Espectáculos

La Firme con Francisca Walker: “Me arrepiento de no haber sido más patuda, de no haberme querido más”

Tras ser parte de los dos remakes de Mega, ahora quiere meterse horas al teatro; esta vez, con la obra musical Marlene. La actriz repasa su historia, presente laboral, personal e interior. “Me arrepiento de no haber sido más patuda, de no haberme querido más”, declara.

Entrevista en profundidad a la actriz Francisca Walker a propósito de montaje Marlene Dietrich. Foto: Andres Perez Andres Perez

Temprano, pasadas las 8:30 AM, aparece Francisca Walker Galdames (37) con apuro, levemente atrasada, en una de las salitas de la Escuela Teatro Imagen, en Barrio Bellavista, Recoleta. Deja su cartera en una butaca para buscar alguna de sus pertenencias y, para su sorpresa, se encuentra con una pelota de futbolito cobriza, brillante. La toma y tiernamente recuerda que el día anterior la usó con su pequeño hijo cuando fueron a jugar a la plaza.

Tras terminar las grabaciones del remake de Amores de mercado (Mega), la actriz ha podido enfocarse en los ensayos de Marlene, espectáculo en que tiene el rol estelar a encarnando la reconocida artista alemana de cine, teatro y televisión, Marlene Dietrich (1901-1992), una de las primeras leyendas de Hollywood y el séptimo arte. En la obra, Walker interpretará hits como “La vie in rose” y “Falling in love again”, además de exponer algunos momentos de la vida de quien también es una figura de culto tanto en moda y política por su lucha contra el nazismo.

Antes de ensayar, la actriz, que luce un cabello vinotinto y un atuendo que le hace juego mezclando negro, rojo y líneas blancas, comenta a La Cuarta que la irrupción de Dietrich en su vida —a quien se ha abocado a estudiar en profundidad— la hizo “darle una vuelta extra a lo que me pongo en la mañana”, o sea, considerar “si voy a tener una entrevista o una sesión de foto por ejemplo, para que se vea bonito y resulte”, al punto de imaginar “la puesta en escena de mi vida”, asegura.

Algo de lo que también se ha dado cuenta en estos primeros ensayos es que, si bien se considera “matea”, es bastante más flexible de lo que suponía: en esta pieza, debe aplicar sus dotes de cantante, bailarina y, por supuesto, de actriz en algunos monólogos: “No los había estudiado mucho; partimos con las coreografías y las canciones, y los decía entre medio y jugaba; y de repente, ya me los había aprendido”, cuenta sobre su manera de interiorizar sus líneas, curiosa de sí misma a propósito de Marlene, que estará el 28 y 29 de mayo en el Teatro Nescafé; 19, 20, 21 y 22 de junio en el GAM, y cada jueves de julio en el San Ginés (entradas, ACÁ).

Francisca Walker encarna a Marlene Dietrich. FOTO: Rod Hoffman

En entrevista para La Firme, Francisca no sólo habla de su presente actoral, sino que recorre su historia hasta hoy y tira algunas líneas hacia el futuro: desde su azaroso nacimiento en California; su lugar en una numerosa familia y en un entorno “conservador”; su primer gran amor por el ballet, con su lado dulce y agraz; la decisión de convertirse en actriz; su intenso periplo por Hollywood que incluso la llevó a un singular encuentro con Al Pacino, hasta que la llamaron para Papá a la deriva (Mega) en el 2015 y regresó; sus distintas vertientes artísticas; su mirada de las teleseries y remakes; reflexiones y sobre las redes sociales y la dura relevancia en la industria de obtener más “seguidores”; su relación y cómo se conoció con Mario Horton; faceta de mamá; mirada política; y un tanto más.

Mientras, aparece en la sala el director, Juan Cristóbal Meza, junto al resto del equipo, así que empiezan a calentar el piano, la batería y demás instrumentos. Por momentos, la voz de la actriz apenas logra abrirse paso en medio de la música. Pero sí, se escucha.

Acá, sus definiciones…

LA FIRME CON FRANCISCA WALKER

Nací y viví seis meses en Oakland, California, y me trajeron pa’ Chile, jaja. Mi papá había ido a hacer un doctorado en Finanzas, en Berkeley. Fui la tercera que nació allá, y a él ya le tocaba volver, así que alcancé a agarrar la nacionalidad. Mi papá es muy entendido en economía, pero no me quedó nada de eso. Siempre me decía que me iba a enseñar a ocupar Excel para mantener mi finanzas en orden… pero en casa de herrero cuchillo de palo, jaja, y fui aprendiendo con la vida más que nada. Y mi mamá estudió enfermería y terminó dedicándose a criar, que con seis hijos es bien difícil tener una carrera paralela; pero mi mamá es una multitalento: juega tenis, ha pintado, borda, cocina increíble y la sabe a hacer todas. Muy impresionante.

Viví un tiempo en un pasaje en IV Centenario (hoy Avenida Presidente Sebastián Piñera Echenique, Las Condes). Y era muy entretenido porque los pasajes son lugares donde los niños pueden ser libres, correr todo el día, ir a buscar a los amigos a la casa del vecino y subirse a los árboles. Recuerdo esa etapa como una muy entretenida y vivida.

