La Firme con Pollo Castillo: “Cuando empecé me decían fome ql, no sigas haciendo videos, no vas a llegar a ninguna parte”

Benjamín Castillo, alias el Pollo. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Benjamín Castillo, alias el Pollo. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

De Chillán a Puerto Montt, y de allí, a conquistar las redes sociales y pasarse el juego de las campañas publicitarias. En las siguientes líneas el Pollo revisará lo bueno, lo malo y lo feo de ser un influencer, y claro, nos confía sus próximos desafíos como standupero.

Cuando cursaba apenas el segundo año de Ingeniería Civil en la Adolfo Ibáñez, Benjamín Castillo —desde entonces el Pollo, poco antes Miniman, ambos apodos que le adjudicaron por su porte— se permitió recuperar una pasión que a esas alturas descansaba en un segundo plano, pero que en otro momento le supuso alguna encrucijada: crear contenido con su propio sello a través de videos breves que pretendían rescatar las dificultades diarias que enfrenta cualquier joven estudiante. Su “público” de momento se reducía a sus compañeros y su hermano mayor, hasta que este último le enseñó una desconocida plataforma para compartir esos cortos. De ahí que habiendo dado ese primer paso, luego de una serie de eventos algo desafortunados, se armara de valor para exhibirlos en una vidriera mucho mayor, como era Facebook.

El incipiente incremento de likes en sus publicaciones, y la buena onda que percibió en los comentarios, vino a confirmar algo que Castillo sospechaba desde la enseñanza media —cuando se estrenó como editor de videos en su curso del San Javier de Puerto Montt—: tenía dedos para el piano. Aparte que su humor generaba cierto consenso. Eso lo pudo convalidar, a mayor escala, cuando después lo publicaron en páginas de memes.

Ése, en resumidas cuentas, fue el germen de una exitosísima trayectoria dedicada a las redes sociales, cuando éstas aún no revestían la importancia que hoy. La recompensa no fue inmediata, por supuesto. Le costó años de disciplina, como le gusta destacar a él, y paciencia, porque el dinero demoró eso: varios años. A fin de cuentas, cuando él empezó ni siquiera figuraba el concepto de influencer. Hoy todos sueñan con serlo.

Con más de dos millones de seguidores en Instagram, otro millón ochocientos en TikTok, cientos de miles en sus otras cuentas, campañas para decenas de marcas, un sinnúmero de experiencias que nunca imaginó e inclusive un Copi de Oro, ya resuelto, el Pollo ahora quiere abrirse paso en otro mundillo que, de todos modos, puede maridar de lo más bien con su propuesta: el standup. De hecho, en los próximos días se presentará en Concepción y luego en Los Ángeles.

Aquí, con el diario pop, el pionero de los influencers criollos cuenta su historia completita, los claroscuros de su pega y confiesa que su sueño pendiente es hacer historia en la Quinta Vergara.

La firme con Pollo Castillo

Siempre quise hacer standup comedy. Desde que estaba en la universidad, y paralelo haciendo los videos, decía quiero llevar lo digital a lo real, ¿cachái? Ver las risas y no el “jajaja”, sino las caras de las personas. Y empecé antes de pandemia, alcancé a hacer diez shows. En bares, sobre todo, y un teatro, el Cine Arte de Viña. Estaba súper entusiasmado, iba súper bien, llenando rápido, viento en popa, y la pandemia nos cortó las alas a hartas personas. Estaba la posibilidad de empezar a hacer los shows de forma online, pero dije, hueón, es lo mismo que hacer mis videos. Y claro, la razón por la que hago esto no es por tener otros ingresos sino que por la experiencia misma de estar ahí, hacer reír y desafiarme a mí mismo.

Es un show que habla de mis vivencias desde que soy chico. De Puerto Montt, porque soy de allá. Bueno..., nací en Chillán, pero me considero sureño porque toda mi infancia y mis recuerdos se remontan a eso. Y también mucho chiste de cosas que nos van pasando durante la vida, que es más común de lo que todos pensamos, que somos muy parecidos. Sobre todo acá en Chile. Desde cómo es la infancia en un colegio de puros hombres, qué significa, qué puesto tenís ahí, qué significa ser el más chico del curso. Los tipos de bullying que existían, siempre viéndolo desde una perspectiva cómica y sacando un buen lado, de aprendizaje. También lo que significa ir creciendo, madurando, que te empiecen a gustar las mujeres, salir a bailar, tus primeros rechazos, pololeo, conocer a los suegros. Cosas que a todos nos pasan. Hay ideas que no quise concretar en mis videos porque dije esto es mejor decirlo y actuarlo.

Presentarme en el Nescafé de las Artes fue muy importante para mí. Ahí han estado artistas de alto nivel, que sigo y admiro mucho como Felipe Avello, Edo Caroe o Coco Legrand. Es un escenario pulido, donde han pasado varias personas del medio, de lo que yo hago, y quería estar ahí, quería pasar por esa tarima. Es grande, es de 945 personas, es muy bonito y también, para la gente, tiene ese significado de que han ido a ver antes shows buenos, grandes y de gente conocida. Llevaba varias veces en el Teatro San Ginés, quince o más, pero quería tener ese pequeño trofeíto de haber pasado por ahí. Fue muy lindo, lo hice notar, le hice harta publicidad en mis redes diciendo que era una fecha importante, y se lo tomaron así. Vinieron amigos que no veía hace tiempo y mi familia de Puerto Montt exclusivamente al show. Improvisé mucho, estaba en mi salsa... duró ¡una hora y cincuentaidós!

