Envidia, acoso laboral, sospechas de sicariato y un “palito” vía Shakira: la trama detrás del intento de asesinato a Pola Álvarez

Pola Álvarez y Patricia Henríquez.
Pola Álvarez y Patricia Henríquez.

Hubo una serie de acusaciones cruzadas. Desde maltrato laboral e injurias, hasta amenazas muchísimo más graves. Lo cierto es que, aparentemente, Patricia Henríquez veía en la figura de Pola Álvarez a una enemiga, y como tal, no pudo soportar que asumiera la jefatura de un turno de urgencias mientras ella, poco después, era desvinculada de la Clínica Cordillera. Convencida de que era su culpa, secundado por su pareja, decidió darle muerte. Aquí, todo lo que se sabe del crimen frustrado que remeció el mundo de la salud.

Cuando Pola Álvarez lo tuvo encima a él, Enrique Hanson, apenas atinó a lanzarle su bolso y gritarle que podía llevárselo. De seguro nunca se le pasó por la cabeza que la intención de ese hombre escondido detrás de un casco blanco no era robarle, sino acabar con su vida.

Lo asimiló recién cuando vio que el tipo ignoró el bolso en el suelo, se incorporó y huyó al trote por calle Cañumanqui, como si la tarea ya estuviera hecha. Pero no había mucho tiempo para darle vueltas: a esas alturas, ella tenía al menos tres heridas en el tórax por el ataque perpetrado con un arma blanca.

Se dice, de hecho, que en total fueron once las puñaladas que aguantó.

El ataque

Esa mañana, la del domingo 26 de junio, Pola Andrea Álvarez Cortés —32 años, enfermera, madre de dos niños— acababa de culminar su turno en la Clínica Cordillera de la comuna de Las Condes y se dirigía a descansar a su casa, ubicada a unas pocas cuadras del recinto médico. Eran cerca de las 09.32 a eme.

A esa misma hora Enrique Alejandro Hanson González —40 años, enfermero del Hospital San José de Maipo, motoquero y fanático religioso— esperaba su aparición en calle Cañumanqui. Llevaba allí, en standby, cerca de treinta minutos: a las 09.02, se detuvo en la esquina de Alejandro Fleming con Florencio Barrios, sitio donde estacionó su motocicleta.

Desde entonces, celular en mano, se dedicó a mirar a todas las mujeres que pasaban por el sector. Tenía cierta noción: su objetivo era “una rucia” de ojos claros, que probablemente vestiría el uniforme de enfermera del hospital. Pero de igual forma, para cerciorarse de no cometer algún fallo, en su teléfono guardaba una fotografía que le permitiera contrastar.

Cuando vio el peligro alejarse de la escena, Pola se levantó como pudo y logró caminar hasta su casa, que estaba a unos pasos. Su marido, aterrado, la socorrió y la llevó de inmediato al recinto asistencial donde se desempeña como jefa de un turno de urgencias. Para su suerte, las distancias eran cortas. En ese lugar le aplicaron los primeros auxilios y evitaron su muerte.

Primeras teorías

Su padre, Patricio Álvarez, entregó las primeras pistas unas horas más tarde: “Nosotros tenemos antecedentes de que había recibido amenazas de personal de la misma clínica, porque a ella la ascendieron, lleva varios años en la clínica”. Y apostó por una funcionaria: “Al despedir a la persona que estaba en el cargo, la empezó a amenazar”.

Álvarez padre, detalló más tarde que su hija también sufría de bullying y maltrato laboral: las amenazas por WhatsApp devinieron pronto en llamadas, mensajes por redes sociales, empujones, escenas en el casino de la clínica.

Una vez, por ejemplo, le dieron vuelta la comida. Incluso, mencionó que durante una operación de urgencias, le retiraron la mascarilla de un tirón. Pola llevaba hablándole de eso unas cuantas semanas. Los episodios no sólo se repetían sino que aumentaban. Por eso, tomó cartas en el asunto y le imploró a la jefa de ella que, por favor, hiciera una denuncia. Le avisó que podía ocurrir algo peor.