"Recuerdo esa etapa como una muy entretenida y vivida", recuerda sobre su infancia. Foto: Andres Perez Andres Perez

Tengo cuatro hermanos y una hermana, y soy la tercera, la del medio... por eso tuve que aprender a cantar, a bailar y actuar, jajaja, para llamar un poco la atención (Bromea). Creo que mi rol es “la intensa”, jaja, desde chica. Me gustaría ser la que aglomera, la que arma las actividades; es algo que tengo que trabajar porque soy distraída. En general somos todos súper conciliadores en mi familia, y súper respetuosos. Siempre ha sido esa la tendencia. Mi hermano mayor —”Donwoka” en Instagram—, es ilustrador, vive en EE.UU., dibuja caricaturas y videojuegos; es muy talentoso y seco. El segundo es compositor y guitarrista. Después vengo yo. Luego otro que es ingeniero civil eléctrico. Y otra que estudió Diseño, pero que se fue a la vida más más rural y tiene su familia en el el Sur. Y el más chico es ingeniero comercial. Nuestros papás nos incentivaron lo artístico. Era una familia bastante musical. Siempre las reuniones estaban marcadas por los guitarreos y todos cantábamos. Mi mamá era super artista, pero muy de casa y autodidacta. Siempre hubo mucho arte en la casa.

Hice ballet toda la vida, desde los cuatro años hasta hoy, que de repente me meto a unas clases, me embalo un mes y me salgo. También hice danza árabe y de salón. El ballet es la disciplina que hace que mi cuerpo vuelva a sentirse en casa; hice hasta la universidad y ya no me quedó tanto tiempo para seguir. Bailaba en zapatillas de punta y pertenecía a una compañía semiprofesional, Ballet Opus Cámara, y salimos a competencias a Argentina y Uruguay. Los estereotipos (físicos) del ballet me hicieron pensar en dejarlo, pero era parte de mi identidad, sobre todo también porque pertenecía a un grupo que era un lugar de mucha contención; nunca sentí presiones reales de las personas alrededor mío, era una cosa propia.

" Siempre hubo mucho arte en la casa", recuerda Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

Tuve una autoestima muy baja durante mi adolescencia, marcada por los estereotipos de belleza que obligaba el ballet en el cuerpo; me vi muy mermada por las exigencias sociales de cómo tenía que verse una mujer y bailarina. Recuerdo ser la típica como “ay, que estoy gorda”. Era súper traumada con ese tema. Me empecé a desligar de eso ya más grande; desde los 28, y pasando a los 30, cambia mucho la autoestima de las mujeres, no sé si en general.

Tengo varias etapas. Cuando chica-chica era una showoman, necesitaba que me vieran, que me escucharan, mostrar mi obras de arte, y grababa casetes enteros improvisando y los regalaba (no creo que nadie lo haya escuchado nunca, jaja). Muy showoman siempre. Pasé también por una etapa media religiosa, como pensando incluso ser en monja, y después dije: “¡No! ¡Quiero ser santa!”, JAJA, así como superstar. Pero ya en la adolescencia me fui pa’ dentro, y me puse como: “Tengo que ser una buena persona”, y más autocrítica y me miraba mucho. Fue una época bastante de pensarme, entenderme, entender mi psicología —que siempre me gustó mucho la Psicología también—... Bueno, la adolescencia te obliga a irte pa’ dentro; hay una poda neuronal importante, jaja, mueren muchas neuronas y nacen otras. En ese momento uno se empieza a conocer, entender e individuar.

"Muy showoman siempre", recuerda Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

Quería dedicarme a la danza. Estaba bien confundida, no sabía bien qué elegir. Fui a dar la prueba especial de actuación de la U. Católica, para tener esa ventana abierta... y lo pasé tan bien que dije: “Esto es lo que necesito”. Me sentí muy en casa. Estaba acostumbrada a la sala de clases de danza, a la improvisación, al mover el cuerpo, a expresarme y también era lo que hacía siempre en mi pieza. Nos hicieron jugar mucho y era como “esto yo lo puedo hacer, esto lo hago desde que tengo uso de razón, es mi lugar, aquí tengo que estar”.

Me daba miedo, eso sí, estudiar Teatro, porque te hace cuestionarte todo. Es un “renacer”: volver a aprender a respirar, a caminar, replantearte todos tus principios y entender el mundo desde otro lugar, especialmente viniendo de donde yo venía: una familia conservadora y católica. Eso me daba miedo, pero era algo que yo quería también. Entonces lo busqué. Mis papás encontraron completamente coherente que estudiara Teatro, jajaja. Es más, yo había dicho: “Ya, iré por Danza. Y mi papá me dijo: “¿Pero y Teatro? ¿Por qué no pruebas Teatro?”. Fue otro enganche más para decir: “Ya, voy a ir a hacer la prueba especial”.

Crecí en un entorno políticamente conservador, tirado más para la derecha. Y obviamente en la escuela (de Teatro) uno conoce otras realidades; en el colegio no me enseñaron la palabra “golpe militar”, se hablaba de “pronunciamiento militar”. La universidad te abre los ojos, te hace convivir con otro tipo de realidades y uno empieza a entender grupos, acciones, contextos políticos y también a tener opinión propia. Me he desconservadurizado, de extremo a extremo... No tengo nada que ver con Walker de la política.

"Estaba bien confundida, no sabía bien qué elegir", recuerda Fran sobre su decisión de estudiar Teatro. Foto: Andres Perez Andres Perez

¿Qué cosas conservadoras me quedan? No me considero atea, me considero agnóstica; pero soy súper de agradecer así como, por ejemplo, ahora estoy ensayando y se me paran los pelos escuchando la orquesta y la música, y es como “¡ay, gracias”. Tengo una sensación de divinidad, de que existe algo, no sé qué; pero tengo la costumbre de dar las gracias, mucho. Obviamente antes de la universalidad, en la media, uno ya empieza a cuestionarse el catolicismo, pero igual seguía ahí porque mi entorno me invitaba a estar ahí.

