La butaca: Venom, ser oscuro no siempre da brillantez

Este antihéroe creado por Randy Schueller en 1984, tuvo un forzado y criticado debut en la pantalla grande como villano en Spiderman 3, de Sam Raimi, por tanto el margen de equivocación ante una futura adaptación era estrecho y espinoso.

Once años pasaron para que el director estadounidense Ruben Fleischer (Zombieland) se atreviera a relatar la historia de Eddie Brock (Tom Hardy), un reportero quien al indagar experimentos extraños en Life Fundation con simbiontes, un líquido extraterrestre, es atacado por uno de ellos, entregándole la forma y fuerza de Venom, criatura que lo ayudará a sobrevivir.

Es interesante e innovador que una película se centre únicamente en la génesis de un villano de cómics, lo que abre la senda para próximas cintas de similar índole. Pese a ello y a que Venom explota lo mejor de Hardy en el protagonismo, es derribada rápidamente por un error clásico cuando las disputas creativas entre el estudio y el director son evidentes: ¿Venom es una comedia, un thriller o un drama?

La película posee entretenimiento, humor, escenas crudas y la esencia del villano, que son perpetuas en las casi dos horas de metraje, pero no identidad. Si Sony planea ampliar su catálogo con Venom a la cabeza, deberá eliminar la ambigüedad en la dirección de sus películas, para así hablar de brillantez y no de oscuridad en un futuro.

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