La Firme con Claudia Conserva: “Estuve mucho tiempo como una guerrera viviente”

21 Abril 2025
Entrevista a Claudia Conserva, Presentadora de television y actriz

Foto: Andres Perez
21 Abril 2025 Entrevista a Claudia Conserva, Presentadora de television y actriz Foto: Andres Perez

Con su regreso a la radio y el retorno de MILF, siente que hoy maneja mucho mejor el estrés tras el cáncer: “Ahora veo la vida de otra manera”, asegura la comunicadora a 2 años de superada la brutal enfermedad. Repasa su vida y obra, altos y bajos: “Me hice tan impermeable a la mala vibra o a la agresión de la gente”, declara.

—Ahora ya ultra confirmo que quiero disfrutar de mi trabajo, pasarla bien —declara Claudia Conserva Pérez (51), sentada en un sillón del estudio de MILF, en la productora GOA Films, en el mismo terreno donde vive con su familia en Chicureo, comuna de Colina.

Mientras afuera anochese, la conductora cuenta a La Cuarta que ha sido una jornada “llena de actividades”. Partió desde “muy temprano” grabando en Claudia Conversa en TV+, Vitacura, donde estuvo hasta las 3 PM; luego partió para su hogar e hizo en vivo de 17:00 a 18:00 el Casi Jóvenes (Radio Pauta) junto a su marido, Juan Carlos “Pollo” Valdivia, con quien al aire analizó un estudio sobre los besos, y ella aseguró que durante su más tierna juventud era “perna” y muchas veces se quedó con las ganas de dar el primer paso con alguno que otro anónimo galán.

Un rato antes, mientras Conserva iba en el auto, con una leve “sensación” de estrés, pensaba que hoy lo maneja “mucho mejor” y que tiene “una buena capacidad de trabajo y de armar proyectos”. A su juicio, el cáncer le marcó un antes y después en eso: de alguna manera, ya nada le parece tan terrible.

Ahora, a la espera de las panelistas de MILF —la periodista Claudia Salas, la actriz Elvira Cristi y su hermana Francesca— y al resto del equipo para grabar dos capítulos de corrido hasta cerca de la medianoche y emitirlos en YouTube. Conserva sonríe con facilidad, dice que tiene calor, pone el aire acondicionado, después le da frío y se lo atribuye a la menopausia y a la enfermedad que dejó atrás. También, cuando uno de sus gatos entra al estudio, maullando, como pidiendo atención, ella le habla amablemente para que se retire, o al menos guarde silencio.

El minino pareciera hacerle caso.

En entrevista con La Firme, la comunicadora repasa sus primeros pasos en TV y su triunfo en el concurso Miss 17, cumpliendo de cierta manera el sueño frustrado de su madre; su historia de amor con “Pollo” Valdivia, marcada por una temporal separación, y con él hoy apuntando a ser diputado por el distrito 8; su etapa con el Pollo en Conserva (La Red), terminada traumáticamente tras la muerte de Felipe Camiroaga; su faceta emprendedora; el drama e hito de sobrevivir al cáncer y un cambio tan vital como radical; el debate y coletazos que desató su documental Brava; presente en TV, radio y otras plataformas, y un tanto más…

LA FIRME CON CLAUDIA CONSERVA

Se me vienen mil imágenes de niña a la cabeza... Estábamos veraneando en Costa Azul, en Cartagena —que debo haber tenido como siete u ocho años—, y había una plaza y fui a ver qué onda pasaba. Había un evento ese día. Alguien me vio y me preguntó si quería ser la modelo del evento. Dije que sí. Fui a mi casa y mi mamá me arregló, me hizo una cola como con un rulo, me pinté los labios, me puse un vestido bonito, con un abrigo, y fui la modelo oficial de ese evento de Costa Azul... Estaba súper nerviosa, pero yo no hablaba, era modelo nomás; había un animador, el típico de playas… Nunca me había acordado de esa imagen.

Cuando chica era “perna” en el sentido de que era súper formal, en general tímida, súper respetuosa, muy estudiosa y extremadamente responsable. Y en mi época tú no podías darle un beso a un gallo si no estabas pololeando, jajaja; me perdí muchas oportunidades donde sí tenía ganas de darle el beso al gallo, pero no lo hacía porque no se podía: era súper feo socialmente, mal visto, y sobre todo en las fiestas del colegio, donde todos te pelaban al día siguiente.

A los ocho años mi mamá primero me llevó a una clase de baile de Karen Connolly. Yo no quería ir, y me llevó a la fuerza, obligada. Me dijo: “Irás sólo a mirar, y ahí vamos a ver”, y entré a esa sala... Salí, abracé a mi mamá y le dije: “¡Oh, es lo mejor del mundo, quiero ser bailarina”. Y empecé: mi mamá me matriculó en agencias de publicidad para comerciales y la Karen Connolly, la maestra, tenía un segmento en Martes 13 (Canal 13) donde se mostraba un show en que participaba gente, y en ese show había un cuento con bailarinas y yo era de las elegidas siempre para bailar. Aparecía en la tele, veía los ensayos y a César Antonio Santis. Era súper chica. Creo que las mamás ven si el hijo tiene pasta o no para algo (creo que mi mamá vio algo en mí); pero hasta hoy le digo que, en el fondo, era ella la que le hubiese gustado haber hecho todas esas cosas, y no tuvo las oportunidades, y se casó súper joven —bueno, yo también, jaja— y estudió otra cosa. El lado artístico es súper de mi mamá. Le encanta. Y a mí me gustaba, de chiquita.

Vivía en un edificio en el centro de Santiago y me conseguía la llave del entretecho, y hacía clases de ballet; cuando estudiaba donde la Karen (Connolly) —durante nueve años—, todo lo que aprendía, después había fines de semana donde yo enseñaba. Me gustaba la danza. Ahí mismo organizábamos un “Miss Edificio”, y yo ponía el animador y era la “productora” de los eventos del edificio. En el colegio, desde muy chica siempre fui la encargada de organizar los actos para el Día de la Madre, el Día del Padre y todas esas cosas; inventaba o copiaba del Jappening con Ja (TVN), musicales y cosas así. Me gustaba, pero lo vivía a un nivel súper de colegio y de barrio. Mi mamá me ayudó a que fuera más público y creciera.