Estuve viviendo Los Ángeles, Estados Unidos, en el 2013. Fui a castings, tuve un manager y agente. Fue una época de mi vida muy divertida, porque, a pesar de que no lo pasé tan bien —es como tragicómico, estaba al tres y el cuatro, me compré un auto usado en pésimo estado, que andaba en la carretera y tiritaba y pensaba que “me voy a quedar en pana en cualquier momento”—, trabajaba en el restaurant de una celebridad, Michael Voltaggio, el ganador de Top Chef, e iban estrellas, Paris Hilton, los de Big Bang Theory y Jared Leto, y yo era la hostess (anfitriona). Tuve que administrar reservas de gente que iba y se gastaba $1 millón. Siento que terminé de aprender bien inglés allá. Era súper exigente en ese sentido. En Los Ángeles la gente es muy superficial, todo es instrumental, aunque yo me hice muy buenas amigas; y me hice amigos en los talleres de actuación, que estamos todos aprendiendo. Pero si te haces amigos en una fiesta, es todo para que te sirva de algo. Yo igual duré harto allá —porque no lo pasaba tan bien en el día a día—, porque es la ciudad donde pasan cosas raras.

"Es la ciudad donde pasan cosas raras", dice sobre su estadía en Los Ángeles. Foto: Andres Perez Andres Perez

Un día me vi a mí misma almorzando con Al Pacino, porque con una amiga actriz tailandesa, Crystal, tomamos un taller juntas y se hizo amiga de un productor que resultó ser el de Al Pacino, que a él siempre le gusta almorzar o tomar un café con gente nueva, conversar y los guía. Y nos invitó, jaja. Iban a celebrar el cumpleaños de su hijo —que parece que cumplía trece— en un restaurante italiano y (el productor) nos dijo: “Ya vayan”. De repente me vi sentada en una mesa redonda con este productor, una actriz colorina, Al Pacino y su ex (Beverly D’Angelo), la mamá del hijo, hablando de la vida. Él me preguntó: “¿Qué estás haciendo acá? ¿Por qué no te fuiste a Nueva York?”; allá hay teatro y Los Ángeles es cine y audiciones. Me ayudó a entrar al The Actors Studio de Los Ángeles, que sólo puedes ir si alguien te recomienda, y es de actores más “retirados” y viejos practicando y teniendo reuniones. Tuve la oportunidad de ir y ser asistente de Barbara Bain, que hizo la serie Mi sueño imposible. Pasaban cosas muy extrañas y entretenidas; pero al mismo tiempo, como actriz, sentía que no avanzaba. La industria del cine es mucho lobby. Ahora la película ganadora del Oscar, Anora, gastó el doble de plata más en la campaña del Oscar que en hacer la película, en invitar a comer, hacer fiestas y recepciones. El lobby es una cosa demasiado importante, la cosa política y de quién eres amigo. Y yo no soy muy lobista. Me gusta lo real. Si hay una persona importante que admiro, quiero conectar con ella porque la admiro, no porque pueda ser un medio para que yo triunfe.

En Los Ángeles me di cuenta de todas las cosas que había aprendido acá, que los chilenos somos muy buenos actores, me comparaba con mis pares y decía: “Wow, finalmente la base que nos entregan es súper completa”. Empecé a tener mucha suerte, porque rápidamente encontré mánager. El problema que tuve es que no me veo “latina”, jaja. Me mandaron al solárium y me hicieron teñirme el pelo oscuro... no fui al solárium, pero sí me teñí el pelo oscuro... Me hicieron cambiarme el nombre porque “Walker” era muy gringo. “¿Pero cómo?”, pensé yo. Siempre he tenido un rollo con ser auténtica; me da mucha vergüenza pretender ser algo que no soy; a pesar de ser actriz, en la vida no me gusta andar con mentiras. Entonces pensé: “Me voy a poner mi segundo apellido, Galdames... ¿“Francisca Galdames”? No, es muy largo... Y mis dos abuelas se llaman “Eliana”, y ya: ‘Francisca Eliana’” (Lo pronuncia con acento agringado), jajaja. Obviamente en broma, pensaba cómo se escuchaba en inglés, y se escuchaba bien. Me puse ese nombre y fui a unas tres audiciones con él. Estaba hasta acá (chata) de ir a audiciones y ver a unas morenazas con pelos negros y rulientes; el prototipo de una latina, versus yo, que obviamente no es lo que estaban buscando, cosa que hoy ha cambiado, porque existe “el interracial”, ese estereotipo que buscan para series y cosas. Pero en esa época, si eras latina, tenías que ser morena y ojalá hablar como Sofía Vergara.

"Siempre he tenido un rollo con ser auténtica", declara Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

Después me llamó la Moira Miller (cazatalentos de actores) desde Chile: “¿Qué estás haciendo?”, me dijo. “Estoy yendo a audiciones y estoy en un restaurant”, le contesté. “Vente”, me propuso, “te tenemos un personaje aquí, así que vente”. Quería actuar, fuera donde fuera y dije: “Ya, por último después vuelvo y veo qué pasa”. Me vine, hice la teleserie, Papá a la deriva (Mega, 2015); después salió otra (Señores papis); después conocí a Mario (Horton); después tuvimos casa; y después un hijo. Y la vida se me armó. Además es muy aburrido actuar sin poder echar mano a tu propia cultura y referentes propios. Como me crié y crecí en Chile, tengo un montón de palabras y personajes que la gente va a reconocer y a enganchar. Allá nada. Tenía que cumplir con un prototipo, cosa que yo no era, y eso nunca me gustó. Era muy aburrido.

Mi primer amor fue el baile, el segundo el teatro y el tercero fue el canto. Soy poliamorosa completamente en ese sentido. Creo que el baile es ancestral, atávico en mí; me pasa que bailo y hay algo que se suelta y se conecta con otra cosa y uno es un canal al momento de bailar. Actuando a veces pasa el momento que uno siempre busca: desconectarse del texto y del personaje, y empezar a hacer un canal para ser alguien. Y en el canto me pasa también, A VECES, el momento que uno busca siempre, al que se llega a través de tener tanta técnica que ya los altos, los bajos, los potentes y los susurros no vengan de una exigencia técnica, sino que de la emoción y de la música en sí.

