públicos del área metropolitana de salud norte, en hospitales, cesfam y cosam, en las salas de espera, para que a través de una “audioteca” la gente pueda tener acceso a cuentos y poemas narrados por actrices y actores como Pancho Melo, Daniel Muñoz, Pancha Gavilán, Vale Muhr, Cami Hirane y Andrés Velasco, con portadas que son verdaderos cuadros hechos por ilustradoras secas. Y el 10 de diciembre haremos un lanzamiento en el GAM, que es cuando se conmemoran los 80 años.

"Encontraría muy bonito poder interpretar a Víctor Jara", manifiesta Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

Estoy con un cortometraje, Presencia, que lo dirigí y escribí, y estuvimos en un festival de Barcelona, el mismo que premió a Maite Alberdi por La Memoria Infinita. Y estamos tratando de hacer pronto un estreno en Chile. Sería ideal. Nació de ese momento en que los adultos mayores quedan dependiendo de alguna persona... ¿Finalmente quién se hace cargo de ese cuidado históricamente vinculado sólo a lo femenino? ¿Y qué pasa cuando nuestros padres llegan a esa situación con un Estado que no se hace cargo y con que nadie quiere perder su espacio de libertad? Y cuidar a alguien realmente te come la vida. Entonces, ¿qué pasa con ese momento hoy? Porque antiguamente fue la nuera, la hermana, la prima, la que nunca se casó o la no sé la que se hacía cargo. ¿Pero hoy cuál será la responsabilidad incluso de nosotros como género masculino en un espacio que hemos estado muy mirando desde el frente?, con eso de “hay que vestir a la abuela... ya, salgan todos los hombres”. En la masculinidad hay que desarrollar la delicadeza de cuidar a alguien, de cambiar pañales... Y de todo eso habla el corto.

Tengo un guion terminado de una película sobre Calama. Estoy postulando como productora chica, peleando con las grandes, por las cuatro opciones que hay para ganar y hacer el rodaje. Soy el director y en esta puntualmente no quiero actuar, sólo dirigir. Me gusta el espacio de dirigir y producir. Siempre que me meto en proyecto termino también mucho en el área creativa. Me gustan mucho las comunicaciones y hacer radio lo encontraría hermoso, qué entretenido; comunicar desde distintas aristas y, desde la dirección, me gusta. Me gustaría desarrollarme como comunicador.

"Me gustaría desarrollarme como comunicador", asegura Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

Me llevo bien con la exposición. Creo que cuando es algo que aparece desde el cariño y la buena onda, siempre tengo la disposición de sacarme una foto y de que me digan cosas. Lo he conversado con colegas, pero es bonito que se acerque alguien y te diga que aprecia tu trabajo. Hay gente a la que le acompleja, pero a mí no. Prefiero más que alguien se me acerque a esa situación que encuentro más incómoda, que es cuando te miran como de reojo y no sabes si: “¿Me quieres decir algo por el personaje o en verdad te conozco de la vida y no me estoy acordando?”. Uno se enreda.

Empecé tarde con las redes sociales; de hecho, en Sudamerican Rockers yo no tenía redes sociales. Me metía después de Perdona Nuestros Pecados, como el 2019 o 2020. Un productor me dijo: “Oye, creo que voy a tener redes, porque igual es importante para que puedas subir material y hacer promo de la teleserie”. Le tengo amor y descanso a las redes, voy mutando. Son una fuente de trabajo que ayudan, pero hay que tenerles cuidado. Ojo. Hay que tratar de, cada cierto tanto, meterlas un ratito en el velador y acordarse de que hay conversar y estar en el presente, porque puedes estar escroleando una hora y no hacer nada.

Pasa que la cantidad de seguidores (en redes) te podría dar una ventaja (para ser contratado en proyectos actorales masivos). Puede ser. No lo sé. Ojalá que no, porque tengo grandes (amigos) actores y actrices que no tienen o tienen muy pocos seguidores en redes sociales. Y creo que tener redes es parte de nuestro trabajo hoy, pero espero que no se tenga que basar nuestro trabajo única y exclusivamente en la cantidad de seguidores. Son elementos que hay que utilizar, pero, pucha, ahí aparece la audición, el casting, estar en el momento y ganarte el papel en cancha.

"Espero que no se tenga que basar nuestro trabajo única y exclusivamente en la cantidad de seguidores", declara Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

Si algún artista le hace sentido algo partidista y concretamente política, que lo haga. Yo no estoy inscrito en ningún partido político. Creo que la política es trascendental, es tomar decisiones y así se debiera enseñar: política es algo que hacemos todo el tiempo, debatir, dialogar y, en relación a un objetivo o lo que sea, tomar una decisión. De “la política” de repente se habla como algo que no tiene peso; pero es una cosa concreta. La políticas públicas están hechas para mejorarle la vida a los ciudadanos y ciudadanas. Para eso está hecha la política. En ese sentido, si hay colegas que les hace sentido vincularse concretamente con un partido, por qué no. Hacer arte, sin lugar a dudas, es hacer política, es tomar una decisión de algo.

