Con un potente set que recorrió sus dos décadas de música, el show de la cantante hizo intransitable cada sector del histórico recinto de San Diego. Lleno total.
La noche del pasado sábado 31 de mayo Javiera Mena entregó un show de esos que se guardan en el lugar de los “memorables” para la construcción de una carrera. Con Inmersión (2025) como excusa para un concierto en grande –es su último disco, lanzado a fines de abril–, la cantante chilena radicada en Madrid sintió el calor y la efervescencia de un plató repleto.
Parada ante la multitud con su guitarra, acaso una suerte de declaración de principios ante las nuevas canciones que se suman a su catálogo, las casi dos horas de espectáculo partieron con las recientes “Na na na” y “Palacio de hielo”.
Aunque más que ser un lanzamiento para el nuevo álbum, de esos que los artistas centran en que el público conozca principalmente lo último, ella y su equipo decidieron transformar el lanzamiento en una “celebración” de todo su camino. “Mostrar quién soy yo, mi legado, todos mis discos desde esta nueva sonoridad”, adelantaba a este diario días antes. Lo ha conseguido.

25 canciones
Con una carrera que el otro año celebra sus primeros veinte años en el vortex de la música pop, Javiera se muestra más consciente que nunca de aquel camino recorrido y lo abraza de una gran manera. En el set de 25 canciones que mostró en el Caupolicán hubo espacio para cada una de esas etapas, acompañadas con un nuevo trabajo visual construido en conjunto con Abril Sepúlveda (Akriila, Cancamusa). “Siento orgullo de mantenerme siempre fiel a la música que quería hacer” decía también acá, en esa misma entrevista.
La aparición estelar de figuras como Princesa Alba en “La joya” y Francisca Valenzuela en “Yo no te pido la luna”, le pusieron un toque especial a una jornada en que las canciones siempre estuvieron al frente. Tantas canciones buenas, como dice uno de los sus primeros hits.

La presencia de Santiago Motorizado, el carismático vocalista de Él mató a un policía motorizado, coronó la triada de invitados. El argentino, fanático desde siempre de los discos de Mena, es el único artista invitado en el último álbum con la coreada “Mar de coral”. Viajó especialmente para la ocasión y timbró uno de los mejores momentos de la noche.
Su banda, conformada por la baterista Taffy Donicke, la guitarrista Catalina Rojas y Paulo Carrera en el saxofón, se acopla perfectamente a cada circunstancia. Coros, bailes, la ejecución de otros instrumentos. Todo es posible con aquel trío que la ha acompañado durante sus últimos proyectos en Chile y que esta vez se vio potenciado con la presencia de la violinista eléctrica Josefina Varela (ÆYLA).

20 años de carrera
Aunque el repertorio no se centró en los singles, los coros colectivos no tardaron en aparecer. En el top de la noche aparecen éxitos como “Espada”, de enérgica entrega por parte de Javiera y que no tiene nada que envidiarle a otras estrellas globales del pop, el doblete fundacional de “Cámara Lenta” y “Esquemas juveniles” y una infaltable: “Luz de piedra de luna” cuando el show ya casi llegaba a su final.
El concierto, de una hora y cuarenta y cinco minutos de duración, es la despedida de la cantante antes de retornar a su casa en la capital española.
La idea ahora es aprovechar el verano europeo para seguir presentando sus nuevas canciones pero con una promesa que de seguro hará regresar a estas cuatro mil personas: conmemorar los 20 años de su primer disco. Cuando ya no hay nada que demostrar queda celebrar. Como dicen allá: Enhorabuena.