"Tenía que cumplir con un prototipo", dice Fran sobre su paso por Los Ángeles. Foto: Andres Perez Andres Perez

Sentía que me faltaba técnica... Y siento que es un camino largo, y que tengo mucha más que antes. Pero la voz cambia. Un fonoaudiólogo me dijo una vez que las cuerdas vocales son tejido vivo, o sea, están siempre cambiando junto con uno; te levantas en la mañana y tu voz no está siempre igual. Uno tiene que estar siempre trabajando, escuchando y sintiendo. Es un camino que no termina nunca. De repente ves cantantes que antes cantaban unos tonos increíbles, que llegaban muy agudo; y ahora cantan mucho más plano, pero tienen una textura, pastosidad y un nivel de compromiso emocional mucho más desarrollado, y es igual de interesante pa’ escuchar.

Estuve en el videoclip de “Ella es mía”, de Américo. Me encanta. De repente me llaman, pero no he podido; me llamó un reggaetonero hace poco, que no recuerdo cuál. Es entretenido porque son sesiones producidas y fáciles. Américo es una leyenda po’, ¡cómo iba decirle que no! La Mona Valenzuela, la coreógrafa de este montaje, fue el link, ella me llevó al videoclip de Américo. Y fue entretenido bailar y cantar con él. Fue una muy linda experiencia.

"Fue una muy linda experiencia", resume su trabajo con Américo. Foto: Andres Perez Andres Perez

En el 2020 saqué mi primera canción, “Llegar”, con mi hermano (Andrés), y luego más “Te ofrezco”, que es de Adri Stuven, y sacó unas versiones en vivo a dúo con distintos actores. Quiero hacer más música, pero no tengo nada concreto todavía. Me gustaría profundizar. Es un pendiente destacado. Me gustaría lanzarme en paralelo a la actuación. Soy poliamorosa en ese sentido, jaja.

Mi personaje favorito en teleseries ahora puede ser Herminia (Pradenas) de El señor de la querencia (Mega). Lo pasé demasiado bien. Hace tiempo no me tocaba un personaje que me exigiera a nivel emocional lo que me exigió Herminia, y lo extremo de la situaciones: un día la violaban, otro la trataban de matar y otro tenía que enterrarle un cuchillo en la guata a alguien; y tenía que ser todo real con sentimientos reales, realmente ponerse en esa situación. Fue muy entretenida la intensidad. Cantar me ayudaba mucho a salirme del personaje, porque tenía que viajar de Pirque a Santiago, y ponía la música a todo chancho, y cantar era el exorcismo.

" Lo pasé demasiado bien", dice sobre El Señor de La Querencia. Foto: Andres Perez Andres Perez

“No me ha tocado tanto encontrar amigos en la tele”, dije en el 2020. No ha cambiado. Pero los actores suelen poner sus corazones en otros lugares, porque las teleseries son rápidas, tienes que entrar y salir. La tele es un lugar en el que actualmente estamos todos de paso. En todo caso, es un lugar que agradezco muchísimo, porque es un training actoral permanente y una fuente de trabajo estable.. Compartimos mucho y Mega es una casa, con todos los camarógrafos y los de iluminación, que nos saludamos todos de abrazo, nos amamos, conversamos y nos conocemos los hijos; también hay una cosa muy cálida y rica, pero amigos-amigos, con los que después me siga viendo para el asado del sábado, no. Amiga es la Susana Hidalgo, con quien estuve en La ola (que la vi hace poco por primera vez); pero a ella no la conocí en la teleserie (Amores de mercado), sino que en otro contexto. Y hay mucha gente que conozco en la tele y que la adoro, como Solange Lackington.

En el 2020 dije que me gustaba más el teatro que la televisión. Sigue siendo así. Pero son espacios distintos, es injusto compararlos porque también lo pasa súper bien en la televisión, pero se espera mucho (entre escenas) y a veces no tienes tanto tiempo para profundizar en una escena porque tienes que hacer trece más. Lo que me llena más el alma es el teatro, sin duda.

" La tele es un lugar en que estamos todos de paso", dice Fran sobre los actores. Foto: Andres Perez Andres Perez

¿Qué opino de que Mega haya decidido congelar los remakes (le falta hacer Los 30)? Yo, que estuve en El señor de la querencia y Amores de mercado, prefiero las historias originales, de todas maneras. Creo que los remakes son súper válidos, pero prefiero las historias originales. La sorpresa es un ingrediente súper importante, en las teleseries sobre todo. Claro, uno puede montar Hamlet mil veces, y pude poner unas puestas en escenas muy variadas. La teleserie, en cambio, tiene ciertos requisitos, looks, formas y estructuras de las que no se puede mover mucho. Hay pocas variaciones que se le puede hacer a un remake, fuera de la época, el lenguaje y distintos personajes. Pero encuentro que son súper válidos para cuando no hay guiones. Incluso yo hubiera ido más allá con ciertos remakes como en cambiar ciertas cosas: tomar la misma historia pero dejar que se vaya desarrollando según esta nueva mirada.

No había visto ninguna de las primeras versiones de El señor de la querencia ni Amores de mercado, así que sentí más libertad interna, pero había que seguir ciertas cosas que de dirección le pedían al personaje, a pesar de que uno creyera que el personaje tenía que ir por otro camino decían “no, este personaje es así”, y uno dice “no creo que sea así”, y te responden “pero es que es así”, y uno piensa: “Ok”. Lo audiovisual igual es jerárquico. Llega un momento en que uno se entrega a las direcciones y hay que confiar. Son muchos días y muchas escenas, no puedes discutirlas todas. Hay ciertas batallitas que uno va eligiendo. Pero si es que te dicen que tu persona es de determinada forma, puedes llegar a un consenso, pero ya hay una idea previa.

