La Firme con Esteban Düch: “Nunca encajé en el estereotipo del venezolano que le gusta usar el pantalón apitillado, música fuerte y tomar cerveza en un río”

03 Junio 2025
Entrevista a Esteban Duch, comediante Venezolano.

Foto: Andres Perez
03 Junio 2025 Entrevista a Esteban Duch, comediante Venezolano. Foto: Andres Perez

Con sólo 24 años, migró desde Venezuela para poder ejercer como contador auditor. Ha transcurrido ya una década, pasó por distintos oficios, hasta que logró ejercer su profesión. Pero le aburrió y todo cambió: hoy es comediante, dicen que debió subir a la Quinta Vergara en vez de George Harris y ya los postulan para Viña 2026. “Me siento 60% venezolano y 40% chileno”, asegura.

Prefiere mantener su nombre real en reserva, pero artísticamente se bautizó como Esteban Düch (33). “Es una construcción con las iniciales de mis dos apellidos”, explica. Prefiere no dar mayores detalles. Pero se acuerda de Felipe Avello, quien desde el 2022 cambió su nombre en el Registro Civil a “Simón Suazo” y recién se supo públicamente a fines del 2024. “No se revelan”, dice a La Cuarta el comediante venezolano sobre los nombres artísticos.

En un café de un mall ubicado en Independencia, comuna en que reside desde que migró, el comediante nacido y criado en Venezuela hace un reencuentro de su historia que hoy lo tiene entre las principales cartas emergentes del humor en Chile. De hecho, durante el 2024, estuvo entre las cartas para pararse sobre la Quinta Vergara en la edición más reciente del Festival de Viña. Sin embargo, el Movistar Arena y los millones de seguidores en redes sociales de George Harris habrían pesado más, así que vino desde Miami y el desenlace ya es bien conocido.

Sin embargo, al día siguiente de aquella caída, entre acusaciones de xenofobia, fomedad y cuestionamientos contra Bizarro y Mega, algunos cibernautas empezaron a poner en la palestra el nombre de Düch y un pedazo de su rutina en que aconsejaba a su público en un show, a propósito de una supuesta experiencia como conductor de Uber:

Aprendan a hablar chileno —decía— ¡El acento chileno es mejor tener y no necesitarlo que necesitarlo y no tenerlo!...

Aquel fragmento del comediante causó risas en redes sociales entre el público chileno que, por cierto, poco y nada gustó de la rutina que alcanzó a mostrar Harris. Como sea, aunque muchos los conocieron con esa viralización Düch ya se había hecho su espacio en el último año, participando El sentido del humor —podcast encabezado por Luis Slimming—, tirando chiste en El antídoto (Mega) de Fabrizio Copano y teloneando a figuras como Edo Caroe y el propio Avello.

Las comparaciones con Harris le dieron un impulsó que le permitió agotar su gira de verano con Turista Permanente, y ahora lo tiene enfocado en su show en el Teatro Nescafé de las Artes, agendado para el martes 17 de junio, para luego continuar por distintos escenarios a lo largo del país, como Teatro Extensión UCM de Talca (4 de julio), Teatro Universidad de Concepción (9) y Teatro Municipal de Antofagasta (12); así que las entradas se pueden comprar ACÁ.

En entrevista con La Firme, Düch repasa su historia, la cual lo tuvo 24 años viviendo en Maracaibo; hasta que decidió migrar hace una década, primero a Miami y luego a Chile, en busca de mejores oportunidades ante la naciente crisis con el régimen de Nicolás Maduro. Los primeros dos años se las arregló para “sobrevivir”, trabajando en restoranes y como delivery, hasta qué logró trabajar como contador auditor, lo que había estudiado en su país de origen. Se aburrió, entró en el mundo de la redes sociales, se hizo viral y, de a poquito, ingresó al rubro de las risas. “No tenía el interés de ser comediante”, cuenta. “Pero el interés por hacer comedia nació en el 2021”. En tres años ha logrado vivir del humor. Analiza su presente, cómo cada vez se vuelve más “chileno”, la chance de estar en el Festival de Viña, su experiencia como migrante y mucho más.

LA FIRME CON ESTEBAN DÜCH

Un recuerdo que tengo bien fresco de mi infancia en Maracaibo, Venezuela, es cantando en el coro de mi colegio un villancico. Yo era la voz protagónica. Sigo cantando empíricamente, soy músico frustrado. Todo comediante es un músico frustrado, y todo músico es un comediante frustrado. Eso dicen. En los comediantes la música está muy presente.

Siempre fui como el guatoncito chistoso del salón, porque cuando uno es gordito tiene que recurrir a estrategias como el humor para sobresalir. Cuando creces en una sociedad de los 2000, en que el bullying estaba demasiado presente, siendo gordito o guatón, tienes dos herramientas: la violencia o la comedia. Y elegí la comedia. Lo pasé bien en el colegio. Siempre existieron temas de bullying, pero lo sabía sobrellevar bien en base a la comedia, y todo bien con el colegio.

Esteban Duch
"Siempre fui como el guatoncito chistoso del salón", comenta Duch. Foto: Andres Perez

En Venezuela hacían la prueba de aptitud académica, que —según un cuestionario largo—, te dice hacia dónde va tu interés profesional. Y en el primero me salió música y actuación; de segundo, comunicador social, locución y marketing; de tercero, contabilidad; de cuarto, idiomas; y de quinto, veterinaria. Por ahí iba lo que me gustaba. Me decidí por la contabilidad pensando en lo que todo jóven universitario piensa: “¿Cómo me voy a ganar la vida? ¿Cuánto voy a ganar? ¿Qué oportunidades laborales tengo?”.