Sueño con Olmué y Viña del Mar. Son grandes desafíos, por ahí han pasado las personas que admiro. Encuentro que es un bonito techo..., aunque no sé si decir techo, porque después te amplías a un montón de otras áreas y la gente te hace más reconocido cuando te va bien en uno de esos festivales que son tan importantes y televisados. Es como el cielo y el infierno igual, jajaja. Pero sí, me he visualizado, me he intentado ver allí.

Otros standuperos han dicho que el Festival, poco a poco, se va transformando en ese bar que tú estás acostumbrado a hacer. Y juegas ese rol, de espejo con las personas que estás haciendo reír, y se logra una sincronía en la que estái como surfeando una ola. Es como cuando estái freestaleando, que a veces estái arriba de una ola, te vai metiendo y también existe esa sincronización con el público. Vai visualizando esto, cachando el comportamiento de la gente y se va armando un diálogo, siendo que son 1 a n, un montón contra uno. Es muy bonito cuando existe esa complicidad. Llegar a un festival así de grande está dentro de mis planes, aunque no estoy apurado.

El Pollo subió primero videos en Vine y luego se trasladó a Facebook. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
El Pollo subió primero videos en Vine y luego se trasladó a Facebook. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Lo que más me gusta es viajar, porque allá el público te está esperando. Yo que soy de Puerto Montt, cuando veía las novelas decía, oh, estos gallos son todos de Santiago... entonces, es como que te esperan y se ríen con ansias. Me gusta pensar que es un público que me está esperando, que es fan mío, y que no me conoce mucho en este mundo del standup. Por eso, creo, supero las expectativas que me tienen.

Al Festival de Viña quiero llegar con lo mejor. Como cuando hice mi tesis en la universidad: no quería pasar con el cuatro, con el cinco o el seis; yo quería el siete. Entonces me voy a preparar para sacarme el siete. Sé que podís pasar por el Festival, llevarte las dos gaviotas y tener una presentación pasable, reguleque, que a algunos les gustó y a otros no, pero no te pifiaron y listo. Yo quiero que la gente diga, oye, estuvo increíble.

Siempre fui bien autodidacta desde chico. Me paraba en los escenarios del colegio. Me encantaba animar los bingos, las kermeses, el día del profe y también, en las alianzas, había standup: ahí yo era el que representaba a mi curso. Contaba chistes a lo Álvaro Salas, nomás jajaja. Tenía ese carisma. Daba risa por mi cara o por mi forma de ser, estúpida, era bien payaso. No me daba vergüenza hacer cosas, ni hacer el ridículo, y tenía el chistecito de la palabra, con la palabra técnica, más rebuscada que te puede encajar más. Cuando estaba en la universidad también era mucho de animar. Y si bien no había guiones para hacer reír, era mucha la improvisación. Ahí me daba cuenta de que tenía facilidad. Por ejemplo, para sacar a la gente de su zona de confort sin pasarla a llevar pero haciendo reír al resto, no de él sino que con él.

Empecé a escribir mi guion de standup en la universidad. No era de ver videos. A lo más, vi los shows de Stefan Kramer, que es mi ídolo número uno. Yo lo imitaba en el colegio, trataba de sacarle los personajes y hacía la misma rutina. Bueno, escribí mucho, tenía muchas cosas escritas sueltas, las ordené en un guion, un storytelling, una línea de tiempo desde que era chico y fui uniendo las cosas. Y presenté mi primer show así, nomás. En el Bar Blue. Fueron sesenta personas... ¡y cincuenta eran mis amigos, jajaja! Cuando me fijé eran amigos de la universidad, del colegio, mi polola y sus amistades, mis hermanos, mi roomie. A la esquinita había gente que no conocía... le estaba haciendo el espectáculo a ellos, jajaja. Los hice reír harto, duró dos horas, tiré todo a la parrilla.

Me acuerdo de todo lo que pasó en mi primer show, fue muy importante para mí. En el Uber en que me fui, me puse a hablar con una galla súper simpática y me acuerdo que iba con confeti. Me pregunta para qué era el confeti, y le digo que iba a un show de standup. Me pregunta quién se presenta, y le digo... ¡yo! ¿Y le digo algo más? Es mi primera vez. Entonces pretendo tirar esto en algún momento. Me deja al frente del bar, que te vaya muy bien y todo, y le digo: muchas gracias, algún día me verás en el Festival de Viña. Y me acuerdo que entro y me tomo un schop de chelada... dos. Estaba con los nervios. Y me sentí un poco curao, jajaja, tocado, entonado, así que agarré un poquito de perso. Mi primer chiste fue improvisado. Me subí, yo tenía un papel con mis chistes... ¡y había un silencio enorme! Yo creo que estaban todos cagaos de miedo. Y saco el papel, con el silencio absoluto, y como que tirito, me acerco al micrófono, se escucha el silencio... y digo ¡toc-toc! Y ahí fue como aaah, este hueón está hueando, se cagaron de la risa, guardé el papel y solté todo. Fue bien familiar y bien bueno el show, salió bacán.

Recién empezó a monetizar verdaderamente como influencer cuando aparecieron las historias de Instagram. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Recién empezó a monetizar verdaderamente como influencer cuando aparecieron las historias de Instagram. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Cuando vi a Kramer la primera vez quedé impactado. Dije: esto es todo lo que quiero hacer. Cuando era chico me preguntaba en qué me iba mejor, ¿en clases? No... En lo que mejor me iba era en hacer reír al curso. Yo era presidente del curso en cuarto básico, y me eligieron solamente porque era chistoso. Querían que los consejos de curso fueran distintos, así que los hacía bailar, los animaba. Tenía las facilidades sociales para unirlos, para sacarlos de su vergüenza. Entonces yo quería ser payaso. ¿Pero cómo me iba a ir como payaso? No me imaginaba en un circo y mis papás no iban a querer que yo fuera payaso, jajajaja. Y después sale Kramer en el Festival de Viña, veo esta rutina imitando gente, a Sergio Lagos, a este hueón de La Ley de la Selva, a Nico Massú, y lo veía con tanta admiración... porque uno, es saber imitar, pero también es saber actuar y tener la inteligencia para decir el chiste. Ahí dije este gallo tiene un tremendo equipo detrás o si es solo, es un mentor. Era increíble. De ahí me puse a imitar.

