Javiera Contador, la actriz devenida standupera que busca demostrar por qué no hay primera sin segunda en Viña

Contador la rompió en 2020. FOTO: Francisco Longa, Agenciauno.

Tras hacerse un nombre en el teatro, la tele, el cine y de nuevo en la tele, la mujer detrás de la Kena Larraín parece haber encontrado un amor tardío —pero que siempre estuvo allí—: la comedia. Con apenas una década dedicada al standup, Contador se puso encima otra vez el desafío del Festival de festivales y será una de las encargadas de hacer reír al Monstruo, tal como hace cuatro años.

Lo que de buenas a primeras se desconocía de ella, curtida en el teatro y a quien se hizo costumbre ver en la televisión —primero en teleseries y después en el cine, series, miniseries, programas de concursos, entretención o matinales—, es que desde muy temprano se involucró en el mundillo de la comedia. Tal vez alguno lo vio venir antes que el resto, en la medida de que siempre se le consideró una persona graciosa a la medida de los papeles graciosos. Pero incluso antes de recibir esa especie de título imaginario que la certifica o le permite sentirse comediante, Javiera Contador ya presentaba cierta experiencia en el campo.

A eso ella le llama oficio, saber remar. Pero después iremos a ello.

Contador sobre el escenario de Viña. Foto: Francisco Longa, Agenciauno.

Contador ya podía jactarse de algunos roles protagónicos —Loca piel en TVN, y Amándote y Fuera de control en Canal 13— cuando en 2001 se integró al elenco del programa A la suerte de la olla, sitcom que devino de un mediático quiebre en el Jappening con Ja. Allí, suele contar la actriz, interpretó el personaje de La Pato Cuacuá y, en poco tiempo, captó la atención de Jorge Pedreros, quien le asignó la dirección de actores. Al mismo tiempo, Fernando Alarcón se preocupó de enseñarle las bases para contar adecuadamente un chiste. Cuándo y cómo hacer una pausa, y saber cómo aprovecharla, los remates, sus distintos tipos. Él decía, “no importa lo malo que sea el chiste, lo importante es cómo lo cuentas”. Sin siquiera proponérselo, desde junio a agosto, lo que permaneció el espacio en el aire, Contador asistió a una masterclass de humor televisivo. Y en paralelo, se fogueó en el teatro con Rosita Nicolet, alumna aventajada de la escuela del viejo humorista José Vilar.

De todo eso cayó en cuenta recién en 2006, cuando la convocaron desde Mega para la adaptación chilena de Married... with Children, a llamarse Casado con hijos, con la intención de darle vida a Kena Larraín, a día de hoy su personaje con diferencia más querido y reconocible. “Sí, la Kena fue como ¡wow!… me hizo ver a mí el potencial que había dentro”, sinceró en una entrevista.

Su experiencia en Casado con hijosla comedia de situación más vista de la historia de la televisión chilena, con picos de cuarenta puntos de sintonía—, le permitió aprobar nuevas asignaturas: aprender a reírse de sí misma, reconocer sensibilidades y acaso los límites del humor, de modo que parecía apenas cosa de tiempo, de decisión o quizás de un empujoncito para que la actriz se decidiera a sondear el rubro.

A mediados de la década pasada, cuando dejó Mega como el rostro mejor evaluado, arrojándose a la apuesta de 3TV, donde contemplaba conducir un late a la hora de almuerzo, se empezó a convencer que había llegado el momento.

Aunque nunca salió al aire, tampoco el canal, en ese lapso Contador trabajó codo a codo con la comediante nacional Paloma Salas, encargada de libretear el programa, y Rodrigo Vergara Tampe, exguionista de Kike Morandé. En cada capítulo, la idea era que la actriz abriera con un breve show de stand-up de no más de cinco minutos, de manera que Salas le explicó el concepto de un modo más formal. Al poco tiempo, advirtiendo que había algo allí, la comediante le recomendó incursionar y la invitó a un proyecto con Jani Dueñas para practicar. Partió con cinco minutos, luego le pidieron diez para un pituto del Teatro Mori y finalmente Pato Pimienta se contactó con ella para ofrecerle veinte minutos de su show. Se pudo constatar parte de ese progreso con la rutina “Soy un desastre”, que presentó en el extinto programa de Canal 13 Diana.

Ya interesada en el formato, cuando regresó al área dramática de Mega para grabar La reina de Franklin, coincidió con Josefina Nast y Rodrigo Vásquez (Alto Yoyo) y esas conversaciones la empujaron a los bares y festivales. Al poco andar se supo de ella, Javiera Contador, modo comediante.

Viña, la ola que quería surfear

Algunos medios, cuando el lunes 9 de diciembre de 2019 la organización del Festival de Viña la confirmó como parte de la parrilla, hablaban de la desconocida faceta que llevaría a Javiera Contador al certamen. Acaso desconfiaban de su poca “cancha”.

Pero, a esas alturas, ella estaba convencida de sus herramientas. “Creo que he trabajado lo suficiente para subirme a un escenario así. No tiene que ver con ‘yo soy’, pero creo que lo que he hecho en mi carrera es una base sólida”, sostuvo en charla con La Cuarta tras una presentación en el Teatro San Ginés.

Contador modo standup.

“Hace mucho tiempo yo era famosa”, soltó tan pronto tuvo de frente al Monstruo. De ahí en más, con una rutina que incluyó mucha anécdota familiar, sus vivencias como madre, algún viaje a Disney y su vida como rostro televisivo, brilló con luces propias y dejó Viña con todos los premios. “Encuentro que la rutina de la Javiera estuvo notable por una cosa que voy a decir: el manejo que tiene de su relato y de sus tiempos. Es una cosa impresionante. A mí me gusta el ritmo que ella tiene”, la destacó al día siguiente en TVN su colega Chiqui Aguayo.

Más tarde, Contador reveló algunos detalles del desafío que supuso la Quinta Vergara. Por ejemplo:

“Fui probando harto la rutina, y me pasó algo insólito: la producción de Viña no me corrigió ni una coma, nada. Quizás cambié alguna cosita, pero el 90 o 95% estaba”, contó en Entre broma y broma.

A continuación, cuando Luis Slimming —en esta edición de 2024 su brother in arms— le preguntó si en determinado momento sintió nervios o tal vez que el show escapaba de sus manos, la actriz explicó lo que en este artículo se destaca en un inicio, lo que ella define como oficio:

“Siempre dije: tengo harto oficio, vengo de otro mundo, soy grande… o sea, soy joven, pero no soy chica. Entonces tengo oficio. Si en un show me está yendo más o menos mal, un chiste no me funciona, tengo herramientas pa’ salir jugando. Y a eso yo lo llamo remar”. Entonces, luego de un difícil espectáculo fuera de Santiago que usó a modo de ejemplo, ensayó: “Pa’ mí un buen show es cuando tú surfeái arriba de la ola y lo disfrutái. Mi sueño es que Viña fuera un poco eso, y Viña, lo que pasó, es que partí como pa-pa-pá, súper acelerada, soy acelerada. Pero después de un rato empecé a surfear la ola y fue súper bonito”.

A cuatro años del primer gran triunfo de su carrera dedicada al humor, Javiera Contador subirá por segunda vez a la Quinta Vergara el lunes 26 de febrero, después de Andrea Bocelli, antes de Miranda!

En sus redes sociales, a la espera, se confesó “feliz, ansiosa, emocionada, insegura, nerviosa, esperanzada, un poquito angustiada, sobreexcitada, lúdica, seria, superficial, profunda… Todo eso, entre otras cosas, pero tranqui igual”.

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