Soy un alma creativa, pero estudié para ser contador auditor en la Universidad de Zulia. Siempre le echo la culpa a mis papás, jaja, porque fue una “presión sutil”; tengo una familia de contadores, papá, mamá y abuelos contadores. Siempre fue un: “Estudia lo que quieras, pero estudiando contabilidad tu papá tiene unos contactos en tal lugar y yo soy profesora de la universidad”; o sea, era un: “Puedes estudiar lo que tú quieras, pero te iría mejor en contabilidad”, guiño, guiño. Lo pasé bien en la universidad estudiando, pero ya después, cuando empecé a dedicarme al campo laboral de la contabilidad, me di cuenta de que lo detestaba, que me destruía internamente lo cuadrado, lo sistemático y lo burocrático: el cero espacio a la creatividad. Eso me hizo que odiara profundamente trabajar de contador.

Esteban Duch
"Cero espacio a la creatividad, eso me hizo que odiara profundamente trabajar de contador", cuenta Duch. Foto: Andres Perez

Llegué a Chile con 24 años. La crisis social, política y económica hizo que fuera inviable vivir como un joven y proyectarme como adulto a futuro en Venezuela. No había posibilidad de comprar y renovar un auto, y menos de comprar una casa. Además lo político era muy heavy. Me fui hace casi once años y todavía sigue instaurada una dictadura. Eso hizo que todo joven venezolano, cuando estudiaba y se graduaba, lo que quería era migrar. En Venezuela vivía con mi madre; soy hijo de padres separados, pero mi papá siempre está presente. Empecé a planificar mi migración antes de terminar y, cuando terminé, tomé el paso.

Primero me fui a Estados Unidos, a Miami, donde estuve un mes y medio evaluando el terreno. No me convenció, no era lo que buscaba; había muchas muchas trabas migratorias y para ejercer la profesión que había estudiado. Simplemente deseché la opción de EE.UU. Y Chile siempre fue la opción dentro de Sudamérica: “Ok, ¿dentro del mismo continente dónde nos podemos mover que no sea EE UU.?”, pensé. Chile en esos años se veía como un destino idóneo para alguien que fuera a ejercer su profesión, por los salarios, el poder adquisitivo y lo que costaba el peso en relación al dólar. Era muy beneficioso venir a Chile. Y eso hice, sin ningún tipo de contacto; no tenía amigos ni familia aquí. Vendí todo lo que tenía en Venezuela y me traje en una maleta lo que pude.

Esteban Duch
"Mi mamá está aquí conmigo en en Chile y mi papá sigue en Venezuela", cuenta Duch. Foto: Andres Perez

Fui parte de la primera oleada de migrantes venezolanos a Chile, profesionales y con cierto poder adquisitivo. Siempre existe la esperanza de que la dictadura de Maduro termine, pero la certeza es lo que falta. Para mí no era viable quedarme en Venezuela. Hay un gran porcentaje de mi familia que está aquí en Chile, muy cerca de mí; pero hay un porcentaje también que está en Venezuela y en otros países. En Venezuela pasó mucho que la migración hizo que las familias se fragmentaran. Hoy mi familia está repartida por Estados Unidos, España, Chile, Venezuela y Ecuador. Mi mamá está aquí conmigo en en Chile y mi papá sigue en Venezuela.

Me vine con pareja a Chile, que esa es la compañía más inmediata que uno “necesita”, o sea, es mucho más cómodo emigrar en pareja y apoyarnos mutuamente. Hoy ella es la mamá de mi hijo, y todo bien con ella, somos súper amigos, pero hoy (no estamos juntos). Tengo (otra) pareja, estable, y todo bien. Mi hijo nació acá, es chileno.

Siempre me he sentido cómodo en Chile, desde que migré, nunca sentí que “no debí haberme venido”. Obviamente como migrante he pasado por momentos difíciles, de escasez de dinero, de trabajo y de todo lo que lo que pasa a un migrante; pero nunca eso me ha detenido ni desmotivado, porque en este país —y siempre lo he sentido así— si tú estás buscando la oportunidad, Chile te la da, de lo que quieras hacer... Bueno, y soy muestra hoy en día: pasé de ser contador a comediante, y ahora me va mucho mejor de comediante que lo que me iba de contador. Chile es un país que te permite cumplir tus sueños. Hay muchos venezolanos y migrantes que hoy en Chile tienen grandes negocios que nunca pensaron tenerlos estando en Venezuela; porque en Chile, si uno trabaja y es diligente, Chile te permite, te permite muchas cosas. Y siento que sigue siendo así.