Claudia Conserva
" Me gustaba la danza", recuerda Conserva sobre su niñez y adolescencia. Foto: Andres Perez

Cuando salí Miss 17 me lo tomé súper engrupida: sentía que era la reina de la juventud —¡y lo “era”!, porque obviamente uno nunca representa a todos—; otros deben haberme encontrado súper ñoña. Pero fue sorpresivo. Siempre se habla que los concursos están arreglados y, la verdad, mi papá era artesano en piedra y mi mamá profesora de Chiloé que nunca ejerció; o sea, cero pituto, por ningún lado. “¿Será derecho el concurso o no?“, me preguntaba. Y cuando gané, ¡no lo podía creer! Era una de las favoritas, pero me sorprendió porque había ganado sin pituto ni nada, ¡era verdad el concurso! Y tengo grabada la imagen de que mi papá se subió al escenario y me abrazó, muy emocionado; y mi mamá, codeándose con Antonio Vodanovic y otros famosos en el cóctel después de la Miss 17. Estaban felices. Fue súper bonito, no solo por mí, sino por lo que irradió a la familia. Me dijeron que tenía que buscar un “motivo”, darle un sentido a mi reinado, entonces decidí ser ecológica: organizaba cicletadas, plantaba árboles y visitaba los diarios. Hacía un montón de actividades. Era un concurso más bien de “belleza de alma”, y ser ordenadita de cara.

“A veces pienso que si no me pidieran autógrafos, incluso comiendo, me moriría”, dije en una entrevista en 1993, en Noche de ronda... Ay, qué graciosa, me da mucha risa y ternura escuchar declaraciones de cuando era más chica... Creo que uno pasa por varias etapas: al principio, cuando recién me hice un poco conocida, me fascinaba que me pidieran autógrafos, ¡era lo máximo que alguien te reconociera! Y me pasó, lo viví. Después pasé a una etapa en que ya no quería tanto dar autógrafos ni que me reconocieran. Y después convives ya con ser conocida, por lo tanto, hay una forma súper natural de relacionarse. Ahora ya no te piden autógrafos, sino la foto selfie y el saludo al pariente, y yo soy muy generosa y amable, porque siempre pienso: “No me cuesta nada y para otra persona puede ser súper importante recibirlo”. Hago charlas de prevención de salud, y ahí me piden un montón de mensajes grabados, y encuentro que hay que hacerlo.

Claudia Conserva
"Era un concurso más bien de “belleza de alma”, y ser ordenadita de cara", recuerda Conserva sobre el Miss 17. Foto: Andres Perez

“No tengo la ambición de ser ni la mejor animadora, ni la más importante”, dije en una entrevista el 2018 (La Tercera). Nunca la tuve. Me gusta disfrutar lo que hago y he tenido la suerte de que la vida me ha dado oportunidades que coinciden con la etapa que estoy viviendo. Hice Extra jóvenes cuando era joven junto a Felipe (Camiroaga) y después con Marcelo Comparini. Después me fui a Canal 13 e hice teleseries y programas de entretenimiento familiares, como Maravillozoo y Video loco; y tenía que ver con una etapa súper linda que estaba viviendo. Después hice Pollo en Conserva, un matinal, casada con el Pollo (Valdivia). Después, cuando estaba embarazada, hice Verte crecer, un programa médico, y luego MILF. En general, he acomodado los escenarios para hacer cosas que tienen que ver con mis intereses reales, no hacer programas que no me interesan. Ese ha sido mi patrón.

Cuando trabajamos juntos con Felipe Camiroaga en Extra jóvenes (CHV), tuvimos una relación súper cercana y cómplice. Y después quedamos amigos; no como “ay, ven a tomar té a mi casa y te voy a contar mis problemas”. Pero teníamos una relación súper bonita, de buena onda y nos encontrábamos. Yo era de las que le celebraba todos los chistes a Felipe. Me acuerdo de que estar con él era pasarlo bien. De repente había Teletón y cosas donde se juntaban los animadores, y yo lo único que quería era sentarme al lado Felipe, y él, como sabía también que tenía público, se sentaba al lado mío y empezaba a huevear a Don Francisco y a todos. Me reía a gritos. En algún minuto vimos también la posibilidad de volver a trabajar juntos. Era una relación de ene respeto y cariño.

Claudia Conserva
"Era una relación de ene respeto y cariño", recuerda Conserva sobre su vínculo con Camiroaga. Foto: Andres Perez

Nunca he sido sólo animadora de los programas, excepto quizás en Canal 13, que era un poco más rígido, jugabas un personaje; pero en general tiendo a involucrarme en los proyectos en la parte de producción y de edición, y trato de que las cosas que hago tengan mi sello. Pero siendo súper honesta, siempre me ha gustado mucho potenciar al resto y soy súper generosa en sacarle partido a otros; con mis programas se han destacado un montón de otras personas que ahora tienen sus programas o que les ha ido súper bien, porque sé cuando alguien tiene algo especial y puede aportar; y cuando encuentro ese algo en alguien, lo exploto más allá de que me pueda opacar o no. No está dentro de mis parámetros. Me interesa que a mi programa le vaya bien y que lo pasemos bien. Ponerme metas como “quiero ser la animadora más importante de Chile”, no me interesa.

Mi teleserie favorita fue Fuera de control y Eclipse de luna (Canal 13), que en esa hice personaje de mala... Ufff, ¡es tan entretenido ser mala! Porque yo en general soy buena. Encontraba súper desafiante ser mala (Carolina O’Neal) y me encantó el look, porque me pidieron que me tiñera el pelo negro, ¡cosa que yo jamás me hubiese atrevido así como ir a la peluquería a teñirme! Pero era una exigencia del personaje. Lo pasé muy bien. Sobre todo me daban mucha risa los diálogos y textos que tenía que decirle a los otros actores así como: “!Te odio!” y “¡eres insoportable, maldita!”. Y le atropellé el perro a la Aline Küppenheim (que interpretada a la coprotagonista, Almendra Riva, en 1997). Así de mala. Y era mentirosa y cizañera. Me divertía mucho.

Conocí al Pollo Valdivia a los 16 años en una entrevista y me casé a los 19. Estaba muy enamorada, muy segura de lo que estaba haciendo. Sabía que era súper joven; me acuerdo que mis amigos me decían: “¿¡Pero cómo vas a casar!? ¡Estás loca!”. Estaba segura, así que no lo dudé. Con el Pollo nos amamos. Nos conocimos y ambos estamos muy agradecidos de habernos conocido a tan temprana edad, que yo tenía 16 y él 24. Habernos conocido ya fue un un lujo en la vida, ¡la suerte!, porque nos podríamos haber conocido mucho después. Qué bueno que nos conocimos ahí.