"Creo que los remakes son súper válidos", destaca Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

La televisión es un embudo: dependiendo de tu edad, cada vez van quedando menos. ¿Y si siento presión por tener más seguidores para que me contraten? De todas maneras. Hoy en día, sobre todo que se ha abierto mucho a las co-producciones extranjeras, que muchas de ellas no te conocen, son tan grandes, y se apuesta tanto en las series y películas, que de alguna forma tienen que asegurarse de que cierto público irá a verlas. Entonces, entre contratar una actriz muy talentosa y que tiene pocos seguidores y, una medianamente talentosa que tiene muchos y se aseguran que todos esos van a ir a ver la película y a retribuir económicamente, tienen que tienen que ir por la de la menos talentosa. En el sentido artístico no tiene pies ni cabeza; pero, en términos de producción y económico, tiene todo el sentido.

Efectivamente las redes sociales son un medio para tener trabajo, para crearse trabajo uno mismo, exponer una imagen de uno mismo, y para que te validen como profesional, lamentablemente. Hay millones de actores increíbles... bueno, los actores que ya tienen su su fama y su trayectoria los buscas por Instagram y no tienen ningún seguidor, pero porque no lo necesitan y ya tienen esa pega hecha y son de tradición… pero la gente que está recién saliendo al mundo, necesita tener espaldas para ser una contratación segura en el sentido económico. También siento esa presión; o sea, si quiero postular a una serie, y también están en el casting cabras de Colombia y de México, es difícil porque en México son millones de millones de habitantes, entonces obviamente la mexicana tendrá muchísimo más seguidores que yo.

"Siento esa presión", dice sobre tener más seguidores para acceder a proyectos. Foto: Andres Perez Andres Perez

Lo que yo hago es mantener la calma y seguir trabajando. Confío en que la pega llama a la pega. No sé si es el camino largo. Confío en que tengo cierta trayectoria y ciertas características como actriz que encajan con ciertos proyectos, y que cuando llegue el proyecto adecuado llegará hacia mí, como un dicho español: “Si no para ti, ni aunque te pongas; y si es para ti, ni aunque te quites” (Con acento hispano). Si llega, llega.

Hace ocho años planteé que los actores ganaban más que las actrices… ¿Sigue siendo así? Sigue siendo así, pero la brecha ha disminuido un poco, porque la plata es menos, jajaja, entonces las brechas son más chicas; y también las mujeres hemos subido un poquito, pero sigue habiendo una brecha.

Estoy acostumbrada a la exposición y a que me pidan fotos. Cuando estoy en pantalla pasa más; a veces paso súper desapercibida cuando no lo estoy. Es un tema cuando estoy con mi hijo porque, como obviamente no quiero que él salga en las fotos, él se siente mal porque no sale, jaja, entonces es un tema delicado, y siempre quiero explicarlo porque no quiero que se malentienda: cuando uno está con la familia hay que decir que no, porque uno quiere ser normal para los hijos, no quiere “rezagarlo” ni que anden circulando fotos de ellos por las redes. Mi hijo algo entiende que sus papás son conocidos. Alguna noción debe tener.

"Confío en que tengo cierta trayectoria", declara Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

Encuentro completamente válido que los actores den su opinión política y participen en campañas; y valiente también, porque al momento que uno toma posición, sea cual sea, todos los que se oponen a ti, te pueden cerrar la puerta. Por eso la mayoría de los actores se mantienen neutros. Yo lo haría, si hay una contingencia política que en lo sea necesario e importante que yo dé mi opinión. Creo que lo haré.

Ahora que está Gabriel (Boric de Presidente) —que somos cercanos a Gabriel— hemos entendido que para poder gobernar hay que ser una persona capaz de hacer acuerdos; y en esos acuerdos siempre hay que transar, porque si no uno no llega a acuerdos. Entonces, en ese sentido, uno se vuelve más comprensivo de procesos políticos y entiende también cómo funciona en realidad la cocina de la política. No puede haber un cambio tajante de la noche a la mañana: necesitan procesos sociales y políticos, tiene que ir todo junto y ser armonioso para que todos saquemos el beneficio de eso…

"No puede haber un cambio tajante de la noche a la mañana", dice Fran sobre el gobierno de Boric. Foto: Andres Perez Andres Perez

No expongo mi vida privada en las redes sociales. Fue una decisión que tomamos los dos con Mario (Horton): desde que empecemos, dijimos: “Esto no se va a abrir nunca”. En el momento que uno abre la puerta después no se puede cerrar, porque uno ya hizo parte a todo el mundo de tu relación, de lo que te pasó y lo que sentiste. Y después cuando se terminó tu relación, no vas a andar diciendo “ay, eso yo no lo hablo”, ¡porque ya lo hablaste po’! Y además también por protección a nuestros seres queridos. No estoy de acuerdo cuando le muestran las caras a los niños en las redes sociales. Creo que no corresponde, porque se pueden usar para muchas cosas, y además porque ellos no han dado su consentimiento.

Me pasa que no logro ver cuál el sentido de la farándula, no logro ver qué es lo bueno que podemos sacar de eso. Creo que no lo veo. Y no sé si las personas que se dedican a eso pueden sacar algo bueno de eso, más que trabajo; es un trabajo y, si es una fuente laboral para alguien, adelante. Pero no logro ver qué cosa buena puede salir de ahí. El tema, por ejemplo, de los deudores de pensiones alimenticias también puede salir en el Congreso, en debates públicos, en una entrevista y en la prensa tradicional. Si alguien encuentra algo positivo, que me lo diga, porque yo no lo he logrado encontrar.