Esteban Duch
"Chile te permite muchas cosas", destaca Duch. Foto: Andres Perez

Entre el 2015 y 2016 me concentré en sobrevivir. Siempre viviendo en Santiago, siempre en la comuna de Independencia. Llegué y el primer trabajo fue en un Pedro, Juan y Diego, dentro del personal de cocina. Después trabajé como copero en un restorán de sushi; de copero me llevaron a cocinero de “cuarto caliente”; y en ese mismo restorán, me pasaron a sushi. Después alguien que conocí en ese restorán me llevó a otro a encargarme de la barra del sushi. Luego, esa persona tenía otro restorán al que me llevó a ser administrador del local completo. Y luego hice delivery en moto un rato, a la vez que trabajaba en un sushi: salía del turno y me ponía a hacer delivery. Luego empecé a trabajar en cosas administrativas; pasé de ser encargado del restorán a administración de una agencia de marketing. Me compré un auto. Me pasé a una firma de contadores. De ahí a otra. Y luego a una empresa particular en la parte contable. Ese fue mi recorrido profesional, hasta mi último trabajo que era como analista contable dentro de una empresa.

Me marcó la rutina de Juan Pablo López en Viña 2017. En 2015 y 2016 para mí fueron sobrevivir; son esos años, en donde uno está: “Ok, llego, necesito establecerme y estabilizar mis ingresos”. Y en el 2017 ya empecé a mirar un poco el panorama hacia fuera, ya no solamente ver mis necesidades básicas del día a día, sino como: “Oye, ¿qué hay en Chile? ¿Qué onda Chile?”. Y creo que fue el primer año en que dije: “Me voy a sentar a ver el Festival de Viña, y la comedia”. Y vi la rutina de Juan Pablo López, y me gustó mucho, conecté mucho con la premisa de: “Dejé de ser ejecutivo bancario para ser comediante”. Eso me creó una chispa y dije: “Ah, ¿es posible cambiar tu vida cuadrada de oficina por una vida artística?“. Juan Pablo, de alguna manera, me demostró que sí, que era posible.

Esteban Duch
"Entre el 2015 y 2016 me concentré en sobrevivir", cuenta Duch. Foto: Andres Perez

A la vez que trabajaba como contador, me gustaba mucho aprender sobre redes sociales y a crear contenido. Intenté diversos formatos de contenido para hacer en redes, hasta que en el 2020 me volví viral en TikTok haciendo unas imitaciones: me metí 100.000 seguidores en esa época. Ese conocimiento me llevó a interesarme cada vez más en las redes. Cuando terminé mi último trabajo contable, dije: “Tengo un conocimiento de redes que estoy seguro que se lo puedo vender a pequeños negocios que no saben hacer contenido, videos ni nada, y no están en TikTok; puedo venderles eso”. Y efectivamente lo hice; busqué clientes de redes sociales y obtuve varios clientes; hice videos para sus negocios y aprendí a hacer páginas web. Empíricamente, en el 2020 y 2021, me auto-cambié de profesión, y me fui más hacia el lado del marketing y la publicidad... Ojo: todos los clientes con los que trabajé obtenían buenos resultados en sus redes; al final, hoy cualquiera puede hacer redes sociales o saber hacer un video viral.

No tenía el interés en ser comediante. Siempre me ha gustado la comedia, y la he consumido desde la adolescencia desde que descubrí Comedy Central (canal de cable). Pero el interés por hacer comedia nació en el 2021.

Estando como freelance, vi una publicación del Comedy Restobar: buscaban un asistente de redes sociales y página web. Había que subir los shows a la página, vender, publicar en las redes, tomar unas foticos durante el show y pistolearle las entradas a la gente en la puerta para que pase. Ese era el trabajo y me parecía súper divertido, porque yo ya conocía el Comedy como el lugar donde estaban los comediantes más importantes de Chile, y ya había ido antes a algún show como público. Pensé: “Yo quiero trabajar en este lugar, se ve súper entretenido, y la comedia es algo que me gusta demasiado”. Fui a la entrevista y quedé. Estuve como seis meses en ese trabajo, lo disfruté muchísimo y ahí ya hice el click completo de: “Me gusta la comedia, quiero hacer comedia”. Se unieron esos eslabones.

Ya cuando la chispa fue mucha, me atreví a hablar con el productor del Comedy y a decirle que quería hacer comedia, “que me encantaría, quisiera la oportunidad de telonear algún show”, porque entendí que existía la figura del “telonero”. Y el productor, en buena-mala onda, me dijo así como: “No se puede, porque este es el mejor local de comedia que hay en Chile, todos los comediantes que se presentan aquí son importantes, y esos comediantes ya tienen a sus teloneros; no le puedo decir al comediante ‘él te puede abrir un show’; y si se lo pudiera sugerir, no sería alguien que está empezando de cero”. Yo no tenía nada, una rutinita escrita de cinco minutos y que yo decía: “Está buena”. Pero nunca la había probado. Cuando me dieron esa negativa, de alguna manera, me desmotivó. Y a los meses me salí de trabajar en el Comedy, porque también era una época muy dura de pandemia, en que tenía muy poco aforo; ofrecían muy poco dinero por muchas tareas. Y yo tenía a mis clientes y decía: “No tengo la necesidad de vivir de este sueldo, tengo otros ingresos”. Pero la chispa de la comedia no se apagó.

Cuando me salí del Comedy, el Seguro de Cesantía me ayudó a dar el paso para buscar ser independiente en mis ingresos, porque mientras el Seguro de Cesantía iba corriendo —que en pandemia fue extendido, empezaba siendo el 80% de tu sueldo, el mes siguiente el 75%, y luego 70% y así hasta bajaba hasta el último escalón—, y eso me permitió que yo dijera: “Ok, tengo un ingresito que me va a llegar por el despido que tuve en pandemia… ¿Ahora cómo busco un segundo ingreso que apañe y haga un total para pagar mis gastos y llegar a mi punto de equilibrio?”. Mientras yo iba logrando cerrar negociaciones con clientes, el Seguro me ayudaba a tener un pisito financiero, muy sutil, nivel supervivencia; pero sirvió.