Mi padre murió el día que me iba a casar. Se enfermó de pancreatitis y estuvo varias semanas en coma inducido. Y la semana que venía el matrimonio, que era un 28 de diciembre, el día de los Inocentes, mi papá se murió. Le había preguntado al doctor una semana antes: “¿Cómo lo ves?”, y me dijo: “Suspende el matrimonio, tu papá no va a salir de esto”. Lo suspendí una semana antes y después me casé en marzo en una ceremonia súper íntima en una parroquia en Lo Barnechea, e hicimos la fiesta en la casa nuestra. Fue todo muy bonito, pero teñido de la muerte de mi papá; o sea, entré del brazo de mi hermano a la iglesia. Todo recordaba a mi papá. Fue una extraña coincidencia, una mala broma del día de los Inocentes, pero agradezco mucho haber tenido a un hombre como el Pollo a mi lado, para soportar y contenerme. Era la primera vez que tenía una pérdida y no era un tío: era mi papá, y yo era chica. Fue muy doloroso y traumático.

Claudia Conserva
21 Abril 2025 Entrevista a Claudia Conserva, Presentadora de television y actriz Foto: Andres Perez

En algún momento sentía que me había saltado una etapa (de vida), y decidí vivirla. Fue cuando nos separamos en 1999. Llevábamos un tiempo casados, como cinco años, y sentí que me faltaba vivir una etapa y, de alguna manera también, veía en el Pollo un padre: la sabiduría y la solidez. Coincidió con la muerte de mi papá. Creo que un poco asumió esa responsabilidad de guiarme en la vida. No era lo que yo quería en ese minuto. Eso está absolutamente superado, analizado, conversado y todo. Nada que ver: tu pareja es tu pareja, tu partner, no tu papá. Pero en ese minuto quizás se mezclaron un poco los roles. Y sentía, además, que llevábamos harto casados, entonces lo que “correspondía” era tener hijos y formar una familia. Pero me di cuenta que me faltaba vivir un cachito más, JAJA. Tomamos distancia un tiempo y él, que siempre me ha amado con toda su alma, me dijo: “Juegue y haz todo lo que tengas que hacer, dale, lo importante que estés feliz y bien”.

Volvimos con el Pollo después de casi un año, y fue un retorno bien bonito. No teníamos hijos cuando nos separamos, por lo tanto, cualquiera de los dos podía emprender una vida completamente nueva, y no pasaba nada, sólo había un papel firmado; pero, en rigor, podría no haber sabido nunca más de él ni él de mí. Y ambos llegamos a la conclusión de que efectivamente se puede vivir sin el otro, pero es LEJOS más entretenido juntos. Volvimos y a los seis meses dijimos: “Es el momento de echar raíces, hacer familia, tengamos hijos...”. Y llevamos como 35 años juntos.

He sido super emprendedora, que es una parte mía que la gente no conoce públicamente. Todo el rato estoy inventando proyectos, empresas, negocios e ideas. Un emprendimiento que hice fue Niño de papel, un DVD de estimulación infantil con animaciones. Contraté un animador y un músico e hice un DVD. Mis hijos no me dejaban ni ducharme tranquila y dije: “Aquí hay un nicho, porque a ene de gallas les debe pasar lo mismo”. Observé a mis hijos y me di cuenta de que lo que más le llamaba la atención eran las voces de niños, no las de adultos. Los agarré a ellos y a un par de cabros más, los llevé a un estudio de grabación y los hice grabar los colores y un montón de situaciones mal pronunciadas. Empecé a vender el DVD y me dijeron que no, que “si yo no era doctora, ¿cómo podía asegurar que no les iba a deformar el cerebro a los niños?”. Busqué a la eminencia máxima en estimulación infantil, el doctor (Fernando) Mönckeberg, le mandé el DVD y le dije: “Deme su opinión”. No me contestó. Pasaron dos semanas y, de repente, llamó y me dijo: “Déjeme decirle que es maravilloso; se lo entregué a distintas parvularias y encuentran que es increíble: yo la avalo, ponga mi firma y le digo al tiro que es un aporte”. Y por la compra un Hipoglós, más luca, la gente se llevaba un DVD, que también se vendía en Blockbuster. Fue el segundo DVD más vendido después de La Guerra de las Galaxias. Hasta que un día fui a la casa de Iván Valenzuela, periodista, entré y la nana me dijo: “¡Mire tengo el DVD!”. Le pregunté: “¿Dónde lo compró?” y me contestó: “En el Paseo Ahumada”. Le conté al Pollo, emocionada: “¡Me están pirateando el DVD! ¡Qué importante soy!”. Y él reaccionó: “¡Te lo van a copiar y cagó el negocio!”. Efectivamente cagó el negocio. Ahora lo busco en YouTube y está... ¡Tiene millones de reproducciones en toda Latinoamérica! Me da mucha risa, porque sale que el autor es mexicano o que es de “una doctora chilena llamada Claudia Conserva”. Se especula mucho respecto a su origen. Pero plata no recibo.

La maternidad me volvió vulnerable. Ahora que mis hijos tienen 21 (Matilda) y 23 (Renato) años, sigo pensando que los hijos te hacen vulnerable. Son los extremos: te hacen fuerte, porque uno por ellos sería capaz de hacer cualquier cosa y de defenderlos, hasta la muerte. Pero, por otro lado, te hacen tremendamente vulnerable porque cualquier cosa que les pase o les afecte, uno las vive en carne propia. Y al tener un hijo tienes tu talón de Aquiles; ya el mundo sabe cómo puede dañarte.