En las discos, pa’ machetear porque no tenía plata pa’l bajón, ofrecía imitaciones por plata, jajajaja. Me acercaba y decía, si te ríes, ¿me das 100 pesos? jajaja. Y ahí le imitaba a Sergio Lagos... a veces me daban 100 pesos, a veces no, po jajajaja.

También me gusta mucho Edo Caroe, Avello y Copano. Los veía ahí sueltos, tranquilos, tirando chistes. El humor negro de Edo Caroe me llamó mucho la atención. La soltura de Avello, de sentirse que está en su casa, los silencios que deja. La jerga que ocupan Caroe y Avello, son de palabras bien técnicas. Edo Caroe creo que estudió leyes, tenía un lado humanista bien desarrollado, y por el otro lado, Avello es periodista. Entonces tienen un desplante, un vocablo amplio, que eso he ido trabajando. Cuando hago un chiste digo, ya, cuál es la palabra técnica de esto, porque suena más chistoso, más refinado.

En el colegio hacía los videos de religión. No sé por qué pero nos mandaban a hacer hartos videos. Y ahí descubrí Movie Maker, en Tecnología, y me enamoré del programa. Yo era muy computín cuando chico. Ahí empecé con estos videos como tarea y los transformaba en algo simpático. Tenía una cámara en la casa y era ya, po, hagamos un video que sea distinto. En religión nos pedían “No al alcohol, no a las drogas”. Estábamos en segundo, tercero medio, algunos tomaban y fui a grabar al más curao del curso dando su testimonio, haciendo cosas. Me di cuenta que tenía la facilidad para transformar cosas reales en proyectos digitales entretenidos. En el curso era lejos el mejor video, aunque no tuviera nada que ver, el profe me tendría que haber puesto un 1 pero sacaba aplausos, risas. La gente no esperaba algo así, todos eran muy formales.

Cuando salí del colegio, el apoderado de un amigo me dijo en un ascensor: “Tú tienes que hacer videos”. Yo le conté que me iba a tomar un año sabático, porque no sabía si estudiar Comunicación audiovisual o alguna ingeniería. Pero él me sacó al Nico Massú, jajajaja. Me dijo tú erís como Massú, tú tenís un talento, podís llegar muy lejos. Y me acuerdo que yo no estaba ni ahí, estaba estudiando pa’l preu y mis metas eran las ingenierías. Nunca lo pesqué, pero después, mirando pa’ atrás, todo calzaba. Demás que si ha visto algún video mío debe haber dicho se lo dije.

Ahora, el Pollo dio el paso al standup comedy. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Ahora, el Pollo dio el paso al standup comedy. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Cuando yo tenía una base de videos, mi hermano me muestra una aplicación que se llama Vine. Videos de siete segundos, 6.8 segundos. Y encontré súper desafiante hacer reír en siete segundos. Me dice que debería intentarlo y empecé, po. Sumé hartos seguidores, cinco o seis mil, un montón. Le mostré a mi hermano después un vine, ya había subido unos seis, y me dice hueón, están la raja. Ahí no existían los seguidores de Facebook o Instagram, nadie sabía lo que eran los seguidores. Tampoco nadie cachaba la palabra influencer, nada. Ahí mi hermano me empezó a ayudar con ideas, grabaciones, incluso en algunas sale él, y empecé a hacer estos videos que nadie cachaba. Yo era el único pelagato en Vine esperando que alguna vez esta red social se hiciera conocida en Chile y ahí iba a estar con mis seis mil seguidores... ¡quebró, fracasó!

¿Qué iba a hacer con todos mis videos? Y ahí dije, ya, los voy a subir a Facebook. Una tarde-noche en mi casa, cerca de Navidad, decidí subirlos o se me iban a perder. Pa’ dejarlos, por último, alojados en una parte. Los subo a mi perfil personal y, hueón, nunca había tenido tantos likes. Unos treinta likes en un video. Después treintaicinco y comentarios: oye, sigue haciendo estos videos, están buenos. De repente páginas de memes subieron un video mío. Empecé a tener seguidores. Y en un video pa’l 14 de febrero, que era como cuando no te responde la mujer con la que querís salir, estoy almorzando con mis papás, veo el celular y me llega el mensaje de Facebook: ¡Felicitaciones, tu video ha alcanzado 100 likes! Me creía una estrella. Aquí nace una estrella, jajaja.

Seguí apareciendo en páginas de memes hasta que un día me habla un periodista. Mi hermano se preguntaba cómo todavía no me llamaba un manager o algo, cómo nadie se había ofrecido a gestionar lo que hacía. Pero de Ridículos Chile, el programa chileno con Eduardo Fuentes, me llama un periodista, me dice que le encantan mis videos y me ofrece una sección todos los viernes. Me pedía tres videos a la semana. No había lucas pero me iba a hacer conocido, me dijo. Me acuerdo la primera vez, iba a salir en Canal 13... con un amigo compramos cositas pa’ picar, cerveza, ¡era mi estreno en la tele! Y ahí vimos mis videos. Me dieron como cinco minutos, me dejaron presentarme y todo.