Esteban Duch
"El Seguro de Cesantía me ayudó a dar el paso para buscar ser independiente en mis ingresos", cuenta Duch sobre la pandemia. Foto: Andres Perez

Simplemente, de alguna manera, el destino y la energía me fueron llevando a que un día alguien me dijo: “Oye, tengo una terraza en un hostal, me están pidiendo que hagamos algunos eventos, ¿se te ocurre algo?”. Contesté: “Bueno, hagamos un stand-up comedy”. Y me consultó: “¿Tú lo has hecho stand-up comedy?”, a lo que respondí: “Nunca, pero sé cómo hacer un show porque trabajé en el Comedy y me enseñó lo mínimo para que un show sea un show; hagamos un open mic (micrófono abierto) acá”. Y eso hicimos, el primero de octubre de 2021: “El pana diablo”. Yo era el host (anfitrión), echaba unos chistes y animaba a alguien del público a que hiciera unos chistes. Salió bastante bien. Me empezaron a escribir comediantes chilenos y venezolanos que ya tenían cierto recorrido y me decían: “Oye, me gustaría presentarme en el open mic, y fui conociendo a comediantes de la movida under chilena”. Cuando esos open mic se acabaron, empecé a asistir a los que ellos tenían en bares de comedia como el Gran Refugio, donde inician la mayoría de los comediantes y tienen sus primeros minutos en tarima; un increíble semillero. Mi emoción, y lo que me gustaba hacer esto, me llevó a buscar cada vez más shows y oportunidades. Empecé y no paré más.

Mi primer show fue bueno y fueron a verme muchos amigos, y después vino una seguidilla de shows de mierda. Siempre el comediante, cuando estrena van a verlo todos los amigos, conocidos y algunos familiares , ¡y ya después ya no van! Porque ya te dicen: “¿Pero es el mismo show?”, contestas “sí” y responde: “Ah, ya no voy”. Ahí te encuentras con la realidad de público que, de repente, está ahí pero no te va a ver a ti, o gente que está como “a ver, dale”. Y ahí es un poco más duro, porque cuando el público va por ti, te hacen sentir el mejor comediante del mundo, te aplauden todo y todos se ríen porque conectan más profundamente contigo. Pero cuando te enfrentas a un público más frío, neutro y que no te conoce, es mucho más difícil. Ahí es donde mucha gente que intenta la comedia, se sale y la deja. ¡Nunca tuve ese cuestionamiento! Desde el primer show estoy enamorado de esto.

El “Negro” Piñera fue parte de una anécdota chistosa: en uno de los peores shows que tuve, estaba el “Negro” en el fondo y era el único que aplaudía el show. Claro que ubicaba al “Negro” Piñera es y será siempre parte de la cultura pop chilena.

Esteban Duch
"Desde el primer show estoy enamorado de esto", asegura Duch sobre la comedia. Foto: Andres Perez

Lo que me impulsaba en la comedia es que siempre, desde mi primera presentación, hubo señales; siempre había alguien que se acercaba, de la nada, a decirme: “Hueón, espectacular, muy wenos chistes, te felicito” (Pone acento chileno). Y era recurrente: siempre, después de la presentación, alguien me decía: “De los cuatro, fuiste el mejor de todos”. Se sentía bonito y era esa palmadita en la espalda de: “Dale, vas bien, dale”. Creo que si alguien no lo recibe, ahí es donde entra el cuestionamiento; si te va mal muy seguido, si no obtienes esa validación espontánea de alguien que te dice “con el chiste de la vieja del Uber me cagué la risa”. Sin eso, es imposible seguir.

La primera vez que recibí dinero por la comedia fue en el 2021: empecé en octubre y el mismo año recibí ingresos. ¿Pero cuáles eran los ingresos? Un shop, un tenedor para picar una chorrillana y, de repente, de la gorra (aporte del público para los comediantes) salían seis lucas para cada uno. Esos eran los primeros pagos de la comedia. Me llegaron a dar monedas: $700 a cada uno, cuando los shows eran a la gorra, o las entradas vendidas fueron cinco, a tres lucas. Al principio, yo invertía plata; y después, la comedia de a poquito era: “Ah, mira, acá hicimos cinco lucas”, y luego diez. Eso cada vez fue mayor. De a poquito, ya cuando vas obteniendo un reconocimiento, hay lugares en que te dicen: “Te pago $20 mil para que vengas a actuar”. Y uno dice: “Ah, buenísimo, 20 lucas, eso era (antes) mi sueldo diario”. Y después ya te van conociendo más: 50 lucas y $100.000... A medida que te vas haciendo más conocido dentro de los circuitos, vas obteniendo un poco más de ingresos.

Esteban Duch
"A medida que te vas haciendo más conocido dentro de los circuitos, vas obteniendo un poco más de ingresos", relata Duch sobre sus inicios. Foto: Andres Perez

Me autopercibo como comediante desde el día que dejé de crear cualquier tipo de contenido para nadie, y simplemente trabajo para mí y trabajo en mi marca personal: “Esteban Düch”. Desde allí me percibo completamente comediante, a partir de finales del 2023.