Estábamos felices con nuestro Pollo en Conserva (La Red, 2011), llevábamos ya casi ocho años; nuestro eslogan era “no somos los primeros, somos los mejores”. Estábamos fascinados, cambiaron al ejecutivo en La Red (llegó Javier Urrutía en el 2010) y empezó a hacer programas de farándula como Intrusos, que a nosotros no nos gustaban y se provocó una pequeña incomodidad que la superamos. Y cuando se murió Felipe (Camiroaga), nosotros habíamos trabajado con él, lo conocíamos y era un referente de la generación, entonces fue tan traumático, y del canal nos llamaron el fin de semana que murió más o menos exigiéndonos que fuéramos a hablar de Felipe Camiroaga a la tele. ¡No! “No corresponde”, dijimos, “¡estamos súper afectados!”. Empezaron los roces con la parte ejecutiva. Y el lunes avisamos que iríamos a saludar al equipo del Buenos días a todos (TVN) y que nos uniríamos a ese grupo; no nos autorizaron y fuimos igual. Después seguimos trabajando, yo estaba súper incómoda y muy triste; íbamos a comerciales, me iba a maquillaje, lloraba y volvía. Y nos llegó una orden de que “tenemos que contraprogramar: si los otros canales están llorando la muerte de Felipe, tenemos que ir con alegría, risa y no enganchar”. Lo conversamos con el Pollo. Yo estaba súper estresada, no podía dormir y fuimos al psiquiatra, que nos dio una licencia y dijo: “No, tomen distancia, tienen que sanarse y procesar lo que están viviendo”. Presentamos la licencia de dos semanas y ese periodo fue duro: me levantaba en las noches, a las 4 AM, a escribir lo que sentía y bajé 5 kilos; no podía comer, no me entraba el alimento. Fue una depresión súper heavy, y con nuestros hijos chicos, que tampoco entendían por qué los papás estaban tan mal... Y cuando volvimos, nos echaron, ya había otra animadora y estaba todo cocinado. Fue super doloroso.

Después de siete u ocho años juntos Pollo en Conserva, con el Pollo habíamos decidido no trabajar más juntos... y ahora estamos en la radio (Pauta, en Casi jóvenes). Lo pasábamos chancho, porque además éramos como los papás y teníamos un grupo de gente —todos muy simpáticos y muy talentosos—, e hicimos cosas muy absurdas y con mucho humor; nos reíamos, teníamos personajes, un gallo se disfrazaba de mochila y otro pez erótico. Fueron años de puro goce.

Pero después que nos fuimos a Italia, después de que nos echaron de La Red, me acuerdo que lo conversamos y dijimos: “Si llegamos a volver a Chile, es mejor que cada uno desarrolle sus proyectos y haga sus ideas”. Los dos somos de proyectos e ideas. El Pollo quería venir y hacer su propia productora. Y yo tuve ene ofertas, dos súper buenas, una de Mega y una de TVN, que era para reemplazar y hacer el Más que dos (José Miguel Viñuela). Tuve que decidir. Me fui a TVN y el Pollo armó la productora, GOA Films en el 2012, tenía ganas de hacer programas cómo a él le gustan. Entonces dijimos: “Que cada cual haga lo que quiera, no estresemos la relación con ponernos de acuerdo en trabajar juntos; mejor que cada uno haga lo que quiera y, por sanidad mental, no trabajemos más juntos”... Y ahora tenemos nuestro trabajo acá en la productora.

Claudia Conserva
Claudia Conserva cuenta por qué había dejado de trabajar con el Pollo Valdivia. Foto: Andres Perez

En el 2016 vendí colas de sirena como de disfraz para nadar; súper bonitas. Fue todo un boom. Mi hija, Matilda, era fanática de un animé de sirenas. Fuimos de vacaciones a Estados Unidos y dijo: “Quiero que me compren una cola de sirena”. Estábamos allá y el local quedaba muy lejos, el Pollo y mi hijo, Renato, estaban indignados. La cola era preciosa, se la compré y empezó a usarla en los hoteles donde estábamos, y yo la miraba y todas las gringas se la acercaban a decirle: “¡Qué linda la cola! ¿Dónde la conseguiste?”. Y pensé: “Tanta sensación que causa la cola en las gringas”. Empecé a investigar, vi que Britney Spears se había hecho una foto en Australia con la cola de sirena y dije: “Esta es una muy buena idea y nadie en Chile conoce la cola de sirena”. Llamé a un amigo que tenía un contacto en China y le propuse una sociedad: “Traigamos colas de sirena y las vendemos”. Diseñamos la cola, elegimos las telas y las mandamos a hacer en China. Fue un proceso largo y las colas se las vendí para una Navidad a París, que me las compraron todas. Y se vendieron. No seguí.

Ahora saqué unos suplementos, Zuvavit y Zuva Maqui, para la pandemia, que yo tenía 48 años y nunca en mi vida me cuidé ni pesqué nada. Entonces pensé: “Me agarra el Covid y seguro me muero”. Empecé a llamar a amigos médicos que me decían “toma vitaminas” o “trata de comer esto para fortalecer el sistema inmune”. Y ahí dije: “Debe haber ene de gente como yo que no se cuida... ¿Por qué no saco unas vitaminas para gente como yo?”. Empecé a estudiar del tema y estuvo un año desarrollando el proyecto, asesora por laboratorio Knop, y el diciembre del 2020 salió a la venta Zuvavit (para el sistema inmune, tiene colágeno, zinc, vitamina B y coenzima Q10), que lleva cinco años y ha sido increíble; y después sacamos Zuva Maqui (enfocado en la piel y retardar el envejecimiento) que también funciona perfecto, con distintas “pócimas”. Me ha hecho regio. Ha sido un súper producto.

Claudia Conserva
"Me ha hecho regio", dice Conserva sobre los suplementes que vende. Foto: Andres Perez

El día que supe que tenía cáncer hice una publicación en Instagram sobre la importancia de hacerse los exámenes preventivos. Sabía mi diagnóstico, pero no estaba confirmado. Cuando me diagnosticaron cáncer, primero me dijeron: “Sí, hay algo raro, una sombra...”. Pero hay que confirmarlo a través de una biopsia. Faltaba eso.

El 17 de junio del 2022 me enteré de que tenía un cáncer triple negativo. Esa noche me acosté desconsolada y al día siguiente amanecí cambiada: algo en mí, inconsciente por supuesto, buscó alguna fantasía o ficción, para enfrentar esta enfermedad que era tan triste y dura, y me desperté y era “Lagertha”, una vikinga, como la serie Vikingos, que la había visto mucho antes. Era una guerrera que hacía estrategias, una galla súper potente. Me disfrazaba y me “tatuaba” la cara con maquillaje, me ponía trenzas postizas y llegaba así a la clínica a hacerme las quimioterapias, y me ponía en los audífonos música de guerra. Armé toda una fantasía dentro de mi cuerpo, al que le daba órdenes, armaba estrategias, felicitaba algunas partes de mí y a otras les pedía que necesitábamos más. Estuve mucho tiempo como una guerrera viviente. Creo que todos tenemos un poco de lo que queramos ser; en realidad uno se lo inventa: luchadora y guerrera me siento.