Pero no le prestaron atención.

María Marcela Cortés, prima de la víctima, advirtió en la misma línea que “hay antecedentes de acoso laboral, de hostigamiento entre pares. A mi prima la habían ascendido, y la persona que antes tenía ese rol hostigó mucho a Pola en el espacio de trabajo, por lo que es sumamente necesario que se hable seriamente de las implicancias de estas situaciones (...); no podemos dejar de mirar cuán importante es prevenir este tipo de situaciones de hostigamiento y no hacer la vista gorda como hacen la mayoría de las instituciones”.

Descartada una primera hipótesis, la del robo, entonces todos los caminos apuntaron a la funcionaria de la que hablaba la familia de Pola Álvarez: Patricia Isabel Henríquez Cortez, una enfermera de 36 años que fue desvinculada de la Clínica Cordillera dos semanas antes del violento ataque. De hecho, Patricio Álvarez notificó que luego del ataque, la mujer presentó una licencia médica y desapareció.

La sospechosa

Al escarbar un poco en la historia, de un detalle se puede estar seguro: la relación entre Pola y Patricia era pésima. Basta con detenerse en la misiva que Patricia Henríquez le hizo llegar al gerente general de la Clínica Cordillera el pasado jueves 23 de junio, apenas tres días antes del intento de homicidio:

“El día 17 de junio de 2022, la enfermera Pola Álvarez le pasa las llaves de controlados a la enfermera XX, tercera enfermera recién egresada, para sacar una morfina. A mí nunca me llegaron esas llaves a mis manos, pero se me culpó diciendo que yo las tenía, confabuladas, las enfermeras Pola Álvarez y XX sin pruebas, se revisaron cámaras, yo dejé que me revisaran (...); la versión de ellas es que me pasaron las llaves, cosa que no es así”.

“Hubo un cambio drástico desde que asumió la enfermera Pola Álvarez en la jefatura de mi turno, porque hizo correr un rumor de mí”.

“Esta enfermera, el día 18 de junio, en turno noche, le dijo al médico jefe de turno de esta noche que yo di de alta a una paciente, cosa que es mentira. Mostré el computador que estaba utilizando, en donde estaba solamente abierta mi sesión, y junto a mí estaba mi interna de enfermería realizando una planificación para los pacientes de esa noche”.

“Como yo no permití esa clase de injuria y/o calumnia, y que más encima el día anterior me habían hecho sentir pésimo por la pérdida de las llaves, quise solucionar este conflicto de la manera inmediata, pero el doctor XX me saca de mis funciones dentro de la Urgencia, junto con mi interna, y nos deja encerradas y me prohibió salir de la Urgencia”.

“En la mañana, me pidió el doctor que me fuera antes de la entrega de turno para no conversar de esto con el resto de mis colegas. El doctor mantiene una relación bastante especial con la enfermera Pola Álvarez, ya que esta vive cerca de la clínica y va a almorzar con ella a su domicilio. Todos saben esa verdad y obviamente la imparcialidad en su juicio”.

Es más, en otro párrafo menciona que “la enfermera Pola Álvarez comenzó a tratarme despectivamente cuando asumió la jefatura, dejándome con técnicos que no realizaban su trabajo, siempre en el área respiratoria, exponiéndome a mí, más que a nadie, al contagio y a la mayor demanda de pacientes, sabiendo que yo estaba saliendo de la convalecencia de Covid-19″.

Una hipótesis

La hipótesis que propuso de inmediato la familia de Álvarez es que Henríquez le habría pagado a un sicario para perpetrar el crimen como consecuencia de la rivalidad laboral que la enfrentaba a su hija.

Al cabo de unas horas, sin embargo, luego de que la víctima aportara las características del tipo que la había apuñalado —casco blanco con franjas naranjas, ropa y calzado negro—, las grabaciones de las cámaras de seguridad de la comuna permitieron establecer el recorrido del agresor.