Tenía un millón y medio de seguidores en Facebook, era una locura... ¡pero todavía ninguna moneda! Empecé a subir un video a la semana a Facebook, todos los domingos. No fallaba nunca, si no, no descansaba. A lo más, una vez tuve un problema con Internet, lo tuve que subir el lunes y me sentí súper mal. Antes eran tres videos a la semana, después dos. Y al final sólo los domingos porque también tenía que sacar una carrera universitaria, jajaja. Fui muy constante, nunca fallé en tres años, y así llegué a tantos seguidores... pero nada de plata. Ni siquiera canjes. En YouTube monetizaba, pero era la plataforma que menos pagaba. Y como mis videos eran tan cortos no rentaban nada. Todavía no podía ni imaginar el mundo de Instagram, las marcas, pero yo sabía que ese millón y medio se iba a capitalizar.

En Woki Toki gané mis primeras lucas. Fue muy bonito, porque me escribieron para grabar un sketch, y el mensaje que estaba arriba de ése era uno mío que no habían respondido. Yo les decía: “Sueño con grabar con ustedes, tengo mucha personalidad, estoy en el colegio pero me voy a ir prontamente a Santiago”. De hecho, era súper tonto el mensaje, les escribía como en chiste pa’ que vieran que soy disperso. Y años después: ¿Pollo, te gustaría hacer un video? Dije que sí, obvio. Y ahí me pagaban 50 lucas la jornada, todo el día, ¡pero filo! Estaba grabando con gente que yo veía en YouTube, el Koke, cámaras grandes, un equipo... me maquillaban, yo me creía estrella de Hollywood, po hueón.

Castillo se presentará el 9 de septiembre en Concepción, el 10 en Los Ángeles, el 28 en el San Ginés y finalmente el 28 de octubre en el Dreams de Valdivia. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Castillo se presentará el 9 de septiembre en Concepción, el 10 en Los Ángeles, el 28 en el San Ginés y finalmente el 28 de octubre en el Dreams de Valdivia. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Mi primer millón fue para una campaña grande de un celular Alcatel. Me pidieron miles de cosas, videos pa’ acá, fotos pa’ allá, blablablá, ¡y que me tirara de un paracaídas de un avión! Pa’ grabar como el lanzamiento de la hueá, literal. Y yo tampoco era tan conocido... pero me acuerdo que me lo ofrecen y me voy a la cocina, en esta misma casa, y me empiezo a emocionar. Me pongo a llorar y digo, tengo que aprovechar que estoy llorando pa’ grabar otro video, de otro contexto... y me grabé llorando, po jajaja. Pero la verdad es que estaba emocionado porque era mi primer millón después de tantos años. Llevaba tres o cuatro haciendo lo mismo sin parar y por fin veía frutos.

Cuando en Instagram habilitan los videos hice mis primeros canjes. Empiezo a resubir simplemente los que tenía y a hacer otro tipo de contenido en paralelo. Y empecé a sumar un montón seguidores, ¡pum, pum! Hasta que se habilitó la parte del canje. Oye Pollo, tengo un emprendimiento, te paso este polerón, te sacái una foto y la subís. Oye Pollo, ¿te doy sushi y me etiquetái? Y, hueón, lo que más empecé a canjear fue comida. ¡Iba a todos los lugares gratis! Los cambiaba por fotos pa’ Instagram. Pero empecé a engordar, así que empecé a buscar canjes con gimnasios, jajaja.

Con las historias, las marcas y las agencias empezaron a llegar. Cuando salió eso, se revolucionó todo. Vi todo el cambio de los medios convencionales a este medio digital, de cómo las marcas empezaron a atreverse más, a mostrar comerciales con gente en Instagram, los hashtags. Y ahí me sirvió mucho de puente lo que había construido en Facebook para cambiarme a Instagram. Entonces salieron todas las campañas: ya no era sólo el canje, ahora esto tenía un valor. Podía ser rostro. Una marca me decía sube esta foto y te pago esto. Ahí me empecé a poner más exquisito con los canjes.

En este medio somos como hormigas. Un día podís estar con Uber Eats, se cierra la campaña, no estái teniendo pega con nadie, y te llama Rappi, y si te ofrecen ser rostro, decís que bueno, nomás. Porque son campañas, no se trabaja como un rostro tan a largo plazo. Entonces, uno puede ser más selectivo. Hay marcas regalonas con las que uno quiere seguir trabajando y conoces, hay una relación, pero hay otras que no son así, y ahí depende del equipo de marketing. Quizás a ellos les sirve ir pimponeando con distintos rostros. Está mucho más normalizado. ¡Yo he estado con todas las marcas!, jajaja.

Cuando empecé a ganar buenas lucas, me quedaba un año y medio pa’ salir de la universidad. Y decía wow, de esto se puede vivir, ¿pero hasta cuándo? Porque estaba el boom de esto pero todos te decían, oye, esto va a durar un rato, qué bueno que seguís estudiando porque las modas son así. Era como el reggaetón, que dijeron que iba a pasar pero no pasó nunca... los pokemones sí, po jajaja. Entonces, yo no sabía si era el reggaetón o el pokemon de este nuevo mundo. Por eso estaba tan centrado en seguir mis estudios. Y tampoco tenía referentes: no podía decirte oye, estoy siguiendo los pasos de tal instagramer. No tenía nada. Se cae el Internet y yo cago, pensaba.