Claudia Conserva
"Luchadora y guerrera me siento", dice Conserva sobre su vida post cáncer. Foto: Andres Perez

Antes no sabía que era tan guerrera, que podía ser tan bélica. Fue súper violenta mi relación con la enfermedad. Hay gente que se hace amiga del cáncer y otra que dice “no se lucha, se aborda”. Para mí era una guerra y dije: “Este es un duelo a muerte, porque si alguien va a morir, ¡de verdad!, por primera vez”. Fue heavy, muy intenso, saqué una fuerza que no sé dónde tenía, porque cuando me dio cáncer, estaba TAN cansada. Y cuando empezó el tratamiento, entrenaba todo el día, comía, meditaba, me enfoqué y nada me distrajo. Me sentí súper mal con el tratamiento, que hice radioterapia, quimioterapia y cirugía todo el año. Tenía un catéter, que te lo ponen donde te encuentran tu arteria más potente, cosa que cada vez que vas a la quimio te la enchufan directo ahí. Era súper incómodo vivir con eso.

Saqué fuerzas, pero cuando leí el libro del marido de Javiera Suárez, Cristián Arriagada (Historia de un milagro), me repercutió mucho. Casi nunca sentí miedo. Me aterré sólo en dos momentos: uno, una noche que estaba sola en el living y abrí la puerta del miedo, y terminé llamando a una persona que sabía de no sé quién que había tenido este cáncer, muy tarde en la noche. Y dos, cuando leí el libro de la Javiera, que trabajé con ella y era mi amiga; me despedí antes que se muriera, en la clínica. Lo de la Javiera me marcó mucho porque lo mismo que estaba viviendo yo lo describía y relataba el marido en el libro; y las fuerza y las ganas que tenía la Javiera por vivir, teniendo un hijo recién nacido, eran lo más fuerte del mundo. Entonces, cuando vi que una persona que tenía las fuerzas y ganas de vivir como era la Javiera, y se murió, me desarmó porque me hizo ver que no basta con la voluntad, la fuerza y las ganas; sí influye, pero no basta. No es suficiente. Eso me aterró. Y no leí más. Siento que uno tiene que blindarse. Cuando en Google buscas “expectativa de vida cáncer triple negativo”, que obvio que las busqué, me arrepentí: “¡Para qué hice esto!”, pensé. Muchas veces estudios que no están actualizados, pero cuando ves que tienes tan pocas probabilidades de sobrevivir, es súper duro.

Claudia Conserva
"Cuando ves que tienes tan pocas probabilidades de sobrevivir, es súper duro", relata Conserva. Foto: Andres Perez

Me ofrecieron ayuda sicológica de la clínica durante el tratamiento y la rechacé. Me di cuenta de que quizás habría sido bueno que mi familia hubiera aceptado ese tipo de ayuda, ni siquiera para mí, quizás para ellos; pero no la tuvimos y después cuando ya me operé, me sacaron el catéter y todo, me fui de vacaciones y no paré de llorar. Lloré mucho. No podía comer, no podía hacer nada, porque me vino una depre tremenda. Igual es súper pesado tener que cuidarse tanto, también agobia. El tratamiento me lo pasé cuatro o cinco meses de “Lagertha”, imbatible. Después me hicieron un examen en que vieron si la quimioterapia me había hecho efecto o no. Había estado los primeros meses a ciegas, sin saber si estaba creciendo, achicándose o estaba igual. Cuando me dijeron después de cuatro meses y tanto, “está funcionando”, me morí y me pasé cuatro meses llorando en cama, mirando el techo. Bajé la guardia y dije: “Ya hice el esfuerzo, está funcioando... Ahora puedo dejar de ser ‘Lagertha’, descansar un poco y llorar esta hueá”. Me puse mucho más triste. Seguí mejorándome, pero ya pude descansar de ese esfuerzo.

Ahí me di cuenta y dije: “Qué loco, porque debería estar contenta, si ya se terminó la pesadilla, estoy en México de vacaciones con el Pollo, ¿qué mejor?”. Y no. Lloraba, lloraba, lloraba y lloraba. Hasta que le dije al Pollo: “¿Sabes qué? Quiero carretear. Eso es lo que me hace falta”, porque era todo como: “¡No tomes sol porque te hace mal el sol!”, “ay, cuidado con lo que comes”, “ten cuidado con esto” o “las vacaciones van a ser para recuperar tus células...”. Y estando allá dije: “No, yo lo que necesito es pegarme un buen carrete, ¡no quiero cuidarme! ¡Me he cuidado ene! ¡Quiero tomar mezcal! ¡Quiero tomar tequila! ¡Quiero bailar! Quiero olvidarme de todo un rato”... Y como mi compañero es muy partner, entendió que lo que yo necesitaba no era cuidarme TANTO en ese viaje en particular. Así que me dijo: “Vamos po, a carretear”... Y se me pasó todo… Íbamos a bailar, nos reíamos, pedíamos una botella de vino, íbamos a la playa a ver la puesta de sol, con toda la gente bailando. Se me pasó simplemente con relajarme, con darme permiso para hacer algo que tenía ganas de hacer y no lo hacía hace tanto tiempo. Lo empecé a pasar de nuevo bien, estaba más relajada y fue maravilloso el viaje. Después volví y me ordené.

Claudia Conserva
"Se me pasó simplemente con relajarme", recuerda Conserva sobre lo deprimida que estuvo post cáncer. Foto: Andres Perez

Después del tratamiento, las cirugías y de la pérdida del pelo, cambió la relación con el físico; pero me pasó al revés, ni siquiera por un tema de quedarse pelada: amo mi cuerpo ahora. Antes vivía preocupada del rollo y que no sé y qué que “estoy gorda”. Era muy crítica de mí, no sólo de mi actuar, sino físicamente… Después del cáncer digo: “Oh, ¡cómo amo este cuerpo que estuvo ahí cuando lo necesité!”. No arrugó, todos mis órganos alineados conmigo. Me ayudaron. Me cuido mucho ahora: me echo crema, tomo agua, me preocupo de comer bien, me limo las uñas, y hago todas las cosas que tengo que hacer.