"He limitado tiempo", dice Fran sobre las redes sociales. Foto: Andres Perez Andres Perez

Sigo teniendo una relación de amor-odio con las redes sociales. Me divierto y es un tremendo medio de difusión; pero al mismo tiempo estoy así (con el teléfono en la mano), y digo: “¡¿Por qué estoy perdiendo el tiempo acá?!”. Es algo que tengo que hacer porque es importante a nivel social, pero —lo mismo de la farándula— no veo cómo es importante para mí. Termino de ver el celular y no siento que gané nada. A no ser que haya estado viendo en YouTube —que creo que es mi red social más valorada—, videos para calentar la voz, para averiguar, investigar y ver películas.

No tengo TikTok. Siento que Instagram chupa tanto la vida que me da mucho miedo abrirme TikTok. Parece que tiene un algoritmo más brígido. Como todo el mundo, me pego igual y hago múltiples cosas para evitarlo; lo tomo como si fuese una droga, y así lo trato en mi vida. He limitado tiempo, le pongo temporizador; y muchas veces cuando estoy trabajando tengo que sacar el temporizador porque a veces, por ejemplo, tengo que quedarme más rato preparando alguna publicación (de Instagram). También lo dejo fuera de mi pieza.

"Me pasa que no logro ver cuál el sentido de la farándula", analiza Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

No es cierto que a Mario (Horton) lo conocí en los pasillos de Mega. Todo eso es mentira, es todo inventado. Nos conocimos en la calle, en un restorán, no por amigos en común. Nos hablamos. Él me habló a mí. Lo encontraba mino. Estamos casados. Pero eso fue. Una cosa nada que ver a lo que se dijo en un programa (Mujeres primero, La Red, 2016)... Me da risa lo que cuentan, porque uno dice: “Qué heavy todas las cosas que uno sabe de otros famoso” —y no sólo acá, sino que fuera de Chile—, y uno piensa que los cacha o los conoce. Pero qué heavy la cantidad de cosas inventadas que deben estar dando vuelta. Ya no veo las cosas que salen de mí. Antes tenía esa tentación de también siempre leer los comentarios. El otro día Mario subió una foto en el estadio (Monumental apoyando a Colo Colo), pero yo no soy tan futbolera. Puedo ir a un partido, pero no es algo que me llame tanto la atención.

Siempre fue un sueño para mí ser madre, súper “Susanita” (personaje de Mafalda cuyo mayor sueño era casarse y asumir el rol asociado a la mujer doméstica tradicional) cuando chica, enamoradiza, fantasiosa, que el hijo, que la guagüita, y tenía coche. ¡Eso es súper conservador! Siempre estuvo ese sueño de formar familia, nunca renegué de eso. Nunca fui panketa.

"Nunca fui panketa", declara Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

En el 2021 me convertí en madre y mi hijo ya tiene cuatro años. Cambian las prioridades. Uno se vuelve —creo yo— mejor persona. Entiendes la vida. Uno mismo se empieza a ver y a proyectar. Y en mi profesión, creo que soy mejor actriz desde que soy madre, porque veo el mundo a través de los ojos de mi hijo y recuerdo cómo veía yo cuando lo veo jugar, y me acuerdo de cómo se juega, lo veo improvisar una canción y veo esa patudez y ese goce del ir descubriendo, y digo: “¡Eso es actuar, es juego, libertad y presente, presente, presente, presente, presente”. Como que la cosa se pone interesante cuando eres mamá y la vida se pone con “cimientos”.

Me han llamado a programas como La Divina Comida o Podemos Hablar (CHV), pero he dicho que no, porque implica hablar mucho de lo privado. Igual estoy dispuesta a compartir el ámbito de lo humano en entrevistas —como ahora —, a hablar de la familia, de cosas que pienso y que creo; pero ya atravesar a lo que pueda afectar a otros miembros de mi familia que no sea yo, eso creo que no corresponde, que es finalmente lo más jugoso y lo que más quieren esos programas.

"La cosa se pone interesante cuando eres mamá", analiza Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

Ahora estoy con la obra de Marlene (Dietrich) y con Amores de mercado, que está al aire pero ya terminamos de grabar; participé en La ola, de Sebastián Lelio, que la veremos hoy; y seguiré con teatro el segundo semestre: Hermanas, dirigida por Alejandro Castillo, y la Coca Miranda que es la otra actriz. Teleseries por ahora no tengo; creo que este año ya no estaré, porque nos vamos turnando con Mario, tratando de que uno tenga más carga laboral que otro. Tratando de equilibrar. Pero quiero este año hacer harto teatro; para compatibilizarlo con la maternidad, está perfecto lo que hay. Somos súper equipo. O sea, si mañana nos sale algún proyecto que amamos los dos, tendremos que acomodarnos; pero, por el momento, el acuerdo es ese: que yo seguiré con teatro y tiempo para la maternidad.

A Marlene Dietrich no la ubicaba antes de Marlene. La había visto muchas veces en fotos y escuchado de ella, pero no había hecho el trabajo dedicado de saber realmente quién es. Ahora la he estudiado mucho. ¡¿Compararla conmigo?! Son otras épocas. Ella tuvo su boom en los 1930 a 1940, previo a la Segunda Guerra Mundial, entreguerras, entonces era “nos vamos a morir mañana”, y todo al chanco, la sexualidad, la moda, las fiestas y el alcohol para vivir ahora, tipo Gran Gatsby. Todo derroche. La época del cine también era de mucho glamour y Hollywood se estaba construyendo a sí mismo, tenía que crear íconos que la gente pudiera admirar para que después quisiera consumir todas esas películas, y para eso había una tremenda producción y plata detrás. Hoy, en Chile sobre todo, los actores vivimos en una precariedad que no tiene parangón de comparación.