Cuando hizo la talla de la UC por no obtener el Copi de Oro, al Pollo lo amenazaron. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Cuando hizo la talla de la UC por no obtener el Copi de Oro, al Pollo lo amenazaron. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Mi mamá me preguntaba: “¿Seguro que no te quieres cambiar de carrera?” ¡Y no me quedaba nada por salir! Me sugería periodismo, comunicación, cine, algo que me diera herramientas... me decía: me siento culpable, quizá nunca quisiste estudiar Ingeniería. Y yo le decía que me encantaba la matemática, la física y que me daba herramientas pa’ administrar todo este nuevo mundo. Y mi papá... yo estaba en Radiósfera, una radio de la UNIACC, nos escuchaban noventa, cien personas. Y me llamaban siempre mis amigos pa’ que pusiera tal canción. Hasta que un día me llama mi papá. Dijo mal la radio —Radio Esfera—, todo mal jajaja. Y cuando le preguntan por el éxito del Pollo Castillo, dice ahí, Benja tiene todo claro, los estudios primero, ¿o no, mi amor? Y yo: sí, papá, por favor... te están escuchando noventa personas. Hasta el día de hoy lo huevean en mi familia: quién chucha te llama pa’ eso, jajaja.

Mis papás se convencieron en el proceso. Cuando salí de la universidad, no tenían claro qué iba a hacer yo y les dije que iba a tener horarios. Los tranquilicé. Les dije que estaba en conversaciones con Los 40, que iba a hacer una productora o algo para gestionar mis videos con las agencias. Después me empezaron a preguntar por las lucas, preocupados, ¿estái bien, te alcanza? Porque me entregaban una mesada, que nunca dejé de recibir hasta un año antes de salir de la u. Ahí les dije, papás, gracias a Dios me está yendo bien. Con los regalos de Navidad empezaron a cachar, jajajaja. Y ahí como que se soltaron, sabían que me podía costear un departamento, que hacía mis inversiones.

Mi hermano mayor tiene un papel fundamental en la familia. Él hace las cosas muy bien. Nos guía mucho. Si hay algún video cuestionable, él lo va a ver y me dice para bien o para mal. Mientras me esté asesorando, mi familia siempre va a estar tranquila. Ahora no está eso sí, jajajaja... está en Londres, pero creo que he seguido bien. Creo, jajaja.

La universidad me enderezó. Si no, me hubiera quedado como disperso, payaso, me hubiese levantado un día sin ganas de hacer nada y no lo hubiera hecho. No, po: la universidad me enseñó la disciplina. De levantarte, de hacer cosas aunque tengas malos días, y también abordar otras cosas fuera de los videos. Las negociaciones, ponte tú. En la toma de decisiones me sirvió harto. También lo de trabajar en equipo.

El hate lo simbolizo como el malestar social. Antes había mucho menos hate. Me fui dando cuenta de la evolución de todo eso. Después de un estallido social, después de una pandemia, la realidad fuera de lo digital, cómo está la gente. Es un mundo que tenís que saber llevarlo. Saber que hay gente loca, que hay gente te quiere hacer daño, hay gente enferma, gente pobre, gente rica, está el tema de la salud mental, distintos pensamientos. Somos muchos. Y cuando tú ves desde arriba de la tarima todo esto, es loco. Cuesta mucho concientizarlo, es un trabajo que incluso te puede costar dolores de cabeza cuando estái recibiendo, recibiendo. Las redes sociales entregan cosas muy buenas, como la información instantánea, pero también es un arma de doble filo, que te entrega cosas para mal, como el ciberbullying. En estos ocho o nueve años que llevo en esto, me he ido autoconvenciendo y metiéndome distintos escudos verbales para que estas cosas no me afecten tanto. Poniéndome corazas: esto acuérdate que se defiende con esta frase, esto con esto.

El año pasado también atravesó un difícil momento luego de una "funa" por uno de sus videos. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
El año pasado también atravesó un difícil momento luego de una "funa" por uno de sus videos. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Hay veces que uno piensa, hueón, era más fácil ser ingeniero. Pasa mucho que te querís despegar. Y cuando lo hago, no tengo campañas, no pesco el celular en dos días y es exquisito. Me doy cuenta de lo simple que es la vida en realidad. Porque si me preocupo siempre del qué dirán, o del otro, voy a vivir preso de esos pensamientos. Y claro, como ingeniero tenís tus lucas, los fines de semana no trabajái, estái libre, tenís un horario. Yo de repente me pongo a las 12 a responder las hueás que dejo pendiente. Trabajo los fines de semana... Igual esto me encanta, hasta ahora todo bien y el nivel de hate o de amenazas que he tenido, lo he sabido llevar.

Cuando hice la broma de la Universidad Católica me amenazaron de muerte. En el Copihue de Oro cuando perdí con el Monito Vidal. Yo no caché nada, porque los medios fueron súper buena onda. Las notas eran como “Pollo Castillo hace entretenido viral”, blablablá. No hubo notas negativas respecto a eso, y yo me lo tomé así. Era mi video más viral, tuve diez mil comentarios, todos positivos, muchísimos likes. Pasaron semanas, todo bien. Y yo estaba haciendo algo de Mercadolibre, cuando se me acerca un gallo y me dice que estaba preocupado por mí, que era fan mío. Le digo, sí hermano, cuéntame qué pasó. No, es que en un grupo de Facebook que se llama Cruzados no sé cuánto, postearon tu video con malas intenciones... oye, este conchesumadre se burla de la barra... y puros comentarios así, flaytes, vamos a sacarle la chucha. Y un hueón puso una dirección. La veo, y le digo, hueón, es mi dirección, gracias por decirme. Fue la primera vez que yo concienticé que un video tuyo, si se hace muy viral, está la gente que te sigue, pero después hay un montón de otros puntos, y si alguien se ríe de tu equipo... Y nada, po. Venía caminando cagao de miedo, pensaba que me iban a estar esperando. Caminé como dos semanas con miedo por mi casa porque estaba publicada mi dirección, pero nunca pasó nada.