¿Mi balance del documental Brava? Sabía que era exponerme a las críticas. Sin embargo, era tan importante para mí hacerlo, que no me detuvo nada, ni siquiera mi familia; el Pollo y mi hijo no lo han visto, y no me apoyaron, no querían. La Matilde y mi hermana fueron las únicas que me dijeron: “Vos dale”. Y después de pensarlo mucho les pedí perdón y les dije: “Yo sé que no quieren esto, pero para mí es muy importante”. Mi experiencia ayudaría a un montón de gente a entender lo importante que es hacerse la mamografía a tiempo. Si yo hubiese dejado pasar, por ejemplo, un mes más, me habría muerto porque habría hecho metástasis. Fue preciso. “Es súper importante” dije.

Claudia Conserva
"Mi experiencia ayudaría a un montón de gente a entender lo importante que es hacerse la mamografía a tiempo", dice sobre su decisión de hacer Brava. Foto: Andres Perez

En Brava quería mostrar el drama que es vivir cáncer, no sólo para la persona, sino para la familia. Como comunicadora y animadora, muchas veces entrevisté a mujeres con cáncer; me contaban su drama, terminaba la entrevista y les decía: “Ay, pobrecita, mucha suerte, amiga”, y me olvidaba y seguía con mi vida. Nunca dimensioné lo que estaba viviendo esa persona y su familia, y dije: “Tengo que transmitir esto de la solidaridad y la paciencia que hay que tener con un enfermo de cáncer, y cómo tratarlo el entorno”. Quise compartir la experiencia y sabía que venían críticas, pero no me imaginé nunca de la comunidad oncológica. Fue lo que me sorprendió.

Hasta el día de hoy, sigo pensando que —no solo el cáncer— la enfermedad que sea tienes que enfrentarla cómo te nazca. Son cosas súper personales, porque no pueden decirme: “Mira, tienes que enfrentarlo así”. A mí me nació ser ultra violenta, y me resultó vivirlo así. En ese sentido sigo pensando lo mismo: cada cual que enfrente cómo pueda. Además, ignoraba yo que había años de trabajo de parte de las fundaciones para hablar de “abordar el cáncer” y sacar la palabra “lucha”... No sabía... Perdón... Qué pena...

Claudia Conserva
"La enfermedad que sea tienes enfrentarla cómo te nazca", analiza Conserva. Foto: Andres Perez

Después que toda esta experiencia de Brava, se generó debate, salió el tema en todos los diarios, hablaban del cáncer, mucha gente además empezó a controlarse antes porque yo era una galla joven a la que le dio cáncer. Fue super bueno. Me ha pasado mil veces, pero con mi hermana, la Fran (Conserva), fuimos al Festival de Cine de Valdivia, y en la calle una señora mayor, que estaba con su marido, me abrazó, se puso a llorar y me dijo: “Linda, gracias, me salvaste la vida”, y me contó: “Vi tu documental y me dio tanto miedo que fui, me hice el examen y tenía cáncer... y no sabía”. Y el marido decía: “Sí, Claudia, sí”. “¡Esto es lo máximo!”, pensé “¡Qué me importa que me hayan criticado porque dije ‘luchar’ y no dije ‘abordar’!”.

Más encima mi doctor y el oncólogo me dijeron que (Brava) le movió harto el piso a las mujeres y que se llenaron las consultas para hacerse la mamografía: se acabaron las horas. Entonces, encuentro que por todos los lados estuvo bien. Hoy día no me arrepiento de haberlo hecho. Además, el final es feliz, entonces es super animoso o esperanzador para alguien que está viviendo algo así de duro. Cuando yo estaba en la sala espera, pelada, y veía a alguien que ya pasó el cáncer y tenía ya pelo y todo, me alegraba, porque me daba esperanza ver que alguien lo superó. Y creo que pasa un poco eso cuando uno ve mi documental.

Me pasó que con el cáncer me hice tan impermeable a la mala vibra o a la agresión de la gente, que me da lo mismo todo. Porque además mucha gente me decía: “Ah, claro, se atendió en una clínica privada”. Entendí que había un reclamo y pataleo contra el sistema de salud pública chilena. No era personal conmigo. Y en ese minuto yo representaba a la galla que se había atendido en la clínica privada y que por eso tenía ventaja respecto al resto. Hay algo de eso. No puedo desconocer que el sistema público es mucho más lento, que las horas de espera y las listas son eternas. Pero siempre he dicho: pude concentrarme en sanarme y no distraerme en otra cosa gracias a un seguro catastrófico que cuesta $40.000 mensuales, y que cubre a toda la familia. Eso fue lo que me hizo poder sobrellevar la enfermedad sin problema económico.

Claudia Conserva
"No era personal conmigo", analiza Conserva sobre algunas de las críticas que recibió por Brava. Foto: Andres Perez

El estrés lo empecé a manejar mejor después del cáncer. Antes era eficiente, todo tenía que ser al borde de la perfección, no se iba ni fallaba y todo me salía bien. Pero porque le metía mucha intensidad y tiempo y, por alguna razón que desconozco, me importaba mucho ser confiable: que si me encomendaban algo, tuvieran la tranquilidad de que yo iba a responder. Eso me hizo probablemente ganarme un espacio dentro de los medios: una galla súper responsable. Nunca no me supe una escena de las teleseries, así me quedara hasta las 5 de la mañana estudiando. Pero yo respondía 100%. Y si bien es una característica súper positiva, también te estresa; no dejaba nada en manos de los otros, todo pasaba por mí y encontraba que hacía todo mejor que el resto. Si estaba enferma, igual iba a trabajar, entonces de repente se enfermaba alguien del equipo porque “está resfriado”, y yo por dentro decía: “¡Oh! ¡Cómo falta por un resfrío! Yo he venido con fiebre de 40°C a grabar”. A nivel de exigencia, todo lo que hacía conmigo esperaba que el resto funcionara igual, y la gente no funciona así. Creo que es bueno, pero te agobia y puede ser un un arma doble filo.

Ahora veo la vida de otra manera, y me encanto, porque soy ineficiente, se me olvida todo y a todo el mundo le digo que no confíen en mí; pero lo paso chancho. Es todo lo contrario. Me apasiona lo que hago y lo disfruto desde la mañana hasta la noche, pero nada me perturba tanto. Nada importa tanto. Uno le pone demasiado color cuando es joven, y ahora digo “me equivoco”, “me perdono” y “da lo mismo, no importa”. No soy tan autoexigente.