“A veces me pasa que no quiero ser venezolano porque siempre vienen las mismas preguntas”. Ese es un chiste que tengo, en que utilizo el acento chileno para pasar desapercibido y que no me hagan las preguntas típicas de los venezolanos: “Oye, ¿y el Tren de Aragua?” o “¿Cuándo se va maduro?”, y nadie sabe, jaja, entonces no hay respuesta para eso. No me molestan esas preguntas, para nada, simplemente las ocupo como situación humorística; pero sí hay ciertas preguntas frecuentes que todo chileno cuando conoce a un venezolano se las hace.

Se lo que implica en el contexto actual el ser venezolano, y la parte negativa de la migración ¿Cómo veo eso? Lo transformo en comedia, esa es mi catarsis. Obviamente, como venezolano, cuando tienes un cariño y años viviendo en este país, cualquier persona que comparta tu nacionalidad, que venga y haga algo malo, te molesta, te da dolor e impotencia; porque sabes que se está creando una una narrativa social en contra de nuestra nacionalidad, pese que eso nunca fue así.

Esteban Duch
"Me percibo completamente comediante", sincera Duch. Foto: Andres Perez

Cuando llegué en 2015, éramos una nacionalidad querida por los chilenos; teníamos un buen “puntaje” como migrantes, nos veían como migrantes que venían a aportar, profesionales y que traían capital, CASI el nivel de los alemanes, jaja, casi. Pero ahora es mucho más difícil, porque pequeños grupos que vienen a hacer lo malo han dañado la reputación de nuestra nacionalidad, y se está creando una narrativa social en Chile en contra del migrante venezolano. ¿De quién es esa responsabilidad? De todos, no creo en responsabilidades individuales. Creo que todo es consecuencia de una serie de caldos de cultivo, todo es un todo: la criminalidad, los medios de comunicación, George Harris..., jajaja. Siempre es una mezcla de todos los factores.

Durante el 2024 había unas personas a las que Bizarro (productora del Festival de Viña) les encargó hacer el scouting de comediantes, porque para elegir seis comediantes en Viña se ven treinta rutinas de diferentes comediantes, y yo estuve dentro de esos, que me solicitaron mi rutina, se las hice llegar a Bizarro y a Mega, y me imagino estuve dentro de las conversaciones; pero obviamente entiendo que a George Harris lo confirmaron desde que vino en a su Movistar Arena, antes de octubre pasado ya tenía la oferta.

Esteban Duch
"Es una mezcla de todos los factores", analiza Duch sobre la xenofobia. Foto: Andres Perez

El 23 de febrero del 2025, cuando le fue mal a George Harris en Viña, lo catalogo como una “situación inesperadamente favorable”. Cuando anunciaron a George Harris en Viña, para los comediantes venezolanos aquí en Chile —que hay una comunidad bastante importante— fue positivo para nosotros y decíamos: “Qué bueno, nunca ha venido un comediante venezolano y viene el más exitoso de Venezuela; a nivel de todo lo que ha construido, es el más masivo dentro del público venezolano; es una gran oportunidad”.

He visto la mayoría de los festivales icónicos de Viña en YouTube, desde Coco Legrand, Bombo Fica, Los atletas de la risa, Dinamita Show hasta Dino Gordillo. Confieso que desde el el momento uno, yo que conozco y he seguido la carrera de George Harris, dije: “Wow, esto es un humor que es difícil de integrar al público chileno; me imagino que están apostando a que vayan más venezolanos esa noche, porque el tipo de humor es distinto”. Conozco el código de humor chileno, por todos los años que llevo acá y toda mi investigación sobre la comedia chilena, entiendo cómo y de qué se ríen. Entonces cuando lo anunciaron, dije: “Es un gran reto para él, veamos qué va a pasar; pero todo el apoyo”. Y toda la comunidad de comediantes venezolanos aquí lo apoyábamos y esperábamos que sucediera lo mejor. Paradójicamente, era para que nos fuera bien a nosotros; si a él le iba bien en Viña, nos abría una puerta a los que estamos acá, para visibilizarnos. Y eso ocurrió pese a que incluso le fue mal.

Esteban Duch
Duch califica lo de George Harris como una “situación inesperadamente favorable”. Foto: Andres Perez

A George Harris le fue mal en Viña, por toda una consecuencia de factores. Su presentación salió mal desde se anunció —los medios de comunicación fueron muy enfáticos en buscar dónde se cayera y revisar en su historial algo que pudiera ser noticia—, hasta cómo se manejó todo y la rutina que él presentó. Y cuando eso pasó, los chilenos voltearon a ver: “Pero si nosotros tenemos comediantes venezolanos aquí en Chile, ¿por qué trajeron a uno de EE UU. si pudieron haber buscado a uno acá que conozca el tipo de humor en Chile? Empezaron a salir nombres y el mío salió de primero, porque yo he tenido un acercamiento muy especial con el público chileno desde siempre, porque siempre fui muy enfático en presentarme para público chileno, y decía: “Hay un lugar reservado para el comediante venezolano que los chilenos van a recordar”. Antes tu le preguntabas a un chileno por algún comediante venezolano... ¿”Luciano Bello" (personaje de Felipe Camiroaga)?