Cuando empecé me decían “fome culiao, no sigas haciendo videos, no vas a llegar a ninguna parte”. Ahora ese mismo perfil de hater es el que me dice “oye, tus videos de antes eran mejores”. Nunca va a estar conforme el hueón, jajajaja. Pero ya asumí que el hate siempre va a existir, viene arrastrado del ciberbullying. Los comentarios maldadosos van a abundar, y más donde una persona puede no mostrar la cara.

Cuando fui a ver a la selección me hicieron pico, me trataron de yeta. Fue mi primer altercado. Cuando le entregué el indio pícaro a Ben Brereton. Estaba todo bien, hasta que empezaron a decir pobre que este hueón mufe a estos hueones. Me acuerdo que estoy viendo el partido con mis amigos y me dicen, Pollo culiao, estái Trending Topic en Twitter, pobre que pierda Chile. Hasta mis amigos. Y ahí pensé, si pierde la selección me voy a la chucha... Perdimos dos a cero, jajaja. No abrí las redes sociales en dos días, así que ni me afectó, de verdad. Pero mi hermano después me dijo que fui trending dos días y que me hicieron pico, por todo. Que era fome y que fui a desconcentrar a estos hueones. Mufa. Yeta. De todo. Y siguieron perdiendo, hasta que fui a ver un partido de la selección. Dije, ¿sabís qué? Me voy a quitar esta hueá de la yeta. Fui con mi GoPro, ¡y ganamos 3 a 0! Y yo grabando, manso contenido... ¡ese día se me perdió la GoPro en el estadio, hermano! Estuve dos días amurrado, porque había ido con afro, bigote, lentes pa’ que no me huearan. 3 a 0, me empiezo a sacar todo y ahí tiré la chaqueta donde estaba la GoPro... en la micro, cuando quería ver los videos, no estaba. Recordé el momento. Publiqué en Instagram, pedí que si alguien encontraba la hueá se la quedara, pero que me devolviera el contenido y no llegó.

El sueño pendiente de Benjamín es triunfar en la Quinta Vergara. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
El sueño pendiente de Benjamín es triunfar en la Quinta Vergara. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

Cuando me funaron por un video el año pasado fue súper penca. No era creación 100% mía, lo había visto de un video gringo que había hecho lo mismo. Encontré muy buena la idea... pero en Gringolandia no estaba la cosa tan cuática como acá. Lo grabo con mis amigos, no hubo ninguna crítica, de mi polola ni de nadie. Hubiese subido el video dos años antes no pasaba absolutamente nada, ¿cachái? Lo subo y le estaba yendo muy bien. Había cachado al toque: si en diez minutos tiene tanta cantidad de likes y de comentarios... me acuerdo que todo positivo. La Kel Calderón lo estaba comentando cagada de la risa, varias influencers conocidas, ¡la Begoña Basauri! Todo súper bien. Y de repente me etiquetan de una página feminista, y la galla, con hartos seguidores, me sube y redirige a su público. No me acuerdo las palabras que ocupó pero era lo mismo que funar. “Esto no se puede permitir, en el Chile de hoy esto no puede ser una humorada. Tantas mujeres mueren al año…”. Sacó todo totalmente de contexto. No pesqué, al video le seguía yendo la raja. Veo los comentarios y eran “jajajaja”, pero de repente uno de los seguidores de ella: “Borra ese video, talporcual, sin cerebro”. Me despierto al día siguiente y había cada vez más comentarios así. Después la mina empezó a decir que la bloqueé, porque yo no quería tener contacto con ella, y seguía tirándome gente... ahí le pregunté a mi hermano, porque el video se estaba haciendo “polémico”, y me dice, Benja, si no estái cumpliendo con la hueá de hacer reír, bájalo y tírate un comunicado. Le pregunté si estaba bien lo que quería decir, archivé el video y tiro el comunicado en mis historias. Y ahí lo sacaron todos los medios, les di el dulcecito... “Pollo Castillo pide disculpas tras funa de su video”. Fue brígido porque ahí llegái a otra gente que no querís llegar. A mi papá, a mi mamá, que se preocupan... era trending en Twitter. Me hicieron mierda.

Me desperté al otro y le dije a mi polola: estoy cansado, jefe, jajaja. Estaba súper resfriado, tenía que hacer tal hueá, estaba cagado de sueño y estaba funado. Y ella se rió por cómo me lo tomé... pero ésa fue funa. No fue como la hueá de la selección, que había dos perspectivas. Los medios publicaron la palabra “funa”. Tú ponís Pollo Castillo hoy en día, te salen las hueás que he hecho y abajo sale “funan, funan, funan a Pollo Castillo”. ¿Qué pasó después de esa funa? Todo mi público, con la vena por haber bajado un video que era mi estilo, que no tenía otras intenciones, cachó la cuenta de la galla y fueron a hacerla bolsa a su Instagram. Muchas minas apañándome. “Ésta no es la forma como actúa el feminismo”, le escribían. A la galla la reventaron. Ella empezó a subir posts para que dejaran el odio, para que le dejaran de escribir, de amenazar. Yo no sé qué le habrán escrito... hueones locos, como te decía, que hay de todo. Hasta que la mina bloquea los comentarios, y así lo tuvo por más de un mes.