Claudia Conserva
"Nada importa tanto", dice Conserva sobre su vida post cáncer. Foto: Andres Perez

Cuando cumplí 50 años no me quería celebrar. El Pollo quería celebrar. Ay, siempre que uno celebra hay que hacer toda la producción, la expectativa y siempre está la duda de si van a llegar los invitados porque mi cumpleaños es en enero, entonces tengo el trauma de chica que siempre está todo el mundo de vacaciones. Pero después entendí que tenía que celebrar. Hice una fiesta súper grande y bonita acá en la casa... Más que el número, me cambió la vida el haber vivido una enfermedad como el cáncer.

En casos así de fuertes como el mío, de enfermedad o pérdida, te unes más o te separas. Y afortunadamente el caso nuestro fue súper bonito: nos apoyamos, el Pollo se bancó todo el dormir mal y el dolor mío más el de los hijos. Me cuidó. No hubo día que no estuviese a mi lado, pendiente. Me acompañó a todas partes. Fue el mejor marido y compañero que pude haber tenido en esta vida, y sobre todo porque las estadísticas dicen que cuando las mujeres tienen cáncer de mama, un porcentaje altísimo de los hombres se separan. Es duro. Pero él en ningún momento dudó en apoyarme con todas sus fuerzas, y me aisló y me dejó sanarme tranquila, sin que nadie me perturbara. Me aisló.

Si es por comodidad, uno duerme mejor en piezas separadas con la pareja. Nosotros igual llevamos mucho años, nos conocemos, pero a veces uno quiere leer y al otro le gustan las películas de guerra o de balazos; o con la temperatura, que a mí me pasa que después de las quimios más la menopausia, ando con calor todo el día, y después me congelo. En todos lados pongo aire acondicionado, y después todos se congelan, y yo igual.

Claudia Conserva
"Si es por comodidad, uno duerme mejor en piezas separadas", dice Conserva sobre la vida matrimonial. Foto: Andres Perez

Me encanta la decisión del Pollo de lanzarse a diputado. Lo conversamos, pero era una inquietud que yo veía en él hace muchos años. Siempre lo he admirado profundamente, creo que es un hombre súper preparado, culto, inteligente y rápido de soluciones. No me cabe duda que va a ser un aporte. Me encanta verlo feliz, entonces creo que el Pollo con todo el carrete y experiencia que tiene, con la cantidad de gente que ha entrevistado y todo lo que sabe, puede ser muy buen aporte a nivel nacional, más que en un programa puntual de entretención... Yo no me voy a meter... Lo apoyo, le creo TODO y estoy 100% segura que será un aporte. Es tremendo el Pollo, de verdad, lo mejor.

Nuestra relación con el Pollo siempre se ha basado en el amor, en que el otro se realice y sea en esta vida todo lo que quiera; nunca bajo el egoísmo, los celos o la mezquindad de coartar la libertad del otro. El Pollo un montón de veces se ha tomado vacaciones solo, y está perfecto, lo entiendo y digo: “Está súper bien, porque quiere reflexionar y caminar”, o yo no puedo acompañarlo o no quiero acompañarlo y le digo “¡ándate, pásalo bien!”. Él conmigo también ha sido súper generoso siempre. Porque entendemos que nos estamos acompañando en la vida, y en la vida uno tiene procesos distintos, tiene que vivirlos, y el otro —pucha— te entenderá y te esperará. O a lo mejor no. Siempre le digo al Pollo que lo amo tanto que mi amor va más allá de que seamos pareja o no. Yo a este gallo lo voy a querer hasta que se muera. Así se tenga otra pareja, así me diga que es gay o cómo sea, yo ya lo adoro con toda mi alma. Y es mi compañero. Siempre querré que él sea feliz, aunque no sea conmigo como pareja.

Claudia Conserva
"El Pollo un montón de veces se ha tomado vacaciones solo", dice Conserva sobre su matrimonio. Foto: Andres Perez

Hoy estoy con MILF en YouTube, Claudia Conversa en la tele, y Casi jóvenes en la radio, y además hago charlas. Por ahora, con eso suficiente. Estoy feliz aprendiendo en lo digital. En ese sentido, MILF has sido increíble, porque es contenido finalmente. Me da risa porque la gente ve MILF digital la mitad en la tele y la mitad en tablets o celulares. Encuentro todo un mundo esto de vender contenido más allá de la televisión: de dónde lo veas da lo mismo finalmente, lo que la gente quiere es verlo. Es un grupo entretenido, lo pasamos bien, nos ha ido regio y tenemos buenos auspiciadores, y lo hago a mi medida.

MILF nos devolvió a la Claudia Conserva”, dijo en el 2018 el crítico de TV Larry Moe. Ahora, es Claudia Conserva recargada, y sin censura, sin filtro. Como la vida ya me ha llevado a este punto en que nada me mueve demasiado, o sea, no me asusto, me da todo lo mismo. Fluyo, lo paso súper bien, opino todo lo que quiero y digo todo lo que pienso, y está perfecto, post enfermedad, que se me olvida todo, no me acuerdo de nada. Cuando miento, no miento en mala, sino que se me olvidan cosas.

Tuve que pagar multas del CNTV, por ejemplo, una vez en MILF —que ni siquiera estaba yo presente por el cáncer— mis amigas, hermosas empezaron a hablar o a especular sobre el tamaño del p***, JAJAJA, del cazzo, de la frutera, sin decirlo, jugando obviamente. Y a alguien le pareció que no era adecuado el horario. Leí la cuestión, porque te transcriben el diálogo exacto, y obviamente que era gracioso, divertido, e ingenioso; pero uno de los problemas que tiene la televisión es que, en un horario de todo espectador, si una persona considera que lo que está viendo no es correcto, te denuncia. Y me multaron. Y otras veces también. Siempre con temas relacionados con el doble sentido.

Claudia Conserva
"Siempre con temas relacionados con el doble sentido", dice Conserva sobre las multas que ha recibido del CNTV. Foto: Andres Perez

Cuando nos llegó esta invitación de la Radio Pauta para trabajar juntos, fue como: “Obvio que no”, si ya habíamos hablado esto. Pero, de alguna manera, como era en directo, lo podíamos hacer desde la casa, nos daban los tiempos y nos pareció entretenido hacer radio después de muchos años. Llevamos como un mes y medio y ha sido súper entretenido. Hablamos con la radio y la idea era hacer algo para nuestra generación, la gente que estamos cerca de los 50, reírnos un poco y conversar cómo era antes y ahora, y reflexionar al respecto. El programa ha ido agarrando vuelo y hemos recibido muy buenos comentarios.