He trabajado con Luis Slimming, he salido en El sentido del humor muchísimas veces; trabajé en El antídoto (Mega) con Fabrizio Copano; fui telonero durante la mitad de la gira de Edo Caroe, de Peligrosamente bien; y he abierto shows para Felipe Avello y para muchos comediantes. Cada una de esas noches me traía público chileno a mis redes que me decían: “Hueón, espectacular el teloneo, me encantó”. Y esos mismos chilenos, cuando pasó lo de George Harris, dijeron: “Pero está este loco”, y empezaron a publicar mis videos en en su en sus Instagram y empezaron a salir notas de prensa como: “Este venezolano sí hace reír a los chilenos”, usándolo para limpiar lo que George Harris destacó como un “ataque xenofóbico”, así como: “No fue xenofobia, tuviste 35 minutos en la tarima y no conectaste con nada de lo que trajiste”. Pero para mí fue un caldo de cultivo de todo. Xenofobia, hubo, claro que sí; pero también hubo mala rutina, mala gestión de parte del Festival y de los medios.

ESTEBAN DÜCH
El nombre de Esteban Duch se viralizó tras la fallida rutina de George Harris. Foto Archivo

Subí muchos seguidores con lo de George Harris (Alrededor de 100 mil cuentas en Instagram). Fui viral. Pasé desde las redes de las personas a los medios de comunicación, que se hicieron eco, me pidieron muchas entrevistas y notas de prensa y pusieron mis videos en los matinales. Eso trajo mucho público a mis redes, dupliqué el número de seguidores; tenía una gira premeditada de verano y se vendió completa, primera función segunda y tercera función. Fue muy bonita la receptividad, y encontrarme después con todo ese público en todas. Empecé a trabajar con un productor con el que ya venía negociando hace tiempo para trabajar juntos, y ha producido la gira de mayo hacia adelante; y me planteó el reto del Teatro Nescafé de las Artes y dije que sí; me planteó hacer tres teatros fuera de Santiago, y lo estamos haciendo; ojalá podamos lograr llenarlos. También me hicieron parte del Gran Chiste, un festival de comedia chilena en agosto, y donde participan Luis Slimming, Fabrizio Copano, Paloma Salas, Pamela Leiva y yo, que soy la carta “revelación” de ese evento, porque todos estos son comediantes consagrados con carreras larguísimas en Chile. Yo soy la carta más nueva, el cupo “inclusión”, jaja, es la verdad: había cupo de inclusión y “tiene que ser extranjero o negro”, jaja.

¿Es posible el Festival de Viña 2026? Estamos trabajando para eso. Creo que lo podemos lograr; si no, podemos lograr Olmué; y si no, seguiremos trabajando para lograrlo en el futuro. Viña es un objetivo, pero no el final de una carrera ni nada. Si pasa, estaré listo y me encantaría la oportunidad; y si no, pues se seguirá trabajando. En Chile, Viña es como una especie de graduación, te da el título de “humorista”, esa es la licenciatura, tu titulación de humorista, que es algo que solamente pasa en Chile. En el resto del mundo los comediantes buscan sacar especiales de stand up y no hay esta cultura de los festivales.

Esteban Duch
"Estamos trabajando para eso", dice Duch sobre el Festival de Viña. Foto: Andres Perez

Al público chileno le encanta reírse de los demás, de sí mismos, la talla rápida, el doble sentido, el chiste el pico, la chuchada, la reflexión política y de actualidad. Esos son los códigos de humor de Chile, siento yo, que es lo que he experimentado hasta ahora, y lo que me ha funcionado en mis rutinas: reírme de mí mismo, de los demás, comentar sobre la actualidad y, además, dejar un mensaje que evidencia mi posición sobre los temas que me interesan. Ahora, en Turista Permanente, me interesa tratar la migración, los intercambios interculturales, la xenofobia y la adaptación. Hablo mucho sobre la adaptación, porque Turista Permanente es una sinopsis de cómo un venezolano que ha pasado una década de su vida en Chile cada vez se parece más a un chileno.

Siempre mi público es un 60% chileno y 40% venezolano; a veces es mayor el porcentaje venezolano; y a veces, menor. Pero me da mucha alegría poder llevar mitad y mitad de una sala de chilenos y venezolanos; me parece una bonita unión a nivel de la comedia. Nos reímos todos. Me da lo mismo la nacionalidad de mi público mientras se llene el show. Pero ya he hecho tantos shows que ya puedo decir que en todos los shows hay venezolanos y chilenos. En todos. Siempre me encuentro con esta mixtura.

Tuve varios trabajos que me hacen encajar con el estereotipo de migrante venezolano. Por supuesto que eso me da una autoridad para reírme de esos temas; los viví y fui parte. La comedia parte de tus vivencias personales; no puedo decir “fui Uber” si no lo fui. Estaría siendo incongruente con mi comedia, con mis relatos y mi historia. Yo hablo de los temas que me han pasado, que he vivido y que me formaron una opinión sobre esos temas.

ESTEBAN DÜCH
"Tuve varios trabajos que me hacen encajar con el estereotipo de migrante venezolano", ha comentado Duch.

Con tres años tengo la dicha de poder decir que vivo de la comedia. Ha sido bastante rápido. Se lo atribuyo a mi trabajo incansable. Soy demasiado trabajador desde que empecé a ver esto como una posibilidad. Cubro todas las áreas de mi negocio: soy el que diseña mis flyers, el que subía mis eventos a vender, el que alimentaba mis redes, creaba contenido y lo editaba. Me hice de un compendio de habilidades que las aplico todas a mi negocio, y hoy en día cubro todos los aspectos de él, además de saber buscar y aprovechar todas las oportunidades que Chile y los comediantes chilenos me han dado para crecer dentro del circuito chileno.