Me tiré en paracaídas por un regalo de cumpleaños. Fue espectacular. Increíble, realmente. Me llegó de sorpresa, lo había tirado así como un palo, pero no lo esperaba. Fue una vez en la mañana en que me dijeron: “¿Sabes qué? Te vas a tirar ahora a la 12 PM en paracaídas, de regalo de cumpleaños”, y yo: “¡Qué!... Ya po’, vamos”. Iba tan tranquilo. Me subí (a la avioneta) e iba conversando con el chico que se tiró conmigo. Se veía el horizonte hermoso, a un lado la Cordillera y al otro lado el mar. Estaba a la cresta. Y cuando me tiré, perdí el aire porque el aire cuando caes te golpea la nariz y no respiras; entonces el instructor hace la señal de que levantes porque, al levantarla, el aire golpea y puedes respirar. Empiezas a tener cierto control, y tiras las patas para un lado y el culo pa’ otro... y sientes un control en una situación que no tiene ningún control de nada. Y después cuando te tira el golpe, se te va al aire, y ya en el paracaídas es más piola. El que lo puede hacer que lo haga. Son sensaciones que no puedes homologarlas a nada más.

"Son sensaciones que no puedes homologarlas a nada más", dice sobre el paracaidismo. Foto: Andres Perez Andres Perez

Me volví papá a los 28, joven. Pero hay que mirar el vaso medio lleno: hoy en general los padres y madres están entrando en ese lugar post 35. Creo que es el papá de los a los 40 años, que tengo algunos colegas, cuarentones, ufff, porque hay que tener energía, es complejo, no es llegar y ser papá a los 50. La vida cambia, sin lugar a dudas. Finalmente la paternidad tiene que ver con que tu centro cambia; es decir, dejas de pensar en ti todo el tiempo, y creo que botas un espacio de ego muy grande, que cuesta mucho botarlo, porque tu vida ahora tiene un ser igual o más importante que ti mismo incluso. Es un cable a tierra trascendental.

Mi hija tiene siete años. La veo seguido. En general no hablo mucho de ella ni de algo tan personal, pero mi vida es ella.

¿Si tendría más hijos? Sí, podría tener.

"Es un cable a tierra trascendental", reflexiona Boggioni sobre la paternidad. Foto: Andres Perez Andres Perez

Estoy emparejado, no con la mamá de mi hija.

El amor es complejo hoy día, en todo sentido. Armar la vida hoy tiene un espacio mucho más efímero, por así decirlo; es todo más rápido y vertiginoso, y hay una vorágine de que te lleva a estar arriba de la pelota todo el tiempo, y las redes sociales también generan una dependencia de querer estar en más lugares de donde estás, no viviendo el presente. Y pasa con el amor desde todas sus magnitudes, no sólo relacional o sexo afectivo: el amor en general, con tus padres, abuelos y hermanos… El amor es tiempo, y creo que hoy lo que menos hay es tiempo para eso.

Aspiro a ser un buen artista y buen papá, con lo que conlleva cada uno, tratar de ser lo más consecuente en esta vida, con todo lo complejo que eso involucra.

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido actor, me habría gustado ser futbolista, obvio.

En mi época en la U. de Chile era un poco estudioso y carretero.

¿Un apodo? Siempre me dicen “Boggioni”, o “Diegol” me dicen algunos.

Un sueño pendiente es grabar una serie o película fuera de Chile, algo a nivel hispanoamericano. Me gustaría internacionalizarme, trabajar de manera internacional. Me encantaría ahora estar grabando en México, después ir a grabar a Uruguay y después estar haciendo una obra acá en Chile. No sé si siempre con un pie en Chile, dependiendo del proyecto y la plata. Estoy abierto, uno tampoco puede estar tan rígido.

Una cábala es que cuando estoy muy nervioso, tengo que salir de escena o cualquier cosa, me hago cariño en el lunar que es el mismo lunar que tiene mi mamá.

"Me gustaría internacionalizarme", dice Boggioni. Foto: Andres Perez Andres Perez

Una frase favorita es “carita de guasnípero”, que es inventada, de mi mamá. Y después los 18 años nos contó que el “guasnípero” no existía; cada uno de nosotros, los hermanos, teníamos en la cabeza la imagen de un animal, muy distinto cada uno; y alguna vez alguno llegó de la universidad como: “Oye, tuve clases y el ‘guasnípero’ no existe”, y mi mamá como: “Qué estúpidos”, porque nos lo decía tipo cuando estábamos comiendo algo que no nos gustaba: “Ya tienes carita de ‘guásnipero’”. Y ahora con mis hermanos nos reímos siempre de la “carita de guasnípero”.

Un trabajo mío que no se conoce es que he hecho clases de cine y actuación frente a cámara.

Con mi primer sueldo invité a comer a mis hermanos, que yo soy el del medio. Creo que fuimos a comer mariscos.

Me arrepiento de no haberlo intentado un rato en el fútbol. No pasaba nada si lo intentaba.

¿Un actor o actriz que admire? A la Cata Saavedra y a Daniel Muñoz.

Un actor o actriz amigo/a es Cristian Arriagada, Benja Bravo, Palo Toral y Gastón Salgado.

"Me arrepiento de no haberlo intentado un rato en el fútbol", admite el actor. Foto: Andres Perez Andres Perez

Un talento y pasatiempo oculto es que bailo salsa.

Un miedo que tengo es que mi hija se quede sin agua en el mundo, o sea, concha la lora.

Creo más o menos en el horóscopo... me asusta pero me gusta. Soy Acuario.

Si pudiera tener un superpoder me gustaría volar. Volar debe ser muy entretenido.

Un placer culpable es ver platos de comidas que no haré nunca, porque no hay posibilidad de hacerlas en cuando a ingredientes o cantidad. Me gusta cocinar.

Su pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, uno sería Diego Armando Maradona, Víctor Jara, y estoy entre (Charles) Chaplin o Peter Sellers.

Diego Boggioni es un ser humano tratando de hacer las cosas con honestidad y trabajo.

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