El dolor fue que los medios pusieran eso... pero es parte de. A los tres días subí un video con mi polola, algo nada que ver, otro contexto, y mis amigos me empezaron a publicar comentarios como oye, no te vayan a funar ahora por... después todos, como ridiculizando el video anterior, la funa madre, por así decirlo. Así lo hicieron durante cinco videos más. Y los medios sacaron una nota descontextualizada diciendo “Advierten a Pollo de nueva funa”, ¿cachái? “Usuarios quedan muy sensibles por video anterior de Pollo Castillo”. Mi hermano me llamó y me dijo que había periodistas que me querían hacer cagar, nomás. Que me tenían mala. Y ahí pesqué una nota que habían hecho, y les pongo un testamento con todo lo que pensaba, contextualizando. Un desahogo, hueón. Y ni siquiera tenía firma. Esa hueá en Facebook explotó, tenía cuarenta mil likes y toda la gente apoyándome. Ahí se cortó todo y me dejaron de huevear.

Antes le preguntabai a alguien qué quería ser: futbolista; después, youtubers y ahora, influencers. A quien ingrese en este mundo, le puedo aconsejar lo que me sirvió, algo muy personal. Estudiar una carrera, hacer algo paralelo, porque me entregó todas las herramientas y la disciplina para hoy trabajar de buena forma, ordenado, asesorándome bien, orquestando todo esto. Es muy bueno siempre estar trabajando el cerebro. Y lo principal en esto, lo número uno, es ser constante: eso fue algo que no dejé de hacer, y las redes me lo premiaban. También tenís que ser feliz con lo que estái haciendo. No podís ponerte la meta de llegar y hacerte conocido, ser el exitoso, tener plata de una; te tiene que gustar mucho lo que quieres mostrar, ¿cachái? Y respecto a lo malo que hemos hablado, generar escudos, saber que este mundo tiene este otro lado. Que cuando quieras subir, vas a cargar una mochila con piedras, te van a estar tironeando, te van a intentar bajar. Por eso siempre hay que enfocarse en hacer las cosas bien para ti, sacar tu mejor versión y rodearse bien, de tu familia, tu polola y amigos, ése es el círculo más importante que cuidar. No enfocarse en el qué dirán.

Lo que más me gusta de este mundo son los viajes. Viajo mucho, he conocido lugares muy lejos de Chile gracias a lo que hago. Fui a Australia, a Estados Unidos, viajé a Europa, a Irlanda, por agencias y empresas pa’ poder aprender inglés. Y también lo de vivir experiencias distintas. Se me abrieron un montón de experiencias que no buscaba, que no estaban en mi backlist. Como “tírate de un avión”, y yo, puta, no lo pensaba hacer ahora pero ya, po. Es como si en una vida pudiera vivir varias vidas al mismo tiempo. Me siento súper satisfecho. Si tú hoy día me preguntái, me puedo morir tranquilo, jajajajaja.

Tengo un sueño de grabar mis videoblogs, como ahora, pero llevarlo a distintos países. Siento que a la gente le encanta. Mostrarme como chileno pero allá, con personalidad, experimentando lugares nuevos. Como Socios por el mundo, pero de una manera más lúdica y más mía. Si vomito, vomito... grábenme vomitando, nunca dejen de grabar, jajaja. Creo que junta mucho las cosas que me gustan. Me gustaría hacerlo con una productora amiga y no sentirme tanto como el peón, sino yo dirigirlo. También me gustaría hacer el videoclip de alguna canción, hacer música. Y el día de mañana, dirigir una película.

Si subo mil doscientos seguidores diarios, más o menos, siempre hay mil que me dejan de seguir. Ya sea porque son cuentas falsas, Instagram elimina cuentas antiguas o gente que te deja de seguir, nomás. En un principio veía los números como una competencia. Veíai a tus pares y queríai subir. Pero dentro de lo que hago fui el primero en llegar a dos millones, así que ahí dije: ¿qué más quiero? ¿Y a cuánto más puedo llegar? Estoy en esta nube de los dos millones hace un año o dos años, te diría, y ya no se dispara el algoritmo de Instagram como antes.

Se me dio la oportunidad de irme a México y expandirme, pero no quise. Como lo que hizo Ignacia Antonia. No quise porque estoy enfocado en el standup comedy. Si me voy a México voy a perder eso, que es lo que quiero trabajar y lo que me gusta. Tampoco soy ambicioso en el sentido de querer más seguidores. Si me preguntái ahora, estoy bien, ya he vivido todo. Si tengo esos dos millones, es mejor ir fidelizando y que me acompañen. Es un número muy grande. Ya no me acompleja pa’ nada cuando veo pérdidas de seguidores. Estoy bien acá, hueón, estoy satisfecho.

Otro de sus momentos difíciles fue cuando lo trataron de mufa por su visita a La Roja, pero él asegura que ya pasó. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Otro de sus momentos difíciles fue cuando lo trataron de mufa por su visita a La Roja, pero él asegura que ya pasó. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

El mejor influencer chileno para mí es Ignacia Antonia. Ella llevó a Chile a un lugar latinoamericano, ¿cachái? De ser reconocido por más países. Además, la conozco y ella es alguien muy real. Obviamente, al ser tan conocida, tiene un montón de haters, pero ella es la que mejor lo ha hecho el último tiempo. Se ve muy natural con las cosas que hace. Fideliza mucho con su público. Por algo está donde está. Le pegó el palo al gato totalmente.

Me hubiese encantado ser astronauta. Tengo tatuado un astronauta. De chico me gustaba mucho el espacio, lo desconocido. Un poco por eso estudié Ingeniería, por la física y la explicación de las cosas. Quedé loco con Interstellar y otras películas del espacio. Junta sueños ambiciosos que pocos tienen, porque significan mucho trabajo e inteligencia. No cualquiera llega a ser astronauta, y además tenís que tener un temple, una cabeza... pa’ estar flotando solo en el espacio y ver toda la humanidad, toda la historia, todo lo que es la vida, ¿cachái?

Un apodo mío que no se sabe es Miniman. Me decían así antes de Pollo, ése era mi sobrenombre. Porque siempre fui el más bajito del curso.