Ahora ya ultra confirmo que quiero disfrutar de mi trabajo, pasarlo bien. Hoy lo he tenido lleno de actividades, desde muy temprano partí grabando en TV+, estuve hasta las 3 de la tarde ahí, llegué a mi casa, hice la radio de las 17:00 a las 18:00 en vivo, y ahora grabo dos capítulos de MILF. Y lo disfruto, no lo sufro. Pensaba hoy en el auto en esa sensación de un poquito de estrés —que ahora lo manejo mucho mejor que antes—, de tener hartas cosas y responder, y en ese sentido tengo una buena capacidad de trabajo y de armar proyectos.

Claudia Conserva
"Tengo una buena capacidad de trabajo y de armar proyectos", destaca Conserva. Foto: Andres Perez

Ahora me pasa que se instaló en mí un sentimiento de vulnerabilidad respecto a la muerte, como que me puedo morir en cualquier momento. Todos los días, no es que piense en la muerte, pero tengo conciencia de la vida, más que de la muerte: del presente, de respirar, del cuerpo, de sentir, de oír y de los sentidos. Eso. Antes uno vive, vive, vive, vive, se pasan los días, “me ha ido súper bien” y todo.... Ahora no, mi vida es hoy: “Oh, escuché un pájaro”, “oh, qué rico manejar”, “oh, qué bonito voy a hacer MILF”... O cuando me ducho, ducharme sin catéter... uff... yo decía: “No puedo creer que nunca valoré una ducha y poder pasarme la esponja sin tener esta cosa salida. Cada vez que me ducho, lo pienso también. Son pequeñas cosas y hábitos cotidianos que uno no pesca. Todo está cerca de uno, pero uno no se detiene a mirarlo. Tengo mucha conciencia del presente.

No era creyente y con el cáncer eso no cambió. Soy muy respetuosa de la religión, agnóstica al respecto.

Me llené de gatos. No los había descubierto y, viviendo acá llegaron, los fui adoptando. Fue un periodo largo de conocimiento, de perseguirlos, de dejarle comidita, salir arrancando y que confiaran en mí. Ahora tengo tres gatos que viven en mi casa, se suben a mi cuerpo y a mi cama, los alimento y los amo. Amo a los animales con todo mi ser, TODOS, desde siempre. Pero ahora más. Ahora es una cosa con la que estoy muy sensible. Y me desarma el maltrato animal.

Claudia Conserva
"Se instaló en mí un sentimiento de vulnerabilidad", reflexiona Conserva. Foto: Andres Perez

Había hecho un curso de inglés. Pero ya no. Estuve. Fue porque cuando me salvé dije: “Ahora no me puedo morir sin hacer cine ni sin saber hablar inglés”. Me puse a estudiar inglés en Duolingo, como tres horas diarias, ¡me fanaticé!... Y se me olvidó todo. Mi cabeza ya no retuvo. Sabía ene, fuimos a Nueva Zelanda con el Pollo y dije: “No me acuerdo de ni una palabra de las que aprendí”. Así que aborte el curso. Me encantaría actuar en una película. Está ahí el sueño, pero todavía no pienso concretarlo.

Me encanta viajar y estuve un año en Italia, pero no sé si me veo viviendo un año fuera de Chile... a lo mejor pasando temporadas afuera. No sé. Otra de las cosas que ya no hago es que no me proyecto tanto ni pienso tan a largo plazo. Antes planificaba todo. Ahora, no. Entendí que todo puede cambiar de un momento a otro.

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido actriz y comunicadora, creo que habría sido bailarina.

En mi época de colegio era matea y responsable; toda la básica. Y en la media era más desordenada y no me sacaba tan buenas notas como antes. En cuarto medio empecé a faltar a clase, cuando entré al Miss 17.

Un apodo es “Clo”, que me dicen así la Fran (Conserva) y mis mejores amigos que viven fuera.

Un sueño pendiente es la película.

Mi frase favorita es “todo pasa, nada permanece”.

No tengo cábala.

Un trabajo que he tenido y no se conoce es haber sido empresaria y traer cosas de China.

Mi primer sueldo me los gastaron mis papás. Yo era chica, había hecho un comercial, tenía una libreta de ahorro y compraron un refrigerador.

Claudia Conserva
"Era matea, responsable", recuerda Conserva sobre sus años escolares. Foto: Andres Perez

Algo de lo que me arrepiento es, quizá, de que cuando estuve con cáncer —que es parte de la vida también—, haberme hecho mala sangre por tantas cosas que no son importantes y decir: “Me voy a morir y ‘¿por qué me enojé por eso?’”. Ahora, que lo pienso, me arrepiento; podría haber evitado ene de cortisol en mi cuerpo.

Una comunicadora que admiro, que no es chilena, es la Drew Barrymore: cercana, divertida y tiene su show ahora. ¿Y chilena? Me gusta harto la Sole Onetto, que la encuentro una seca.

Un amigo de la tele es Giancarlo Petaccia.

Un talento oculto es el pilates, aunque no es oculto.

Una película que me hace llorar, y que siempre me emociona y encanta verla, es El profesional, de Jean Reno y Natalie Portman.

Claudia Conserva
"Me gusta harto la Sole Onetto, que la encuentro una seca", destaca Conserva. Foto: Andres Perez

Un miedo es a los temblores, reacciono poniéndome como “el Chavo”: me quedo quieta y no quiero que nada mi hable.

Si pudiera tener un superpoder, me gustaría ser invisible y poder mirar.

Un placer culpable es la comida, el azúcar y el vino, JAJAJA.

Si pudiera invitar a tres famosos de la Historia a un asado, uno sería Johnny Depp, porque podría cantar, además de que me tinca un gallo simpático y entretenido, y podría preguntarle un montón de cosas de su carrera, que me encanta cómo actúa; a Cillian Murphy, el protagonistas Peaky Blinders, porque vi su serie completa del personaje que interpreta, Tomm Shelby, y me encantaría tomarme un whisky y fumar cigarros con él (ya no fumo, pero con él sí); y la Drew Barrymore, porque encuentro que es una galla súper cercana, me tinca que es buena para reírse, es liviana y tiene un montón de historias entretenidas.

Claudia Conserva es una brava.

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