Hay algunas labores que he delegado (como comediante); ahora que trabajo con un productor, pero hay cosas que siguen siendo netamente de mi control, porque no las he podido soltar porque te acostumbras a que tú mismo haces tus cosas; de repente, no ves la mano de nadie como la tuya. O sea, según yo nadie diseña cómo yo diseño. Esas son cosas que las sigo manteniendo: el diseño y la edición.

Mi meta es ser como un “Jorge Alís venezolano”, que la gente piense en un comediante venezolano y que primero se les venga a la mente sea Esteban Düch.

Esteban Duch
"Se lo atribuyo a mi trabajo incansable", dice Duch sobre su rápido avance en la comedia. Foto: Andres Perez

¿Sigue siendo Chile un buen lugar para migrar? Creo que dentro de las expectativas venezolanas, ya no es un lugar idóneo, pero es un lugar al que se puede llegar. Ya no se ve como en el 2015, porque ahora todo el mundo entiende que hay temas de xenofobia, de documentos que no salen nunca, procesos muy lentos y rechazo hacia nuestra nacionalidad, entonces creo que ya no es un destino tan visionario como lo veíamos en 2014, 2013 y 2015; sino que ya la gente lo piensa dos veces antes de emigrar hacia acá, porque también saben, la situación es bien conocida en todos lados, a nivel latinoamericano.

No por tener diez años viviendo en Chile significa que estés más integrado a la cultura chilena. El tiempo que tú vivas en un país no te hace más integrado a ese país. Hay inmigrantes que tienen un bloqueo mental en que no permiten que nada de la cultura del país en el que viven los permeé, sino que simplemente: “Yo escucho la música que escucho antes de venir” y “yo conozco los influencers y la comedia de mi país”. Hay gente que es muy cerrada, que nunca va a probar un “completo” y prefiere siempre un “perro caliente”. Pero normalmente esas son personas de un poco más atrás; creo que en los millennials y generación Z la neuroplasticidad todavía está muy fresca y tienes la capacidad de integrar en tu vida algo nuevo que te permite tu entorno. Pero siempre hay personas que son mucho más cerradas. Yo siempre fui bien abierto. Me interesaba y, además, me gustaba la cultura chilena: el arte y la música. Habían cosas de Chile que ya consumía estando en Venezuela; veía a mucho youtuber del 2013 al 2015, y consumía cosas como 31 Minutos, que yo era fan; me sigue encantando. Esas cosas ya, de alguna manera, me conectaban con Chile y, cuando llegué aquí, simplemente fui muy abierto en investigar todo; en escuchar la música, en investigar la cultura pop y la historia. Me conectó más con Chile.

Esteban Duch
"Habían cosas de Chile que ya consumía estando en Venezuela", recuerda Duch pre migración. Foto: Andres Perez

Siempre hay personas que se ofenden por todo, sobre cuando haces comedia, que yo creo que es el arte más subjetivo de todos, en que para alguien puedo ser tremendo comediante y a otro no lo hago reír con nada. Y hay personas, mucho más sensibles con el tema de la xenofobia —sobre todo en grupos venezolanos— los tiene muy sensibles. Por ejemplo, con que yo haga un chiste de que fui rappi o uber, mucha gente dice: “¡Te estás burlando de los estereotipos de Venezuela”. Y pienso: “No, estoy haciendo comedia con ellos, con algo que yo mismo hice y de lo que fui parte”. Hay muchas personas que son nacionalistas radicales —que existen en Chile, Venezuela y cualquier país— y que migraron de Venezuela, que son esos que jamás cambian su manera de hablar, sus gustos musicales ni de comida; siempre son iguales porque tienen esa barrera. Como yo soy tan abierto con Chile, y con lo que me gusta estar en este país y me he integrado a la sociedad, ese tipo de nacionalistas se ofende. Igual que los chilenos que escuchan hablando puertorriqueño a FloyyMenor y se ofenden: “¡¿Cómo?! ¡Pero por qué hablai así, hueón si vo soi chileno?!” (Pone acento chileno). Esas personas siempre existen, y se hacen notar de vez en cuando por ahí en redes sociales.

Nunca encajé en el estereotipo del venezolano promedio de mi ciudad. En Chile puedes ir a la ciudad del sur más lejana, y siempre te vas a encontrar a un loco que es muy huaso y, de repente, a uno que es más alternativo. Y yo (en Venezuela) siempre fui más del rock, de la vestimenta deportiva y de tener otros intereses musicales. Nunca encajé dentro del estereotipo promedio del venezolano que le gusta usar el pantalón apitillado, escuchar música fuerte y tomar cerveza en un río. Siempre fui otro tipo de venezolano. Y siempre a mi familia le gustó mucho el orden y la tranquilidad. Nunca encajé en el estereotipo del venezolano.

Esteban Duch
"Nunca encajé en el estereotipo del venezolano", asegura Duch. Foto: Andres Perez

Los estereotipos todos se basan en la observación general de las personas, y la observación general de las personas dice que los estereotipos son comunes. Los grupos humanos lo que sabemos es agruparnos por cualidades que nosotros mismos definimos. Entonces, “aquellos son los chilenos”, “nosotros somos los venezolanos”, “aquellos son los del Colo”, “nosotros los de la U”, “aquellos son feministas”, “nosotros machistas” y así sucesivamente. Los grupos humanos nos abarcamos en estereotipos que son muy generales, pero jamás van a aplicar a todo el mundo.