"Hoy en día, en Chile sobre todo, los actores vivimos en una precariedad", advierte Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

”Me ha hecho replantearme el rol de la moda en mi vida y mi carrera”, dije sobre Marlene Dietrich. Siempre he sido sencilla para vestirme, pero últimamente —que también tiene que ver con las redes sociales— es súper importante la imagen que uno proyecta. Más encima la moda está en un auge y hay hartas cosas que se pueden decir a través de ella. Obviamente me he replanteado no así como “quiero dedicarme a la moda”, pero darle una vuelta extra a lo que me pongo en la mañana, si voy a tener una entrevista o una sesión de foto por ejemplo, para que se vea bonito y resulte, y pensando en la puesta en escena de mi vida. A Marlene, su hija le criticaba mucho —pero también otras personas le alababan— que vivía para crear una imagen. Se considera que es un icono de la moda, porque estaba siempre de punta en blanco. Viajaba semanas en un barco y antes de salir del barco se subían los maquilladores y vestuaristas a prepararla para que ya pudiera salir con su ropa, plumas y abrigos de piel, y presentar esta imagen de “el icono que llegó a la ciudad”. Cuando uno va a ver una puesta en escena y ve vestuarios y personajes atractivos, engancha más.

No me costó nada acercarme a Marlene Dietrich desde lo humano, porque una cosa es la figura y el personaje que interpretas, pero ya no tengo esa idealización de las personas como “todo en su vida fue perfecto y brillante”. He estudiado su biografía; sé qué hacía cuando volvía de grabar: se sacaba la ropa, se ponía su bata y a cocinar para su hija. Si bien no vivía un estilo de vida común —porque tenía un marido que era más asistente que su marido, se metía con todos y todas, tenía un séquito de personas que la servían y un montón de amigos que llegaban a comer para hablar de la película y seguir hablando para trabajar durante la noche en su canción en el piano—, poco tradicional, es una vida que puedo entender y he vivido en una forma más precaria finalmente, jaja. O sea, todos los días me toca prepararle comida a mi hijo, y no me pongo bata: buzo, jajaja. Y me junto con mis amigos a comentar lo que hicimos durante el día, a tomarnos unas micheladas en la noche para seguir hablando de lo que hicimos y lo que haremos mañana, o juntarnos tarde para sacar una canción, encontrarle una armonía o una frase. Son cosas que también he vivido, pero desde otro contexto.

"Cuando uno va a ver una puesta en escena y ve vestuarios y personajes atractivos, te enganchas más", dice Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

Soy súper matea, me cuesta llegar y soltarme... He descubierto más allá de eso: me he dado cuenta de que soy matea y, ahora que todos nos estamos autodiagnosticando, que tengo trastorno de déficit de atención sin hiperactividad. Me he dado cuenta por cómo funciona mi cabeza: yo era matea, pero aislaba ciertas cosas, y después era mucho, mucho y mucho de algo, y después se me iba. Empecé a entender cómo funciona mi cabeza y es mucho menos estructurada de lo que yo pensaba. Y hay formas de estudio y de aprendizaje que me sirven mucho más. Ahora me doy cuenta que la soltura y la improvisación son herramientas de aprendizaje mucho más valiosas para mi forma de funcionar; o, por ejemplo, el juego. Aquí, entre medio de la obra (Marlene) tengo unos monólogos y no los había estudiado mucho; partimos con las coreografías y con las canciones, y los decía entre medio y los jugaba; y de repente, ya me los había aprendido. La soltura ya no es un problema para mí, jaja. También tiene que ver con la confianza, el carrete y la experiencia voy adquiriendo. Es un oficio finalmente: se aprende haciendo, entonces hay más confianza... El trastorno me lo “AUTODIAGNOSTIQUÉ”. Todavía no voy al neurólogo, no he tenido tiempo.

“Siempre me he creído capaz, pero con la sensación de que tenía que pedir permiso”, dije en el 2024 (Revista Ya). Eso como una contradicción, porque es esa sensación de “sé que lo puedo hacer”, pero sentía a veces que no era suficiente como para que creyeran en mí... Es difícil de entenderlo... Siento que, en general, las mujeres tenemos que trabajar el triple para que nos crean. Me da esa sensación. Sé que puedo, pero también sé que tengo que demostrarlo. Eso no siempre lo siento, depende del proyecto, por ejemplo, este parte de la base de que soy capaz, jaja, se basa en la figura de Marlene, en que la interpretaré yo. Siento que ya ha logrado cierto capital de experiencia que hace que la gente crea en mí.

"Sé que puedo, pero también sé que tengo que demostrarlo", reflexiona Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

Hay un “boom” de actores y actrices que también cantan. Creo que siempre ha habido, siempre en Chile ha habido compañías que cantan y bailan. Tenemos una tradición de La Negra Ester y La Pérgola de las Flores. Existe una tradición musical en Chile muy fuerte, pero no es la misma de Broadway, técnicamente ni en términos de historia ni de puesta en escena. Acá se han hecho Amores de cantina (de Juan Radrigán) y este tipo de musicales que son más un concierto teatral, tienen una cosa más más chilena, más de antro, de lugar donde se iba a escuchar la cueca, o tango en Argentina. Siento que es más cercano a nosotros que Broadway. Cuando eso se pone en escena, hay una familiaridad muy especial. Y en cuanto a los actores y las generaciones, creo que siempre ha habido actores que cantan; el tema es que antes había temas muy importantes serios y muy densos que poner en escena (como el golpe de Estado, el régimen de Pinochet, violaciones a los DD.HH., etc); entonces creo que no se le daba tanto espacio a la exposición de talentos. Hoy hay espacio para todos, multiplataforma, y todo es mucho más accesible. También creo que se ha democratizado mucho el acceso a hacer música y a la técnica vocal; uno puede tomar clases online y llegar vocalmente a cosas que antes tenías que aprender solo.