¿Un sueño pendiente? Tener un perro... ser abuelo, porque eso quiere decir que no muero como papá. Conocer Japón o Egipto, o ver la llegada de las extraterrestres. Sí, po. Hay que vivir algo brígido. Después las otras cosas son amorosas, como casarme, formar familia. Y en el mundo profesional, el standup comedy. ¡Ah, ya sé! Ser piloto de lancha. Sueño con tener una lancha, jajaja.

Mi cábala es hacer este ruido (NdeR: chasquea los dedos) en mis dos oídos, y después apunto hacia el cielo, como jugador de fútbol. Y salgo al escenario. De ahí vivo todo muy presente, nomás. Sé que el miedo, la ansiedad, lo que estoy pasando, es la vida misma y que es parte de.

¿Frase favorita? ¡Por mi familia del Sur!

Mi restaurante favorito es el Sergio’s. Es bueno, hueón. Me pido un churrasco que es exquisito. El completo igual es bueno.

En el colegio tenía mi kiosko. Vendía cosas de Fruna: Kilombo, Panchito, y hacía pancitos con jamón y mantequilla, que era lo más rentable pa’ sacar mayor ganancia. Tenía unos lockers llenos de cosas. Ésa fue mi primera pega. Antes, cuando era más chico, vendía diarios en bicicleta. Eran diarios usados que mis papás tenían para la estufa en Chillán. Yo los ponía en mi carrito y me pasaban $100 pesos. La gente sabía que eran diarios antiguos, me pasaban por cariño. Trabajé en Ripley envolviendo regalos pa’ Navidad. Trabajé en la universidad: importaba carcasas recargables de IPhone, tenía una página web donde las vendía. Ahí conocí todos los metros de Santiago. También iba a las filas del casino de la universidad y, con toda la personalidad, los ofrecía. Tenía unas páginas de Internet que administraba, de Facebook. “Compra y venta en Santiago, Chile”, por ejemplo, es mía. Y administré unas aplicaciones de Facebook, con un gallo que trajo unas aplicaciones de México, cachó que era movido y la tenía que vender acá. También Mercadolibre, como ingeniero, cuatro o cinco meses.

Mi primer sueldo me lo gasté en un Play Station 3 usado. Pa’ eso me puse a trabajar en el colegio. Me salió como noventa lucas. Éramos cuatro hermanos y dije, hueón, no le voy a pedir esta hueá pa’ Navidad a mi vieja.

Me gusta mucho el tenis. Muy pocas veces he publicado cosas, pero me he metido a campeonatos y todo. Es mi deporte favorito. Ahora sigo a Alcaraz. ¿Y de antes? Empatizaba más con Nadal... aunque Federer es más simpático, así que no, me quedo con Federer.

Me encanta Mac Miller, Bud Bunny. Cacha ese cambio. También estoy escuchando mucha electrónica. Post Malone. Trato de escuchar canciones que me inspiren para hacer mis videos, porque siento que estoy disfrutando y trabajando al mismo tiempo. En mis listas tengo de todo: ochentas, noventas, romántico. Luis Miguel, hueón. Tame Impala, Wiz Khalifa.

Una película con la que lloré: En busca de la felicidad.

Recomiendo Kimetsu no Yaiba. Veo harto anime, empecé en la universidad. Ahora último me puse más bueno, tengo Crunchyroll y todo eso. Pa’l que recién se esté metiendo: Shingeki no Kyojin, que encuentro que es más divertida. Death note de repente.

Entre todas sus redes sociales, el Pollo suma casi seis millones de seguidores. Pionero de los influencers chilenos. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.
Entre todas sus redes sociales, el Pollo suma casi seis millones de seguidores. Pionero de los influencers chilenos. Foto: Andrés Pérez, La Cuarta.

A veces creo en el horóscopo. Siento que a veces por lo desconocido uno no cree, pero si te metís en ese mundo de la astrología con respeto... yo creo en la carta astral, por ejemplo. Yo soy acuario. He conocido acuarios y acuarios... pero de mi signo, me identifica lo pasivo, lo social, lo livianito de sangre. No tenemos muchos enemigos.

Un placer culpable... porno, ajajajajaja. No, no jajaja. La chelita sin motivo. Como que está ahí nomás. Querís ver algo y aparece la chela.

Mi trago favorito siempre va a ser la piscola. Me gusta el gin, el vino, tomo de todo en realidad. Pa’ servir la piscola no soy tan chancho. He tomado hueás muy asquerosas, pero no: hielo siempre hasta arriba, fundamental, y dos quintos de pisco. La bebida tiene que tener harto gas. Últimamente estoy tomando con negra, pero siempre he sido... ya, ahí está mi placer culpable, soy de piscola con blanca.

No soy de ningún equipo... así que sigo diciendo que soy de Deportes Puerto Montt, jajaja.

Si pudiera invitar a tres personas de toda la historia a un asado —con copete— serían Nick Kyrgios, Albert Einstein y Snoop Doog. Kyrgios, porque podríamos hablar de tenis y es bueno pa’l hueveo, tendríamos siempre temas de conversa. Que el hueón me lleve a carretear después pa’ seguir. Einstein, porque se va a ir en la media volá, la relatividad y la hueá, aunque Kyrgios se la va a echar sí. Y Snoop Dogg pa’ que se saque el más grande. Está buena esa foto.

Pollo Castillo es, en términos cortos, un contemporáneo curioso, una persona curiosa. En una palabra, curioso jajaja. Y un poquito más largo: una persona que vino a aprovechar el tiempo aquí, agradecido de los años que le ha tocado vivir, y que simplemente busca la felicidad. Soy un pirata en búsqueda de la felicidad.

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