Me siento 60% venezolano y un 40% chileno, que me encanta, amo mi 40% chileno, porque me ha gustado mucho todo lo que he podido integrar en mi ser de este país. Me siento el venezolano más querido de Chile, porque el chileno es un público al que si le llegas desde el respeto, el valor y lo que tú eres (“yo soy distinto, pero valoro tanto lo que tú eres que ahora en algunas cosas me parezco a ti”), lo valora mucho. Y les gusta mucho ver cómo un extranjero adopta la cultura chilena.

¿Qué he adoptado de Chile?... Ahora estoy en Dicom, jaja, entonces eso me tiene muy conectado con Chile... Me gusta mucho la cultura: en mi playlist siempre están Los Bunkers, Los Prisioneros, Los Tetas y hay muchas bandas de Chile que me encantan. Con la comedia chilena estoy conectado a un nivel molecular. La comida me encanta y me fascina; el fin de semana probé mi primer cordero al palo, ¡y quedé pa’ dentro!, estaba muy weno, espectacular. Y siempre me ha gustado mucho vivir en este país. Ahora que lo conozco de norte a sur, desde Calama hasta Punta Arenas, tiene una geografía espectacular. Nunca deja de sorprenderme este país.

Esteban Duch
"Nunca deja de sorprenderme este país", asegura Duch. Foto: Andres Perez

Mi hijo tiene ocho años y es completamente chileno y él dice que es chileno. Eligió ser de la U. de Chile, le encanta Chile y 31 Minutos. Es chileno de tomo y lomo. Mi nacionalidad todavía está en trámite, la nacionalización.

¿Hay un trauma entre los venezolanos con la palabra “izquierda”? Las dictaduras son dictaduras: la dictadura de Augusto Pinochet se parece mucho a la de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Está la teoría de la herradura: cuando los extremos son tan extremos, llegan a parecerse. Hoy lo que hay en Venezuela es una dictadura, pero como empezó siendo un gobierno con tendencias de izquierda, la gente lo asoció con eso. Y hoy en día cualquier venezolano que está fuera de Venezuela, la mayoría, está traumado con el lado izquierdo de la política.

Esteban Duch
"Hoy cualquier venezolano que está fuera de Venezuela, la mayoría, está traumado con el lado izquierdo de la política", dice Duch Foto: Andres Perez

Soy de esos venezolanos que decidí quedarme en Chile el resto de mi vida, por decisión propia, aunque cambiara la situación allá. No volvería a vivir en Venezuela nunca. Volvería a visitar; Venezuela es un gran país, muy hermoso, con muchas cosas turísticas increíbles. Volvería a vacacionar, sin duda.

En este momento no puedo entrar a Venezuela, no porque no pueda, sino porque no me quiero arriesgar a ser detenido por el gobierno venezolano, que cualquiera que hable en contra — y yo abiertamente hablo en contra del régimen venezolano en mis rutinas—, cualquiera que haga eso, tiene la posibilidad de ser detenido y ser un preso político.

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido contador auditor o comediante, me habría encantado ser músico... Ahora espero que la comedia me ayude a drenar esa ala musical, porque en mi nueva rutina estoy combinando mucho la música con comedia.

En mi época universitaria era mitad carretero y mitad estudioso: estudiaba, pero también me gustaba mucho salir con amigos y el carrete, el vacile.

¿Un apodo? Me decían “Teban”... ¡Aah! En el colegio me decían “Majin Buu” (personaje de Dragon Ball), cuando era niño, porque jugaba tenis, y tenía una derecha muy fuerte; y como era poderoso y guatoncito, me decían así.

Un sueño pendiente es montarme en un escenario enorme, lleno de gente, a tocar música.

Una cábala es anotar mis rutinas, ¡siempre!

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"En mi nueva rutina estoy combinando mucho la música con comedia", comenta Duch. Foto: Andres Perez

Una frase favorita es “adáptate el cambio”.

Mi primer sueldo lo gasté en arriendo.

Un comediante chileno que admiro es Edo Caroe.

Un comediante chileno amigo es Luis Slimming.

Algo de lo que me arrepiento es no haber gestionado bien esa primera tarjeta Hites, jaja, que me tiene con Dicom.

Un talento oculto es cocinar comida al wok.

Un lugar favorito de Chile es Valparaíso, Cerro Alegre y Plaza Aníbal Pinto.

Esteban Duch
El lugar favorito de Duch en Chile es Valparaíso. Foto: Andres Perez

Una película que me hace llorar es Green Mile.

Un miedo es a la bancarrota... No estoy tan lejos de la bancarrota, jajaja.

Creo en el horóscopo. Soy Libra. No lo reviso mucho.

Si pudiera tener un superpoder me gustaría teletransportarme.

Un placer culpable es fumar. No fumo mucho, promedio, uno o dos al día.

Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia un asado, serían Hugo Chávez, Augusto Pinochet y Gandhi, porque quiero ver que hablarían los tres.

Esteban Düch es un joven comediante venezolano que vino a Chile y buscando el sueño de la comedia en este país.

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