Creo que dirigir es algo que se irá dando con el tiempo. Lo que pasa es que me gusta tan ser intérprete, que todavía (no podía ser directora); pero con amigas tengo varios proyectos de teatro que nunca hemos concretado, musicales específicamente. Pero todavía no.

"Con amigas tengo varios proyectos de teatro que nunca hemos concretado", adelanta Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

Lo lindo de los 30 creo que ha sido que uno se acepta y empieza a trabajar con lo que tiene y lo empieza a potenciar. Y ya una vez que fui mamá, el cuerpo pasó a ser como una herramienta. Hice El Señor de la Querencia (Mega) y ya los desnudos no me complicaban tanto como cuando era chica; había otra relación con el cuerpo. Y también seguido de que he logrado un equilibrio en términos de ejercicio y alimentación. Creo que el cambio es por la edad y la maternidad. Se me ordenó la vida. Las prioridades se ordenan automáticamente cuando uno es madre.

Como tuve tanta crisis respecto a mi cuerpo, con autoestima y valor propio, siento que llegué a un lugar súper equilibrado. Hay ciertas cosas que sé que necesito, como levantar pesas, que hace muy bien después de los 30; comer sano; si no quiero comer, no comer; dormir; y ciertas cosas uno dice que son obvias, pero levantar pesas ha sido como un mundo: “¡Wow! Cómo cambia el cuerpo y cómo cambia mi ánimo", digo. Es el desde.

Nunca he tenido un complejo de ser reconocida más por mi físico que por mi trabajo, JAJAJA. No creo que mi característica principal sea lo físico. Aparte, partí con personajes más de “niña”, y he tenido la fortuna de que en las teleseries —que han sido el medio en que la gente me ha conocido— he tenido personajes muy distintos. Entonces creo que se me conoce más por lo actoral que por lo físico. Y la Pin Montané (El periodista la menciona como ejemplo) partió en la moda, entonces partió con la imagen y en Soltera otra vez (Canal 13) como una niña bastante objetivada. Yo partí poniendo caras y con el pelo quemado, ¡otro lugar!, jaja, eran otros puntos de partida.

"Con amigas tengo varios proyectos de teatro que nunca hemos concretado", comenta Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

¿Qué me provoca cumplir años? ¡Ay! Me da miedo esta cosa del embudo, de que muchos profesionales se van quedando en el margen. Pero al mismo tiempo me siento bacán, con más pachorra, con más personalidad y con más qué decir. Es una dualidad entre lo que espera la sociedad de las mujeres y lo que siento que puedo dar... Se siente bien cumplir años, pero da miedo por lo social. Siento que hoy en día se espera mucho la novedad, se valora mucho lo nuevo; entonces siento la presión de estar constantemente teniendo que dar algo nuevo de mí misma. Pero hasta el momento siento que hay cosas nuevas, siempre.

¿Cómo me veo en diez años? No tendré más hijos. Me veo trabajando en esto mismo, pero haciendo cosas nuevas para mí. Siempre probando. Puede ser acá o en otro país. Puede ser digiriendo o cantando.

"No tendré más hijos", sincera la actriz. Foto: Andres Perez Andres Perez

Cuestionario Pop

Si no hubiera sido actriz, me habría gustado ser cantante y bailarina, jaja. Sicóloga ya no.

En mi época universitaria en la U. Católica era matea y me iba bien.

Un apodo es “Panchi”, que mi familia y mis amigas del colegio me dicen así.

Un sueño pendiente es lanzar un disco.

¿Una cábala?... Hago muchas cosas. Cuando estoy de personaje, me miro al espejo, me concentro mucho y me meto en un “espacio” de nebulosa-densa de otro ser. Y también prendo velitas. Y también estoy harto en el escenario y lo toco.

¿Una frase favorita?... Me gusta la palabra de Nathy Peluso: “Corashe”.

"Me habría gustado ser cantante y bailarina", comenta Fran. Foto: Andres Perez Andres Perez

Un trabajo mío que no se conoce es que fui profesora de danza árabe en un colegio en Quilín, recién egresada.

Mi primer sueldo lo gasté en un viaje a Estados Unidos, el primero, tres meses, a cachar qué onda; hice la teleserie (Mamá mechona, Canal 13) y volví. Mi primer sueldo fue en una película, El verano de los peces voladores.

Me arrepiento de no haber sido más patuda, de decir “acá estoy yo”. Me arrepiento de no haberme querido más, de no haberme dado más a mí misma.

Un actriz que admiro es la María Izquierdo y la Paulina Urrutia.

Una actriz amiga es la Moira Miller.

¿Un talento oculto? Me gusta cocinar. Cocino súper rico. Repostería y carnes a la olla.

"Me habría gustado ser cantante y bailarina", comenta Francisca. Foto: Andres Perez Andres Perez

Una película que me hace llorar es Cinema Paradiso.

Un miedo es a los espíritus, a que me penen. Me re cago.

Creo en el horóscopo, pero como un juego. Soy Leo, con ascendente de Capricornio y la Luna en Cáncer. Lo encuentro muy entretenido. Y a veces hace sentido.

Si pudiera tener un superpoder, sería la teletransportación.

¿Un placer culpable? Mi pega. Puedo ser muy trabajólica a veces. Ni siquiera voy al doctor a veces porque siento que es una pérdida de tiempo.

Si pudiera hacer un asado con tres famosos de la Historia, uno sería Marlene Dietrich de todas maneras, Charles Chaplin y Jim Carrey.

Francisca Walker es una actriz, cantante y bailarina que ama lo que hace.

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