Los persecutores a cargo de la investigación también lograron levantar el registro de cámaras del trayecto que realizó antes y después del crimen. Notaron, entonces, que la moto, que en las imágenes se puede observar de color blanco, era originalmente negra y había sido modificada con papeles autoadhesivos para ocultar su real apariencia.

La marca del vehículo y la investigación policial permitieron, luego, dar con dos nombres.

El cómplice

Enrique Alejandro Hanson González fue el primero. Así se llama el hombre que estaba detrás del casco blanco y que ese domingo por la mañana atacó, sin medir consecuencias, a Pola Álvarez.

“Enfermero de profesión y corazón. Motoquero de corazón y valor. Sencillo y amante del rock”, se definió en su perfil de Facebook. En su cuenta de Instagram, en tanto, optó por un mensaje de corte religioso: “Disciplina... Es mi camino. Lealtad... A quien me es leal. Felices los de corazón puro, pues serán llamados hijos de Dios. Profesión Enfermero”.

El otro, su pareja —y principal sospechosa desde un inicio—: Patricia Isabel Henríquez Cortez. Por cierto, dueña de la motocicleta que Hanson pretendió esconder en su hogar, ubicado en Puente Alto.

El miércoles, a eso de la 1 de la madrugada, la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones (PDI) irrumpió en la casa del agresor. Al mismo tiempo, en Ñuñoa, otra unidad hizo lo propio en el domicilio de Henríquez.

A esas alturas, el Ministerio Público y las policías ya contaban con las pruebas suficientes para determinar que la pareja había sido responsable del homicidio frustrado. De hecho, ambos fueron formalizados por este delito.

Las pruebas

Una de las pruebas que presentó el Ministerio Público resultó llamativa: una storie de Instagram en la que Pola Álvarez y una amiga bailaban “Te felicito”, acaso el hit del momento, protagonizado por Shakira. Ese video, Patricia Henríquez se lo envió a su pareja, Enrique Hanson, convencida de que se trataba de una burla:

Henríquez: Me dedicaron la canción de ‘te felicito qué bien actúas’. Y se le ven todas las tetas.

Hanson: La weona de la Pola es esa. La rucia. Qué lástima.

Henríquez: Sí.

Hanson: Ya, crea en Dios.

Sobre Patricia Henríquez, la mente detrás del ataque, algunas excompañeras se atrevieron a perfilarla en los últimos días. Esto dijeron:

“Yo trabajé con ella en el Hospital de La Florida en 2016″, explicó Carla en conversación con Contigo en la mañana. “Era mi compañera y tuvo hartos conflictos con nosotros. Finalmente fue desvinculada (...); en esta seguidilla de conflictos, ella inventó que tenía un tumor cerebral, que le quedaban tres meses de vida. Nos contó esa historia y le creímos todo. Luego de esto, tuvo otras invenciones, como que le habían pegado en la calle y que había sido abusada. Denunció a un sujeto, hizo un Facebook de este sujeto. Este sujeto que estaba denunciando vivía en otro país, no estaba aquí ni siquiera. Tuvo que borrar las publicaciones que hizo y, luego, mágicamente su tumor desapareció”.

Katherine, en tanto, mencionó que “a ella le gustaba mucho humillar a las alumnas. No solamente a mí, sino que a todas las alumnas que tenía a cargo. Ella era muy denigrante con nosotros siendo alumnos. No era como que yo me sintiera en confianza (...); cuando yo era interna, fue agresiva conmigo. Y perdón que lo normalice, pero en el área de la salud el ambiente es malo”.

Patricia Henríquez y Enrique Hanson permanecerán en prisión preventiva los 90 días que durará la investigación.

“Si es que en definitiva se intentó una agresión que se frustró, nada obsta a que se intente nuevamente esa agresión”, resolvió la jueza Ximena Rivera Salinas la tarde de este miércoles.

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